El Sol Plateado: Travesía por el mar Angosto (1)
Un viaje hacia un nuevo destino. La intención de Rodrick desencadenará un caos dentro del barco. En pos de él, Jorah, su escolta y que desea a Lucra, irá para salvarlo. Mientras, algo extraño sucede en cubierta. Harold recibe la visita de una joven que él considera es una encarnación de una diosa
Se aseguró otra vez de que todo estaba en su lugar. El mango de la pistola, disimulado bajo la amplia chaqueta desabotonada, un pequeño cuchillo bajo la bota, la bolsa de monedas en el bolsillo de su pantalón y su amuleto, un saquito donde guardaba tres cabellos rubios.
-¿Dónde vas?-le inquirió una voz femenina desde el amplio barril que se situaba en la esquina de la habitación. Rodrick se dio la vuelta y miró las grisáceas cortinas donde se apreciaba la silueta negra del cuerpo de una joven.
-Ya te lo he dicho, a una reunión importante, permanece aquí-le respondió él, con un tono de fastidio y aburrimiento. Lidiar con su hermana era a veces agotador.
-¿Puedo ir contigo?-le preguntó ella con un tono curioso.
-No-le respondió tajante su hermano y abrió la puerta del camarote-y quédate callada y no armes ningún escándalo-le volvió a repetir y se marchó.
-Sin Jorah y sin Rodrick, esto es una tortura, menudo aburrimiento-se dijo Lucra, deslizándose en el interior del barril. Al menos, el agua estaba caliente. Agradecía poder desprenderse de la mugre del viaje.<>pensó ella, mientras se restregaba la esponja áspera por sus piernas y el vientre.-En casa, tendría a un músico tocando alguna melodía y a una criada limpiando mi cuerpo-se dijo ella. Todo era diferente en casa de su padre, el rico mercader Serafin. -Lord Serafin-se dijo ella con una sonrisa y sintiendo que su pecho se llenaba de orgullo.
Se escuchó unos ruidos en la puerta y entró un hombre de mediana edad. <>-pensó ella, divertida. Salió del barril y de la protección de la cortina y se deslizó desnuda por el camarote al tiempo que Jorah cerraba la puerta y se daba la vuelta, avergonzado. Ella soltó una risa clara mientras agarraba una toalla y se disponía a cubrirse el cuerpo.
-Jorah, me sorprende que mostréis tanto pudor-le dijo ella, sonriendo.
-Debo mostrar respeto por la hija de quien me contrata-le respondió él en un tono solemne. Lucra bufó de fastidio y le ordenó que se diera la vuelta. Jorah obedeció y clavó sus ojos oscuros en los marrones de ella.
-Así mejor, prefiero que los hombres me observen de frente a que lo hagan de reojo-le contestó, se sentó encima del camastro y cruzó las piernas. La expresión divertida fue sustituida por una máscara de frialdad.-¿Qué has averiguado?
Jorah se paseó por el camarote y se sentó frente a ella, las manos cruzadas ante el pecho y respirando profundamente.
-Tu hermano está a punto de meterse en un lío.
-Sácalo de él.
-No es tan sencillo.
-No me jodas-le reprochó ella. Jorah se sorprendió de escuchar tales palabras y se preguntó para sus adentros hasta qué punto conocía a aquella joven-te pago para que le protejas-le recordó ella, colocando una mano en su muslo derecho.
-¿Aunque haya que derramar sangre?-preguntó él, alzando una ceja.
-Me resulta interesante cuando dos hombres se pelean-le confesó ella,levantándose y acercándose a Jorah-debe resultaros fascinante el hecho de calcular donde clavar la espada-se agachó ante él y le cogió las manos, besándolas-donde propinarle un puñetazo-le lamió un dedo-cuando engañarlo y hacerle creer que atacaréis-le cogió una mano y se la llevó al cuello, guiando sus dedos para acariciárselo. Los ojos de Joran se iluminaban y un amago de sonrisa cruzó su rostro. <>-pensó ella. -¿Lo haréis, Jorah?
-Lo haré-le prometió él. Ella sonrió y le besó la mejilla. Él le cogió el rostro con las manos y le besó la boca, metiéndole la lengua y jugando con la suya. Lucra fingió un gemido y apartó su rostro, empujándole con las manos en el pecho.-Luego tendréis vuestra recompensa-le prometió ella. Jorah asintió y se levantó, apoyando una mano en la empuñadura de su espada y marchando hacia la puerta, justo cuando se disponía a abrirla, Lucra le sugirió que se diera la vuelta y Jorah tragó saliva. Se había quitado la toalla y había colocado sus delicadas manos en sus suaves caderas, sus pezones rosados desafiantes le observaban orgullosos. Su vello púbico moreno le invitaba a que se perdiera en él y buscara el tesoro que escondía.-Os está esperando-le susurró ella.
Rodrick reía. Las cosas no podían irle mejor. El camarote en el que estaban reunidos estaba lleno de humo pese a que el ojo de buey estaba abierto. Eran muchos los que fumaban arrogantes en grandes pipas, Rodrick entre ellos. Ante Rodrick se encontraba un montón de monedas metálicas, dos collares, una chaqueta, dos camisas, un sombrero, dos botas y una pistola.
-Juro que mataré a alguien si pierdo-gruñó un hombre anciano, temblándole violentamente la papada y clavando su único ojo en Rodrick.
-Matad a eso que se clava en vuestro pantalón, así evitaréis un accidente-bromeó Rodrick,aspirando de la pipa y disimulando una tos repentina. El rostro del anciano enrojeció y la mesa estalló en risas. Las únicas dos mujeres que jugaban reían con más fuerza y Rodrick observaba como los pechos les temblaban. Una era morena con una melena que le descansaba en los hombros, nariz fina y ojos claros mientras que la otra era rubia, de ojos marrones y nariz algo pronunciada. Los pechos de la rubia eran más pequeñas pero tenían unas grandes aureolas y la morena poseía unos pechos grandes, con unos grandes pezones oscuros. <>-pensó Rodrick y sintió como se endurecía. Su mirada se cruzó apenas un segundo con la del anciano y disimuló una sonrisa. <>.
-¿Iréis, damas?-preguntó en un susurro uno de los marineros de a bordo. Su mostacho tieso y grande ensombrecía parte de su rostro curtido por la sal y el mal tiempo. Los ojos grises del hombre se deslizaban por los rostros de los jugadores, buscando en ellos la respuesta a sus próximas intenciones. Ellas se miraron y asintieron. La morena cruzó los dedos de una mano y la rubia cogió el vaso de los dados, temblándole ligeramente la mano. <>-se dijo Rodrick. Posiblemente ambas fueran nobles, o hijas de algún rico comerciante. Las ropas que lucían estaban limpias y no tenían ningún rasguño ni deterioro. Los collares pertenecían a ellas y la rubia poseía un anillo de oro en su dedo corazón de la mano derecha.
"-Oh, Rodrick, ¡no!, ¡por favor!
-Lo siento, te juro que lo siento.
-Diles que no, ¡por favor!"
Rodrick apartó la mirada de los pechos de la rubia y sonrió.<>. Observó al joven moreno, de pelo corto, facciones duras y mirada inquisitiva que estaba de pie en el centro de la mesa. Sentía el corazón latiéndole con fuerza y una gota de sudor frío le recorrió la espalda. El joven asintió con la cabeza y permitió que la morena tirara el vaso. Los dados bailaron un instante en la mesa y se pararon. Rodrick fingió sorpresa, el viejo ahogó una exclamación de sorpresa y el marinero arqueó una ceja, sorprendido. Rodrick temía que estuviera pensando algo extraño. Tocó con disimulo el mango de la pistola que llevaba escondida. La rubia suspiró y enrojeció levemente. Se levantó con timidez y se desprendió del cinto de sus pantalones, para acto seguido quitárselos. Rodrick observó su vello púbico, recortado, rizado y negro que tapó rápidamente sentándose y cruzándose de piernas. La morena se desprendió de una horquilla plateada del pelo. <>-se dijo Rodrick.
-No estoy conforme, exijo más-pidió el anciano. La rubia palideció y la morena perdió su sonrisa. El joven de facciones duras asintió y el viejo dirigió a la rubia una sonrisa malévola. Rodrick tamborileó la mesa de madera con los dedos y dirigió una mirada inquisitiva al anciano.<>. Dos sombras se movieron al fondo del camarote y el corazón de Rodrick se aceleró aún más. No entendía a las nobles o a lo que fueran ellas. Asistían a partidas ilegales con gente de la peor calaña, en sitios oscuros y aislados, con guardias que escoltaban sus espaldas y posiblemente, luego disfrutaban de sus cuerpos. <<¿Es esto lo que hace el poder?, ¿regodearte con las clases bajas?>>. La rubia hizo un signo negativo con la mano y las sombras permanecieron quietas. Un suspiro de alivio recorrió la mesa y la rubia se acercó al anciano, tímida y tapándose sus partes con las manos. El viejo le apartó las manos y besó los pechos, chupando los pezones. La expresión de la rubia era una mezcla entre el asco y el deseo. El joven de facciones duras ordenó parar al viejo y la rubia volvió a su sitio, tapándose los pechos y limpiándoselos con el miedo pintado en su rostro. <
-Basta, Tulan-ordenó la rubia en un tono imperioso-seguiremos jugando-añadió en un tono orgulloso. El viejo lucía una expresión ensoñadora y Rodrick le pisó la bota con un claro mensaje: que no cruzara la línea,aún no. Su acción había estado a punto de arruinarlo todo. Era el turno de Rodrick. Consintió en jugar asintiendo con la cabeza y cruzó una mirada con el viejo. El viejo asintió levemente y pisó con cuidado al joven. Éste, recogió el vaso con el entrecejo fruncido y tiró el vaso. Los dados dieron como resultado que Rodrick perdiera. La rubia recuperó su chaqueta y se tapó los pechos y la morena obtuvo su camisa, pese a lo cual, los pezones se clavaban en ella. Las jóvenes se miraron y rieron. <
-Una de las dos, mostrará sus respetos a uno de los escoltas, la otra los mostrará a mí-susurró Rodrick con una sonrisa, haciendo un gesto con la boca y un mano. Así, los escoltas no se sentirían agraviados. Ellos también tendrían su ración en aquello.<<¿Qué más queréis?>> El viejo clavó una mirada furiosa en él y el marinero bufó. Los ojos de Rodrick se clavaron en las jóvenes que se habían cogido de la mano y se miraban. Luego, se deslizaron hacia los del viejo, que ardían en llamas. <
Los instantes siguientes fueron confusos, el marinero se incorporó rápidamente y lanzó hacia Rodrick una puñalada que rasgó su costado. Sonó un disparo y el viejo derribó la mesa en la que se encontraban los botines y los dados. El joven de facciones duras corrió hacia la puerta pero fue derribado por otro hombre que entró y le disparó a bocajarro. El joven chilló un instante y enseguida se silenció, Rodrick se levantó trastabillando hacia atrás y tapándose la herida que le provocaba un terrible dolor. El marinero le apuntó con la daga ensangrentada mientras la rubia retrocedía hacia los escoltas, y el hombre se lanzó hacia él. Alguien empujó a Rodrick al suelo provocando un gemido de dolor del muchacho y se escuchó un sonido de metales cruzándose entre sí y enseguida el gemido de un hombre y el bulto de un hombre cayendo al suelo. Las dos sombras se aproximaron hacia ellos y Rodrick fue agarrado del hombro y arrojado hacia el pasillo. Chocó contra la madera del pasillo y escuchó pasos que se aproximaban y voces de hombres gritando. Se puso en pie rápidamente y se lanzó escaleras abajo, en busca del camarote. La herida le dolía terriblemente y temía que dejara un reguero de sangre. <>. Tropezó con un escalón y cayó por las escaleras. Llegó al final y se quedó allí, tendido cual largo era, sintiendo que su cuerpo se moría por el dolor.
Harold estaba extasiado. La joven tenía la túnica mojada, pegándose a su cuerpo y revelando sus formas, y le hizo un signo para que se acercara a ella. El marinero corrió hacia ella, pero la joven tenía los pies ligeros y se deslizó hacia la proa, escondiéndose tras una gran multitud de cajas y sacos protegidos por lonas que el capitán había ordenado disponer allí hacía unos días. Nadie había en cubierta a aquellas horas y Harold agradeció aquello. Así nadie se burlaría de él por perseguir a un fantasma. Porque aquella joven debía de serlo. Apenas unos instantes, había escuchado un chapoteo en el agua oscura del mar, mientras él estaba apoyado en la barandilla de estribor, luego, había escuchado unos susurros y había retrocedido dos pasos,terriblemente asustado. Numerosas eran las leyendas e historias de hombres que escuchaban susurros en la oscuridad y se volvían locos. Luego, a sus espaldas apareció una joven, sigilosa, recortada contra la luz de la luna y del único faro de gas que colgaba del palo mayor, y cuya túnica trasparentaba su cuerpo y apenas le cubría las rodillas. La visión de su cuerpo desnudo y su boca sensual desviaron la atención del reguero de agua que había desde sus pies hasta la cubierta. Harold la persiguió hasta proa, sintiendo una gran erección en sus pantalones. También conocía leyendas donde las diosas a las que él adoraba ocupaban cuerpos femeninos y se unían con los hombres, provocándoles uno de los mayores placeres a los pobres mortales y esfumándose , arrojando al pobre desdichado a una vida en la cual jamás alcanzaría a unirse con alguna mujer igual a áquella. Pero eso a Harold no le importaba. Ya sentía el peso de los años en los hombros, dos días antes, se había despertado con una fea tos y la espalda le dolía muchísmo. Las manos le temblaban ligeramente y la visión ya no era tan nítida.
-¿Donde estás?-susurró él, escudriñando la oscuridad entre las cajas. Escuchó un ruido y se lanzó hacia allí. No estaba ella, pero su túnica estaba tirada en el suelo. Harold miró hacia los lados y se tocó el mostacho, con cierto nerviosismo. La joven apareció ante él, caminando hacia el castillo de proa meneando las caderas y apoyó las manos en la gruesa madera, girando su cabeza levemente e inclinando la espalda. Harold se acercó y se desprendió el cinto y los pantalones. Su polla erecta se posó en las caderas de la joven, calentándole la piel. La joven gimió levemente y el hombre deslizó una de sus manos callosas por sus caderas suaves y carnosas y descendió por su entrepierna hasta llegar a su entrada, húmeda y dispuesta. Acarició su vello rizado y le metió un dedo. La joven arqueó un poco la espalda y movió sus caderas levemente. La joven le cogió la polla y jugueteó con ella un poco mientras se daba la vuelta. No llegaba en estatura a la cabeza del hombre, sino que le llegaba por el pecho. Sus ojos se iluminaron y su sonrisa se ensanchó. El hombre llevó sus manos a sus pechos medianos, cuyos pezones estaban erectos. La joven trasportó las manos del hombre hacia su cabellera negra que le ocultaba sus orejas y le llegaba hasta el hombro y se arrodilló ante el hombre. Besó la punta de su polla palpitante y la deslizó entre sus labios finos, jugando con su lengua. El hombre gimió y mantenía el ritmo con sus manos. La cabeza de la chica se movía rápidamente, mientras succionaba la polla y su lengua luchaba con ella en su boca.
-Mi diosa...-susurró el hombre. La joven no protestaba y le miraba a los ojos. Sus pechos se movían y Harold se imaginó su movimiento mientras se la follaba por detrás. El deseo se apoderó de él y se apartó de ella. La joven entendió y se tumbó en el suelo, abriendo sus piernas y deslizando un dedo por su raja húmeda, rápidamente. El marinero observó el espectáculo que poseía ante sí: una joven hermosa, gimiendo, invitándole a que se la follara y masturbándose. Se lanzó hacia ella, le apartó la mano, le sujetó ambas y dirigió su polla hacia su entrada. Sus labios vaginales apretaron su polla erecta y él se dispuso a penetrarla tras ver como se mordía los labios la joven cuando sintió algo tremendamente doloroso en el pecho.
-Pero...¿qué?-dijo, asombrado. La joven le propinó un fuerte cabezazo en la frente y el hombre cayó de costado, al suelo y llevándose las manos al pecho, donde aparecía una gran mancha rojiza.
-¿Mi...diosa?-dijo Harold, mientras veía como la joven le mirada despectivamente y con una sonrisa burlona. Tras la joven, aparecieron otras siluetas oscuras que corrían ligeras por la cubierta.
-Debo...avisarles-dijo Harold, intentando levantarse. La joven se aproximó a él y le besó en los labios, al tiempo que le arrancaba la lanza que le había atravesado el pecho. El hombre gimió y permaneció quieto y mudo. La joven observó la lanza que tenía ante sí y sonrió.
-Tu diosa-dijo, y se rió.