El silencio de los monteros (2)
La fiesta de bienvenida para el matrimonio de Paula y Luis.
A Paula se le heló la sangre cuando vio al Sr.Montero. ¡Era Luis, el amigo de su padre! Apareció en vaqueros, con una camisa muy desabrochada, como tratando de lucir orgulloso su vello corporal. Traía un enorme ramo de flores, tan recargado que hasta lo hacía feo. El ramo era un reflejo de cómo era él: opulento y sin clase ninguna. Venía acompañado de una chica, mucho más joven que él (Paula le echó unos 35 años), delgada, con un vestido largo un poco hippie, pero sus gafas dejaban entrever unos bonitos ojos verdosos.
Luis se dirigió directamente hacia el matrimonio Fernández, junto con su acompañante:
LUIS MONTERO: “Bienvenidos a Marbella querida pareja. Tú debes ser Carlos”
Y le dio el ramo a Paula quien de nuevo se estremeció al sentir el cuerpo gordo de Luis contra ella y recibir uno de los dos besos demasiado cerca de sus labios. Después de estrechar fuertemente la mano de Carlos, presentó a su acompañante.
“Os presento a Rocío, mi sobrina”
Ella dio dos besos asépticos a Paula y bastante más efusivos a Carlos, quien la miraba ciertamente nervioso.
Paula iba a decir algo cuando Luis le interrumpió.
LUIS MONTERO: “Ya sé lo que vas a decir, Paula. Tu padre me dijo que vendríais a vivir a Marbella, y le he vendido el piso pegado al mío. Y la verdad, no puedo estar más encantado de tener unos vecinos como vosotros.”
Diciendo eso, miraba descaradamente el escote de Paula, como un auténtico muerto de hambre, ante una deliciosa tarta. Paula, instintivamente, llevo su mano al collar de perlas que llevaba, como tratando de protegerse de esa mirada. Carlos no se dio cuenta, empezó a tartamudear y preguntar algo a Rocío, quien también le interrumpió y dijo que se iba a la barra a tomar algo fuerte.
La conversación fue breve, porque Paula llevó a otro lado a su marido con Brigitte, como tratando de huir de su depredador. Luis no tardó ni dos segundos en abrazar a Dimitri y juntarse al grupo de sus amigas.
PAULA: “¿Ese hombre es asqueroso, no os parece?” Preguntaba como buscando la unanimidad. Brigitte sonrió y Carlos apuntilló: “A mí no me ha parecido mal, es un hombre con una formación muy básica, pero tienen mérito estas personas que salen adelante fruto de su trabajo”.
PAULA: “Perdona cariño, este hombre es un constructor de Marbella y todos sabemos lo que ocurre en este sector.”
CARLOS: “Te recuerdo que tu padre es constructor”
BRIGITTE: “Uyyyy, tengamos la fiesta en paz queridos amigos, creo que el porro y la bebida os está alterando.”
Pasaba el tiempo, y la preocupación de Paula iba en aumento. No eran solo las miradas de Luis, recorriendo su cuerpo, tampoco era el pequeño enfado con su marido por haber citado despectivamente la profesión de su padre. No sabía si era su imaginación, las copas, o qué, pero notaba a su marido tenso, y mirando de vez en cuando a Rocío.
Rocío, se levantó del sillón en el que estaba, preguntó a Brigitte dónde estaba el baño y bajó al piso de abajo. Paula no tardó ni 4 minutos, en tomar el mismo camino. Abrió el baño y se encontró a Rocío, de espaldas, como colocándose el tanga. Ni se inmutó al ver a Paula, y lentamente, dejó caer la falda larga de su vestido tapando su delgado cuerpo.
PAULA mintió: “Disculpa, pensaba que ya habías terminado.
ROCIO: “No te preocupes, ya está. Y no me voy a asustar porque me vean en tanga. Además, intuyo que es una prenda que no usas nunca. Y salió del baño.”
Paula frunció el ceño, no sabía bien cómo interpretar lo que le había dicho. Le había llamado la atención una especie de extraño tattoo que la joven tenía en la nalga derecha. Al principio pensó que no era un tattoo, más bien otra cosa, pero su mente enseguida le hizo comprender que sólo podía tratarse de un tattoo.
Paula volvió a la parte de arriba de la casa, y se juntó con el grupo de su marido, quienes charlaban animadamente.
La noche iba avanzando, con cruces de miradas de todo tipo por parte de unos y otros.
Imperaba el buen humor, la alegría y por qué no decirlo, cierto descontrol fruto de lo que se había tomado.
Cuando empezó a sonar música más lenta, Luis y Rocío se acercaron al matrimonio y les invitaron a bailar. Paula y Carlos tuvieron que aceptar la invitación. Al pasar cerca de Dimitri, éste, ya con su corbata medio suelta, le dijo a Paula: “Luego espero poderr bailarr con usted, Señorra Ferrnandes”
En la pista, bailaban unas cuantas parejas, Kevin lo hacía con Irina, tratando de arrimarse todo lo que podía.
Paula bailaba con Luis, ciertamente tensa. Este intentó acercarse a ella y ésta discretamente se alejó de manera que de nuevo corriera el aire entre ellos.
LUIS: “Me gusta mucho bailar y especialmente con mujeres tan guapas como tú. Le dijo de nuevo mirando su escote”. Paula respiraba nerviosa.
Se giró para ver a su marido y vio que éste bailaba especialmente pegado a Rocío. De nuevo, Luis pegó su cuerpo al de Paula, y para su sorpresa, Paula no hizo nada. El gordo constructor podía sentir perfectamente el cuerpazo de su vecina pegado al suyo.
Siguieron unos minutos así, demasiado pegados, y aprovechando la situación Luis le dijo;
LUIS: “Has dado demasiadas vueltas a ese collar de perlas, te queda como una correa de perro, mejor si lo dejas un poco más largo para que te caiga sobre esta zona. “
Al decirlo, Luis paso su mano justo por encima de las tetas de Paula, quien nerviosa, se separó y le dijo:
PAULA: “Creo que ya es suficiente.”
Y volvió a unirse al grupo de su amiga Brigitte. Carlos no tardó en unirse a ella. Paula no podía disimular su enfado. Su marido, al que le costaba un mundo bailar, parecía haber disfrutado bailando con aquella mujer, y su vecino le había tratado de tocar discretamente el pecho. La noche seguía pasando y Luis, ya con muchas copas encima, empezó a morrearse en el sillón con Nadia, a la vez que sobaba una teta de ésta, mirando a Paula. Era evidente que le estaba diciendo que lo que quería, era sobar sus tetas. Paula estaba incomodísima, nerviosa, incluso malhumorada por todo lo que estaba sucediendo.
El colmo fue que Rocío, pasado un tiempo, se acercó al grupo donde se encontraban Paula y Carlos y les dijo:
ROCIO: “Antes he visto que abajo había un par de personas jugando a los dardos, alguien me acompaña a jugar?”
Todos declinaron la invitación educadamente salvo Carlos:
CARLOS;” Yo te acompaño, hace años que no juego a los dardos, me hará sentir más joven”.
Brigitte pudo interpretar la mirada de Paula y enseguida, soltó una gracia en relación al jacuzzi de la que casi todos rieron. Paula dio un largo sorbo a su gin-tonic, no prestaba ya atención a lo que hablaban sus vecinos, no entendía nada de lo que estaba sucediendo esa noche. Paula no podía imaginarse que la noche aún no había terminado, y lo que ésta le iba a deparar.
Pasados unos minutos, Paula no pudo aguantar más, y salió del grupo dirección al piso de abajo. Quería ver lo que hacía su marido con aquella mujer. Empezó a bajar las escaleras y se tranquilizó, había otras dos personas con ellos jugando y sintió un fuerte alivio. Se sintió como una estúpida al haber pensado cosas raras.
Pero justo en el momento en el que se iba a dar la vuelta, vio, o le pareció ver, cómo Rocío, al dar los dardos a Carlos, le acariciaba discretamente la mano. Vio, o le pareció ver, cómo ambos se miraban y decidió volver a la fiesta. Aquella fiesta se estaba convirtiendo en un mal sueño, todo aquello no podía estar pasando…
Así que Paula, con una mezcla de sentimientos encontrados, y por qué no decirlo, bajo los efectos de lo bebido y fumado, se dirigió con paso firme al grupo donde estaban sentados Luis y Dimitri, y dirigiéndose al ruso, le dijo:
PAULA: “ Dimitri, antes me has dicho que querías bailar conmigo, creo que éste es un buen momento para que bailemos”.
La noche y la fiesta aún no habían terminado....
Dimitri no podía creerse lo que acababa de oír. Una pedazo de mujer como Paula le pedía que bailara con él. Miró a su amigo Luis, como pidiéndole permiso, y éste asintió. Dimitri se levantó, se colocó correctamente la corbata y fue tras Paula hacia la pista.
Pasados unos minutos de charla, Dimitri pareció envalentonarse y acercándose a Paula, con un fuerte aliento a vodka, le dijo:
DIMITRI: “Prefiero bailar con mujeres occidentales, sois más calientes”. Dicho aquello, bajó sus manos un poco más cerca del culo de nuestra chica.
Paula estaba en estado de shock, no prestaba casi atención a lo que le decía su vecino ruso. Volvió a la realidad, cuando sintió una mano ya casi en su culo.
PAULA: “Dimitri, esas manos…” trató de persuadir educadamente a su acompañante
Luis pareció ver o ya intuía lo que iba a ocurrir y se acercó a la pista, como controlando a la pareja. Se colocó de pie, apoyado contra una pared, escrutando todos los detalles de lo que en la pista sucedía. Parecía una hiena buscando el momento de atacar a su presa.
La situación era cada vez más incómoda para Paula. Dimitri o bien se acercaba a su cuello o bien aprovechaba la ocasión para tocar el culo de la madrileña. Esta le retiraba educadamente la mano de sus nalgas como podía. Paula pudo ver detrás de Dimitri, cómo les observaba Luis, con aparente indiferencia.
La situación empezaba a resultar hasta violenta. Paula no pudo más que mirar a Luis, como pidiéndole ayuda y éste, de forma chulesca, miró a Paula como diciéndole: “Me estás pidiendo que intervenga?”. Paula asintió con su mirada, rogando ayuda a la hiena que la vigilaba.
Así que cuando Dimitri asía con sus dos manos el culo de Paula y ésta trataba de quitarse de encima a ese animal, Luis surgió detrás suyo, y apoyando su brazo en el hombro del ruso le dijo:
LUIS MONTERO; “Dimitri, ahora déjame bailar a mí con mi vecina.”
El ruso, le miró como pidiéndole permiso para seguir disfrutando un poco más, más que pedirle, le estaba rogando que le dejara seguir disfrutando de ese culo. Luis, negando con la cabeza, fue tajante:
LUIS: “Ya está bien, ahora me toca a mí.”. Y Dimitri, sumisamente, se dirigió lentamente hacia el sillón donde le esperaban sus putas.
Paula sintió un enorme alivio al verse lejos de las garras del ruso. Y más aún se sintió aliviada cuando comprobó que Luis, mantenía una actitud correcta y no trataba de pegarse nada a ella.
LUIS MONTERO: “Debes disculpar a Dimitri, ha bebido demasiado y a veces le cuesta comportarse con mujeres de mucha clase”. Paula, halagada, sólo pudo darle las gracias.
Y el constructor siguió hablando.
LUIS: “Me dijo tu padre, que algún día, tendrás que sustituirle al frente de su empresa”. Paula asintió tímidamente.
LUIS: “Una de las reglas de oro de este negocio, es que los favores se piden y se devuelven”. Paula le miró, haciéndose la tonta, como no queriendo entender lo que le acababan de decir.
Por su mente, enseguida le vino a la cabeza lo que estaba pasando esta noche, la actitud de su marido tonteando con aquella joven, su orgullo por demostrar que algún día podría asumir la dirección de la empresa de su padre, todo eso, bien regado con buenas dosis de alcohol, hizo que Paula dijera:
PAULA: “No te entiendo Luis. Quiero decir, añadió nerviosa, mintiendo, “no sé qué quieres decirme”
LUIS: “Acércate más a mí y te lo digo” ordenó el constructor.
Paula se acercó un poco a su pareja de baile, pero manteniendo cierta distancia. El gordo de Luis, la miró, decepcionado y despectivamente, y fue aún más tajante: “No sabes ni acercarte bien a un constructor”.
El Sr. Montero, sin duda, era un hombre astuto, que sabía tocar la fibra sensible de una Paula ciertamente diezmada en sus facultades para razonar con claridad. Paula quiso demostrar no sólo que podía estar a la altura en el mundo de la construcción, sino que quería demostrarse a sí misma, que era una mujer atractiva, mucho más que la sobrina de su vecino, y que su marido se merecía un cierto castigo por su inexplicable actitud durante la fiesta.
Así que Paula, mirando a los ojos a su acompañante, se acercó a él lentamente, hasta dejar sus dos tetas reposadas contra el pecho de éste. Pero no sólo eso, enseguida acercó también su entrepierna a la de Luis. El gordo comenzó a tener una ligera erección que no pasó desapercibida para Paula.
PAULA: “Supongo que ésta es la distancia que deseas” dijo seriamente la madrileña.
Y Luis Montero, chulo y triunfador, al haber descubierto las debilidades de Paula, se acercó al oído y le dijo:
LUIS: “Yo te he hecho el favor de quitarte de encima a Dimitri, sólo te pido que me dejes mostrarte dónde deberías lucir ese precioso collar de perlas. Creo que es un trato justo”
Paula reaccionó instintivamente separándose de Luis. Ella sabía lo que ello significaba. De nuevo le vinieron a la mente todas las cosas que habían sucedido esa noche. Así que miro a su alrededor, apenas había otra pareja bailando. Era Kevin completamente borracho. A lo lejos, veía a Dimitri tirado en el sofá besándose con una de sus amigas y más lejos aún, un reducido grupo de personas, entre las que se encontraba Brigitte.
Y Luis tuvo una completa erección cuando Paula, bajando su mirada, se movió discretamente hasta quedar de espaldas al resto de la fiesta.
Y el gordo de Luis, triunfador y triunfante sentenció: “Así me gusta Señora Fernández.... Como te decía antes, ese collar de perlas a la altura de tu cuello, luciría mejor más abajo. Así parece un collar de perro, más bien de perra.”
Paula subió su mirada hacia los ojos del sr. Montero, pero temerosa, volvió a bajarla hacia el suelo cuando sintió la mano del Sr. Montero sobre el collar.
LUIS: “Sin duda, te quedaría mejor si llega aquí….” Y diciéndolo, bajo su mano hasta llegar al inicio de las tetas de Paula. Pasaba su mano justo por encima de su vestido….con su mano derecha acariciaba la piel justo por encima de su teta, sintiendo el sujetador de la madrileña, quien respiraba agitadamente.
Y el gordo añadió: “ Pero sin duda, mejor si te llega hasta aquí”. En ese momento, Paula sintió como una manaza asía su teta y la amasaba hasta con saña. Pero no pudo ni levantar su mirada, avergonzada porque muy a su pesar, empezó a estar muy excitada. Le estaban sobando las tetas en plena fiesta!
El gordo de Luis, viendo que ese precioso vestido negro no podía disimular la dureza de los pezones de esa pedazo de mujer, añadió:
LUIS: “ Pero la perla que más me gusta es ésta, sin duda, que está bien dura”. Y acto seguido comenzó a pellizcar suavemente el pezón izquierdo de Paula. Paula miró a los ojos de Luis como implorando clemencia, y sintió su deseo, su degeneración, cuando éste añadió:
LUIS: “Vaya vaya, no sabía que las pijas de Madrid se ponían tan cachondas cuando les meten mano cuando su marido está justo en el piso de abajo. ¿O acaso te calientan también más cosas? A ver si te gusta esto”.
Y en ese momento comenzó a pellizcar con fuerza el pezón de Paula, quien, horrorizada y excitada a partes iguales, gimió y echó su cabeza hacia atrás, como signo de que entregaba sus tetas a aquel señor, que apenas conocía.
LUIS: “Llegará un día en el que me pidas que te folle, Señora Fernández. Ahora dame tus bragas.” Y dejó de sobar y pellizcar las tetas de Paula. Esta, de repente, miró horrorizada a Luis, quien sonriente, esperaba la ropa interior extendiendo su mano.
Paula se giró y salió casi corriendo de la pista de baile, en dirección a Brigitte.
PAULA: “Me voy a casa, algo que he tomado me ha sentado mal”
Y salió casi corriendo, escaleras abajo. Brigitte la seguía.
PAULA: “Cariño, ¿te importa si nos vamos? Algo me ha debido sentar mal”, dijo a su marido.
CARLOS:” Por supuesto. No tienes buena cara desde luego” añadió éste ciertamente preocupado.
BRIGITTE; “Estás bien?, desde luego se te ve muy colorada. Llamamos al médico?
PAULA: “ No te preocupes, que iré a vomitar y ya me sentiré mejor”
Se despidieron apresuradamente de los pocos vecinos que quedaban, y salieron hacia su casa. En el ascensor, tuvo que escuchar una pequeña reprimenda de Carlos, en relación a fumar porros. Paula ni siquiera le contestó. No tenía ni ganas de hablar con él esa noche.
Después de encerrarse en el baño, tranquilizar a su marido sobre su estado, Paula decidió meterse a la cama, donde ya le esperaba su marido. Enseguida ella le dio la espalda, no podía dormir. Tenía tal cumulo de sensaciones, sentimientos y rabia acumulados que le costaría dormir aquella noche. Todo le preocupaba, incluso sentirse totalmente excitada en ese momento, tumbada al lado de su marido, al pensar que un extraño le había sobado las tetas y ella lo había disfrutado. Quería negarlo, pero era evidente, había disfrutado y mucho….