El sexo

El sexo... interiorización y descubrimiento.

El sexo

Preliminares

Sutil era mi sonrisa cuando niño,

saltaba en un pie y corría por la vereda,

mi mirada cantaba al alba,

y todo era gracioso

sobretodo con una mariposa posada en mi nariz,

el sexo sólo regia en cuestiones educativas,

cosas de chicos y grandes,

cosas de futuros hombres...

Y conforme fui creciendo,

las neuronas fueron colapsando de a pocos,

los valores contra el deseo,

la alegría con el gruñón gesto,

mi yo más íntimo y mi género,

todo desatado contra el represivo orden del mundo,

dolía ser algo y sentirse fuera de contexto,

aún así sonreía con sutileza a pesar de mi sangrante nariz.

Actividad

Crecí odiando el significado de los signos,

los latidos confusos y ecuménicamente condenados,

crecí leyendo algo para no olvidar lo que suponía bueno,

crecí temeroso, huidizo y tímido,

crecí sin saberme poesía, mística o erotismo blasfemo;

simplemente crecí,

sin dicha, sin fe, sin mi,

simplemente crecí...

Pero llegado los trece solté mi llanto más amargo,

empuñe el valor de mis entrañas, todo la fuerza en mi boca,

y di mi primer beso acalorado, el de un hombre excitado...

lo besé y el sexo completo su significado,

ahora era el epicentro de mis mañanas y mi cama,

la vertiente misma de mis anhelos,

aberrante el todo, sólo importó la liberación del deseo, de los impulsos,

y así lo hice lo vive, lo saboree, supe que ese era yo.

Resolución

Alcance el clímax primario,

el que intoxica con un te amo...

saliendo muy ajustado entre los labios y los gemidos,

allí es donde el sexo se corono como mi guía,

allí fue que el sexo formo lo más bello del día,

allí con quién amo rozándome todo,

con su mirada descargando toda la ternura de su alma,

y con sus manos santificándome en rima.

El sexo, el género, el todo represivo del mundo,

me tumbo, me rompió en mil pedazos,

y es recién hoy que completo el rompecabezas,

recién hoy reconstruyo el yo interno,

y logro justificar mi todo con un beso, con un día de alivio,

en el que no importa el sexo como tal, sino el sentimiento,

en donde la pasión es sólo un gesto mínimo ante el verdadero cariño,

en donde estamos tú y yo, mimetizándonos y somos benditos.