El soñador. Capítulo 18.-
Se ponen todos los habitantes de la finca las gorras y juntos tienen una visión en la que viajan por un agujero de gusano.
Capítulo 18
Se ponen todos los habitantes de la finca las gorras y juntos tienen una visión en la que viajan por un agujero de gusano.
Día 14 de agosto (miércoles)
A las siete Jaime, ya duchado y aseado, bajo a la cocina dispuesto a desayunar y se encontró con que aún no se había levantado nadie, entonces fue a buscar a los perros y con ellos decidió darse una vuelta por la finca para calcular donde estaba la cámara subterránea, y como se abrirían las compuertas que según Carmen debían de estar camufladas. Haciendo memoria de donde estaban las escaleras y el camino recorrido hasta la sala, dedujo que debía de estar a la izquierda de la casa, justo debajo de los jardines con los columpios. Observo atentamente toda aquella zona y no vio nada que pudiese revelarle que debajo había una sala de las dimensiones que tenía, y mucho menos nada que indicase que el suelo pudiese abrirse para dejar salir a la nave. Memorizo como era la finca y señalo en su mente donde debería de estar enterrada la nave.
Volvió pensativo a la casa con los dos perros siguiéndole mansamente, pero una vez en el porche los dos animales salieron corriendo hacia la piscina y Jaime los siguió con curiosidad para ver que buscaban, y cuando supero la esquina de la casa, vio que los perros estaban mirando hacia el cielo y moviendo sus rabos alegremente. Nada vio él hasta pasados unos segundos en que apareció la esfera de pronto y comenzó a bajar lentamente hasta quedar igual a como estaba el día anterior, sobre la piscina, se abrió la nave y bajaron las escaleras hasta el filo de la piscina y empezaron a bajar Elena, Aurelia, Mary, Amor, y delante de Carmen otra mujer muy bella. Entonces Jaime cayó en la cuenta, era Marina, la piloto de la nave Nautilos de su sueño, y Mary era la comandante, la joven que hablaba con él en sus sueños, por eso le resulto familiar cuando la conoció.
Efectivamente, cuando Carmen le presento a la desconocida, esta era Marina su hija, y entonces les comento que hasta ese momento no había reconocido a Mary, como la María del sueño, y que Marina era exacta a la piloto de la nave. Elena y Aurelia, le explicaron lo increíble de su viaje, lo extraordinario que era viajar en la esfera y sobre todo lo fantástica que era la ciudad submarina de Carmen. Según contaron estaba asentada en el fondo del océano y dentro de una especie de quesera, que no era visible desde el exterior, pero desde la ciudad si era trasparente y se veía el mar sobre sus cabezas cuando iluminaban el exterior con potentes focos. También le explicaron la enorme tecnología que existía en aquella ciudad escondida, pues a pesar de su profundidad captaban perfectamente los canales de televisión de todo el mundo, igual que las emisiones de radio, e incluso tenían controlados los centros neurálgicos de las grandes potencias y sus ordenadores, a los que accedían sin impedimento alguno. Otra cosa que les había impresionado era el transporte de esa ciudad, unas esferas que funcionaban como automóviles y a la vez como ascensores, llevando a los habitantes de un lugar a otro en segundos.
Camino de la casa, Jaime las explico que había estado analizando aquella misma mañana donde podría estar la nave y donde estarían las compuertas camufladas de la sala contenedora de la nave, y les dibujo un plano con una flecha de donde él consideraba que debían de estar las compuertas.
Carmen estuvo de acuerdo con las deducciones de Jaime, y le explico que desde el exterior era imposible poder ver ninguna grieta o indicio de que allí estuviesen las compuertas de la sala contenedora de la nave, y que solo podrían confirmarlo cuando se abriese.
Eulalia ya había bajado a la cocina y estaba preparando el desayuno que decidieron tomarlo en el porche y allí esperar al resto para presentarles a Marina. Desayunando le explicaron a Jaime que en la ciudad sumergida les extrajeron muestras de sangre y de medula, también les tomaron muestras de orina y saliva y les hicieron unas mínimas biopsias de sus huesos, piel y uñas, que dijeron que serían de gran ayuda para completar sus investigaciones. Por otro lado, querían comprobar si Aurelia, y a pesar de ser descendiente mixta, como María y Amor, tenía alguna diferencia genética con ellas, ya que en su caso era la madre y no el padre, la que no era descendiente pura de su raza, o por el contrario si eran similares, ese detalle no tendría importancia.
También contaron que Elena causo sensación, pues su parecido con la mujer del cuadro heredado de sus antepasados era tal, que nadie de la ciudad dudaba ahora de que la profecía se iba a cumplir, más sabiendo que Jaime era también igual al personaje del cuadro. Mientras desayunaban y contaban su viaje, fueron bajando poco a poco el resto de los habitantes de la casa, y a medida que llegaban iban presentado a Marina. Cuando bajo Edu, que iba acompañado por sus hijas Aurora y Alba, y le presentaron a la madre de las otras dos gemelas, surgió entre ellos un tema de dialogo que de alguna manera les unía a ambos y entablaron una amena conversación iniciada por los problemas que causan los primeros años dos bebes de la misma edad.
Carmen se interesó por la hora de llegada de los que venían con las otras dos gorras, y le enseño a Jaime la suya, la de color morado que llevaba grabado en la frente el símbolo con las cinco esferas, dos más que la azul de Jaime, y que se había encargado de recoger en su ciudad. A los invitados los esperaban para la hora de comer, y calculaba Jaime que llegarían a Sevilla entre las dos y las tres, por lo que aquella misma tarde podrían desbloquear la nave. Cuando todos terminaron de desayunar, Elena, Paola y Carmen acompañaron a Jaime a ver la zona donde el calculaba que debían de estar las compuertas y las tres coincidieron con el que era posiblemente lo que él creía. Se habían sentado en uno de los bancos que había en aquel jardín junto a los columpios y Carmen le comento a Paola:
- Te imaginas que al final seamos tú y yo consuegras. ¿Te has fijado lo bien que se lleva mi hija con Eduardo? Nunca la había visto yo tan interesada en un hombre como hoy con tu hijo, creo que le cae bastante bien.
- Pues Eduardo es como su padre, un buen hombre, e igual de guapo. – la contesto Paola y añadió – Si además es igual de buen amante, tu hija puede considerarse una mujer muy afortunada, y sus hijas pueden llegar a llevarse muy bien.
- Eso ya es mucho más complicado, - contesto Carmen – las cuatro muchachas están coladitas por Jaime, y si este ya se ha decidido por Amor, a las otras tres no creo que les haga mucha gracia.
- Dejaros de hacer de celestinas y no mezcléis a mi hermano en vuestras manipulaciones. – dijo Elena al darse cuenta que a Jaime le incomodaba la conversación – De todas maneras, creo que si se cumple la profecía todos aceptaremos las consecuencias de buen grado.
- Oye, por cierto, y de ti nada dice la profecía. – dijo Paola a Elena – Y tú al igual que tu hermano eres descendiente de las tres ramas.
- Supongo que como de la cuarta rama no quedan varones, tendré que encontrar mi pareja en otra parte. – contesto Elena - ¿Tiene acaso eso importancia?
- Pues supongo que sí la tiene, - replico Carmen – al igual que la pareja que puedan tener Bárbara, Aurelia y Belén, pues según tu abuelo sois las que le ayudareis a refundar nuestro antiguo mundo, y si no tenéis pareja, la veo difícil.
- Me parece que estáis divagando, no creo que eso sea algo posible. – intervino Jaime – No me veo refundando ningún mundo, ni yo ni ninguna de las que habéis nombrado. ¿No os dais cuenta del tiempo que es necesario para ir hasta esos dos planetas? Si acaso fuese algo posible, serán nuestros hijos o nuestros nietos quienes lo harían, por lo menos así interpreto yo la profecía.
- Bueno, esperemos a ver que sorpresas nos depara el cuaderno de bitácoras de la nave. – dijo entonces Carmen – Quizás algo podamos averiguar hoy mismo, y ciertamente estamos divagando, como dice Jaime. Volvamos a la casa.
Cuando volvieron Pedro les comento que su hijo Perico había ido a Sevilla a buscar a Esperanza, la compañera de Belén y Bárbara, la única que faltaba en la reunión y que en los sueños de Jaime si aparecía, y que el considero oportuno que estuviese también cuando llegasen el resto. Le pareció bien a Jaime la iniciativa de Perico y considero que había actuado correctamente, pues si en sus sueños Esperanza estaban es que debería de estar en este día. Entonces Jaime comento que ese día 14 de agosto, posiblemente sería el día más importante de sus vidas, pues tenía la corazonada de que esa tarde iban a descubrir algo completamente insospechado, algo que les iba a aclarar sus confusas mentes y que de alguna manera condicionaría el futuro de todos ellos.
Sobre las doce estaba de vuelta Perico con Esperanza, que saludo a todos con gran cariño y poco después Juani recibía la llamada de Diana comunicándole que habían llegado a Sevilla y que allí se habían encontrado con Ramiro y Pancho que habían llegado en un mismo jet privado procedentes de Miami, donde se habían juntado las dos familias. Estarían allí sobre la una y media o las dos, pues habían alquilado un autobús para trasladarse todos juntos.
Decidieron volver a preparar las mesas en la piscina, para comer todos juntos en aquella zona de la casa, y Elena y Aurelia, haciendo uso de los poderes conseguidos con el uso de la gorra, procedieron a prepararlo todo. Igual que el día anterior, pero ahora al revés, todos los utensilios, manteles, servilletas, platos, vasos, cubiertos, etc. salieron desfilando desde la cocina hasta las mesas, colocándose por sí solos con una perfección absoluta. Juani, Pilar y Paola, miraban con gran curiosidad, no exenta de estupor, lo que las dos jóvenes estaban haciendo con el solo poder de sus mentes, y Esperanza que era la primera vez que veía semejante espectáculo se abrazó aterrada a Perico, que la calmo y le dijo que ya le había explicado todo aquello, y que aceptase las cosas tal cual estaban ocurriendo. No se sorprendió no obstante Marina, pues el viaje en la esfera y ver la ciudad sumergida ya la habían curado de espantos y después de lo que le había ocurrido las últimas horas, ya nada la sorprendía.
Casi a las dos llego el autobús que traía a los nuevos invitados, que descendieron con gran alborozo y fueron entrando en la finca con gran nerviosismo, y cuando el vehículo se marchó, fueron presentados a los demás por primera vez, pues muchos de ellos aún no se conocían personalmente, y como en el sueño de Jaime, durante unos largos minutos aquello fue un verdadero caos, al que por fin Juani puso fin, casi obligando a los recién llegados a acomodarse en sus habitaciones, asearse un poco y bajar para comer. Por fin pasadas las tres empezaron a comer y Juani pidió a todos que hasta las cuatro y media nadie debería de moverse de las mesas o intentar anticipar los acontecimientos, pues hasta esa hora, solo se dedicarían a comer, conocerse y a hablar, pero nadie haría nada diferente. Fue Carmen la que amenizo la comida, explicando a los recién llegados su historia, y terminando con el viaje que habían hecho la tarde anterior. Todos los recién llegados miraban asombrados la esfera que permanecía quieta sobre la piscina, y Carmen les prometió a Andrea, Ángela y Paloma que les enseñaría su nave, ya que las tres así se lo pidieron, e incluso se ofreció a darles una vuelta a ellas y a quien quisiera, pero después de intentar poner en marcha la nave enterrada.
Terminaron de comer, y tras los postres de nuevo Elena y Aurelia, pero esta vez ayudadas por Carmen procedieron a recoger todo e incluso limpiar la cocina, lavar los platos y arreglar la casa completamente. Duraron escasamente diez minutos todas esas tareas, pero lo que vieron todos los presentes fue algo increíble, escobas barriendo, fregonas mojándose y escurriéndose para luego pasar por los suelos y escaleras, sabanas colocándose en sus camas y trapos y cepillos quitando el polvo, realmente como una cosa de brujería. Incluso colocaron la ropa que los recién llegados llevaban en sus maletas, colgando camisas y guardando en los cajones de los armarios el resto de las prendas. Cuando todo quedo impoluto, Carmen dijo:
- Bueno, ya estamos todos liberados de obligaciones, y ahora podemos dedicarnos a poner en marcha la nave, y es posible que los que no la han visto queden impresionados.
- No sé si cabremos todos dentro, - dijo Elena – por lo que creo que solo deberían de subir a bordo los recién llegados y los que deban de ponerse la gorra para poner en marcha la nave.
Así lo hicieron, pero todos bajaron hasta la sala contenedora de la nave, quedando realmente sobrecogidos los que no la habían visto, y que subieron por las escaleras cohibidos. Con ellos subieron a la nave Jaime, Amor, Aurelia, Elena y Carmen, quedándose los demás en la sala y pendientes de que les comunicasen lo que podrían descubrir. Una vez en el puente de mando, Andrea, Paloma, Jaime y Carmen, se pusieron sus respectivas gorras y procedieron a sentarse en los sillones centrales poniéndose en funcionamiento todos los aparatos. Colocaron sus manos en la superficie que había bajo el monitor de Jaime, y a continuación marcaron la opción 3, y apareció en pantalla:
- 3) Reproducción mensajes.
- A) Cuaderno de bitácoras.
- B) Enviados
- C) Recibidos
- D) Nuevos
- Reproducción de mensajes en monitor externo de la sala
A continuación, marcaron la opción sin letra y en la pared de la sala donde estaban los demás apareció una enorme pantalla que reproducía lo que ellos veían en su monitor, y entonces Jaime dio a la opción A, y aparecieron en pantalla cinco iconos con el símbolo de la gorra de los científicos y bajo cada uno de ellos una fecha. El primero 16-03-165.385, que Jaime activo y en pantalla aparecieron un hombre y una mujer casi exactos a Elena y Jaime, ambos vestidos con túnicas como los antiguos griegos y de color azul, un azul como el de las gorras de los místicos. Decía el hombre:
Hoy, día 16 del tercer mes del año 165.395.
“Yo soy el actual Gran Maestro, y me acompaña mi esposa.
Hoy hemos iniciado un éxodo hacia Kabu, y allí esperar el tiempo necesario para que nuestros descendientes puedan volver a nuestros planetas, que abandonamos hoy.
Acabamos de recibir la comunicación desde la nave del Gran Jefe, que han sido activadas las cargas detonantes capaces de destruir el Gran ordenador que venía dominando nuestros mundos. La explosión que se va a producir lo dejara completamente destruido, pero durante unos dos mil o dos mil quinientos años será prácticamente imposible la vida en nuestros planetas, y no tenemos muy seguro que puedan ser habitables en un futuro. Durante el vuelo que va a durar en algunos casos más que nuestras efímeras vidas, se anotara en este cuaderno los hechos importantes que sucedan.
Tanto los que estaban en la cabina de mando como fuera en la sala, pudieron ver y oír lo que aquel hombre dejo para la posteridad. Luego Jaime tecleo el segundo icono, coya fecha era 11-09-165.410, quince años después del primero, y salió el hombre que se parecía a Jaime vestido con un uniforme como el que llevaba Carmen, pero de color azul, sentado en uno de los sillones de mando diciendo:
Hoy, día 11 del noveno mes del año 165.410.
“Soy el Gran Maestro, y dejo anotado en este cuaderno, que hace unas horas la rama de los científicos ha decidido abandonar nuestro viaje para dirigirse al planeta Terra, donde según ellos en unos pocos años conseguirán la inmortalidad y podrán volver a nuestros planetas.
Nadie dijo nada, ni un solo comentario, todos esperaban saber que podían decir el resto de los mensajes grabados, y Jaime tecleo el tercero, que estaba fechado dos años después, el 13-05-165.412, aquí aparecían tres personas, una mujer y dos hombres, todos con uniformes como el de Carmen, la mujer azul, y los hombres uno verde y el otro grana o rojo oscuro, y la mujer decía:
Hoy, día 13 del quinto mes del año 165.412.
“Yo soy el actual Gran Maestro, y me acompañan El Gran Jefe y El Gran Líder. Hemos decidido borrar todos los mensajes anteriores que tenía recogida esta nave, a excepción de los dos últimos, el que comunica el inicio de nuestro viaje y el que informa de que los científicos nos abandonaron. Vamos a dejar un mensaje para nuestros descendientes, un mensaje que tenemos la seguridad que no será leído hasta dentro de muchos siglos, y que supondrá para los que lo lean una base sólida para tomar las decisiones adecuadas. También tenemos la seguridad que cuando puedan escuchar este mensaje, los descendientes de los cuatro grandes estarán completamente unidos y sus intenciones de conseguir una vida mejor será sincera y unánime, y ellos descubrirán que ocurrió sin necesidad de saber que decían los mensajes que hemos borrado, y por lo tanto sin influencias de lo que en ellos se decía.
Estamos en el año 165.412, y hace ahora más de dieciséis años que abandonamos nuestro mundo de forma provisional, pues nuestros Grandes en aquellas fechas, decidieron destruir nuestra tecnología. Esa destrucción irradiaría durante un ciclo de cinco años, una contaminación y un calor superior a lo que nuestros cuerpos permiten, y hemos iniciado este éxodo para salvar a nuestra raza. Durante un ciclo de dos o tres milenios se calcula que no se podrá vivir en nuestro mundo.
Según nuestros antecesores nos contaron, hace ahora casi 36.000 años, nuestros mundos, dos planetas gemelos que giran alrededor de su estrella, vivieron momentos de tensión y situaciones límite, que estuvieron a punto de terminar con la vida de nuestra raza. Por fin quedo todo solucionado en el año 130.000.
El motivo de esa situación fue que nuestra propia tecnología nos perdió, pues se consiguió alargar la vida, evitar enfermedades y eliminar prácticamente muertes prematuras. Hubo un momento que el exceso de población saturo todas las previsiones y se perdió el control por parte de los dirigentes, y entonces se vivió una situación de caos extrema, dominada por una serie de personajes que pretendían ser los dueños absolutos de nuestro mundo. Esa situación duro tres o cuatro generaciones, con guerras continuas y diezmando a la población, llegando casi al límite de la extinción de nuestra raza. Por aquellas fechas, antes de las revueltas, había cuatro grandes grupos, el político, el militar, el místico (de los que nosotros somos descendientes) y el grupo de los científicos, Grupos que, a través de sus Grandes, eran los habían gobernado durante milenios y que habían llevado a nuestra raza a un estado de bienestar casi absoluto. Los jefes de esos cuatro grupos, junto a sus familias y seguidores, tuvieron que esconderse de los personajes que se habían apoderado de todos los estamentos de nuestros dos planetas, con un poder bélico enorme y una falta de escrúpulos total. Los descendientes de los cuatro grandes, en su clandestinidad, apoyaron al Gran Científico, quien junto a sus más leales ayudantes lograron fabricar cuatro gorras de mando, una para cada uno de los jefes de cada rama. Estas gorras, fueron fabricadas de un mineral extraño, indestructible y muy escaso, conseguido de un pequeño meteorito, y del que únicamente consiguieron el suficiente para la fabricación de esas cuatro gorras, que pigmentaron con distintos clores, y no quedo ningún resto de ese extraño mineral.
Las cualidades de ese material con el que se fabricaron las gorras, es que trasmite un poder especial a aquellos que se las ponen, haciendo a estos muchísimo más inteligentes, pues acelera y desarrolla el potencial completo del cerebro, como hasta un 95%. El único inconveniente de esos cascos o gorras, es que el uso abusivo de ellos acaba volviéndose contra los que las usan más de una sexta parte de un día, puesto que acaban volviéndose dementes y totalmente dependientes del poder que las gorras les otorga.
Los cuatro dirigentes, uniendo el poder de sus mentes privilegiadas con el uso de las gorras, lograron avances tecnológicos inimaginables, y en solo unos pocos años, pudieron escrutar el universo, comprobar que había planetas casi exactos a los nuestros, tanto en masa, gravedad, dimensiones y girando alrededor de una estrella muy similar a la nuestra en ciclos muy similares, y que eran potencialmente aptos para nuestra existencia. Comprobado este punto, procedieron a fabricar naves capaces de trasportar a los habitantes de nuestro mundo a través del cosmos.
Una vez contrastados todos esos extremos, procedieron a tomar el poder, pues también consiguieron un armamento bélico lo suficiente desarrollado como para someter a los insurrectos casi sin lucha, que fueron apresados, juzgados y sentenciados a ser deportados a uno de esos nuevos planetas descubiertos, Kabu. Así pues, con dos mil naves de transporte y cien naves de combate para custodiarlas, procedieron a embarcar a todos los sentenciados en un viaje que debía de durar unos treinta y cinco años. Cuando la flota volvió de su viaje intergaláctico los pilotos y los tripulantes que regresaron, alguno de ellos descendientes de los que partieron, explicaron que durante el viaje parte de los prisioneros formaron un motín, y todos estos fueron desembarcados en otro planeta antes de llegar a Kabu, que al igual que este podía albergar vida como los planetas gemelos, y fueron abandonados allí sin armas ni tecnología, a su suerte y para que sobreviviesen como buenamente pudieran. El resto fue llevado a Kabu, pero a éstos sí les dejaron con cierta tecnología y medios para desarrollarse mucho mejor que a los amotinados.
Durante los años que han ido pasado desde entonces, desde nuestro mundo nunca hemos perdido el contacto con esos planetas, Kabu y Terra, sabiendo en todo momento como evolucionaban las condiciones de vida en ambos y si era posible poder sobrevivir en ellos, pero sin saber que había sido de los descendientes de nuestros antepasados que fueron desembarcados en su día. También desde el año 130.000 hasta que tuvimos que partir, en nuestro mundo se creó una forma de vida que poco a poco fue casi perfecta, se controló la natalidad, conseguimos alargar la vida hasta los ciento cincuenta años, y se fabricó un ordenador gigantesco que controlaba toda nuestra vida, agricultura, fabricación de materiales, mantenimiento del medio ambiente, fábricas de vehículos de todo tipo y de las instalaciones de ocio para los habitantes. Nadie trabajaba de forma física, pues todo estaba automatizado, y solo se instruía a los jóvenes. A una parte de ellos se les preparaba para enseñar, y a otra para controlar el ordenador central, su mantenimiento y su actualización, y a manejar los automatismos según el caso. Cada rama mantuvo sus valores, pues la más numerosa, la de los políticos, era la encargada del mantenimiento del ordenador y sus extensiones, de trasmitir a este los datos necesarios y de manejar los automatismos según su tarea. La de los militares, la de controlar que nadie se volviese en contra del orden establecido y ocurriese lo mismo que antaño. La de los místicos, la de trasmitir al resto los valores morales de nuestra raza. Y por fin, la de los científicos, encargados de descubrir nuevas tecnologías, por lo que siguieron experimentando y logrando fármacos y medios para seguir alargando la vida, e intentando encontrar la forma de conseguir la inmortalidad, cosa esta que al parecer ellos creían que era el destino de nuestra raza, ser inmortales.
Fueron pasando los siglos y en un momento de nuestra historia, se programó el gran ordenador para que fuese el quien indicase a cada uno de los habitantes cuando debía de tener un descendiente y quien era la pareja ideal, que comidas eran las más indicadas, tanto en agricultura como en carnes y pescados, decidiendo el propio ordenador las cosechas, las ganaderías, los bancos de peces, etc. etc., llegando incluso a que tras los datos recibidos, decidiese quienes eran los más idóneos en cada uno de los cometidos de los habitantes, y fueron concediéndole poco a poco el poder absoluto a la máquina.
Hace ahora doscientos años, intentaron regular ese poder, pero fue imposible reprogramar la máquina, ni tan siquiera con el poder de las gorras, pues la propia tecnología con la que habían dotado al ordenador, regulaba su mantenimiento, generaba la energía que precisaba, reparaba sus propias averías o fallos, absolutamente todo, hasta el punto que en esas fechas ya no aceptaba ordenes nuevas ni aceptaba modificar los datos de su memoria central. La máquina decidía por sí misma, controlaba absolutamente todo, incluida la vida de los habitantes, que de alguna manera llegaron a ser esclavos de la máquina. En una reunión de los cuatro Grandes, decidieron destruir toda esa tecnología que nos había hecho sus súbditos, y como aún tenían las naves con las que se desterraron en su día a los insumisos, y estas que estaban almacenadas como obsoletas no estaban controladas por el ordenador ya que su fabricación era anterior, decidieron organizar un éxodo hacia uno de los planetas habitables más cercanos. Con ellas tras ponerlas a punto sin la ayuda de la máquina, decidieron partir hacia Kabu y allí esperar el tiempo necesario para que nuestros descendientes pudieran volver a nuestros planetas gemelos una vez pasados los efectos de la destrucción del ordenador.
Al día de hoy nos consta que el ordenador de nuestro mundo fue completamente destruido, ya que las cargas fueron detonadas tanto en el centro neurálgico de la máquina como todos los terminales distribuidos por nuestros dos mundos, y también que durante unos dos mil o dos mil quinientos años será prácticamente imposible la vida en ellos, y no tenemos muy seguro que puedan ser habitables en un futuro. Durante el vuelo que ya está próximo a su fin, surgieron divergencias entre nuestras tres ramas y la de los científicos, ya que estos eran partidarios de seguir intentando la inmortalidad y una vez conseguida volver a nuestros planetas con independencia de las condiciones que en ellos hubiese, razonando que si éramos inmortales podríamos sobrevivir en cualquier condición, pero nosotros creemos que lo más idóneo es vivir lo mejor que podamos en nuestro nuevo destino, Kabu, y allí hacer una vida lo más placentera posible, sin riesgos y procurar un futuro mejor para nuestros descendientes, trasmitirles nuestra historia y que los futuros Grandes decidan.
La rama de los científicos decidió que no querían ser partícipes de nuestro proyecto y decidieron desviarse de nuestra ruta, para desembarcar en el planeta Terra, donde ellos por si solos iniciarían una forma de vida diferente a la que nosotros proponíamos y prepararían a sus descendientes para volver a nuestro antiguo mundo lo antes posible.
Hace dos años que los científicos nos abandonaron, con solo cien naves de trasporte, y veintiuna de combate, entre las que estaba una de las cuatro que son muy especiales y mucho más perfectas que el resto, como esta que habéis desbloqueado, y que corresponden a cada uno de los grandes de cada rama. Desde entonces no hemos sido capaces de volver a contactar con ellos, pues hemos de reconocer que, aun siendo inferiores en número, pues su rama junto a la de los místicos son las más reducida, tecnológicamente son los más y mejor preparados de nuestra raza, y suponemos que han bloqueado cualquier posibilidad de que podamos localizarlos.
Estamos a punto de llegar a Kabu, y ya nos hemos encontrado con el primer problema pues desde ese planeta nos han descubierto y hemos tenido que amenazarles y mostrarles nuestro poder, infinitamente superior al suyo. Vamos a intentar crear una forma de vida estable en Kabu, y en el futuro deberán de ser nuestros descendientes quienes tomen la iniciativa y decidan si algún día, pasados dos mil quinientos años, deben de volver a los planetas gemelos, nuestro verdadero mundo.
Nosotros estamos convencidos de que, según nuestra leyenda, y tal como soñaron los padres de la raza, llegara el día que un descendiente nuestro será el nuevo “soñador”, que tendrá los genes de nuestras tres razas, y que conocerá a una heredera de la rama de los científicos con la que tendrá un hijo que será el que liderara la vuelta de nuestra raza a nuestro verdadero mundo.
Dejamos este mensaje guardado en esta nave, la nave del Gran Maestro, con códigos de seguridad que nadie podrá descifrar. Solamente el “El Soñador”, que suponemos será uno de los cuatro Grandes, junto a los otros tres grandes de su generación podrán hacerlo, y en ese caso conseguirán lo que la profecía vaticina, ya que por lo tanto habrán encontrado al heredero del Gran Científico.
Os deseamos, paz, felicidad y larga vida.”
Siguieron todos callados, nadie se movía y todos intentaban asimilar que los sueños de Jaime tenían una base sólida, que realmente la gran parte de los sueños eran ciertos. Procedió entonces a teclear el cuarto icono, este fechado el 06-07-167.597, nada más y nada menos que 2.185 años después del último comunicado. Aquí salía un hombre joven vestido con el uniforme azul que decía:
- Hoy, día 6 del mes siete del año 4.507 en Kabu, y año 167.597 según nuestros antepasados, nos ponemos en camino para dirigirnos al planeta Terra y nuestra llegada está prevista para finales del mes de junio principio del mes de julio del año 167.600. Esta nave es de uno de los descendientes de los viajeros del espacio, de la rama de los místicos, que llegaron a Kabu en el año 165.412. En nuestro planeta actualmente reina el caos más absoluto y está cercana su desaparición, por eso y liderados por el Gran Maestro descendiente de los viajeros del espacio, de la rama de los místicos, hemos iniciado el éxodo hacia el planeta Terra, donde nos consta hay vida inteligente y condiciones para nuestra supervivencia y por lo tanto para la continuidad de nuestra especie.
- El motivo de este nuevo éxodo es que hemos comprobado que en unos quince meses un meteorito de dimensiones enormes, impactara con Kabu, y los cálculos que hemos efectuado indican que arrasara todo vestigio de vida sin remisión. Solo hemos iniciado este viaje los descendientes puros de los viajeros del espacio, y solo parte de ellos, los más jóvenes y los más sanos, pues hemos calculado el número de viajeros que junto a los alimentos necesarios pueden sobrevivir los dos años largos que va a durar nuestro viaje.
Sin dar pausa, Jaime procedió a abrir el quinto y último icono, y en este que estaba fechado el 24-06-167.599, apareció una mujer con el uniforme azul que decía:
- Hoy, día 24 del mes seis de 1.493, en este planeta Tierra, año 4.509 en el abandonado Kabu y año 167.600 según nuestros antepasados. Hace poco menos de dos días llegamos a este Planeta donde comprobamos que sus habitantes son realmente muy atrasados. Nos hemos establecido en tres zonas diferentes del planeta, separando las ramas. Yo como Gran Maestro, y heredera del poder místico, he recibido también el título de Gran Señor, otorgado por el Gran Líder y el Gran Jefe, y he dictado normas para todos los que llegamos desde Kabu. Vamos a procurar integrarnos entre los terrestres pasando desapercibidos. En las normas que he dictado son las siguientes:
Aquí relato las normas que Elena ya había descifrado y que tenían impresas en el papiro original.
Jaime suspiro, nada les aclaraban los mensajes grabados en la nave, solo les ratificaban su procedencia, su pasado, pero nada les decían sobre su futuro. Entonces volvió a la pantalla anterior y comprobaron que en la opción 6, Desbloqueo arranque nave, ya no aparecía Pendiente de desbloqueo .
- 7) Arranque nave.
- Puesta en marcha en espacio abierto
- Puesta en marcha y abertura de la cámara contenedora
- Introducción coordenadas viaje
- Despegue
- Aterrizaje y abertura de la cámara contenedora
- Cierre cámara contenedora
Carmen sin dudar tecleo la segunda opción, y todos comprobaron que la nave se ponía en marcha pues un ligerísimo sonido indicaba que así era, y además el techo de la sala se abrió por la mitad en la parte más ancha, y cada una de las mitades resultantes se fueron elevando hasta ponerse en vertical, dejando completamente abierta la sala en su parte superior y por la que se veía perfectamente el cielo. Carmen entonces comento:
- Ya sabes cómo se puede abrir la cámara contenedora de la nave. Supongo que al igual que mi esfera se elevara durante unos metros, los suficientes para iniciar su viaje según las coordinadas que se le hayan programado. Cerremos todo.
Procedió a cerrar de nuevo la sala y las dos mitades que permanecían verticales fueron bajando nuevamente hasta que la sala quedo completamente cerrada, sin que los que estaban fuera de la nave pudiesen observar ranura o grieta alguna donde hacía unos segundos había dos grandes compuertas. Fueron saliendo todos lentamente y una vez en el exterior Jaime quiso comprobar como estaban los jardines de los columpios, pues era la zona que estaba en la parte exterior de las compuertas. Allí no había ninguna señal de que el suelo se hubiese elevado, y mucho menos de que durante unos minutos estuviese vertical, pues ni los columpios ni ninguna otra cosa indicaba que así hubiese sucedido. Como otras muchas cosas, parecía brujería.
Dedicaron toda la tarde a divagar sobre el futuro, un futuro en el que si se hacían eco de la profecía debería de ser para descubrir dónde estaban los planetas gemelos, el mundo de sus antepasados, y como se podría ir hasta allí, puesto que el hipotético hijo de Jaime y Amor sería el que lideraría la vuelta de su raza a ese mundo. Carmen en un momento, decidió que iba a ir a su nave para contactar con su ciudad, momento que aprovecharon Paloma, Arantxa y Andrea, para que les enseñase el interior de la esfera, y Clo se unió a ellas.
Cuando volvieron, Carmen comento que las pruebas que estaban haciendo con las muestras sacadas el día anterior, aún no estaban terminadas, pero que existían muchísimas posibilidades de que fueran un éxito rotundo. Fue Mary la que centró la atención de todos diciendo:
- Pues si consiguen un fármaco que nos haga inmortales, incluso si nos da la posibilidad de vivir mil años, si podremos viajar a los planetas gemelos. El problema es como ir, pues en principio no sabemos ni dónde están, en qué zona del universo pueden encontrarse esos planetas. ¿Por qué no hacemos uso de las gorras para averiguarlo? Según lo que nuestros antepasados dejaron escrito al llegar a Kabu, los cuatro Grandes juntos conseguirían averiguarlo.
- Puede que sea una formula. – Dijo Ramiro – Habría que tener no obstante la absoluta seguridad de quien es el heredero de cada una de las gorras. Tenemos claro que la heredera de la gorra de los científicos es Carmen, y según los cuadros que Jaime ha confeccionado, de las otras ramas Jaime y Elena serían los descendientes directos de la mística, aunque también Arantxa y Blanca. En cuanto a la de los políticos creo que la única descendiente pura es Andrea, junto a Jaime y Elena, y por parte de mi rama, la de los militares esas posibilidades son mucho mayores, Jaime y Elena, Yo y mi esposa, Paloma, Jonathan, Pancho, su esposa y sus hijas Susana y Esther. Incluso Crispulo que no está aquí.
- Entonces intentemos dos opciones. – dijo Amor – Una Carmen, Jaime, Andrea y Paloma o Elena, y la segunda Yo o mi hermana, Aurelia o Elena, Clo o Erika y Paloma o Elena. Que los cuatro juntos de cada grupo se unan como hicieron el ayer Carmen, Elena, Jaime y Aurelia, y que intenten averiguar dónde están esos planetas y como se puede ir.
Estuvieron todos de acuerdo, y los citados que no se habían puesto la gorra lo hicieron durante unos minutos y formaron dos grupos, pero a iniciativa de Jaime, serían ocho en lugar de cuatro, por lo que hicieron un círculo con ocho sillas y en ellas se sentaron Carmen, Amor, Jaime, Elena, Andrea, Clo, Paloma y Aurelia, y cerrando los ojos se dieron la mano a la vez que se concentraban todos, tal como indico Jaime, pensando en cómo viajar a los planetas gemelos y donde estaban estos. Entonces una especie de chispa, como una descarga eléctrica, unió a los ocho y las cabezas de todos pareció que estuviesen unidas por una especie de hilo naranja por el que circulaban minúsculas estrellitas y bolitas de colores, los cuatro colores de las gorras. Los semblantes de los ocho permanecían serenos y una sonrisa especial fue apareciendo en la boca de todos ellos, una mueca de felicidad como si les inundase una gran paz interior. De pronto en sus frentes fueron encendiéndose como unas lucecitas a cada uno de diferentes colores, a Carmen y Amor de color violeta, a Andrea y Clo de color verde, a Paloma de color grana y Aurelia de color azul y verde y a Jaime y Elena, de color azul, verde y grana. Esas lucecitas fueron creciendo en tamaño hasta convertirse en el símbolo que había en las gorras, pero el símbolo completo con un círculo central mayor, dos laterales más pequeños y otros dos encima y debajo del mayor, más pequeños aún.
Pasados unos tres minutos, abrieron los ojos, casi todos al mismo tiempo, y automáticamente desparecieron de sus frentes los símbolos y el hilo de colores que unía sus mentes. Los demás esperaban impacientes que podrían decirles, y fue Paloma la que hablo diciendo:
- Creo que se han conectado nuestras mentes, y todos juntos hemos intentado localizar donde están los planetas gemelos y como llegar a ellos. Yo por lo menos he visto que nosotros ocho no podremos conseguirlo, creo que debemos de ser cuarenta y uno para lograrlo.
- Eso mismo he percibido yo, - dijo Elena – creo que debemos de hacer como dos círculos, en el exterior veinticuatro y en el interior dieciséis, y todos los que conformen esos círculos deben de haberse puesto las gorras, en el centro debe de estar Jaime, y conectarnos todos a él. Entonces podremos conocer lo que hemos intentado saber.
- Yo también he sabido que podremos viajar a nuestro antiguo mundo. – dijo entonces Amor – Seremos cuarenta y uno los que viajaremos a esos planetas, y todos volveremos en unos pocos días. Pero no sé cómo ni cuándo, ni tampoco quienes deben de ser esos cuarenta que acompañen a Jaime. Pero sí que viajaremos los ocho que hemos conectado nuestras mentes.
- Seremos todos los que estamos en esta casa, los mismos que aparecían en mis sueños. – intervino Jaime – He calculado cuantos estamos aquí, y a excepción de Crispulo y los padres de Stella, están todos los que figuran en los cuadros de las familias, más Esperanza, Eulalia, Eli, Cristina y Paulina, que también aparecían en mis sueños, al igual que Carmen, Amor, Mary y Marina, y somos un total de cuarenta y uno.
Todos calcularon entonces, los que allí estaban según los cuadros confeccionados por Jaime de acuerdo a sus sueños. De la familia de los Militares estaban, Ramiro, Stella, Paloma y Jonathan, y Pancho, su esposa y sus hijas, total ocho, ya que no estaban ni Crispulo ni los padres de Stella. En cuanto a la familia de los políticos, estaban Diego, Jacinta, Soledad, Salome, Andrea, Ángela, Diana, Clo, Paola, Eduardo, Erika, Aurora y Alba, en total trece. Y del cuadro de los místicos, Jaime, Elena, Aurelia, Juani, Belén, Bárbara, Pedro, su esposa Pilar, y sus hijos Perico, Arantxa y Blanca, un total de once. Por lo tanto, de los reflejados en los cuadros estaban treinta y dos que unidos a los nueve nombrados por Jaime daba un total de cuarenta y una personas, y por lo tanto no faltaba nadie. Fueron Salome y Paola las que reaccionaron primero, pues ninguna de ellas estaba dispuesta a ponerse la gorra y por lo tanto a prestarse a formar los círculos que Elena había percibido, y Juani secundo a ambas, alegando que ella tampoco tenía ningún interés en hacerlo.
Aun sin negarse rotundamente, tampoco estaban por la labor Pilar, Diana y Soledad, y entonces Jaime les hablo a todos diciendo:
- Creo que ponerse la gorra no es dañino para nadie, solo es perjudicial si de usa más de lo necesario. He percibido que lo único que hacen es estimular el cerebro para que este se ponga en funcionamiento hasta el 90% o 95% de su capacidad, y luego cada uno desarrolla sus propias cualidades, lógicamente unos más que otros. Si confiáis en mi debéis de poneros las gorras, cualquiera de ellas, pero solo unos minutos. Luego conectando nuestras mentes, todos asumiremos los conocimientos de los demás, como si conectásemos entre si varios ordenadores y grabásemos en sus discos duros la información de los otros. Por ejemplo, si alguno de nosotros hablase ruso, los demás también lo haríamos después de conectarnos.
- Yo tengo fe ciega en ti, en tus sueños y en tus visiones. – dijo Paola – No tengo inconveniente en ponerme esa horrorosa prenda, pero lo que no tengo ningún interés es en viajar por el espacio, no me seduce en absoluto la idea.
- Bueno pues ponte esa horrorosa prenda, - intervino Mary – y cuando tú también tengas la visión o percepción de donde, como y cuando se hará ese viaje, decides en consecuencia.
- Tiene razón la chica, - dijo entonces Juani – pues yo opino como Paola, pero ponernos ese chisme no indica que aceptemos viajar al espacio. Eso lo deberemos de decidir después de que conectemos nuestras mentes.
- Pues yo me apunto a ponerme la gorra ahora mismo. – dijo Paulina – Por lo menos, si consigo los poderes de recoger todo señalando con el dedo, ya habré conseguido algo fabuloso.
Fue la primera en colocarse la gorra, en su caso la azul, y luego señalo con su dedo hacia la cocina y en unas milésimas de segundo aparecía por la puerta de la casa una cerveza y una copa, que se pararon a la altura de sus manos. Se sirvió la cerveza y tras dar un trago que al parecer necesitaba, dijo:
- Tenía la boca seca, supongo que del miedo que he pasado, pero me siento fenomenal. ¿Alguien quiere tomar algo?
Esta situación animo a los demás, que, a excepción de Soledad, Paola, Juani y Edu, se fueron poniendo las gorras durante tres minutos, incluidas Aurora y Alba, que no obedecieron a su padre y decidieron como su tía Erika ponerse las gorras.
Al final, Soledad, Paola, Juani y Edu, después de ser convencidos por el resto, se pusieron las gorras y luego siguiendo las instrucciones de Jaime se sentaron sobre el césped formando dos rombos, uno exterior formado por siete personas en cada lado, un total de veinticuatro, y otro rombo dentro del otro formado por dieciséis, cinco en cada lado, y Jaime se sentó justo en el centro de este último rombo. A una señal de Jaime, todos cerraron los ojos y se concentraron en conocer donde se encontraban los planetas gemelos, como se podía ir, cuando irían, cuanto tardarían y quiénes serían los que fuesen. Al igual que hacía unas horas, una especie de chispa, como una descarga eléctrica, unió a las cabezas de los cuarenta mediante una especie de hilo naranja por el que circulaban minúsculas estrellitas y bolitas de colores, los cuatro colores de las gorras, pero a su vez, de cada una de las cabezas salía otro hilo que unía a los cuarenta con Jaime, creándose una especie de tela de araña multicolor. Los semblantes de los cuarenta y uno permanecían serenos y una sonrisa especial fue apareciendo en la boca de todos ellos, una mueca de felicidad como si les inundase una gran paz interior. De pronto en sus frentes, al igual que antes fueron apareciendo el símbolo, pero esta vez a todos con los cuatro colores.
Estaba anocheciendo y si alguien hubiese tenido la oportunidad de ver aquel espectáculo, seguro que habría sufrido un desmayo o algo similar, pues era algo completamente inaudito, algo sobrenatural. Por fin tras unos quince minutos, tiempo en que todos los presentes parecieron haber entrado en una especie de trance, Jaime abrió los ojos, y todas las conexiones desaparecieron al igual que los símbolos de sus frentes. Nadie hablo, no hacía falta, pues todos habían tenido las mismas visiones, unas visiones que eran absolutamente increíbles.
Lo que vieron, es que los cuarenta y uno que estaban allí, volvían a ponerse las gorras, las cuatro, dos minutos cada una de ellas, y luego subían a una esfera mayor que la de Carmen, todos enfundados en los uniformes de color purpura, y que con esa nave o esfera, iniciaban un viaje de solo diez minutos a través de un agujero de gusano intrauniversal cuasipermanente, ya existente, pero que sus propias mentes trasladaban aquella especie de puerta a las estrellas hasta la finca, y tras un viaje trepidante, como si fuesen en una vagoneta de una montaña rusa, salían del agujero en el cielo de un espacio tiempo diferente, donde podían ver desde un punto alejado una estrella semejante al sol, y dos planetas completamente iguales, uno a cada lado de la estrella, como a las 12 y a las 6, y dos más pequeños a las tres y a las nueve. Era como si el símbolo que aparecía en la gorra de los científicos se hubiese hecho realidad, pero teniendo vida propia. La esfera en pocos minutos recorrió la distancia hasta uno de los planetas mayores, y tras una vuelta completa se acercó a la superficie a gran velocidad, tal, que creyeron por un momento que se iban a estrellar.
Luego como cambiando de película, sus mentes vieron la ciudad submarina de Carmen, sus laboratorios y comprobaron que, tras una ayuda de unos científicos que no pertenecían a ninguna de las cuatro ramas, habían conseguido un fármaco que daba a quien era inyectado con él, la inmortalidad.
De nuevo, cambiando de escenario, vieron que volvían de nuevo al agujero de gusano y que a través de él regresaban a nuestro sistema solar, a la Tierra y luego volvían a la finca, justo sobre la piscina, tal como estaba la esfera de Carmen.
Ahí terminaron sus visiones.
Todos se quedaron sentados en el césped, ninguno hacia ademán de moverse o decir algo, pues su estado de ánimo tras las visiones era realmente de incomprensión, no llegaba ninguno a tener la certeza de que las visiones que habían tenido pudiesen ser realidad en un futuro, e incluso que sus propias visiones no fueran reales, e incluso que hubiesen sido inducidas por las ilusiones de la mente de alguno de ellos. Por fin fue Pedro el que, despertando de aquella especie de letargo, pudo decir:
- Aún no se si estoy soñando, si he sido abducido por la mente de alguno de vosotros o si lo que he visto y vivido es solo una alucinación. Pero si realmente lo que yo he visto y que creo que hemos visto todos ha sido algo que puede resultar posible, me queda una duda, ¿Cuándo haremos ese viaje que hemos visto?
- Yo creo que después de lo que acabamos de vivir, debemos de ir todos a descansar y mañana ya amanecerá. – dijo Jaime – Una vez todos descansados y tras haber analizado lo que nos ha ocurrido, tomaremos las decisiones que procedan.
Así lo hicieron y poco a poco todos se fueron retirando a sus respectivos dormitorios.