El sofá rojo - 2-flying golden cat
Elvira, la camarera de Flying Golden Cat sufre un contratiempo.
2.- Flying Golden Cat.
Durante los siguientes meses la relación de los tres amigos continuó de la misma forma. Volumen de trabajo alto, consumo de sustancias para soportarlo y fiestas, mucha fiesta. Pero en mayo del 88, transcurrido el primer año de vida del local Juanchi decidió darse un descanso en el ritmo fiestero que llevaban y prestar más atención a un negocio que era una mina y de no cuidarlo podría dejar de serlo.
Su socio Ramón, en cambio, no veía tal riesgo y decidió que su vida despreocupada era perfectamente compatible con la gestión del negocio. Elvira por su parte era la que parecía haber perdido los papeles por completo. Sus sueños de hacer un casting para una película habían quedado aparcados definitivamente y por el contrario decidió disfrutar la noche en plan salvaje. Sin plantearse posibles consecuencias y mucho peor, sin ser consciente que hacía meses había perdido el control sobre sus vicios.
Así las cosas, Juanchi comienza a pasar más tiempo detrás de la barra mientras que Elvira ha logrado reducir su jornada laboral para disponer de más tiempo de descanso. Tiempo que emplea en seguir el tren de vida que le marca Ramón. Solían salir los sábados al cerrar el bar y se marchaban a Delicatessen a apurar las horas del fin de semana. Durante esos meses Elvira tuvo multitud de relaciones con diferentes tipos. Desde perfectos desconocidos hasta algún que otro famosillo. Nunca nada serio. Lo que si empezaba a tornar en un problema serio era su adicción a la cocaína. Tanto a nivel físico como económico. Sus ahorros empezaban a resentirse.
El aspecto de la chica en el último año ha empeorado bastante. Poco queda ya de su aspecto delicado. Se ha cortado el pelo y se ha dejado un flequillo recto. Su piel suave parece deshidratada por todos los excesos. Abusa del tabaco y la cocaína y duerme menos que nunca. Bajo sus ojos grises su piel blanca se ha vuelto de un color violáceo oscuro que le dan un aspecto enfermizo.
En el verano del 89, Juanchi empieza a sospechar que el ritmo frenético que llevan su socio y su camarera está empezando a afectar a la recaudación. Durante dos semanas consecutivas al chico no le salen las cuentas entre las existencias, el consumo del bar y lo recaudado. No está seguro pero sospecha que Ramón está cogiendo dinero directamente de la caja. Tras hablarlo una noche, los dos socios tienen una acalorada discusión acerca de lo que conviene hacer para que el negocio no acabe. Los puntos de vista de ambos están enfrentados y no parecen que sus posturas se vayan a acercar. De manera que Juanchi propone comprarle su parte del negocio a Ramón. Éste, ante la inmediata liquidez de que dispondría, acepta encantado. Hecho que para Juanchi justifica los descuadres de caja que ha ido notando. Posiblemente su enganche fatal a la droga ha llevado a Ramón a acumular una deuda importante.
El nuevo dueño de Flying debe hacer un esfuerzo económico ya que, avalado por su padre, pide un préstamo para hacer frente a la compra. Así que decide deshacerse de la moto al serle imposible mantener la Virago y el Golf GTi que se acababa de comprar. Elvira se queda como camarera aunque su remuneración sufre un recorte y Juanchi deberá echar detrás de la barra más horas que nunca.
Ramón aprovecha los dos millones de pesetas de la venta de su parte del negocio para desfasar de manera exagerada. Lo primero que hace es un viaje a Cuba durante diez días. Juanchi se entera, a través de amigos comunes, que anda presumiendo de todo lo que ha hecho en el Caribe, macro orgías con ron y coca subvencionadas por él mismo.
A su vuelta empieza a moverse por otros ambientes diferentes a los que solía. Se hace íntimo amigo de un tal Chopo cuya fama no parece ser la más adecuada para alguien con ciertos problemas de adicción. El ex socio sigue manteniendo relación con su prima aunque con Juanchi, el trato es muy frío. Éste sospecha que Ramón se ha convertido en el camello de Elvira y otros personajes que pululan por el local, así que no le hace gracia que venga mucho por Flying .
A finales del verano del 89, el estado de Elvira evidencia un grave enganche a la cocaína. Tiene problemas de concentración, está irascible y físicamente muy desmejorada. Su pérdida de peso es casi alarmante.
Una noche de septiembre, Ramón apareció por Flying , tras un breve saludo, Juanchi le sirvió una copa. Se miraron:
-Elvira está muy mal, Ramón -le comentó apesadumbrado el dueño del bar.
-¿Y a mi que me cuentas? -respondió con desprecio Ramón.
-Sabes a que me refiero, necesita que la ayudes, joder. -Le echó en cara su ex socio ante el temor del final fatal de la joven.
-Mira, aquí todos somos mayorcitos para saber lo que hacemos. -Le contestó Ramón en tono despectivo.
Juanchi suspiró hondo y se alejó hacia otra zona de la barra. Inmediatamente, Elvira se acercó a su primo con quién mantuvo una breve conversación antes de que él abandonara el bar. Minutos después la chica anunciaba a Juanchi que iba al almacén a buscar una caja de refrescos, él se ofreció a hacerlo pero ella se negó y salió hacia dentro de la habitación mientras Juanchi negaba con la cabeza desaprobando la actitud irresponsable de su camarera mientras en el bar suena Más y más de La Unión en lo que parece un resumen de la alocada trayectoria de la chica en Madrid.
En vista del cariz que va tomando la vida de Elvira. Juanchi contrata a un chico para servir copas los fines de semana. Alex es un joven de dieciocho años de perpetua sonrisa encantado de comenzar a trabajar en uno de los mejores bares de la zona. Desde el principio Juanchi confía en él. Su imagen, siempre con pantalón vaquero y polo Lacoste junto a su pelo rubio engominado hacia arriba le dan un aspecto muy pija para el estilo del bar pero tiene pinta de buen chaval. El dueño mismo ayuda a poner copas en momentos de más trabajo pero en otros, está un poco más libre para ejercer de relaciones públicas y mantener el nivel de popularidad del local.
En la nochebuena del 89, el bar vuelve a ser el centro de concentración de buena parte de la juventud de la zona de Huertas. La noche promete mucho trabajo y una inmejorable recaudación. Alex, va a estar trabajando todas las navidades al igual que Elvira. Pese a haber ganado algo de peso su aspecto sigue siendo mejorable.
Las horas de la noche van pasando dentro de Flying entre alcohol y música española; mil calles llevan hacia ti,quiero un camión, escuela de calor, la culpa fue del cha-cha-cha , Celtas Cortos, Burning hacen que la gente baile durante horas. Como siempre, con el paso de las horas el ambiente del local se va cargando con el humo de los fumadores. La escasa iluminación a base de las luces azuladas de la barra hace que la nube de humo adopte una tonalidad casi de tormenta sobre sus cabezas.
Sobre las ocho de la mañana, Elvira pasó al almacén. Alex retiraba de la barra los últimos vasos de cubatas. Juanchi hacía media hora larga que había dejado de pinchar música dando a entender a los más rezagados que la noche tocaba a su fin.
Se oyó un ruido seco en la habitación de las bebidas. Como un saco de arena cayendo a plan sobre el suelo. El joven camarero se extrañó pero el dueño supo al instante lo que había pasado. Corrió hacia la puerta del almacén temiéndose lo peor. Al abrir, Elvira estaba tirada en el suelo con espasmos, sangraba por la nariz y vomitaba una especie de espuma. De inmediato la cogió en brazos y se la llevó al reservado ante la mirada de los cuatro clientes borrachos que aún quedaban dentro de Flying . La acostó en el sofá rojo y le pasó las llaves de su coche a Alex para que lo acercara a la puerta del local.
La chica había sufrido una intoxicación por sobredosis y debían llevarla a un hospital cuanto antes. El joven tardó tan solo unos minutos en aparcar el Golf Gti negro de Juanchi junto a la puerta.
Tras limpiarle la cara y cubrirla con un abrigo, la metieron en el coche y la llevaron a un hospital donde se vieron obligados a contestar a muchas preguntas después de que Elvira quedara ingresada.
En la sala de espera del hospital, mientras esperaban a que llegasen los padres de Ramón como familiares de la chica, Juanchi recordaba el deplorable aspecto de Elvira una hora antes en el sofá rojo de su reservado y se acordó de ella en el mismo lugar apenas dos año antes. Cuando los tres amigos se montaron una juerga en la que la chica se inició en el sexo y en la droga al mismo tiempo. No podía desprenderse del sentimiento de culpa por la situación a la que había llegado Elvira.