El soñador. Capítulo 2.- El sobre

Juani entrega a Jaime un sobre que su difunto esposo le dejo antes de morir

Capítulo 2 El sobre

Sin esperar que Jaime contestase, salió seguida de sus dos hijas y las dos muchachas, y él miro a Eulalia, que a su vez lo estaba mirando aún incrédula, y la pregunto:

-       ¿No hay nadie más en la casa?

-       Si hubiese habido alguien más ¿crees que no habría bajado después del griterío que he montado? – le contesto la mujer – Señor, señor, que susto me has dado, creía que el difunto D. Jaime se me había aparecido, pues eres igualito a él, casi exacto al retrato que del señor hay en el despacho y encima vistes casi igual.

-       ¿Y Petra y Bernardo? – pregunto de nuevo Jaime - ¿Ya no viven aquí?

-       Hace dos años que se fueron a Alicante. – le explico Eulalia – Parece ser que en su testamento D. Jaime les dejo una casa al lado del mar, al igual que a los padres de Juani, y los cuatro viven allí casi todo el año. Solo en verano suelen venir unos días, por supuesto los cuatro, pues van a todos los sitios juntos. Yo trabajaba en el supermercado de los padres de Juani, y al cerrarlo, ella me contrato para sustituir a Petra como cocinera. ¿Qué te apetece desayunar?

-       Estoy loco por un par de huevos fritos con patatas y un filete. - dijo Jaime – Realmente tengo un hambre de lobo.

La mujer se puso a pelar unas patatas dando por terminada la conversación con el muchacho, pero se colocó de forma que podía verle y sin poder evitarlo de vez en cuando le miraba de reojo con enorme admiración. A su vez Jaime no quitaba ojo a la mujer y se dio cuenta de que Eulalia era muy hermosa, de unos treinta años, no muy alta, sobre 1,60, pero perfectamente proporcionada, su pelo de color castaño muy largo y ondulado enmarcaban una cara muy bella en la que destacaban sus ojos color caramelo, su boca grande y unos labios rojos que la hacían realmente atractiva, unido todo ello a su perfecta figura, con unos pechos generosos, unas caderas firmes y unas piernas muy bien formadas que se adivinaban bajo la camisola que le llegaba hasta las rodillas, pero que él ya había podido verlo perfectamente hacia escasos minutos. Tanto ella como él, se dieron cuenta de que se estaban analizando en silencio, y sin poder evitarlo Eulalia, pasados unos minutos le pregunto con coquetería:

-       ¿Qué te parezco? ¿Te gusto? Porque chico me estás dando un repaso de muerte.

-       Perdona, Eulalia, lo siento mucho. – dijo Jaime un tanto azorado – Es que después de tu aparición y a pesar de tus gritos, no puedo evitar mirante, pues eres realmente muy atractiva.

-       No, si no me molesta que me mires, y mucho menos si realmente te parezco guapa. – dijo ella con evidente satisfacción y halagada por las palabras de Jaime – Tú también eres un hombre muy guapo, quizás demasiado guapo, demasiado joven y demasiado alto para mí, pero agradezco mucho tu galantería, gracias. ¿Te pongo también un poco de longaniza frita?

-       Lo que tú me ofrezcas, seguro que me lo como. – dijo Jaime – Tengo la impresión de que eres una buena cocinera.

- “Lo que tú me ofrezcas seguro que me lo como”. – era Aurelia la que remedaba a Jaime y que al parecer había oído las últimas palabras de este, pues entraba en ese momento en la cocina con un pantalón corto y una camiseta de tirantes – No me extraña, seguro que no despreciaras absolutamente nada de lo que ella pueda ofrecerte.

Soltó una carcajada y miro con malicia a la cocinera, que se había puesto colorada ante el comentario de la muchacha; luego mirando con descaro a Jaime le dijo:

-       Yo si no le importa a Eulalia, desayunare lo mismo que mi sobrino, lo que él te haya pedido y mientras lo preparas voy a acompañarle hasta la entrada para traer sus maletas, antes de que bajen mi madre o Belén y lo rapten, así de paso podre estar un poquito a solas con él. ¿Vamos Jaime?

Este sin replicar obedeció a su tía y se levantó raudo, momento en que ella aprovecho para cogerse de su brazo y muy mimosa empezó a caminar en dirección a la salida de la casa y apretándose fuertemente a su costado a la vez que empezaba a hablar sin parar. Eulalia los vio salir y se quedó mirando la puerta de la cocina absorta, con una patata en la mano y el cuchillo en la otra. Tras unos momentos, sacudió la cabeza y suspiro profundamente, un suspiro que dejaba a las claras la impresión que Jaime la había causado, y Belén que en ese momento entraba con Juani viendo el suspiro de la cocinera, comento:

-       Me parece que a más de una va a dejar atontada Jaime, fíjate mama, esta Eulalia como idiota y creo que es por tu “niño”. Y no te digo las otras dos, pues Clo y Eli seguro que se están poniendo lo más guapas que puedan para que se fije en ellas. ¿Dónde está el chico?

-       Se ha ido con tu hermana a por las maletas. – dijo tras suspirar de nuevo Eulalia y volver de nuevo a pelar las patatas, y tras otro gran suspiro, dijo – Es guapísimo , Dios mío que hombre más apuesto. Y sabes Belén, me ha dicho que le parezco muy atractiva.

-       Primero te da un susto de muerte, y ahora parece que te ha encandilado. – dijo riendo Juani - ¿En qué quedamos? ¿Te da miedo o te gusta?

-       ¿Cómo va a darle miedo? – rio también Belén – Yo creo que cuando ha gritado es porque nunca en su puta vida había visto un tío tan buenísimo como Jaime, y la impresión la ha hecho vocear como una loca. O es que no has visto la cara de incredulidad que tenían Clo y Eli, no podían creerse que a partir de ahora vayan a vivir bajo el mismo techo que semejante ejemplar de hombre.

-       Pues me gustaría que moderases tu lenguaje, y tu hermana también, ya que supongo que Jaime habrá recibido una educación bastante más exquisita que vosotras. – dijo Juani un tanto preocupada – Y espero que tu inseparable amiga Bárbara, que tiene aún peor boca que tú y tu hermana, también procure comportarse como lo que sois desde hace unos días, doctoras en medicina, pero oyéndote barbaridades como la que acabas de decir, no lo pareces.

-       Ahora que me la recuerdas, voy a llamarla. – Belén se dirigió al teléfono que había en la cocina y marcando termino diciendo: - Cuando sepa Bárbara que ha vuelto el chico que a los quince años y aun siendo más joven que ella la tenía sofocada a todas horas, vendrá como un rayo para verlo.

El estupor de su madre por lo que acababa de decir su hija aumento más aún con la posterior conversación que Belén mantenía por teléfono con su amiga de toda la vida, con la que había estudiado y con la que había compartido piso en Sevilla durante los años de Universidad, ya que Belén sin inmutarse decía:

-       Cacho puta, levántate y ven corriendo, que Jaime acaba de llegar y no veas que guapísimo está ahora, parece un dios griego, esta como para darse con él un revolcón de muerte.

-       Coño, si ha colgado – dijo tras unos segundos de silencio mirando el auricular – O se ha desmayado de la emoción o viene para aquí volando.

-       Pero, pero …. – Juani no daba crédito a las palabras de su hija - ¿Cómo puedes hablar así de tu hermano? ¿Y que pensara Eulalia de ti?

-       Eulalia seguro que piensa lo mismo que yo. – dijo de nuevo riéndose Belén – Que Jaime esta para darse con él un revolcón de muerte. ¿O no Eulalia?

Esta la miro sonriente, y no contesto, pero de nuevo suspiro profundamente y siguió con sus tareas, ahora cortando las patatas con gran celeridad. En ese momento entraban en la cocina las otras dos muchachas, a las que se las notaba que se habían arreglado más de lo normal, sobre todo a aquella temprana hora, pues hasta los labios se habían retocado un poco. Clo pregunto cómo angustiada:

-       ¿Dónde está Jaime? ¿Ya ha desayunado?

-       No ha ido con Aurelia a por sus maletas, ahora mismo vuelve. – dijo Belén mirándolas burlona – Mi madre no entiende que haya dicho que Jaime esta para darse con él un revolcón de cojones, pero supongo que vosotras dos, tal como os habéis arreglado, si pensareis lo mismo que yo.

-       ¿Solo uno?, - dijo riendo Eli – Creo que te conformas con poco. Clo me ha dicho que no había visto nunca a un hombre tan hermoso, dice que parece un ángel, y que cuando la ha mirado se le ha erizado el vello de todo el cuerpo, pero que cuando la ha besado en su mejilla su corazón la iba a estallar.

-       ¿No ves mama como piensan igual que yo? – dijo Belén riendo y se burló de Clo que se había ruborizado - ¿Y tú como quieres que te mirase? Si ibas con una camisetilla trasparente enseñando el ombligo y todo lo que tienes debajo pues no llevabas ni bragas, y encima mirándole como si fuese un postre delicioso. Y mama, quiero que te quede claro, aunque le quiero como a un hermano, no lo es, gracias a Dios. Aurelia lo tiene bastante más jodido que yo, pues ella si es su tía biológica, pero incluso tú no tienes ningún lazo de sangre con el chico, y supongo que, si te gustaba su abuelo, también te gustara el nieto, que encima es muchísimo más joven.

-       Por Dios, por Dios, estas como una cabra. – dijo Juani totalmente escandalizada y muy azorada, pues se ruborizo de forma evidente - ¿Cómo puedes decir semejantes disparates? Os prohíbo a todas que violentéis al chico, bastante va a tener que soportar con solo veros, pues para su desgracia todas sois muy hermosas. Y a partir de hoy fuera de nuestros dormitorios deberemos ser todas más recatadas en nuestra vestimenta, no se vuelva a repetir la escena de hace unos minutos, pues Jaime puede acabar cardiaco.

-       ¿Queréis también vosotras patatas fritas y huevos para desayunar? – pregunto Eulalia que de nuevo suspiro profundamente – Aurelia se ha apuntado y quiere desayunar lo mismo que el señorito Jaime.

-       Yo desayunare con Bárbara, que supongo estará ya de camino. – dijo Belén – Si no ha quedado traumatizada al saber que ya está aquí Jaime, supongo que traerá el pan de hoy y algún que otro bollo, y yo prefiero unas tostadas con café.

-       Yo también, - dijo Juani – no me veo a estas horas del amanecer comiéndome unas papas fritas con huevos, prefiero lo mismo que Belén, pero vosotras tres si queréis si podéis desayunar con Aurelia y Jaime, nosotras esperaremos.

Eli y Clo, habían empezado a ayudar a Eulalia y mientras la primera preparaba la mesa, la otra empezó a freír huevos y longaniza. Cuando a los pocos minutos entraron Aurelia y Jaime, el olor a comida era evidente y Juani les pregunto que donde habían dejado las maletas, contestándole Aurelia:

-       Al pie de la escalera. Luego le ayudaremos a subir sus cosas a su dormitorio, pero mientras desayunamos quiero que Jaime nos cuente que ha hecho durante todo este tiempo. ¿Quién se ha apuntado a desayunar con nosotros?

-       Clo, Eulalia y yo. – dijo Eli que ya había terminado de preparar la mesa – Nos has despertado el apetito y vamos a desayunar como campesinas.

-       Me parece que sí, que os ha despertado Jaime el apetito. – dijo Belén riéndose de nuevo – Pero me parece que el apetito que os ha despertado no se os va a quitar solo con un par de huevos, os hará falta también engullir la longaniza.

-       Eres un bicho Belén, pero un bicho. – la contesto Aurelia riendo también – Pero has de saber que Jaime me ha preguntado que de donde hemos sacado a tres bellezas como Eli, Clo y Eulalia, pues dice que las tres son unas mujeres bellísimas. A lo mejor está dispuesto a saciarlas el apetito a las tres, bien de forma individual o a las tres a la vez, pues creo que está capacitado para ello.

-       Ya está bien. – dijo Juani simulando estar molesta, pero con un brillo burlón en sus ojos – Tener en cuenta que Jaime no está de visita, que a partir de ahora va a vivir en esta casa y tendréis todas, las cinco, que aprender a convivir con él de forma civilizada. Me gustaría que no volváis ninguna a hacer comentarios irónicos y fuera de tono. Venga desayunar vosotras, que Belén y yo terminamos de hacer lo que falta.

Siguiendo sus instrucciones, Eulalia, Eli y Clo, se sentaron en la mesa frente a Jaime y Aurelia, colocando la primera dos fuentes, una con patatas fritas y otra con los huevos fritos, momento en que Jaime observo detenidamente a las mujeres, y se sorprendió a si mismo viendo a Juani, a la que siempre había visto como a una madre, como una mujer, pero como a una mujer espectacular, pues a sus treinta y ocho años su cuerpo no tenía nada que envidiar a las otras mujeres mucho más jóvenes que ella. Juani era una morena de larga melena, guapa de verdad, ojos almendrados con tintes verdes, boca grande y con unos labios sensuales, que, unido a su cuerpo casi perfecto, donde destacaban sus hermosas y largas piernas y sus inmensos pechos firmes y duros que le amamantaron en su día, la daban el aspecto de una joven de poco más de veinticinco años. Luego miro a Belén, su “hermana mayor”, que ya no era la joven que dejo al irse juguetona, desaliñada y revoltosa, pues ahora era ya una mujer, una mujer hermosa, de corta melena rubia, rizada y oscura, ojos grises, boca grande y sensual que denotaba una enorme simpatía y con una sonrisa cautivadora. Su cuerpo con firmes y hermosos pechos era realmente esplendido y alta, como uno setenta y cinco. Le toco después el turno a Aurelia, y comprendió el por qué aquella mañana le había hecho sentir sensaciones extraordinarias, pues era una joven bellísima, morena de media melena, con cara de niña mala, nariz respingona, ojos grises oscuros, boca de labios rojos y provocadores, y siempre con una mueca burlona. En cuanto a su cuerpo no tenía nada que envidiar a su hermana Belén y su estatura era similar, quizás un par de centímetros más alta. Y por fin analizo a Clo y Eli, y ambas eran muy guapas, más aún con la forma desenfadada de vestir, ya que al igual que Eulalia, llevaban una blusa o bata hasta las rodillas, pero con los tres primeros botones desabrochados, dejando ambas a la vista parte de sus hermosos pechos. Eli le pareció una muchacha muy atractiva y algo provocadora, morena de melena corta, ojos azules y expresión burlona, y su cuerpo estupendo, con unos pechos no muy grandes pero firmes y unas caderas y piernas muy bonitas. Por fin miro con más detenimiento a Clo, una rubia descomunal y al igual que Eli con expresión provocativa y burlona, dando la impresión de ser muy simpática. Su pelo largo y rizado daba a su cara una expresión angelical, con ojos grises y labios carnosos. Su cuerpo era quizás el mejor formado de todas las mujeres de la casa, cosa que había comprobado en el mismo momento de conocerla, y se preguntó si al igual que Eulalia irían las dos sin sujetador. En ese momento interrumpió sus fantasías ya que estaba hablando Belén:

-       Si sois capaces de esperar un momento, Bárbara ya estará de camino y supongo traerá pan tierno. Los huevos fritos estarán mucho mejor con pan del día. Ya está ahí, hay que joderse que prisa se ha dado la rubia despampanante.

Su comentario era debido a que se escuchó un claxon repetidamente, y Belén, desde la misma cocina y mediante un timbre abrió la cancela de la entrada a la finca a la vez que miraba por la ventana como entraba su amiga a toda velocidad y aparcaba frente a las escaleras del porche. Juani en ese momento colocaba en la mesa la última fuente con lomo y longaniza, pero todos esperaron a que llegase Bárbara, que a los pocos segundos entraba como un ciclón en la cocina, pero se quedó parada en el quicio de la puerta mirando atónita a Jaime que se había puesto de pie para recibirla, sin ser capaz de decir ni una sola palabra. Belén que la miraba guasona, la dijo:

-       ¿Qué te parece el cambio que ha dado Jaime? De niño ya era guapo, pero ahora ….

-       ¿Y el pan? – pregunto Aurelia a punto de romper a reír viendo la cara de la recién llegada - ¿No me dirás que no has traído el pan?

-       Está en el coche. – pudo al fin decir Bárbara que se acercó cauta a Jaime y le pregunto cohibida - ¿Puedo darte un abrazo?

Jaime se acercó a ella y la abrazo dándola dos tiernos besos en ambas mejillas, y entonces la joven se colgó de su cuello y le dio un beso en los labios, un beso exento de cualquier tinte carnal, un beso tierno y amoroso que indicaba la absoluta devoción que sentía por aquel muchacho. Luego apretó su cara contra el pecho de él y le rodeo con sus brazos el torso, permaneciendo unos segundos como fundida a su cuerpo. Pasados esos instantes, en los que las demás mujeres la miraban asombradas, dijo apartándose, pero cogiéndole las manos y mirándole arrebolada:

-       Eres igualito a tu abuelo, igual que el en el retrato de su despacho. Y debes de saber que, desde que vi su retrato, ningún hombre me ha parecido tan guapo ni tan apuesto, me alegro muchísimo de que hayas vuelto, de verdad Jaime, me siento muy feliz de volver a verte.

-       Pues yo de niño creía que te reías de mí, ya que constantemente cuchicheabas con Belén y luego os reíais las dos - la dijo Jaime mirándola también a ella y sin soltar sus manos – Ya de niño me parecías la chica más guapa del pueblo, y ahora al verte creo que debes de ser la mujer más hermosa del planeta, estas guapísima Bárbara.

La estaba mirando sin ningún escrúpulo, de arriba abajo, con un descaro impropio a su comportamiento anterior, ya que parecía que había perdido toda su timidez, pero realmente lo que estaba haciendo era admirar a aquella espectacular mujer, pues Bárbara era una rubia guapísima, alta de 1,85, melena corta y dorada, ojos verdes, una cara realmente preciosa, quizás un tanto provocativa, pero realmente bellísima. Además, su cuerpo era como una escultura, casi perfecto con largas piernas y hermosos pechos que se podían apreciar por su vestimenta, una camisa sin abotonar, anudada sobre el ombligo y unos shorts muy ajustados. Fue Belén la que rompió el hechizo diciendo:

-       ¿Quieres huevos con patatas o café con tostadas?

-       Joder que flechazo. – dijo riendo escandalosamente Aurelia – Y con lo desvergonzada que es Bárbara, no entiendo su comportamiento, parece una quinceañera ante un príncipe. Y Jaime da la impresión que ha perdido toda su timidez de golpe.

-       Comeré huevos con patatas. – dijo Bárbara sentándose al lado de Jaime - ¿Os podéis creer que nunca en mi vida me he sentido tan relajada? A pesar de que venía tremendamente nerviosa, el abrazo a Jaime me ha serenado de pronto y me siento absolutamente feliz. Y aunque es realmente, como dice Belén, igual que un dios griego, no es su físico lo que me ha hechizado, son realmente las vibraciones que trasmite que me han llegado al alma.

-       ¿Lo veis? – dijo riendo Aurelia – Le ha pasado lo mismo que a los perros, ha quedado abducida, igual que Eulalia, Eli y Clo.

-       Vamos a desayunar, - dijo Juani intentando serenar a todos e impartiendo órdenes – Tu Eli ve a por el pan, Belén prepara el café y yo hare las tostadas. Mientras desayunamos Jaime nos explicara cómo es el sitio donde ha estudiado, pues por mucho que he intentado saberlo, no he podido nunca enterarme de cómo es aquello realmente.

Mientras desayunaron, Jaime las explico someramente como era el rancho donde había estado los últimos siete años, quienes habían sido sus compañeros de estudios, sus profesores y por fin les hablo de D. José y el episodio de su fallecimiento. Entonces, Aurelia muy curiosa le pregunto:

-       ¿Y qué os estaba contando el viejo cuando palmo? ¿Por qué se cabreo al interrumpirle su hijo?

-       D. José nos reunió el día 16 a las ocho de la mañana para darnos la primera de unas charlas que en teoría estaba previsto que debían de durar una semana y como colofón a nuestros estudios, y en la que también estaban presentes su hijo Ramiro, la esposa de este Stella y su hija Paloma, los tres que realmente habían sido nuestros profesores fijos en toda nuestra preparación. Es algo muy extraño, y si Juani sabe algo que le contase mi abuelo sobre el tema, me gustaría que me lo dijese cuando termine de contar lo que dijo D. José y que más o menos fue esto:

“Os he reunido una vez terminada vuestra preparación y por lo tanto vuestra estancia aquí, y que tal como yo presentía, más bien como yo ya sabía, las enseñanzas que habéis recibido han sido muy bien asimilada por todos vosotros, pues los seis, al igual que vuestros antepasados, mi hijo, su esposa, mi nieta y yo mismo, somos seres diferentes al resto de los mortales, somos descendientes de una raza superior de viajeros, exploradores, descubridores y colonizadores, procedente de mundos lejanos y que se instalaron en diferentes puntos de este planeta hace unos quinientos años. Realmente somos seres muy superiores con un índice de inteligencia muy por encima de la media humana, entre 260 y 290, y por eso debemos de tomar las riendas este planeta al que deberemos de poner a nuestros pies. Nosotros como seres superiores, debemos de demostrarles a todos sus habitantes que están destrozando un planeta maravilloso, y que todos deben respetar nuestras instrucciones, aceptar nuestra superioridad, y acatar nuestras ordenes, porque nosotros los llevaremos por la senda del bienestar, que de nuestra mano conseguirán incluso vivir más años, más sanos, se harán más inteligentes e incluso más buenos.

Por eso los próximos días os voy a explicar quiénes somos, de dónde venimos, los poderes que poseemos y de los que ni vosotros mismos tenéis conciencia, y también de lo que tenemos de hacer. Eso sí, tenéis que saber que no podréis vacilar, que para dominar el mundo no debe de temblaros el pulso, que habrá que castigar a los rebeldes, incluso, si es necesario, habrá que sacrificar a aquellos que se puedan volver en vuestra contra, para al final poder conseguir la perfección.

Ya he conseguido contactar con otros seres iguales a nosotros que están en un planeta lejano en los confines de nuestra galaxia, y en cuanto les dé instrucciones vendrán por si hiciera falta su ayuda para tomar el control de este planeta. Nosotros, todos nosotros y vuestras familias, somos los descendientes puros de los grandes jefes de esa raza especial, y también de los que puedan venir, si así se lo ordenamos, nos ayudaran y nos acataran como tales, por lo que de alguna manera también dominaremos aquel planeta y después vuestros descendientes todo el Universo.

En los próximos días os demostrare que todo esto que os estoy contando es verdad, pues veo en vuestras caras inequívocos signos de incredulidad, pero quedareis completamente convencidos de quienes sois, de donde procedéis, de vuestro inmenso poder mental, y también de vuestra enorme capacidad sexual, que por cierto debéis de controlar para no copular con seres inferiores, solo lo deberéis de hacer con los descendientes puros para preservar nuestra raza. Por otro lado, conoceréis el poder armamentístico que tenemos a nuestra disposición, eso sí, escondido y pendiente de que uno de vosotros consiga una cosa que es necesaria para poder poner en marcha las naves escondidas. No sé si vuestros padres, madres o abuelos serán conocedores de nuestra condición, si han trasmitido de generación en generación quienes somos, pues hace muchos años hubo un gran cisma entre los primogénitos de nuestras familias, incluso alguno que no aceptaba ni nuestro pasado ni nuestro destino y que supuso un distanciamiento entre las principales familias de nuestro Grupo.”

-       En ese momento, - explico Jaime – su hijo Ramiro le interrumpió, diciendo:

“Padre, lo que estás diciendo es una cosa imposible, es cierto que nuestros coeficientes de inteligencia son superiores a la media, pero de eso a que digas que somos seres superiores, y que has contactado con extraterrestres, es ……”

-       No le dejo terminar de hablar a su hijo, - dijo de nuevo Jaime – pues dando gritos como un loco y presa de un temblor enorme D. José empezó a decir:

“Eres una mierda, tu hermano Frank si era un hombre audaz y dedicado a la causa, habiendo concebido a seres perfectos, pero tú siempre has sido un conformista, listo, pero conformista y como tal, cobarde. La pena es que tu hermano tuviese un final trágico, pero por lo menos me queda el consuelo de que su hijo,mi nieto, y eso lo sabemos yo y su otro abuelo, será el Gran Señor de nuestra raza,y el sí sabrá como dirigiros a todos,ymi nieto……………”

-       Su tono fue subiendo de volumen, - volvió a explicar Jaime – hasta el punto que sus últimas palabras, “mi nieto”, eran verdaderos alaridos, incluso más agudos y fuertes que los que ha dado antes Eulalia. Nos asustó a todos, y mucho más cuando sus temblores lo hicieron saltar, como si levitara, y eso duro casi un minuto, que nos pareció una eternidad. Luego cayó fulminado al suelo, boca arriba con los ojos abiertos y mirándome a mi fijamente. Realmente nos asustó a todos, y a mi particularmente mucho más al ser a mí a quien dedico su última mirada. Luego, tanto Ramiro como Stella y el padre de esta consiguieron calmarnos, sobre todo a Johnny su único nieto, pues Gonzalo su otro abuelo dijo no tener ni idea de lo que había dado a entender D. José y nos explicaron que los últimos cinco años este había dado muestras de una evidente de locura, incluso poniéndose una especie de capucha de color rojo que no se quitaba ni para dormir. Por cierto, Juani ¿Mi abuelo te comento algo sobre sus antepasados?

-       Pues la verdad es que de ese tema yo sé muy poco, solo tu madre Josefina me comento una vez que su padre viajaba a veces al extranjero a unas reuniones un tanto extrañas, que duraban dos o tres días. –comento Juani – Y también que luego, cuando volvía, estaba unos días bastante taciturno y preocupado. Pero lo que os conto el majadero ese, no debe de ser cierto, pues mira a Aurelia, que le ha costado Dios y ayuda acabar el bachillerato y aprobar la selectividad. Por lo menos ella no ha heredado ese poder mental e inteligencia que os conto el tal D. José.

-       Pues yo sí creo que algo de verdad debe de haber en lo que conto el tío ese. – intervino Aurelia muy seria, cosa poco normal en ella – Al parecer por lo que ha contado Jaime, los seis estudiantes son de mentes privilegiadas, muy inteligentes. Jaime, de siempre ha emitido vibraciones especiales, y a los hechos de hoy me remito, los perros, Eulalia, Clo, Eli e incluso Bárbara han sido abducidas por esas vibraciones. Supongo que yo, mi madre y Belén, hemos considerado que ese poder que emana Jaime era el cariño que sentimos por él y nuestra propia alegría por volver a verlo, pero realmente creo que hay algo más. Y sexualmente también creo que es una bomba.

-       Mira Aurelia, - dijo entonces Belén, también muy seria – lo que ha contado Jaime me ha acojonado, tanto que si llego a estar yo allí en esos momentos me cago de miedo. Es cierto, como has dicho, que Jaime tiene algo, algo muy especial, pero tú eres hija y no nieta de D. Jaime, y si él fue un ser superior, tu habrías heredado parte de ese poder. Y yo te pregunto entonces: ¿Por qué te ha costado tanto sacar tus estudios, como dice mama?

-       Por qué no me ha dado la gana. – exclamo sorprendiendo a todos Aurelia – Me daba vergüenza ser una listilla. Pero tengo una memoria privilegiada, soy capaz de entender las cosas mucho antes que otros, incluso a veces creo que soy capaz de saber que piensan los demás, y sinceramente creo que soy también algo especial. Te demostrare por lo menos mi capacidad de asimilación y memoria.

A continuación, cogió un libro de recetas de cocina que había en un aparador y entregándoselo a Belén la dijo:

-       Dime una receta, cualquiera de las que hay en el libro, o si lo prefieres solamente el número de página de la receta.

Burlonamente Belén abrió el recetario y mirándolo le dijo, la pagina 73, y Aurelia detallo la receta que había en dicha página, todo exactamente igual, sin omitir ni una sola palabra, dejando a todos boquiabiertos y sobre todo a Belén que confirmo que había relatado exactamente lo escrito. Entonces, Juani dio un respingo, de pronto se había puesto blanca como la nieve y con un hilo de voz dijo:

-       Mi difunto esposo, unos días antes de fallecer me dejo un sobre, haciéndome prometer que, si el faltaba, se lo diese a su hija y a su nieto el mismo día que este volviese del internado. Con su sorprendente inesperada llegada ni me he acordado, pero ahora me siento muy inquieta, pues lo cierto es que vuestro padre y abuelo era también un hombre realmente excepcional, muy diferente a los demás, diría incluso que era un ser superior, y en todas las facetas, cosa que yo siempre había achacado a mi gran amor por él y el placer indescriptible que me llego a dar. Voy a traeros el sobre.

-       Ostias, que fuerte. – dijo Clo riendo – Si es por capacidad de memoria, yo también soy capaz de memorizar lo que leo, me acuerdo de todo perfectamente.

-       Y yo también puedo memorizarlo igual. – dijo Bárbara que miraba burlona a Clo - ¿Te imaginas que nosotras también seamos descendientes de esos seres?

-       Porque no sé si lo sabes, - dijo dirigiéndose entonces a Jaime – pero Clo es hija de una prima de mi madre, Diana, de la que supongo te acordaras, pues es una mujer hermosísima y rubia como el oro. La que vino de Argentina embarazada ya que su marido se había matado en un accidente aéreo. ¿Te acuerdas?

-       Ahora caigo, entonces ¿tú eres la que me traías los bollos? – dijo Jaime mirando asombrado a Clo – Y recuerdo que en la escuela eras, además de simpática y muy guapita, eras muy lista, ¿Por qué no has estudiado una carrera?

-       Para estar en esta casa cuando tú volvieses. – dijo Clo roja como la grana – Por eso pelee para que Juani me contratase, para estar aquí cuando volvieses. Siempre fuiste para mí, mi príncipe azul.

-       Coño, que callado se lo tenía la jodida. – dijo riendo Aurelia – Ahora entiendo que a pesar de lo guapísima que es y de lo buenísima que esta, no haya aceptado a ninguno de sus muchos pretendientes, esperaba a su príncipe. Y menudo recibimiento que le ha dado esta mañana, casi vestida de Eva. ¿Y Bárbara lo sabía? ¿Sabía tu prima de la debilidad que tenías por Jaime?

-       Ella fue la que de alguna manera desde muy pequeña me hizo verle como el hombre más maravilloso del mundo, pero nunca la comente nada. – contesto Clo – Bárbara estaba todo el día hablando de lo guapo, gallardo, esbelto, bueno, honesto, listo, etc., que era Jaime. Y su padre fue el que me dio esperanzas, pues siempre que Bárbara hablaba de Jaime, él le decía que lo olvidase, que era más joven que ella y que además no podría jamás tener ningún tipo de relación con el chico. Esto último aún no acabo de comprenderlo.

Interrumpió la conversación Juani que llegaba en ese momento con un voluminoso sobre y que entrego a Jaime, diciéndole:

-       Esto fue lo que me dio tu abuelo, y me dijo que cuando volvieses del internado que te lo diese, pero que deberías de compartir su contenido exclusivamente con Aurelia, y que solo si vosotros lo consideraseis oportuno lo comentaríais con otras personas. A mí me hizo prometer que no abriría jamás el sobre, y que, si os pasaba algo a vosotros dos, que lo quemase, que nadie se enterase de lo que contenía, que era exclusivamente para vosotros, como mínimo, para uno de vosotros dos.

-       Después de desayunar me apetece descansar un poco. – dijo Jaime cuyo semblante se había ensombrecido de pronto, pues las capacidades ocultas de Aurelia, los sentimientos que había confesado Clo con respecto a él, y lo comentado por Juani con respecto a su abuelo, lo habían dejado ciertamente meditabundo y bastante preocupado – Subiré mis cosas a la habitación y descansare un rato, luego antes de comer si quiere Aurelia abriremos el sobre que nos dejó mi abuelo.

-       ¿Y por qué hemos de esperar? – pregunto la aludida – Yo estoy intrigadísima por saber que contiene el sobre que dejo mi padre. ¿Tú no tienes curiosidad?

-       Todo tiene su momento, Aurelia, - dijo Jaime muy serio – y ahora creo que necesito un rato de descanso para después poder leer y asimilar lo que pueda decir tu padre y mi abuelo en su legado. Creo que debes de sosegarte. Además, estoy agotado del viaje.

La seguridad con que Jaime hablo, la autoridad que emanaba de su voz y la lógica que sus palabras, hizo que ninguna más insistiese en enterarse de lo que pudiese contener el sobre, a pesar de que todas estaban ansiosas por saberlo, pero ninguna tuvo la osadía de contradecir al muchacho, que pidió a Juani que le acompañase a su dormitorio, y Belén y Aurelia fueron con ellos para ayudarles a subir sus cosas. Una vez en el dormitorio que era el mismo que tenía antes de irse, pero completamente reformado, Jaime las pidió que le dejasen solo y que le llamasen a la hora de comer. Abrazo a las tres y tras decirles de nuevo lo contento que se sentía de haber vuelto a su casa, las invito con firmeza y elegancia a salir del dormitorio, cosa que hicieron ellas con evidente tristeza, pero sin objetar nada. Cuando se fueron se tumbó boca arriba en la cama extrañamente preocupado por todo lo que estaba ocurriendo. Era consciente de que había sido brusco con todas ellas, sobre todo con Juani, Belén y Aurelia, pero se sentía enormemente preocupado pues su intuición le decía que algo iba a ocurrir, por un lado lo que habían manifestado que sentían por el Bárbara y Clo, pese a que ese sentimiento era anterior a su marcha hacía ya siete años, y por otro lado la enorme excitación que lo invadió cuando Juani le entrego el sobre dejado por su abuelo, pues algo le decía en su interior que lo que contenía el sobre era de una transcendencia enorme, y sin saber por qué, relaciono lo que pudiese contener el sobre con lo que D. José les había contado.

Quizás por ese motivo se había retirado, para que nadie notase su inquietud, pues ahora resultaba que él si podía tener alguna información de sus antepasados, antes de que Andrea y Arantxa le llamasen una vez que preguntasen al padre de la primera si sabía algo sobre las demenciales historias del difunto director del centro, y calculaba que sería sobre las doce o la una cuando podrían saber algo, pues ambas se habían ido a la finca de Andrea en Argentina una vez terminado el curso. También había quedado en llamar él a las gemelas mexicanas, Susana y Esther, y estas si debían de estar ya en su casa en la costa oeste de México, cerca de Tijuana. Se decidió a llamar a estas últimas y precavido abrió la puerta del dormitorio, miro si había alguien en el pasillo, y una vez comprobado que nadie podía oírle llamo desde su móvil al teléfono que Susana le había dado. Le contesto al segundo tono, evidenciando que estaba esperando su llamada y esta le conto que su padre, tras contarle lo que le ocurrió a D. José, les explico que desde hacía unos años si había visto al hombre realmente extraño. Al parecer en los últimos cinco años había viajado en infinidad de ocasiones a una de sus fincas, una enorme extensión de praderas, a unos 800 Km. en el interior del país, cerca de Santa Ana, donde su padre tenía un rancho con caballos y manadas de vacas, y al parecer, su comportamiento allí era realmente raro, pues una vez en ese rancho viajaba solo a algún lugar dentro de esa finca pero no acepto nunca que Pancho, el padre de las gemelas, le acompañase, solo aceptaba la compañía de su suegro, Crispulo, y ambos permanecían solos muchas horas e incluso días en algún lugar desconocido, sin que nadie supiese que habían estado haciendo durante ese tiempo. Al igual que Ramiro, les comento a sus hijas que posiblemente D. José, al igual que su suegro, hubiese perdido la razón pues no se comportaban de forma normal. Por otro lado, y coincidiendo también con Ramiro y Stella, no creía en absoluto en las fantasías del difunto, pero al parecer el abuelo paterno de las gemelas, Tomás, si opinaba algo parecido, pues años atrás, en el lecho de muerte les dijo a él y a su esposa, que eran seres diferentes a las demás personas, y que les pidió encarecidamente que le prometieran que sus nietas Susana y Esther acudirían al centro del que ahora habían vuelto. Al parecer su abuelo Tomas si pensaba algo parecido a lo que había contado D. José, pero no así sus padres, pues ni su nuera Susana, ni su hijo Pancho tenían conocimiento de nada, a excepción de esas palabras en su lecho de muerte. No obstante, oyó decir a Esther que hablarían también con su abuelo materno, Crispulo, el que acompañaba en sus visitas a D. José, por si este sabía algo, y aún a pesar de que estaba internado desde hacía unos meses en una clínica mental.

Quedo Jaime en llamarlas de nuevo cuando hablase con Andrea, pero nada les dijo sobre el paquete que le había dejado a él su abuelo, pues no quería preocuparlas, pero cuando colgó se quedó meditando lo que había dicho Tomás antes de morir, de la amistad de Crispulo con D. José y que podría contarles éste de sus viajes secretos con el difunto.

Se acostó boca arriba y entonces su inquietud aumento cuando sin darse ni cuenta se encontró pensando en el espectáculo que le brindaron a su llegada las seis mujeres de la casa, incluida Juani, a la que consideraba como su propia madre, y como consecuencia de esos pensamientos de nuevo tuvo una erección inmensa, pero haciendo un enorme esfuerzo intento dormir un poco, cosa que consiguió tras relajarse mediante las técnicas que Paloma les había enseñado en el internado.