El soñador. Capítulo 11.-
Aparece de nuevo Amor y a través de ella se enteran de la profecía
Capítulo 11
Se enteran de la profecia
Día 24 de junio (lunes)
Había empezado el día 24, eran las cero horas y veinte minutos, y Aurelia y las gemelas estaban investigando en el ordenador de la nave, pues ahora que les era asequible por el idioma ya no tenían miedo a hacer algo que pudiese ser peligroso. Por eso dentro de la página principal, teclearon la opción número 4) desbloqueo de utensilios, y comprobaron que en los paneles laterales aparecían una especie de armarios, más bien las puertas de unos armarios, pero sin tiradores, y sobre cada uno de ellos un rotulo luminoso que indicaba lo que había dentro de cada uno de los apartados. Les llamo poderosamente la atención uno que decía “Uniformes”, pero no sabían cómo abrirlo hasta que Aurora se apoyó en otro y este de abrió.
- Anda si se abren presionando hacia dentro.
Procedió entonces Alba a presionar el departamento que a ellas les había llamado la atención y se abrió, comprobando que dentro había un número indeterminado de prendas, como bañadores de color azul, un azul igual al de la gorra del Gran Maestro. Tomo uno Aurelia y colocándolo delante de ella comprobó que era diminuto, como para una muñeca, y realmente no era un bañador, era una especie de mono de buceo que incluía hasta los pies. Al ver la prenda comprendieron que solo quedaban sin cubrir las manos y la cabeza. Empezaron a curiosear la prenda sin saber a ciencia cierta para que servía aquella miniatura, pero pronto se dieron cuenta de que era un material extremadamente flexible, que daba enormemente de sí.
Fue Aurelia la que tomo la iniciativa y se desnudó rápidamente, quedándose solamente con unas pequeñas braguitas, y entonces intento colocarse la prenda. Como el único sitio lógico para colocársela era metiendo los pies por el cuello de la prenda, como si fueran unos pantalones, así lo hizo. Todo fue bien hasta que el tejido rozo con la tela de las braguitas y entonces dejo de dilatarse por mucho que Aurelia intento subir aquel extraño mono, que ya tenía enfundado en las piernas. Entonces dijo:
- Joder no puedo, debe de ser que para ponerse este modelito se debe de estar en pelotas.
Volvió a sacar las piernas del mono, y procedió a quitarse también la prenda íntima, y de nuevo intento colocarse el mono, y ahora no tuvo ningún problema y consiguió colocárselo completamente metiendo también los brazos. La prenda se ajustaba perfectamente al cuerpo de Aurelia que jocosamente dijo:
- Anda coño, con estas prendas no hace falta talla, se ajusta al cuerpo ella solita.
- Pues te queda de escándalo. – comento Alba – Te queda de puta madre, con el puesto si entras en una discoteca causas furor, estas monísima.
- Ostias, y la parte de los pies es como si tuviese suela de zapato. – rio alegremente Aurelia – esta prenda es comodísima.
Ni cortas ni perezosas, las dos gemelas imitaron a Aurelia y en cuestión de pocos minutos las tres estaban completamente uniformadas, y Aurora comento:
- Lástima que no tengamos un espejo en que podamos ver cómo nos queda.
En ese momento una especie de alarma, las sobresalto, de tal forma que con el susto ni se dieron cuenta de que se sentaban mirando alucinadas a las pantallas, pues en ellas apareció la cara de una mujer morena, con cara de actriz de cine, guapísima, melena larga lacia y negra, con unos ojos grandes y también negros, que decía:
- ¿Quién está ahí?
Aurelia mirando asombrada a la joven dijo:
- Yo soy Aurelia, ¿Y tú quién eres?
- Me llamo Carmen. – contesto la joven – Teníamos localizada vuestra nave desde hace más de trescientos años, y hoy he comprobado que habéis conectado la radio, por lo que me he decidido a entablar conexión con vosotros.
Aurora y Alba la miraban alucinadas sentadas en los sillones de mando, y entonces Carmen volvió a decir:
- Por los uniformes, ya veo que sois tripulantes. ¿Quién está al mando de la nave?
- Jaime, el nuevo Gran Maestro. – dijo sin pensar Aurelia - ¿Y tú quién coño eres? ¿Desde dónde llamas?
- Ya os he dicho que soy Carmen, soy la heredera de la rama de los científicos, ya que mi padre ostenta el título de “Gran Científico”. Y os llamo desde mi nave, pero como estoy relativamente cerca me voy a acercar donde estáis vosotras. Tengo las coordinadas de la situación de vuestra nave.
- Joder, no puedes hacer eso, - dijo Aurelia – Pueden localizarte y cualquier caza podría derribarte.
- Eso es imposible. – y soltó una carcajada Carmen – Mi nave es invisible para vuestros radares terrícolas, pues yo viajo constantemente y nunca me han localizado. Estoy con vosotras en menos de diez minutos.
Se apagó la conexión y Aurelia completamente asustada busco en sus ropas, que estaban esparcidas por el suelo y precipitadamente cogió su móvil y llamo a Elena, pues creía que ella la entendería mejor que Jaime. Cuando Elena, que estaba en ese momento hablando con Juani, Erika y Belén, se enteró de que una nave iba a aterrizar en la finca en diez minutos, le dijo a Juani que despertase a Jaime que venía una nave, y salió disparada hacia donde estaba el lago seguida de Belén y Erika.
Cuando llegaron a la altura del lago, jadeantes y sin resuello, vieron a Aurelia y a las gemelas completamente aterrorizadas al lado de la entrada al subterráneo, y a las tres vestidas con aquellos extraños uniformes azules. No les dio tiempo a reponerse, ni a hacer ni una sola pregunta, ni a decir ni una palabra, pues sobre sus cabezas, a unos veinte metros, apareció como de la nada una esfera luminosa como de unos cuatro metros de diámetro, y que lentamente bajo hasta quedar a unos veinte centímetros del suelo. Al igual que en su nave, de pronto en uno de los lados de la esfera se formó una abertura oval, como de dos metros por uno, y bajo una pequeña escalera de tres peldaños.
Por la abertura apareció una mujer morena, joven, guapísima, pelo lacio largo y negro, y que esbozaba una radiante sonrisa. Iba vestida exactamente igual que Aurelia y las gemelas, pero su uniforme era de color violeta, y que realzaba aún más las soberbias formas del cuerpo de aquella extraordinaria mujer. Se quedó mirando extrañada a Elena, Erika y Belén, y luego miro a Aurelia y las gemelas, a las que pregunto, señalando a las primeras:
- Coño, ¿Y estas quiénes son? ¿No son tripulantes?
- ¿Cómo has aparecido de la nada? – pregunto completamente asombrada Elena - ¿De dónde ha salido tu esfera?
- Mi esfera, como tú dices, es mi nave particular. – dijo la morena – Y no ha aparecido de la nada, lo que pasa es que su velocidad impide ser vista hasta que se detiene. Yo me llamo Carmen, ¿Y vosotras?
- Yo Elena, esta Erika, y la otra Belén. – dijo Elena ya más sosegada – Y las tres que van disfrazadas como tú son Aurelia, Aurora y Alba. ¿Y tú quién eres y de dónde vienes?
- Ya se lo he dicho a Aurelia. – dijo Carmen – He hablado con ella por radio.
- Dice que es la hija del “Gran Científico”. – explico Aurelia – Si es cierto lo que dice, debe de ser una de los descendientes de la rama que se separó de los viajeros del espacio cuando se dirigían a Kabu, hace 2.500 años.
- Pues tu cara me suena mucho, - dijo Carmen observando a Elena – Diría que te he visto en alguna parte.
En ese momento llegaba corriendo Jaime, y a distancia de él Juani y Eduardo. Carmen al ver a Jaime dijo:
- Vaya ejemplar. Ya lo quisieran pillar las hembras de mi ciudad, con el hambre que allí pasan las pobrecitas. – y cuando llego Eduardo, jadeando y mirando asombrado a la extraña morena y a sus hijas vestidas de aquella guisa, Carmen acabo diciendo: - Pues este tampoco está nada mal, también es un buen ejemplar para la reproducción.
- ¿De dónde ha salido esta? – pregunto Eduardo mirando a Carmen, y luego dirigiéndose a sus hijas - Y vosotras ¿de dónde habéis sacado esas ropas?
- Por las barbas de Belcebú – exclamo Carmen mirando a Jaime y a Elena alternativamente – Ya sé dónde os he visto, sois la reencarnación de los profetas de nuestra raza.
- Dice que es la hija del Gran Científico. – intervino Aurelia – Se ha conectado, no sé cómo, con la nave y nos ha dicho que venía a conocernos, y en diez minutos ha aparecido dentro de su bola mágica. Todo esto es la ostia.
- ¿No puedes apagar tu esfera? – es lo primero que dijo Jaime dirigiéndose a la recién llegada – Su luminosidad es enorme y se podrá ver desde muy lejos, y no creo que en estos momentos estemos en situación de llamar la atención.
Sin decir nada, Carmen se volvió hacia su esfera y señalándola con el dedo hizo que esta empezase a ascender, y a unos veinte metros desapareció dejando solo una especie de estela de color que se difumino a los pocos segundos. Se volvió a Jaime y le dijo:
- Ya está, ya no llama la atención de nadie.
- ¿Y ahora como te iras? – pregunto Belén sorprendida por lo que había hecho Carmen.
- Pues cuando quiera irme, la llamo. – le respondió sonriendo esta – Pero de momento no tengo ningún interés en irme, quiero hablar con vosotros y contaros la situación por la que estamos pasando los de mi raza, y ahora estoy convencida de que vosotros podréis ayudarnos. Por su apariencia es evidente que Jaime y Elena son los elegidos para ello.
- Pues entonces acompáñanos a la casa y allí nos explicas cuáles son tus problemas. – Dijo Juani que recuperaba entonces el aliento – Yo ya no estoy para estos trotes y necesito tomar una copa de vino, que me tranquilice. Entre la carrera, la bola de luces que desparece, la forma de vestir de mi hija, sus amigas y la recién llegada, estoy para que me atienda un psicólogo.
- Por favor acompáñanos, - le dijo Eduardo ofreciéndole su brazo a Carmen y dando evidentes muestras de que la muchacha le había impactado – Tienes que contarme cómo funciona tu nave. Es espectacular.
- Bueno, como mi hermano ya ha encontrado pareja, - dijo jocosamente Erika – Yo me voy a quedar con mis sobrinas y voy a ver si encuentro un modelito de esos para mí. Pero no se os olvide relevarnos, también tenemos curiosidad por saber de dónde viene Carmen, ¿Vale?
- No os preocupéis, a las dos vendrá alguien a relevaros. - le dijo Jaime que siguió a Juani, Elena y Belén que a su vez seguían a Eduardo con Carmen cogida de su brazo – Y ya os contaremos de que va todo este lio.
Cuando llegaron a la casa, Juani entro en la cocina y salió con dos botellas de vino y varios vasos, y dirigiéndose a los otros, les pregunto:
- ¿Alguien me quiere acompañar?
- Pues a mí no me importaría probar eso. – dijo Carmen - ¿Eso es el vino?
- Yo también tomare una copa, - dijo Eduardo – el momento lo merece.
- Coño y tu nueva acompañante, - dijo en tono de burla Belén – Nunca te había visto tan interesado por una mujer, Eduardo.
- No es una mujer normal, ella es una extraterrestre, - rebatió Eduardo – y además como yo pensaba que serían, vestidas como personajes de un comic y bellísimas.
- Bueno, pues sentémonos y que Carmen nos cuente su historia, - dijo Jaime – Yo también tomare una copa de vino.
Se sentaron en la mesa del porche y Juani sirvió una copa de vino a cada uno, y Carmen tras saborearlo, dijo:
- Es muy bueno, nunca había probado algo así. Ahora os contare mi historia, pero primero tengo que aclararos una cosa, sobre todo a Eduardo, no soy extraterrestre. Yo nací en este planeta.
- Coño, y ¿Dónde naciste? – pregunto asombrada Elena - ¿Cómo podéis tener esas esferas sin que nadie las haya visto?
- Por favor ponerme otra copa de vino, esta riquísimo. – dijo Carmen apurando lo que le quedaba en su copa – Os voy a contar brevemente la historia de mis antepasados, y entonces comprenderéis todo, no intentéis anticiparos con preguntas, pues creo que cuando termine de explicaros tendréis las ideas mucho más claras. Veréis…
“Yo soy la hija del actual Gran Científico, y mi historia se remonta al año 165.540, de la era de mis antepasados, unos dos mil quinientos años antes de la era actual en la Tierra. Mis antepasados abandonaron su mundo de forma provisional, porque habían decidido destruir su tecnología. Esa destrucción irradiaría durante una larga etapa, muchos años, una contaminación y un calor superior a lo que nuestros cuerpos permiten, e iniciaron ese éxodo para salvar a nuestra raza.
En el año que he citado, la rama de los científicos, autores de todos los avances tecnológicos de su abandonado mundo, decidió que no querían ser partícipes del proyecto de las otras ramas de nuestra raza, de las otras tres, que pretendían crear una forma de vida estable en Kabu, y en el futuro dejar a sus descendientes la iniciativa para que esos hijos o nietos decidieran si debían de volver algún día a los planetas gemelos, nuestro verdadero mundo.
Por eso, la rama de los científicos, decidieron desviarse de la ruta de las otras ramas, para desembarcar en este planeta, donde ellos por si solos iniciarían una forma de vida diferente y prepararían a sus descendientes para volver a nuestro antiguo mundo, cuanto antes.
Este planeta lo conocían todos, pues en el habían desembarcado hacia muchos milenios, otros antepasados de nuestra raza, antepasados que fueron abandonados en este planeta a su suerte, sin tecnología, sin armas, y sin instrucciones, para que iniciasen una nueva descendencia.
Los científicos desembarcaron con solo cien naves de trasporte y veintiuna de combate, entre las que estaba una de las cuatro que son muy especiales y mucho más perfectas que el resto, y que corresponden a cada uno de los grandes de cada rama. Desde entonces los científicos, sintiéndose desdeñados por las otras tres ramas, decidieron romper todo contacto con ellos, y a pesar de ser inferiores en número, pues su rama junto a la de los místicos era la más reducida, tecnológicamente eran los más y mejor preparados de toda nuestra raza, y consiguieron bloquear cualquier posibilidad de que los demás pudiesen localizarlos.
En este planeta en aquellas fechas sus habitantes eran realmente muy atrasados y mis antepasados procuraron aislarse de ellos completamente, pasando inadvertidos para todos. Desde entonces solo una idea los guiaba, conseguir la inmortalidad, y experimentaron con todo tipo de plantas, terrestres y marítimas, barros, lodos e incluso excrementos de animales y personas, y consiguieron crear unos medicamentos que daban una extraordinaria longevidad, pero jamás la inmortalidad.
A su vez, acuciados por los avances de los habitantes del planeta, tuvieron que usar su tecnología para no ser descubiertos, pues su única intención era volver a los planetas gemelos, sin inmiscuirse ni contactar con los habitantes del planeta. Los avances en este campo fueron principalmente la modificación de las naves, que las transformaron en esferas, con una velocidad infinitamente superior a las anteriores, y las dotaron también de un poder bélico muy superior.
Mis antepasados vivían en la península del Yucatán, en una zona de selva completamente retirada del resto de los habitantes de la Tierra, pero en un momento dado pudieron comprobar que desde Kabu venían naves para colonizar el planeta, eso hace unos quinientos años, y entonces decidieron trasladar toda su ciudad al fondo del océano, en una zona profunda cerca de las islas Caimán. Allí tenemos nuestra ciudad los pocos descendientes que quedamos de nuestra raza.
Hemos permanecido escondidos, viendo las locuras que han ocurrido en este planeta los últimos años y haciendo que nuestra gran y única meta se reforzase, la de volver a los planetas gemelos.
No obstante, en los últimos años, nuestra raza se ha visto diezmada, no sabemos aún el motivo, pero quizás entre los experimentos nuestros, la contaminación del planeta, incluida la de los mares, o el efecto de los medicamentos en nuestros descendientes, estén los motivos. Lo cierto es que actualmente habíamos conseguido una longevidad que ronda los mil años, pudiéndose comparar a uno de nosotros con 800 años a un habitante normal de la Tierra de 80. No obstante el crecimiento de nuestros hijos es igual, desde el nacimiento hasta los 18 años, y entonces empieza nuestra mutación, manteniéndose el individuo con ese aspecto hasta los 200 años, y se puede decir que, a partir de ahí, cada 100 años equivales a 10 de los vuestros.
Pero el problema surgió cuando la posibilidad de concebir se ha reducido, pues en los últimos años en el parto más de la mitad de las hembras fallecen, y solo en uno de cada 50 partos sobrevive el niño. A su vez los varones al llegar a los 150 años, vuelven a ser como vosotros, vuelven a envejecer año a año, con lo que no queda ninguno de más de 220 años, y la mortandad entre ellos ha sido masiva en los últimos tiempos.
En la actualidad solo quedamos escasamente 3.000 habitantes, de los cuales la mayoría tienen más de 200 años, y lógicamente son hembras. Del resto, entre los 20 y 200 años quedamos solo unas 300 hembras y 56 varones, pero ninguna hembra está dispuesta a quedarse embarazada de los varones que sobreviven ante las enormes posibilidades de fallecer, pues las investigaciones que hemos realizado nos indican que la muerte de la hembra y el feto se debe a la trasmisión de una especie de virus del macho. Las hembras parece que estamos a salvo de ese virus.
Mi padre, que actualmente tiene 185 años, y un aspecto de un hombre de la tierra de 55, recibió instrucciones de mi abuelo que descubrió vuestras naves y donde estaban escondidas, y desde entonces las han estado vigilando para comprobar si tenían alguna actividad. Hace unos veinte años pudimos comprobar que la nave que está en México empezó a tener actividad radiofónica y nos enteramos de las intenciones que tenía El Gran Jefe, pero mi padre decidió que no íbamos a hacer nada hasta que el nieto de ese majadero se hiciese cargo del mando, cosa que iba a ocurrir antes de que llegase la nueva oleada de habitantes de Kabu.
Físicamente no habíamos podido veros, pero os seguíamos constantemente en tres esferas como la mía, pasando totalmente desapercibidos a los ojos de los terrestres. Ese seguimiento ha sido solo mediante la captación de vuestros mensajes, de teléfono o radio, pero la propia velocidad de nuestras naves impide conseguir otro tipo de seguimiento, pero eso sí, sabiendo en todo momento en que zona estabais, lo que hacíais y lo que hablabais.
Mi misión era vigilar vuestra nave, y contactar con vosotros si teníais alguna trasmisión con la nave que se acerca antes de su llegada, y comprobar si realmente la profecía de nuestros antepasados, trasmitida solamente de forma oral de generación en generación, es cierta. En ese caso sabríamos que nosotros os podríamos ayudar y vosotros, a su vez, podríais ayudarnos a nosotros. Y aquí estoy, ya que habéis intentado contactar conmigo y evitar una catástrofe.
- ¿Y qué habría pasado si nosotros no hubiésemos detenido a la nave que viene? – pregunto Jaime - ¿Qué habrías hecho en ese caso?
- Yo nada, - contesto Carmen a la que se la notaba algo extraña – mi misión es solo vigilar vuestra nave y los movimientos que podáis hacer. Pero mi padre tenía previsto abordar a la nave si se acercaban lo suficiente para poner en peligro la vida de este planeta. Una sola esfera nuestra, una de las grandes, puede destruir en segundos cien flotas como la que vinieron hace quinientos años, y tardaría en llegar hasta ellos solo unos minutos, luego dejarían la nave junto a las otras que dejaron vuestros antepasados y trasladarían a los tripulantes a mi ciudad. Por eso podíamos esperar sin inquietud.
- Conforme, doy por cierto que lo que dices es verdad, pues he visto tu esfera. – dijo Jaime – Pero que ayuda nos podéis facilitar vosotros, y que ayuda es la que pretendéis de nosotros.
- Muy sencillo, - sonrió Carmen bobalicona y sirviéndose otra copa de vino – Nosotros podemos trasportar a todos los tripulantes de la nave en una esfera grande en pocos minutos sin que nadie nos vea. Solo tenéis que decirnos donde los dejamos.
- En cuanto a vuestra ayuda, esta … está, clara. - hipo Carmen – Solo necesitamos varones para nuestras mujeres, y en la flota vendrán unos cuantos. Aunque yo … me quedo con … Eduardo.
De pronto su cabeza cedió y su frente choco contra la mesa, dando la impresión de que estaba completamente ebria.
- Por el amor de Dios, - dijo Juani – si solo se ha tomado tres copas y ha pillado una cogorza de órdago.
- ¿Cuántos años debe de tener Carmen? – pregunto Belén mirando a Eduardo con burla - ¿Ciento cincuenta?
- Pues da la impresión de tener dieciocho o diecinueve. – dijo Elena – Yo creía que su ayuda se refería a eso, a ayudarnos a vivir mil años.
- Deberíamos despertarla, no puede quedarse dormida. – dijo Eduardo preocupado – Ha pillado un pedo de cuidado y le haría falta un buen baño para despejarse.
- Si, es posible que si la llaman los suyos y no contesta, - intervino Jaime – la vengan a buscar y nos encontremos en una situación difícil.
- Bueno, pero si ha aportado soluciones, - dijo Elena – Ya podemos decir a Marina que deje la nave junto a las otras, orbitando en Saturno, y que los científicos trasladen a su tripulación a la ciudad de Carmen, si es que tienen suficiente espacio en esa ciudad submarina. Con eso de momento se solventarían todos los problemas.
- Bueno, lo primero que hace falta es que esta se despeje. - comento Belén zarandeando a Carmen y consiguiendo que esta reaccionase – Ven, vamos a darte un baño en la piscina y veras como te sentirás mejor.
Ayudada por la propia Belén y Elena, Carmen se dejó llevar hasta la piscina, dando muestras de que efectivamente las tres copas de vino la habían dejado bastante colocada, pero nada más ver la piscina, dijo:
- Coño que bien, agua dulce, me voy a dar un baño.
Ni corta ni perezosa, cogió su vestimenta por el cuello, y con una facilidad que sorprendió a todos, la tela de su extraño uniforme cedió y se lo quito rápidamente, como si de un bañador se tratase, quedando completamente en cueros y lanzándose a la piscina como si fuese un pez, pues así parecía nadar, dando unas brazadas cortas pero enérgicas y recorriendo el largo de la piscina en solo segundos, pues parecía volar más que nadar.
Sorprendida por la actitud de la muchacha y con la prenda que acababa de quitarse en sus manos, Juani miraba perpleja como nadaba Carmen y a su vez el uniforme que tenía delante de sus ojos y que ahora parecía una especie de miniatura. No pudo evitar decir:
- Esta prenda es tan sorprendente como su dueña, pero al igual que ella es fascinante, y el tejido con el que está confeccionada tiene un tacto suavísimo. Jamás había tocado algo que tenga una textura similar.
- Pues a lo mejor Eduardo quiere comprobar si su dueña tiene esa misma textura. – dijo Belén riendo – Fijaros con qué cara de idiota la mira, como si no habría visto en su vida a una mujer desnuda.
- Lo cierto es que no tiene un defecto, - comento Elena – vaya perfección de cuerpo y vaya perfección también en su forma de nadar. Es alucinante esta chica.
- Esta chica que Dios sabrá cuantos años tiene. – dijo Juani, y dirigiéndose a su hija – Anda ve a por una toalla para que se tape cuando salga del agua.
Así lo hizo Belén, y los pocos minutos volvía con una bata y una toalla, coincidiendo con que Carmen salía del agua, por lo que, interponiéndose entre la mirada de Jaime y Eduardo, ayudo a la bañista a colocarse el batín de baño. Una vez cubierta, Carmen que parecía que su baño la había despejado completamente, dijo:
- Vivir aquí tiene que ser como vivir en nuestro antiguo mundo, que paz, serenidad y felicidad se respira en esta casa.
- Me alegro que así te parezca, - la dijo Belén – pero también hace un frio de mil demonios en invierno, a lo mejor entonces no te parecería tan maravilloso vivir aquí.
- Y como dice mi hija, - intervino con un tono de voz molesto Juani – en invierno no podrías bañarte en pelota picada. ¿Cómo has podido desnudarte delante de Jaime y Eduardo?
- No creo que a ellos les haya molestado en absoluto. – la contesto con descaro Carmen – Es más yo diría que les ha parecido algo bonito, algo que no esperaban pero que les ha gustado.
- Bueno, vamos a lo que realmente importa, ¿te encuentras bien? – pregunto Jaime y ante el gesto afirmativo de Carmen, continuo – Pues vamos a organizarlo todo. ¿En tu ciudad caben la totalidad los componentes de la flota?
- No hay problema, caber si caben, - contesto la chica – pero lo que no puedo garantizar es que los varones no puedan contaminarse al vivir en mi ciudad. Eso tendría que consultarlo con los que investigan el virus. ¿Vosotros no tenéis ningún sitio para ellos?
- Habría que buscarlo si vosotros no podéis acogerlos. – dijo Jaime – Pero tenemos como mínimo quince días para decidir eso, mejor pregunta primero, y luego, si no es posible ubicarlos en vuestra ciudad, ya decidiremos a donde llevarlos.
- Está bien, voy a ir a ver a mi padre. – dijo Carmen – Expondré la situación y en un rato volveré para daros una contestación.
Cogió su uniforme de las manos de Juani, y ante el evidente enfado de ésta, se quitó la bata quedándose de nuevo completamente desnuda y procedió a colocarse la prenda como había hecho anteriormente Aurelia, y mientras lo hacía sonrió con picardía a Eduardo. Luego miro hacia un punto del cielo, cerró los ojos a la vez que extendía su mano y a los pocos segundos apareció sobre la piscina la esfera como de la nada, y bajo lentamente hasta que se volvió a abrir la escotilla y bajo la escalera. Se dirigió resueltamente hacia su nave dispuesta a subir cuando le dijo Elena:
- ¿Puedo ir contigo? Supongo que al ser hembra no correré peligro de contaminarme en vuestra ciudad, y tengo verdadera curiosidad por conocerla.
- Claro que puedes, y así mis conciudadanos podrán comprobar que eres uno de nuestros padres espirituales, tal como dice la profecía. – le contesto sonriendo Carmen – Sera para nosotros un honor que te dignes venir a nuestra ciudad. ¿Quiere alguien más venir?
- Pues a mí también me gustaría. – dijo Belén – Yo me apunto.
- Vale, esperar un momento y os traigo un uniforme a cada una de vosotras. – dijo Carmen que desapareció dentro de la esfera y apareció a los pocos segundos con dos de aquellas minúsculas prendas – Tenéis que poneros esto para poder entrar en mi nave.
- Tápame con la toalla, - dijo Elena a Belén – Luego te tapare yo a ti.
Así lo hicieron, y en un par de minutos las dos estaban enfundadas en aquellas prendas de color violeta y que al igual que ocurría con Carmen, realzaba las formas de las dos mujeres de una forma evidente. Así se lo hizo ver Juani, que las dijo:
- Estáis realmente guapas, vais a causar sensación, pero tener cuidado.
- No temas, no corren ningún peligro. – le dijo esbozando una sonrisa Carmen – Volveremos como máximo en cuatro o cinco horas.
Subieron las tres a la esfera, se recogió la escalera y cerró la escotilla, luego lentamente volvió a ascender hasta unos quince metros y desapareció dejando una estela de luz que desapareció a su vez a los pocos segundos. Jaime dijo que de momento ya no podían hacer nada más y que debían de relevar a Aurelia, Alba y Aurora, ya que Erika, que era la que debía hacer ese relevo junto a Bárbara ya estaba en la nave. Se fueron Eduardo y Bárbara y Jaime dijo:
- Tengo el presentimiento de que cuando vuelva Carmen podremos entender muchas cosas. Ahora quiero recordaros que mi abuelo Jaime lo cita, que al final de las últimas voluntades de mi abuelo José, y también al final del mensaje de nuestros antepasados, hablan en todos los casos de la profecía, igual que Carmen se ha referido a ella dos veces, como si existiese una profecía en la que tanto yo como Elena tenemos mucho que ver. Por eso voy a ir a la nave y contactar con Marina para tranquilizarla y de paso preguntarles si ellos saben algo de esa profecía, aunque ellos no la han mencionado en ningún momento.
- Vamos contigo yo y Andrea, - dijo Paloma – así estaremos las tres personas, que, si en un momento hiciese falta ponerse la gorra, somos herederos de esa posibilidad.
Así lo hicieron y tras contactar con María y Marina, les explicaron que habían encontrado a uno de los descendientes de la rama de los científicos, y que debían de dirigirse a Saturno y unir su nave a las de la flota que estaba gravitando allí, dejadas por los que emigraron hacia 2.525 años de Kabu a La Tierra, y que allí serian recogidos por las nuevas naves de los científicos y trasladados a la Tierra. Luego Jaime les pregunto sobre la profecía, si tenían conocimiento de alguna que sus antepasados les hubiesen trasmitido por escrito o de forma oral, y Marina le dijo:
- Algo de eso si he oído yo en mi niñez, pero parecían cuentos o leyendas de nuestros antepasados. Lo único que yo sé, es que, a los padres de la raza, que son los que están retratados en los cuadros, el varón se parece a ti, también los llamaban los “profetas”, los que dijeron que no se debían forzar la vuelta a nuestro verdadero mundo, hasta que “El soñador” llegase. Ese soñador, según los profetas, sería un descendiente de tres de las cuatro ramas de nuestra raza, y que el conseguiría unificar el mando y conseguir la vuelta de todos nosotros a nuestro antiguo mundo.
Se despidieron de María y Marina y Jaime volvió a la casa a esperar que regresase Carmen y que les contase la profecía, y comento a los demás la conversación que habían mantenido con las dos mujeres de la nave Nautilos. Entonces, Pilar la madre de Arantxa, dijo que a ella de pequeña también le había contado su madre una historia similar, que llegaría un día un soñador que salvaría a todos y los devolvería a su mundo, un mundo perfecto, una especie de Paraíso donde vivirían eternamente felices. Pedro hijo, tomando la palabra dijo:
- Me parece una verdadera herejía lo que estás contando. Cualquiera que oyese ese cuento lo podría comparar a la religión católica, pues hablar de la vida eterna, la salvación de los hombres y el Paraíso, es prácticamente un argumento similar. Si llegase algo parecido a los oídos de los dirigentes de la Iglesia nos tildarían de herejes y nos excomulgarían.
- Quizás por eso no se siguió trasmitiendo la historia a través de los descendientes, - dijo Ramiro – Ni en México, ni en Argentina y mucho menos aquí en España, sería aceptada esa profecía ni las leyendas de los “profetas”. No es de extrañar que se fuese perdiendo esa historia y dejase de trasmitirse de padres a hijos. Y a los que han intentado contar algo, los han tachado de locos y los han encerrado.
Los argumentos totalmente coherentes del hombre, dejo a todos los presentes inmersos en unas conversaciones que giraban en torno a lo que Jaime había dicho que le conto Marina, y sin darse cuenta pasaron las horas, hasta que Eulalia en un momento dado, dijo:
- Madre de Dios, si ya es de día y ni hemos recogido la casa ni hemos preparado nada. ¿Qué vamos a comer hoy Juani?
- No te preocupes Eulalia, - la contesto Juani – entre todos vamos a recoger todo, cada uno va a arreglar su dormitorio, y luego comeremos algo frio, como una buena ensalada, embutidos y fruta, que hay de sobras. Mientras preparamos todo espero que estén de vuelta las “intrépidas viajeras” en su bola mágica, y nos cuente Carmen durante la comida la profecía.
Todos sin excepción, hasta los más mayores, estuvieron de acuerdo con Juani y se pusieron a hacer lo que ella había dicho, y antes de las dos tenían de nuevo preparadas las mesas de la piscina para comer, y entonces volvió a aparecer la esfera y de ella descendieron las tres que se habían ido, más otra muchacha joven que al igual que Carmen venía con un mono de color violeta. Fue Belén la que, dirigiéndose a todos y en un tono jocoso, dijo:
- Os presento a la hermana menor de Carmen, se llama Amor y creo que Jaime ya la conoce, pues es la chica de sus sueños.
- Queremos que nos cuentes la profecía, de la que hemos leído y tú has hablado, pero de la que no tenemos ni idea. – dijo Jaime tras saludar a la recién llegada y dirigiéndose a Carmen – Tengo verdadera curiosidad por conocerla, pues creo que es importante para que podamos entender muchas cosas.
- Sí, mi padre nos ha indicado que os contemos la historia. – dijo Carmen – Por eso ha dicho que venga mi hermana, que ella está más capacitada y es mucho más seria que yo, para contar una cosa que él, al igual que tú, cree que es crucial en nuestras vidas.
- Pues empecemos a comer y mientras lo hacemos que Amor nos cuente esa profecía. – dijo Juani, y dirigiéndose a Carmen – Pero espero que tú no bebas vino para comer.
Se sentaron todos y esperaron a que la joven recién llegada tomase la palabra, y Jaime comprobó que era exactamente a la que había visto en sus sueños, primero como ahijada de Eduardo, y luego como Ángela, la hija de Diego. No tenía la hermosura de Bárbara o Elena, ni la simpatía de Belén o Erika, ni la gracia de Aurelia, ni tampoco la belleza de Aurora y Alba, pero era realmente increíble, para Jaime ella reunía todas las virtudes que él esperaba de una mujer, por lo menos físicamente, y cuando la oyó hablar también supo que su voz era la que esperaba, solo faltaba que fuese emocionalmente como él creía.
Tomo la palabra la joven con una voz cristalina, alegre y clara, diciendo:
- Según mi padre, la historia que voy a contar, debe de contarse tal cual, sin ninguna omisión y trasmitiéndola de padres a hijos y de generación en generación, y tal como a mí me la han contado os la voy a contar a vosotros, esta es la historia….
“Hace muchos milenios existían dos reinos, dos pueblos, dos razas que vivían separados por el espacioso mar celeste, cercanos pero distantes a la vez. Cercanos porque podían viajar con sus naves de un reino a otros en solo dos días, pero distantes por las diferencias que desde hacía muchísimos siglos había entre los dirigentes de dichos pueblos. Hay que decir que en un pasado hubo encarnizadas disputas entre los dos pueblos por conseguir el poder, el dominio de una raza sobre la otra, pero llegando a un punto en que nadie ganaba, decidieron convivir en paz, manteniendo desde entonces una relativa cordialidad, comerciaban con sus productos, pero manteniendo siempre una distancia entre los habitantes de ambos reinos, que jamás se mezclaron entre ellos.
Pero en un momento de la historia, el hijo de uno de los reyes, un joven llamado Apolo en un viaje de cortesía conoció a la hija del otro rey, Diana y se enamoró perdidamente de ella. A su vez ella, se sintió atraída por el joven de igual manera, pero ante la prohibición de sus progenitores de volver a verse, ambos enfermaron de tristeza, hasta tal punto que estuvieron a punto de fallecer.
Apolo en su enfermedad tuvo sueños, y en sus sueños, se casaba con Diana, unificaba los dos reinos y tenía cuatro hijos. Esos hijos en su sueño creaban cuatro ramas diferentes y eran llamados los descendientes de los “padres de la raza” y a partir de entonces conseguían vivir en paz y con una forma de vida casi perfecta.
También soñó que, en un futuro, su raza pasaría por grandes tensiones, que tendrían que expulsar de su nuevo y unificado reino a una gran parte de la población por insumisión, que más adelante volverían a entrar en una fase de perfección casi absoluta, pero que después, esa misma perfección seria la causa de que los habitantes tuviesen que abandonar el reino, buscando nuevas tierras donde asentarse.
Según su sueño, los que liderarían el éxodo de los habitantes de su reino serian dos descendientes muy parecidos físicamente a él y a su esposa, y que estos llevarían a la salvación a gran parte de sus descendientes.
También soñó que, pasados muchos milenios, dos descendientes directos de tres de las ramas creadas por sus hijos, nacerían en un reino muy lejano, los dos al mismo tiempo y físicamente serian también casi iguales a él y a Diana. El varón de esa descendencia futura tendría como él, sueños, y en esos sueños conocería el amor, y también como volver al reino de sus antepasados, el suyo y el de Diana. También que se uniría a una extraordinaria hembra descendiente de la rama de la que él no era participe y que con ella tendría un hijo, hijo que sería el que reinaría en el nuevo reino recuperado por ese nuevo soñador. Pero también soñó que antes de eso su raza estaría a punto de desaparecer, y que su sueño seria trasmitido de generación en generación, pero solo verbalmente, como una profecía.
Por su parte Diana, también postrada y triste, tuvo exactamente los mismos sueños que Apolo, pero ella le conto sus sueños a su padre. Este preocupado por la salud de su hija y los sueños que había tenido, decidió reunirse con el otro rey, el padre de Apolo, y cuando ambos se enteraros que sus hijos habían tenido el mismo sueño y que los dos estaban enfermos de amor, decidieron que debían de consentir la unión de ambos y unificar por fin los dos reinos en uno solo, y sus descendientes llamaron desde entonces a Apolo y Diana, “los padres de la raza” y otros también “los profetas”.
Se hizo una pintura encargada al mejor pintor de la época con motivo de su enlace matrimonial y una copia de esta debía de ser conservada desde ese momento por todos los habitantes y sus descendientes del nuevo reino, y esta profecía será trasmitida verbalmente a las venideras generaciones.”
- Esa es la profecía, que, en la rama de mis antepasados, los científicos, se arraigó con mucha más fuerza cuando se cumplió parte de ella, primero recordando que antaño habían tenido que expulsar a parte de los rebeldes, luego la necesidad de destruir toda la tecnología que los había hecho sus propios prisioneros y por último que los dos que lideraron el éxodo de nuestro pueblo eran dos seres casi exactos al cuadro que en su día hicieron a los profetas. No lo veían así ni esos dos, ni el resto de sus tres ramas, que opinaban que, si había de cumplirse la profecía, así seria, pero sin forzar nada por parte de ellos.
- Mi padre cree firmemente en esa profecía, - intervino entonces Carmen – y al ver a tu hermana Elena, que es físicamente igual a la Diana del cuadro de “los profetas”, que el guarda como un tesoro, y confirmarle yo, que tú eres también igual que Apolo, está convencido de que tú eres el nuevo “soñador”, pues tu hermana y tu nacisteis en el mismo parto como dice la profecía, y que mi hermana Amor, es el amor que tú has soñado, cosa que Aurelia ha confirmado al verla, y que por lo tanto su nieto será el nuevo Rey en los planetas gemelos.
- Pero yo al parecer si soy descendiente de tres de las ramas, pero Elena no es mi hermana. – dijo Jaime que comprobó que Amor se ruborizaba cuando la miro – Algo no encaja completamente.
- Pues yo estoy convencida de que es cierto lo que piensa el padre de Carmen. – dijo Aurelia – Y debes de tener en cuenta que Elena es físicamente igual a mi hermanastra Josefina, y que nació el mismo día que Jaime y que era adoptada. ¿Quién puede asegurar que Elena no es hermana gemela de Jaime?
- Yo creo que todo es cosa del destino. – intervino Amor – Todos los hechos que han ocurrido, incluso las acciones de las personas, las acciones buenas y las malas, todos estaban predestinados a que ocurriesen como sucedieron, y así se cumplía la profecía, o el sueño, de nuestros “padres de la raza”. Incluso creo que nuestra rama, la de los científicos, estaba equivocada y que no había que forzar al destino, tal como opinaban las otras tres ramas, pues todo tenía que ocurrir como estaba predestinado. Nuestra rama ha intentado forzar las situaciones, y de nuevo se ha cumplido la profecía, hemos estado a punto de desaparecer por nuestra propia impaciencia.
- Y también crees, como tu padre, - pregunto Aurelia con enorme curiosidad - ¿que tú eres la esposa predestinada para concebir de Jaime el nuevo rey de los planetas gemelos?
- No me cabe ninguna duda. – respondió Amor sonrojándose de nuevo – De mi rama solo yo soy de la edad de Jaime, pues tengo ahora veinte años, y la profecía lo deja muy claro, que se unirá a una mujer de su misma edad de la rama de la que no es descendiente, y que con ella tendrá un hijo, pero no dice nada de que esta mujer sea su esposa.
- Y tú, Jaime, - pregunto Elena – ¿También crees que es así? ¿También crees como Aurelia que yo puedo ser tu hermana?
- Como ha dicho Amor, yo también creo que las cosas que ocurren, y las que pueden ocurrir en el futuro están predestinadas a ocurrir. – contesto Jaime – Y si ha de ser así, así será y creo que poco a poco se irán aclarando las cosas. Pero tenemos pendiente un tema que ahora a mí me preocupa más, y que es mucho más urgente, ¿podéis en vuestra ciudad acoger a los seres que están de camino?
- Han empezado a analizar esa posibilidad, pues antes no habían contemplado que otros seres que no fuesen de nuestra rama nos visitasen. – le contesto Carmen – Ese análisis puede durar varios días o varios meses. Pero si vosotros no tenéis donde acogerlos mi padre ha buscado una solución provisional, que se queden durante un tiempo en las naves y nosotros les suministraremos los alimentos y líquidos necesarios con nuestras esferas.
- Entonces habrá que hablar con Marina y explicarles como están ahora mismo las cosas. – dijo Jaime – Y pedirles que tengan paciencia mientras damos una solución.
- ¿Y por qué no vamos y se lo decimos? – dijo Elena sobresaltando a todos – En la esfera de Carmen se debe de poder ir, y si se ha de cumplir la profecía, debo de ir acostumbrándome a viajar por el espacio.
- Tiene razón Elena, - tercio Clo – y según esa profecía Jaime debe de tener un nuevo sueño, un sueño que le explique cómo volver a ese mundo perdido, y espero ser yo uno de esos descendientes que acompañen a Elena y Jaime. Por eso si es posible ir a visitar a los que vienen de Kabu, a mí también me gustaría ir y empezar a acostumbrarme a viajes intergalácticos. ¿Carmen podemos ir a hablar personalmente con Marina?
- Claro que podemos, - dijo Carmen – Yo ya he estado allí un par de veces para ver las naves que dejaron vuestros antepasados. Se tarda unos cuarenta minutos, nuestras naves, las esferas, viajan a una velocidad de 2.160 millones de kilómetros a la hora, al doble que la velocidad de la luz, una vez en el espacio exterior. Pero ahora no debemos ir, aún no han llegado la nave, si acaso mañana. Primero deberíamos de contactar con ellos y saber con exactitud cuando llegan.
- ¿Dónde está el planeta Kabu? - pregunto Esperanza – ¿Sabéis a que constelación pertenece?
- Por lo que tardaron vuestros antepasados, y lo que han tardado estos que vienen, - explico Carmen – solo pueden venir de Alfa Centauro de la constelación Centauro, que está a unos cuatro años luz. No hay otra que tenga una distancia similar.
- ¿Y los planetas gemelos? – pregunto ahora Eulalia - ¿En qué parte del universo pueden encontrarse?
- Haciendo los mismos cálculos que con Kabu, - volvió a explicar Carmen – solo pueden venir de la estrella Vega, en la constelación de Lira, que está a unos 25 años luz. Pero solo son suposiciones.
- Hemos intentado saber por los ordenadores de nuestras naves el origen de nuestro viaje, - explico ahora Amor – pero no aparecen las coordenadas, es como si las hubiesen borrado a caso hecho.
- ¿Y cuánto tardaríamos en llegar a los planetas gemelos? – pregunto Paulina y aclaro después – Bueno yo me he incluido en el viaje sin que nadie me haya invitado.
- Si nuestros cálculos son correctos, tardaríamos entre doce o trece años. – contesto Amor, y mirando a todos de forma inquisidora pregunto: - ¿Estarías dispuestos a hacer un viaje de tantos años? ¿Creéis realmente que psicológicamente estáis preparados?
- Joder que palo. – dijo Belén – Anda que no dice las cosas claras la muchacha. Yo desde luego ahora mismo no me veo preparada para hacer un viaje intergaláctico de tantísimos años. Pero quien sabe…
- Yo desde luego no me apuntaría a un viaje semejante. – dijo Salome – No creo que sea uno de los que según la profecía acompañara a Jaime y Elena.
- Pues yo si estoy dispuesto. – intervino Eduardo – He soñado tanto con viajar en una nave espacial que moriré en el intento si es preciso, pero nadie impedirá que yo me una a ese viaje si llega a hacerse. Yo si estoy mentalmente preparado porque creo que es mi destino. Quizás realmente estoy loco…
- Estamos anticipando cosas que están por ver. – interrumpió Pedro padre – Quizás Eduardo tenga razón, y es nuestro destino, pero yo tampoco me veo metido en una nave durante tantos años, ni siquiera para conocer el mundo de mis antepasados, creo que para mí se ha pasado la época de añorar ser un explorador o un conquistador de nuevas tierras, prefiero terminar mis días en este planeta.
- Como dice Pedro, estamos anticipando cosas que no sabemos si serán posibles o no. – dijo Ramiro – Pero si lo de la profecía es cierto, Jaime debe de tener, como mínimo un nuevo sueño, y que este le aclare cómo se puede ir y quienes le acompañan en esa aventura. Yo ahora mismo no me veo viajando tantos años por el espacio, pero si Jaime soñase de nuevo y en ese sueño yo soy uno de los que deben volver que cita la profecía, no dudare en embarcarme con él, con Amor y con Elena, por muy resuelta que tenga la vida en este mundo.
- ¡Empezar una civilización nueva! - exclamo entonces Esperanza – Tiene que ser algo fantástico y a mi si me gustaría formar parte de esa expedición, aunque yo no sea un descendiente puro como vosotros.
- Yo opino exactamente igual que ella, - intervino Eli – yo también estaría dispuesta a ser parte de esa odisea maravillosa. Seriamos como los antiguos conquistadores del nuevo mundo, pero ahora no de un continente separado del el nuestro por el mar, ahora si sería un nuevo mundo de verdad, y al otro lado del inmenso espacio, y Dios sabe dónde.
- Vamos a ir a hablar con Marina, y que se ponga de acuerdo con Carmen y Amor. – dijo Jaime terminando con los comentarios – Yo también pienso como mi hermana, que debemos de hablar con ellos personalmente y de paso les tranquilizamos demostrándoles que tenemos medios para traerlos hasta aquí. Sera una forma de que acepten la espera que les pedimos sin ninguna reticencia.
Sin más preámbulos, Jaime se puso en pie y seguido de Elena, Andrea, Paloma, Carmen y Amor, se dirigieron al lago para entrar en la nave y contactar con Marina. Los demás, se quedaron allí y ninguno más hizo ademan de acompañarlos, pues todos habían asumido que los cuatro que iban con las dos “científicas” eran los que de alguna manera se citaban en la profecía.