El soñador. Capítulo 12.-

Jaime se da cuenta de que ha tenido de nuevo un sueño, esta vez el tercero y por primera vez conocerá a la monja.

Capítulo 12

Jaime se da cuenta de que ha tenido un tercer sueño

Día 22 de junio (sábado)

A las doce y cinco, Jaime se despertó sobresaltado pues su móvil estaba sonando, y medio dormido comprobó que era Andrea, está muy excitada le explico que su padre Diego se había quedado muy impactado por lo que le contaron que explicaba D. José cuando falleció, y que les dijo que su padre, al que el también tomo por loco antes de morir, le dijo en una ocasión que debía de enviar al hijo que tuviese con Jacinta a estudiar con D. José, y que a la vuelta de sus estudios se enteraría de quienes eran ellos en realidad. Al parecer su padre si daba alguna credibilidad al fallecido y en este momento, según le comento Andrea, estaba buscando entre las pertenencias que dejo su padre Eulogio al fallecer, intentando averiguar algo sobre sus ancestros. Jaime quedo con ella que le volviese a llamar si surgía algo nuevo, pero tampoco le comento nada sobre el sobre de su abuelo. Ahora si empezaba a sentir una imperiosa necesidad de saber que contenía aquel voluminoso sobre que su abuelo había dejado a Juani para que lo abriesen él y Aurelia a su vuelta del internado, y podía ser que tal como le había dicho su padre a Diego, que a la vuelta del internado se enterarían todos de quienes eran en realidad.

Jaime la dio las gracias por su información y le dijo que la llamaría en un par de horas. Estaba anonadado pues acababa de darse cuenta de que cuando se durmió tras el desayuno, había tenido una serie de sueños, y que, esos sueños al parecer se estaban volviendo realidad, pues en el primero de sus sueños se despertaba cuando Andrea le llamaba por teléfono y le decía lo mismo que acababa de decirle. Completamente decidido a hablar con Aurelia y abrir el sobre, entro en el baño meditabundo, y en ese momento comprobó las muchas reformas que habían hecho en la casa, y que estas no eran exactamente las que había soñado, pues faltaba la puerta que conectaba al otro dormitorio. Completamente nervioso y presa de una gran agitación, se puso un bañador y una camiseta, cogió el sobre que le había dado Juani y subió rápidamente hasta la planta superior para comprobar si estaba reformada como la había visto en el primero de sus sueños, y al comprobar que, ahora si era exactamente igual a como lo había soñado, incluso el mobiliario, bajo raudo para sin más dilación hablar con Aurelia y enterarse de lo que contenía el sobre, y si este contenía lo que había soñado.

Como en el segundo de sus sueños, no había nadie más en la casa, solo encontró en la cocina a Eulalia que le dijo que Clo y Eli estaban limpiando las habitaciones y que Juani, Belén, Aurelia y Bárbara estaban en la piscina esperándole. Se dirigió allí rápidamente y pudo comprobar que la piscina era como había soñado, en forma de ocho y con césped a su alrededor. Se acercó a las cuatro mujeres y les dijo:

-       Quiero leer lo que mi abuelo nos dejó. Pero antes quiero contaros algo.

-       ¿Qué te pasa Jaime? – pregunto Aurelia preocupada – Te veo muy mala cara.

-       He tenido unos sueños extrañísimos, - contesto éste – He soñado como me despertaba, como era la reforma de la casa, la de la piscina y todo, casi todo es igual a como lo he soñado. Si el resto del sueño es cierto, lo que se avecina es absolutamente inimaginable.

-       ¿Pero hijo, que has soñado? – pregunto Juani intrigada – Como dice Aurelia tienes muy mala cara.

-       Bueno os contare primero mis sueños y luego abriré el sobre, pues también he soñado lo que contiene este sobre. – dijo Jaime que se sentó en una tumbona – Veréis….

Les conto sus sueños, completos, sin omitir nada hasta que llego al momento en que se había despertado y en el que en el sueño iban el, Andrea, Elena, Paloma, Carmen y Amor, camino de la nave para hablar con Marina.

-       Dios bendito que sueños más espantosos. – dijo Juani – Y lo cierto es que en ellos has soñado cosas reales, pues Erika es quien dirigió la reforma de la casa, es la tía de las compañeras de Aurelia, Aurora y Alba, que su hermano y padre de las gemelas se llama Eduardo y que fue futbolista.

-       También es cierto que Bárbara y yo estudiamos en Sevilla, y teníamos un piso de alquiler que compartíamos con Esperanza, pero solo las tres. – dijo Belén que parecía que los sueños de Jaime le hacían gracia - De tu posible hermana gemela, Elena, no hay nada de nada, pero si es cierto que tenemos un amigo que se llama Pedro, que es de Navarra, pero que tampoco coincide con el personaje de tu sueño, pues no ha estudiado para cura ni mucho menos, es un poco golfo.

-       Yo estoy tremendamente asustada. – dijo Bárbara – Algo de lo que ha soñado puede ser verdad, pues es cierto que Diana, la madre de Clo, se quedó viuda y se vino a vivir con mis padres, y algo raro debió haber en mi embarazo. Lo que si es cierto es que mi padre si me dijo en varias ocasiones que Jaime no era para mí, que me olvidase de ese muchacho.

-       Lo mejor es que leas lo que dejo escrito mi padre. – dijo Aurelia – Y si lo que hay dentro del sobre coincide, empezamos a buscar la nave, pues ya sabremos cómo encontrarla.

-       Sera lo mejor. – dijo Jaime que nerviosamente rompió el sobre – Veamos si mis sueños son ciertos.

Una vez abierto el sobre, saco de su interior otro menor, y de este un envoltorio de burbujas, como la protección de envíos de algo delicado. Por fin dentro de esa protección solo había un sobre, pero ni rastro del saquito de cuero del sueño. Abrió el sobre y leyó nervioso:

“Hoy es día 24 de julio del año 2.004, y creo que mi vida está cercana a terminar. Mañana voy a visitar a una gran amiga a Sevilla, la persona que junto a Juani me merece la más absoluta confianza, y tengo el presentimiento de que quizás sea ella la última persona con la que hable. Por eso estoy escribiendo esto, para que en su día vosotros podáis saber la verdad por mí mismo. Supongo que alguien ya habrá intentado, sin conseguirlo, contaros alguna cosa sobre nuestra verdadera identidad, por lo menos a Jaime, pero lo que voy a contaros, si es la auténtica realidad.

Os dejo esta nota dirigida a mi nieto y a mi hija, para que su madre Juani, os la entregue el día que Jaime vuelva del internado en que habrá cursado estudios hasta los veinte años.

Quiero deciros que vosotros dos, junto a Juani, su hija Belén y sus padres, sois mi única y verdadera familia, pero quiero también dejar constancia que considero como componentes de mi familia a los dos matrimonios que han vivido conmigo, Bernardo y Petra y Juan y Manuela, así como a la hija de éstos últimos. Les aprecio a los cinco profundamente y me consta que ellos también a mí, y por ello he dejado en mi testamento un legado para todos ellos.

Estoy plenamente convencido de que mi nieto será un gran hombre, que liderara, protegerá y cuidara de esa familia, y junto a los otros componentes de la nueva generación, mi hija Aurelia, mi hijastra Belén, la hija de Juan y Manuela, Bárbara, y otra quinta persona que conoceréis, seréis capaces de buscar y encontrar vuestros orígenes, y que una vez descubiertos os sorprenderán.

Creo firmemente que mi nieto a su vuelta tendrá varias premoniciones o sueños, cosa que os ayudará a resolver los enigmas que esta nota os puede causar al leerla.

A D. Simón, el albacea vuestro, le deje un sobre que os deberá entregar cuando hayáis cumplido con los requisitos que hay en mi testamento, y en ese sobre encontrareis más datos, pero insuficientes.

Entre el contenido de ese sobre, los sueños de Jaime y una conversación que debéis de mantener con la madre superiora del colegio donde Aurelia ha cursado estudios, deberéis de completar el puzle, rompecabezas o adivinanza, como queráis llamar a esta nota, pero que realmente es un legado de nuestros antepasados, una profecía que solo yo y mi gran amigo José, el director del centro donde Jaime habrá cursado su instrucción, conocemos.

Jaime te dejo también dentro de este sobre la única fotografía de mi hija Josefina, tu madre, que espero conserves siempre.

Os deseo a todos paz, amor y larga vida”.

Ante la lectura de la carta, completamente igual a lo que Jaime había soñado, a excepción de las referencias a la gorra, todos se quedaron callados, pero no tranquilos, pues la nota era enigmática y dejaba entrever que algo extraño había en sus orígenes, pero que debían descubrir ellos mismos con la ayuda de una persona desconocida. También era evidente que el fallecido Jaime sabia o presentía que su nieto iba a tener sueños, y que esos sueños iban a ser necesarios, junto al sobre que debía de entregarles D. Simón, para conseguir lo que D. Jaime les pedía, averiguar la auténtica realidad de sus orígenes. Juani permanecía en silencio, como intentado encontrar una respuesta en su mente y de pronto dijo:

-       Eso es, ahora sé lo que quería decir, y que he callado antes para no interrumpirte. Esa parte del sueño que dice que la abuela de tu madre era argentina, es verdad, y también es verdad que me lo comento Simón, igual que lo soñó Jaime. Madre de Dios hermoso, estoy temblando pues eso jamás se lo he contado a nadie, se me había olvidado completamente. ¿Sera verdad lo que ha soñado Jaime?

-       Bueno Jaime, saca la fotografía de tu madre. – dijo Belén – Según mi madre era una mujer bellísima y tengo curiosidad por verla.

Como un autómata Jaime hizo lo que le decía Belén y saco del sobre la fotografía, y tras mirarla atentamente se quedó como paralizado, como si hubiese visto a un fantasma, y Juani le pidió que se la dejase comentando a continuación:

-       Si es Josefina, pero no creía que hubiese ninguna foto suya. Jaime las quemo todas cuando falleció su hija. Mira Belén, comprueba lo hermosa que era.

-       Joder sí que era guapa. – dijo ésta cuando tomo la foto entre sus manos – Realmente era muy guapa, y su descripción es como Jaime veía a Elena en su sueño. ¿No es así Jaime?

-       Exactamente igual a la Elena con la que he soñado, - dijo Jaime y se preguntó: - ¿Cómo he podido soñar con ella si jamás la había visto?

-       A ver, dejadme ver esa foto. – dijo Aurelia que cuanto la vio soltó un grito diciendo: - Joder, joder, joder, si es igual que Elena, la sobrina de Sor Carmela . ¡Sera lo que yo me imagino!

-       ¿Y qué te imaginas? – pregunto Juani extrañada - ¿Y a que vienen esas exclamaciones tan horteras?

-       ¿No te das cuenta mama? – volvió a decir Aurelia – Mi padre en su nota dice que Sor Carmela era junto a ti la persona que más confianza le merecía. Y yo sé que la monja veneraba a mi padre, así me lo dijo en varias ocasiones, y también que de joven debió de ser muy hermosa, es más, yo diría que guapísima. ¿No puede ser que la tal Elena sea hija de la monja y de mi padre? Por eso dice en su nota que junto a Bárbara y otra persona que nos presentara la monja, conoceremos nuestros orígenes. Bárbara es hija biológica y la otra ¿Qué es?

-       No digas gilipolleces Aurelia. – le dijo Belén – A mí también me cita, y yo no tengo nada que ver con tu padre, pues yo ya era hija de Juani cuando se casó con ella.

-       ¿Entonces a que se debe su enorme parecido con su hija Josefina? – volvió a insistir Aurelia - ¿Cómo explicas eso?

-       Juani, ¿dónde atendieron a mi madre en el parto? – pregunto Jaime - ¿Quiénes fueron los médicos, la comadrona, etc. que la asistieron?

-       Pues los mismos que a mí, - contesto Juani – Tu abuelo nos llevó a las dos a una clínica privada, primero yo di a luz a Aurelia y luego, a las dos horas, le tocó el turno a Josefina, que tras tenerte falleció. ¿Por qué me haces esa pregunta?

-       Para buscar los antecedentes del parto, hablar con los médicos y averiguar si el parto fue múltiple.

-       Tampoco tiene sentido lo que quieres suponer, - volvió a intervenir Belén – si lo que pasa por tu mente es que Elena es tu hermana gemela, no tiene ningún sentido. Tu propio abuelo reconoce en su nota que D. José era un gran amigo suyo, y si era así ¿Por qué iba a esconder a Elena?

-       Tienes razón, nada es como he soñado. – dijo Jaime meditabundo – Parece que mi abuelo y D. José eran amigos, y lógicamente no ha lugar a lo que yo estaba imaginando.

-       Creo que debemos de ir a visitar a la monja, a Sor Carmela. – dijo Juani – Ella supongo que nos aclarara muchas dudas, y entonces podremos sacar conclusiones, no antes. No creo que mi Jaime tuviese ninguna relación con la monja, pues yo creo que conocía a mi esposo y era un hombre íntegro y honesto, y también conozco a Sor Carmela, una buena mujer. Cierto es lo que dice Aurelia, que veneraba a mi difunto esposo y que debió ser muy guapa, pero es comprensible su veneración hacia Jaime, pues el ayudaba al colegio y a la orden con numerosas y esplendidas donaciones, que aún hoy existen pues así lo dejo en el testamento.

-       Yo no veo a Sor Carmela como una mujer agradecida, más bien como una mujer locamente enamorada. – volvió de nuevo a insistir Aurelia – A mí siempre me ha parecido que la devoción de la monja por mi padre era excesiva. Algo raro tuvo que haber entre ellos, seguro.

-       Pero mira que eres cabezota y mal pensada. – la recrimino Belén – Pero yo no concibo una relación así. Puede que la monja bebiera los vientos por él, pues si era como Jaime, no es de extrañar, pero de eso a que tuviese una hija con tu padre, es inconcebible en cualquier mente normal.

-       Veremos, ya veremos. – dijo Aurelia – Iremos a ver a Sor Carmela y quizás entonces tengas que tragarte tus palabras. ¿Queréis que la llame y que concierte una cita?

-       Si por favor, hazlo. – dijo Jaime – Quiero hablar con esa mujer cuanto antes, y de paso cumplir con lo que mi abuelo dejo escrito, y conocer a esa persona que debe ayudarnos a averiguar nuestro secreto origen.

Se levantó Aurelia del césped donde estaba sentada y se dirigió a la casa para llamar a la monja, y entonces Bárbara dijo:

-       Tengo curiosidad por saber si es realmente cierto lo que soñó Jaime, iré a ver a mis padres y les preguntara claramente si hay algo de verdad en cuanto a la donación de semen de D. Jaime. Otra cosa que no entiendo, y aunque no me preocupa en absoluto, es que según dice en esta carta dejo un legado para los que él consideraba de su familia. Que yo sepa, a Bernardo y Petra les dejo el chalet en Alicante, igual que a los padres de Juani, pero yo no tengo constancia de que ni a mis padres ni a mi nos dejase nada en su testamento. ¿Tú sabes algo de eso?

-       La verdad es que no tengo tampoco constancia de ese legado. – contesto Juani que es a quien Bárbara dirigió su pregunta – Como tú dices solo dejo a mis padres y a Bernardo y Petra, un chalet a cada uno en una urbanización de lujo de Alicante, a mí y a Belén una pensión vitalicia bastante importante, lo suficiente para vivir desahogadamente, y el usufructo de esta casa. También dejo en su testamento un donativo anual, muy importante, para el colegio donde Aurelia ha cursado sus estudios. Aparte de esos legados no me consta ningún otro a favor de nadie, pues todos los demás bienes se los dejo a Aurelia y Jaime. Tampoco entiendo yo ese apartado de la carta de mi difunto esposo.

-       ¿Y a D. simón no le dejaría alguna instrucción sobre ese tema? – pregunto Jaime – Es posible que él pueda dar respuesta a esa pregunta.

-       Vamos a la sombra, no vaya a ser que nos pongamos malos de tomar el sol. – dijo Juani que se levantó – Vayamos al porche que el sol, aunque aún no quema como en pleno verano, nos puede hacer estragos en la piel. Llamare también a D. Simón y le invitare a tomar café para que os haga entrega de los documentos correspondientes y del sobre que según el escrito tiene que daros.

Fueron todos a la casa y ya en el porche encontraron a Aurelia que salía de la casa con el inalámbrico en la mano y cara de sorpresa, y nada más verlos dijo:

-       Acabo de hablar con Sor Carmela, y me ha dicho que vayamos esta noche a las ocho en punto, y me ha sorprendido al decirme que estaba esperando nuestra llamada para concretar esa reunión.

-       Entonces tenemos tiempo de tomar café con D. Simón. – dijo Juani que cogió el teléfono que tenía su hija y mientras marcaba, dijo: - Tenemos tiempo después de atender a Simón de arreglarnos y estar en Sevilla para la cita con la monja. Por cierto, en tu sueño hay otra cosa que no encaja, Dª. Esperanza, la esposa de Simón, falleció hace dos años, debéis de darle el pésame.

-       Realmente Juani espero que mis sueños no sean reales. – dijo Jaime – Si llegasen a ser ciertos, ¿Qué pasaría con la llegada de gente de otro planeta?

-       Joder, pues tiene razón Jaime. – dijo Belén – Según el sueño llegarían a la Tierra la semana que viene.

-       Simón, me ha dicho que no tiene inconveniente en venir esta tarde, - dijo Juani colgando la llamada – pero dice que debemos ir a buscarlo, él no está en condiciones de conducir.

-       Bueno, yo me voy a mi casa, - dijo Bárbara – quiero hablar con mis padres, comeré con ellos y luego si os parece, traigo a D. Simón para tomar café. Yo también quiero ir con vosotros a ver a la tal Sor Carmela, tengo gran curiosidad.

Así quedaron y Eulalia salió en aquel momento preguntándoles que donde iban a comer, que ya eran casi las tres, y Juani le dijo que allí mismo, en el porche, y también que sobre las cuatro y media vendría el viejo profesor a tomar café, que preparase unos postres de chocolate, cosa que al hombre le encantaba.

Durante la comida, los cuatro estuvieron hablando de los sueños de Jaime, sin que ninguna de las tres empleadas llegase a enterarse de nada, pues de momento Jaime no quería que trascendieran sus sueños, y cuando terminaron decidieron esperar a tomar los postres con D. Simón y Bárbara, que llegaron poco antes de la hora prevista. El hombre saludo efusivamente a Jaime y a los demás y felicito a Juani anticipadamente por su onomástica. Tras los postres y el café, tomo la palabra y dijo:

-       Bueno a lo que vamos, - dijo D. Simón tomando el ultimo sorbo de café – D. Jaime en su testamento me nombro albacea de sus bienes hasta que vosotros cumplieseis veinte años y haciéndome de alguna manera responsable de que se cumpliesen sus últimas voluntades, entre las que estaba que estudiaseis donde lo habéis hecho. Realmente vuestro patrimonio lo gestiona una multinacional cuyo presidente es el director del internado donde ha estudiado Jaime, y a decir verdad muy bien, pues ahora es como diez veces mayor que cuando falleció. Solo los bienes inmuebles y fincas agrícolas que poseía, no eran gestionados por esa multinacional y de alguna manera gestione yo. Sobre esta gestión debo deciros, que, con el consenso de Juani, vendí todas las fincas y bienes inmuebles del pueblo, bien a los a los agricultores que explotaban las primeras o a los arrendatarios de las casas. Con esos ingresos se han ido soportando todos los gastos de esta casa, incluso las últimas reformas que se han hecho en ella, y es la única propiedad que os pertenece, que ahora mismo no gestiona la multinacional. Aun así, hay una cuenta en el Banco del pueblo con un saldo importante, unos quinientos millones de las antiguas pesetas, pues la venta de los bienes inmuebles supuso unos ingresos muy importantes. Por otro lado, los beneficios que la multinacional gestiona, un enorme capital compuesto por una cartera de valores, se iban invirtiendo de nuevo, a excepción de unos pagos fijos que D. Jaime había dejado escrito, la pensión a Juani y Belén, un sueldo que me asigno a mi mensual por mí gestión y un donativo fijo anual al convento donde ha estudiado Aurelia. A finales del pasado año la valoración de esa cartera de valores era de unos siete mil millones de euros, más de un billón de pesetas, cifras que marean, una verdadera fortuna. Sobre esto último solo he intervenido en comprobar las cuentas que anualmente enviaba la Sociedad inversora y aceptaba las cifras en vuestro nombre.

-       Nada nuevo tengo que hacer yo, pues hace menos de un mes firme ante un Notario que se habían cumplido todos los requisitos que D. Jaime había recogido en su testamento y que podíais haceros cargo de vuestra herencia sin ningún problema. Como los bienes ya están a vuestro nombre, tanto la casa como la cartera de valores, mi misión era que se cumplieran los deseos de D. Jaime, que gestionase sus bienes inmuebles y supervisara las cuentas de la sociedad inversora que gestiona vuestra cartera de valores, cosa que he procurado hacer lo mejor posible. Los bienes inmuebles están todos vendidos, a excepción de esta casa, y el importe de esas ventas, la mitad está en una cuenta corriente a la vista y el otro 50% aplicado a la cartera de valores que gestiona la Sociedad inversora.  Por eso, como ahora solo tenéis la propiedad de la casa y el saldo de la cuenta en el banco de lo que yo gestionaba y vuestra participación en la cartera de valores que yo solo supervisaba, solo me queda entregaros el acta notarial en la que reconozco que se han cumplido los deseos del difunto. Me quedo realmente liberado de una carga que cuando me hice cargo de ella creía que no podría realizar, pero me siento satisfecho de haberlo hecho y que se hayan cumplido los deseos de Jaime, un buen hombre y un excelente amigo.

-       Por cierto, se me olvidaba, esto también tenía que entregároslo tal día como hoy.

Alargo a Aurelia un sobre que sacó del bolsillo de su chaqueta, un sobre normal doblado por la mitad. Agradeció a todos su amabilidad y su buen acogimiento y rogo a Bárbara que lo volviese a llevar al pueblo, pues tenía una partida de domino con otros amigos. Así lo hizo esta y pidió a Belén que la recogiesen ellos cuando se fuesen para Sevilla. Nada más salir el coche de Bárbara de la finca, Aurelia abrió el sobre que le entrego D. Simón, y dentro solo había una llave y una nota, que decía:

“Esta llave es la de un apartado de correos de Sevilla, y que contiene una serie de documentos que debéis de conocer los cinco que nombre en mi carta y que deje a Juani”

-       Coño, pues me he quedado con las ganas de enterarme de algo, pero espero que esta noche podamos saber algo más. – comento Aurelia - Voy a ver por internet que horario tienen en Correos.

-       Es realmente extraño, pero lo que nos ha dicho D. Simón es exacto, completamente exacto a lo que soñé. – dijo Jaime – Parece que parte de mis sueños si son ciertos y otros no.

-       Hemos de darnos prisa, cierran a las ocho, - dijo Aurelia instantes después y una vez consultados los horarios - y debemos de ir antes de las siete y media, para no llegar tarde a la cita con Sor Carmela.

Subieron todos a cambiarse de ropa y Belén llamo a Bárbara para que les esperase en unos minutos, que a las cinco y media la recogían, ya que tenían que recoger antes unos documentos en Correos y que si se retrasaba ellos se iban. A las cinco y veinte, Belén saco de la cochera un todo terreno de última generación, de color negro y con seis plazas y aparco frente a las escaleras del porche para que subiesen Juani, Jaime y Aurelia, pero esta última dijo:

-       Mama, quiero conducir yo, me hace mucha ilusión llevaros.

-       De eso nada, ni loca dejo que tú me lleves. – dijo Belén – Estas como una cabra y conduces como una loca. Además, tienes recién sacado el carnet y tenemos prisa.

-       Vaya por Dios, quien hablo. – dijo Juani – Esta también es una loca conduciendo, porque no dejáis que sea Jaime el que conduzca.

-       Lo siento Juani, no tengo carnet de conducir, deberé de convalidarlo, pues a pesar de que se conducir correctamente y tengo muchos kilómetros recorridos, mi licencia es de USA y no me gustaría tener ningún problema. – dijo Jaime - ¿Por qué no lo llevas tú misma?

-       No, mejor dejamos que sea Belén. – contesto la aludida – Yo prácticamente nunca conduzco, además yo soy excesivamente prudente y hoy tenemos prisa.

Subieron al vehículo, Aurelia delante y Jaime y Juani en los asientos de la segunda fila y cinco minutos después recogían a Bárbara, a la que nada más subirse le pregunto Jaime:

-       ¿Has hablado con tus padres?

-       Sí, he hablado con ellos. – contesto ella – Y tus sueños son ciertos, todo ocurrió como lo has soñado, tu abuelo fue el donante y el que llevo a mis padres a Madrid para someterse a las pruebas de fertilidad. Pero nada les he dicho de tus sueños, les he dicho que ya les explicare como me he enterado, que tenía prisa y que a la vuelta o mañana, si vuelvo tarde, les explicaría todo. Y ahora dime tú, ¿Qué contenía el sobre que os dio D. Simón?

-       Léelo tú misma, - dé dijo Jaime alargándole la nota – Realmente nada, vamos lo primero a ese apartado de correos para ver que contiene.

-       Coño, que extraño es todo. – dijo Bárbara - ¿Quién es realmente la tal Elena?

-       Ni idea, no tenemos ni idea. – dijo Jaime – esperemos que lo que hay en el apartado de correos, o lo que nos diga la monja, nos aclare quién es.

Hicieron el resto del camino intentando sacar conclusiones, pero sin llegar a nada concreto y a las siete menos cinco Belén aparco frente a la oficina de Correos, a la que entraron Jaime y Aurelia y que salieron a los pocos minutos llevando el primero en su mano un sobre. Inicio de nuevo la marcha Belén pues estaban aparcados en zona prohibida y se dirigieron al colegio que estaba en las afueras de la ciudad. Aurelia se volvió y le dijo a Jaime:

-       Anda abre el sobre a ver que averiguamos.

-       Tenemos tiempo, son las siete y diez, - dijo Juani – aparquemos frente al colegio que hay sitio y unos bancos, allí podremos leer tranquilamente lo que contiene ese sobre.

Así lo hicieron, y quince minutos después aparcaban muy cerca del colegio, y Jaime, con Juani a un lado y Aurelia al otro se sentó en un banco, mientras Bárbara y Belén, se situaban detrás de el para intentar ver el contenido del sobre, que Jaime abrió y de él saco otros dos sobres, uno marcado con el 1 más pequeño y otro marcado con el 2 más grande y voluminosos. Abrió el señalado con el número uno, y leyó:

- “Hoy es día 25 de julio del año 2.004, acabo de visitar a una gran amiga aquí en Sevilla, Sor Carmela, a la que me une una enorme amistad y a la que tengo un cariño muy especial, es la persona que junto a Juani me merece la más absoluta confianza, y tengo el presentimiento de que ha sido ella la última persona amiga con la que he hablado. Por eso estoy dejando este escrito en un apartado de correos que he pagado hasta diciembre del año 2.024, ya que supongo que antes de esa fecha lo habréis retirado.

- Le he dicho a mi amiga que dentro de veinte años vendréis a visitarla y que ella entonces deberá de presentaros a una persona muy especial, la quinta que cito en el escrito que deje a Juani. Espero que Sor Carmela siga viva para esas fechas y dirigiendo el colegio que yo financie a su congregación hace años, y para el que he dejado en mi testamento una donación anual por el importe necesario para su subsistencia, pero condicionado a que sea ella la directora del centro hasta que ella misma nombre a su sustituta.

- Si cuando leáis esta nota ya habéis hablado con ella, entenderéis todo, y solo tendréis que abrir el sobre dos. En caso contrario, si ya tenéis conocimiento de lo que contiene el sobre dos, y no habéis hablado con Sor Carmela, cuando ella os explique los motivos por los que os remito a ella, entenderéis el contenido del otro sobre y en el que hay un documento notarial que debéis leer y hacer que se ejecute en todos sus puntos.

- Después tendréis que encontrar más datos basados en los símbolos que Jaime habrá soñado.

- Os deseo, paz, amor y larga vida.”

-       Seguimos sin enterarnos de nada, - dijo Aurelia – Abre el otro sobre.

-       Es solo un acta notarial. – dijo Jaime una vez que hizo lo que Aurelia le pedía – Solo eso, y está fechado el mismo día que la nota, el 25 de julio de 2.004.

-       ¿Y qué dice esa acta notarial? – pregunto Belén – ¿Que debemos de leer y ejecutar?

Leyó Jaime en silencio y luego les explico que era una extensión y una modificación a su herencia, la extensión era que legaba un chalet anejo a los que en su día dono a los padres de Juani y a Bernardo y Petra, y una cuenta a nombre de D. Jaime, que también legaba a Juan y Manuela, una cuenta con saldo suficiente para afrontar todos los gastos del chalet por un periodo de unos treinta años, más impuestos e imprevistos. En cuanto a la modificación era que todos sus bienes legados a Jaime y Aurelia, se hacían extensivos a Bárbara y a Elena, y a esta además le daba también sus apellidos, siendo desde ese momento cuatro partes iguales para cada uno de ellos. Bárbara abrió su boca con una mueca de verdadero asombro, pues se acordó de las cifras que cito D. Simón, por lo que a ella le correspondían cerca de 2.000 millones de euros, y dijo:

-       Yo no puedo aceptar semejante legado, es una locura, no me siento merecedora de ello.

-       ¿Y yo, la tal Elena y Jaime si lo somos? – pregunto Aurelia muy seria - ¿Y porque Juani y Belén, no son merecedoras? Pero lo que está claro es que Elena también es hija de mi padre y de la monja de los cojones.

-       Yo ya tengo suficiente, más de lo que nunca hubiese esperado. – dijo Juani emocionada por las palabras de su hija – Yo fui amada por Jaime y eso es el mejor legado que me podía dejar, y además tengo la vida completamente resuelta, al igual que Belén, pues la renta vitalicia que nos dejo es muy elevada. Y antes de sacar conjeturas esperemos a ver que nos cuenta Sor Carmela.

-       Bueno, seguimos sin enterarnos de nada. – dijo Jaime – Vamos a ver a la monja, y que ella nos aclare las dudas, por lo menos así lo deja escrito mi abuelo.

Se dirigieron al colegio y les recibió una monja que le hizo pasar al despacho de la directora y les pidió que se sentasen a esperar a Sor Carmela, que en unos minutos estaría con ellos. A las ocho en punto se abrió la puerta y apareció una mujer vestida de seglar, pero sus vestimentas indicaban claramente su condición de monja, era de unos cuarenta y pocos años y muy agraciada a pesar de no estar maquillada, dando la impresión de que en su juventud debió de ser una mujer bellísima, pero cuando vio a los presentes palideció y pareció que iba a desmayarse, pues se apoyó en la mesa y con gran lentitud se sentó en el sillón de su despacho mirando atónita a Jaime. Fue Aurelia la que la pregunto solicita:

-       ¿Se encuentra bien sor Carmela?

-       Sí, estoy perfectamente, - respondió la mujer ya más calmada – es que al ver al muchacho he revivido los mejores momentos de mi vida, pues es el vivo retrato de Jaime, el mejor hombre del mundo, al único que he amado y al que seguiré amando hasta mi último suspiro.

Rompió a llorar amargamente y los cinco visitantes se quedaron sin palabras, y Aurelia se volvió hacia Belén con una mirada de complicidad y como diciéndole: Ya te lo decía yo. Fue Juani la que se levantó y puso sus manos sobre los hombros de la monja a la vez que la decía:

-       Entiendo sus sentimientos, Jaime era un hombre extraordinario, maravilloso y único.

-       Creo que te confundes, - dijo la mujer recuperando su prestancia y cogiéndole las manos a Juani – Yo le amaba, pero el solo me apreciaba, me hizo sentir persona, me hizo sentirme una mujer, me hizo sentirme útil y me demostró lo que es la verdadera amistad. Os contare como lo conocí, y luego os explicare lo que él quería que os dijese. Jaime me dijo que vendríais a verme por estas fechas, pasados veinte años desde la última vez que lo vi, pero esperaba que fuese dentro de un mes o dos, tampoco esperaba encontrarme con un muchacho que es su reencarnación, es igualito a Jaime, más joven pero igual.

-       Bien como he dicho, os contare como conocí a Jaime.