El soñador. Capítulo 13.-

La monja cuenta como lo conoció y cual fue su relación con D. Jaime

Capítulo 13

La monja cuenta su relación con D. Jaime

Y esto es lo que les conto:

Fue en Valencia el año 1.995, cuando yo tenía 18 años y me encontraba sola en el mundo, entonces la vida tenía para mí un futuro incierto y nada halagüeño. Desde mi infancia mi vida fue carente de una familia hogareña, ya que mi madre era madre soltera y mantenía una vida licenciosa, y aunque trabajo decentemente para sacarme adelante, su vida privada era un desastre y el ejemplo que me dio no fue el más adecuado para una niña. Cuando crecí, y no peco de engreída al decirlo, me convertí en una muchacha muy guapa y los innumerables amantes de mi madre me hacían la vida imposible, y eso a ella la hacía sentirse muy mal, pues que sus ligues se fijasen en mí, la torturaba. Un día uno de esos amantes intento propasarse conmigo y mi madre lo agredió con un cuchillo, con tan mala suerte que, al rechazarla violentamente el hombre cayó encima de ella y se clavó en el pecho el cuchillo falleciendo a las pocas horas. Mi madre fue detenida y encarcelada y a los pocos meses falleció en prisión. Yo intenté buscar trabajo y en una entrevista para camarera de un bar, conocí al dueño, un hombre joven y apuesto que me dijo que era la mujer de su vida, y yo le creí. Durante dos meses viví una especie de cuento de hadas, pues el hombre me hizo sentir mujer, me hizo sentir el centro del mundo y sus atenciones y cuidados me hicieron sucumbir a sus deseos.

A las pocas semanas, todo cambio, ya me había conseguido y lo único que quería era aprovecharse de mí, entonces me propuso trabajar en otro de sus negocios, un bar de alterne, y en ese nuevo trabajo y en la primera noche, me di cuenta de las intenciones reales de Vicente. Intento que me fuese con un hombre mayor, y yo desesperada salí huyendo del local y me quede llorando a los pocos metros. Vicente me siguió y cogiéndome de la muñeca me amenazo e intento obligarme a volver a entrar en el local. En ese momento oímos una voz que decía:

-     Deja en paz a la chica.

-     Metete en tus cosas y lárgate, imbécil. – dijo Vicente – No sabes con quien hablas.

-     El que no sabe con quién habla eres tú, - dijo el hombre – puedo fulminarte con un solo dedo.

El hombre era Jaime, y por su estatura y la seguridad con que hablaba indico a Vicente que no era uno cualquiera, por lo que éste saco de su bolsillo una pistola con la que apunto a Jaime. Y él le dijo:

-     Suelta la pistola o te quemaras, las armas no son buenas compañeras.

Vicente de pronto dio un alarido y soltó la pistola, cogiéndose la mano con la otra, pues al parecer el arma se había calentado de tal forma que le produjo una enorme quemadura en la palma de su mano. Se quedó mirando atónito a Jaime y le pregunto:

-     ¿Quién eres? ¿Cómo has hecho esto?

-     Soy un ángel, ahora mismo el ángel de la guarda de la chica. – dijo Jaime – Pero no intentes nada porque entonces me puedo volver un ángel vengador y no te haría ninguna gracia.

Le señalo con su dedo índice y le dijo:

-     Arrodíllate y pide perdón a la muchacha.

Vicente como si hubiese sido abducido le obedeció, se arrodillo y me pidió perdón, y no solo eso, llorando le prometió a Jaime que nunca más haría algo parecido con ninguna otra mujer. Luego Jaime me cogió del brazo y me llevo con él, me invito a tomar un refresco a la vez que me pidió que le contase que había pasado. Le conté mi vida y él me escucho atentamente dando la impresión de que realmente se preocupaba por mí, y creo que en ese momento me enamore locamente de él, pues era la primera vez en mi vida que alguien mostro interés por mi persona, y no solo por mi físico sino también por mis sentimientos. Luego me dijo que iba a reservar una habitación en el mismo Hotel que él estaba hospedado y que a la mañana siguiente me iría con él a Sevilla, que allí me pondría en manos de una persona que cuidaría de mí y me haría sentir segura y protegida. Yo acepte, pues sabía que si me quedaba en Valencia Vicente me encontraría y no sabía que podría pasarme, y acepte aun pensando que Jaime también era probable que intentase algo de mí, pero no me importaba, al contrario, lo deseaba con toda mi alma, me habría entregado a él sin ninguna duda. Pero mi sorpresa fue cuando me acompaño a una habitación del hotel y se despidió de mí en la puerta diciéndome que a las siete partiríamos para Sevilla, que estuviese preparada. Aquella noche no dormí, tuve intención de irme, de volver a mi mísera casa, pues me sentía rechazada e incluso despreciada, pero algo en mi interior me decía que mi futuro estaba en manos de Jaime, así que me espere a que amaneciese, y a las siete en punto Jaime me recogió y partimos sin demora en su coche deportivo.

Antes de partir me pregunto si había dejado algo importante para ir a recogerlo, a lo que yo le respondí que mi ropa y poco más, pues solo llevaba lo puesto. El me contesto que eso no era importante, que ropa había de sobras en las tiendas, y al llegar a Alicante entramos en unos grandes almacenes y me compro ropa, más ropa y mejor, que la que nunca había tenido. Seguimos ruta y ahora si me explico que pensaba hacer conmigo, y sus intenciones me asombraron, pues me dijo que conocía a una extraordinaria mujer, una monja que consiguió salvar a su hija en el parto de su esposa, aunque por desgracia no pudo hacer nada con la vida de la madre. Me conto que su hija Josefina tenía 11 años, y que era lo único que le importaba en el mundo, También que la monja con la que me llevaba me enseñaría a ser una buena maestra y que con ella vería cumplidos mis sueños, adivinando que ese era mi sueño desde muy niña, y que acabaría siendo la directora de un colegio para niñas y jóvenes que se encontrasen en mi situación, y que al final yo acabaría sintiéndome realizada haciendo esa labor.

Me dejo en el convento de la orden, junto a sor Emilia, la superiora de la orden y la monja a la que se había referido, y a la que me encomendó para mi preparación. Sor Emilia me acogió como a una hija, me enseñó a ser enfermera y maestra y me enseñó a amar a Dios y al prójimo. A los tres años jure mis votos y entonces Jaime financio el colegio, este colegio, destinado a atender a muchachas sin recursos y con ganas de aprender y formarse, condicionando a la orden de que yo fuese la directora del centro y comprometiéndose a sufragar todos los gastos que generase el colegio mientras yo fuese la directora y supervisase los gastos.

Esa es mi historia, me consagre a mi profesión, a ayudar a jóvenes como yo había sido, me refugie en la fe y en mí trabajo, pero nunca he podido dejar de amar al hombre que me salvo de una vida ruin. Realmente Jaime siempre ha sido para mí, mi ángel de la guarda.

-     Realmente tengo que reconocer que como ha dicho Juani, Jaime era un ser extraordinario, maravilloso y único, - termino de explicar la monja - y espero que vosotros hayáis heredado sus cualidades.

-     Yo ya le decía a mi hermana que usted estaba coladita por mi padre. – dijo Aurelia – Y no estaba equivocada en eso, ¿pero a quien tiene que presentarnos?

-     ¿Y cómo sabéis que tengo que presentaros a alguien? – pregunto intrigada la monja - ¿Quién os lo ha dicho?

-     Mi padre en una nota que dejo a mi madre para que nos la entregase a la vuelta de Jaime del internado. – dijo Aurelia alargándole el papel, la foto de Josefina y la nota del apartado de correos - ¿Quién es esa persona? ¿Es su sobrina Elena?

Leyó atentamente sor Carmela ambos documentos y miro la foto, suspiro profundamente y luego miro con suspicacia a Aurelia, y sonriendo bondadosamente la dijo:

-     Mucho me temo, conociéndote como te conozco, que no solo pensabas que estaba coladita por tu padre. Seguro que tu cabecita pensaba alguna maldad, pues tú si conocías a mi sobrina y ante el parecido asombroso que tiene con Josefina pensarías que Elena es también hija de tu padre.

-     Y si no es así, - pregunto a su vez Aurelia provocando a la monja - ¿Quién coño es Elena?

-     Juani, esta muchacha no cambiara, - dijo sor Carmela enfadada – Me recuerda a mi cuando tenía su edad. Pero ahora te voy a contar a ti, a tu sobrino Jaime, a tu hermana biológica Bárbara, a tu hermanastra Belén y a tu madre Juani, quien coño es Elena.

El enfado y el taco soltado por la monja hizo sonreír a todos, que se dispusieron a escuchar lo que la monja tenía que decirles. Resoplo, y tras pedir perdón por su impronta, les dijo:

-     Jaime el día que dice en sus notas, día que no olvidare nunca, el 25 de julio del año 2.004, festividad del patrón de España, Santiago Apóstol, vino a verme, pues tenía que decirme algo importante y que me encomendó guardar en el más absoluto secreto hasta que vosotros, y no imagino como lo sabía, vosotros cinco concretamente, vinieseis a verme y a preguntarme. Eso es lo que de alguna manera me encomendó que os dijese:

Me había llamado el día anterior y me solicito una cita, una reunión conmigo. Lógicamente no demore esa reunión y quedamos para comer al día siguiente, el día que he citado antes. No era la primera vez que me requería para una reunión, siempre se había sincerado conmigo y tenía muy en cuenta mis opiniones. De hecho, me pidió consejo cuando se enamoró de Juani, y me pregunto si yo creía que podría hacer feliz a una muchacha tan joven, a lo que yo le anime diciéndole que él podía hacer feliz a cualquier mujer, pero que estuviese seguro de ser correspondido, a lo que él me contesto que de eso no tenía duda alguna.

Ese último día, Jaime me conto una serie de cosas, que de no ser el, jamás hubiese creído, pues lo que me conto y me pidió que guardase en secreto, es algo que aún hoy no acabo de asimilar.

Lo primero que me dijo que él era descendiente de una raza especial, con unos poderes psíquicos enormes, y que él era el último eslabón, antes de que llegase el que lideraría a esa raza especial, su nieto Jaime. Me sorprendió lo que me dijo, pero acordándome del día que le conocí, y como sometió a Vicente, di por buena su versión, pues ciertamente algún don especial poseía.

Luego me confeso que un grupo de personas de esa raza, los descendientes de las principales familias, mantenían una estrecha relación desde hacía años, desde que permanecieron juntos durante siete años, desde los 13 a los 20 años, en una residencia al norte de Estados Unidos cursando estudios. No me dijo quiénes eran, pero si el número, dieciséis, ocho varones y ocho hembras, y que todos juntos descubrieron sus capacidades psíquicas superiores, y también una prenda de sus antepasados, una gorra mágica de color granate que el que se la ponía multiplicaba esos poderes mentales de una forma considerable, y que con esos poderes multiplicados consiguieron ver parte del futuro y parte del pasado.

En ese futuro, vieron que un descendiente suyo y de otro de los reunidos, sería el que lograría ver completamente el pasado y el futuro, primero mediante sueños y luego haciendo realidad estos. Cuando volvió a su casa y le obligaron a casarse con Josefina, creyó que las visiones logradas con la gorra no se cumplirían, pues él y los demás reunidos creían que ese descendiente sería un hijo de Jaime y de una de las asistentas a esa residencia. Al parecer los padres de todos ellos no opinaban igual, y ya tenían pactadas las bodas de sus hijos.

Los acontecimientos posteriores, por un lado, el nacimiento de su hija y el fallecimiento de su esposa en 1.984, y por otro la forma de vivir de la que en la residencia creían todos que debía de ser la madre de su hijo, que se había juntado con un hombre que no pertenecía a esas familias y había tenido un hijo, enfrió sus visiones y las del resto de sus compañeros.

Siguió la vida y en 1.995 me conoció a mí en una visita a sus suegros, luego en 1.999 murieron sus padres y sus suegros en un naufragio y se hizo cargo de los negocios de las dos familias, más tarde en 2.001 me contó que había donado su semen para que a su ama de llaves la inseminasen y que había quedado embarazada, por lo que la hija que esta iba a tener, seria hija biológica suya. Luego me conto su nacimiento, lo bonita que era la niña y su nombre, Bárbara. Luego en 2.003 conoció a Juani y decidió casarse.

Ese mismo año y poco antes de su boda, por azar, encontró en su finca una gorra mágica igual a la que había usado en sus años de internamiento, pero esta era azul en lugar de roja, y se la puso. Con ella tuvo nuevas visiones, una de ellas era que el descendiente suyo que lograría saber el pasado y el futuro, no era un hijo, sino un nieto, incluso quien sería el padre de esa criatura que daría a luz su hija. Esas visiones le decían que el padre de su nieto era el hijo primogénito de José uno de los compañeros de su juventud, y se puso en contacto con el dándole la noticia de sus nuevas visiones.

El tal José, convenció a su hijo mayor de que viniese a España y conociese a Josefina, que tuviese relaciones con ella y que la dejase embarazada, que ella y su propio padre estaban de acuerdo, cosa que era cierta, pues Jaime convenció a Josefina de que debía tener un hijo con Francisco, el primogénito de José. Parece que la convenció haciéndole ponerse la gorra mágica, y con la que ella tuvo las mismas visiones que su padre. Ese tal Francisco, a pesar de tener novia y planes de boda próximas, pues incluso tenía una hija nacida a finales de 2.001 con ella, acepto tras usar la gorra mágica de su padre y teniendo las mismas visiones, que su hijo con Josefina sería un iluminado y el líder de su raza.

Para la boda de Jaime con Juani, vino Francisco a España con la excusa de que era el representante de su padre José que por negocios no podía asistir. En la boda conoció a Josefina, pero en contra de sus planes, que eran exclusivamente tener un hijo, se enamoró perdidamente de ella, y esta a su vez se prendo del americano. Se quedó en España y tras un romance de dos meses, mientras duraba la luna de miel de Jaime y Juani, Josefina quedo embarazada y Francisco volvió a EEUU, donde tenía previsto casarse con su novia y la madre de su hija.

Cuando Jaime y su nueva esposa Juani volvieron del viaje de bodas, se encontraron con que Josefina estaba también embarazada, cosa que a Jaime le ilusiono muchísimo, pues se cumplían los sueños que tuvo con la gorra, pero cuando Josefina le comunico que se había enamorado de Francisco y que lo añoraba mucho, y José por otro lado le comunico que su hijo había anulado su boda y solo pensaba en Josefina, se dio cuenta de que había cometido una imprudencia. Entonces utilizo la gorra muy a menudo, intentando que con ella puesta tuviese una visión de cómo solucionar las penas de su hija enamorada, cosa que no consiguió, pues lo único que consiguió utilizando la gorra de forma continua fue tener otras dos visiones. Tanto la una como la otra le aterrorizaron. La primera le revelo que el uso de la gorra de forma continuada volvía demente, daba al individuo que la usaba mucho, tal capacidad de inteligencia, que acababa volviéndose completamente loco, y si esa gorra no era de sus progenitores, de sus ascendientes directos, el que la usaba, aunque fuese de una forma moderada enfermaba, una enfermedad que aparecía entre 15 a 25 años después de utilizarla, y que una vez desarrollada era mortal y fulminante, dos o tres días a lo sumo. Esa enfermedad según su visión, estaba desarrollada cuando el individuo que la tenía empezaba a oír dentro de su cabeza una especie de tañidos de campana. Y la segunda visión, aún más aterradora, fue que su hija fallecería en el parto de gemelos, un niño y una niña, que el padre de los niños Francisco, moriría de forma dramática a los pocos días, y que la niña nacida del parto múltiple, su futura nieta, a los 19 años moriría ahogada en la piscina de su casa.

Ese último día que vino a verme traía con él una criatura de menos de dos meses, y me dijo que nadie sabía de su existencia. No sé cómo lo hizo, pero lo cierto es que nadie sabía nada de ella, y me la entrego diciendo que nunca, hasta que cumpliese los veinte años, debía de ir a vuestra finca para evitar lo que había visto en su visión, que se ahogase en la piscina. Me entrego documentación de su nacimiento, supongo que falsificada, como hija abandonada y me encomendó que cuidase de su nieta hasta el día que vosotros vendríais, manteniéndola interna en el colegio. Estaba convencido totalmente de lo que decía, pues su visión se había hecho realidad, su hija había tenido gemelos y había fallecido en el parto, y Francisco cuando se enteró de la muerte de su amada, se pegó un tiro.

También me dijo que había dejado en el testamento que la hija que había tenido con Juani estudiase en este colegio, para que se conociesen ambas, pero que evitase que Aurelia invitase a Elena jamás a su casa.

Por fin me dijo que hacía dos días estaba oyendo el tañido de las campanas dentro de su cabeza y que estaba convencido de que no duraría vivo más de veinticuatro horas. Me dio un beso en la mejilla, el único beso que Jaime me dio jamás, y se fue dejándome completamente desolada y con la niña entre mis brazos.

Elena ha sido mi consuelo desde entonces, saber que tenía cerca de mí a la nieta de Jaime me ha hecho mejor persona, más humana, más tierna, mejor maestra, me ha dado sosiego, paz y tranquilidad y me ha hecho sentirme madre, pues quiero a la chica como a mi verdadera hija.

-     Cuando he sabido que veníais he hablado con ella y ya estará preparada para irse con vosotros, pero quiero advertiros que es un volcán, tiene un gran carácter y a veces muy mal genio. En cuanto a su carácter es muy parecido al de Aurelia, es bromista, graciosa, simpática y amena, aunque alguna que otra vez se pasa en su lenguaje. Como ves Aurelia, de alguna manera si soy su madre, o por lo menos así me considero yo.

-     No sé si lo que os he contado os servirá para algo, pero por lo menos os reuniréis con Elena, y ella podrá vivir donde le corresponde, donde ha debido de vivir siempre.

-     ¿Sabe usted que ha heredado una verdadera fortuna? – dijo entonces Bárbara – Unos 1.750 millones de euros, más de un cuarto de billón de las antiguas pesetas. A lo mejor no quiere saber nada de nosotros y se independiza.

-     No hija, no, - le rectifico la monja – no ha heredado una fortuna por el dinero que pueda tener, ha heredado una fortuna porque ahora tiene una verdadera familia, y no creo que sea tan necia de rechazarla.

-     Tengo una curiosidad, y si no es una indiscreción me gustaría que usted, madre me la aclarase – le dijo Aurelia respetuosa, y mirando a la monja con verdadera admiración - Si este es un colegio para jóvenes sin medios y sin hogar, entiendo mi caso, impuesto por mi padre, pero ¿Por qué han estudiado aquí Aurora y Alba? Su padre es un hombre con recursos más que suficientes.

-     No lo sé Aurelia, su entrada en este colegio fue una imposición de la casa madre. – le dijo la monja – Yo solo soy la directora del centro, no la madre superiora de la orden. Bueno si no tenéis más preguntas, llamare a Elena.

-     Yo si quiero hacerle una pregunta. – dijo Jaime - ¿Creyó usted a mi abuelo? ¿Dio por ciertas la visiones que él tuvo con la gorra?

-     Quiero a mi niña con toda mi alma. – contesto la monja - ¿Crees que si hubiese dudado la habría mantenido viviendo en esta comunidad rodeada de monjas? Como he dicho al principio de no venir de él lo que me conto, no habría creído nada, sigo sin poder dar crédito a lo que me conto, pero algo había en su forma de pedirme las cosas que me han hecho dudar. Si he de serte sincera si he creído todo este tiempo que algo de verdad había en sus visiones, y no iba a correr el riesgo de que sucediese lo que el temía. No podría perderla también a ella, ya perdí a su abuelo. Pero quizás ahora si la perderé.

-     No piense usted así, - dijo Aurelia que la abrazo sorprendiendo a la monja – Yo le prometo que vendremos a verla muy a menudo. Ahora entiendo que mi padre dijese que usted junto a mi madre, eran las personas que le merecían mayor confianza del mundo.

-     Gracias hija, - dijo emocionada sor Carmela – Voy a llamar a Elena.

Se levantó y demostrando una vitalidad enorme, salió del despacho dando grandes zancados y dejando a los cinco expectantes de ver como los aceptaba Elena. A los pocos minutos volvió con la muchacha, exacta a como Jaime la había visto en sus sueños, y con un enorme parecido a la fotografía de su madre Josefina. Cuando Sor Carmela se la presento, dijo:

-     Bueno aquí está Elena, que como hemos visto es de vuestra familia. – luego volviéndose a la chica fue presentado a todos: - Estos son tu familia, Jaime, Juani, Belén, Bárbara y Aurelia a la que ya conoces.

-     Si a Aurelia ya la conozco. – contesto muy seria Elena dando muestras de que aquella situación no le parecía algo alegre – Bien cuando queráis nos vamos, tengo la maleta preparada. Pero si me permitís primero quiero despedirme a solas de mi madre favorita.

Salieron los cinco del despacho y una vez fuera oyeron sollozar a las dos mujeres, y cuando se abrió la puerta y salió Elena se la notaba llorosa, al igual que a la monja que en la puerta del despacho se despidió de ellos, diciendo:

-     Id con Dios, y espero vuestra visita.

Belén junto a Bárbara abrió la marcha y tras ellas Juani y Aurelia, se dirigieron a la salida del colegio que traspasaron y una vez fuera esperaron a que saliesen Jaime y Elena, que muy despacio andaba al lado de su hermano, arrastrando una vieja maleta de ruedas y al hombro colgada una bolsa de deportes. Jaime a su vez llevaba otras dos bolsas en la mano y con un gesto indico a las demás que caminasen hacia el coche. Cuando Elena vio que Belén abría con el mando a distancia el vistoso todoterreno, exclamo:

-     Joder que lujo, vaya pepino. Es un coche precioso.

-     ¿Quieres llevarlo? – sorprendió a todos Aurelia con esa pregunta – Sé que te gustan los coches y las motos.

-     No gracias, no quiero que te hagas la simpática conmigo. – contestó molesta – Ya me comprare uno que sea realmente mío cuando pueda.

-     Si tienes carnet y eres prudente conduciendo este es tu coche desde hoy. – dijo Juani – Debes de saber que todo lo que hay en nuestra casa es también tuyo, incluido este coche. Tenemos otros tres iguales y puedes quedarte con el que más te guste.

-     ¿Cuatro coches como este? – abrió sorprendida los ojos Elena - ¿Pero cuánto dinero tenéis vosotros?

-     ¿Tienes carnet o no? – intervino entonces Belén ofreciéndole las llaves – Si quieres llevarlo yo te indicare el camino.

-     No gracias, prefiero que lo lleves tú. – dijo Elena que empezó a cambiar su postura arisca ante el comportamiento de todos - ¿Y a dónde vamos?

-     A nuestra casa. – dijo Jaime – Anda sube.

Subieron al vehículo, delante Belén y Elena a su lado, detrás Aurelia y en la tercera fila de asientos Juani y Bárbara. Jaime termino de colocar las maletas en la parte posterior del coche y se subió al lado de su tía Aurelia, diciendo:

-     Bueno ya podemos arrancar. Elena, te voy a hacer una pregunta, y me contestas si lo crees oportuno. ¿Qué te ha contado sor Carmela?

-     Pues que me va a contar, que soy descendiente del mecenas del colegio. – contesto Elena volviendo su cabeza para mirar a Jaime – Cosa que es evidente que vosotros ya sabéis, pues me ha dicho “mami” que me explicareis vosotros cual es mi verdadera relación con cada uno.

-     ¿Y tú cual crees que tu relación con nosotros? – volvió a preguntarle Jaime - Porque me da la impresión de que no vienes de buen grado.

-     Para saber mi relación con cada uno de vosotros, primero tendré que saber que parentesco os une con D. Jaime – dijo de nuevo arisca Elena – Está claro que debo de ser hermanastra de Aurelia, pues sé que ella es hija del mecenas, pero no se quienes sois el resto.

-     La Ostia Puta. – exclamo Aurelia – Esta piensa como yo. ¿Pero qué te ha dicho la “jefa”?

-     Pues que me va a decir, - dijo ahora con cara de tristeza – Que ya no puedo seguir viviendo en el colegio y que me tenía que ir a vivir con mi familia, que sois buena gente y que me acogeríais como a uno más de vosotros.

-     Así que a sor Carmela la llamáis la “jefa” – dijo con cara de romper a reír Juani – Pues bien, te vamos a decir quién es cada uno de nosotros. Yo soy la viuda del mecenas, como tú dices, la madre de Aurelia, y desde luego te puedo garantizar que no eres su hermana.

-     Y ¿entonces quién soy? – pregunto con cara de extrañeza Elena - ¿Qué parentesco me une a vosotros?

-     Tú también creías que eras producto de un desliz de mi Jaime con sor Carmela – dijo Juani rompiendo a reír sin poder evitarlo – Ya nos ha dicho “la jefa” que tenías un carácter muy similar a Aurelia, que razón tiene, sois igual de mal pensadas.

-     Pues, aunque te duela, creo que sor Carmela ha estado siempre coladita por tu difunto esposo, incluso ahora. – dijo Elena dolida por las risas de Juani – Eso son cosas que no se pueden disimular.

-     Anda Aurelia, entrégale las notas que te dejo tu padre y que las lea. – dijo Juani – Luego le enseñas la foto de tu hermanastra y por fin le cuentas lo que nos ha contado Sor Carmela.

Así lo hizo Aurelia, entregándole las notas a Elena que las leyó rápidamente, y cuando acabo miro intrigada a Aurelia que le entrego entonces la foto de Josefina. Abrió los ojos asombrada Elena y pregunto:

-     ¿Quién es la mujer de la foto?

-     La hija de D. Jaime, tu madre. -la contesto Aurelia– Ese es el parentesco que te une a nosotros, realmente eres mi sobrina.

-     ¿Y que recoge la escritura que dice hay en el sobre dos? – pregunto Elena - ¿Lo habéis visto?

-     Primero que te cuente Aurelia, que nos ha dicho sor Carmela. – intervino Jaime – Luego te dejaremos ver la escritura del sobre dos.

Así lo hizo Aurelia, pero primero le conto como había conocido la monja a D. Jaime, y como este la llevo al convento, luego le relato con absoluta exactitud lo que quería que su padre les trasmitiese a ellos y cuando llego a la frase “Elena ha sido mi consuelo desde entonces, saber que tenía cerca de mí a la nieta de Jaime me ha hecho mejor persona, más humana, más tierna, mejor maestra, me ha dado sosiego, paz y tranquilidad y me ha hecho sentir madre, pues quiero a la chica como a mi verdadera hija.

Cuando he sabido que veníais he hablado con ella y ya estará preparada para irse con vosotros, pero quiero advertiros que es un volcán, tiene un gran carácter y a veces muy mal genio. En cuanto a su carácter es muy parecido al de Aurelia, es bromista, graciosa, simpática y amena, aunque alguna que otra vez se pasa en su lenguaje.”

Elena empezó a llorar desconsoladamente y dijo:

-     Como he podido pensar mal de ella, si como ha dicho me ha querido como si fuese mi verdadera madre, a pesar que en momentos me he comportado con ella mal y la he gastado muchas putadas.

-     La he prometido que iremos a verla muchas veces. – dijo Aurelia – Yo también la he gastado muchas putadas, y supongo que no me castigaba por lo que yo creía, que no lo hacía por las donaciones de mi familia, sino que no me castigaba por ser la hija del gran amor de su vida, y quizás el único verdadero.

-     Bueno, ahora te dejare leer el acta notarial del sobre dos. – dijo Jaime – Y sobre este punto te diré lo que ha dicho sor Carmela, cuando Bárbara le ha dicho “Sabe usted que Elena ha heredado una verdadera fortuna. A lo mejor no quiere saber nada de nosotros y se independiza.” Ha dicho “No hija, no, no ha heredado una fortuna por el dinero que pueda tener, ha heredado una fortuna porque ahora tiene una verdadera familia, y no creo que sea tan necia de rechazarla”.

Alargo el acta a Elena que cuando leyó lo que decía no le dio mucha importancia, solo pregunto:

-     ¿Y de qué cifra estamos hablando? ¿Es mucho dinero?

-     Unos 1.750 millones de euros, más de un cuarto de billón de las antiguas pesetas para cada uno. – dijo Bárbara - ¿Qué es lo primero que vas a comprarte?

-     Unas bragas. – intervino entonces Belén riendo – Se ha debido de cagar encima al oír esa cifra, a mí por lo menos seguro que me habría pasado.

-     Pues si eso no ha ocurrido ahora, - tercio Bárbara también de broma – que te cuente Jaime sus sueños, y seguro que te ocurrirá eso o algo mucho peor.

-     ¿Entonces has tenido sueños? – pregunto Elena - ¿Son ciertas entonces las visiones de tu abuelo?

-     Soñar si he soñado, que esos sueños se conviertan en realidad está por ver. – contesto Jaime mirando muy serio a su hermana – Pero tengo que decirte que en esos sueños tú eres parte importante de ellos, aunque la realidad no ha sido ni mucho menos como el sueño, a ti te conocía en ellos, y no soñaba que eras mi hermana gemela.

-     Pues espera para contarle tus sueños a que lleguemos a la casa. – dijo Belén – Nos quedan menos de quince minutos para llegar y no tienes tiempo de contárselos.

-     Está bien, esperaremos a llegar a la casa. – dijo Jaime – Una vez que se acomode y suelte sus cosas le contare mis sueños completos.

Como había dicho Belén, en menos de quince minutos estaban llegando al pueblo y Bárbara dijo que la dejasen, que recogía parte de su ropa y que se iba con su propio coche para la finca y estar presente cuando Jaime le contase a su hermana sus sueños. La dejaron en la casa de sus padres y siguieron camino hacia la finca. Cuando llegaron ya había anochecido y Elena no pudo ver en toda su dimensión la enorme finca, pero se quedó atónita ante el enorme caserón y mirando la fachada desde el pie de las escaleras sin ser capaz de pronunciar palabra. Jaime descargo sus pertenencias y Belén y Aurelia acompañaron a la recién llegada hasta la habitación contigua a las suyas para que se pusiese cómoda y luego bajar a cenar, momento en que Jaime le contaría sus sueños.

Cuando bajo, estaba maravillada y se encontró con Juani, Belén, Aurelia y Bárbara que ya había vuelto con sus cosas sentadas en la mesa del porche, y dijo sin poder contenerse:

-     La habitación es maravillosa, y hasta hay un portátil en la mesa. ¿Puedo usarlo?

-     Claro, es tuyo, - dijo sonriendo Belén – Hay uno en cada dormitorio, y todo lo que hay en el dormitorio es de quien lo usa.

-     ¿El baño es solo para mí? – volvió a asombrarse – Si es enorme, es más grande que el que tenía que compartir en el colegio con otras nueve.

-     Juani, ¿Qué vais a beber para la cena? – pregunto Eli que salió de la cocina con un mantel que estaba colocando sobre parte de la mesa – Hay pollo al horno para comer.

-     Pues un poco de vino, un rioja, - la contesto Juani – elige tú misma el que creas más conveniente.

Desapareció Eli de nuevo dentro de la cocina, y de nuevo Elena asombrada, dijo:

-     Hay que joderse, si tenéis hasta empleadas. ¿Cuántas trabajan aquí?

-     Ahora te las presentare, - le contesto Juani – Son tres, Eulalia, la cocinera y Clo y Eli, que es la que ha puesto el mantel. Pero a partir de mañana contratare a otras dos, creo que las vamos a necesitar.

-     ¿Dónde se ha metido Jaime? – pregunto entonces Bárbara – ¿Cómo es que no está aún aquí?

-     Me ha dicho que iba a hablar con sus compañeras, - contesto Juani – Había quedado en llamarlas y con el jaleo de ir a Sevilla no lo había hecho aún. Vamos a esperar un poco a ver si baja y nos dice que ha hablado con ellas.

Diez minutos después apareció Jaime, y sentándose en la mesa comento:

-     He hablado con mis compañeras en Argentina y México, a las que he dicho que las llamare mañana, y luego con mi maestro Ramiro al que le he pedido que busque si tienen en algún lugar la relación de los 16 alumnos que se reunieron en el rancho con mi abuelo, y si tiene la gorra que llevaba puesta su padre. Ha quedado en buscar ambas cosas y mañana hablaremos. De momento no han descubierto nada ninguno de ellos.

-     Mientras cenamos, que Jaime cuente sus sueños a Elena, - dijo Juani – anda Belén dile a Eulalia que ya pueden servir la cena.

-     Y diles que se vengan a cenar con nosotros, - dijo Jaime – quiero que ellas también sean partícipes de mis sueños, pues en ellos también ellas son parte importante.

Así lo hizo Belén, y pocos minutos después estaban todos sentados en la mesa con las viandas servidas. Antes de empezar a cenar Jaime conto a las tres empleadas quien era Elena, y como la habían descubierto, y luego sin más preámbulo paso a relatar sus sueños. Cuando terminaron de cenar seguían allí todas escuchando fascinadas los sueños de Jaime, todas calladas y Eulalia, Eli y Clo intrigadas a cada nuevo dato que los sueños revelaban. Clo, cuando se enteró de que en los sueños de Jaime ella era también heredera de unos poderes psíquicos, abrió la boca con una mueca de estupor, pero al igual que las demás permaneció en silencio hasta que Jaime finalizo su relato.

A pesar de que Clo, Aurelia y Bárbara insistieron en ir en ese mismo momento hasta el lago para ver si realmente existía la losa que daba acceso al zulo donde, según los sueños, estaba la nave, entre Jaime y Juani las hicieron entrar en razón, alegando que, a aquellas horas, pues eran ya las dos de la madrugada y poco podrían averiguar. Decidieron acostarse todos y quedaron que a la mañana siguiente buscarían la losa e intentarían averiguar que había de cierto en los extraños sueños de Jaime.