El silencio tine su precio (segunda parte)

Un maduro demasiado goloso cae en la red de una “pepona”.

Han pasado los días y no he visto a Claudia ni en el hall del edificio con su novio ni en las escaleras. No me puedo quitar la imagen de sus labios envolviendo mi polla y empiezo a estar obsesionado con su recuerdo.

Pensar en tenerla otra vez es una locura. Ella es una linda jovencita, yo por edad podría ser su padre y no tengo nada que hacer. De cualquier forma eso no frena mis fantasías eróticas con la nena, y de momento me conformo con soñar con ella.

Vuelvo de la compra con mi esposa y nos encaminamos hacia el ascensor, la puerta esta entreabierta y se abre de par en par al llegar junto a él.

-       “Vamos, vamos… subid” dice la madre de Claudia mientras nos flanquea el acceso.

Nos apresuramos para entrar al ascensor y no me doy cuenta que Claudia está en una esquina del ascensor hasta que estamos dentro. Nos acomodamos con las bolsas y esperamos que empiece el ascenso.

Mi esposa y la madre de Claudia se ponen a charlar, yo miro emocionado a Claudia con deseo, ella con un atrevimiento insultante y propio de su edad,se las ingenia para darme un apretón sobre el paquete encontrando mi polla bastante morcillona.

Llegamos al segundo piso,  se abre la puerta con lo que mi vecina y su hija pueden salir al rellano.

-       “Adiós, adiós”, nos despedimos, pero antes de que la puerta del ascensor se cierre, Claudia me dice:

-       “Presi… la bombilla de la terraza está fundida”, “¿La puedes cambiar?, me da miedo subir por la noche”

-       “Por supuesto, disculpa las molestias. Dentro de un rato subo a cambiarla. Muchas gracias por avisar” le digo tratando de disimular la alegría que me ha dado al decírmelo.

Creo que la muy golfa está deseando volver a tener mi polla en la boca y sacarme hasta la última gota de leche. Est me alegra y me anima, debo pensar que tiene ganas de hacerme rabiar o de hacer “cosas” sin tener que dar explicaciones a nadie.

Para no perder la oportunidad que se me brinda, cojo  la bombilla y le digo a mi esposa que después de cambiarla me iré a dar un paseo por el barrio. Esto me deja un buen margen de tiempo para poder comprobar si lo que ha querido decir es que nos encontremos en nuestro escondite o no.

La bombilla no está fundida, lo que demuestra que el falso aviso es una forma de cita, lo que hace que me ponga dura al pensar que Claudia va a venir. Pasa el tiempo y no viene, empiezo a pensar que me ha tomado el pelo.

Por fin se oye a alguien subir por la escalera, me asomo con disimulo y el corazón me da un vuelco al comprobar que es ella la que está subiendo llevando en una mano la bolsa de la basura.

-       “he salido a tirar la basura y he querido comprobar si me habías hecho caso”, me dice luciendo una pícara sonrisa.

Le correspondo con una amplia sonrisa de complicidad y mi subconsciente da la señal para impulsar una avalancha de sangre hasta la polla, con lo que tengo una erección como un mozo de veinte años.

Todavía no me creo que pueda tener una tía tan buenorra a mi alcance y que ella esté dispuesta a hacerme otra mamada tan rica como la del otro día.

Claudia se acerca con movimientos medidos y sensuales que incrementan mi excitación. Lleva una faldita corta y una blusa ajustada que realzan sus curvas y encantos, a mis ojos parece una diosa.

Lleno de impaciencia le lanzo las manos a su pecho para poder sobar sus meloncitos, Claudia rehúye mi ataque deshaciéndose de mi con un quiebro. Contraataca poniéndome la mano sobre el bulto del pantalón envolviendo cariñosamente mi polla la cual está a punto de reventar.

Antes de que se pueda arrepentir y la carroza se convierta en calabaza, me desbrocho el cinturón y me bajo de un solo tirón el pantalón y el slip dejando que mi verga rompa el espacio.

En ese momento creo que estoy a un paso del paraíso…

-       “quieto, quieto…amiguito”, me dice apartándome las manos y echándose un paso atrás.

-       “hoy no va a ser como el otro día”,”ves esto que tengo aquí… es mi celular y lo he tenido grabando video desde que me viste”.

-       “Tal como dijiste: el silencio tiene un precio, y el mío es muy caro”, se me empieza a caer el mundo sobre la cabeza. En que lio me he metido.

-       “¿sabes lo que pasaría si el video fuera visto?¿qué diría mi papá?¿qué diría tu esposa? Ehhh,” me dice en tono amenazante.

Tierra trágame, me quiero derretir y desaparecer para no sufrir la humillación. Menudo problema me he buscado por ser un viejo verde e intentar aprovecharme de las jovencitas. Apresuradamente me subo el pantalón y guardo la polla que rápidamente ha quedado a medio gas.

-       “no te asustes, no soy tan mala como te ha parecido”, “solo pido que me pagues lo que me debes, a un precio razonable”, me dice para tranquilizarme.

Ahora no entiendo nada, creo que me iba a extorsionar usando el video grabado y parece que quiere que le dé algo que tengo y ella desea.

Mis dudas se desvanecen de inmediato cuando se acerca a mí, aplasta su pecho contra mi brazo y mete su mano dentro del pantalón hasta que encuentra mi polla y la recoge con mimo.

-       “El otro día te corriste a gusto en mi boca… y me gustó”, “pero me fui a casa con el coño ardiendo y no me diste consuelo. Me tuve que hacer un dedito yo solita y eso no te lo perdoné” “hoy va a ser al revés”, me dice mientras me saca la polla y le da unos cuanto meneos.

Por unos instantes se queda traspuesta mirando su mano conduce el pellejo cubriendo el capullo y luego se retira hacia atrás para dejarlo a la vista, gordo, brillante y rojo como un ascua.

-       “El precio a pagar es… me tienes que comer la chucha todo el rato que yo quiera”, me dice como si fuera un castigo, lo que a mí se me antoja un manjar delicioso.

Acto seguido se levanta la faldilla y con un gesto rápido y preciso se quita las bragas en un santiamén. Hace con ellas un pequeño manojito y me las mete en el bolsillo de la camisa. Apoya en culo en la baranda y levanta con cuidado la falda para mostrarme su pubis.

-       “venga, no pierdas el tiempo… cómetelo todo!”, ”te quiero ver sudar la camiseta”, “eres mi siervo y quiero que hagas lo que te ordeno”, me apremia mientras levanta un poco la pierna y con los dedos se separa los labios para mostrarme su sonrosada chucha.

Ante semejante castigo solo me queda hincar la rodilla y hundir mi boca entre sus piernas para lamerle una y otra vez, degustando su sabor y dejándome emborrachar por su dulce aroma de hembra.

Siento como su respiración se acelera y su vientre sube y baja de forma incontrolada. Delante de mi queda un rico conejito que espera ser mimado. Desde el ombligo baja una estrecha línea de pelitos rubitos que luego se ensancha y cambia al color del trigo.

Mi dedo índice y medio siguen el camino hasta encontrar el punto donde se juntan los dos muslos que es el inicio de su vulva. Hago que abra lentamente sus piernas y me deje penetrar en su secreta cueva.

Me mojo los dos dedos con saliva y los llevo directamente a la rajita. Claudia se estremece y se abre un poco más. Entre ambos dedos tomo sus clitoris y lo acaricio dulcemente. Se me humedecen los dedos con el flujo abundante que sale de su interior.

Le acaricio los labios de la vulva que con carnosos y ligeramente hacia fuera.

Le regalo un amplio repertorio de caricias con mis dedos mojados deslizándose por los rincones de sus ingles, por encima de la curva de sus labios mayores, rodeando, apretando y acariciando su perlita, hasta que su gemidos me indican que quiere sentirme dentro…muy adentro esos dedos traviesos que no le dan tregua.

Le hago dar la vuelta y apoyarse sobre una especie de repisa. Tengo para mí todo su gran culo. Es grande y redondeado y los cachetes cierran la raja impidiendo ver su agujero.

Meto la mano hasta volver a encontrar su coñito, y arrastro parte de sus flujos por la canal hasta llegar al ano. Con la otra mano mantengo separadas las nalgas para poder manipular mejor.

Coloco la yema del dedo y aprieto un poco sobre su culo todavía virgen. Asustada, gime y mueve las caderas. Sonrío para mí y pienso que otro día me dedicaré por completo a descubrir los placeres de este sitio.

Me pongo detrás de ella, aprieto mi cuerpo contra el suyo y le tomo la teta con una mano. Ella se incorpora, levanta el brazo por encima de la cabeza y me toma por la nuca.

Mi mano derecha baja por encima de la ropa buscando su pubis. Coloco mi pie entre los suyos, obligándola a separar las piernas el máximo.

Hundo mi mano entre las piernas y mis dedos vuelven a hacer mil diabluras. Cuando la noto más alterada las caricias son más pausadas, más intensas, más sentidas… pero cuando noto que se va normalizando, las acelero, las cambio rápidamente para que sienta un aluvión de sensaciones inaguantables que la van a conducir a una corrida inolvidable.

Mis dedos se hunden y hurgan en el interior de su coñito con mucha facilidad… tiene una vulva grande y bien dotada para hacer mis travesuras.

Otro día, con más calma, me encantara deleitarme con su sabor y su contemplación.

Mientras mis dedos hacen lo que más les gusta, mi cuerpo se balancea atrás y adelante haciéndole sentir sobre las nalgas el enorme bulto de mi pene.

Mi otra mano amasa y acaricia una de sus tetas. Yo resoplo sobre su nuca y ella me sacude con su pelo recogido en una cola cada vez que mueve la cabeza para gemir.

Siento como una explosión en su interior ligera una abundante cantidad de flujo que me moja toda la mano, y chorea por los muslos hacia abajo.

Se mueve incontroladamente, jadea, grita, se muerde los labios, me sujeta la mano con la suya y aprieta los muslos para retenerla quieta.

La dejo disfrutar del placer antes de volver a mover la mano. Tras unos instantes, muevo los dedos en su interior.

-       “Uhmmm ¡ que bueno!…. uhmmmm… Alfonso, ha sido maravilloso…¡que ricoooooo!”

Todo sería perfecto si yo me llamara Alfonso, pero no es así. Ella vuelve a apretar las piernas y tiene otra sacudida de placer. Me quedo inmóvil esperando para que termine de disfrutar de su orgasmo.

Poco después se vuelve y me dice:

-       “Ha estado superior…muy rico…”, “…ahora ya me tengo que ir… he de estar en casa antes de que acabe el telediario”, ”…siento no poder quedarme más rato contigo para que te puedas desahogar… te puedes hacer una paja a mi salud si quieres”

-       “ya nos veremos otro día…pero piensa soy muy joven para ti y que tengo novio!”.

Deverano.