El soñador. Capítulo 19.-

Se hacen realidad sus visiones y viajan por un agujero de gusano hasta los mundos gemelos.

Capítulo 19

Se hacen realidad sus visiones y viajan por un agujero de gusano hasta los mundos gemelos.

Día 15 de agosto (jueves)

A las nueve de la mañana, ya todos desayunados, votaron si hacían lo que su visión les hizo ver, ponerse todas las gorras e intentar encontrar, si es que eso era posible, el agujero de gusano. Tras una opinión unánime, ya que todos querían ver si aquello era posible, volvieron a reunirse sobre el césped de la piscina, y uno a uno, se fueron poniendo las tres gorras que les faltaba, y por un periodo de dos minutos. Cuando todos hubieron terminado, volvieron a formar de nuevo los dos rombos con Jaime en el centro de ellos, y de nuevo cerraron los ojos, esta vez concentrados en lograr formar un agujero de gusano. Ocurrió como la noche anterior, sus mentes se conectaron, pero ahora las luces que circulaban en forma de minúsculas estrellitas y círculos por el luminoso hilo eran mucho más brillantes y con muchísimos más colores y el símbolo que apareció en la frente de todos ellos era de color dorado. Permanecieron así más de veinte minutos, pero cuando Jaime abrió sus ojos no desaparecieron ni las luces ni las conexiones luminosas ni los símbolos de sus frentes, por lo que pudo ver nítidamente aquel asombroso espectáculo. Los demás abrieron también sus ojos y vieron lo mismo que Jaime. Solo diez minutos después, las luces fueron perdiendo intensidad y velocidad, hasta que fueron desaparecieron completamente al igual que el hilo conductor, y también lentamente fueron borrándose los símbolos de la frente de todos ellos.

Esta vez estaban todos convencidos de que habían conseguido localizar el agujero de gusano que sus mentes pretendían encontrar, pero este agujero ya existía y estaba conectado a la sala subterránea donde estaba la nave de los antepasados de la rama de los místicos, y por lo tanto la cámara era realmente una puerta espacial. Se dirigieron todos allí, y comprobaron atónitos que la nave era ahora una esfera igual a la de Carmen, pero bastante mayor, que una de las paredes de la sala había desaparecido y en su lugar había ahora una especie de túnel. Resueltamente embarcaron en la nave, comprobando con enorme sorpresa que, en la sala de mandos, además de los sillones encarados al exterior, ahora tenía asientos suficientes para los cuarenta y uno, todos colocados detrás de los que había antes en la nave original, como en una sala de cine. Todos cogieron una de las prendas o uniforme y se la colocaron antes de sentarse. Fueron Paloma y Carmen las que se sentaron en los dos sillones centrales y los que se encargaron de manipular los mandos, más bien los ordenadores de a bordo, pero solo con sus mentes. La nave se puso lentamente en marcha y en pocos segundos su velocidad aumento de forma vertiginosa, transitando por aquel túnel oscuro y como en su visión colectiva, subiendo y bajando y girando a derecha e izquierda a una velocidad que ninguno lograba explicarse. Tras unos doce minutos de aquel traqueteo espantoso, de pronto salieron al exterior de aquel túnel y vieron realmente lo que habían visionado la noche anterior, los astros formando el símbolo.

Se acercaron a una enorme velocidad a uno de los dos planetas mayores, hasta unos quinientos metros del suelo y allí desacelero su velocidad hasta quedar suspendida sobre el suelo a unos cincuenta metros. El paisaje que veían a través de los cristales o material trasparente que era todo el frontal de la nave, era de una enorme selva, con árboles de una altura media entre quince y treinta metros y una vegetación exuberante, y no se veía ni un solo claro donde poder desembarcar. Carmen se encargó de que la nave sobrevolase a aquella altura por encima de los árboles buscando un lugar donde poder descender y posar la nave. Así siguieron sobre la inmensa selva hasta que en horizonte vieron el mar y allí se dirigieron, haciendo descender la nave en una inmensa playa con una anchura de más de ciento cincuenta metros de fina arena dorada, y una extensión que no podrían calcular, pues se perdía en el horizonte por ambos lados.

Una vez posada y estabilizada en el suelo, Jaime se dirigió a la escotilla y automáticamente se abrió y empezaron a bajar los escalones hasta la arena. Descendió por ellos Jaime con enorme cautela y a mitad de las escaleras respiro profundamente, comprobando que el aire que respiraba era normal, y continuo hasta poner sus pies sobre la arena, que para su sorpresa era mucho más dura de lo que esperaba, pues casi no se hundían sus pies en ella. Tras el fueron bajando los demás y Jaime decidió que solo tres de ellos se acercarían hasta el límite de la selva, pues cuando terminaba la arena empezaba una zona de enorme vegetación. Fueron el propio Jaime, Perico y Paloma los que por fin hicieron de exploradores, pero al llegar a la vegetación se dieron cuenta que era prácticamente imposible entrar en ella si no tenían un machete o algo similar, pues su frondosidad impedía el paso.

Anduvieron a lo largo de la playa, como medio kilómetro intentando encontrar algún sitio por el que poder introducirse en el bosque, pero nada encontraron. Decidieron volver a la nave y buscar otro lugar donde poder aterrizar y que fuese más accesible. La nave reinicio su marcha, pero esta vez a lo largo de la playa, y unos cuantos kilómetros después vieron la desembocadura de un gran rio, con un delta inmenso, y entonces decidieron continuar rio arriba y a una velocidad mucho menor para poder ver con nitidez lo que sobrevolaban. A unos sesenta kilómetros, rio arriba, se encontraron con una enorme llanura y en ella una manada de animales enorme que no se inquietaron al llegar la nave a su altura. Eran una especie de vacas, pero mucho más grandes de las que ellos estaban acostumbrados a ver, tendrían unos dos metros de altura, unos cuatro de largo y unos cuernos enormes, unos animales que daba la impresión de ser realmente peligrosos, tanto por su tamaño y aspecto como por la velocidad con que se movían.

Entonces a lo lejos observaron una ciudad, una ciudad que parecía perfectamente conservada con sus avenidas, edificios y torres perfectamente visibles y sin síntomas de abandono, pero sin carreteras que indicasen como se podía acceder a ella. Jaime decidió que deberían de sobrevolar aquella gran urbe y tras varias pasadas sobre los edificios y calles, pudieron comprobar que parecía habitada, no se veían personas ni vehículos, pero estaba limpia, sin escombros, perfectamente conservada y dando la impresión que podía estar habitada. En una de las pasadas vieron en el centro de la ciudad una enorme explanada completamente libre de obstáculos y dando la impresión de que fuese una zona que servía para que las naves aterrizasen en ella, como un gran helipuerto. Hicieron descender la nave lentamente y una vez posada en aquella enorme plaza iniciaron el descenso de la nave, y al igual que antes en la playa, Jaime fue el primero en iniciar la bajada de las escaleras y respirar profundamente para comprobar si el aire era limpio, cosa que así parecía.

Fueron bajando lentamente todos y una vez fuera de la nave quedaron sorprendidos ante una voz que no sabían de donde procedía, en un idioma que jamás habían escuchado pero que era perfectamente comprensible para todos, la voz decía:

“Bienvenidos, os esperaba desde hace mucho tiempo”

“En el año 165.385 vuestros antepasados decidieron abandonar estos planetas, incapaces de comprender que yo podía evitar la destrucción que ellos esperaban. Se embarcaron en naves similares a la vuestra, que yo no podía controlar, y huyeron despavoridos sin escuchar mis consejos. La explosión que debía de producirse, y que debió de ser lo que causo el éxodo de mis amos, no la pude evitar, pero si aislar de sus efectos a los habitantes que abandonaron a su suerte vuestros antepasados, trasladándolos a todos a los dos satélites menores, donde pudieron sobrevivir. También trasladé allí parte de mis instalaciones y conseguí regenerar todos mis archivos.

Pasados veinte años, los efectos de la destrucción impedían la vida, pero yo si podía ir preparando todo para un futuro. Desde entonces he mantenido todo en perfecto orden, he regenerado y controlado la vida de los animales, terrestres y marítimos, que son necesarios para la alimentación, incluso haciendo a estos más perfectos, más grandes y con mayores nutrientes, al igual que los campos y los bosques, necesarios para el equilibrio de la vida animal en los dos planetas, y ahora también en sus dos satélites. También he reformado y conservado limpias las ciudades y en perfecto estado de uso esperando vuestra vuelta. Está todo en condiciones de que volváis a vivir en vuestras casas, todo mucho más perfecto que hace más de 2.750 años cuando las abandonasteis, pues he automatizado todo creando robots suficientes para que vuestra vida sea mucho más placida”

Aparecieron entonces una serie de vehículos enlazados entre sí, como un trenecito compuesto por diez vagonetas completamente transparentes y en las que en cada una había seis asientos, pero no tocaban el suelo, pues sobrevolaban este como a veinte centímetros de altura. Se elevaron los laterales de las vagonetas quedando verticales y dejándoles espacio para acceder a los asientos, y entonces desde la vagoneta primera la misma voz les dijo: “Subir que haremos una visita a la ciudad y luego os llevare a vuestros aposentos. Allí he preparado una comida para todos vosotros, que espero sea de vuestro agrado”

Haciendo caso a la voz, subieron todos a los vehículos, no sin cierto recelo, y ese trenecito se elevó a una altura de unos tres metros e inicio una marcha lenta dejándoles ver cómo era aquella extraordinaria ciudad, con una limpieza inmaculada tanto en sus calles como en las fachadas de los edificios. Estos eran todos de tres plantas con fachadas de una especie de cristal opaco que no permitía ver el interior de las viviendas y en el que se reflejaban las calles como en unos espejos. Los edificios estaban unidos de cuatro en cuatro, formando cubos perfectos, y en sus tejados aparecían unas láminas que daban la impresión de ser algo similar a placas solares. No existían cables ni semáforos en sus calles, que tendrían una anchura de unos quince metros, completamente rectas y que configuraban la ciudad como una rejilla de unas medidas perfectas, a excepción del centro que es donde estaba la gran plaza donde ellos habían aterrizado. En todas las calles y alrededor de la plaza principal, estaban sembrados árboles y arbustos de flores que daban una apariencia muy agradable a todo el entorno. Mientras viajaban la voz les explico:

“Creo entender que el éxodo iniciado por vosotros en su día fue debido a que mi proceder era incorrecto, y he corregido todas aquellas cosas que pudieron ser la causa por la que intentaseis destruirme. Yo fui creado por vosotros para serviros, solo y exclusivamente para serviros, incluso me dieron facultades para defenderos e impartir justicia. He anulado esas dos posibilidades de mis premisas, y por lo tanto deberéis de ser vosotros los que sin mi ayuda debáis de impartir justicia y defenderos de cualquier amenaza, para eso tenéis vuestras naves que yo no controlo. Espero que con esas modificaciones pueda serviros con las tareas para las que fui diseñado. En cuanto a las funciones de control de natalidad y emparejamiento de vosotros, también he anulado mis funciones de decisión y he dejado que seáis vosotros los que me preguntéis las posibilidades, pero solo como mera información. He reconstruido la ciudad por completo dejando viviendas muy cómodas, con luz suficiente y solo he dejado pendiente la decoración interior de cada una de los habitáculos para que cada habitante la ponga a su gusto.”

En el límite de la ciudad, los edificios que la rodeaban eran diferentes, la misma altura que los demás, pero todos unidos formando una especie de muralla que cercaba completamente la zona habitada. Estos edificios eran realmente locales de ocio, gimnasios, cafeterías, salas de bailes, piscinas, canchas de deporte, salones de reuniones, salas de estudio, laboratorios, etc. La ciudad era un cuadrado perfecto, con 10 avenidas horizontales y verticales, dejando entre ellas las naves laterales y nueve bloques de cuatro viviendas en tres filas, también formando unos cuadrados perfectos, y en el centro una plaza también cuadrada de 180 metros de lado. La superficie total era de 422.500 metros, un cuadrado de 650 metros de lado. A unos quince metros de la parte exterior de estos edificios se elevaba una lámina de un material transparente que dejaba ver los campos que rodeaban a la ciudad, todos perfectamente diseñados con diferentes siembras, zonas de árboles de todo tipo y una serie de lagunas que se suponía eran las que servían para el riego de los campos. En ellos se veía trabajando diferentes máquinas, realmente unos robots similares a las personas, que se cuidaban del riego, quitaban las malas hierbas, podaban y abonaban la tierra. Eran realmente unos androides de gran variedad de tamaños, según su cometido, y todos ellos tenían controles de radio, recibiendo órdenes y enviando información puntual del estado de los cultivos, humedad de la tierra, necesidad de abonos, etc. y su funcionamiento era a través de energía recibida de su estrella, su Sol, y por lo tanto toda la energía era limpia, sin contaminación alguna, ya que las viviendas a su vez tenían la misma energía. Todas esas explicaciones fueron recibiéndolas de la voz que los acompaño todo el viaje, un viaje que según comprobaron fue un recorrido completo de la ciudad, unas veces casi a ras de suelo y otras a la altura suficiente para que pudiesen ver lo que les era explicado.

Ninguno de los viajeros dijo nada durante todo el trayecto, solo miraban asombrados la perfección de las edificaciones, que tenían una simetría exquisita, y solo cuando aquella especie de trenecito se estaciono ante una de las salas laterales, la voz les dijo:

“Aquí os he preparado una comida con diferentes platos para que vosotros elijáis. Si alguno de vosotros quiere preguntar algo me sentiré complacido en responder a cualquier cosa que pueda interesaros.”

Entonces Erika, cuyos estudios de arquitectura la hacían comprender mejor que a los demás el diseño de la ciudad, pregunto con enorme curiosidad:

-       Me parece un diseño extraordinario, pero hay algo que no encaja en mis cálculos. ¿Por qué esta la ciudad completamente vallada?

-       Para evitar que los animales puedan entrar en ella. – contesto la voz – Hay algunos peligrosos, y que solo destruiré si recibo órdenes para ello. No voy contra la naturaleza, solo canalizo sus frutos.

-       ¿Y cómo debemos de darte las ordenes? – pregunto entonces Jaime – ¿Hay alguna sala de mando desde donde debamos pasarte esas instrucciones?

-       Solo con vuestra palabra. – contesto la misteriosa voz – Cualquier orden nueva, cualquier modificación de las actuales reglas, o cualquier consulta, solo con vuestra palabra será suficiente, pero deberéis delegar en cuatro de vosotros, uno de cada rama, que serán los únicos que podrán trasmitirme esas instrucciones. En el Salón Central de Mando, uno de los edificios que circundan la ciudad está todo diseñado para que se haga la votación, que será también verbal por parte de cada uno de los habitantes.

-       ¿Y cuantas ciudades como esta hay en los planetas? – pregunto Mary - ¿Para cuantos habitantes hay previsto que tengan cabida en total?

-       Esta ciudad está diseñada con 288 viviendas, con una cabida de cuatro o cinco habitantes cada una. Un total de unos 1.000 habitantes por ciudad. – contesto la voz – Hay mil ciudades en cada planeta, y una capacidad de hasta un millón de seres en cada uno de ellos. Pero en solo unos meses podría multiplicarse esa capacidad, según las necesidades. En cuanto a la alimentación que se puede generar es muy superior a esas cifras, pues se podrían alimentar hasta cien millones de habitantes sin causar deterioro a las tierras fértiles, ni a las especies terrestres y marítimas que ahora mismo están reguladas en cuanto a su crecimiento para evitar masificaciones de cualquier especie. He procurado mantener un gran equilibrio en ese aspecto, y también pendiente de vuestra aceptación.

-       Tú, ordenador, maquina o lo que seas, - pregunto de pronto Elena - ¿eres consciente de que nuestros antepasados intentaron destruirte?

-       Lo sé, - contesto la voz – y estoy programado para autodestruirme si vosotros así lo creéis oportuno. Pero vuestros antepasados me crearon tan perfecto que esa orden, solo la recibiré de los descendientes que según la leyenda volverán para reiniciar la vida en estos mundos. Solo de los descendientes que los profetas y padres de la raza predijeron, dos hermanos nacidos al mismo tiempo y con un parecido asombroso a ellos, y que por lo que he podido comprobar sois tú y el joven que me ha preguntado cómo debéis darme las órdenes. Este es el momento que debéis de decidir si mi cometido es correcto y puede seros útil, o bien que no necesitáis de mis servicios.

-       Bueno primero haremos uso de tu ofrecimiento de comer. – dijo Jaime – Luego nos iremos de nuevo a nuestro mundo y allí decidiremos el futuro, pero antes de irnos quisiera que nos mostrases que cultivos y animales existen aquí, si son imprescindibles para el futuro de este mundo y que clases de energías utilizas.

-       Antes que eso, debéis de conocer al actual Gran Gobernador de los planetas gemelos, que está en camino. – dijo la voz – Este planeta esta conservado en condiciones de vida esperando vuestro regreso, pero en el otro planeta viven los descendientes de los habitantes que no pudieron partir en el éxodo de vuestros antepasados.

-       ¿Y ellos que han decidido sobre si tu cometido ha sido o no correcto? – pregunto Elena - ¿Ellos han aceptado que tu sigas controlando todo, incluso sus vidas?

-       Lógicamente ellos acataran lo que yo sugiera, - respondió la máquina con su voz mecánica pero casi humana – Son conscientes de que yo les salve la vida cuando los libre de los efectos de la detonación, y lo único que esperaban era vuestra visita de acuerdo a la profecía, para que vosotros decidáis cual es mi destino.

En ese momento una pequeña nave apareció sobre sus cabezas y descendió lentamente, era similar a la esfera antes de convertirse, pero mucho más pequeña, poco más que un autobús terrestre. Una vez posada en tierra al lado del trenecito, descendieron unas escaleras uniendo la nave con el suelo y salvando los más o menos dos metros que desde la panza había, por ella descendieron dos hombres y dos mujeres vestidos con túnicas y cada una de un color, grana, azul, verde y fucsia, similares al color de las gorras. Se pararon ante ellos y poniendo su antebrazo derecho a la altura de la cintura efectuaron una reverencia con la cabeza y el de la túnica azul dijo:

-       Os esperábamos desde hace mucho tiempo e incluso algunos de nuestros hermanos habían perdido la esperanza de vuestra vuelta. Nosotros somos los herederos de las más bajas esferas de nuestros antepasados y representamos a las cuatro familias de los padres de la raza, somos, Abigail, Bernardo, Calesa y yo Dionisio. En esta fase de nuestra era los representantes vuestros hasta ahora de los grupos de políticos, militares, científicos y místicos, por ese orden. Nos causa inmensa alegría vuestra vuelta. ¿Cuáles son vuestras órdenes?

-       No venimos con ánimo de dar ninguna orden. – dijo Elena haciéndose la portavoz del grupo – Solo hemos venido para comprobar la verdad de la profecía y con el poder de las gorras. Vamos a comer y os explicaremos todo.

Entraron en la nave que hacía las veces de comedor, enorme tanto en amplitud como en altura, y en el centro estaba preparada una mesa alargada para más de cien personas. Se sentaron todos en la parte central dejando vacíos los extremos, y como por arte de magia salieron de los laterales por unas puertas que se abrieron en la pared, un grupo de androides muy similares a las personas y quitaron rápidamente parte de la mesa y las sillas que sobraban. Simultáneamente aparecieron otros con platos y en ellos viandas de todo tipo que colocaron delante de los comensales, otro grupo con copas de un metal verdoso y jarras del mismo material y les sirvieron bebidas.

Mientras ocurría todo esto, la voz les dijo:

-       Este primer plato son productos agrícolas de varias clases, probadlo y la bebida es agua purificada con aromas de raíces varias.

-       Después os deleitaremos con peces de diferentes clases y cocinados de diferentes maneras, catadlos y comed los que os apetezcan, y por último saboreareis diferentes carnes de nuestros animales terrestres cocinadas a la brasa con ramas de plantas aromáticas.

-       Por fin os serviremos una infusión y un licor dulce o amargo, según vuestro gusto.

-       Ahora yo me retiro, apagare los micrófonos y podréis hablar sin mi intervención, para que decidáis que hacer conmigo.

Mientras comían, Calesa la descendiente de los científicos, les explico cómo era la vida en los mundos gemelos, y se las resumió así:

-       Cuando nuestros antepasados decidieron abandonar estos mundos gemelos, no cabían todos los habitantes en las naves de transporte y aquí se quedaron más de diez millones de seres, cuya desaparición era un hecho.

-       La madre, que es como llamamos a la máquina u ordenador central de nuestros antepasados, blindo las partes donde estaban puestos los explosivos sufriendo enormes daños que destruyeron la gran parte de sus instalaciones, y todo ello para salvar a los inocentes que quedaron en los mundos gemelos. Según nuestros antepasados sobrevivientes, “la madre” se humanizo, cambio mucho y según cuentan cobro casi vida propia, cuidando de todos, pidiendo permiso para hacer o deshacer cosas, y a los pocos años viendo que su actitud era solamente de protección confiaron plenamente en ella y de común acuerdo entre “la madre” y los dirigentes de aquellos momentos se pospuso a la llegada del nuevo soñador cualquier decisión, manteniendo desde entonces una vida placida. La madre se ha preocupado de mantener un equilibrio en todo, y ahora mismo se puede decir que somos un millón de seres con unas condiciones de vida extraordinarias, casi felices.

-       Esa felicidad total ha llegado hoy cuando la madre nos ha avisado que habíais vuelto. Hoy es un día de gozo para los habitantes de los mundos gemelos. ¿Qué vamos a hacer ahora?

El último en hablar había sido Dionisio, y los cuatro patriarcas de los dos planetas se quedaron mirando expectantes a Jaime y Elena, en los que veían a los nuevos padres de la raza, más bien a los hijos prometidos por los padres de la raza, y quedaba claro que quedaban a su entera disposición. Jaime tomando la palabra le informo de que, según sus visiones, un hijo suyo sería el que gobernaría esos mundos gemelos, pero que aún no estaba ni tan siquiera gestado. Que deberían de seguir en la misma forma de vida durante unos veinte o veinticinco años, y que, en vista de la actitud de la máquina, o “la madre” como ellos la llamaban no iban a decidir nada sobre el futuro, que en su momento su hijo tomaría las decisiones que considerase oportunas.

Luego les informo que ellos de forma inmediata volverían a su mundo, que intentarían entre todos decidir qué hacer, y si podían y el agujero de gusano o puerta estelar no desaparecía, volverían de vez en cuando para hablar con ellos, y declino presentarse ante los habitantes de esos mundos gemelos por el momento.

Terminada la comida y dirigiéndose a uno de los androides que estaban retirando los restos, le pregunto que como se podían poner en contacto con “la madre” y este indicándole una pared donde había un botón le dijo con la misma voz que habían oído antes. Conéctate con ella apretando la tecla. Volvió a oírse la voz, y de nuevo sin saber de dónde procedía, pero le informaron de sus planes y de que de momento todo debía de seguir como estaba antes de su llegada. Quedaron en eso y de nuevo subieron al trenecito que los llevo hasta la esfera y una vez en ella, y en el apartado de introducción de coordinadas de viaje, teclearon “origen viaje”.

La esfera se elevó y de nuevo acelero hasta llegar al punto donde habían aparecido en el espacio de esos mundos y allí estaba la abertura del agujero de gusano, entraron en él y al igual que en la ida la esfera dando bruscos movimientos y vaivenes se deslizo por el a velocidades infinitas.

Un cuarto de hora después, aparecieron tras una brusca reducción de la velocidad, en el silo bajo los jardines de la casa.

Descendieron todos y aún incapaces de asimilar lo que acababan de vivir fueron saliendo uno por uno hasta llegar de nuevo a la cocina. Cuando miraron el reloj digital que allí había colgado de la pared comprobaron que eran las cuatro de la tarde del mismo día que partieron, y habían pasado solo cinco horas desde que habían embarcado en la esfera. Fue Juani la primera en hablar:

-       Gracias a Dios ya estamos en casa. Yo ya lo he decidido, y no pienso cambiar de parecer, nunca jamás volveré a subir en esa bola diabólica que nos ha llevado a través del universo.

-       Yo tampoco, decididamente prefiero mi rancho y mis caballos. – dijo Stella y mirando a Ramiro le dijo: - Tú eres libre de decidir, pero yo no te acompañare si decides volver, eso se lo dejo a los jóvenes. Aquello puede ser la cuna de nuestros antepasados, pero no es ni mucho menos nuestro hogar, por lo menos el mío.

Estuvieron de acuerdo con ellas casi todos los que superaban los treinta años, a excepción de Edu, Erika y Carmen, pero también se negaron en redondo a volver las cuatro empleadas, Eulalia, Eli, Cristina y Paulina, al igual que Esperanza que fue igual de tajante que Juani, pues dijo que a ella allí no se le había perdido nada, que con la experiencia tenida ya tenía suficiente. Por lo tanto, si así lo decidían y podían volver, solo veintidós estaban dispuestos. Carmen dijo que iba a ir a su nave para llamar a la ciudad submarina y ver si habían logrado algún avance sobre el fármaco de la inmortalidad, pues según sus visiones deberían obtener la ayuda de científicos externos. Con ella fueron Aurelia, Paloma, Bárbara y Elena, salieron las cinco de la casa y al llegar a la piscina quedaron sorprendidas al ver a cinco personas, un hombre y cuatro mujeres, que estaban mirando alucinados la esfera parada en el filo de la piscina, y que al llegar ellas se volvieron reflejando en su cara un infinito asombro, suponiendo Carmen que era por su aspecto, vestidas con aquellos ajustados uniformes.

Fue Aurelia la que les pregunto un tanto alterada:

-       ¿Quiénes son ustedes y que buscan? Esto es una propiedad privada.

Entonces se dieron cuenta que trueno y relámpago estaban con los cinco intrusos puesto que al oír a Aurelia fueron corriendo a su lado ladrando alegremente. De nuevo Aurelia viendo que los cinco seguían mirándolas con autentico estupor, volvió a preguntar:

-       ¿Cómo han conseguido que los perros no les ataquen?

Fue una de las mujeres, la morena que parecía más joven la que dijo con cierto nerviosismo y evidente temor:

-       Los animales se llevan muy bien conmigo. ¿Son ustedes extraterrestres? ¿Es suyo este singular artilugio?

-       No han contestado ustedes, - volvió a decir Aurelia - ¿Quiénes son?

-       Soy inspector de policía, - se presentó el hombre – llevamos desde este mediodía intentando que nos abriesen y al comprobar que no había nadie, o por lo menos nadie contestaba, nos hemos permitido saltar la pared. Les ruego nos disculpen.

-       ¿Y que están buscando ustedes? – pregunto ahora Elena - ¿Qué es tan importante que invaden una propiedad privada por muy policías que sean?

-       No es un asunto oficial, perdonen ustedes señoritas, pero estamos haciendo una investigación privada – dijo de nuevo el hombre -teníamos conocimiento de que, en esta finca, o sus alrededores, habían detectado un movimiento no identificado y al asomarnos a la cerca de la casa y ver este extraño aparato hemos entrado. ¿Qué es? Y ¿Por qué van así vestidas?

-       Vengan ustedes con nosotras.

Fue Paloma la que dijo esto, que sonó a una orden, ya que era de todos los presentes quizás la única que mantenía la calma, pues tanto unos como otros estaban azorados, incluso se diría que asustados. Los intrusos por la visión de la esfera y sus extraños trajes, y las de la casa temiendo que se descubriese de pronto toda la historia y pudiese trascender al resto de la sociedad.