El sexo alivia las penas y las culpas.

Sólo el sexo en familia te puede ayudar a buscar la felicidad

EL SEXO ALIVIA LAS PENAS Y LAS CULPAS

Deseos en familia 7. ( Último capítulo de la serie)

Para leer la serie completa entrar en el perfil de la autora .Son 6 relatos anteriores.

Un nieto. Ginés. :El consuelo de mi prima.

El accidente de mis tíos ha sido terrible y todo ha cambiado en nuestras vidas. Mi tío Sebastián, al ir a adelantar a un camión, chocó con otro coche, el golpe fue enorme, no llevaba el cinturón y se incrustó contra el cristal que quedó hecho añicos. Los médicos han dicho que la muerte fue instantánea. Marina estuvo en el hospital dos días, sólo ha tenido magulladuras. Hemos dejado la Costa para el entierro. Nunca había visto la muerte en mi entorno, así tan de repente, tan trágica.

Han decidido que nos cambiemos de departamento, las tres familias nos hemos mudado a una torre, para estar juntos y poder ayudar a Marina y a Belén. El edificio es de la inmobiliaria de la familia y está para estrenar, vamos a ser los primeros vecinos. Mi madre se ha encargado de amueblar el departamento de ellas, sólo ha llevado aquello que Marina y Belén le han dicho que lleve.

Los pisos donde vivíamos se han puesto en alquiler, el nuestro vacío, el otro prácticamente amueblado. Los abuelos han cerrado su casa y se han venido a un tres ambientes junto a nosotros. Marina y Belén están el piso 16, nosotros en el 15 y los abuelos en el 6. Todos juntos pero independientes.

Belén me ha pedido que le acompañe para buscar unas cosas que ha dejado en su antiguo departamento. Apenas entramos me ruega: “Cógeme, necesito sentir que estoy viva.”

Se desnuda con rapidez, en segundos queda ante mí su cuerpo tostado por el sol, donde contrasta la carne blanca cubierta por el bikini de los pechos enhiestos y la almohadilla  del sexo.

La beso despacio, pegándola a mí, sintiendo su calor a través de mi ropa. Lo hago con mimo, acariciándola, recorriendo su piel con mis manos ardientes.

Ella me quita la remera, y se lanza sobre mi torso desnudo, lo lame, lo muerde, me hace daño cuando sus dientes se calvan en mis pezones, un dolor que se convierte en placer en apenas unos segundos. Está frenética, me suelta el cinto y tira de mis pantalones y calzoncillos para abajo. Mi verga salta enhiesta, se restriega contra ella.

Se separa y se tumba en el suelo, abiertos los muslos, con su concha esperándome. Estoy incómodo con mi ropa en los tobillos, de un golpe me la quito.

“Métemela YA”

La penetro, está un poco seca, pero a medida que voy entrando siento como se va humedeciendo el túnel. Y empiezo a moverme despacio pero llegando hasta su fondo más íntimo. Su respiración se agita cada vez más, y yo acelero las embestidas con fuerza, para que se sienta llena. Levanta las piernas y me rodea con ellas, noto como rápidamente va camino de irse, sigo hasta que su YAAAAA me indica que se ha venido. Nos quedamos abrazados, sus ojos se llenan de lagrimas, las seco con mis labios. Esboza una tímida sonrisa.

- “¡ Qué bien coges! …..Y sigues sin correrte, con la pija bien dura”

Me besa con mimo, se levanta y se pone en cuatro.

- “¡Házmelo como si fuera una perra!”- me pide entregada. Yo nunca lo he hecho así, me arrodillo tras ella, sus nalgas redondas, el valle que las separa, el esfínter, con sus pequeñas estrías y sus labios gruesos que dejan ver el rosa de la gran cueva. Acerco mi cipote y lo apoyo, Belén se mueva hacia atrás hasta que se ensarta en mi verga pétrea, está totalmente empapada. ¡Qué placer!. Me doy cuenta que me estoy sobre excitando, le doy con todo, como una bestia que pierde el control, agarrando sus caderas para poder clavarla más dentro y más fuerte. Me siento como un caballo cubriendo a su yegua. Cuando mi leche sale como un torrente, me desplomo sobre su espalda, caemos al suelo enlazados.

Nos besamos abrazados. Su voz me llega como un susurro incitante: “Cómeme abajo” . Me coloco entre sus muslos, la concha chorrea mi semen, siento una mezcla de curiosidad y excitación cuando me doy cuenta que voy a lamer mi propia semilla. Mi lengua va limpiando el cráter de su sexo, no tengo prisa, no lo he hecho nunca y me apetece comerme una conchita. Apenas oigo el comienzo de sus jadeos, descubro el clítoris, erguida, un pequeño dedito con su puntita sonrosada al aire. Lo chupo, juego con él, con mis labios y mi lengua. Belén empieza a tener pequeños espasmos, yo sigo, sus gemidos se han convertido en gritos. Su agitación es tremenda, me ha agarrado la cabeza para que no suelte mi presa, casi no puedo respirar mientras la como. PLAS, PLAS ,PLAS , son sus últimos movimientos mientras chilla un DIOOOS M I I I I I O, y se queda tranquila , respirando como si hubiera corrido una carrera de mil metros.

Subo a besarla, mi boca llena de nuestros flujos es devorada por sus labios ardientes. Nos quedamos abrazados.

- “Gracias, primo. Me has hecho sentirme viva…….Creo que vos sigues con algo en forma”- su mano que acaricia mi cuerpo ha tomado posesión de  mi polla endurecida.- “Estoy en deuda contigo, me parece que voy a comérmela”

Una madre: Renata. El sexo limpia las culpas.

Me siento culpable, es algo que me hace daño, en medio de la desgracia que se ha abatido sobre nuestra familia, la muerte de mi cuñado, yo disfruto de un amor insospechado y engaño a mi marido.

Antes de subir al piso de Marina, para ayudarla a montar el departamento, he cogido con mi suegro. He sido yo la que he le he buscado, estábamos solos, sabíamos que por poco tiempo, y los dos necesitábamos tenernos. Nos hemos besado como dos locos, le he dicho que se tumbe en el suelo, sin preámbulos le he bajado los pantalones y los calzoncillos, mientras con una mano le masturbaba para que se le acabara de endurecer la verga, con la otra me he quitado la bombacha, y luego me he llenado con su arma enhiesta. Le he cabalgado, gozosa, buscando su placer y el mío, sin prisas pero sin pausas, como una máquina que rítmicamente sigue su marcha, los dos en silencio, concentrados en esas carnes que se rozan. Al notar que Gabriel iba a correrse he acelerado mi ritmo llegando al orgasmo con sus últimas gotas.

Agotados nos hemos separado, me ha dado unos pañuelos de papel para detener el semen que deslizaba por mi concha, me he limpiado y entonces ha sonado mi celular. Era Marina preguntándome si la podía subir a ayudar. Le he besado, me he vuelto a poner la bombachita, y con el sudor del placer sexual en mi cuerpo he ido al departamento de mi cuñada.

Marina ha cambiado, la mujer guapa, alegre, sensual que siempre ha sido, la más hermosa y sexy que he conocido en mi vida está cubierta por un halo gris de tristeza.  A mi mejor amiga, a mi compinche le reconcome algo que no cuenta. Ha estado entera durante todo este tiempo, la hemos ayudado, no ha tenido que ocuparse de nada, pero no ha soltado su angustia. La quiero y sé que necesita hacer esa catarsis que acompaña a un duelo.

Me pide que le ayude a ordenar armarios, lo hacemos en silencio, metidas las dos en nuestros pensamientos, así estamos casi una hora. Su ropa, la cocina, el baño han quedado listos.

-“Te hago una propuesta deshonesta. Parada, ducha, estamos sudadas y una copa. Y si quieres un rato de conversación.”- le propongo con una sonrisa y un abrazo.

- “ De acuerdo, flaquita, creo que lo necesito, sobre todo lo de la copa y la charleta”- Me responde con una leve sonrisa.

Adosado a su dormitorio está el baño principal, dejamos la ropa sobre la cama, hace mucho tiempo que no estamos desnudas una frente a la otra, desde antes de casarnos, cuando éramos unas crías de poco más de 18 años.

No es lo mismo verse en bikini que sin nada.

Sigue siendo la hembra con el cuerpo más voluptuoso que he visto. Con hermosas piernas, vientre plano, pechos grandes, que se mantienen erguidos y un rostro bello, con enormes ojos negros con unas pestañas de anuncio. No es delgada, tiene la carne justa para ser perfecta.

Ella también me estudia, me ha conocido siendo una larguirucha flaca, por eso su elogio es más sincero:

- “Renata, la verdad que estás de cine.”-

-“La  de cines sos vos. Tenés el tipo de la Penélope”-

-“Y vos, mejor que la Charlone”-

Hemos entrado en la ducha, es grande , cabemos cómodas las dos, toma la alcachofa , abre el agua, la deja correr unos segundos, prueba que esté templada y dirige el chorro hacia mi cuerpo.

- “Deja que te bañe y luego me lo haces vos, así no nos mojamos el pelo.”-

El agua me recorre la espalda hasta sacar todo el sudor, sé que me tengo que girar, lo hago. Marina, una diosa desnuda, dirige el chorro contra mis pechos, luego baja por el vientre y llega hasta los pies, repite el recorrido en sentido inverso. Los pezones se me han puesto duros, quiero creer que no es una excitación sexual, sino el placer del agua en mi cuerpo. Los ojos de Marina están fijos en mis senos, como si la respuesta que ha dado mi cuerpo la sobresaltara.

- “Ahora me toca a mí.”- le digo agarrando la ducha- “Sujétate el pelo para que no te lo moje”

Al levantar los manos para hacerlo, los poderosos senos se quedan parados, erguidos, majestuosos.

- “Pareces una Venus, estás de fotografía”- le suelto mientras le mojo los pechos y bajo recorriendo su cuerpo. Como ella repito la operación de abajo arriba. Me demoro en su pubis y me recreo en sus tetas. Al contrario que los míos, sus pezones siguen sin romper en orgullo.

- “Anda , date la vuelta”-

La espalda, las nalgas, los muslos, las pantorrillas es el camino del agua. Sé que necesita relajar la enorme tensión acumulada. Le toco el cuello y la espalda, sus músculos están duros. Doy más fuerza a la ducha, hasta el máximo.

-“ Déjate hacer”-

Convino el chorro que golpea su espalda, con un masaje de mi mano libre. Soy buena en eso, mi marido me pide que le de masajes cuando tiene tensionada la espalda.

Poco a poco se van soltando los nudos que la agarrotan. Ha gemido un poco, cuando he tenido que aplicar la fuerza para aliviarla. Bajo un poco la potencia del chorro y vuelvo a duchar su espalda, es ella la que se gira. Sus pezones están enhiestos, se me había olvidado su tamaño, son casi como mi pulgar.

Su respiración se hace profunda y acompasada mientras el agua recorre su cuerpo.

-“Gracias, Renata , me has dejado nueva.”-

Salimos, nos secamos con las toallas rápidamente y nos ponemos los albornoces. Vamos al salón, preparamos las bebidas: campari con naranja y mucho hielo. Nos sentamos las dos en el sofá, juntas, dispuestas a las confidencias. Fumamos un pucho, nos servimos otro trago y entonces se suelta.

-“Estoy mal, me veo como una hija de puta. El accidente fue peor de lo que imaginas. Yo le estaba haciendo una paja a Sebastián. Había sido un día de sexo fuerte. En Pinamar me había obligado a andar todo el día sin corpiño y en un telo me había cogido por delante y por detrás, además de hacer que se la chupara. En el coche quiso que le masturbara, y creo que quería adelantar al camión para que el conductor nos viera. Lo peor es cuando el choque, me daba igual lo que le hubiera pasado, sólo quería meterle la pija en el pantalón , para que nadie supiera lo que estábamos haciendo.”-

Si me cae una bomba, no me quedo peor. Yo era responsable de aquella locura sexual de su marido. Yo era la que le volvía un macho excitado, yo era la que le hacía pajas, yo era la que se la había mamado, yo era la que le había vuelto un sátiro insaciable, y todo para demostrarme que podía competir y ganar a la belleza de mi amiga del alma. Un mundo de culpas me invade. El nudo que tengo en la garganta me impide hablar y creo morir cuando ella empieza a llorar.

La seco las lagrimas con mis besos. La abrazo fuerte, como si fuera una niña desamparada. Nos quedamos así un largo rato, sintiendo nuestro cariño, nuestra amistad de toda la vida.

No sé como ha sido si lo he buscado yo o ella, pero de pronto nuestros labios se funden en un beso de ternura, que sin darnos cuenta se va cargando de sensualidad.

Mi mano derecha  busca su seno izquierdo, la dejo reposar sintiendo el latido de su corazón y la dureza del pezón. Es ella la que me acaricia el muslo, nos miramos y encontramos en ellos una mezcla de fuego y amistad, algo que nunca hemos hecho, pero que las dos comprendemos que necesitamos.

Muy despacio las manos recorren las pieles desnudas descubriéndonos un deseo que debíamos tener adormecido en nuestras mentes.

Suena la puerta al abrirse, nos recomponemos, no sabemos quién puede ser.

- “Chicas, ¿ qué hacen?. ….Las acompaño con otra copa”- Es mi marido, que recorre con la mirada a su hermana y a su mujer, apenas cubiertas por los albornoces.

Y me surge la idea, y me doy cuenta de cuál es la solución a mis culpas y las penas de mi cuñada , y sé lo que debo hacer , son apenas unos segundos, cuando como un rayo mi mente se llena de luz.

Abro la bata de Marina, los pechos con sus enormes pezones enhiestos quedan al descubierto, la sujeto sus manos sobre la cabeza .

- “Genaro, coge a Marina, hazle el amor , lo necesita”-

-“Pero…estás loca”- susurra mi amiga. Le tapo la boca con una mano sin dejar de sujetarla. Se niega pero no se resiste.

- “Te lo pido por favor, hazle el amor. Si me quieres muestra a Marina el inmenso placer que puedes dar. ….Que se sienta la que es una mujer y una diosa.”

-“Es mi hermana…”-

-“Te he dicho que es una diosa y en el Olimpo lo que cuenta es la belleza y el placer. Te lo suplico”-

Genaro me mira, se da cuenta que no tiene más remedio que obedecer mis deseos, y se desnuda.

Me doy cuenta que es lo más hermoso que hay en el mundo de los hombres, tiene la verga a medio levantar, gorda, grande, apenas se la toca, se le pone dura, majestuosa.

Toma los tobillos de Marina , los levanta y le abre las piernas. Mi amiga recostada en el sillón y en mi cuerpo, me muerde la mano que le tapa la boca, quiere decir que no pero su cuerpo está mostrando el sí.

Mi marido la penetra como sabe hacer, haciendo que sientas como te va llenando el duro músculo viril. Se queda parado dentro de ella y luego comienza a poseerla con toda la dulzura que es capaz y sé por propia experiencia que es infinita.

Marina ha dejado de morderme, me chupetea la mano, cuando esta deja de presionarla, me musita entre suspiros.

- “Renata, bésame y acaríciame.”-

La historia de  la familia Pérez Linares siguió su derrotero, el sexo y el engaño les hacía felices.

-Ginés siguió cogiendo con su prima y su tía, lo que aprendía con la madre, lo practicaba con la hija.

- Belén descubrió las maravillas del sexo con su primo, pero en lo más profundo de su corazón sabía que debía intentar hacer el amor con su tío Genaro.

- Genaro era un hombre feliz, entre su mujer y su hermana, a la que había deseado de adolescente, se encontraba pleno a nivel sexual y emocional.

- Marina no echaba de menos a su difunto marido. Con  su hermano, su sobrino y su cuñada tenía todos los roles y placeres posibles en ese mundo complejo que es el sexo.

- Renata descubrió que el mundo es un lugar para el goce. Estar enamorada de dos hombres, su marido y su suegro, junto al descubrimiento de su bisexualidad la tenía en una nirvana perpetua.

- Gabriel en el tranco final de su vida había encontrado el amor, como un jovencito hacía el amor con su nuera. Con su mujer, había bajado el ritmo de la relación pero los juegos sexuales se hacían cada vez más perversos.

- Susana, pensó  que su marido había perdido capacidad sexual, lo hacía menos que antes. Se compensaba con las fantasías que se montaban, en las que intentaba que él no se sintiera mal por los problemas de la edad. Claro que ella no tenía ninguno, en su vida había pensado que iba a ser a esu edad una mesalina. Juan, el exnovio de su nieta había venido a estudiar a Buenos Aires y se dedicaba a follarla como una bestia en celo. Lo extraordinario es que le rogara que se convirtiera en la madrina sexual de sus dos compañeros de departamento. Y allí estaba ella, con sus 60 recién cumplidos con tres amantes que no llegaban a los 20.

En fin, que vivieron felices, no comieron perdices porque no les gustaban, pero sí le dieron al asado en buena paz y armoniosa compañía.