El soñador. Capítulo 14.-
Han pasado 50 días desde el último sueño, sin nada reseñable hasta que Jaime encuentra a Paola, madre de Erika y Eduardo
Capítulo 14
Han pasado 50 días desde el último sueño, sin nada reseñable hasta que Jaime encuentra a Paola, madre de Erika y Eduardo
Día 11 de agosto (domingo)
Jaime se encontraba reunido con una mujer de unos sesenta años, sentados en la terraza de un lujoso hotel de Barcelona, eran sobre la seis y media y llevaban hablando más de dos horas, y sobre la mesa delante de la mujer había un manuscrito de ordenador, y Jaime estaba diciendo:
- Cuando amaneció el día 23 de junio, lo primero que hice es llamar a mis compañeras y a Ramiro, pero nada habían averiguado, solo que el abuelo de Susana y Esther, Crispulo, que estaba completamente enajenado, al parecer solo decía que quería reunirse con su esposa fallecida, pero nada sobre naves o viajes intergalácticos ni nada parecido. Realmente lo único que habían averiguado era quienes fueron los alumnos que entre los años 71 al 78 estuvieron en el rancho y entre los que tú te encontrabas, siendo una de las tres personas que de los 18 aún sobrevive, junto a Salome y Crispulo. Este último está completamente ido y Salome me ha contado que jamás supo nada de gorras mágicas y que a los pocos meses se volvió a su casa, abandonando el rancho y al resto de vosotros, pues añoraba mucho a su madre Paz.
- Me conto Salome, que, en 1.985, al poco de volver Eulogio, y tal como tenían previsto desde niños, se casó con él, pero que este jamás le conto nada de lo ocurrido en el internado y que nada sabe de lo que paso durante esos años. Lo que si recuerda es que Eulogio llevaba siempre, hiciese frio o calor, una gorra de color verde y que ella cree que estaba loco de atar, pues desheredo a su hijo Jorge y obligo a Diego a tener un hijo con Jacinta, y al igual que ocurría en mis sueños, viven actualmente los tres juntos y muy felices. También es cierto y lo hemos comprobado, que Diana fue la esposa de su hijo desheredado y Clotilde por lo tanto es su nieta. Ahora mismo, tanto Diana como Clo, están pasando un tiempo en la finca de Diego en Argentina.
- Ese mismo día, una vez hable con mis compañeras y mi maestro, buscamos en mi finca la losa que en mi sueño cerraba la entrada al zulo donde estaba la nave, pero nada encontramos, no había ninguna piedra, solo tierra. Después buscamos durante días en toda la casa la gorra azul que mi abuelo decía haberse puesto, pero tampoco encontramos nada, igual que les ocurrió a Ramiro y a Diego, pues ellos tampoco han podido encontrar las gorras verde y grana hasta la fecha.
- Como es lógico, no ha aparecido la nave que en mi sueño venía desde Kabu, pero si hemos intentado rehacer los cuadros familiares que soñé, y esos si han resultado casi exactos, incluso hemos podido verificar que la abuela de mi madre era realmente la hermana de Paz, la madre de Salome. También nos hemos enterado de que Stella era la novia de Francisco, y este el padre de Paloma, y que a su vuelta de España anulo su matrimonio y cuando se enteró de la muerte de su amada se suicidó. Entonces Ramiro, que estaba enamorado de ella perdidamente, se casó con Stella y reconoció a Paloma como hija suya.
- Lo más complicado para terminar de confeccionar los cuadros ha sido localizarte a ti, y comprobar que efectivamente tus hijos Eduardo y Erika, al igual que tus nietas Aurora y Alba, si proceden de las familias de los cuadros soñados.
- Por Salome he sabido que vuestros padres, la generación anterior a la vuestra, los nacidos entre los años 20 y 40, todos ya fallecidos, eran una especie de Clan económico con un poder enorme, dueños de miles de empresas de todo tipo y en todo el mundo, y que José Ferreira, el abuelo de Ramiro era el presidente ejecutivo de esas empresas multinacionales, empresas que siguen siendo propiedad de todos nosotros.
- En definitiva, todos los que salían en mis sueños son personas reales, pues Paulina y Cristina trabajan ahora en mi finca, Esperanza, la compañera de Belén y Bárbara es real, y físicamente a como yo había soñado, e incluso sus gustos también, pues tu hijo Eduardo y Eulalia, por poner un ejemplo, son verdaderos fanáticos las historias de ciencia ficción y sobre todo de los Ovnis.
- Solo no han aparecido, y es completamente lógico, ni Marina, ni María, las tripulantes de la nave Nautilos de mi sueño, ni tampoco Carmen y Amor. Tú eres la última que he localizado y al hacerlo se han confirmado que parte de mis sueños son reales o como mínimo una premonición, pues hasta tus propios hijos te creían muerta. Tu estuviste presente en los cursos que mi abuelo cita, y eres la única de los tres que aún vive que puede aclarar algo. ¿Puedes realmente decirme que paso durante esos años?
La mujer que estaba con Jaime, que a pesar de su edad tenía un aspecto extraordinario, y se apreciaba que había sido una mujer muy bella, le contesto:
- Lo primero que debes de saber es que efectivamente yo fui una de los dieciocho, mejor dicho, diecisiete, que estuve en el rancho en aquella época, y yo, era según todos los demás, la que debía de concebir con tu abuelo Jaime, al “soñador”. Lo que yo nunca hice fue ponerme la gorra, y ahora me alegro de ello, pues siempre pensé que acabaría casándome con tu abuelo, que era el más gallardo, el más varonil y el más inteligente de todos los varones del grupo, y no necesitaba de gorras para saber eso. Creo que desde que le vi la primera vez, me enamoré locamente de Jaime, pero has de saber que durante el tiempo que duro nuestra instrucción no hubo posibilidades de intimar entre varones y hembras, pues el padre de José, director en aquellas fechas del internado, era un hombre muy autoritario y tenía sus propias ideas, ya que de alguna manera los había emparejado a todos, menos a mí.
- Cuando me enteré de que tu abuelo se había casado siguiendo las directrices de nuestros mayores me sentí defraudada y me negué en redondo a sucumbir a las órdenes de mi padre, que pretendía a toda costa que tuviese un hijo con Eulogio o con Pascual, y me fui de mi casa. En Buenos Aires conocí a Jorge, el padre de Eduardo y Erika, un verdadero atleta y un buen hombre, pero al que no quería, pues mi verdadero amor fue siempre tu abuelo Jaime. He hecho muchas locuras en mi vida, he tenido infinidad de amantes, y hasta casi llegue a triunfar en el cine, pero he de reconocer que he vivido muy bien y desahogadamente siempre. Pero una cosa me tiene intrigada, ¿Cómo me has descubierto?
Jaime se removió inquieto en su silla, pues no le había aclarado nada Paola, pese a que él había puesto una enorme confianza en que su reunión con ella le aclararía muchas cosas, pero contesto a la mujer:
- Solo lo sé yo, ni Eduardo ni Erika saben que te he localizado, y solo se lo diré si tú quieres que así sea. Y teniendo dinero resulta fácil localizar a cualquiera por mucho que quiera esconderse. Una agencia de detectives consiguió averiguarlo, y tirando del hilo comprobaron que tú fuiste la que presiono, más bien soborno, a la orden de las monjas para que Aurora y Alba estudiasen en el colegio. Buscaron quien era esa persona y comprobaron que eras tú, que te habías casado con el dueño una cadena hotelera, que este hotel es uno de dicha cadena y que tu vivías en él. Sé también que tu esposo falleció sin descendencia y la cadena hotelera paso a ser propiedad de una sobrina de tu difunto esposo, pero que tu heredaste un buen dinero y el derecho a vivir en una suite de este hotel con todos los gastos pagados. Por eso te llamé y concerté contigo esta entrevista, esperando que tu pudieses aclararme algo, pero creo que pocas dudas me has disipado.
- Bueno, por si te sirve de algo, te diré que como te conto Erika en el sueño, me dieron por desaparecida en un naufragio, y tras tres días a la deriva sobre una moto acuática, me recogió mi difunto esposo con su yate, y la que me localizo fue su cuñada, la madre de su sobrina y actual propietaria, una mujer extraordinaria pero muy extraña. – le explico Paola – Pero me gustaría que volvieses a contarme tus sueños, por si algo se me ha pasado. La verdad, no tengo ganas de ponerme a leer tus sueños, y como eres capaz de recordarlo todo, prefiero que tú me los cuentes. ¿Te importa?
- En absoluto, - dijo Jaime – Sera un placer volver a hacerlo.
Paola empujo el legajo de los sueños, poniendo el manuscrito delante de Jaime y en ese momento les abordo una joven de no más de 18 o 19 años, bellísima, morena, alta, ojos azules, extrovertida y enormemente simpática, y que a Jaime le recordó a alguien, quizás a su hermana Elena, a la que se parecía bastante, y que dirigiéndose a Paola la dijo:
- ¿Me puedo sentar con vosotros? Y de paso me presentas a tu contertulio.
- Pues sí, creo que te interesara lo que va a contarme Jaime. – dijo Paola y presentándoles dijo: - Ella es la hija de la dueña del hotel, viven también aquí en la suite del ático, se llama María y es una fanática, al igual que su hermana, de las historias de extraterrestres. Él es Jaime, un amigo de la familia, es de Huelva y como habrás visto un ejemplar único de hombre, supongo que por eso te has dignado sentarte conmigo.
- No seas malvada, Paola, - dijo María – Ya sabes que me gusta mucho hablar contigo, eres una mujer que tiene historias extraordinarias que contar, y me sirven para mis novelas.
- Pues pide unos refrescos y siéntate para escuchar una historia que te fascinara. – la dijo Paola y dirigiéndose a Jaime: - Ya puedes empezar tu historia.
Tras un par de minutos en que María se ausento para que les sirviesen los refrescos, se sentó y miro con interés a Jaime esperando que este empezase su relato.
Jaime les conto su sueño completamente, sin omitir ningún detalle, desde que llego a Barajas procedente de Seattle, sus pensamientos en el coche, su llegada a la finca, …. Hasta que su sueño terminaba cuando se encaminaba a la nave con Andrea, Elena, Paloma, Carmen y Amor. Entonces las dijo:
- Ya está, esa es completa la historia. ¿Qué te parece Paola? Crees que hay alguna posibilidad de que con lo que he contado podamos llegar a alguna conclusión.
- No lo sé hijo, - dijo la mujer – tengo que reflexionar sobre todo eso, y mañana te diré si algo se puede hacer. Si no os importa me retiro a mis habitaciones que estoy cansada.
Se levantó Paola y Jaime se despidió de ella elegantemente, pues se levantó y la beso su mano, quedando con ella para desayunar al día siguiente allí mismo, en la terraza a las nueve y media. María no se movió, y cuando Jaime se iba a despedir de ella, le dijo:
- Si no tienes prisa, te invito a cenar en mi suite del ático, porque yo sí creo que tiene muchas posibilidades de éxito tu novela, y quisiera que me contases como acaba, si tienes previsto el final. Yo puedo ayudarte a que la publiquen.
- Así que crees que mi novela puede tener éxito. – dijo Jaime mirándola burlón – Entonces no puedo negarme a la invitación de una muchacha tan hermosa, que además cree en mis posibilidades y se brinda a ayudarme.
- Pues vamos, - dijo ella levantándose y cogiéndose del brazo del muchacho a la vez que lo guiaba hacia recepción, y una vez allí, dirigiéndose al recepcionista le dijo: - Martin, por favor que suban a mi suite cena para tres, y dile al chef que me sorprenda, tengo un invitado muy especial.
- Como usted diga señorita Mary, - dijo el hombre – Le diré a la cocina que se pongan en contacto con usted.
Se dirigió a los ascensores y ella introdujo un llavín en la cerradura que había sobre el botón de la planta 14, pues al parecer para subir a la planta hacía falta esa llave. Una vez en marcha el ascensor, pregunto Jaime:
- Has dicho cena para tres si no he entendido mal, ¿Quién es la tercera persona?
- ¿No habrás pensado que te quería seducir? – dijo ella sonrojándose - ¿Esperabas que estuviésemos solos?
- Yo no espero nada, - dijo Jaime sonriendo – solo me dejo llevar por mis sensaciones, y mi instinto me ha hecho aceptar tu oferta, nada más.
- Pues vamos a cenar con mi hermana. – dijo Mary – Casi todos los días cenamos ella y yo solas, y hoy quiero darle una sorpresa.
Llegaron a la planta quince y salieron a un enorme salón, decorado de forma moderna y sencilla, pero con gran gusto, a la izquierda había una cristalera que daba a una enorme terraza, a la derecha dos puertas y frente al ascensor otras dos puertas, que daba la impresión que eran dormitorios. Las cristaleras estaban abiertas y Jaime salió a la terraza para contemplar el anochecer que caía sobre la ciudad. La terraza era corrida y además de ocupar la anchura del salón seguía unos ocho metros más, pues al parecer desde las habitaciones también se accedía a la terraza. Las vistas desde ella eran espectaculares, con el estadio de futbol casi debajo, a la izquierda la Sagrada Familia y la Catedral emergiendo de entre las casas, a la derecha la montaña de Montjuic y al frente el mar con una serie de barcos saliendo y entrando en el puerto. Mary, que le había seguido, le dijo:
- A que es preciosa esta ciudad vista desde aquí. A mi hermana y a mí nos encanta vivir en Barcelona, no así a mi madre, que solo vive pensando en su negocio, y que está viajando constantemente, de hotel en hotel. Es muy inquieta y no puede estar más de diez días en el mismo sitio.
- Podrá permitírselo, - dijo Jaime sin dejar de mirar la ciudad que parecía rendida a sus pies – pero yo también prefiero la tranquilidad, no me gusta cambiar de residencia. Y espero poder establecerme definitivamente en mi finca.
- Claro, allí supongo que podrás escribir mucho más tranquilo. – dijo Mary - ¿Has publicado ya algún libro?
- No soy escritor, no creo que ese sea mi destino. – dijo Jaime – Yo soy ingeniero aeronáutico e ingeniero espacial, pero tampoco creo que esa sea mi profesión final.
- Entonces lo que le has contado a Paola ¿qué es? Y ¿qué es ese manuscrito o libreto que llevas? – pregunto Mary incrédula – Y no creo que a tu edad puedas tener esas dos carreras, no creo que tengas más de veintidós años. Lo que me estas contando ahora es una parte de tu libro, lo recuerdo. Y supongo que se lo contabas a Paola porque ella tiene experiencia en el cine y conoce a mucha gente que puede ayudarte, bien sean guionistas o escritores.
- No es un libro ni libreto, ni ninguna historia, ni ningún guion para el cine, lo que le he contado a Paola son sueños. - la dijo Jaime – Unos sueños que tuve el día 22 de junio de este año cuando volví de terminar mis estudios y que he escrito para que nada se me pueda olvidar. Y si es cierto que tengo terminadas las dos carreras, también nociones de económicas y medicina, y en mayo cumplí 20 años.
- Joder, no puedo creérmelo, - dijo Mary – yo tengo 18 y este año empezare empresariales pues mi madre quiere que yo me haga cargo de sus negocios, y con suerte terminare esa carrera a los 23. Voy a prepararte una copa. ¿Qué te apetece?
- No bebo alcohol, si acaso algún zumo de fruta. – contesto Jaime – Si puede ser que este frio, tengo sed.
Desapareció Mary dentro del salón, y Jaime vio como entraba a través de una de las puertas que había frente a la terraza y por la que él había accedido. Se quedó apoyado en la barandilla mirando hacia la ciudad y oyó como una puerta corredera se abría y una voz que le resulto vagamente familiar y que decía:
- Mary, ¿te apetece que vayamos a cenar al puerto?
Se volvió Jaime sorprendido y se quedó mudo al ver delante de él a una joven que había salido de una de las habitaciones que daban a la terraza, que iba solo con una toalla cubriéndose la cabeza que se estaba secando, y dejando al descubierto la totalidad de su cuerpo, ya que estaba completamente desnuda. La chica al no recibir contestación a su pregunta apartó la toalla de su rostro y al ver a Jaime mirándola con cara de idiota dio un grito y entro de nuevo velozmente en la habitación de donde había salido, y Jaime se quedó allí pasmado sin saber que hacer o que decir. Acudió rápidamente Mary al oír el grito de su hermana y mirando a Jaime que seguía allí como un idiota, le pregunto:
- ¿Qué ha pasado? ¿A que ha venido el grito de mi hermana?
- Lo siento, de verdad que lo siento. – dijo Jaime apesumbrado, y señalando con su dedo la puerta del dormitorio dijo: – Ha salido por ahí completamente desnuda con una toalla en la cabeza y al verme ha soltado el grito. Creo que debo irme, y preséntale mis escusas.
- Qué coño vas a irte, - dijo Mary – si la has visto en bolas es por su culpa, muchas veces le he dicho que existen batas de baño, pero parece que le gusta ir desnuda por la casa. Además, no creo que te haya molestado, mi hermana tiene un cuerpo precioso.
- Eso no lo discuto, es realmente muy bonita. – dijo Jaime aún cohibido – Pero creo que me sentiré violento cuando vuelva a verla.
En ese momento volvía a salir la muchacha, ahora con un pantalón muy ajustado y muy pequeño y una camiseta de tirantes, con el pelo aún mojado, pero ya sin toalla, por lo que Jaime pudo verle la cara perfectamente. Salía sonriendo, una amplia sonrisa y sin ningún asomo de vergüenza, más bien se diría que le parecía divertida la escena, y dijo:
- Ostias Mary, podrías avisar de que había un hombre en la terraza, me ha visto hasta la matriz, pues he salido en pelota picada.
- Si me hicieses caso de vez en cuando, no te pasaría eso. – dijo Mary que miro a Jaime y le vio como desencajado, con los ojos como platos y la boca abierta mirando a su hermana como si jamás hubiese visto a una mujer, y entonces dijo: - Coño Jaime, mi hermana Amor es guapa, yo diría que rabiosamente guapa, pero no tanto como para que te quedes como un imbécil mirándola.
- Es Amor, es el amor de mis sueños, es ella. – dijo Jaime que seguía mirándola embobado – Había perdido toda esperanza de que fuese real.
- Este tío esta como una chota. – dijo Amor mirando a Mary – Ahora resulta que yo soy el amor de sus sueños.
- No lo entiendes niña, - dijo Mary que si había comprendido a Jaime – es que ha tenido unos sueños extrañísimos y en ellos al parecer tú eras la futura madre de su hijo.
- ¿Y tú como lo sabes? – pregunto incrédula Amor pensando que le estaban gastando una broma - ¿Cómo sabes tú que ha tenido sueños?
Entonces Mary les invito a los dos a sentarse en las sillas de la terraza y conto a su hermana como había conocido a Jaime, que estaba con Paola, y que le estaba contando una historia que ella confundió con un libro o novela, que le invito a cenar, y que una vez allí él le había dicho que no era una novela lo que le contaba a Paola, que eran unos sueños que había tenido en el mes de junio.
- Y no veas que sueños, son alucinantes, - termino diciendo Mary – Deberías de explicárselos a Amor y que ella juzgue entonces.
- Si a ella no le importa, yo se los cuento, será la tercera vez que lo hago hoy, pero creo que merece la pena. – dijo Jaime ya más calmado, pero sin quitar ojo a Amor – Vuelvo a decir que había perdido la esperanza de que fuese real.
- Joder, pues claro que no me importa, al contrario, me interesa saber esos sueños. – dijo Amor ahora ya mucho más interesada en conocerlos - ¿Cenamos aquí o en la calle?
- Aquí, he pedido que nos sirvan cena para tres, - dijo Mary – estará al llegar, mientras llega la cena he preparado tres zumos, y mientras los tomamos puede empezar a contarte sus sueños.
Así lo hizo Jaime, y de nuevo empezó el relato como había hecho con Paola, cuando el volvió del internado y hasta que se dirigían a la nave para contactar con Marina. El relato lo suspendió durante unos minutos mientras les servían la cena y lo continuo cuando el camarero se hubo retirado, y cuando termino de narrar sus sueños hacía rato que habían terminado de cenar. Amor estaba pensativa cuando el acabo y Mary pendiente de ambos, esperando sus reacciones, por lo que durante unos instantes se hizo un silencio pesado entre ellos. Por fin Amor, se puso a reír y pregunto maliciosa:
- Entonces ya me habías visto en pelotas, pues según has contado en tu sueño me metía en tu cama completamente desnuda.
- Si así lo soñé, pero no te veía, - dijo Jaime muy serio – según mi sueño todo ocurría con la luz apagada.
- Y además de encontrarme a mí, ¿algo más de tu sueño es cierto? – pregunto Amor – ¿Alguna otra persona o cosa con las que soñaste ha aparecido?
- Pues sí, además de que las reformas de mi casa eran casi exactas a como las soñé, ha habido otras cosas y personas que han aparecido, os lo contare.
Les conto entonces que ocurrió de verdad cuando se despertó a las doce con la llamada de Andrea, y todo lo que ocurrió aquel inolvidable día 22 de junio, luego les conto lo mismo que había contado a Paola que habían hecho desde el día siguiente, y por lo tanto que había aparecido Elena, que Simón les hacía entrega de la herencia, que Erika y Eduardo eran hijos de Paola y que esta tenía dos nietas gemelas e idénticas, demasiadas coincidencias para ser un simple sueño.
Cuando termino de contar esta parte, Amor y Mary estaban completamente inmersas en las historias de Jaime, y era evidente que se creían a pies juntillas lo que Jaime las contaba, pues las preguntas atropelladas que le hicieron así lo demostraban. Le preguntaron cómo habían buscado la nave, las gorras, etc. y no solo eso dieron también pistas para poder encontrar todas las cosas que aparecían en los sueños de Jaime, Mary incluso aventuro, que estaba segura que en algún lugar tenían que estar, tanto el mensaje de sus antepasados como la profecía. De pronto como si se hubiese iluminado pregunto a Jaime:
- ¿Y cómo dices que eran los símbolos de la tablilla y de la losa que daba acceso al zulo donde estaba la nave?
- Pues cinco esferas, más o menos, como si fuesen planetas. – dijo Jaime - ¿Quieres que te haga un dibujo?
Le alargo rápidamente una libreta y Jaime dibujo el símbolo que había visto en sus sueños y las dos hermanas palidecieron a la vez, diciendo Amor:
- Esto es la ostia, si es igual a la marca de nacimiento que tenemos mi hermana y yo.
- ¿Puedo verlas? – pregunto ansioso Jaime – Me gustaría confirmaros si son realmente como las que yo soñé.
- Pues va a ser que no. – dijo Mary muy seria – Las tenemos en una zona intima que no vamos a enseñarte.
- Mira que eres ñoña, Mary. – dijo Amor que se puso de pie y se bajó el pantalón dejando casi al aire su sexo, pues la marca estaba justo encima de este, y pregunto a Jaime - ¿Es igual?
- Sí, es exactamente igual al símbolo de mi sueño. – dijo Jaime acercando su cara a la entrepierna de la joven – Pero tú señal es mucho más pequeña. ¿La de tu hermana es igual?
- Anda Mary, enséñaselo a Jaime. – dijo riendo escandalosamente Amor – A lo mejor le gusta más que el mío.
- No seas idiota, niña. – dijo enfadada Mary, y luego dirigiéndose a Jaime – Si, mi marca es igual a la de Amor. En tu familia, Elena, Aurelia, Bárbara o Clo, ¿también la tienen?
- No tengo ni idea, no me dedico a ir mirando las intimidades a las mujeres. – dijo Jaime casi ofendido – Pero supongo que, si alguna de ellas tuviese una marca igual, lo habría dicho.
- Y si no lo saben. – aventuro Amor – Puede que la tengan pero que no se hayan fijado nunca, o que no hayan relacionado las dos cosas.
- Tampoco sabemos que significado puede tener que vosotras tengáis precisamente esa marca de nacimiento. – dijo Jaime – Puede ser una casualidad.
- Mañana desayunaremos contigo y Paola, - dijo resuelta Amor – y le preguntare si ella tiene algo parecido. ¿Dónde te hospedas Jaime?
- Aquí, en la habitación 615. – contesto el – Creo que es hora de acostarnos y mañana nos vemos en el desayuno.
- Entonces hasta mañana - dijo Mary que junto Amor acompañaron a Jaime hasta el ascensor, y una vez dentro le dijo guiñándole un ojo a su hermana – Que duermas bien y tengas felices sueños.
- Vosotras también. - Dijo Jaime antes de que se cerrase el ascensor.