El sexo me llegó en el servicio militar
Yo pensaba que era heterosexual, pero un compañero de la mili me demostró que no era así.
Yo siempre he sido un chico muy tímido, por lo que a nadie extrañe que con 18 años fuera totalmente virgen, en todos los sentidos.
Lo cierto es que, como muchos otros yo me consideraba hetereosexual, aunque no podía evitar lanzar una mirada cuando un culo o un pene se mostraran ante mi en vestuarios y duchas.
Asi que en esa situación me fuí al servicio militar. Como tantos otros me tocó muy lejos de casa, en una de las Islas. Podría parecer fantastico, un lugar de vacaciones para hacer la mili, pero el problema es que no contaba con mucho dinero, y mis padres tampoco tenían demasiados recursos.
Así que con ese panorama salía pocos fines de semana, y los pocos que lo hacía debía compartir habitación con uno o mas compañeros en alguna pensión u hostal de mala muerte.
Un fin de semana, de los pocos que podía salir, coincidí con un compañero que estaba en la misma situación que yo, así que nos pusimos a buscar y encontramos una pensión bastante barata donde compartiríamos habitación.
Mi compañero venía del medio rural, y no es que eso, hoy en día marque una diferencia con la gente de la ciudad, pero en este caso parecía haber salido de una de esas películas antiguas en las que a los de pueblo se les exageraba en sus actos y su manera de hablar.
El era bajito, pero robusto, brutote en sus actos y de un lenguaje mas bien limitado. Muy moreno, con bastante vello en el cuerpo y un bigote muy poblado. Tenía novia y aunque no hablaba demasiado de ella, nos decía que pensaba casarse en cuanto terminara el servicio militar.
Esa tarde/noche nos bebimos el poco dinero que nos quedaba, por lo que no nos quedó otra que volvernos a la pensión.
Una vez allí, cuando nos disponíamos a desvestirnos, se me puso difícil uno de los nudos de mis zapatillas deportivas. Y debía de estar echando sapos y culebras por la boca, por que mi compañero se ofreció a ayudarme. Sin duda debía pensar que yo estaba mucho mas borracho de lo que realmente estaba.
Le dejé, mas que nada por comprobar si el era capaz de lo que yo no era, de vencer ese maldito nudo. Y me dejó en la miseria, ya que se deshizo de el en un santiamén. ¿A ver si en realidad si que estaba yo tan borracho?.
El debió pensar que si, porque sin preguntar nada continuó ayudandome con la otra zapatilla... la camiseta... los pantalones...
A mi me estaba gustando la situación, no se porqué me estaba dando morbo, así que fingiendo estar muy bebido le dejé hacer. Me dejó en calzoncillos y me ayudó a incorporarme para llevarme a la cama. Pero una vez en pié me dijo:
"Tu lo que necesitas es una ducha"
Fue al baño y abrió la puerta, luego volvió a por mí. Fue entonces cuando directamente, quizás para no perder tiempo, me agarró los calzoncillos y me los bajó hasta los tobillos. Pero claro, yo con la situación estaba calentísimo y tenía una erección tremenda que se mostró en todo su explendor cuando los calzoncillos la liberaron de su celda.
Como ya dije al principio soy tremendamente tímido, aún bebido, y eso me dió una verguenza tremenda. Le dije:
"No voy a ducharme, quiero dormir"
Y rapidamente me tumbé boca abajo en la cama para ocultar mi erección. Y ahí me quedé, inmovil, esperando algun comentario homófobo o alguna broma absurda. Pero no dijo nada, oí como se desvestía, apagó la luz y se metió en la cama.
Pasaron unos minutos, no se cuantos, algo así como un cuarto de hora. Yo seguía sin atreverme a mover, el estaba aún despierto, ya que se movía mucho, le veía a través del espejo del armario con la poca luz de una farola que la cortina dejaba pasar.
Entonces se levantó, yo cerré los ojos haciendome el dormido. De repenté posó su mano sobre mi culo y levemente me movió un poco, supongo que para certificar que estaba dormido. Y yo lo que estaba era aterrorizado, no sé lo que quería y seguí simulando estar dormido.
Fue entonces cuando directamente se subió a la cama y se puso sobre mi, con sus dedos empezó a abrir mis nalgas buscando mi culo, mi corazón estaba latiendo a cien por hora. Noté como situó algo en mi ano, que sin duda era su pene. Entonces no pude mas, estaba asustado de verdad, jamás había tenido ningún tipo de relaciones sexuales y esto me superaba.
Me di la vuelta como pude entre sus piernas y me coloqué boca arriba al tiempo que le dije:
"¿Pero que haces?"
"No te preocupes, es para que se te pase la borrachera"
Me dijo, aún borracho me pareció una respuesta un tanto estúpida. Me le quedé mirando, allí estaba, sobre mí, desnudo con su pene erecto rodeado de una espesa mata de pelo que se extendía por todo su cuerpo. Era la primera vez que veía un pene empalmado (a parte del mío), y no pude evitar fijar mi mirada en su miembro.
"Puedes tocarlo si quieres"
Notó sin duda que me había quedado ensimismado con aquello, y como no reaccionaba me agarró la mano y se la llevó a su pene. Como el reflejo de un recién nacido, mi mano se cerró al contacto de la carne. Entonces sujetando aún mi mano hizo que le masturbara, mientras con la otra mano empezó a acariciar mi pene que se empezó a poner de nuevo erecto.
Tras un rato así, me soltó y avanzó sobre la cama acercando su miembro a mi boca. Yo ya me había lanzado y abrí la boca para que lo hiciera entrar. Cuando lo hizo empezé a chuparsela. Aunque inexperto pareció gustarle ya que empezó a gemir.
Debía estar a punto de correrse, porque la sacó de repente. Entonces me pidió que me diera la vuelta. Aunque sabía que me quería penetrar accedí, ya que yo me había rendido a el totalmente. Me di la vuelta, me puse de rodillas y agaché mi cabeza para que mi culo quedase en pompa.
Yo no sabía que había que hacer, y por lo visto, el tampoco, ya que al igual que antes, abriendo un poco las nalgas apolló su glande contra mi ano y empezó a empujar. Yo intenté ayudar todo lo que pude, y sí, al final su polla entró, a la vez que una punzada de dolor recorrío todo mi cuerpo.
El quejido que solté no pareció o no quiso oirlo y se puso a follarme, primero despacio, pero no tardó en aumentar el ritmo, ya estaba muy caliente de la mamada y afortunadamente para mi se corrió rápido.
Dejó caer su cuerpo sobre el mío y los dos nos desplomamos sobre la cama. Tras unos segundos el se separó y sin mediar mas palabras, me volvió a acariciar el culo y se marchó para su cama.
A la mañana siguiente la resaca y la verguenza por lo ocurrido llenaron la habitación. Cuando nos levantamos nos nos atrevimos ni a mirarnos a la cara. Había un silencio sepulcral que solo se rompió cuando mi compañero advirtió que en mi cama había una mancha de sangre.
"No se que me ha pasado, perdoname, yo no había hecho nunca esto..."
"Yo tampoco", ... balbuceé
"¿Estas bien?", preguntó.
"Si, no te preocupes", mentí.
Recogimos nuestras cosas sin mediar mas palabras y nos fuimos al cuartel. Allí estuvimos bastante tiempo sin hablarnos y evitando coincidir. Yo me encontraba fatal, dandole vueltas a la cabeza, "¿Seré gay?", no me habia gustado nada la experiencia, pero lo cierto es que había participado voluntariamente en ella.
Casi un mes pasó hasta que volvimos a hablar, pero eso es otra historia.