El silencio de los monteros (1)
El matrimonio de Paula y Carlos se traslada a vivir a Marbella. Era un matrimonio feliz....
Hacía poco tiempo, se habían cumplido los 15 años de casados para este feliz matrimonio. Paula y Carlos, ambos de 40 años, se conocieron en el colegio y desde entonces fueron inseparables. Era lo que se puede decir, un matrimonio perfecto, una pareja ideal…
Pero no todo había sido fácil para ellos. Paula, la única hija de un famoso constructor de Madrid, y él, de origen humilde, tuvieron que adaptarse a sus diferencias sociales, sus distintos entornos, pero consiguieron que todo aquello que les separaba, les hiciera aún más fuertes.
El contraste era evidente incluso físicamente. Ella, una auténtica belleza morena, muy parecida a la actriz María Grazia Cucinotta en la película “la siconda moglie” y él, más bajo que ella, delgado, con gafas, serio, responsable y muy estudioso. Lo que se dice una buena persona. Carlos trabajaba como profesor en el instituto cercano a su casa, en la Moraleja, de Madrid. Bueno, no era su casa, la compró su suegro para tener cerca a su hija y también consiguió que su yerno entrara en ese colegio como profesor de Historia.
Eran sin duda, la envidia de todos, porque se amaban y además, se notaba que se amaban de verdad.
Bien es cierto que dedicaban su tiempo a cosas bien distintas. Ella se mantenía en forma en el gimnasio que tenía montado en la zona baja de su Villa, jugaba también a golf, y le gustaba ir de compras y acudir a las fiestas que organizaba su padre. Ella entendía que como hija, disfrutaba que su padre se sintiera orgullosa de contar con su presencia. Carlos, su marido, sin embargo, era más introvertido, siempre leyendo o estudiando, metido en su mundo de los libros de Historia y no acudía apenas a las fiestas familiares.
No tenían hijos, ella siempre pensó que los espermatozoides de su marido tenían la culpa, pero a pesar de morirse de ganas por ser madre, nunca quiso profundizar en ese tema. Estaba dispuesta a no ser madre por él, su marido. Además, temía que él, tan ensimismado en sus libros, se sintiera culpable o tuviera aún menos tiempo para compartirlo con ella. Así que aceptó o se resignó a no ser madre por su felicidad matrimonial. En materia sexual, ella no se quejaba, era el único hombre con quien lo había hecho, el único con quien se había besado y disfrutaba de sus encuentros íntimos con su marido. Y eso le bastaba. Tampoco le interesaban las cosas que le contaban algunas de sus amigas sobre verdaderas folladas cual salvajes animales, ni la existencia de pollas realmente grandes y gordas. Ella quería a su marido, y le era suficiente.
Y así transcurrían sus felices vidas, y así recibió Paula la llamada de su padre para acudir a un cocktail que él organizaba en su casa. Acudirían los habituales amigos de su padre y algún otro constructor del sur de España, porque la empresa se había decidido a edificar en zonas de Málaga, Almería y Granada mediante joint-ventures con constructores locales. Y ese cocktail sería el momento de “oficializar” dichas alianzas.
Paula, como de costumbre, estaba realmente espectacular con un vestido negro de tiras. A pesar de no querer presumir de ello, llamaba la atención por su espectacular figura: piernas largas y potentes y un busto espectacular. Aquel día parecía una verdadera diosa.
Ella ya intuía que gustaba a los hombres, pero entre que prácticamente frecuentaba a los amigos de su padre y que apenas salía de fiesta porque a su marido no le gustaba, no había podido realmente saber hasta qué punto podía despertar el deseo entre los hombres. Iba tranquila, puesto que ya conocía a casi todos los amigos de la familia, y suponía que sería un cocktail más.
Y así parecía transcurrir el mismo, saludando a unos y otros hasta que, mientras hablaba con su padre, éste fue a dejar unas copas de Moet & Chandon y se encontró con la mirada a unos 20 metros, de un señor, de unos 50 años, con cierta tripa. Ella sintió un escalofrío, porque su mirada era sucia, y él no dudo en mirar descaradamente sus pechos para bajar hacia sus piernas y luego volver a subir y mirar su entrepierna. Sintió como aquel señor, la estaba devorando con la mirada y sintió una mezcla de miedo y asco. Cómo podía alguien mirarla así? En ese momento, llegó su padre quien le dijo: “Paula, déjame que te presente a Luis, nuestro nuevo socio con quien construiremos en el sur de España”. Y Luis se acercó, mirando fijamente a Paula y le dijo, con marcado acento andaluz: -“ Encantado señorita.” Al decirlo, se acercó tanto a ella que pudo sentir su pecho contra ella, y los dos besos que le dio, rozaron la comisura de sus labios. Ella enseguida pensó que aquel señor era un auténtico descarado. Enseguida apareció Ingrid, una belleza que según dijo era escandinava, que se agarró a Luis y le dijo: “ Voy a salir darme aire.” Lo dijo con un acento ciertamente curioso, que no parecía sueco…Y allí se fue ella, contoneándose y mostrando a todos su prominente escote.
Enseguida ella pensó que qué pareja más más curiosa hacían ese viejo verde sesentón con esa treintañera rubia de ojos azules. Y por primera vez, sintió que ella no era el centro de la fiesta, aquella dichosa “sueca” acaparaba las miradas de todos. Así que decidió ir a buscar otra copa de Champagne, y alejarse de aquel hombre. Bien es cierto, que, en el camino, agradeció en el fondo recibir la mirada admirativa de quienes podían contemplarla de cerca.
No tardó mucho tiempo en acudir donde su querido papi, para decirle que no se encontraba bien y que prefería irse a casa. Su padre, un poco apenado, se preocupó por su estado de salud, pero se tranquilizó al ver a su hija guiñarle el ojo y decirle que no era nada grave. Era la primera vez que se iba prematuramente de un cocktail, aquella mirada sucia le había asqueado, incluso asustado, y prefería volver a la seguridad de su hogar y a los brazos de su marido.
Y pasaron dos semanas desde aquel día, cuando su marido le llamó por teléfono para decirle: “Paula, tenemos que hablar, me ha surgido una oportunidad profesional y tenemos que hablarlo”
Ella se alegró, siempre había sabido que su marido era un excelente profesor y que, tarde o temprano, tanto esfuerzo recibiría su premio.
Carlos llegó ese día al mediodía a casa, y Paula dándole un cálido beso le dijo: "cuéntame, cariño, cuéntame eso tan importante que te ha ocurrido."
- CARLOS: "Paula, me han ofrecido el puesto de Director"
Y ella se abalanzó sobre él, dándole la enhorabuena. No podía ser más feliz por su marido.
Bueno, le dijo él, hay un pequeño problema, no es este colegio, sino en el colegio St James de Marbella.
No pudo disimular su decepción pero enseguida le volvió a sonreír….y le preguntó: "Me estás planteando que dejemos Madrid para irnos a vivir a Marbella? Pero si tú no conoces Marbella, crees que te gustará? Paula sí conocía Marbella, solía ir con sus padres de pequeña de vacaciones a un hotel de lujo, pero nunca fue con su marido. Sus viajes eran siempre culturales, visitar ruinas romanas era la auténtica pasión de su marido y así organizaban sus escapadas vacacionales. A ella le extrañó que su marido quisiera aceptar ese puesto, en una ciudad que era la antítesis de lo que a él le podía gustar. Marbella, a priori, era todo lo superficial que no podía soportar su marido. Pero por otra parte, pensó que su marido, ciertamente orgulloso, quería aceptar algo que a priori, se lo había ganado por su inagotable dedicación.
Paula, frunció el ceño y le preguntó: Carlos, cariño, y como así te ha surgido esta gran oportunidad? Pues no lo sé muy bien, nuestro director me ha llamado hoy a su despacho, y me ha dicho que soy el candidato idóneo y el escogido. El actual director de Marbella se jubila pronto, es amigo de éste, y he sido recomendado. Les ha impresionado mi curriculum y los trabajos que he publicado y estoy muy contento por ser el elegido. Así que estaré de profesor desde Abril a Junio, y comenzaré el nuevo curso de Director.
Paula se quedó pensando, un poco preocupada, pero no dijo nada más. Le dio un cálido beso a su marido y le dijo: “ya sabes que haré lo que tú quieras, e iré al infierno si tú me lo pides”
CARLOS: "No, Paula, esta decisión nos afecta a los dos y debemos tomarla juntos.
PAULA: "Carlos, yo seré feliz siempre que esté contigo y a tu lado. Así que vayamos a vivir a Marbella!
Paula enseguida pensó que la posible subida salarial no merecía la pena el traslado, pero pensó que él necesitaba una promoción profesional, bien merecida y que sobre todo, le haría aún más feliz. Ciertamente, su padre debería seguir financiado su tren de vida, que lógicamente, un sueldo de profesor no podría mantener.
No sin cierta pena, el padre de Paula recibió la noticia, pero enseguida se alegró por ver tan feliz a su hija. Además, como construirían también por la zona, iría a menudo a verla. Le compró un piso en una lujosa urbanización casi en el centro de Marbella y allá se fueron. No podían ser más felices, iban nerviosos pero dispuestos a iniciar una nueva vida.
Paula condujo casi todo el viaje, era un BMW X6 de color blanco, y así llegaron a la urbanización donde el guarda de la entrada, saliendo de la garita se acercó a la ventanilla y les preguntó: - Qué desean señores?
PAULA: "Hola….ehhh, sí, somos los señores Fernández…dijo Paula, ciertamente nerviosa, hemos comprado el ático y hemos venido a vivir aquí. Llegará el camión de mudanzas en unos días.
VIGILANTE: "Encantado Señora fernandez, yo soy Jorge” , y le extendió la mano.
Ella hizo lo mismo y sintió cómo primero le agarró con fuerza y luego la deslizó con suavidad contra la suya. Y todo ello, mirando su ligero escote y sobre todo, sus preciosas piernas entreabiertas. Paula volvió a sentir un escalofrío al sentirse deseada con su blusa blanca y sus bermudas color crema. Se sintió como un vulgar objeto para ese hombre y ciertamente le había puesto nerviosa sentirse así deseada delante de su marido. El no se dio su cuenta de lo ocurrido.
La urbanización era de autentico lujo, piscina al aire libre, frente al paseo marítimo, otra piscina climatizada cubierta bajo una cristalera y un pequeño minigolf eran los servicios que ofrecía la misma, así como un gimnasio y una sauna comunitaria. Constaba de una docena de apartamentos….y lo primero que ella pensó sería tratar de conocer a sus nuevos vecinos de esta preciosa urbanización. El sin embargo, pensó en sacar rápidamente sus libros y ordenarlos en una habitación que convertiría en su despacho.
Ya llevaban más de dos horas en su nueva casa organizando cada uno sus cosas. Era un precioso apartamento con vistas al mar. Paula le comentó a su marido:
PAULA: "quieres bajar a ver la urbanización?
CARLOS: Si no te importa, prefiero quedarme aquí terminando de organizar mis libros."
Paula entendía perfectamente a su marido y no le importó bajar sóla, tomando un ascensor acristalado exterior que permitía ver la calle. Un vez en el hall, se dirigió hacia la piscina, pasando primero por el pequeño mini golf. Todo estaba tranquilo, luego vio unos cristales empañados y pensó que aquello debía ser la piscina climatizada.
Entró, había un cierto olor a porro y pudo ver una pareja al fondo de la piscina. Rápidamente, la mujer se acercó nadando.
“Hola, Soy Brigitte, tú debes ser la nueva, ya nos dijeron que vendrían nuevos propietarios.”
PAULA: Eso es, me llamo Paula y mi marido, que está en casa, se llama Carlos.
Brigitte no era especialmente guapa, ojos azules, un poco entrada en carnes y muy sonriente. "Aquel es mi marido, Peter"
Peter flotaba en el agua, boca arriba, con los brazos extendidos.
BRIGITTE: No es que sea antipático, al contrario, sólo que está meditando, ya me entiendes. Y ambas comenzaron a reírse.
BRIGITTE: Por cierto, Paula, a nosotros, como nos encantan las fiestas, os vamos a organizar una fiesta de bienvenida en nuestra casa, que día te viene bien?
PAULA: No sé, cuando tú quieras. Me encantan las fiestas!
BRIGITTE: Invitaremos a los vecinos y así los conoces a casi todos. Algunos solo vienen en verano, y los que están aquí todo el año, pues bueno, que quieres que te diga sobre ellos. Hay un poco de todo, ya los conocerás.
Después de unos minutos más charlando, se despidieron con un beso, y Paula le dijo, guiñándole un ojo:
PAULA: "Bueno, ahora os dejo, que creo que estabais muy a gusto cuando he llegado". Y de nuevo, ambas rieron.
Siguió andando por la urbanización, y volvía al hall, cuando saliendo de la garita, Jorge, el vigilante se le acercó;
JORGE: "Sra Fernandez, muy buenas de nuevo. Espero que le haya gustado la urbanización. Si desea cualquier cosa, no dude en ponerse en contacto conmigo. Y como ve, (señalando la garita), puede estar muy segura, desde aquí lo tenemos todo controlado.
Paula se fijó en su sonrisa inquietante y pudo ver que había multitud de pantallas, donde se podían ver tanto la entrada del garaje como partes de la urbanización. Y efectivamente, se fijó que en el mismo hall, había cámaras que permitían controlar quien entraba y salía.
De nuevo frunció el ceño y pensó hasta qué punto tantas cámaras podían grabar y controlar determinadas zonas de la urbanización.
PAULA: "Gracias Jorge, pase buen día."
Y se dirigió al ascensor rumbo a su nuevo hogar.
Al entrar en casa, con una sonrisa pícara, le dijo a su marido:
PAULA: Carlitos, tengo una noticia que te va a encantar, nos van a hacer una fiesta de bienvenida
Carlos, miró por encima de sus gafas a su mujer, y le dijo:
CARLOS: No me hablarás en serio….
PAULA: Si, sí, y no pienses que he sido yo, ha sido idea de Brigitte, una holandesa encantadora. Además, dice que la harán en su casa, así que nos evitamos tener que organizar nada.
Esa misma noche, Paula tuvo ganas de sexo con su marido. Llegó a su habitación, donde él, tumbado, leía un libro, se puso un camisón escotado y se metió en la cama con él. Acercó su cara a la suya, y le dio un pequeño beso, acercó su cuerpo al suyo de manera que él pudo sentir sus preciosas tetas, y le pasó su lengua por los labios.
Carlos la miró, y le dijo:
CARLOS: "Cariño, me vas a perdonar, no tengo la cabeza para estas cosas.
PAULA: "Estás preocupado porque mañana es tu primer día?
CARLOS: "Así es.
PAULA: "Perdona Carlitos, no me había dado cuenta, aunque te hubiera venido bien relajarte un poco. Ya sabes que mi corazón es tuyo.
Diciendo eso, cogía la mano de su marido y la metía por dentro del camisón. Carlos estuvo tentado de amasar esa teta, sonrío y le dijo.
CARLOS: "Lo sé, cariño, por eso sé que me vas a dejar terminar este libro sin distraerme."
Y ambos sonrieron y durmieron plácidamente.
Los siguientes días transcurrieron para Paula con cierta normalidad, y mucho trabajo organizando la casa. Carlos no le comentó demasiado sobre el nuevo colegio, ella no le quiso preguntar porque le noto un poco preocupado…Eso sí, Paula volvió a coincidir con Brigitte varias veces, se empezaban a hacer buenas amigas…y finalmente le anunció que harían la fiesta de bienvenida el próximo Sábado. Sería el momento de conocer a muchos de los vecinos.
Sería el momento de conocer a muchos de los vecinos....
Después de comer, ese sábado, Paula se sentía feliz, radiante. Volvería a acudir a una fiesta, suponía que sería un poco diferente a las que organizaba su padre, pero una fiesta al fin y al cabo! Todo lo contario le ocurría a Carlos, pero entendía que debía acudir, porque se realizaba en su honor. Y también valoraba que su mujer hubiera dejado Madrid para irse a vivir a Marbella, lejos de su entorno, por él. Sabía que era una prueba de amor, un amor incondicional.
Paula salió de la ducha, se miró al espejo, desnuda. Se sentía guapa y feliz. Decidió ponerse ropa interior negra, y un vestido negro también de tiras, como en su última fiesta, pero mas escotado y corto. Sabía que el color negro, como su pelo, le daban un aire más interesante y sensual. No era una mujer que buscaba provocar a los hombres, pero ciertamente, le gustaba en el fondo, sentirse atractiva, y porqué no decirlo, la más atractiva allá donde fuera.
Cuando salió del baño, se encontró para su sorpresa, con Carlos probándose distintas americanas, y más raro aún, con gafas nuevas.
PAULA: "Pero chico, si casi no te reconozco con esas gafas de marca. Qué te ha pasado, si pareces todo un don juan. Ay, mi carlitos, gracias porque sé que todo lo haces por mí. Eres un cielo.
CARLOS: "Las gafas estaban en promoción, al lado del colegio, y como las otras tenían una pequeña rotura…..
PAULA: "Carlos, no tienes porqué justificarte. Son unas gafas que te quedan genial. Estás muy guapo y te quiero. Y me gusta que seas un poco presumido de vez en cuando.
Se acercó y le dio un cálido beso en la boca…..Paula abrió los ojos, le miró con cara de sorpresa….y le preguntó:
PAULA: "Y ese olor?, te has comprado también una nueva colonia? Cual es?
CARLOS: "Ni idea, está ahí en el armario.
Paula se acercó, vio la marca, una marca cara, y frunció el ceño. Se giró, miró a su marido y le dijo: “Me gusta mucho esta colonia, aunque me gusta más la que me dices que te compre en Mercadona”. Y le sonrió un poco forzadamente. Se volvió a meter en el baño a maquillarse.
Media hora más tarde, se dirigían de la mano a casa de Brigitte. Llegaban con mucho tiempo de antelación, querían ayudar con los preparativos. El resto de vecinos eran esperados una hora más tarde.
BRIGITTE: "Pasad, qué guapa estás cochina, voy a dejar de ser la estrella de la urbanización por tu culpa! "Y se dieron un fuerte abrazo.
BRIGITTE: "Carlos, te noto cambiado, con un aire muy interesante. Vigílame, Paula, que igual esta noche te robo a tu marido! Y volvieron a reírse, está vez los tres.
BRIGITTE: “Ya os aviso que todo está organizado, así que no hay nada que podáis hacer. Bueno, sí, abridme estas botellas de buen vino que me habéis traído. Cómo se nota que tenéis buen gusto”.
Desde el salón, se oyó la voz ronca de Peter: “Carlitos, my friend, ven a tomar algo con nosotros”. Entraron en el salón y allí estaba Peter con un grupo de amigos, jugando a los dardos, y alguien que parecía inglés, delante de la diana, esquivando los tiros. Todo ello bajo una inmensa humareda. El olor a porro inundaba la casa.
"Nosotros los guiris no toreamos, pero también tenemos valor. Mira, a mí me han dado una cornada también. Y enseño una pequeña herida cerca del ojo producida por un dardo.," dijo el inglés.
“Este es Kevin”, dijo Peter.
PETER: "Y no, Kevin, nosotros no queremos cuernos, mejor dardos. Y le guiñó un ojo a su mujer.”
Paula y Brigitte se miraron y sonrieron. Brigitte ya le había contado a Paula que eran un matrimonio liberal, muy liberal y entre ellos los cuernos no eran considerados como tal. Eso no le impactó en demasía a Paula, ni siquiera cuando le contó algún detalle especialmente morboso de sus aventuras extramatrimoniales.
Carlos se acercó a Peter y éste le dio un fuerte abrazo. Le ofreció su porro y Carlos empezó a fumarlo con inusitada normalidad.
CARLOS: "Peter, esta hierba la cultivas tú, verdad?"
PETER: "Cuanto más te conozco, más me sorprendes Carlos” dijo el holandés de forma seria.
Paula, que estaba apenas a unos metros, se dio cuenta primero que Peter ya no le había llamado Carlitos a su marido, pero sobre todo, le sorprendió todo lo que vio en su marido. Estaba fumando un porro con total naturalidad, parecía entender de donde procedía la hierba, volvió a fruncir el ceño y se acercó a Peter.
PAULA: Y a mi no me lo vas a ofrecer?
PETER: Claro que sí, Paulita, toma.
Paula no quiso parecer una primeriza, había fumado algún porrillo en su juventud, le entraron ganas de toser, pero se hizo fuerte e inhalo el humo.
CARLOS: "Descansa un poco Paula, que esta hierba es muy fuerte."
Herida en su orgullo, volvió a dar un par de caladas antes de devolvérselo a Peter.
Brigitte la tomó del brazo y se la llevó a la cocina. Venga, ven, ayúdame con los canapés, y así te voy contando cosas de los vecinos que van a venir luego.
Mientras trabajaban y bebían un poco de vino, Brigitte le fue detallando algunos de los vecinos que vendrían:
BRIGITTE: "Como supondrás, en todas las urbanizaciones de cierto lujo, existen una fauna de propietarios de lo más variopinta. En ésta, creo que seríamos campeones del mundo, pero todos nos respetamos y la convivencia es buena. Principalmente porque no juzgamos lo que vemos y hacen los demás. Te voy a contar cositas de algunos de ellos, porque creo que es bueno que estés enterada."
Paula abrió los ojos, y escuchó atenta a su amiga:
PAULA: "El primero que llegará, seguro, será Dimitri. Te dirá que es un empresario hostelero, pero es el dueño de dos burdeles en la zona de Puerto Banús. Vendrá acompañado de varias mujeres, piensa que así nos impresiona al resto.
También vendrán los Sres Campaña, unos ancianitos encantadores, que tienen mucho dinero gracias a su empresa de jamones y sus tiendas de distribución. Son de Salamanca, e igual les verás luego muy efusivos y amables. Eso es que Peter les prepara un cocktail que les encanta….
PAULA: "Pero un cocktail de qué….no me dirás que….
BRIGITTE: "No te preocupes, Peter aunque ya no ejerce, fue médico, un buen médico por cierto, y sabe que nada de lo que les prepara les puede hacer ningún mal. Al contrario. Les hace muy felices y nos queremos mucho. También vendrán los Goicolechea o como se pronuncie. “Goichoechea, hija, se dice Goicoechea," le corrigió Paula.
BRIGITTE: "Pues como se diga, el es un industrial vasco, viven aquí ya todo el año, porque su hijo, de unos 19 años, quiere ser cocinero y ha venido a estudiar aquí. El chaval no vendrá pero es guapetón, y está más salido que el Sr. Montero.
PAULA: EL Sr. Montero?
BRIGITTE: Sí, sí, te lo he dejado para el final. Es el vecino más siniestro de la urbanización, es un constructor de la zona, y no te asustes cuando veas cómo te mira. Da hasta miedo, porque sientes que te está comiendo viva, te hace sentirte como un trozo de carne. Es muy amigo de Dimitri, seguro que se acabará llevando a su casa a alguna de las putas que traiga su amigo ruso. Y del resto, pues algún alemán, Nathalie, una francesa soltera cuyo padre vive en Suiza. Es muy amable y siempre dispuesta a ayudarte…., pero hoy ella no vendrá, perdona. Me ha avisado que no viene, que tiene una cita importante con una amiga." Y ambas rieron porque habían entendido ese último mensaje.
BRIGITTE: Ah y luego el notario y su mujer. Ramon Castro es guapísimo, ya lo verás, pero siempre pensando en su trabajo. Y Silvia, su mujer, también muy guapa….No, no más que tú, que ya veo qué cara estás poniendo"….Y de nuevo rieron….
Y si quieres un cotilleo, que sepas que Jorge, el de seguridad trata de tirarse a Silvia. Y aunque yo creo que no ha pasado nada, a ella no le importa que le alegren el oído. Y supongo que no tardará en intentar algo contigo. Permíteme un consejo. No sé nada de vuestra vida privada, pero aquí, dentro de la urbanización, nada de nada! Hazme caso, le dijo seriamente." Y Paula frunció el ceño….
"Ah, y del personal de la urbanización, está José, el jardinero, de ése ya te hablaré otro día, que ahora está de vacaciones.
Y así fue pasando el tiempo, cuando dando las ocho en punto, sonó el timbre….
BRIGITTE: "Ya abro yo, será Dimitri….
Brigitte acudió a abrir la puerta…..
“Bienvenidos, pasad por favor!” y enseguida aparecieron tres rubias con unos vestidos muy ceñidos y dejando ver profundos escotes. Finalmente, emergió la figura de Dimitri, un hombre no muy alto, con una ligera barba y serio, muy serio.
Peter, que seguía, sentado en el sofa, jugando con sus amigos, enseguida llamó a sus invitadas: “Chicas, venid aquí….Nadia, Irina, Olga cada día estáis más guapas! Y ellas rieron y se juntaron con el resto del grupo.
Mientras tanto, Brigitte dirigió a Dimitri hacia la cocina, donde estaban Carlos y Paula.
DIMITRI: ”Señores Fernandes, encantado de conocerles.” Dijo con un ligero acento ruso…
Y fue dando la mano a los dos, un saludo con un rigor casi militar. Paula además de sentir de su mano callosa y fuerte, pudo percibir un extraño dibujo en su mano.
DIMITRI:” Permítanme ofrecerles unos obsequios de mi tierra” y sacó de una bolsa unas latas de caviar y dos botellas de vodka ruso.
BRIGITTE: “Dimitri, pero si siempre haces lo mismo, dices que regalas las botellas y nos las acabamos bebiendo durante la fiesta”
Dimitri clavó una mirada helada sobre la holandesa, que enseguida quiso disimular con una sonrisa añadiendo: “Como ven, Brigitte tiene un gran sentido del humor, muy habitual en las mujeres occidentales”.
Tras unos segundos tensos, que parecieron eternos, Brigitte decidió llevar al ruso con el resto de amigos de Peter.
Y así fueron llegando uno a uno, casi todos los invitados. Hechas las presentaciones de rigor, y en medio de un ambiente muy cordial y distendido, Brigitte invitó a todos a que la siguieran. Subió las escaleras y abriendo una puerta corredera de cristal, les dijo: “Espero que os guste”.
Los invitados pudieron acceder a la parte de arriba del piso, una terraza equivalente a la superficie de todo el piso de abajo, al aire libre, donde no faltaba de nada. Por un lado, un jacuzzi, en el centro, dos camareros, detrás de una barra, cortaban jamón y preparaban bebidas. Y en la parte derecha, lo que parecía una pista de baile, con unos dispositivos luminosos y un moderno aparato de música.
BRIGITTE: “Quiero agradecer a los Señores Campaña, que nos hayan suministrado el jamón, y el personal que lo corta”.
Y todos aplaudieron a la pareja de viejitos, que sonreían orgullosos.
Paula fue a abrazarse con Brigitte y le dijo:
PAULA: “Y yo que pensaba que con los canapés que hemos tomado abajo ya era suficiente”. Eres un encanto, Brigitte, muchas gracias. Y por cierto, añadió: Todos los vecinos son encantadores, no sé porqué me has asustado antes diciendo que eran raros.
BRIGITTE: "Bueno, ya los irás conociendo, y sobre todo, falta alguien. Aún no ha llegado el Sr. Montero.
El vino, las bebidas, y el jamón, y otras “cosas” se consumían en abundancia. Brigitte les avisaba: “Esta vez no acabéis en el jacuzzi!”. Las amigas de Dimitri, bailaban estupendamente, el inglés con la herida cerca de su ojo, babeaba al juntarse con ellas…. El ambiente era de auténtica fiesta.
Se oyó el timbre y Brigitte bajó corriendo. Ahora sí, todos los invitados habían llegado....