El socio

Juanito tiene un sosías o casi; él le llama su "socio". Cualquier parecido con la realidad es meramente accidental... o casi.

"El socio"

Sus padres, don Juan y doña Angustias, eran primos. Por eso una de las hijas presentaba problemas y nuestro héroe a quien todos llamaban Juanito era un poco lerdo para algunas cosas. En el pueblo nadie, ni siquiera las cotillas más empedernidas llegaron a saber de qué curro vivía don Juan, aunque a sus espaldas se decía que de sablazos.

-Mentira como que hay Dió- decía la Soleá- ¿que cuándo se vio a don Juan batirse a duelo con alguien?

Lo cierto es que de algún modo paraba la olla y casi seguro que también bastante la polla, porque doña Angustias le dio unos cuantos hijos: la mayor, un tanto pagada de sí misma porque era la más agraciada, la segunda que estaba siempre malita, el primer varón que se llamaba Adolfito y nuestro héroe. Éste era flaco y alto, rubio y crespo, y un día los compañeros de colegio le acercaron la foto de un chaval de más o menos su edad que había salido en el periódico.

-Pues, mira, Juanito- le salió al paso Manolo- mira este pijo cómo se te parece. Acá dice: "don Juan Carlos de Borbón pasa a recibir educación bajo la directa supervisión del Jefe del Estado"...

-A ver, déjame ver- manoteó la publicación Juanito- coño, que sí se me parece este chaval...

Volvió a casa contentísimo, para contar a su familia cómo se le parecía el hijo del pretendiente a rey.

-Hijo, a ver si te aplicas en tus estudios- señaló doña Angustias- si quieres parecértele debes esforzarte mucho, mira qué cara de inteligente gasta este chaval.

-Está bueno, madre- dijo Juanito- el señor cura me ha dicho hace unos días que soy la mar de inteligente. Apuesto a que "mi socio" no es ni la mitad de listo que yo.

-Vamos a ver- se entrometió la hermana mayor, que era de mala leche- ayer el señor cura te dio de nalgadas por no saber que cuatro por cinco da veinte...

-No seas pérfida, niña- intervino doña Angustias- que mi niño es listo como un gitano...

-Y como éste, rápido de manitas- dijo la hermana malita con una voz quedita como de pájaro.

-Quedaos en paz, niños- ordenó la señora- de aquí a poco llegará vuestro padre y bien sabéis que le gusta la casa y la familia tranquila.

Conforme el tiempo iba pasando, Juanito secuestraba cualquier información que apareciese ante su vista sobre el otro muchacho. Y no le iban en zaga sus compañeros, que siempre le estaban señalando que haz esto, que haz lo otro, siempre con el otro como modelo.

Cuando Juanito andaba por los dieciocho don Juan le permitió ir a Ibiza a trabajar de mesero en las vacaciones. Un mundo nuevo y diferente se desplegó ante los ojos atónitos del chaval, que nunca se había alejado de su pueblo. Eran años en los que el turismo tomaba por asalto a España. En las playas ibicencas se daban cita gentes del más variopinto pelaje, y las costumbres al menos en esos lugares de veraneo se habían vuelto más relajadas.

Con dieciocho años recién cumplidos, la cara de niño bueno enmarcada por rubios rizos y su buen metro noventa, Juanito iba y venía entre las mesas con las bandejas repletas de platillos para una nutrida concurrencia.

Terminaba la jornada hecho papilla, pero no le importaba porque aprovechaba horas de descanso para darse una vuelta por la playa y como entrada la madrugada estaba bastante despoblada, se metía al agua tal como lo trajeron al mundo disfrutando a su modo del veraneo.

Una noche, saliendo del mar para dirigirse al lugar en que sus ropas habían quedado hechas un hatillo, se topó con un grupete de tres personas un tanto pasadas de copas sentadas justo donde su vestimenta. No había modo de cogerlas sin pasar a su lado y con la inconsciencia de los dieciocho años, sin pensar que podía estar ofendiendo la moral y eso estaba duramente sancionado, tranquilamente se entreparó, dio las buenas noches aunque casi era para dar los buenos días y comenzó a vestirse en medio de las risas y chanzas de aquella gente. Que no por reir y chancear miraban menos, nada de eso, al contrario. Las dos mujeres y el señor que las acompañaba, sin ningún tipo de recato clavaron sus vistas un tanto desencajadas por el abuso de alcohol en el tolete de Juancito, que se balanceaba muy orondo mientras una larga pierna trataba de introducirse en el agujero del calzoncillo sin pegarle arena.

-"Joer con estos tíos"- pensó para sus adentros- "¿qué no tendrán otro lugar para dormir su mona más cerca de mi ropa?"

-Hola, guapo- susurró una de las mujeres- mi nombre es Natalia...él es Yanni y todos le dicen "el griego", y nuestra amiga se llama Paca y es de Jaén.

-Un gusto- rezongó un tanto confundido- yo soy Juan y estaba dándome un chapuzón.

-Que lo hemos visto, majo- saltó el griego- y si quieres, puedes quedarte como estás que no hay aquí nada mejor para ver...

Juanito, que como hemos dicho no era muy listo pero él se lo creía, con una sonrisa de oreja a oreja agradeció el cumplimiento.

-Pues vale, pero me tengo que ir a dormir que mi jornada comienza a poco.

-¿Te llevamos?- ofreció la llamada Natalia- Paca y yo también debemos retirarnos, pero "el griego" no trabaja y tiene un coche del año.

Juanito quedó razonando – "A ver si me hago de amigos de buen pasar, como siempre me pide mi padre. Esta parece buena gente"- Bueno, si no os es mucha molestia, yo me alojo a unas pocas cuadras.

  • Para nada, chaval- enfatizó "el griego"- que nos encanta conocer locales y como las niñas ya se retiran me he de quedar solito en mi chalet.

Y apenas el chico terminó de vestirse, los cuatro comenzaron a caminar en dirección a la salida de la playa rumbo al aparcamiento donde un espléndido coche importado relucía bajo un farol.

-Subamos, ea- invitó el griego abriendo la puerta trasera por la que rápidamente se colaron Paca y Natalia – tú ven conmigo, adelante. Las niñas descienden en el hotel de la otra calle.

Era la primera vez que Juanito se montaba en un coche nuevecito, todo le sabía a maravillas: el tapizado suave, el asiento mullido, el rumor de las chicas del asiento trasero que se acomodaban la ropa para ingresar en su albergue. Pensó: "¡Qué feliz se pondrá mi familia al saber que me estoy relacionando con gente de haberes! Si me viera "mi socio" en semejante cochecito al lado del griego...

Lo cómico es que bastante lejos de allí "el socio" acompañaba a una joven griega a la embajada donde se hospedaba en un coche bastante parecido a este. Los dos Juanitos coincidían en algunas cosas, vamos.Juegos de la vida, seguramente.

Natalia y Paca ya más compuestas se apearon y ambas estamparon sendos besos al griego y a su nuevo acompañante, quedando para verse otro día.

El griego, sin decir agua va ni preguntar a Juanito dónde quería que lo dejase, puso el pie en el acelerador y no paró hasta detenerse ante la entrada monumental de un chalet bastante alejado del ruido.

-Baja, Juanito, que voy a mostrarte mi casa de veraneo- ofreció Yannis con cortesía poniendo en la mano del chaval un manojito de llaves.

-"Joer"- pensó Juanito para sus adentros- "qué buen amigo me he encontrado. En una casa así me gustaría vivir, y dejar de trabajar de mesero para tanto gilipollas".

-¿Te gusta?- preguntó su anfitrión indicándole que fuese Juanito mismo quien abriese la puerta y señalándole el llavín exacto.

-Y que lo digas- respondió Juanito mirando con los ojos abiertos como platos el mobiliario suntuoso del vestíbulo- ya quisiera yo un huequito como éste para pasar mis veranos...

-Pasa, niño- rió el griego- y siéntete como en tu casa, ¿qué no te he dado la llave? A menudo me siento tan solo en este caserón...

-Pues nada, que si tú quieres yo puedo acompañarte- atropelló Juanito- Verás, mis amigos me dicen siempre que soy muy listo, y si necesitas un chaval que te haga compañía bien puedo serlo yo.

-No lo dudo, Juanito. Que lo que he visto en ti son todas buenas condiciones para ser mi compañero- aseguró el mayor- y si pasas la prueba que impongo a mis amigos bien puedes mudarte acá mañana mismo...

-Vale, ¿y qué debo hacer?- no cabía más de gozo Juanito.

-Subamos que te iré explicando mientras nos ponemos más cómodos- lo tomó suavemente con un brazo por la cintura- ¿alguna vez has hecho de valet de chambre?

-Pero, ¿qué es eso de valet de chambre?- preguntó el chaval curioso- si tiene que ver con abejas sí, en mi pueblo yo era muy hábil separando los enjambres...

-No, nada de eso- rió el griego con una carcajada divertida- lo único que puede recordar a las abejas es el picor del aguijón, pero no, chambre quiere decir cámara o dormitorio en francés, y valet significa ayudante de dormitorio.

-¿Es que precisas ayuda para dormir?- preguntó el listo de Juanito- ¿alguien que te cante?

-Más bien, si, según por donde se le mire- dijo el griego suavemente con la voz un tanto quebrada de emociones- me temo que no duermo muy bien sin el pinchazo de algún abejorro de tu talla...y nada, que si no vocalizo algo no logro coger el sueño.

-Pues tú me dices, que yo me doy maña- respondió Juanito mientras pensaba:"este tío ya me ha cogido cariño, un poco más y el trabajo es mío"- siempre me ha dicho el señor cura que yo aprendo muy de prisa...

  • Tengo la seguridad- sentenció el griego ya entrando en su suite y despojándose de su chaqueta, desabotonando la camisa de fino tejido de seda- nada aprecio yo más que un chaval listo que demuestre ser buen aprendiz.

-Y que lo digas- lanzó Juanito mientras entrecerraba los ojitos claros para apreciar rápidamente todas las novedades que ese dormitorio señorial albergaba. Y no era para menos, pues las dimensiones de ese cuarto eran casi las de toda su casa en el pueblo...-Sólo dime que yo hago lo que quieras que haga.

  • Bien, majo, por lo pronto voy a darme un baño de tina y creo que a ti también te hace falta para sacarte la sal del mar de la piel- anunció Yannis ya medio en cueros- pasa para acá y deja allí la ropa. Mañana si quieres, claro, iremos de tiendas a comprarte ropa nueva y adecuada.

Orgulloso de su buena estrella, Juanito no necesitó que le repitieran dos veces la orden, acaso ¿no le decían todos lo listo que era?. En un abrir y cerrar de ojos estaba tan en pelotas como su nuevo benefactor, que le miraba apreciativamente y sin disimulo.

-Juanito, Juanito- suspiró el caballero- ¿tienes libreta de salud? ¿Has tenido enfermedades venéreas? ¿Andas con chavalas?

-Pues no, que como tengo que trabajar duro no ando con chavalas- replicó- estoy juntando unos duros para ir de putas. Y enfermedades no tengo, no señor. Ni tuve. En mi casa la única que siempre está pachucha es mi hermanita, pobrecilla, que nació con algunas taras de la familia de mi madre según mi padre; de la familia de mi padre según ella. Pero vamos, que si es la misma pues son primos, joer!

-Mejor así- dijo Yannis divertido invitándole a entrar en la enorme bañadera de mármol- yo quiero gente sana a mi vera. Pero mira, que debes pasar una inspección- añadió como al pasar- Quédate de pie.

Aprovechando que se encontraba sentado contra el borde de la bañadera y el chaval de pie frente a él, le tomó con la mano diestra la verga y la descubrió totalmente, dejando fuera una buena cabeza brillante y lisa.

-Que haces como el médico del pueblo, tío- dijo Juanito- que siempre me la descubre para saber si todo está en orden.

-¿Y encuentra todo en orden?- preguntó Yannis- que no me ocultes nada, chaval, a mí la mentira no me va- y continuó su placentero examen de ingreso.

-No, de verdad- respondió el chico- siempre encontró todo en orden. Lo único que me da calores es que cuando me la frotan se siente tan rico que se me pone tiesa...

-Mmm...sí, tienes razón, qué tiesa y grandota se pone- agregó la otra mano para rodearla con más ahinco- ¿te molesta que juegue con ella como los doctores?

-No, no me molesta. Es más, creo que me gusta mucho, pero no quiero causarte molestias- dijo un tanto en sordina con la picha dura y larga como un mástil de velero.

-Pues a mí no me da molestias, es mi deber verificar que todo esté en su lugar- una de las manos se desplazó, sobando los testículos cubiertos de rubia pelusa que colgaban, llenos y gordos- que no haya defectos, que te vengas de modo normal y abundante, en fin, esos detalles que indican la buena salud y disposición para un trabajo como el de valet de chambre.

-"Hombre"- pensaba Juanito- "qué bien la menea este tío...mucho mejor que el doctor del pueblo y muchísimo más que el señor cura que para impedir el pecado con los animales y las putas me ordeñaba día sí y día no. ¿Será que es un puto?-¡Para, para, que ya siento cosquillas!- anunció al riguroso e improvisado inspector- ah, qué rico se siente...

-En efecto, esas gotitas en la punta hablan a las claras de la buena disposición, Juanito- sentenció el griego- veamos si saben a sano...-dijo recogiendo con un dedo el jugo preeyaculatorio y chupándolo con ansiedad-mmm...sí, no hay dudas. Tienes un pH perfecto.

-¿Qué es peache, Yannis?- preguntó el listo que se llevaba a maltraer con la química.

-El grado de acidez de las sustancias, majo- respondió el muy docto- pero luego cuando te vengas debo cerciorarme que sabe del mismo modo, no sea cosa que como tienes dos huevos tengas dos tipos de líquido.

-Vale- un suspiro profundo de Juanín, que estaba tan cachondo y la diversión parecía habérsele acabado- pero, ¿no vas a seguir con el meneo? Mira que me estaba pasándola de madre.

-Ya lo sé, y qué lo digas- el griego le miró a los ojos haciéndose un lugar por el costado de la tranca todavía tiesa y desafiante- que me he dado cuenta que te la pasabas bomba. Pero todavía quedan algunas cosas que verificar. ¿Así que nunca la pusiste en ningún lado?

-Bueno, que me da un poco de calor contarte- dijo el rapaz bajando los ojos como delante de un confesor- pero un día de verano le hice un hoyo a un melón y la puse adentro. Fue tal el gusto que me dio que me vine sin poder evitarlo en pocos minutos, y como sentí ruidos en la casa rápidamente cogí la tapa que había recortado y la coloqué en su sitio. Lo malo es que era mi hermana, la que siempre está malita, y como mucho no ve la pobrecilla, sintiendo el perfume apetitoso de la fruta tomó un cuchillo y se cortó una raja...Yo veía con desesperación como se tomaba toda mi venida mezclada con el jugo y la pulpa hecha papilla por mis embestidas, pero no podía advertirle sin delatarme.

-Lo bien que has hecho, niño- aseguró el griego- era una pena que le dijeses que tú mismo habías dado aliño a esa madura fruta...Además, no se trata de ninguna cosa perjudicial para la salud. Tal vez ahora incluso esté menos malita que antes, la pobrecilla, con ese shock de vitaminas extra.

-Creo que tienes razón, mira que eres listo- aseguró Juanito- y eso que yo no me quedo atrás, que digamos- agregó muy orondo sin percibir la mirada entre divertida y asesina que le lanzaba su nuevo patrón.

-Pero, hala, que hay que ponerla a ver si conserva su fortaleza, que si se encoge no vale nada- dijo muy serio- Veamos...¿dónde podrá ser?... Déjame ver con atención si hay aquí algo capaz de soportarla...

-Tú perdona- saltó el chaval- pero a mí me gustaría probar en tu culo, con el perdón de tu cara...

-¿Te parece?- aceptó sin hacerse de rogar el griego- a mí se me antoja que es demasiado imponente para mi culín, pero vamos, una prueba es una prueba y de ese modo yo mismo podré determinar si eres el tipo de ayudante que necesito.

Salió de la bañadera casi de un salto y rebuscó en los estantes hasta encontrar un tubo de crema.

-Mira, acá tenemos el producto ideal para ver qué tal eres en acción- dijo, poniéndose con dos dedos una cantidad bien abundante en su anillito depilado y otra semejante a lo largo y ancho de la vergota enhiesta, sin descuidar los cojones, claro, que se estremecieron ante el frío ungüento con el lorquiano y rojo pensamiento de un ramo de jacintos...-Acuéstate boca arriba en la alfombrilla-ordenó- yo quiero ver ahora los hombres de voz dura, los que doman caballos y dominan los ríos; los hombres que les suena el esqueleto y cantan con una boca llena de sol y pedernales...

-Oye, ¿pero tú eres comunista?- preguntó el listo de Juanito reconociendo esos versos oprobiosos que según dijera el señor cura eran de un andaluz rojo y maricón.

-Pamplinas, niño- respondió el griego bajándose de un envión sobre la untada pija del chiquillo, deteniéndose en la mitad para juntar coraje antes de incrustársela en el fondo del oscuro ojete- esto me pone tan cachondo como sensible...No quiero sentir el chorro cada vez con menos fuerza; ese chorro que ilumina los tendidos y se vuelca sobre la pana y el cuero de muchedumbre sedienta...aaay, que no quiero verla!

Y por descontado, no se cerraron sus ojos cuando vio el cuerno cerca, pero la madre terrible levantó la cabeza...

Juanito, pese a ser tan listo como todo el mundo le decía desde chavalín, se admiraba del coraje de este improvisado poeta que recitaba rojos mientras se desbocaba sobre su tolete, subiendo y bajando con furia de tempestuoso jinete, cantando por marismas y praderas, resbalando por cuernos ateridos, vacilando sin alma por la niebla.

-Joer, griego, tu culito parece un pan de manteca atravesado por mi verga- señaló el niñato irguiendo la cabeza para poder observar el fantástico sube y baja sobre su vientre- me parece que me viene, no te muevas tanto...

-¡Quién me grita que me asome!- respondió el avisado poeta en medio de su delirio- ¡Que no quiero verla!- agregó con el entusiasmo sublime del estro que le poseía en su cabalgata cuando el sudor de nieve fue llegando- ¡Avisad a los jazmines con su blancula pequeña!

-"Este tío está chalao"- pensó Juanito para su coleto- "pero vamos, que si soy tan listo que me lo he trincado en la verga y hasta empleo de valé de enjambre me ha dao por el menudo aguijón que gasto. ¡Y él se figura que es más avisao que yo! Pero me conviene seguirle la corriente, que ya escucho la aprobación de mi padre con lo que le place que me relacione por todo lo alto".

-Que me viene, griego, que me viene digo- el chaval bramaba pasando su triste lengua por la mano del griego que intentaba taparle la boca- coño, que me acabo en tu culo!

-¡Sí, vente conmigo, mi andalusito- ya no podía controlar el griego con toda su muerte a cuestas- derrámate todo, conmigo, ahora! Aahh...aaah...-Ambos mugieron como dos siglos mientras oleadas de caliente esperma se volcaban sobre los vientres sudados y dentro de la cámara secreta del valeroso griego que remataba su copiosa emisión con una postrera cita acalorada:

-¡Qué gran torero en la plaza! ¡Qué gran serrano en la sierra!¡Qué duro con las espuelas!¡Qué tierno con el rocío!¡Qué tremendo con las últimas banderillas de tiniebla!

-"Este pijo está bien majaretas"- acarició con placer su pensamiento el chaval-" pero ya tengo un curro mejor que el de ayer, casa, comida y hembra...Menudo listo les ha salido el crío a sus padres, la envidia que despertaré en el pueblo cuando se sepa que me he clavao a la griega"...

continuará...