El silencio de los monteros (5)

De cena de celebración...

Ese fin de semana, se le iba a hacer muy largo a Paula. Se sentía fatal por todo lo ocurrido de víspera. Aquello había ido demasiado lejos, correrse en el coche de un vecino, era algo que nunca pensó que podía pasarle a ella. Así que cuando recibió el wshp de Brigitte diciéndole que le esperaba abajo en el jardín, no quiso ni contestarle. La holandesa no tardó ni 5 minutos en llegar a su casa y sacarla, dirección a la piscina. Carlos llevaba desde muy temprano en una habitación, que había convertido en su despacho personal, para aislarse del mundo.

Paula, estaba tranquila, se acordaba que Luis le comentó que estaría el fin de semana de viaje. La madrileña lucía un bañador azul oscuro, de una pieza, en contraste con su amiga, que lucía un bikini diminuto.

BRIGITTE: “Paula, eres clásica hasta para escoger los bañadores. Mírame a mí, y no me quedo desnuda tomando el sol, porque nos están vigilando…”

PAULA: “Cómo que nos vigilan y quién?”

Brigitte señaló discretamente una cámara, situada en un lateral del jardín, que dirigía su “mirada” hacia la piscina.

BRIGITTE:” Y ya verás ahora cómo me sigue la cámara. Se levantó, despacio, se dirigió a la piscina, y se agachó de manera que mostró su culo a quien pudiera vigilarla”.

Al volver con ella, le dijo: - “Lo has visto? Y me imagino que ya sabes quién está controlando las cámaras”.

Paula se quejó diciendo que era una urbanización de degenerados y esta vez, ninguna de las dos acabó riéndose. Así que Brigitte, tratando de sacar una sonrisa a su amiga, sentenció:

BRIGITTE: “Y lo peor de todo es que empiezas a disfrutar entre tanto degenerado, salida, ¡que eres una salida!”.

Paula esbozó una sonrisa forzada. Ella no se sentía a gusto consigo misma, no dejaba de darle vueltas a lo ocurrido en aquel coche. Brigitte notó que su amiga no estaba bien, pero no quiso preguntar nada al respecto. Sabía que ahora estaba liderando el megaproyecto urbanístico para su empresa, y sabía lo difícil que podía ser negociar con alguien tan perverso como Luis. Así que prefirió que Paula tratara de olvidarse de todo aquello, cosa que consiguió muchas veces a lo largo de aquel día.

No fue un fin de semana fácil para Paula. Por un lado, su marido, encerrado leyendo y estudiando. No se atrevía tampoco a contar a su amiga lo ocurrido, además, se sentía muy mal por todo lo acontecido. Y para colmo, a partir del lunes, los equipos de abogados y técnicos de ambas empresas, debían de trabajar conjuntamente para concretar todos los aspectos del acuerdo.

Y claro, ella volvería a ver a Luis, y eso sería otro mal trago por el que debía pasar. Bien es cierto, que ya para el domingo por la tarde, su malestar se había atenuado y afloraban algunas imágenes y sensaciones que había tenido la noche del viernes.

Por un lado, sentirse observada y deseada por un joven, semidesnuda, mientras otro hombre le estaba chupando una teta, era algo difícil de olvidar y de asumir. Pero era innegable que sólo recordarlo, no le provocaba ya sólo malestar…Y por otra parte, recordar aquella paja brutal, salvaje, con dos dedos entrando y saliendo de su coño con fuerza, la cara de Luis, sus flujos saliendo como de una fuente, y ella, entregada y satisfecha sexualmente, eran sensaciones que volvían a excitarla, solo con recordarlas. Paula debía ser muy fuerte a partir del lunes, en todos los sentidos.

El Domingo por la noche llegó el personal de la empresa de su padre, procedente de Madrid. Paula se reuniría con ellos el Lunes a las 10h en el hotel donde se alojaban, para ir luego a las oficinas de la constructora de Luis Montero. Afortunadamente, todas las ubicaciones estaban en un radio cercano, con lo que el trayecto se hacía andando sin problema, y para alivio de Paula, no tenía que utilizar el coche.

En el equipo enviado por su padre, Paula se sorprendió al ver a María, la adjunta al director financiero. Era una mujer joven, alta, de unos 33 años, pelo largo, liso de color castaño, y sobre todo, era considerada una “trepa”, incluso entre sus compañeros. Más de una vez, Paula pensó hasta qué punto, esa joven no habría tratado de engatusar a su padre. Se reunió con ellos, por espacio de 15 minutos, dando instrucciones claras sobre lo que quería de ellos durante esta semana de trabajo. A la hora, prevista, llegaban a la empresa de Luis Montero.

Eran reuniones técnicas, muchas tasaciones de inmuebles, los peritos tasadores visitaban los pisos, y para el segundo día, Luis puso sus ojos en la joven financiera, detalle que no pasó desapercibido para Paula. Era extraño, porque sentirse como apartada de la atención de Luis, no le terminaba de sentar bien, y no entendía el motivo.

Y para terminar de empañar el día, Paula recibió la llamada de su padre indicándole que la UDEF, Unidad de delitos económicos y financieros, había iniciado investigaciones a raíz de un expediente de Hacienda, relativo a la construcción de 5 bloques de apartamentos al norte de Madrid. Desgraciadamente para Paula, ella podía verse comprometida si las investigaciones llegaran a buen puerto.

Los días pasaban y los grupos de trabajo iban avanzando, sólo parecía existir una diferencia insalvable, se trataba de la valoración de un apartamento situado en la Milla de Oro de Marbella, por cuyo valor de tasación existían divergencias importantes entre ambos equipos. Luis Montero invitó a María a ir a comprobar ella misma el apartamento y poderse hacer así, una mejor idea. Aquello irritó aún más a Paula. ¿Sería capaz Luis Montero de hacer lo mismo con María que con ella? ¿Acaso también podría él contarle lo ocurrido en el coche con ella?

Lo cierto es que Paula, notó, desde aquel día, mucha complicidad entre Luis Montero y María.

La semana pudo ser aún peor, si Paula hubiera sabido lo que estaba ocurriendo en aquel mismo instante, en el colegio de su marido. Carlos, estaba sentado en su despacho, mirando unos papeles como si los estuviera leyendo, y parecía hablar sólo:

CARLOS: “Esto no puede ser, esto no está bien…” Y de entre sus piernas, surgió la cabeza de Rocío quien le dijo, mirándole sonriente:

ROCIO: “Si no está bien, no sé hacerlo mejor, ya lo siento…” y se lanzó de nuevo a hacer una mamada tremenda al pobre Carlos, quien no tenía pinta de poder aguantar mucho más sin correrse.

Rocío debió darse cuenta de ello y enseguida le dijo:

ROCIO: “Espera un poquito, que aún falta lo mejor”.

Se levantó la falda larga que le llegaba casi hasta los pies, se apartó el tanga, y comenzó a montar al pobre Carlos. Se lo estaba follando con maestría. Verla hacerlo, era como imaginarse los movimientos de Shakira bailando, pero a cámara rápida. Vamos, que Rocío era toda una experta. Carlos apenas duró un par de minutos y no pudo evitar correrse dentro de la sobrina. Ni siquiera pudo llegar a darle un beso ni tocarle las tetas. Había sido un auténtico juguete entre sus manos....

En las oficinas de la constructora de Luis Montero, los días fueron pasando y como las jornadas eran tan largas, los equipos comían e incluso alguna vez cenaron juntos. El ambiente, en definitiva, se fue relajando, a medida que pasaban el tiempo juntos. Y la complicidad entre María y el constructor parecía ir en aumento, desde la perspectiva de Paula.Así que aprovechando uno de los descansos entre las reuniones, la madrileña, al ver que la mayoría bajaba a tomar café, se dirigió a la mesa del joven ingeniero de la empresa de Luis Montero, y le preguntó algo respecto del proyecto. La pregunta era lo de menos, Paula aprovechó para inclinarse hacia él, y habiéndose desabrochado un botón más de su blusa, dejó que el joven pudiera deleitarse con las vistas. Iba a terminar la conversación, pero al ver a lo lejos cómo se acercaba Luis, siguió conversando con aquel afortunado, que no podía dejar de tartamudear al hablar con una mujer tan espectacular. Luis pasó a su lado, y ambos se miraron fijamente durante unos segundos.Llegó el viernes y el equipo de Paula cogió el AVE con dirección a Madrid. Volverían el lunes siguiente. Mientras tanto y alegando una excusa que parecía razonable, Paula consiguió que María no volviera a partir de entonces. Ya no era necesaria la presencia de financieros, más bien de abogados y peritos tasadores.Desde ese lunes, Paula empezó a pasar más tiempo en la oficina de Luis, a notar de nuevo esas miradas sucias sobre su cuerpo, y por qué no decirlo, Paula, volvió a sentirse una mujer muy deseada.

Parecía que el jueves todo quedaría solucionado, así que ese miércoles, los 2 equipos, al terminar de trabajar, decidieron, como era costumbre, irse a cenar juntos. La única excepción, es que, en aquella ocasión, Paula se quedaría a cenar con todos ellos. Como siempre, la madrileña estaba espectacular, lucía un vestido azul oscuro con motas blancas, sin mangas, y no muy corto, porque llegaba justo a la altura de la rodilla. Tenía botones frontales de arriba hasta abajo, y los dos primeros estaban sueltos, lo que proporcionaba una bonita vista de su escote.La cena estuvo animada, y Paula, que se sentó frente a Luis… (sí, sí, fue Paula quien se sentó enfrente de él y no al revés), estaba hasta sorprendida porque durante la cena, no notó ni el pie, ni ningún intento de manoseo por parte de su anfitrión.La cena estuvo animada, corrió el vino y cayeron algunos gin tonics como colofón a dos semanas de intenso trabajo. Luego de ir a un bar de copas, los equipos se separaron y Luis y Paula no tuvieron más remedio que ir juntos hacia la urbanización, donde ambos residían. Ya era tarde, eran más de las dos de la mañana. La madrileña se notó ciertamente nerviosa, aunque sabía que el trayecto sería de apenas 5 minutos. Luis debió notarlo, y para tranquilizarla, no tuvo mejor ocurrencia que decir:

LUIS: “Por lo menos, no corres peligro, no volvemos a casa en coche”. Paula sonrió tímidamente y avergonzada. El constructor siguió con su monólogo:

LUIS: “Tengo que reconocer que tenéis un equipo muy profesional y muy bien preparado. Desde el veterano abogado a la más jovencita, la financiera, María. Todos muy buenos en lo suyo.”

El constructor miraba a Paula sabiendo que sus palabras abrían la herida tal y como él esperaba. Y siguió hablando:

LUIS: “Ya sé lo que estás pensando, quieres saber si ha habido algo entre ella y yo.

PAULA: “Te equivocas, ya sois mayorcitos para hacer lo que queráis y mucho menos para querer yo saber vuestras intimidades”

LUIS: “Pero como lo ocurrido entre ella y yo, transciende lo meramente personal al afectar a nuestro entorno profesional, no me importa reconocerte que sí, me he estado follando a María. Es más, he disfrutado como hacía años, y debo decirte que hace unas mamadas, de rodillas, con las manos entrelazadas hacia atrás, como simulando que estuviera atada, que me he quedado ya satisfecho para un par de meses” mentía el constructor.

PAULA: “No hace falta que cuentes los detalles y mucho menos tan vulgares”

LUIS: “Hubo un tiempo, no muy lejano, en el que mis vulgaridades te gustaban mucho, hasta te volvían loca…”

Paula no pudo ni decir palabra. Afortunadamente, ya llegaban a la urbanización. En el ascensor, un silencio absoluto, como cierta indiferencia por parte del gordo marbellí. Y así llegaron ambos al mismo piso, y cada uno se dirigió a abrir las puertas de sus respectivas casas.

Cuando Paula ya había abierto la puerta de la suya, escuchó a Luis:

LUIS: “Disculpa, que ni te he dado dos besos de despedida”

En ese momento, Luis se acercó a Paula y le dio un primer beso, muy casto, para un segundo directamente en la boca, cogiéndole de la cintura…Instintivamente, Paula retrocedió, y entró en su casa, momento que aprovechó Luis para entrar también, junto a ella. ¡Se le había metido en su propia casa!

Paula no entendía lo que había pasado, pero se encontró, con un hombre metido en su casa, y su marido durmiendo en su habitación. Afortunadamente, la casa era muy grande y sería difícil que una persona dormida pudiera oír lo que iba a ocurrir a partir de ese momento.Paula y Luis estaban a oscuras, aunque desde el amplio ventanal del salón llegaba luz del exterior suficiente como para verse perfectamente, Paula cerró la puerta y se puso de espaldas a ella, más que nerviosa, casi infartada. Luis, despacito, empezó a soltar uno a uno los botones del vestido de la madrileña, que trataba en vano de taparse los pechos. Una vez terminado, Luis dio un fuerte tirón al vestido que terminó en el suelo. Paula se encontraba en ropa interior, dentro de su casa, frente un casi desconocido, y con su marido durmiendo cerca!El constructor, acercó un dedo a los labios de Paula, como indicándole que estuviera en silencio. Poco a poco, ese dedo fue acariciando sus labios e introduciéndose en la boca de Paula, quien, avergonzada, apenas opuso resistencia para que éste entrara. Empezó así un movimiento de dentro hacia fuera, como simulando una felación. Paula terminó chupando aquel dedo, dando a entender que era su polla. Luis se acercó entonces a Paula y le dio un morreo sucio, baboso que fue correspondido por ésta. Si Paula pensaba que la masturbación del coche era algo que no podía superarse, no se podía imaginar que se podía llegar aún más lejos. ¡Mucho más lejos!Mientras sus lenguas y sus babas se entremezclaban, Paula ya estaba excitadísima, y absolutamente entregada a él. En ese mismo momento, como si Luis leyera su mente y su deseo, sintió como una mano asía su teta derecha y la estrujaba con fuerza mientras seguían morreándose. De repente, sintió que era despojada de su sujetador cayendo éste al suelo. En ese momento, Luis se detuvo, y empezó a mirar las tetas de Paula con aire de superioridad. Se sabía victorioso y quería alardear de ello. Paula, de nuevo instintivamente, trató de tapar sus pechos con sus manos, acción inútil ya que Luis las retiró, y dedicó unos segundos a contemplarlas. Luego se abalanzó a chupar y morder una de sus tetazas como un poseso. Paula entonces, puso sus manos en la cabeza de Luis, como tratando de decirle que fuera despacio, que eran suyas, y a la vez, echó su propia cabeza hacia atrás, con un ligero gemido, como tratando de lucirlas orgullosas para aquel hombre. Pasaban los segundos y aquel hombre no cesaba de devorar su teta ya enrojecida. Así que Paula, en un gesto que nunca pensó poder hacer a un hombre que no fuera su marido, acarició la cara de Luis, y cogiéndose la otra teta con su otra mano, se la ofreció a ese animal. Este se abalanzó de nuevo sobre su otro pecho, que devoró igualmente, con la diferencia de que ahora, pellizcaba con fuerza ambos pezones. Paula soportaba en silencio el dolor, porque era tal su excitación y placer, que cualquier cosa le era soportable. ¡Nunca había disfrutado tanto con su esposo!

Pero el gordo quería más, y bajó entonces su mano derecha hacia el coño de Paula y le dijo suavemente al oído….

LUIS: “No me dirás que ya te has corrido…vaya, vaya con la pija madrileña. Estas bragas empapadas me las voy a quedar yo de recuerdo”. Y acto seguido, Paula se encontró completamente desnuda ante Luis.

En ese momento, el constructor volvió a meter su dedo la boca de Paula, pero esta vez, enseguida, le hizo entender, apoyándose sobre los hombros de la madrileña, que debía arrodillarse. Una vez así, Luis sacó su polla del pantalón y se la ofreció. Sujetando su nuca, la invitó a que se la metiera en la boca. Nuestra chica no era una experta, ella lo sabía, y miraba hacia arriba como buscando la aprobación de Luis. Este, chulescamente, le giraba la cabeza como diciéndole que no, que no lo estaba haciendo bien. Así que, en ese momento, Paula hizo otra cosa que jamás pensó que haría, ni siquiera con su marido. Echó sus manos hacia atrás, como si estuvieran atadas, momento que aprovechó Luis para agarrar su cabeza y empezar a follarse la boca de Paula como el animal que era.  A ratos paraba, se la pasaba por sus tetas, o le golpeaba la cara con su polla, y Paula aguantaba estoicamente excitada, como atada, esperando que Luis decidiera qué más hacer con ella. Hasta que, finalmente, retomó la follada de boca, una follada bestial que terminó cuando él se la sacó y decidió correrse en la cara de Paula, quien recibía atónita los disparos del gordo en plena cara. Nunca le había pasado algo así a ella, ni siquiera imaginó poder hacerlo con su querido Carlos. Pero la cosa no acabó ahí, sino que, de nuevo, Luis introdujo su polla, ahora casi flácida en la boca de Paula, dándole a entender que debía limpiársela. La madrileña nunca había tragado semen y se sorprendió al hacerlo, pero sobre todo, al disfrutar haciéndolo.

Sentía dentro de su boca, cómo la polla de Luis, volvía a aumentar su tamaño, momento en el cual, el constructor le hizo de nuevo ponerse de pie. Luis la apoyó contra la puerta, y comenzó de nuevo a morrearla. Ella se dejaba hacer, entregada, como extasiada por todo lo que estaba ocurriendo.Todo estaba ocurriendo demasiado rápido y no podía asimilarlo, Se dejaba llevar porque nunca había disfrutado tanto. Y sin tregua ninguna, la lengua de Luis recorría su cuello, mordisqueaba el lóbulo de sus oídos.

En ese momento, y en voz muy baja, le dijo: “Ruégame que te folle”

Paula negó con la cabeza, y pedía clemencia como un cordero a punto de ser degollado. Luis cogió su polla con su mano derecha y la colocó justo a la entrada de su encharcado coño. Y Paula, tuvo que rendirse. Temblorosa y excitadísima, abrió aún más sus piernas, como invitándole a entrar dentro de ella con más facilidad….