El socorrista me dobla la edad II
Ánder, mi socorrista de 39 años, me obliga a hacer todo lo que él quiere. Después del entreno me folla en su despacho sin compasión hasta tragarme la lefa.
Segunda parte de un relato llamado “El socorrista me dobla la edad”.
Al día siguiente de la follada de Ánder, el socorrista de 39 años y mi entrenador de natación, se lo conté a Inés, mi amiga. Ella se puso muy feliz, pero no por mí, sino porque ya me había comentado que Ánder me miraba mucho en las clases de natación. Todo eran risas antes de que le dijera:
Y: El lunes me ha puesto otra clase individual, a las 8pm.
I: Y qué vas hacer?
Y: Pues ir, qué sino! Me gusta la natación y estoy mejorando mucho con él.
I: Pero te gusta Ánder? Que te dobla la edad ehh!
Y: Ya lo sé, no es una cuestión de si me gusta o no, fue solo sexo. Si él quiere y me pilla con ganas, me molaría repetir.
I: Ay, ya sé que está bueno pero no hay chicos de tu edad?
Y: Sí que los hay, pero con Ánder disfruté mucho más. Me encantó provocarle y que me follara en las duchas. Que me doble la edad tiene su morbo también.
La vida transcurrió sin mucho más hasta el lunes. Llegué al vestuario con tiempo para cambiarme tranquilamente y ponerme mi bañador slip que me hacía tan buen culo, antes de bajar a la piscina.
Había un grupo de niños entrenando con una chica y Ánder ya me esperaba en un banco. Nos saludamos y me planteó un entreno corto de 30min muy explosivo sin descansos. Fue muy duro conmigo, exigiéndome en cada giro y cada brazada, hasta dejarme reventado. Al salir del agua, me sequé y me dijo que quería comentarme cosas más tácticas y unas inscripciones para unos campeonatos entre universidades.
Nos fuimos a un despacho que tienen los socorristas y allí me sacó un folleto del campeonato. Me veía preparado para competir en estilos, así que me alisté. Mientras completaba la solicitud me iba mirando el bañador hasta que me soltó:
A: Cuánto te mide la polla?
Y: Ehhh… nose, unos 19cm creo yo.
A: Y tienes solo 20 años, no?
Y: Sí, casi un año por centímetro hahaha
A: A ver, enséñamela chaval.
La situación me tenía un poco cachondo la verdad y seguir las órdenes de Ánder me ponía más, así que me quité el bañador para quedarme desnudo sin decir nada. La tenía un poco morcillona pero no muy dura, así que me ordenó que masturbara. Empecé a sobarme los huevos y la polla primero, para ir viendo como crecía mi polla hasta los 19cm erectos con una paja lenta. No dejaba de mirar al hombre que tenía delante mientras me pajeaba, era todo provocación y obediencia. Cuando llevaba un poco masturbándome, me ordenó que lo desnudara.
Me levanté de la silla para acercarme. Primero le quité esa camiseta blanca que llevaba siempre para poder contemplar esos pectorales tan bien marcados que tenía. Le bajé el bañador rojo poco a poco para poder ver como se descubría su polla lentamente. Lo tenía desnudo y con la polla dura enfrente de mí, esperando que me dijera algo que hacer. Tenía un cuerpo muy trabajado y completamente depilado, era un escándalo. Mi boca solo deseaba chupársela en ese momento pero sus órdenes fueron otras. Quería que me diera la vuelta y me pusiera a 4 patas en el suelo. Doblé mis rodillas y cumplí con sus deseos. Primero noté que me escupía en el ano y después empezó a lamerlo. No había recibido muchos besos negros la verdad, pero me daba mucho placer Ánder. Intentaba meter su lengua en mi interior para sacarla y jugar con mi raja. Estuvo un buen rato lamiendo y chupando mi culo hasta que me tenía bien lubricado. Fue entonces cuando paró para levantarse. Abrió un cajón del escritorio y sacó un condón. Se lo puso y se me acercó a la cara. Le chupé un poco la polla con ese preservativo puesto y le escupí mucha saliva como me ordenó. Sin moverme yo de mis 4 patas, él se puso detrás de mí y sin decir nada acercó su polla a mi culito. Restregó su rabo por mi raja hasta que empezó a meterla. Me la metió de un golpe hasta el fondo, sin apenas dificultad, lo que me obligó a soltar un pequeño grito. “Cállate chaval!” fue su respuesta antes de empezar a follarme el culo sin descanso. Me la metía sin parar hasta el fondo. Entraba y salía toda su polla de mi culo sin poder resistirme. Me cogía de las caderas para controlarme y hacerme suyo. Era una máquina de penetrarme. Le gustaba meterla entera y sacarla de mi culo. Se esperaba un momentito y la volvía a entrar toda hasta que sus huevos golpeaban con mis nalgas. Lo hacía una y otra vez mientras me cogía del cuello. Me estaba destrozando el culo mucho más duro que en las duchas del último día.
Cuando él quiso, paró y se quitó el condón. Se sentó en la silla y me ordenó que se la comiera. Me acerqué y empecé a comerle los huevos. Me soltó un bofetón para decirme que le comiera solo la polla hasta al final. No quería otra hostia así que me la metí hasta la garganta. No me la metía entera en la boca pero lo hacía rápido. A él no le parecía suficiente así que me cogió de la cabeza para follarme la boca. Me forzaba a tragármela toda, sus 16-17cm. A pesar de mis lágrimas en los ojos y atragantarme más de una vez, lo estaba disfrutando mucho. “Trágatela, chaval” me iba diciendo mientras me cogía del pelo y me forzaba de aquella manera. Estaba descubriendo que me gustaba que me follaran la boca muy duro. Llegó un punto que me ordenó masturbarme: “Pajéate pero no te corras, chaval”. Él seguía a lo suyo jugando con mi boca y obligándome a comérsela entera. Me tenía que masturbar poco a poco para no correrme ya que me tenía a tope. Él aumentó un poco el ritmo antes de empezar a temblar y avisarme que se corría. “Trágatelo” me ordenó. Justo antes de soltar la leche me clavó su polla hasta el fondo. Sus trallazos de lefa me llenaron la garganta de un líquido caliente. Estaba muy rica pero me atraganté y me salió un poco por la boca. Todo lo demás, me lo tragué mientras me cogía del brazo para levantarme. “Córrete en mi boca, niño!”. Aumenté la paja para correrme de inmediato aun con el sabor de su semen en mi boca. Cuando noté que ya no podía parar, le acerqué mi rabo a su boca y se la metió sin dudarlo. Mis 6 chorros de lefa le llenaron la boca pero no se lo tragó. Sin decir nada, se me acercó y me besó. Fue mi primer beso con lefa. Era raro notar mi propia leche en mi boca, pero su beso me obligaba. Con su mirada era clara su intención, así que cuando él terminó de besarme y pasarme toda la leche, me la tragué. Se separó de mí con cara de satisfacción y después de darme un manotazo a mi polla aun morcillona y con restos de semen, me ordenó que me marchara. Me puse mi bañador y con el sabor a lefa en la boca salí del despacho en dirección al vestuario. La ducha no fue suficiente para quitarme ese sabor, pero me ayudó a recuperarme físicamente de la follada que me había dado.