El Soldado y su Abuela (2)
Continuación del relato, tras el primer acercamiento, llega el primer polvo.
Tras aquella monumental corrida, yo , yacía jadeante en el sofá, boqueando como un pez fuera del agua.
Mi abuela seguía sentada en el suelo a mis pies acariciando mis muslos con sus manos y buscando con su lengua cualquier pequeño resto de mi semen que pudiese encontrar su golosa boca.
Cuando mi mente volvió a la realidad, fui consciente de esos calientes toqueteos, y me percaté al cien por cien que esa madura mujer que me estaba proporcionando placer era mi propia abuela, la madre de mi madre, y eso............... aun me excitó más.
Hummmm, veo que aun necesitas más- Dijo mi abuela al ver como mi polla crecía de nuevo antes sus ojos.
Pero que cachonda llegas a ser abuelita, menuda hembra estás hecha!
La ayudé a levantarse del suelo y la senté sobre mis rodillas, de cara a mí.
Empezamos a besarnos despacio, cortos besos en los labios mientras nos abrazábamos y nos tocábamos hasta que la lujuria se apoderó de nosotros y literalmente comenzamos a comernos la boca. Nuestras lenguas no paraban de moverse, de buscarse mientas litros de saliva se intercambiaban
- Estoy muy caliente cielo- me susurró mi abuela
- Y yo abuelita, no veas como me pones....
- Vamos a mi cama estaremos más cómodos
Nos levantamos y la seguí hasta su habitación. Allí estaba aquella vieja cama con el cabezal de hierro forjado y su colchón grueso de lana. Me eché en ella con la cabeza apoyada en el frío metal admirando el cuerpo desnudo de mi abuela que estaba frente a mí.
Sus pechos redondos, algo fláccidos y caídos pero aun muy apetecibles, con aquella areola grande y redonda, rosada como un capullo y sus pezones redondos y gordos, enhiestos por la excitación como dos pitones de toro.
Su melena blanca como la nieve caía sobre sus hombros pecosos resaltando aún más la oscuridad de sus ojos y la boca generosa de labios gruesos y rojos.
Su vientre, mullido y suave formaba una curva de barriguita feliz y sus caderas anchas, femeninas, daban amplitud a sus nalgas suaves y blandas hasta bajar por sus muslos amplios y duros y rematar con unos bellos pies pequeños y con las uñas pintadas de esmalte rojo.
Mi abuela se percató de mi examen:
-¿Te gusta lo que ves?
- Me encanta. Abuela creo que ninguna otra mujer me había puesto tan caliente como tú.
- Uy, ya será menos me dijo con una sonrisa pícara
- Si no te lo crees mira- le dije mientras le mostraba mi polla erecta en todo su esplendor.
- Pues sí, deberé creérmelo a la vista de eso que tienes ahí abajo.
Se fue acercando a la cama lentamente. Meneando sus caderas, juguetona como una gata en celo. Simplemente mi abuela era en ese momento una chiquilla de 65 años deseosa de sexo.
Volvió a colocarse sobre mis muslos, mientras me besaba el cuello el pecho y mis manos acariciaban su cuerpo, su arrugada y caliente piel me estaba volviendo loco.
De repente sentí las uñas de mi abuela jugueteando con mis pezones, los acariciaba, los arañaba y me los apretaba con fuerza. Alcancé una erección que creo que jamás había experimentado.
- ¿Te gusta como te toca la abuelita? ¿ Te doy placer?
- Me estás volviendo loco de gusto abuela
- Pues la abuelita quiere un macho que la folle..........
- Hummm abuela me muero de ganas por metértela
Mi abuela levantó su culo ligeramente mientras con la mano agarraba mi verga dura y se la colocó justo sobre la entrada de su coño. Podía sentir el calor húmedo de aquella cueva que me llamaba a gritos.
Ella me miró a los ojos mientras su lengua relamía sus labios abiertos y así poco a poco con una lentitud desesperante, fue introduciéndose mi polla en su sexo, acoplándose de una forma tan natural que parecía que hubiesen sido hechos el uno a forma y deseo del otro.
Mis manos se agarraban a sus caderas que se movían lentamente en sentido rotatorio. Mi abuela gemía bajo y despacio al ritmo de nuestros movimientos mientras sus manos ahora se agarraban a mis muslos, ahora me estimulaban los pezones.
Poco a poco el movimiento se fue intensificando. Mis manos estaban en su nuca, acercándola a mi mientras mi lengua buscaba cada poro de su piel, queriendo atrapar dentro de mí esos gemidos que tanto me excitaban al darme cuenta de que yo, su nieto, estaba haciendo gozar a esa hembra.
La lujuria se fue apoderando de nosotros a cada embestida.
- joder abuela, que bien te mueves.....
- Hummm que dura la noto dentro de mi nietecito...
- Tienes el coño ardiendo
- Así ,así, no pares de follarme , que gusto me das....
Sus palabras aún me ponían más caliente y no podía dejar de sobarla, no quería perderme ni por un segundo el placer morboso de estar disfrutando de mi propia abuela.
- Vamos nene, fóllame como no la ha hecho antes ningún hombre...
- Te voy a llenar las entrañas con mi semen abuelita, voy a follarte hasta dejarte el coño rojo.
- Hummm así macho mío así, hazme sentir mujer, hazme sentir muy puta...
Mi abuela se giró, me ofrecía la visión de su melena blanca cayendo como una cascada plateada por su espalda, mientras mis dedos apretaban sus blandas nalgas y se desplazaban luego para agarrar fuerte la carne de su vientre.
Me agarró las manos y me las subió hasta sus pechos masajeándolos con nuestras manos unidas
- pellízcame los pezones oí que me decía- me vuelve loca eso.....
Mis dedos apretaron fuertemente aquellas bolas gordas y rosadas mientras un profundo gemido, casi un grito salía de su garganta y echaba la cabeza hacia atrás.
- Más, más fuerte, me encanta que me los pellizquen así....
Mi polla embestía como un ariete el coño de mi abuela, y la visión de aquellas nalgas redondas, gordas y tan blancas frente a mí moviéndose de aquella manera me volvieron loco.
No pude resistirme a darles un azote.
Zasss ¡!! el golpe de la palma de mi mano en su culo resonó como un trueno en la tormenta
- Aghhhh me gusta .......más, más la abuelita ha sido muy mala, se merece unos azotes en el culo....
Aquello fue una invitación para mí que no podía desaprovechar.
Me incliné hacia delante y de este modo hice que el cuerpo de mi abuela también se inclinase, poco a poco nos fuimos acoplando hasta que ella quedó a cuatro patas, con las manos agarradas al pié de hierro de la cama.
Tenía sus nalgas abiertas delante de mí mientras no dejaba de bombear su coño. Ella se movía como un animal y reflejadas en el espejo del armario yo podía recrearme con la visión de sus tetas colgando y moviéndose al compás que marcaba mi polla.
Zassss, otro azote, esta vez mas fuerte, y otra vez el grito lujurioso de mi abuela alegrando mis oídos.
- Ah que mala es la abuelita, que se folla a su nietecito, dame, dame más...
- ¡ Joder abuela, como se te menean las tetas, zorrona!
- No pares cabronazo, no pares de joderme... y azótame que me vuelves loca
Con cada palmada, yo veía como la carne de su culo se movía como formando una ola, como su vientre colgaba y se sacudía. La agarré del pelo, mientras la atraía hacia mí y le mordía el cuello. A esas alturas aquello ya era un polvo salvaje, descontrolado y bestial.
Sentía como la leche que llenaba mis cargados testículos se agolpaba con ganas de salir, y así se lo hice saber a mi abuela.
- Abuelita me voy a correr....
- Sí, sí yo también estoy a punto espérame....
Se giro y se echó en la cama, separó sus muslos y con las manos abrió los labios de su coño rojo y brillante para que lo observase bien.
- Así, métemela así que la sienta bien adentro.
- Te lo voy a llenar de leche abuela..... No aguanto más.
Me incline sobre ella besándola con pasión y entonces me volví a levantar metiéndole hasta el fondo y de una sola embestida mi verga en sus entrañas.
- Ahhhhhhhh! Síiiiiiiiiiii!!! Así clávamela bien adentro cabrón, me vas a partir en dos.
- Abuela haces que me corra de gusto, puta!
- Sí , Sí me viene , me viene ya.
Sentí como el semen caliente salía a chorro y se derramaba en el coño de mi abuela, lancé un grito de placer y triunfo, mientras sentía las uñas de mi abuela clavándose en mis nalgas con fuerza atrapándome dentro de ella y apretando con sus muslos entrelazados a mi espalda.
Mi verga continuaba sacando leche cuando sentí como el orgasmo de mi abuela por fin llegaba, como sus músculos se tensaban y oleadas de placer recorrían su rostro al tiempo que un seco y gutural gemido escapaba de su boca.
Caí exhausto sobre el cuerpo desnudo de mi abuela, nuestros cuerpos jadeantes y sudorosos no podían separarse.
Al fin, mi abuela me agarró la cara entre sus manos y me besó larga y suavemente en los labios.
- Ha sido maravilloso hijo, no sabes los años que hacía que no echaba un polvo y desde luego ninguno así de morboso en toda mi vida.
- ¿ Te arrepientes?- Me dijo con un tono de temor en sus palabras.
- ¿Qué dices abuela? ¿Arrepentirme? Me acabas de dar la experiencia más maravillosa de mi vida, solo puedo estar agradecido. Si antes te quería, ahora, simplemente te adoro.
- Mi niño, mi nieto, mi hombre.....mi amante
Y diciendo esto simplemente apoyó la cabeza en mi pecho , apagó la luz y nos pusimos a dormir juntos y abrazados hasta la mañana siguiente.