El silencio de los monteros (6)
Un pasado que deja marca....
Todo hacía indicar que el momento había llegado. Paula estaba deseando ser follada en su casa, mientras su marido dormía en el lecho conyugal. Pero Luis Montero quería su claudicación total…y volvió a insistir, en voz baja y lamiendo el oído de la madrileña, dijo: “Pídeme que te folle”.
Paula con los ojos y la boca abierta, todavía tenía algo de dignidad y no quería humillarse hasta tal extremo. Deseaba ser follada ahí mismo, temía que la brutalidad de Luis la hiciera gritar de placer, pero lo quería: Quería ser follada por ese animal.Para alardear de su dominio, Luis acercó su mano a su propia boca y dejó caer un poco de saliva. Lentamente, la acercó a los labios de Paula, quien, sacando su lengua, comenzó a lamerla, tragándose las babas del constructor. Y para conseguir su rendición total, el gordo comenzó a meterle la polla lentamente.Paula no pudo aguantar y dejó escapar un ligero gemido. Entonces, la madrileña, posando sus manos en el culo de Luis, le atrajo hacia ella, haciendo que ya media polla entrara en lo más profundo de su ser. Cerró sus ojos y esta vez, un pequeño grito de placer salió de su boca. El constructor, que notaba como su polla se abría con dificultad a pesar de la humedad vaginal, se acercó a su oído y le dijo:
“Vaya, vaya, me parece que no sabes lo que es una buena polla ni una buena follada”
Paula bajó su mirada hacia el suelo. Fue consciente en ese momento de lo que ese gordo podía proporcionarle: no tenía nada que ver con lo que le daba su marido. Y no estaba pensando sólo en una polla más gruesa, que también. Era el morbo, y todas las demás sensaciones que había vivido desde que le conoció. Y todo eso, no lo había sentido nunca con Carlos, y sabía que no lo sentiría nunca con su marido. Así que, para demostrarle su entrega total, acercó su boca a la suya, y fue ella quien le besó apasionadamente. Pero a pesar de los lengüetazos que ella le daba, Luis se mantenía inmóvil, casi indiferente, y de forma chulesca sacó su polla de dentro de Paula, que no entendía lo que estaba pasando. O más bien, lo entendía, lo lamentaba, pero no podía rebajarse tanto como para rogar ser follada.Luis volvió a alardear de su superioridad, hizo girar a Paula (quien quedó frente a la puerta, dándole la espalda) y empezó a sobarle el culo, como con desprecio. Ya no quedaban apenas partes de su cuerpo que no habían sido manoseadas por el constructor. Y entonces, Paula pudo sentir la polla de Luis, quien le empezó a sujetar con fuerza su cintura. Ella supo lo que aquello significaba. Se inclinó para adelante, agachándose un poco, para facilitar ser penetrada. Y fue en ese momento cuando sintió cómo, de repente, Luis de un golpe seco, se la metía hasta el fondo. La sensación fue indescriptible para Paula, quien quiso gritar de placer, pero ni eso pudo hacer. Apoyó sus dos manos en la puerta, pensando que la brutalidad de Luis seguiría…Pero no, Luis permanecía inmóvil, con su polla insertada y ensartada hasta lo más profundo de su intimidad. En ese momento, sintió una mano sobándole de nuevo el culo, acercándose peligrosamente a su ano. Sintió como un dedo gordo la penetraba analmente. Se giró escandalizada, nunca nadie había profanado ese lugar, y trató en vano de evitar que Luis siguiera metiendo y sacando su dedo. Como respuesta, Luis tiró de su cabello hacia atrás, sacando su polla e iniciando un brusco mete y seca que apenas duró unos segundos. Paula, entregada, vencida y rendida, aceptaría todo lo que Luis le podía hacer a partir de ese instante. Paula colocaba una de sus manos en su boca, para tratar de tapar sus gemidos, cada vez más sonoros. Y para su desgracia y desesperación, también empezó a disfrutar con ese dedo que entraba y salía de su ano.
Luis autoproclamado vencedor, se detuvo, con su polla clavada dentro. Y Paula, que lo que más deseaba en el mundo era que aquello siguiera, se giró, y vio que Luis estaba quieto, con sus manos en las caderas, con aires de chulo dominador…Y la madrileña entendió lo que él esperaba de ella, y empezó a mover su cuerpo de manera que era ella quien marcaba el ritmo de la follada, mientras el constructor permanecía inmóvil. Pero aquello también duró apenas unos segundos, porque enseguida, Luis, acercándose de nuevo al oído de su vecina, le dijo en voz baja:
“La próxima vez, follaremos de verdad, pero en tu cama de matrimonio, y me lo pedirás tú,”
Luis se separó de ella, se subió los pantalones, abrió la puerta y se fue. Sabía que Paula ya era suya. La madrileña, empapada, con su corazón latiendo tan rápido que casi podía oír sus propias pulsaciones, estaba como en estado de shock. Tardó un par de minutos en reaccionar, recogió su ropa del suelo y se dirigió al baño. Le esperaba de nuevo una larga noche, donde le sería difícil conciliar el sueño.
Paula se despertó con un whsp de Brigitte, preguntándole dónde estaba, que desde hace mucho, no sabía nada de ella. La holandesa se sorprendió cuando leyó la respuesta de ésta indicándole que se podían ver en media hora en la piscina.
Y es que Paula, después de apenas haber dormido en toda la noche, dándole vueltas a todo lo que había pasado la noche anterior, parecía tener claras algunas cosas. Cuando Brigitte, tumbada sobre una toalla en el jardín que bordeaba la piscina, vio venir a Paula, entendió por qué todos los allí presentes dirigieron su mirada hacia la madrileña. Vestía una blusa veraniega medio abierta, portando un bikini blanco que dejaba entrever su espectacular cuerpazo. Su andar era elegante y cuando vio a su amiga, le mostró una amplia sonrisa que derritió a más de uno. Se tumbó a su lado, quien enseguida le reprochó lo guapa que estaba. Y añadió:
BRIGITTE: “Por cierto, ahí tienes a uno de tus amigos”.
A Paula se le heló la sangre al pensar que sería Luis, pero suspiró al comprobar que era Dimitri, quien le saludaba, amablemente, desde el otro lado de la piscina. El ruso estaba acompañado de tres chicas, una de ellas nadaba cual sirena, ajena a todo lo que podía ocurrir. Las dos amigas, charlaban de cómo había ido su semana, pero nuestra chica no quiso contar nada de lo ocurrido de víspera. Paula, mientras charlaba amigablemente con Brigitte, miraba ocasionalmente a Dimitri, quien no le quitaba ojo de encima. El ruso no se cortaba, no sólo mirándola a ella, sino que se permitía el lujo de traerse a tres prostitutas de sus clubs, a la piscina de la urbanización. Dos de ellas, tumbadas al sol, mientras que la tercera, la más guapa, seguía nadando. Cuando ésta última salió del agua, pudo ver que realmente tenía un cuerpazo. Desde luego, era de origen del este, por sus rasgos. Paula se incorporó y se quedó fijamente mirando el culo de esa modelo. Brigitte, extrañada, vio que algo ocurría con aquella muje que salía del agua, y le preguntó:
- ¿Conoces a esa chica? Te has quedado muy seria mirándola, ¿pasa algo con ella?
Paula no contestaba y seguía mirándola fijamente, hasta que se dio cuenta que su amiga le hablaba.
PAULA; “Sí, disculpa Brigitte, no te hacía caso. Me vas a tener que hacer un favor. Te importa irte a tu casa y dejarme sola en la piscina. Ya te mandaré un whsp cuando puedas volver. Hazme caso por favor, ya sé que no lo entiendes, luego te lo explico todo.”
Brigitte entendió que algo grave estaba ocurriendo, y decidió irse sin preguntar nada más, no sin antes, mirar a Dimitri. Había notado muy seria y preocupada a su amiga. Y confiaba en que lo que le pedía, era lo mejor para ella.
Una vez que Brigitte abandonó el lugar, sólo quedaron Dimitri, sus tres chicas y Paula, que seguía tumbada encima de la toalla. Miraba discretamente a Dimitri, tirado en una tumbona, cerca de la piscina. Paula se levantó, y se dirigió hacia el ruso, con paso firme y sonriente. Desde luego, la madrileña destacaba por su elegancia frente al resto.
PAULA: “Hola Dimitri, que desde la fiesta no hemos podido charlar ni un rato, ¿qué tal estás?”
DIMITRI: “Muy bien, y ahora que estás tú más cerca, mucho mejor” decía el ruso mirándola de arriba abajo.
PAULA: “Te quería preguntar una cosa… he visto que una de tus amigas tiene un bonito tatoo en el brazo y otra, una marca, que no sé si es un tatoo, en la nalga derecha. ¿Tú sabes donde se pueden hacer tatoos como esos?”
Dimitri hizo un gesto a sus chicas para que se fueran al agua, y éstas, inmediatamente se levantaron y les dejaron solos.
DIMITRI: “Bueno, la marca en la nalga de Yasmin no es un tatto, es una marca especial, dijo orgulloso. El tatoo que tiene Irina se lo ha hecho aquí cerca, en el centro de Marbella.”
PAULA: “Es que lo he visto y no descarto hacerme una marca en la nalga como la de Yasmin, que, de hecho, es muy similar a la que tienes tú en la mano, ¿no es así?”
DIMITRI: “Me parece que eres muy curiosa, Paula, hay cosas que no se deben preguntar…contestó serio Dimitri”
PAULA: “No me digas que querer saber dónde se hace o qué significado tiene esa especie de tatoo es algo grave”. Dijo la madrileña, agachándose y dejando ver su escotazo al ruso, quien ya casi babeaba. “
DIMITRI: “Tú sabes a qué me dedico? “
PAULA: “Claro, tienes dos clubs nocturnos, no me voy a escandalizar por eso.”
DIMITRI: “Ok, pues está relacionado con esos clubs.” quiso zanjar Dimitri.
PAULA: “Cuanto misterio, yo sólo quería saber cómo hacerme uno. ¿No me lo puedes contar? Porque ahora veo que hay un misterio y me está gustando aún más la idea de tener uno. Por favor Dimitri….”
DIMITRI; “Si me dejas darte crema en la espalda, te cuento la historia de esa marca…”
Y Paula, con un gesto de cabeza, mostró su aprobación y fue directamente a la zona de hierba donde tenía su toalla, y se tumbó boca abajo, esperando al ruso, que no tardó ni un minuto en llegar. Traía su bote de crema. Para sorpresa de Paula, se sentó casi encima de ella, a la altura de su culo, con ambas piernas a cada lado. Como si estuviera de rodillas, pero apoyando su culo encima de nuestra chica. El ruso quiso justificar esa posición y dijo:
DIMITRI: “Es que así me gusta dar crema…”y empezó a masajear el cuello de Paula, dejándolo cremoso.Y fue bajando su mano por la espalda, hasta llegar a la altura donde se ataba el bikini, y con suma facilidad, logró desabrocharlo. Paula se dio cuenta de ese detalle y enseguida, dijo con voz seria.
PAULA: “Está bien Dimitri, pero ahora dime qué rodea tanto misterio con esa marca”
DIMITRI: “Es una marca que suelo hacer yo a algunas de mis chicas, las que destacan por alguna razón. Y sí, es la misma marca que tengo en mi mano. Solo que la mía es un tatto, y lo de ella no”.
Al empezar a dar explicaciones, Dimitri masajeaba la espalda de arriba abajo y aprovechando la situación, restregaba su polla por el culo de Paula, quien sentía ya una incipiente erección.
PAULA: ¿“Y dices que no es un tattoo? ¿Y yo no podría tener uno así?” Dijo Paula quien estiró sus brazos hacia adelante, dejando abierta la puerta a la mano de Dimitri, quien no tardó ni dos segundos en acariciar la axila y el lateral de su cuerpo.
DIMITRI: “Es una marca a fuego, una señal de que se pertenece a la élite de mis chicas”, dijo groseramente el ruso.
PAULA: “Y yo no puedo ser una de ellas?” Y al decirlo, se inclinó de manera que Dimitri pudo meter su mano y sobar una teta de Paula, mientras que le punteaba ya descaradamente con su polla erecta.
DIMITRI: “Tú puedes ser la reina y si te portas bien, te marcaré en la nalga como las mejores.”
Paula se había dejado llevar, quizás hasta demasiado lejos, porque había disfrutado de ese juego, pero ya tenía la información que necesitaba. Así que, manteniendo su tono amable, indicó a Dimitri que se lo pensaría. Éste, se fue a su tumbona con una erección que ni se molestó en disimular. Paula escribió a Brigitte que ya podía volver. Estaba preocupada por lo que le había dicho Dimitri, pero a la vez, contenta, porque a pesar de que la habían estado sobando un poco, había podido controlar la situación. Parecía una mujer más fuerte y segura de sí misma. Después de escribir a Brigitte, mandó un mensaje a su marido. Decía lo siguiente:
PAULA: “Carlos, hoy intenta volver pronto a casa, tenemos cosas muy importantes de las que hablar”
Cuando Carlos llegó a casa, serían los 18.00h, sabiendo que algo grave había pasado: Conocía a su mujer y ese mensaje no anunciaba nada bueno. Sus temores se confirmaron al ver la cara de su mujer.
PAULA: “Ven, Carlos, siéntate, tenemos que hablar”, le dijo ella sentada en la mesa del comedor.
CARLOS: “Algo grave me vas a contar porque te conozco, así que cuanto antes empieces mejor”, argumentó Carlos, ciertamente nervioso.
PAULA: “Quiero saber si has tenido algo con Rocío”
CARLOS: “Como dices? Yo? Con Rocío, la sobrina del Sr. Montero? “
PAULA: “Espera, no me contestes todavía. Quiero que sepas algo. Sé, o tengo la casi certeza, que Rocío ha trabajado o trabaja para Dimitri. Es más, supongo que estarán tramando algo con Luis Montero para bien chantajearnos, bien para estafarnos, pero nada bueno se está tramando contra nosotros. Dudo incluso que sea su sobrina. Es más, la investigación de Hacienda sobre la construcción del norte de Madrid, donde puedo verme involucrada, no creo que sea tampoco casualidad. Y no, no estoy ni loca, ni veo conspiraciones donde no las hay. Así que ahora, piensa, olvídate de nuestra cláusula de fidelidad, sé sincera conmigo y cuéntame todo lo que hayas podido decir y hacer con Rocío.”
La cláusula de fidelidad era una cláusula que firmaron al casarse. Lo hicieron por separación de bienes, porque Carlos no tenía patrimonio alguno, pero fijaron que, en caso de infidelidad demostrable, Carlos perdería la tutela de sus futuros hijos y se iría del domicilio conyugal sin nada suyo. Es decir, con una mano delante y otra detrás. Por el contrario, si Paula cometiera infidelidad, debería indemnizar fuertemente a Carlos, que podría vivir una vida de lujo. Así que Carlos se vio en la tesitura de contar o no su relación con Rocío.
CARLOS:” Pero ¿cómo te puedes imaginar que Rocío tiene algo que ver con Dimitri?
PAULA: “Por una marca. Si te fijas bien, Dimitri tiene un tattoo en forma de cordero en la mano…es el mismo que tiene Rocío en su culo.”
CARLOS: “A Rocío, no le he visto el culo, así que no puedo decirte nada, mintió Carlos. Pero dudo mucho que Rocío sea una empleada de Dimitri, no puede ser.”
PAULA; “Carlos, seamos sinceros….”
CARLOS: “Vale. Conozco a Rocío desde hace un tiempo, antes de que viniéramos a vivir aquí. Fue en el congreso sobre “la Roma Antigua en Hispania”, al que fui hace un tiempo. Lo que no me podía imaginar es que ella estuviera en este colegio.”
PAULA: “Carlos, te hago dos preguntas muy concretas: ¿estás teniendo una relación con Rocío? Y segundo, ¿le has hablado alguna vez de las urbanizaciones que construimos en Madrid y por las que puedo tener un problema con hacienda? Quiero respuestas, y quiero la verdad, Carlos.
CARLOS: “Entre Rocío y yo no ha pasado nada”, mintió Carlos. “Bueno, nada grave, porque no hemos follado, aunque algo ha habido, eso es cierto. Y a tu segunda pregunta, creo que, en algún momento, le he expresado mi preocupación sobre la construcción de aquellos 5 bloques al norte de Madrid, pero se los mencioné porque estaba preocupado por ti…”
Paula se tapaba la cara. Y lo hacía porque descubrir una infidelidad de su marido no era fácil de digerir, pero a la vez, no podía reprocharle nada, porque la habían penetrado estando casi a su lado, mientras él dormía. Pero le invadía una rabia inmensa, porque una mujer como Rocío, estaba manipulando a su marido, quien ni siquiera se había dado cuenta de lo que podía estar tramándose a sus espaldas. Paula, se quedó en silencio por espacio de más un minuto. Su cerebro no dejaba de trabajar, pensar qué podía hacer, y le dijo a su marido: “Me voy a Madrid”.
Carlos, ni quiso preguntar si era una decisión definitiva, algo temporal, si aquello era el fin de su matrimonio. Conocía a su mujer, sería más prudente esperar acontecimientos. Fue su padre quien terminó de firmar la operación inmobiliaria con el señor Montero. El motivo oficial era que Paula había sufrido un problema parecido a una apendicitis y por eso estaría ausente durante unas semanas. Paula llamó a los pocos días a su marido y le dijo que debía entregar a Rocío el pendrive que le llegaría por mensajero. En teoría, era información comprometedora, que Carlos había sustraído del ordenador de su mujer, en relación a la construcción de Madrid, y que dicha información demostraría los delitos de evasión fiscal que había realizado la constructora de Paula. No hizo falta decirle a Carlos, ni qué hacer con dicha información. Sabía que debía entregársela a Rocío. Lo que Paula no dijo a su marido, es que recibía con más o menos asiduidad, mensajes de Luis, invitándole a volver a Marbella. La relación de Paula y Carlos se había enfriado notablemente, pero Paula sabía que debía volver a Marbella. Todavía le quedaba mucho por hacer. O eso pensaba ella. Así que un mes después de su huida, Paula emprendía de nuevo su regreso a la Costa del Sol.
El matrimonio de Brigitte y Peter casi la recibió más cálidamente que su marido. Era sábado y quedaron para cenar en casa de su amiga todos juntos. La cena fue muy cordial, reinó el buen ambiente, y le llamó la atención lo bien que Carlos se llevaba con Peter y Brigitte. Y también le sorprendió Peter, que resultó ser un hombre inteligente y culto. De todo ello, se alegró porque pensó que Carlos estaba haciendo un esfuerzo por ser más sociable. Así que después de unos porros y mucho alcohol, esa misma noche, hubo sexo con su marido, aunque Paula no disfrutó demasiado….