El socorrista del camping

Las partes primera y segunda se ajustan a lo que ella me contó. La tercera ya no tanto. Hay algo de “añadidos”, pero si es cierto que a mi novia se la follaron y me puso unos buenos cuernos.

El socorrista del Camping.

Historia escrita en 1.998

Primera parte. Sus vacaciones en aquel camping. En el agua.

Mi novia y yo teníamos 18 y 19 años. Casi llevábamos dos años juntos.

Sobre las cuatro de la tarde sonó el teléfono. Sus padres se acababan de ir a pasar el fin de semana a casa de su tía, así por sorpresa. La había costado convencerlos para la que la dejaran sola.

-. Hace diez minutos que se han ido... ¿Qué te apetece?... (De sobra lo sabía y de sobra sabía que no podía hablar en casa.).No vengas antes de las seis, espera a que llamen cuando lleguen. (Siempre llamaban para decir que habían llegado bien).

Me duché en un pis pas y fui al supermercado. Antes de las cinco y media estaba en su casa con varias botellas de vino.

Abrió al segundo timbrazo cubriendo su cuerpo con la puerta. Llevaba un albornoz blanco.

-. ¿Cómo vienes tan pronto? Acabo de salir de la ducha.

¡Bingo! Lo sabía. Y además es lo que quería. Solo el saber que estaba desnuda debajo del albornoz ya me puso cachondo. Cerró la puerta con llave y cruzó el pestillo. Nos besamos. Dejé las botellas en el suelo y mis manos fueron directas a agarrar sus nalgas. Atraje su cuerpo al mío hasta sentir sus tetas pegadas a mi pecho.

-. ¿Ya empiezas?, dijo al sentir cómo se me endurecía, pero no se opuso a que levantara los faldones del albornoz y tocara directamente su piel. Al hacerlo el cordón se aflojó y dejó parte de su cuerpo al descubierto. Rápidos mis ojos la recorrieron de arriba a abajo. Un buen trozo de sus senos, justo por el medio, dónde se separan, quedaron visibles. Era una especie de gigantesco escote.

Su vello púbico, castaño oscuro resaltaba sobre el albornoz blanco. No se colocó. La cogí un pecho con la mano. El albornoz se abrió un poco más. Pude ver la oscura aureola de sus pezones.

-. Mis padres no han llamado todavía. Anda vamos al cuarto de estar… ¡¡¡¡Y estate quieto que como les de por volver nos van a pillar!!! Dijo apartándome la mano de su pecho.

La dejé caminar delante de mí. Llevaba el pelo recogido en una coleta. En mitad del pasillo, por detrás, empecé a morderla el cuello. Se encogió de gusto gimiendo. Giró la cabeza para que mis dientes recorrieran todo su cuello. Mis manos desde atrás abrieron el albornoz y levantaron sus tetas. Su espalda se pegó a mi cuerpo. La dejé maniobrar a su antojo con mis pantalones.

Metimos las botellas a enfriar y nos sentamos a ver la tele. A cosa de las 6.30 sonó el teléfono. Habían llegado bien, la tía mandaba besos, los primos... Bla, bla, bla....

Mientras hablaba empecé a "picarla". No podía quejarse ni hacer nada que me delatara. Naturalmente estaba sola y no podía defenderse del ataque. Me puse de rodillas frente a ella. No me molesté en quitarla el albornoz. Abrí sus piernas. No me entretuve demasiado mirando su coñito casi abierto. Ya tendría tiempo. Empecé a lamer sus muslos. Cerró los ojos y se dejó resbalar sin dejar el teléfono. Su gesto me estaba invitando, pero adrede retrasé mi llegada. Su entrepierna estaba caliente y húmeda.

Nada más colgar empezó a gemir. Se dejó recostar en el sofá y levantó las piernas para que mi lengua pudiese llegar a todos sus rincones, para que no olvidase ninguno de sus pliegues. Recogida sobre sí misma, sus rodillas descansaban apoyadas en las tetas. Estaba completamente abierta para mí.

En cuanto se corrió, decidí apoderarme de ella. No la dejé cambiar de postura. Apoyé sus muslos en mi estómago y me acerqué a ella. Mi polla se paseó sugerente entre los labios de su sexo. Se aproximaba a la entrada. Se retiraba y la hacía gemir. Solo necesité un pequeño empujón. Entró con una facilidad increíble. Guiado por sus jadeos impuse un suave movimiento de va y ven. Sus manos nerviosas se acariciaban los pechos. Los dedos jugaban con los pezones poniéndolos de punta. Su respiración se agitaba más y más. Su segundo orgasmo estaba muy cerca.

Estuvimos así toda la tarde. Ya ni sabíamos qué postura poner o qué juego inventar. La acompañé a la cocina a preparar la cena; más que nada porque me gustaba verla caminar desnuda. Me ponía cachondo ver sus formidables peras colgando de acá para allá. Así sin sujetador, a la mínima, se la movían para todos los lados. Muchas veces lo pensaba. Para tener 18 años recién cumplidos tenía unas tetas exageradas.

Durante la cena cayó la primera botella.

Volvimos al salón y pusimos la tele. No nos gustó. Pero seguimos bebiendo. Tumbados uno encima del otro, solo con la lámpara de la mesa, casi en penumbra, empezamos a hablar. No parábamos de acariciarnos. La dejé que se levantara a poner otra copa solo para ver los meneos que daban sus enormes bolas. Esas tetas me tenían hipnotizado.

Cuando volvió a mi lado la pedí que me contara una historia. Como siempre costó convencerla. No sé para qué se hacía de rogar si sabía que iba a acabar haciéndolo.

A primera vista el juego resultaba súper sencillo. Cuando no podíamos hacerlo nos íbamos sitios oscuros. En la penumbra, procurando que nadie nos viera nos tocábamos. En voz baja, nos susurrábamos al oído cuentos eróticos. Empezamos contando pequeños relatos eróticos, la mayoría eran sueños o historias inventadas. A mi el escucharlas me pone como una moto y me encanta, sobre todo si sé que son historias reales. Es una forma de estimular esa zona morbosa de nuestro cerebro y encender hasta límites insospechados el deseo y la lujuria. Fuimos mejorando la diversión hasta convertirlo en uno de nuestros pasatiempos favoritos.

Con estos juegos nos fuimos descubriendo nuestros pequeños "vicios", nuestras fantasías. Poco a poco los relatos fueron subiendo de tono. Mezcladas con relatos inventados fueron apareciendo nuestras aventuras, y nuestras infidelidades. El imaginar que otro habría disfrutado de su cuerpo el primer día me irritó pero luego fue terrible. No paraba de pensar en ello y cada vez me excitaba más y más. Y a ella la pasaba lo mismo. El saber que otra chica me había hecho gozar tanto o más que ella, la despertaba una especie de rivalidad contra todas las mujeres. Ella tenía que ser la mejor. Sus celos la volvían más y más morbosa y la afloraba una calenturienta imaginación.

En alguna ocasión, cuando estabamos separados, el correo traía cartas sin remite. El leerlas me excitaba y me tenía como loco durante semanas. El polvo del reencuentro solía ser brutal. Yo me vengaba. Y a ella, de vez en cuando, la aparecían por sorpresa algunas "cartitas" mezcladas entre sus apuntes. Tenía que dejar la carpeta sola en la biblioteca.

Un día estaba sentado detrás de ella sin que lo supiera y vi como se puso. Colorada. Como nerviosa. Los pezones destacando, notándose perfectamente en la blusa. Fue derecha a los servicios y cuando volvió, su carita era distinta. No parecía ya nerviosa. Y desde luego los pezones ya no se la notaban Algo habría pasado. La imaginé en los servicios. El brazo doblado sobre la puerta y sosteniendo la cabeza, con las bragas por las rodillas, sintiendo la desnudez de su sexo, moviendo rápida su mano, ahogando sus gemidos, excitada por lo que acababa de leer, excitada por el temor a ser descubierta en cualquier momento.

Cuando nos quedábamos solos en casa o conseguía las llaves del piso de algún amigo que estudiaba fuera, como final de fiesta, estando ya desnudos y cansados de hacerlo, solíamos beber, más que para calentarnos otra vez, para perder totalmente la vergüenza y desatar la lengua.

Entonces nos masturbábamos lenta y morbosamente mientras nos contábamos estas historias. Y qué mejor momento que este. Además con más de media botella que llevaba encima, a poca guerra que la diera, me iba a contar algo. Y a la vuelta del veraneo siempre había algo que contar. Puede que ella fuera la protagonista del cuento. Sabía perfectamente que mi novia no era precisamente de las que se están quietecitas, de las que"guardan la ausencia". Vamos que era un pelín putita, por no decir una buena guarra. En cierto modo sospechaba, o intuía más bien, que desde ese verano tenía unos buenos cuernos. No me importaba, quería saberlo, sobre todo porque me ponía a mil que me lo contara.

Muy despacito, empezó a hablar y a masajearme la polla.

Verás, durante el verano, en la piscina del camping, un día oí comentar que el socorrista se colaba por un sitio del vestuario de mujeres y se "divertía" mirándolas. Presumía de haber visto desnudas a casi todas las chicas. A ella y a sus amigas lógicamente también. Además decía que de todas las que había visto ella era la que tenía las mejores tetas y que estaba deseando probarlas. Esa noche lo estuvo pensando en la cama y no pudo dormir hasta que se lo hizo.

Su prima era su mejor confidente, y el tema tardó poco en salir a la palestra. No acababa de creérselo, pero la excitaba un montón. Su prima afirmaba que era verdad, que ella le había visto entrar más de una vez. Es más lo había comprobado y la resultó muy divertido hacerlo. ¿Cuál? Preguntó picara a su oprima. Pues desnudarse en el vestuario sabiendo que la miraba. Mira, cuando le veas meterse detrás de las cabinas, por el lado de las ventanas pequeñas, ya sabes qué va a hacer, la contó su prima.

No la dijo nada, pero en su cabeza empezó a maquinar que en cuanto se librara de ella, lo iba a hacer. Naturalmente procurando que nadie se enterara. La discreción ante todo. Su prima tenía clases particulares todos los jueves, y ella se quedaba sola Mejor ocasión imposible.

Se estuvo bañando delante de él. Recogió los trastos del banco y despacio, para darle tiempo, se dirigió a los vestuarios. Tenía el traje de baño mojado y pegado a su cuerpo como una segunda piel. Se la notaba todo, ese verano había engordado un par de quilos y el bañador la marcaba demasiado, para colmo una de las copas del sujetador era blanca y casi trasparentaba su pezón. Recuerdo perfectamente ese bañador. Cuando estaba a punto de soltar el corchete del sujetador se preguntó si la estaría mirando. Solo había un sitio por donde hacerlo.

Miró de reojo y con disimulo. Creyó verle escondido. Perezosa se fue bajando los tirantes. Sus tetas aparecieron majestuosas. Sus pezones ya estaban duros de excitación. Luego se fue bajando el bañador hasta la cintura. Volvió a mirar de reojo. Allí estaba agazapado. Y eso que acababa de empezar su numerito.

Siguió quitándose el traje de baño. Ahora estaba completamente desnuda. No la gustaba que la vieran el coño y se dio la vuelta. Cogió la toalla y más que secarse se acarició todo el cuerpo. Estuvo desnuda bastante rato haciendo cómo que buscaba algo en la bolsa. Deseaba que se volviera loco mirándola.

Luego se vistió empezando por los calcetines y dejando las tetas para el final. Antes de cubrírselas, se desenredó el pelo. Cuando lo hacía frente al espejo se divertía mirando como la iban de un lado a otro. Sabía que si la estaba mirando, se estaría volviendo loco. Me confesó que con pequeñas variantes lo había hecho más de un día.

Aquí dejó la historia. Se levantó a poner otra copa. Ese era el principio. Estaba conquistándole. El juego exhibicionista no podía ser un hecho aislado, tenía que llegar al final. Tenía que haber algo más. Intuí que además de dejarle ver su cuerpo había habido algo más...

Empecé a tocarla suavemente. Se recostó contra mi cuerpo y separó las piernas. Su coñito estaba totalmente expuesto para que yo jugara con él. Estaba mojada, lo cual quería decir que solo el recordar lo que hizo la estaba poniendo cachonda otra vez. Seguí un rato jugando con los dedos.

-. Sigue con la historia... "por fa"

Directamente la pregunté: ¿El te gustaba verdad?

-. Si, como a todas las chicas del camping...

-. Ya. Supongo. Pero me da que hubo más, ¿verdad?

Sin necesidad de más preguntas, volvió a coger mi polla. Y siguió contándome sus aventuras mientras nos masturbábamos al tiempo.

Me confesó que la gustaba ponerle a cien y calentarle a tope. No quería que mirase a otra. Ella tenía que ser la única.

Paró un momento y bebió un trago. El caso es que bañándose en la piscina, y jugando con él, le permitía que de vez en cuando, bajo el agua, su mano tocase donde no debía... Ella hacía como que ignoraba que la había tocado el culo o sitios similares. (¿Similares?).

-. Osea que, con disimulo te dejabas meter mano.

Asintió que si con la cabeza y sin dejar de masajear mi polla siguió contando. Cuando se ponía el bikini en vez del traje de baño, se tiraba de cabeza sabiendo que sus senos se la saldrían. Él la esperaba sumergido bajo el agua. Hacía eso solo para provocarle. Tenía que ser suyo, convertirle en su juguete. Y mi chica no es de las que se conformaban solo con participar en el juego. Tenía que conseguirlo.

Un día por la tarde, ya casi de noche, se fueron a la playa todas las amigas. Él apareció con otros chicos. Se pusieron a nadar juntos y se alejaron un poco del grupo. Sin que la viera aflojó los tirantes del bikini. Entre los movimientos y las olas las tetas aguantaron poco en su sitio. Confesó que ni se molestó en guardárselas. Mira se te han salido, me dijo... Es verdad... va,... como si me bañara en top less, dije y los dos empezamos a reírnos...

No puede evitarlo, miré sus pechos desnudos y la interrumpí. "Joder tía, si es que ibas pidiendo guerra a gritos". (Me imaginé perfectamente sus grandes tetas flotando bajo el agua, libres del sujetador, mientras él nadaba a su lado. Supuse que su polla se le pondría dura con semejante espectáculo. Sobre todo al contemplar como se la erizaban los pezones con la frialdad del agua. No creo que resistiese la tentación de echarlas mano. Ese par de melones volvían loco a cualquiera. Aunque ya puestos a pensar... podía estar ocultando parte de la historia.)

-. Le pondrías como una moto ¿no?.

-. Si, dijo sonriendo...

-. ¿Y tú?. Si que cómo estabas tú.

-. Puffff, pues también, caliente a tope.

En ese momento su mano pareció como que iba a pararse. Acentué mis caricias en su coñito. No podía permitir que se "enfriara". Tenía que tenerla constantemente caliente para que siguiera hablando.

-. ¿Y qué más pasó? ( ya mi polla estaba más que a punto )

-. Pues que seguimos jugando.... y

De nuevo su relato parecía volver a tomar carrerilla. Pero se paraba. Entrecortada y retomando la historia siguió. Parecía dudar por un lado. Por otro deseaba seguir. Sabía que lo que venía ahora iba a subir el tono de la historia.

-. Pues… eso… jugando... Empezó a tocarme. Fue la primera vez que me besó en la boca. Estuvimos nadando juntos. Nos hacíamos aguadillas, cosquillas y bueno, él aprovechaba para… -pareció dudar un instante- no te enfades ¿eh? Bueno pues que aprovechaba cuando me hacia aguadillas para tocarme las tetas.

Por fin lo dijo. Era la primera vez que mi novia me confesaba abiertamente que se dejaba sobar. Ya no eran historias inventadas. Ahora era la verdadera confesión de su infidelidad. Por primera vez me contaba o me iba a contar con pelos y señales como me ponía los cuernos. Por eso tardaba tanto, por eso duda. Estaba, como diría, observando mis reacciones por ver si podía o no contármelo. Mi polla dio un respingo. Mis jadeos la animaron a seguir.

-. Mira, él se metía bajo el agua y me bajaba las braguitas. Luchábamos como si intentara quitármelas, y yo me resistía. No sé eran juegos inocentes", para disimular, pero los dos sabíamos lo que queríamos. Por ejemplo, se metió bajo el agua. Me abrió las piernas y me subió sobre los hombros. Me tape los pechos con las manos y me deje caer al agua... cosas así.

-. Ya, y así te tocaba el coño, ¿verdad?.

-. Si... me tocaba por todos los sitios. El culito, las tetas,… pero lo que más, en cuanto podía me metía la mano en el coño. Mira, primero me sacaba las tetas, y aprovechaba que yo me las intentaba volver a colocar para meterse bajo el agua y bajarme el bikini. Yo intentaba subirme las braguitas, y no me dejaba. Me metía la mano por detrás, mientras me agarraba el culo. No me las dejaba subir y mientras luchábamos era cuando me lo cogía y me lo acariciaba. Muy a lo burro pero me hacia cosquillitas y me gustaba.

Así estuvimos un rato. Ya era de noche y no se veía bien. El seguía dale que te pego. Así que yo le hice lo mismo con su bañador. En teoría mucho no podíamos hacer por si nos veían, pero debajo del agua nos manoseamos a conciencia. Me estuvo metiendo mano por todo el cuerpo.

-. ¿Os desnudasteis del todo?.

-. ¡Pues claro!, ¡Qué tonto eres!. Mucha ropa no teníamos. Además, como no se veía bajo el agua pues nos quedamos completamente desnudos, bueno no exactamente. Yo estaba con las tetas por fuera, pero sin braguitas. Salió así. Estábamos jugando y dejé que me las bajara, que me quitara las bragas. Él ya estaba desnudo. Me reí porque ya la tenía empalmada, se lo había quitado solo. Cuando se lo toqué entero me llevé una sorpresa. Estaba totalmente depilado. Según él lo hacía "porque a las mujeres las gustaba más".

Luego con tanto toqueteo pues pasó lo normal. Nos abrazamos y empezamos a morrearnos. Muy apretados. Mira la sentía dura, muy dura aquí, en la barriga. Me tenía una mano apretándome por las nalgas y la otra por encima de los hombros, rozándose, restregándose con lo de abajo. Y aplastando mis tetas contra su pecho. Y en lo mejorcito, pues apareció ya sabes tu quien llamándonos desde la orilla. (Su prima) y nada, tuvimos que dejarlo claro.

En ese momento mi novia se subió a horcajadas encima de mí. Yo estaba a punto de explotar, pero por la humedad que noté allí abajo, ella también. Lenta, pero ansiosa se ensartó ella solo en mi polla. Hasta adentro. Una auto penetración muy profunda. Hinchó su pecho ahogando un gemido en cuanto la tuvo bien colocadita. Sin dejar de masturbarse el clítoris se abrazó a mí. Yo intentaba sobarla las tetas mientras ella subía y bajaba, se restregada contra mi pubis o movía las caderas en círculo, jadeando cada vez más rápido. Se movía de una forma distinta. Nunca la había visto moverse con tanto deseo, con tanta lujuria. Era como si su coño se quisiera tragar mi polla. Besos. Morreos en los que me comía los labios, me los mordía. Sus caricias eran como muy ansiosas. Incluso de vez en cuando me clavaba las uñas. Sus respiraciones súper agitadas. Estaba completamente entregada.

Excitado a tope, empecé a imaginar la escena... En cualquier momento se habrían abrazado. El morreo intenso que ella me contaba, y sin soltarla, él la colocaría a horcajadas. Como estaba conmigo pero en el agua. Sus manos se meterían bajo la braguita del bikini para sobarla el culo... Ella sabiendo qué la aguardaba... disfrutando con la caricia de su piel, provocando con disimulo el roce de sus sexos, permitiéndole todo con su silencio, esperando con ansia que se decidiese, aguardando impaciente que se alojara en su interior. Dispuesta a tomar la iniciativa si él no lo hacía. No creo que tuviera mucha dificultad para apartarla el lateral de la braguita, puede que incluso ella misma se lo abriera, aunque a esas alturas, y con lo que me estaba contando, seguramente puede que ni tan siquiera las tuviera puestas.

Su polla estaría más que tiesa. Tanto o más que la mía. Además me dijo que la tenía empalmada. Ella deseando que se la metiera, buscando que se la encajase en medio de las piernas, acercándole la abertura. Él la colocaría a la entrada... La mía se estaba poniendo cada vez más dura imaginando cómo la metía todo el rabo de un solo viaje. Cómo tiraba de sus caderas para incrustársela. En ese momento habría cerrado los ojos con fuerza y habría jadeado. Como acababa de hacer conmigo. Conocía perfectamente esa cara. Hasta que no se la hubiera metido bien hasta adentro no abriría los ojos.

Me le imaginaba con sus manos agarrándola por las nalgas, totalmente ensartada en su polla, subiendo y bajándola con facilidad. Ahora sí pude cerrar mis ojos y ver sus grandes tetas flotando en el agua. Su vaivén mientras la perforaba su coñito. Ella gimiendo y dejándose manejar. La polla rígida recorriendo su coño de arriba abajo. Y ella subiendo y bajando una y otra vez. La imagen era de lo más fuerte. Estaría mirando para todos los lados, jadeando, disimulando, mientras él seguía follándosela dentro del agua. Hasta que no pudiera más y se abrazara a él besándole con fuerza, para ahogar los gritos. Como hacía conmigo cuando nos corríamos.

Fue un polvo bestial. Me corrí en su coño como un animal. Cuando se salió de mí, me toqué. Estaba completamente calado. Tenía los huevos empapados. Era como si se hubiera medado encima de mí. Su corrida también debió ser muy fuerte. Y no solo por los juegos. El recuerdo de su aventura la había puesto muy cachonda. Eso me convenció de que se lo había pasado bien, pero que muy bien con su amigo el socorrista.

La historia quedó así, y no pude enterarme si la se la tiró o no. Mientras la veía jadear a mi lado, los dos "derrotados" en el sofá lo pensaba. Por mucho que tratara de enterarme no me lo iba a decir en ese momento. Había que esperar una ocasión similar, otro día en el que estuviese animada a contarme sus aventuras. No sé si esa vez se la tiró, pero imaginando cómo se la calzaba en la playa consiguió hacerme correr una y mil veces.

Segundo capítulo. En la hierba.

Casi, casi lo consigue.

Desde aquel día no dejó de rondarme la historia por la cabeza. La imaginación me traía escenas tremendamente excitantes, y se despertaban pensamientos morbosos y lascivos que hacían aumentar más y más mi deseo.

No dejaba de acordarme de aquel fin de semana en su casa. Y desde luego no dejaba de arrepentirme de haberme dejado llevar y no haber aguantado más. Si, porque de haber aguantado más, tal y como estaba de lanzada, me lo hubiera dicho todo, y de esta forma, no pude enterarme si el socorrista del camping realmente se la tiró o no, aunque yo sospechase que si, claro. Tenía que esperar una ocasión similar, si, otro día en el que estuviese otra vez súper cachonda y animada a contarme sus aventuras. Y ese día había llegado por fin.

Ya estábamos en los asientos de atrás del coche completamente desnudos. No hacía mucho habíamos terminado el primer polvete. Ella tenía mi pene medio flácido entre sus dedos. Había que "hacerlo resucitar" y como siempre empezó a jugar y a contarme historias, pero yo la fui orientando a la del socorrista del camping de nuevo. Mi favorita desde hacía tiempo. Tenía claro que la había metido un buen repaso y sospechaba, cada día con más argumentos, que se la había cepillado, pero no podía asegurarlo.

Me costó convencerla hasta que por fin siguió contándome como la metía mano en el agua... en los vestuarios... en la tienda de un colega... Más o menos como hacíamos nosotros. Vamos que en cuanto podía.

Antes de acabar las vacaciones el socorrista en cuestión conocía sus tetas, (y algo más) perfectamente, y no solo de vista, claro. A los 18 años era demasiado joven para follar así de buenas a primeras, pero confesó que con él, estuvo a punto más de una vez. Sí, me dijo que en otras circunstancias y en otro sitio, donde pudieran hacerlo a gusto, con tranquilidad, (en una casa por ejemplo), se lo hubiera hecho con él sin ningún género de dudas. Y no una sola vez. Estaba buenísimo.

Ya metidos en harina y después de decirme que se la hubiera podido follar a conciencia me lancé directamente a preguntarla.

-. Vale él te vio desnuda entera, le dejabas meterte mano, y tú ¿qué?¿No le hacías nada?. En serio, venga cuéntamelo, no o me digas que no hacías nada, que te conozco.

-. Bueno, si él me tocaba pues, yo también...

-. Osea que más de una pajilla le cascaste... ( No contestó pero con su silencio confirmó que era verdad...) ¿Qué le hiciste? Venga guarrilla cuéntamelo.

Se quedó quita. Callada. Por un momento temí haberme pasado. No decía nada. Tenía sujeto mi pene entre sus dedos sin moverse. O se lo estaba pensando o me había pasado. Hasta que al final arrancó.

-. Pues más que hacerle yo, me hizo él a mí. Se puso las botas conmigo. Me tocaba por todos los sitios....

Por la forma mecánica en que me la meneaba, como casi sin interés, debía estar pensándolo. Si conseguía que arrancase seguramente me contase todo. Hay que pensar en qué frase la digo, a ver cómo consigo ponerla a mil por hora.

No sé si preguntarla abiertamente "venga no me cuentes que no os disteis un par de revolcones". No espera, "revolcón" es tanto como decir que follar. Si se la tiró, directamente no me lo dirá. Desde luego algo tiene que ocultar, bueno ocultar no, algo tiene que contar. Está clarísimo. Está indecisa. No sabe si seguir y contar todo o cambiar de tema. Hay una cosa clara. Si la tocó como ella cuenta, quiere decir que al menos la hizo una paja y ella tuvo que hacerle lo mismo. Eso fijo. Como si no la conociera. Además no me creo que la sobara las tetas y no bajara la mano al coño. Todos los tíos hacemos lo mismo.

Vamos a calentarla un poco primero. Joder, si le tiene calado. Ufff y los pezones se la están volviendo a poner de punta. Conociéndola tiene que estar sopesándolo. Ya me contó que la sobaba y que la había visto desnuda. Ese paso ya está superado. ¿Unos morreos y una pajilla?. No. Tuvo que ser algo más que una simple pajilla en la tienda de un amiguete. Si no, no dudaría tanto ni por supuesto se pondría así de cachonda. El tío la atraía y ella sabía que no volverían a verse. O ahora o nunca. Eso estaba claro. Además todas las amigas estaban como locas por el niñito en cuestión. No solo estaba el disfrutar con él. Era el conseguir ganar a todas las demás. Era tanto como sentirse número uno. Tengo que intentar por todos los medios irla sonsacando poco a poco.

-. Venga cariño sigue.

-. Si ya te lo conté todo la otra vez. Me vio desnuda y de vez en cuando me metía mano. Ya te he dicho cómo.

-. Mujer, algo más que pegaros el lote haríais... ¿Te tocaba los pechos?

-. ¡Qué pesado eres, ya te he dicho que sí!...

-. ¿y lo de abajo también?.

-. ¡Si...y basta ya!...

Ese chillidito era una señal de alarma. Tenía que disculparme, ir de suave, no forzar la máquina.

-. Bueno vale... Es que… no sé… por lo que me has dicho… digo yo, que con todo eso… pues te masturbaría alguna vez.... joder alguna vez te metería la mano en el potorrillo ¿no?...

-. Si... me lo tocó.

-. Cuéntamelo... anda… joder me calientas a o tope y luego me quedas con la miel en los labios

  • . ¿ De verdad quieres saberlo?.

(¡¡¡Yujuuu funcionó!!! . Ahora a hacerse un poco le meloso, a rogarla un poquito, La tengo casi en el bote. )

-.Si...cuéntamelo. Si sabes perfectamente que me excita mucho que me lo cuentes... Sigue... Cuéntame cómo te lo hizo... Venga... hazme una paja mientras me lo cuentas... Venga que no pasa nada. Quiero que me digas todo lo que hizo, hasta los más mínimos detalles...

Pareció dudar. Durante unos segundos dejó de acariciarme el pene. Luego lo agarró con fuerza y se acercó más a mi. Un lascivo beso en el lóbulo de la oreja y un mordisquito.

-. ¿Quieres saberlo de verdad? Pues te vas a enterar

Por un lado sonó a desafío, por otro a reto, o a castigo más bien, como diciendo allá tu, si luego no te gusta te jodes, no haberlo pedido.

-. Verás.... El socorrista, también trabajaba de relaciones públicas en una discoteca y todos los viernes repartía entradas por el camping. Me invitó a ir. Además tenía varias copas gratis en la barra.

-. Sigue...

-. Pues eso, (siempre las historias empezaban por "pues eso" Buena señal. Esto promete, me dije a mi mismo). Pues eso,... que nos enrollamos en la discoteca. Empezamos a besarnos y acabamos en la parte de atrás, cerca del almacén. Era una especie de rincón oscuro, de reservado para los camareros. Comenzó a tocarme por encima de la ropa. Al ver que no le decía nada, empezó a meter la mano bajo la blusa. Miramos alrededor y como no había nadie me la desabrochó entera y me sacó las tetas. Y eso, me las estuvo tocando.

Sin dejar de tocármelas empezó a besarme por el cuello. Luego fue bajando y comenzó a hacerlo con la boca. La verdad. Me las chupaba de maravilla. Me gustaba. Estuvo un buen rato haciéndome de todo en los pezones. Le dije que tuviera cuidado. A pesar de eso, menudos chupetones me dejó de recuerdo.

Luego empezó a tocarme el coño. Yo estaba ya más que caliente. Siguió jugando ahí y me bajó las bragas, bueno, no me las bajó, se agachó y me las quitó enteras. Me pidió que se las regalase. Quería tener un recuerdo mío.

-. ¿Lo hiciste?...

-. Si...

-.¡Alucinante!. Ósea te dejaste quitar las bragas en medio de la discoteca.

-. Hombre, no fue en medio de la discoteca, era un sitio apartado, un rincón y estaba oscuro. ¿Ves?. Al final te estás enfadando.

-. ¡¡¡Nooo que va!!! Todo lo contrario, me estas poniendo a mil, mira como tengo la polla, sigue venga, sigue… ¿Y mientras tú qué hacías?...

-. ¿Yo? Nada, me dejaba tocar.

-. ¿Nada?

-. Bueno... Se la acariciaba por encima del pantalón. (Un breve silencio). Bueno, se la acabé sacando y le hice una paja.

Lo esperaba. Lógico y normal. Sabía su forma de hacerlo... Se habría asegurado de que nadie viera lo que hacía. En eso era muy curiosa. Nunca la importaba que vieran cómo la metían mano, en cierto modo hasta la agradaba. Más que exhibirse, lo que la gustaba era despertar la "envidia" en los demás, pero la daba una vergüenza tremenda que la vieran meneándosela a un tío. Algunos días la cortaba incluso que yo la mirara mientras me lo hacía.

Supongo se habría girado hasta colocarse de cara a él. Y el apoyado con la espalda contra la pared. Eso sí, con disimulo Sus tetas se habrían meneado como flanes mientas se colocaba.

Luego comenzaría el mismo ritual de siempre. Sin dejar de besarle y de tocarle, le habría bajado la bragueta. Le manipularía la polla dentro de los pantalones y se la habría sacado poco a poco. Después habría desabrochado el cinto y el botón del pantalón. Se las habría ingeniado para acabar sacándole todo el paquete. Se la habría manoseado lentamente sin apartar los ojos de ella y mirando de vez en cuando a su alrededor por si alguien se acercaba. Atenta a todo.

Si se lo había hecho como a mí, antes de empezar a masturbarle le habría acariciando suavemente los huevos. No solo lo hacía porque la encanta sobar los paquetes de los tíos, sino porque decía –y es verdad que así nos corremos antes. Habría palpado su perímetro, investigado sus formas. Sin soltarlos comenzaría el excitante movimiento de sube y baja. Cuando se esmeraba en hacerme una paja esa era la fórmula que empleaba conmigo. Algunos días la mejoraba lamiéndolos sin dejar de moverla, aunque no creo que allí lo hubiera hecho así. Bueno puede que un par de lamiditas si diera. Un agacharse con disimulo y un par de lametoncillos rápidos a lo mejor si había dado. Si. Seguramente si. Depende de las copas que llevara.

-. ¿Y qué tal polla tenía?

-. Jajajajaja ¡¡¡ Cómo sois!!! A los tíos lo único que os preocupa es que la tengan más grande que vosotros!!! Vale… no me río más de ti… bobo… Bueno, pues de polla… Pues no te voy a mentir, no estaba nada mal. ¿Te acuerdas de las fotos? Era el del bañador a cuadritos. (Es cierto me había enseñado unas fotos en las que un musculitos estaba a su lado y marcaba un considerable paquete. Así que ese era el famoso tío que se lo pasó en grande con mi novia.)

Tocándome con la yema de los dedos, me fue describiendo centímetro a centímetro cómo era su pene. Algo más gordo y largo que el mío si parecía. Según ella el paquetón lo tenía por los huevos súper gordotes.

Luego me escenificó cómo le masturbaba, cómo tiraba de la piel hacia atrás y le descubría el capullo, cómo de vez en cuando, se agachaba unos segundos y se la restregaba con los pechos, cómo se la pasaba por los pezones. Lo único que no la gustaba eran esos huevos tan grandes.

-. Pues así estábamos, (continuó) él siguió tocándome por todos los sitios y yo se la estuve acariciando hasta que se corrió. Yo sabía que al tenia a punto. Se le había puesto una polla durísima en serio, de las más duras que he tocado en mi vida, pero no me dio ni tiempo para prepararme. El muy cabrón no me avisó. La primera vez me lo hizo en la mano. Me puso completamente perdida.

-. ¿Pero hubo una segunda vez?¿No dijiste que solo fue esa noche?.

-. Que si… que te adelantas… que ahora viene lo bueno… o lo malo. Verás, te digo lo de la primera por que luego lo hicimos otra vez... Eso fue… cómo decirte, el precalentamiento. Mira el tema se estaba poniendo complicado en la discoteca y no paraba de llegar gente del camping. Los dos estábamos muy calientes, pero ninguno queríamos que nos vieran y se supiera que estábamos liados. Y además ya casi era hora de regresar. Así que nos medio colocamos y nos fuimos.

Salimos de la discoteca y nos fuimos andando por el camino al camping, por la carretera vieja, el caminito que está pegado a la playa. Íbamos agarrados, me llevaba cogida de la cintura y me tocaba el culo cuando quería. Bueno la verdad es que desde que entramos en la discoteca no dejó de meterme mano. Le daba igual que estuviéramos en la pista que en la barra del bar. No paró de sobarme en toda la noche. Ya sabes que por esa carretera apenas pasan coches y jugando nos íbamos manoseando el uno al otro.

Íbamos hablando, de vez en cuando nos dábamos algún que otro morreo. Me cogía los pechos. Me los tocaba y los sacaba del sujetador. Yo ya ni me los volví a colocar. Me hacía que le metiera la mano por la bragueta y se la tocara. Me decía mira que dura me la pones y cosas de esas. Me agarraba por debajo de la falda y me lo tocaba... Me las levantaba del todo y se ponía detrás para verme mover el culo. No sé juegos de esos. Era divertido.

-. ¿De qué te ríes?.

-. De nada, de una bobada que hice... hacía bastante calor y en plan de broma, me levantaba de vez en cuando las faldas, y me lo abanicaba para "refrescarme"... Él se reía cuando lo hacía.

Pues eso, que nos volvimos a poner cachondos, bueno nos pusimos algo más, porque ya estábamos que ni te cuento. Los dos lo teníamos muy claro y los dos queríamos, lo único era el no tener dónde. Asique en cuanto pudimos, paramos en la carretera, detrás de unos matorrales. Nos pusimos a besarnos. Le dije que parase que era tarde, pero no me hizo ni caso. Directamente me desabrochó las faldas. Imagínate cómo quedé. Ya sabes que no llevaba bragas. Y me empezó a tocar ahí, en el coño.

Yo miraba el reloj y le decía que era tarde, pero para qué negarlo, si es que me gustaba. Nos sentamos en la en la hierba... pero en menos de dos minutos nos tumbamos. No hacía más que besarme y tocarme las tetas. Yo me dejaba hacer.

Me quedé mirándola en silencio, con dos cubatas y caliente sabía que de alguna forma ella habría tomado la iniciativa.

Bajó la mirada. Me desabroché completamente la blusa. Y el sujetador al bolso. No tuvo que mandarme quitar nada. Era la primera vez que me iba a tener completamente desnuda para él. En cuanto estuve a su lado me tumbó en el suelo y se subió encima de mi. Se desabrochó los pantalones y me la puso en la mano. Estaba durísima. Más que en la discoteca. Se lo hice un poco con la mano y él me la colocó entre los pechos. Se puso más cachondo todavía. Se puso de pie y en medio minuto se quitó la camiseta y los pantalones. Quería más.

Volvió a ponerse encima de mi y empezó a insistir en que se lo hiciera con la boca. Le dije que no.

-. No lo dices muy convenida... ¿Se la acabaste chupando no?... No me digas que de te da vergüenza contármelo...

-. Un poco.... Mira, lo de hacerlo con la boca sólo lo había hecho contigo. Se puso muy pesado y empezó a jugar con ella entre los labios y a rozarla por la cara. Por un lado me atraía la idea de hacerlo. Ya te dije que estaba completamente depilado. Más que nada por probar. Vamos que me apetecía comerme su polla. Si. Me daba mucho morbo lo de metérmela en la boca, y más en la forma en que él me lo pedía. Pero por otro me daba muchísima vergüenza. No quería que pensara de mi que era una … bueno ya me entiende. Al final empujo y pudo más el morbazo que me daba que la vergüenza y abrí la boca.

-. Sigue... cuéntamelo...

-. Pero, ¿de verdad quieres saber cómo le chupé la polla?. Si es que no sé qué más quieres que te cuente. Me comí su rabo, se lo hice todo, como te lo hago a ti. Mi silencio respondió por mi. Un pequeño gesto, como encogiéndose de hombros. Otra vez la misma expresión de allá tu.

Bueno, pues el caso es que se lo empecé a hacer con la boca. Quería hacerle una buena mamada. Ya puestos, hay que hacer las cosas bien. Como no estábamos a gusto, le dije: déjame a mi. Y cambiamos de postura. Le tumbé en el suelo, con la polla tiesa como un misil apuntando a las estrellas. Me puse de rodillas a su lado y empecé a besarle por el estómago mientras se la acariciaba. Baje hasta los muslos y le lamí los testículos. El me tocaba el coño por detrás. Me ponía a mil. Luego me la metí muy despacio en la boca. La tenía super dura.

Empecé a subir y a bajar con la cabeza. Yo le miraba de reojo para ver qué caras ponía y según fuera, pues a veces lo hacía rápida. Otra muy lenta. Luego me la saqué de la boca y le descubrí el glande. Se lo estuve acariciando con los labios y con la puntita de la lengua. Estuve un rato así. Le lamía desde los testículos hasta la punta y me la volvía a meter. Se la chupé entera, bueno casi toda, porque toda no me cabía en la boca, pero lo intenté varias veces. Si me la metía en la boca hasta que no me entraba más. Y se la chupaba. Estuve un buen rato jugando con la lengua en el capullo y cuando me cansé, le cambié de juego.

Me acerqué y me la restregué por las tetas. Se la ponía en medio de mis pechos y le acariciaba la punta con los labios. Luego volvía a chupársela. Lo hacía despacito, dejando que fuese él. SI me metía solo el principio y él se movía y me la metía más. Me pedía que siguiese, que no parase.

Yo seguía chupándola, le acariciaba los huevos, que por cierto, los tenía muy duros. Los comparé con los tuyos. Y lo estuve pensando un momento. Si, pensaba que qué hacia chupándole la polla a otro tío teniendo novio. La verdad es que estaba disfrutando haciendo aquello. La miraba y me atraía. Dura, hinchada que no veas. Sin pelos. No sé,... era diferente a la tuya, hasta sabía de otra forma. La verdad es que me gustaba bastante. Sobre todo porque la tenía tiesa como un poste. Disfruté hasta hartarme con ella en la boca. Se lo hice hasta que ya vi que no aguantaba más y que en cualquier momento podía correrse. Nada más pensarlo… ¡menudo asco si se pone a escupir como en la discoteca!

¿Entonces paré y le dejé descansar un momento. Me mandó seguir pero le dije que no quería que se corriera dentro de la boca. Puso mala cara, como de decepción. Seguro que quería que me lo tragara todo. No me dijo nada, me agarró por la cabeza y empezó a restregarse. Me dijo que le chupara todo como antes, que de no se iba a correr, que me lo prometía.

Empecé otra vez a lamerle los huevos. No me fiaba mucho. El siguió sujetándome la cabeza y haciendo fuerza. Me obligaba a que bajara más, entre sus piernas, por debajo de los huevos.

No sé, nunca lo había hecho y me resultó súper raro. Me excitaba pero me daba un poco de asco. Eso hacérselo ahí.... ( Se detuvo un momento, por el tono de voz sabía que la daba vergüenza, pero sabía que iba a acabar contándome todo, ya no había firma de que se parase.) Y fui bajando de los testículos hacia abajo. Empecé a jugar "por ahí".

Él me animaba. Bueno me animaba yo sola. Solo con oírle. No veas cómo jadeaba. Gemía como si se estuviera corriendo, palpitaba, se convulsionaba entero. Y cuanto más me acercaba se ponía peor. Sin querer se lo lamí entero. Tenía un tembleque...

Bueno, al grano, el caso es que seguí lamiéndole por el culo y acabé metiéndole la lengua en el ojete. Le separaba las nalgas y se la metía todo lo que podía. Ni yo me creía lo que estaba haciendo, pero le hice de todo. Me comporté como una auténtica p… profesional.

Así hasta que me agarró y me levantó en vilo como si no pesara. Me dio la vuelta y me tumbó. Se puso encima de mí. "Ahora sí que no te vas a escapar, dijo agarrándoselo y enseñándomelo. Y no me vengas con el rollo de que estás entera tía, a ti te han follado más de una vez y más de dos. Y si no lo has hecho, ya va siendo hora de que te quiten el precinto. No me cuentes películas tía que se te nota que no eres virgen". Quiso metérmela. Bueno me metió un poco la punta, pero le mandé parar, le dije que no, que no siguiera.

Sentí como se le aceleraba la respiración, empezaba a estar fuera de control. Mientras me decía de todo intentado convencerme empezó a tocármelo y de repente me metió dos dedos. Le entraron hasta adentro, hasta los nudillos. Me hizo jadear. Ya te veo, so guarra, de virgen no tienes nada, me decía todo alterado, aquí te entra de todo. ( El tipo no era muy listo, después de la pasada que se había metido con ella y de todo lo que se habían hecho, sería de todo menos novata.)

No paraba de mover la mano. Usaba los dedos como si fuera un pene, y me metió otro dedo más. Y empujaba con fuerza, como tratando de ver cómo lo tenía de profundo. Si me lo imaginaba, solo hay que ver cómo se te pone el coño en cuanto ves un rabo me decía. (Menos mal que te lo imaginaste idiota...)

No paraba de preguntarme cosas del estilo de "Lo has hecho bastantes veces ¿verdad?. Cuando le dije que no, que solo lo había hecho con mi novio, osea contigo se quedó un poco extrañado. ¿Sólo con él?, decía y me empujaba más adentro la mano. Yo ya tenía el coño súper abierto. Me dijo que me tenías muy bien enseñada,(Hombre muchas gracias.) y empezó a preguntarme qué me hacías, si lo hacíamos a menudo. Vamos cosas de esas. Y claro terminó preguntándome si quería probarlo con otro.

Volvió a intentarlo. Y volví a decirle que no. Me preguntó que por qué no quería, si no me gustaba, si pasaba algo… Ya sabes lo pesados que os peonéis los tíos. Venga a insistir y venga a preguntarme si no quería hacérmelo con él, que si no me gustaba.

( Ahora sí que me has convencido, el tío era tonto. Vamos a ver, cómo se atreve a preguntarlo. La tía se le pone en pelotas cuarenta veces, no le dice nada cuando la mete mano, se la lleva a una discoteca y se la magrea públicamente hasta que se cansa de sobarla, luego la quita las bragas y la medio despelota delante de todo el mundo. No sé qué se pensaría ese gilipollas que podía querer. Si luego te hace una paja que te mueres, y en menos de una hora la vuelves a tener desnuda mamándote la picha. Pero qué va a querer esta tía...¡Pelele!.... si la da igual tener novio que no, si lo que está es deseando que te la tires. A ver si te piensas que una tía que no quiere rollo se te abre así el coño. A lo mejor esperabas que te lo pidiera por favor... Habértela tirado, luego ya veríamos si tomaba o no la píldora y si no haber dio más listo y haber comprado condones. Hay que estar prevenido que nunca se sabe..

Le dije que no, que es que no tomaba nada, que estaba de descanso de la píldora. Le pregunté si tenía preservativos. Movió la cabeza. La verdad, así no quería hacerlo con él. La tenía súper dura y en cualquier momento podía correrse. Después de cómo me puso cuando lo hizo en la mano, si se corre dentro seguro que me deja preñada. Ya sé que tu y yo lo habíamos hecho marcha atrás mogollón de veces, pero no sé, me dio un poco de miedo. ..

Solo le dejé que jugase con ella ahí. Aunque no te creas, luego me arrepentí. Uff... cada vez que la acercaba a la entrada. ¡Madre mía!. Me la pasaba por todo el coño. Se la agarraba y me daba golpecitos con ella en el clítoris. No sé cómo pude aguantar sin metérmela. Ponía el capullo en el agujero y le entraba solo. Estaba súper abierta. Si llega a empujar me la saca por los ojos.

Y él dale que te pego, seguía paseándola por mi sexo. Me puso a mil y me lo abrí con las manos. Me puso la punta en la entrada y empujó un poco. Noté perfectamente como me metía su capullo. Sentía dentro de mi toda esa cabezota. Me estuvo follando un ratito la entrada. Delicioso. Fue una locura. Al ver que me gustaba empujó otro poco. Se animó y otro poco más. Creo que no le llegó ni a la mitad. De verdad no me metió ni la mitad, créeme, pero eso ya fue demasiado, di hasta un grito. Debió pensar que me hacía daño y se detuvo. Aunque yo no grité por eso, ya sabes lo escandalosa que soy. Yo grité por otra cosa. Es más, estaba deseando que se decidiese, que me la metiera hasta dentro y empezase a joderme como una bestia. Quería sentir todo aquello dentro de mí. No te mosquees, pero lo necesitaba, me había puesto como una moto. Quería que me la clavase hasta los huevos, que dejase bien follada, pero el bobo de él no lo hizo. Todo lo contrario. La fue retirando un poco, muy despacio.

Hasta que solo quedó dentro el capullo. Sin moverla, empezó a jugar con sus dedos en el clítoris. Tocándome así el coño, solo con el capullo dentro, creí que me reventaba.

Luego me metió las manos por debajo, y no se cómo, me cerró las piernas justo con ella en medio. Empezó a moverse como si me lo estuviera haciendo. Yo la sentía resbalar entera entre los labios de la vagina y me puse a gemir como una loca. Cerré los ojos y me dejé llevar. Como estaba con las manos sujetándome, yo sola me acariciaba los pechos. Empecé a pensar que no le iba a volver a ver y que había que aprovecharse, que nadie se iba a enterar, que después de lo que me había hecho ya daba lo mismo, y porque me la metiera un poco más no iba a pasar nada. Tentada estuve hasta de pedírselo.

No pongas esa cara, joder. Estaba súper caliente. Tenía que haberme decidido y habérselo dicho. Tenía que haber dejado que me follara, que me la metiera hasta dentro. Aunque solo hubiera sido una vez. Ya te digo… lo que pasa es que si me la llega a meter, ya no se la dejo sacar. Pero es que sin condón no me atreví. ¡Y eso que estaba más salida que una puta en cuaresma!...

-. ¿Te corriste?...

-. ¿Qué si me corrí? Claro, y varias veces... ya sabes lo que me gusta eso... (Era su forma favorita de que la hicieran una paja... la encantaba jugar con la polla en los labios del coño sin llegar a metérsela, a veces disfrutaba incluso más que cuando follábamos...)....

-. Sigue

-.Pues que seguimos hasta que se acabó... Terminó como tenía que acabar. Seguimos tocándonos y eso. El me lo hizo y yo le hice otra paja. Tal y como estaba, se subió más arriba y se lo hice entre las tetas. No seme ocurrió. Me lo pidió... (No me extraña... menudas cubanas me hacía yo con ese par de melones...) Estaba al rojo vivo. Se la cogí con la mano y empecé a meneársela restregándosela con mis pechos, pero me quitó la mano y me la volvió a meter en la boca. Le dije que vale. Pero que me avisara.

Y se la volví a chupar otra vez, aunque duró muy poco. La sacó de la boca y fue ponérsela en medio de los pechos y zas, empezar a correrse. Me salpicó la cara, y las tetas ni te cuento cómo me las puso. Buff. Me las dejó todas pringadas.

Comencé a imaginar su polla escupiéndola chorros de leche a presión, apuntándola con el capullo a los pezones mientras se vaciaba, corriéndose encima de sus peras. Ella exprimiéndole la polla hasta la última gota, sacándole todo el jugo de los huevos. Una mano ordeñándosela con fuerza, la otra acariciándole los cojones para que no le quedara nada dentro. Tal vez tuviera una preciosa carita de satisfacción recibiendo cansada descarga tras descarga. Me gustó pensar en su cara, salpicada de semen, pero sobre todo sus tetas, en sus pezones de punta chorreando esperma. Seguro que fue una buena corrida. Menudo espectáculo. Tumbada, espatarrada en la hierba con una gigantesca corrida escurriéndola por sus tetazas. Solo esa imagen me hizo crujir la polla.

Estaba a punto de correrme, y ella se dio cuenta. Suavemente disminuyó las caricias sobre mi polla y se puso a acariciarme los muslos. Sin yo decirla nada se subió encima de mí y se la ensartó.

Se suponía que el relato había acabado. Ya no tenía mucho sentido prolongar la historia. Me iba a correr. Sin embargo me sorprendió cuando siguió hablando.

-. Aguanta un poco. Déjame que me acaricie. Quiero llegar contigo. ¿Sabes? Me hubiera gustado que se lo hiciera en mi coño. Al menos que se hubiera corrido allí encima. Sentir como me poseía del todo, como me llenaba de leche…Y esa noche, casi, casi lo consigue. Si hubiera estado con la píldora o si llega a tener condones te pongo una cornamenta de doce puntas

Tardamos muy poco en alcanzarlo. Los dos al tiempo, efectivamente, como ella quería.

Luego nos vestimos.

Tercer capítulo.

A la tercera va a la vencida.

Aquella noche estábamos con ganas de fiesta. Pero no de una fiesta normal. Queríamos dar un paso más. Habíamos bebido bastante. Deseábamos sentir alguna nueva sensación. Pero tenía que ser fuerte. Teníamos que dar una vuelta de tuerca más. Y volvimos a nuestro morboso a nuestro juego preferido. Desde la última vez yo sabía ahora con certeza que me había puesto los cuernos, que se la habían follado. Después de lo que me contó la última vez no había ninguna razón para pensar lo contrario. Suponía que el socorrista del camping, pero también había más candidatos.

No necesité insistirla mucho. Es como si ella estuviera deseando contármelo.

-. Fue el día anterior a volver a casa. Le dije que el viernes se me acababan las vacaciones. Le sugerí que aprovechando la despedida podíamos quedar en la discoteca. Pero él no vino a la disco, con todos los demás, tenía que trabajar. Se presentó justo a la hora de regresar. Para colmo, nos trajeron en coche. Ya no había posibilidad. Cuando llegamos al Camping nos despedimos. Le dije que aunque era tarde me iba a duchar. Sabía que a esas horas de la madrugada las duchas estaban vacías. No se sabe cómo pero apareció. Bueno la verdad es que le había sugerido dónde y cómo iba a estar.

El caso es que fue salir de la ducha y me di de morros con él. Casi sin mediar palabra, de un solo tirón me quitó la toalla de baño que me envolvía. Quedé completamente desnuda. Con todo al aire y sujetando una botella de champú como una tonta.

Ahora si que se me estaba poniendo dura. Sabía que había pasado algo más. Desde hacía tiempo sospechaba que se lo había hecho con otro. Yo pensaba que era con algún compañero de clase, pero mira tu por donde la duda se aclaraba. El primer candidato ganaba puntos. No podía ser de otra forma. Verano, nadie te conoce, no nos volveremos a ver… lo mejor para una canita al aire y si te he visto no me acuerdo.

Además, después de todo lo que la había hecho solo le quedaba gozarla de una forma: follándosela hasta por las orejas. Al pensar que por fin iba a saber como otro se la pasaba por la piedra sentí que no aguantaba más.

Me sentía molesto, pero tremendamente morboso y excitado. Empecé a odiar a ese cabrón, se había follado a mi novia, pero le envidiaba por la conquista. Se había tirado a una tía que estaba buenísima y que jodía estupendamente. El cóctel era tremendamente explosivo. Me hubiera gustado estar delante cuando se la tiró. Tuve que hacer auténticos esfuerzos para no correrme en el acto. Mentí y la mandé parar: "espera que estoy un poco incómodo, que me meo". Necesitaba ganar tiempo, necesitaba que mi polla por un segundo no sintiese sus dedos, que me bajase la excitación.

Cuando me coloqué otra vez en el coche la hice cogerme otra vez la polla. Esta vez me costó poco convencerla, tenía ganas de acabar con la historia porque inmediatamente reanudó el relato donde lo había dejado.

-. Pues eso, que me le encontré de bruces. No había nadie más en las duchas. Permanecí, desnuda sin moverme, sin saber qué decir. Desconcertada no supe qué hacer. A empujones me metió otra vez en la cabina de la ducha. "Por arte magia" había conseguido condones.

A la fuerza (¿A la fuerza?) me empujó y me volvió de cara a la pared. Me aplastaba con su cuerpo, pero notaba cómo manipulaba en sus pantalones. Sentí su polla dura rozarme las nalgas. Entonces empezó a susurrarme al oído: "Me voy a poner una gomita... Ahora si que no te vas a escapar"...

Ella dijo que ni se movió ni respondió. Desde que le vio ya sabía lo que la iba a hacer. Yo estaba pegada a la pared, inmóvil, con la cara vuelta para un lado, con las tetas aplastadas contra los azulejos. Me empujaba por la espalda para que no me escapara mientras se colocaba. Como no me movía, me metió las manos entre los muslos y me las hizo abrir. "Venga abre las piernas de una puta vez", la dijo.

Me tocó un poco el coño y enseguida arrimó cabezota de la polla. Tardó un poco en atinar, más que nada por la postura, pero en cuanto lo hizo no se anduvo por las ramas. Nada más tener el capullo dentro me metió todo de un golpe. Y empezó a metérmela a lo bestia. Todavía no estaba muy dilatada y me hizo un poco de daño. Me empujaba como un animal. Se la sentía toda dentro. Embestía tan fuerte que creí que me traspasaba. (Por la forma en que agitaba mi polla debía estar recordándolo...) Me puso una vara tremenda.

Yo no hacía nada, solo me dejaba follar. Me gustaba. La sentía toda dentro. Mientras me la metía, me agarraba las nalgas clavándome los dedos, me daba palmadas en el culo y empujaba con ansia. Luego se retiraba despacio y me la volvía a clavar a lo bestia.

Me estaba aplastando contra la pared y le mandé parar un momento. No me dejaba respirar y me estaba ahogando. Apoyé las manos y me separé un poco. No me dejó descansar ni un segundo, en cuanto me coloqué me la volvió a meter.

(Conocía la postura... Desde que la vio en una película era una de sus favoritas. Se ponía inclinada con el culo en alto, casi en ángulo recto, ofreciendo todo. La cabeza entre los brazos estirados, apoyada en la palma de las manos. Sus grandes tetas la quedaban colgando. Comencé a pensar en el balanceo incontrolado de sus gigantescas bolas. Las imaginaba moverse como locas a cada empujón. Salir disparadas cada vez que la daba un viaje. No sé que hubiera dado por verlas menearse así mientras ese hijo de puta se la trajinaba. Las nalgas vibrando cada vez que chocaban con sus caderas, oírla jadear cada vez que la polla invadía su coño, verla empujar con el culo buscando ansiosa su rabo. Su túnel estaría abierto a tope, deseando recibirle, dilatada a más no poder para que se la metiera, para que ese cabronazo se la incrustara hasta los huevos, para que la jodiera sin problema.)

Seguí apoyada en la pared, él me seguía dando y empecé a mover las caderas. Él me la seguía metiendo cada vez con más fuerza.

-. ¿Te gustaba?... la pregunté a lo tonto, más que nada para darme un pequeño respiro.

-. Hombre, no seas tonto,... cómo no me iba a gustar....

-. Y tu te dejabas follar no?...

-.Claro... cómo no me iba a dejar... Una no es de piedra y cuando la están echando un polvo así, pues ya te digo. Después de lo de la hierba de la semana anterior estaba calentorra y ni ducha ni gaitas, solo tenía ganas de que me follara. Ya te he contado que estuve a punto de pedírselo. Así que ya puestos… pues a disfrutarlo. Estaba súper excitada. En ese momento lo único que quería era que me metiera una buena estaca, y cuanto más dura mejor... Ya te he dicho que me puso una vara cojonuda. Y ya que la tenía dentro, ten por seguro que no le iba a decir que no. ¡¡¡Ni pensarlo!!!. Todo lo contrario, quería que me la siguiese metiendo, que no parase. Me estaba volviendo loca, me tenía completamente dominada, podía hacer conmigo lo que le diera la gana.

-. Joder por lo que me estás contando... y la posturita que tenías al final aprovechó bien la noche...

-. Cariño… No te quepa la menor duda... Me jodió todo lo que quiso y un poco más. Yo le decía: "dame más... métemela toda... métemela bien adentro"... No sé cosas de esas. Y él no se quedaba callado, que va… Me decía: ¿Te gusta eh puta? Y me daba más fuerte. ¿Quieres rabo?, ¡pues toma rabo cacho puta!, y me la metía toda hasta adentro. ¡¡Toma zorra!! ¡¡Te voy a joder golfa!! Así una y otra vez. (Avergonzada dijo en voz baja que el que la insultase la puso aun más cachonda).

Estaba haciendo conmigo todo lo que le daba la gana. Me estaba reventado. Me la metía y seguía diciéndome ¡¡toma puta!!. Luego la sacaba y me la paseaba por la entrada. ¿Quieres más guarra? Y me la metía de un golpe, a lo bestia. Sinceramente, yo estaba calada hasta las rodillas. Cuando sacaba su polla, me metía los dedos y luego me los hacía chupar. Se restregaba los huevos con mis nalgas. Me agarraba las tetas por detrás y me las estrujaba. Me pellizcaba los pezones y yo gemía. Me daba azotes en el culo. Me tocaba por todo el cuerpo. Me estaba echando un polvazo de película.

Calló durante unos instantes. Me estaba gustando, sino no hubiera seguido. Yo me dejaba follar. Y… Ya no solo era que me la estaba metiendo otro tío. Es que estaba disfrutando como una loca. Más que contigo. Yo para él era solo un rollo de verano. Estaba muy claro que lo único que iba a hacer conmigo era aprovecharse todo lo que pudiera. Y... me dije, pues yo voy a hacer lo mismo. Teniendo novio y dejándome hacer eso.... estaba claro que pensaba de mi que solo era una puta. Si me lo llamaba continuamente mientras me follaba. La verdad es que no me importaba que lo pensara de mí. En ese momento me daba igual. . Me estaba haciendo gozar como nunca. Si yo era una puta, pues que me folle como a una puta y no se hable más. Ya te digo... Sinceramente, estaba tan salida que en ese momento lo único que quería es que no parase de joderme, que me dejara bien cubierta y punto, lo demás me daba igual

( A partir de ese momento los pensamientos se fueron haciendo cada vez más obscenos, más lascivos, morbosos hasta rallar lo enfermizo. Cuanto más subía el tomo de las escenas en mi cabeza más cachondo me ponía. Cuanto más la insultaba con palabras obscenas, más sentía hervir mi pene, más disfrutaba con sus caricias. Aquello no era normal. Pensar en ella dejándose joder como una guarra cualquiera. Imaginármela follando como una puta viciosa me excitaba. La veía allí, desnuda, apoyada en la pared, toda calentorra, con el coño calado, resbaladizo, salida a más no poder, muerta de ganas por meterse un rabo, codiciando cada centímetro de polla que la metía.

Cuanto más sórdida fuese la escena mejor. Cuanto más fuerte la palabra más duros se me ponían los huevos. El deseo me devoraba y de pura agitación no me corría. Dentro de mi cabeza la veía en las duchas. Allí estaba ella, l aniña del colegio de monjas, tan decente, tan educada, y de cara a la pared con el culo en alto y las tetas colgando. Siempre tan preocupada por las apariencias, y ahora abriéndose el coñito de par en par como cualquier marrana. Siempre acojonada por el qué dirán, y ya ves, en pelotas y follando en unas duchas. Dejándose cabalgar sin ninguna vergüenza por un chulo barato. ¡¡Menuda zorra!!. Ver una polla tiesa y sin más rodeos la tía puta se abre de piernas. Un par de empujones y se derrite de gusto. Y ahí la tienes. Tan feliz por tener un rabo dentro. Tanto cuidado en aparentar ser una niña bien para acabar follada por un cabrón que la levantaba con cada pichazo.

Mi pene había alcanzado una dureza tremenda. Cada una de sus caricias me ponía en órbita. Cada una de sus palabras se mezclaba con mis pensamientos más turbios haciéndome gozar como nunca.

Recordé lo estrecho de las duchas y volví a imaginármela allí. Pero esta vez elegí recrear yo la escena. Según su descripción el aparato no era nada del otro mundo, pero yo preferí imaginármelo como una polla gigantesca. Las venas hinchadas a tope, el capullo rojo de presión, a punto de explorar. Largo y duro. Preparado para barrenar cualquier coñito. Los cojones preparados para el riego. ¿Y ella?, Ella esperando su embestida, esperando que la llenara el coño con su tranca.

Seguramente ella seguiría casi a cuatro patas, con una tremenda polla de caballo apuntándola directamente al agujero. La abriría las nalgas con las manos. Al tío se le caería la baba con semejante espectáculo. Miraría lascivo sus dos entradas.

La polla le botaría impaciente al ver ese coño tan abierto. La acercaría despacio y se la metería lentamente. Gozando con cada milímetro que swe la metía. Una vez... un gemido... marcha atrás... otra... otra... Cada vez metiendo un poco más su rabo. Cada vez dilatando un poco más su almeja. Al principio la impondría un ritmo muy suavecito para lubrificar bien su máquina de follar. Luego repentinamente, como ella dijo, la embestiría con todas sus fuerzas. Sujetándola por las caderas para que no pudiese escapar de sus empujones. El maricón disfrutaría empotrándola todo el rabo de un golpe, empujándola hasta que sus cojones rebotaran en el coño. Así una y otra vez.

Yo cerraba los ojos y en mi mente veía una descomunal herramienta que la taladraba sin parar el agujero. Dentro de mi cabeza multiplicaba sus gemidos hasta convertirlos en gritos. La veía retorcerse de placer con esa tranca entre las piernas. Estirando el cuerpo con cada nuevo pichazo. Increpándole para que se la metiera más fuerte, gimiendo de placer cada vez que se la hundía en el coño. Pidiéndole a voces su picha mientras la bombeaba el boquete más y más rápido. Insultándole para que la reventara el coñito sin piedad.

Fantaseaba con su vagina desgarrada por una descomunal verga preparada para regarla el coño en cualquier momento. Y ella follando como una ninfómana desesperada. Gozando como una guarra con ese pedazo de rabo, jadeando sin parar, disfrutando con el coño lleno de carne.)

-. Sigue... me estás poniendo a cien...

-. Ya te veo... la tienes durísima....

-. Sigue...

-. No te creas que hay mucho más. Me la siguió metiendo a lo burro hasta que se le salió... me di la vuelta y le dije que se sentara en el banquillo de la ropa... Me puse a caballo encima de él... y para dentro... me la clavé yo sola muy despacio pero hasta el final... Luego le cogí las manos y me las llevé a los pechos y poco más, en cuanto empecé a moverme, empezó a decir "que me corro, que me corro"... tuve que ayudarme para llegar, En cuanto vi que no podía más se la saqué y le quité la gomita. Para que me lo echara todo encima... Joder, ya sé que es una guarrada y que contigo no lo hago, pero quería sentirlo, quería notar el calor de su semen en mi cuerpo. Me la puse entre las piernas para que me mojara el estómago y me salpicó hasta las tetas. Salía disparado y me dejó calada. Delante de él me lo extendí por el estómago....

No duró mucho y me quedé con ganas de más, pero no estuvo mal del todo, eso si, me dejó el coño bien escocido.

-. ¿Cómo que te quedaste con ganas de más?

-. Pues eso, que me puso a mil... Si aparece otro tío me encuentra preparada y allí mismo me folla. En ese momento creo que me hubiera tirado a todo el camping. Estaba ansiosa. No podía aguantar más y acabé haciéndome una paja delante de él. Me dio un poco de vergüenza que me mirara, pero no podía parar..

-. ¿Y se acabó todo?.

Por un momento calló...

-. No. Pues tal y como estaba me agarro de la cabeza y tiró de mi hacia abajo. Hasta ponerme en cuclillas delante de él. Me dijo: toma guarra chupa, y me la metí en la boca. Se la volví a chupar mientras me tocaba yo sola. Me costó bastante trabajo, pero se le volvió a poner un poco dura. Sigue, vas muy bien, me decía. Estuve así hasta que me levantó y me giró otra vez contra la pared. Yo pensé que iba a volver a follarme. En ese preciso momento lo pensé, estando así, con todo a la vista... ¿y si lo que quiere es metérmela por el ojete? ¿Qué pasaría? Yo mismo me respondí: Pues que al principio me dolerá un poco, pero luego a lo mejor me gusta. Osea que si empieza a darme por el culo no le digo nada.

La verdad es que no me importaba. En cierto modo sentía como curiosidad. Quería probar qué tal lo hacía por ahí. Yo creo que ya estaba abierta hasta por ahí. Pero no. No se decidía, quería volver a hacerlo igual que la primera vez. Y le dije algo así de que por qué no probaba por detrás. Me preguntó si tu me lo habías hecho también por detrás y le dije que si. Claro la envidía... Quiso probar. ( Joder con lo que mi me costaba convencerla para metérsela por el culo y ese cabrón a la primera se la iba a meter hasta las bolas... ).

No sé que dijo, pero vamos que si, que encantado de la vida. Me la colocó a la entrada y me la intentó meter por el culo. Me la metió un poco... y me lo estuvo taladrando un ratito, Pero no podía. Lo intentó varias veces pero en cuanto se le salió volvió a metérmela por el coño. Y al final le dije que no pasaba nada si no podía, que lo dejábamos para otro día.

¡Y una mierda! me dijo, ven aquí so puta. Me agarró de la mano y nos fuimos al cuartucho que tenía en los vestuarios de la piscina, el que hacía las veces de botiquín y de almacén. (Alucinaba en colores. El imaginar a mi novia desnuda o envuelta en la toalla caminar a oscuras por los recovecos del camping me puso al borde del disparadero).

Y... Poco más... Nada más llegar me tumbó en la camilla. De bruces. Y se subió encima de mí aplastándome. Le costó mucho acertar, pero no paró hasta conseguirlo. Me hizo daño y se lo dije. Tuvo que sacarla y dijo espera que ahora verás. Se echó algo. Me dijo que era vaselina. Y me la metió otra vez, pero ahora lo hizo estupendamente por detrás. Ya te digo, le costó un poco al principio, pero luego le entraba de maravilla. Me acabó ensartando toda su polla dentro y me dio un buen rato por detrás. No se privó de nada. Ufff, me dio por el culo como un campeón. Me dijo muerde la toalla, y empezó a dame fuerte. Me la metía hasta los huevos. Yo me metí la mano por debajo y me tocaba el coñito. Y eso, me estuvo barrenado el ojete hasta que se corrió. Ni te cuento qué sensación el notar cómo me lo llenaba de leche. Fue "demasié p’al cuerpo" . Creo que hasta me meé de gusto.

-. ¿Tanto te gustó?

-. Hombre... Si.... Me gustó como me sodomizaba. ¡Como una bestia!. Me agarraba las nalgas y me las abría. Luego me empujaba muy fuerte. Me dolió al principio, pero al final cuando se echó la vaselina y me la metía toda me gustó, y me gustó mucho.... Me lo taladró a fondo. Umm... No sé cómo explicártelo, pero me gustó que me la metiera. Cada vez que me acuerdo de cómo me daba por el culo me pongo como loca

Ya no aguanté más. Caliente como estaba la di la vuelta y se la coloqué en medio de sus nalgas. Se la metí furioso. Su agujero más estrecho no pudo resistirse. Pegó un chillido de la leche. Estaba como loco de excitación. No me importaron sus gritos, es más disfrutaba todavía más con sus alaridos mientras la jodía como un salvaje por el culo. Pero esta vez el que duró poco fui yo.

Luego lo estuve pensando. El relato de las duchas era muy semejante a las fantasías que me contaba. Soñaba con que la violaban por la espalda y se despertaba completamente calada. Tenía que masturbarse para poder volver a dormir. Que se acostó con otro fijo. Pero ya no pude saber si de verdad se la había cepillado como ella me contó o si sólo fue uno de sus cuentos para excitarme.

Las partes primera y segunda se ajustan a lo que ella me contó.

La tercera ya no tanto. Hay algo de "añadidos", pero si es cierto que a mi novia se la follaron y me puso unos buenos cuernos.

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