El sofá rojo 6 - genia
Juanchi conoce a la horma de su zapato.
Genia.
Pese a los escarceos sexuales de ambos (ella también los tenía). Juanchi y Esther seguían siendo pareja. Durante el mes de agosto del año 92, como siempre, Juanchi les dio vacaciones a Alex y sus camareras y se encargaron del negocio la pareja.
Durante este mes los dos acababan todas las noches después del cierre montándose su juerga privada en el reservado. Consumían cocaína y luego mantenían todo tipo de relaciones sexuales grabadas para su posterior disfrute sobre aquel mítico sofá de cuero rojo. Mamadas, faciales, cubanas, sodomía, 69, todo lo que se les ocurría durante los efectos eufóricos de la droga fue grabado y visionado en aquel picadero.
Para finalizar el verano, aprovecharon la llegada de sus empleados a primeros de septiembre para tomar ellos unas vacaciones. Hicieron un viaje a la República Dominicana, a un todo incluido durante diez días. Fue en una idílica playa caribeña cuando después de una apasionada sesión de sexo al atardecer decidieron que se iban a casar.
A su vuelta del Caribe, Esther siguió sin volver a Flying mientras no fuera necesario. Juanchi, tras madurar la idea de su futura boda comenzó a sentirse algo tenso y agobiado. Así que una noche a finales de septiembre delegó en Alex y quedó con Félix, un colega suyo para salir los dos solos por otra zona diferente y desconectar un poco de todo.
Los dos amigos, después de un par de vueltas llegaron al K´ntaro, un garito que se ponía bastante bien. Juanchi le estuvo comentando su situación con lo de la boda. Él quería a Esther pero se sentía un poco asfixiado con todo lo que se le venía encima:
-Nunca pensé que tú acabarías casado -le comentó en tono jocoso Félix.
-Pues ya ves tío -dijo Juanchi un tanto melancólico.
-Hombre espero que ahora estés un poco más calmado y dejes comer a los demás. -Casi pidió su amigo con referencia a su agitada vida sexual.
-Creo que sí -aclaró Juanchi -esto me va a retirar...
Comenzaron a reírse cuando el dueño de Flying alzó su cabeza par identificar a alguien:
-Aunque es posible que esta noche me de un último homenaje... -dijo esto mientras se acercaba hacia la barra del estrecho local. Félix le siguió justo detrás.
En efecto, Juanchi había identificado a Genia y a Silvia, las dos amigas de la pandilla de la puerta que habían bailado la rumba de Mecano:
-Victoria, a esas dos bellezas no les cobres. Ponlo en mi cuenta. –Dijo el hombre cuando las chicas pidieron una copa.
-Hombre gracias, Juanchi -agradeció Genia antes de que el hombre les saludase dándole dos besos a cada una de ellas.
-¿Y qué hacéis por aquí? Deberíais estar en mi local -comentó él haciéndose el enfadado.
-Pues ya ves, ampliando el mercado -contestó con cierto descaro Silvia -¿Y tú? ¿no deberías estar vigilando tu local?.
La música sonaba demasiado alta con lo que el grupo tenía que acercarse entre ellos para oírse:
-Mi local está en buenas manos. -Dijo Juanchi y bebió de su copa.
-Así que ampliando el mercado... -continuó el chico con cara pícara -pues venid que os presento a mi amigo Félix.
Durante el resto de la noche el grupo estuvo bailando y bebiendo hasta que los dos hombres propusieron llevarlas a Keeper una conocida discoteca con acceso muy restringido pero dado los contactos de los dos amigos esto no fue un problema.
Una vez dentro lograron hacerse un hueco en la multitud que abarrotaba la pista bailando a ritmo de Eurithmics. Las parejas estaban ya definidas. Así Juanchi tiró de la mano de Genia, la guapa morena amiga de Pili a la que le había echado el ojo meses antes y se la llevó a los servicios de los chicos. Camuflados en la oscuridad del pasillo de los servicios estuvieron morreándose hasta que por fin les tocó su turno para entrar. Pasaron los dos, ella se sentó en el váter mientras él se desabrochaba el pantalón y lo bajaba hasta los muslos pudiendo liberar así su miembro con una considerable erección. Genia nada más verlo le miró a los ojos mordiéndose el labio inferior y luego lo agarró con su mano. Lo notaba ardiendo y muy duro. Comenzó a masturbarlo lentamente:
-Es enorme... -dijo antes de acercar su boca y lamer el glande.
Después fue introduciéndolo en su boca muy despacio, recreándose en los sonidos que provocaba en Juanchi su ardiente boca.
Intentó engullir entera la polla del hombre pero no le fue posible. Comenzó entonces una mamada constante al tiempo que se acompañaba con su mano para pajearlo. Juanchi le pidió que aumentara el ritmo del movimiento de su cabeza. Ella lo hizo ayudada por las manos de él que le marcaban el ritmo ascendente hasta que Juanchi se la sacó de su boca tirando del pelo de la chica hacia atrás:
-¿Te lo echo en la cara? -preguntó excitado él mientras se masturbaba mirándola a los ojos.
-No. -Contestó Genia -Me lo quiero tragar...
Sin dejar de mirarla se la volvió a meter en la boca y agarrándola del pelo le marcó de nuevo el ritmo hasta que se corrió en la boca de su joven amante. Ésta sin el menor signo de fatiga engulló hasta la última gota de semen.
La chica se puso de pie y se besaron:
-Esto hay que terminarlo. -Propuso Juanchi.
Salieron del local donde ya no estaban la pareja amiga y se montaron en el Golf Gti del hombre. Condujo hasta Flying Golden Cat que estaba a punto de cerrar. Al entrar tan solo encontraron a Alex terminando de guardar unas cajas de refrescos. Juanchi le saludó y le despidió antes de bajar la reja metálica.
Sin perder tiempo Juanchi llevó a la chica hasta el reservado:
-Así que la leyenda era cierta... -comentó encantada Genia dándole credibilidad por fin a todo lo que había oído acerca de ese “maravilloso” lugar secreto.
Mientras la chica observaba cada rincón del reservado; su decoración a base de espejos en las columnas y en el techo y sus paredes pintadas de rojo a juego con el sofá de cuero y los dos sillones de oreja, Juanchi manipulaba algo sobre el mostrador de granito de una de las esquinas:
-Ven -llamó su atención Juanchi -¿quieres probar? -ofreció un par de rayas a la chica.
Ésta quedó un poco desconcertada al no haber probado nunca pero no dejó pasar la oportunidad de hacerlo.
De inmediato sintió que una fuerza interior la llevaba a un estado eufórico desconocido. Juanchi la arrimó hacia él y la besó apasionadamente. Ella le agarró la nuca con fuerza. Sintió como el chico tiraba de su melena separándola de él:
-Arrodíllate, vamos -le decía con las pupilas dilatadas y la boca fuera de sitio.
Ella accedió mordiéndose el labio y desabrochando su pantalón. Liberó de nuevo su enorme polla erecta. Él la miraba con deseo y se la pasó por la cara hasta que ella volvió a comérsela. Juanchi se la sacó y le dio un golpe en la cara:
-Quiero que me folles cabrón. -Exigió Genia excitada.
-Que puta eres. -La definió de manera hiriente Juanchi. -Pero lo vamos a hacer bien.
El hombre se volvió hacia el televisor que pendía del soporte en la pared y tras manipular y ajustar una pequeña cámara, en la pantalla apareció la imagen del sofá rojo en la pared de enfrente donde ya Genia desnuda había comenzado a masturbarse. La secuencia de la chica abierta de piernas mientras con una mano se amasaba un pecho y con la otra se acariciaba un sexo cubierto por una gran cantidad de pelo negro rizado que aparecía en la pantalla de la televisión hizo que Juanchi se volviese de inmediato. Rápidamente se desnudó y se fue a por su invitada. Ella le recibió totalmente húmeda facilitando la primera embestida de él. Tras varios puntazos acompañados por los correspondientes gemidos de Genia, Juanchi se incorporó y le dijo que se colocara a cuatro patas sobre el sofá. La chica obedeció y apoyó su cabeza sobre el sofá girándola hacia la pantalla para deleitarse con su propia secuencia pornográfica. Juanchi colocado tras su culo la agarró por las caderas y comenzó a penetrarla con ganas. El cuerpo de la chica iba y venía sobre el sofá chocando su cabeza contra uno de los brazos de éste. La imagen que les devolvía el aparato hacía que su excitación aumentase por momentos. El hombre ahora se agarró a la melena negra de la chica que en una demostración de su salvaje libido pidió que le azotase:
-Pégame, vamos, pégame...
Juanchi no dudó en acatar la orden y dio un par de cachetazos en las nalgas de Genia que quedaron enrojecidas. El bombeo era demoledor mientras la chica se retorcía entre jadeos y resoplidos cuando por fin Juanchi se corrió en el interior de la vagina. Genia derrotada por la fuerza de las embestidas cayó con medio cuerpo fuera del sofá.
Transcurridos unos minutos de recuperación sobre el sofá, se fumaron un cigarro antes de que el dueño del bar rebobinase la cinta para disfrutar de su visión.
Con un poco de vergüenza Genia veía como había sido montada y azotada por Juanchi, lo que inevitablemente consiguió que volvieran a excitarse. La chica ahora se colocó de rodillas entre las piernas del hombre y comenzó otra mamada. Durante diez minutos siguió lamiendo, succionando, besando y chupando el tremendo pene de su anfitrión hasta que segundos antes de correrse y sin previo aviso, Juanchi abofeteó la cara de Genia para luego derramarse en ella. Aún con el semen manchando su boca y cruzando su cara desde los ojos hasta el mentón, la chica se terminó de hacer una paja hasta correrse delante de Juanchi.
Mientras la chica paseaba su maravillosa desnudez recogiendo su ropa esparcida por la habitación Juanchi la observaba pensando que esa mujer era la horma de su zapato.