El sesentón me inició 3

Continúa la historia con aquel sesentón que me enseño el sexo siendo yo joven (podría estar en sexo gay, pero… que lo piense cada uno, al final es con un maduro) Es importante leer las dos anteriores para seguir la historia.

Y seguía pasando el verano, iba casi cada día a ver a mi secreto maduro. Y cada día tenía ganas de estar un rato con él y cada día me iba de nuevo a casa con ganas de seguir teniendo sexo con él.

Desde que me regaló aquella braguita con abertura central y algo de encaje, tenía unas ganas tremendas de estrenarlas y, cómo no, de estrenar la cama que me había preparado con esmero en el piso de arriba de su chalet. Estaba impaciente porque llegara el día en que pudiese quedarme a dormir, a pasar todo un día y una noche con él. Me iba imaginando como sería, todo el día follando, teniendo sexo, me ponía calentísimo sólo imaginarlo. Aunque luego igual no iba a ser así, pero… así lo soñaba.

Pero no encontraba el día, se acababa el verano y entonces sólo iría los fines de semana a la caseta y no todos, pues mis padres había algunos que no podían ir, así que ya no podría verlo casi cada día, ya no podría disfrutar de él ni de su enorme polla, de la que creo que me había enamorado.

Y al final tuve suerte, a principios de septiembre son las fiestas de mi ciudad y mis padres dijeron de ir ese fin de semana a pasarlas en casa, yo les iba diciendo continuamente que prefería quedarme, pero claro mi madre no quería dejarme sólo, a mis dieciséis años no se fiaba de que me quedase sólo. Yo le decía que el domingo a la hora de comer que volvieran, que yo me quedaría y me iría en bici y por la noche lo cerraría todo bien y no saldría. Me costó pero finalmente mi madre se convenció, animada eso sí, por mi padre, que veía que les tocaría quedarse conmigo y no tenía ganas, él quería ir a las fiestas.

Esa tarde fui a avisar a mi vecino secreto, se sorprendió que me dejasen sólo, pero lo agradeció y se alegró mucho. Iba a poder pasar una noche con él, una noche en su casa, para hacer de todo. Esa tarde le hice una mamada tremenda para celebrarlo, él me masturbó con ímpetu, y es que al volver a casa me dolía un poco.

Llegó el sábado por la mañana y mis padres se marcharon, yo al poco rato me fui directo a su chalet. Cuando llegué me dijo que si quería que fuésemos a una fuente que había cerca, yo me paré un poco, por si alguien nos veía, pero él me tranquilizó, si nos veía alguien pues vivíamos en esa zona y nos habíamos encontrado de casualidad yendo al mismo lugar, por supuesto le dije que sí.

Íbamos por el camino principal hablando de cómo había conseguido convencer a mis padres y nos desviamos por una estrecha senda hasta llegar a la fuente. Ahora en verano sacaba un hilillo de agua por una teja, al lado había un banco de piedra donde poder sentarse. Al llegar allí fuimos los dos, a sentarnos, seguíamos hablando y él me acariciaba el muslo, a mi me daba cierto reparo, por si venía alguien, peo no dije nada.

Después me fui a beber, me tuve que poner de rodillas y agacharme para conseguir llegar hasta la poco agua que caía, el se levantó, lo vi a mi lado de pie, seguramente esperando a que yo acabara para beber él, pero  al incorporarme un poco y estando aún de rodillas él se acercó más y cuando levanté la cabeza, vi que se había sacado el pene, lo tenía fuera del pantalón, colgando medio morcillón.

-¿Te apetece un poquito?- me dijo con voz delicada.

-¿Aquí?-le dije yo

-Claro!!, ¿que que pasa?

-No, nada por si viene alguien y nos ve.

-¿Eso te preocupa? Si antes nos veíamos en el rincón secreto, que está más cerca del                 camino principal y pasa mucha más gente por allí. De hecho allí te pillé yo. Pero luego nunca nos vieron. Así que no creo que aquí nos vea nadie, esto está bastante más apartado.

-Buenooo… sí claro, viéndolo así tienes razón, allí abajo era más peligroso, lo que pasa               que  ahora acostumbrado a estar en tu casa tranquilo….

-No te preocupes que si viene alguien lo oiremos, seguro!!- decía esto mientras se meneaba la polla, como para llamar aún más mi atención. Y sí lo hizo, sí, pues él sabía que al final no podía resistirme a metérmela en la boca.

Me acerqué a él, le bajé un poco más los pantalones y le cogí la polla con la mano derecha, sólo olerla me producía un deseo irrefrenable de chuparla, saqué mi lengua la acerqué a su punta, estiré bien la piel hacia abajo con la mano, le saqué el glande y la apoyé sobre mi lengua y mi labio inferior, manteniendo bien abierta la boca. Mientras miraba hacia arriba, miraba la cara de alegría y morbo que le daba estar en aquel lugar mientras yo se la iba a chupar. Él me miraba como iba haciendo cada movimiento lento hasta su polla. Empecé a estirar mi lengua, a juguetear con su frenillo con la punta, iba sacando saliva para lubricar esta parte tan sensible, luego me adelanté un poco, fui cerrando la boca, atrapando entre mis mojados labios su rosado glande, me metí sólo esta pequeña parte de su pollón, iba notando como se iba endureciendo, empecé a chupar tan sólo su punta y sentía como iba palpitando y llenando de sangre todas las venas para coger consistencia y dureza. Le llenaba la punta de saliva y me la iba metiendo y sacando apretando lo justo con los labios.

Esa polla que tanto me gustaba se había puesto durísima, la apretaba con mi mano derecha, para empezar a meterme con cada chupada un poco más de su largo tronco, desde luego que toda yo no era capaz de meterme en la boca, pero ya poco faltaba para conseguirlo. En esos instantes podía haber venido alguien y vernos, porque yo estaba ya tan excitado haciéndole aquello, que estaba en el punto en el que no atendía a nada más que a hacerle una maravillosa mamada y a disfrutar haciéndosela. Estaba en el punto que perdía el control de donde estaba y nada me importaba. Le miraba y su cara de felicidad y placer me guiaba a seguir con el ritmo pausado, incrementándolo pero de forma lenta. Me gustaba tener su polla en la boca así que cuanto más durara más disfrutaba yo también. Chupándosela de forma lenta sabía que él aguantaría más rato hasta correrse. Me la iba metiendo todo lo que podía llenándola de saliva y dejándola resbalar por mis labios. No sé cuanto rato había pasado, pero llevaría bastante porque me dolían las rodillas, así que aumenté el ritmo y le pajeaba a la vez que se la chupaba y como siempre, cuando estaba a punto de llegar se ponía más rígido, aguantó la respiración y en un instante se corrió, se corrió en mi boca, llenándomela del sabroso manjar que salía de su polla para agradecerme la mamada. Me gustaba jugar con él en la boca mientras me miraba, hasta que finalmente me lo tragaba. Luego me levanté, él llevó dos dedos a mi mejilla y recogió unas gotas de semen y me las puso en los labios, yo se los lamí para recoger lo que me ofrecía. Me dio un beso.

De aquí volvimos hacia casa, tras la senda y ya en el camino más ancho se puso a mi lado, llevó su mano a mi espalda, la fue bajando hasta meterla por dentro de mis pantalones y me iba  acariciando el culo. La verdad es que muy cómodo andando no iba, pero no le iba a decir nada, me encantaba esos afectos sexuales, esas caricias, así que yo sacaba un poco el culo hacia afuera para que llegase bien, incluso hasta mi agujerito. Por incómodo que fuera, lo recibido lo valía.

Llegamos a su chalet y tras pasar la puerta nos desnudamos completamente. Esto era una de las cosas más gratas de estar en esta casa, siempre íbamos desnudos, era una sensación de liberación total, de libertad en los movimientos, libertad en los miembros, además de que me encantaba verle la polla aún cuando estaba bien encogida, así como sus enormes huevos colgantes. Mmmmm que gusto.

Me dijo que me duchase y me depilase todo el cuerpo, completamente, así que me fui al baño, me puse agua tibia y en la enorme bañera me metí, estuve un rato hasta que vino él, me dio espuma de afeitar y una maquinilla. Empecé por las piernas, me repasé la polla y los huevos, los sobacos y la barriga,  la espalda y el culo le pedí que me lo hiciese él, que yo no llegaba. En el culo se esmeró y repasó mucho. Eso me excitaba, era como si me estuviese preparando a conciencia, como si estuviese preparándome para mi primera vez, aunque a estas alturas ya me la había metido bastantes veces. Me limpió bien el culo, el ano, para que no quedase ningún pelillo ni cortado ni sin cortar. Cada caricia que me daba me calentaba. Después se marchó dándome un besito y dijo que ya estaba bien depilado. Yo me quedé un rato en el agua, estaba muy a gusto.

Después estuvimos tomando algo en el jardín y hablando, de cosas banales y, cómo no, de sexo, de nosotros, de nuestras relaciones, de nuestro sexo.

-Bueno y tú, ¿qué piensas?

-Yoooo, pues que para mí es todo una novedad, pero una novedad tan excitante que me haces falta cada día. No sé, te deseo, deseo estar contigo, tener sexo contigo, disfrutar contigo. Obtener y darte placer me hace feliz.

-Y a mí. Haberte encontrado y pasar estos momentos contigo son un nuevo mundo para mí, una oportunidad de mantener viva mi sexualidad. De seguir disfrutando, y esto te lo digo muy en serio, como nunca he disfrutado del sexo. Porque estás siempre tan caliente que me excitas a mi sólo de verte. Y ya sabes que tu culito me vuelve loco.

-Ahaaay!!! Y la suerte que tengo, porque me haces perder la noción de donde estoy, me excitas y calientas tanto, cuando me la metes me das un placer tan extraño cada vez, me gusta tanto.

-¿Extraño? ¿Cómo extraño?

-Extraño, no. Es que no sé cómo explicarlo es…como, como… como nuevo cada vez que me la metes por el culo. Es como si no hubiese experimentado esa sensación antes,            como si mi culo no supiese que es y me recorre siempre un cosquilleo y un escalofrío            nuevo, que me da un placer nuevo con cada enculada. Es que es…, es una pasada,                 buuufff. Es que es muy raro, pero me encanta.

  • Por eso siempre estás tan caliente. Claro, ahora lo entiendo.

-¿Porqué? ¿Por qué es una sensación como nueva cada vez?

-Claro, por eso te gusta tanto. Bueno por eso y porque el sexo es puro placer, no busques otra cosa que no la hay.

Así estuvimos un rato, luego él dijo si le ayudaba a limpiar y adecentar u n poco el jardín, yo le dije que sí, naturalmente, así que empezamos a cortar y quitar las hojas muertas, a cavar un poco alrededor de las plantas y en eso estaba yo cuando arrodillado hacia un rosal noté como se puso detrás de mí y pasando su mano por entre mis piernas empezó a acariciarme los huevos y mi polla, yo paré enseguida lo que estaba haciendo y miraba hacia abajo, viendo parecer su mano acariciándome el miembro, me cogía los huevos y a la vez con el dedo gordo me acariciaba el ano, poco a poco me la puso dura y empezó a masturbarme. Luego se puso detrás de mí, arrodillado también y pegado, notaba su aliento en mi cuello, su polla rozando mis nalgas, pasó su mano derecha por mi barriga y fue bajando hasta llegar a mi polla, la cogió y estiró la piel hacia atrás, con dos dedos acariciaba suavemente mi glande y de nuevo la cogió por el tronco y empezó a masturbarme, se apretó más a mí, su polla la notaba bien pegada a mi culo y me besaba el cuello, yo suspiraba ya de placer. De pronto paró y me dijo que me levantase, me giró y él se quedó arrodillado, a la altura de su boca estaba mi polla erecta, sin pensarlo me la cogió con una mano y la llevó a sus labios, con una lentitud que me desesperaba se la fue metiendo, apretándola entre sus húmedos labios, yo empecé a gemir, pues el placer que me daba sentir como resbalaba entre sus labios y se apoyaba en su lengua, como disfrutaba al notar que se la metía en la boca, al notar esa mamada, me hacía suspirar fuerte y me salían unos gemidos, que si hubiese alguien en el camino que llegaba a la casa, los oiría seguro.

Yo miraba hacia abajo y no podía creerme esa excitante imagen que veía, yo tan joven de pie y ese maduro con el pelo blanco, sesentón con algo de barriguita, metiéndose mi polla en la boca. Sólo esa imagen ya me excitaba y sentir como me la chupaba me deshacía en placer. M e la chupaba tan bien, con tanta delicadeza y tanto gusto, que verlo me hacía perder el sentido. Siguió y siguió metiéndose y sacándose la polla de la boca, siguió y siguió dándome un placer tremendo y yo mantuve la respiración y me llegó la corrida. Me corrí en su boca mientras él seguía chupando, se la sacó y se apoyó el glande en su labio inferior, y ver como de la punta de mi polla continuaba manando semen y cayéndole a su boca, me hizo que me temblasen las piernas de gusto. Se la sacó del todo, me miró y me enseñó el semen que le quedaba sobre la lengua, yo me arrodillé y fui a buscar su boca con la mía, a besarle y entrelazar nuestras lenguas con el semen que quedaba, le lamia la boca, los labios para recoger ese líquido que mi polla le había descargado. Le morreé y sentí el sabor de mi semen sobre su boca, le recorría todos los huecos con mi lengua. Me había encantado.

Continuamos arreglando el jardín hasta dejarlo perfecto, después de descansar fuimos a la cocina a preparar la cena, bueno en realidad la preparó él porque yo eso de cocinar…. Nada. Hizo una tortilla con champiñones y pechugas de pavo con una salsa de queso, me estuvieron buenísimas, para beber puso un vino tinto, y la verdad es que yo no estoy acostumbrado y a la segunda copa me notaba algo raro, así que empecé a beber agua, no quería emborracharme y pasar la noche durmiendo. ¡Con las pocas oportunidades que iba a tener de pasar una noche con él!

Después de cenar fuimos a ver la tele, él se sentó en el sofá yo también per al poco me recosté apoyando mi cabeza entre sus piernas, justo encima de su flácida, pero apetecible, polla, me llegaba un olor exquisito para mí. Él me acariciaba el costado y la espalda y a veces estiraba la mano para llegar a mi culo, así que encogí las piernas para que llegase cuando quisiese. Que relajados y a gusto estábamos.

Después de un rato dijo:

-Que vamos para arriba.

-Cuando quieras- le contesté yo.

-Pues ale, vamos para allá.

Yo fui a la planta de arriba a mi “nueva” habitación, que hoy íbamos a estrenar, él fue a su habitación, no le pregunté a que, ya subiría. Llegué y de la cama cogí aquellas bonitas “braguitas” con abertura central que me había regalado, me las puse y vaya pinta, cuando me vea veremos qué le parece. Fui a esperarlo sensualmente a la puerta, sin llegar a salir del todo para que no me viese la lencería. Al poco lo oí subir por las escaleras, al verme desde el pasillo en la puerta dijo:

-Vaya, esto parece un puticlub, como si estuvieses esperando un cliente.

Yo, como nunca había ido a ninguno, no se a que se refería, pero le contesté:

-A un cliente no, a ti, a ti te espero.

Y me fui adentro de la habitación, justo a los pies de la cama. Él al llegar me miró sorprendido y  llevaba el bote de lubricante en una mano:

-Vaya como te queda.

Y es que me cubría bien la polla, pero mis huevos quedaban colgando entre las tiras que dejaban la abertura central, en fin un poco extraña me venía aquella braguita.

-A ver date la vuelta.

Yo me fui girando lentamente, hasta quedarme de espaldas a él, para que me viese el culo, por detrás sí que me quedaba bien. La tela fina semitransparente y con algo de encaje, recogía bien mis nalgas y luego salían dos tiras a cada lado de mi ano, aunque esto no se veía si no abría el culo, se veía simplemente como una sola tira, como un tanga.

-Ahhh, esto es otra cosa, que culo más sexy te hace. Mira que tiene un culo bonito, pero además con esto… es que te hace un culito….

-¿Siii?- dije yo

-Sí, sí, de verdad.

Se acercó a mí, me acarició el culo, yo me giré y empecé a besarlo, el acariciaba mi espalda y bajaba a mi culo, pasando sus manos sobre mis braguitas. Me dijo:

-Tengo muchas ganas de acostarme contigo en esta nueva cama.

-Pues yo….

-Pero no acostarme de tumbarnos, ya sabes, acostarme referido al sexo.

-No, si no te iba a dejar sólo tumbado, no-le dije mientras le sonreía, él también sonrió.

Nos tumbamos en la cama, él boca arriba yo de lado a su derecha. Nos besábamos apasionadamente, estos besos me calentaban, jugábamos con nuestras lenguas. Yo le acariciaba el pecho, los pezoncillos, él me acariciaba la espalda y porque no llegaba al culo. Yo fui bajando mi mano acariciando delicadamente hacia su ombligo, sus ingles y llegué a su polla, la acariciaba y cogía, acariciaba sus huevos, empecé a masturbársela mientras no paraba de besarle. Notaba como se le iba endureciendo en mi mano y yo seguía, subiendo y bajando la piel de ese pene tan hermoso. Le di un buen morreo y le susurré al oído:

-¿Sabes qué…?

-Que…

-Que tengo ya el culo húmedo.

-Siii, ya se está preparando.

-Preparando no. Ya está preparado para que ésta-dije mientras cogía su polla con fuerza y la miré- lo penetre hasta el fondo y completamente.

-Bufff… que caliente….

-Buff… que caliente me pones- dije yo. Y es que sólo de pensar que me la iba a meter por el culo se me ponía un cosquilleo en el estómago que me encendía.

Empecé a besarle en la mejilla, me puse de rodillas y fui bajando besando y lamiendo su pecho, sus pezones, su barriguilla hasta llegar a aquel enorme tronco erecto que tenía entre las piernas y entre éstas me puse, cogí su polla con la mano derecha y me la metí en la boca, sólo la punta, sólo el glande, mientras con la otra mano le acariciaba esos pesados y grandes huevos. Acompasé el ritmo de la chupada a deslizar mi mano por su polla, mientras dejaba caer saliva para que resbalase más. Producía tanta saliva que ya la notaba caer entre los huevos y sus muslos. Chupaba aquella polla como siempre, o incluso de forma más delicada y saboreándola más que nunca. Esta muy caliente y eso me hacía disfrutar de cada una de la chupada que le daba. De vez en cuando le miraba y él tenía las manos bajo su cabeza, mirando al techo, mirándome a mi hacerle la mamada o con los ojos cerrados disfrutando, porque sé que estaba disfrutando muchísimo, de yo tan joven se la chupara de esa manera. A mí aquello me encantaba, me encantaba que a pesar de nuestra enrome diferencia de edad, fuésemos capaces de disfrutar tanto el uno del otro, tanto teniendo sexo.

Sólo haciendo aquello, me excitaba tanto, que empecé a notar que mi polla se endurecía. No se puso erecta del todo, estaba ya a medias, mientras disfrutaba de chupar aquella otra polla.

No podía más. Yo quería que me la metiese por el culo ya, lo deseaba, de hecho lo necesitaba, necesitaba sentir que cada centímetro de aquella  polla iba penetrando en mi interior.  Notaba palpitaciones en mi ano, un cosquilleo que era el que me avisaba de que tenía que ser penetrado ya. Así que pare de chupársela, subí hasta su boca le besé y con voz lastimosa le dije:

-La necesito dentro, necesito que me folles ya, necesito tenerla en mi culo.

-Yo también, yo también necesito metértela ya porque si no con esta mamada me corro-me contestó.

Así que me puse a cuatro patas, apoye bien los brazo sobre el colchón, separé un poco las piernas y me puse en la posición exacta. Ahora ya sabía cómo ponerme, a qué altura, no era la primera vez que me la metía por detrás. Él se levantó se puso detrás de mí y poniendo cada mano en cada nalga las separó y empezó a lamer mi culo, mi ano, pasaba la lengua despacio y luego rápido, notaba como iba dejando saliva en él. Con los dedos gordos separaba las tiras de aquellas braguitas para dejar la abertura central bien despejada. Y seguía chupando. Yo gemía, gemía y gemía. Que gusto. Se puso buen arrodillado detrás de mí, noté la punta de su polla apoyada en mi culo, en mi ano. La tenía ardiendo. Empezó a pasarla por la raja de mi culo, frotándola en mi ano como si fuese su lengua. Tenía el culo mojadísimo y ya vi que no fue a por el lubricante. Me volvió a coger las nalgas con cada mano, las separó un poco, puso la punta de su polla justo en la entrada de mi culo y empecé a notar aquella ligera presión que hacía abrirse a mi culo y que tanto me estremecía de placer. Poco a poco iba presionando más.

No sé si era por lo cachondo y caliente que estaba, pero sentía cada milímetro de aquella enorme polla entrar en mi, entrar en mi culo.

Y continuó penetrándome, penetrando en mi interior con aquella polla que tanto me gustaba, fue metiéndomela con tanta, tanta dulzura, que no paraba de recorrerme un gusanillo por el estómago, un escalofrío contante, al notar en mi sensible ano el paso de aquella magnífica  verga. Él la tenía tan dura, tan hinchada, tan gruesa que era imposible que mi culo resistiese esta invasión, era imposible que pudiese impedirle el paso. Y claro estaba que en ningún momento pretendía impedírselo, todo lo contrario la quería toda dentro, absolutamente toda, hasta que su huevos rozaran mi piel. La quería completamente entera dentro de mí.

Él a un ritmo que me desquiciaba de placer, me la iba metiendo y sacando, me iba follando el culo sin descanso, sin para un segundo. Me acariciaba el culo a la vez y me ponía más caliente aún. Yo miraba por debajo, veía el balanceo de mi polla que seguía el ritmo que él marcaba en la penetración. Veía como se alejaba de mi trasero y se acercaba, notando como me la insertaba. Era un placer tan absoluto, tan maravilloso, tan extraordinario, tan.., tan… que no sé cómo definirlo.

Le dije que parase un momento, que me gustaría probar la postura del jardín cuando  por la tarde empezó a masturbarme. Así que se detuvo, pero sin sacar su polla de dentro de mi culo. Yo me fui incorporando, despacio para que no se saliese, me quedé de rodillas pegado a él. Giré mi cara a buscar la suya, mis labios buscaban los suyos, nos besábamos y aunque no era una postura demasiado cómoda, notaba su polla dentro. De nuevo empezó a moverse, aunque poco porque podía salirse, y me seguía follando mientras nos comíamos la boca. Luego giré mi cara hacia adelante. Él me sujetaba con la mano izquierda por la cadera y con la derecha empezó a acariciarme el pecho y fue bajando hasta mi polla. Me la cogió y me la empezó a pajear. Estaba ya a punto, así que no tardé en tener una erección total, tan excitado me tenía que seme hinchó en segundos. Él me masturbaba mientras me iba follando el culo en una postura un tanto delicada, pero a mí me estaba dando un gusto tremendo. Notar su polla entrándome por detrás y su mano pajeándome a la vez se me hizo irresistible y en poco tiempo me corrí. Fue una corrida brutal, disparando y cayendo el semen en las sábanas. Era un placer tan grande sentir dos placeres a la vez, la enculada y la paja, el placer de la penetración anal y el momento justo del orgasmo en el que me corrí, que tan sólo pude gemir con un grito y luego suspirar de gusto.

Mi polla perdió parte de la erección, él se limpió la mano en mi costado, dejándome el semen en mi piel. Yo de nuevo me fui acomodando a la postura del perrito, poniéndome a cuatro patas para que él pudiese seguir follándome el culo más cómodamente.

Fue un momento raro, un instante, con la corrida había perdido parte de la excitación, a pesar de ello mi polla no acababa de perder la erección totalmente, pero el sentimiento fue extraño. Allí estaba dejándome follar el culo por aquel viejo. Y fue un instante este pensamiento porque enseguida me pasó, pues el placer que sentía en mi ano, el placer anal que su polla me daba era extremadamente grande. Volví a suspirar, a gemir de placer notando como su polla entraba y salía de mí, de mi interior, de mi culo, llenándome de placer indescriptible.

Él apretaba con fuerza, me cogió de las caderas con fuerza, gimoteaba mientras respiraba fuerte y noté como me apretaba con las manos y empezó a un ritmo mucho más fuerte. Notaba entrar y salir su polla muy rápidamente. Era una follada tremenda, rapidísima y me daba un placer  sin igual. Y ahí, de pronto noté su corrida, su primera descarga fue tremenda en mi interior, la segunda también y ya después casi no notaba nada, pero sabía que seguía descargando, seguía corriéndose dentro de mi culo. Yo gemía de placer y el suspiraba al llegar al orgasmo. Unas cuantas veces más me la metió y sacó hasta que noté como salió del todo, arrastrando parte del semen hacia afuera, que note resbalando de mi ano hacia mis huevos. Yo me tumbé como estaba en la cama, sentí el frescor del semen, de mi propio semen que había en las sábanas. El se tumbó a mi lado y como tantas veces, aunque parecía repetitivo, le miré y no podía quitarme la sonrisa de la cara, él estaba igual, con cara de satisfacción. Le besé, le besé con pasión y agradecimiento de nuevo por todo el placer que me daba y por todo lo que me hacía disfrutar.

Nos quedamos un rato tumbados, descansando y recuperando la respiración. Luego él dijo que se iba a la cama, yo con pena asentí, aún me había quedado la esperanza de que se quedase y dormir toda la noche teniéndolo a mi lado, dormirme con mi mano cogiéndole el pene, en fin…

Se levantó y antes de irse se agachó a mi culo, me separó las nalgas y me dio un beso, un besazo en el culo, en el ano, yo sólo dije:

-Mmmmm!!

-Precioso, tienes un culo precio.

Antes de que saliese por la puerta le dije:

-Bueno si te despiertas y te desvelas, ya sabes, aquí estaré dispuesto para lo que quieras.

-Eres insaciable- mientras se reías y se marchaba.

Yo apagué la luz, no me movía, estaba tan a gusto, tumbado pensando en el rato que habíamos pasado, pensando en cómo me había follado, pensando en que… que.. que  polvazo. Así poco a poco me fue venciendo el sueño.

Me desperté y no sabía qué hora era, aunque algo de luz entraba por la ventana, pues la persiana no estaba bajada el todo. Me levanté y aún tenía la braguita puesta, me fui abajo y al baño, después d mear, fui al comedor y allí estaba él, sentado en el sofá viendo la tele, me acerqué diciendo:

-Buenos días.

-Buenos días, ¿cómo has dormido?- dijo él

-De fábula- le contesté-¿Cuanto llevas levantado?

-Un rato- me dijo

Me gustó verlo desnudo, sentado con esa pollita tan pequeña ahora, así que me acerqué, me senté a horcajadas sobre él, le rodeé el cuello con mis brazos y mientras le daba besitos en la boca, le dije de forma cariñosa:

-Y si llevas un rato, ¿porqué no has subido y te hubiese hecho algo, tonto?

-Ya, ya, pero me dejas temblando y necesito reponerme, que me das unas palizas de sexo….

Le seguí besando y le dije:

-Lo de anoche fue espectacular, me alegro tanto de haberte conocido, es tan excitante, me das tanto placer...

-Me alegro, porque yo estoy disfrutando como nunca.

Y le morreé, baje entre sus piernas y besé su polla.

Yo me tenía que marchar, así que desayunamos:

-¿Qué quieres tomar?¿café?-me dijo

-No que no me gusta, leche.

-Es que leche no tengo…¿un zumo?

-Que no tienes leche, si tienes sí y me encanta sacártela y tragármela..

-Hay madre, si ya te digo que me dejas….

-Si un poco de zumo- le dije mientras me reía.

Después subía, hice la cama, me quité la braguita, me hubiese encantado llevármela pero seguro que mi madre me la pillaba, así que la dejé sobre la cama, preparada para la próxima vez. Me vestí y bajé.

Antes de irme le di un morreo, me arrodillé ante él, le besé la polla y como no podía resistirme le di varias chupaditas:

-Esta exquisita, que maravilla.

-Ella exquisita y tú siempre caliente.

Me levanté, antes de irme me dio una palmadita en el culo, me gustó.

-Hasta luego.

-Hasta luego-me contestó.

Fui hasta mi casa, desordené un poco aquello, porque si no parecería que no había estado y esperé a mis padres, recordando cada segundo que había pasado con él. Como me ponía.