El Señor Luis

Mi padre me llevo a una nueva aburrida cena de negocios...

Mi padre me llevo nuevamente a una cena de negocios. Muy a pesar de que estas son muy aburridas para mi. Esta cena fue en un lujoso restaurante de la ciudad, duraron una eternidad conversando sobre sus nuevas colocaciones, especulaciones, mercados y proyectos, tan aburridos que mejor aquí paso la pagina...

El caso interesante fue conocer al Seño

r

José Luis... un hombre de 52 años, alto, de cabello grisáceo, piel canela... un maduro con notoria experiencia. Poco he andado con hombres, por lo que me atrae acostarme con maduros pues su experiencia me éxito y sus enseñanzas hacen divertido el encuentro.

El día después de la cena, me atreví a hurgar en el móvil de papá y halle el numero telefónico de José Luis... con nerviosismo, mentí diciendo que marqué el numero por equivocación, pedí

"Disculpas" de manera muy melosa y mi plan: idiota e improvisado ¡Funcionó! Él comenzó a jugar mi juego y yo al de él. Me invitó a un helado en una fuente de soda cercana al Parque Central de la ciudad y allí fui a mi c

ita.

Llegué a la hora pautada, evitando levantar sospechas, fui con una falta acampanada color azul rey

hasta mis rodillas

y un suéter son sisa color blanco con muy poco escote. (nada sexy ¿no?)

lo complementé con un par

de tacones muy altos de color blanco, y deje mi melena rojiza suelta y rizada

.

Él solo demoró un par de minutos, se excuso culpando al trafico. Lo perdoné, total no había demorado mucho...

Comenzamos una amena conversación... yo de mis estudios, la escuela, la universidad, mis amigas... él: su preparación, su vida... nunca se casó pues se dedicó de lleno a hacerse de su fortuna... hasta que finalmente ¡eureka! llegó la invitación a su casa, con la escusa de estar tranquilos y ¡solos!... vimos que aun era temprano y pues papá no comenzará a llamar pronto preguntando por mi así que aun teníamos mucho tiempo para él hablar y yo admirarlo... imaginar como se vería ese hombre desnudo...

Me llevó a su casa, una gran casa en la zona más exclusiva de la ciudad, en su porche del año, Era una casa de 20 habitaciones, de más de cien años de antigüedad y con decoración sobria, a decir verdad, para una chica de veintiún años ese lugar era un museo

¡

faltaban aburridas guías! esas que te llevan de recorrido explicando cada detalle del lugar.

Sin embargo, si tuve guía para este museo,  y fue nadie menos que ¡El Sr. Luis! me enseñó su sala de juegos, cine, bar, despacho y jardín con enorme piscina, mi mente no dejaba de imaginarme a este hombre desnudo follando a una mujer en algún rincón de esa casa, a lo que inconscientemente, le pregunté por su vida sentimental. ¿Por qué demonios no lo hice antes?

¡me hubiera ahorrado sarta de historias mercantiles!

Melancólico, y sin tabúes, me contó que ciertamente muchas mujeres pasaron por su cama, nunca hubo nada serio y que desde hace mucho, no tenia un buen polvo. Yo me sentí libre de hablar de mi corazoncito y osé en confesar mi nula experiencia sexual y que también desde hace mucho no sabia que era estar con un chico.

T

ras cenar, retiraron los platos y nos dejaron la botella de vino y el refresco,

b

astaron solo un par de copas para que él se sintiera más cómodo y cariñoso conmigo, y mientras contaba como era mi uniforme para jugar voleibol de playa, el por debajo de la mesa acercó su mano a la

rodilla que estaba en alto a causa de mi cruce de piernas, y lentamente fue deslizando su mano por debajo de mi falta y cuando la punta de sus dedos tocaron mi braguita... ¡Bingo! hice la pregunta que tenia en mente desde que lo conocí. "¿Qué tal luce un hombre maduro como tú

sin ropa?" a lo que él respondió: "Si me enseñas como se ven las pecas en tu pecho, te podría mostrar lo que quieres ver." Aunque era algo que ciertamente quería no pude evitar sonrojarme, su voz es muy grave y autoritaria y esa frase me provocó un escalofrió muy notorio.

Evitando su mirada, traté de tomar aire y mire a mi alrededor, pues ¡Que oso tener espectadores! me acomodé en la silla y me senté más erguida y separé la espalda del apoyo y levanté mi suéter y lo saque por encima, quedando mi sostén a la vista, entonces, vi el morbo en sus ojos y con escalofríos desabroche mi sostén y lo saqué de mis pechos, dejándolos

al descubierto,

blancos, no muy pecosos y erguidos por el frio y el éxtasis.

Él sacó, muy despacio, su mano de debajo de mi fald

a y la llevó a su polo, la cual sacó de su cuerpo rápidamente,

¡este hombre tiene el cuerpo mas divino que un maduro podía tener! su piel canela estaba justa en sus brazos tonificados y los v

ellos de su pecho estaban entre negro y blanco como su cabeza. Quería tocarlo, acariciar esa piel... ¡Oh! mis bragas comenzaron a mojarse muy rápidamente. "Ven aquí" me dijo invitándome a su regazo

. Ok... tarde en reaccionar ¡Que Idiota! la invitación que más esperaba en toda la velada me dejo fuera de lugar justo cuando llego.

Vacilando, me levanté; no porque no quería ir a sus piernas, era porque temí caerme al levantarme, pero la distancia entre los dos era solo un paso y en fracciones de segundos me tenia sentada en sus piernas, ambos sin nada arrib

a

, el comenzó a pasear una de sus manos por mis pechos. "No hay tantas pecas como creí" dijo desilusionado; a lo que le respondí al oído: "la mayoría está en mi espalda" Soltando un bufido, llevo sus labios al seno más próximo a él, y comenzó a chupar y lamer el pezón con abundante saliva; esto au

mentaba

mi éxtasis; mis manos tenia una mano alrededor de su cuello y la otra acariciaba su espalda; sin darme cuenta comencé a gemir. Él hizo lo propio con el otro pezón y yo lleve mi boca al lóbulo de una de sus orejas y comencé a lamerla y a morderla suavemente. Él gruñó y comenzó a dejar rastros de saliva y besos de

mi pecho a mi cuello en donde hizo un festín de lamidas, al sentarme en sus piernas, intuitivamente cruce mis piernas, pero en ese momento, mientras su boca se comía mi cuello; con una mano me sostenía de su cuello y con la otra acariciaba su pecho, trataba de bajar por su abdomen mientras que con mi cara al techo me mordía los labios par contener mis gemidos. La mano que apretujaba uno de mis senos bajó nuevamente bajo mi falda y dejándome llevar separé las piernas dejando que sus dedos separaran mis braguitas y dejaban mi rejita a su merced al tiempo que su boca se apoderaba de la mía.

Sentir su dedo dentro de mi vagina y su lengua en mi boca eran algo tan excitante que no me dejaba respirar, me sentía ahogar pero no quería que se detuviera y cuando no podía aguantar más la respiración y las ganas de gritar me separe de sus labios

para solo tomar una bocanada de aire y solo gruñir.

Él supo que estaba por correrme porque de inmediato a esto sacó su mano de dentro de mi, dejándome sorprendida. "no tan rápido" me dijo y con facilidad, me tomó de la cintura y me sentó en la mesa, besándome me fue llevando hasta dejar mi espalda contra la tabla y fue haciendo un camino de besos y lamidas, por mi cuerpo interrumpidas por la pret

in

a de mi falta, se volvió a sentar en la silla, sosteniendo mis caderas por debajo de mi falda y aunque quise ver que hacia intentando sentarme, no lo pude hacer pues mi culo permanecía fuera de la tabla de la mesa apoyado en sus manos que quitaban mis braguitas por completo. Y estando mi rajita desnuda

para él, atacó con lengüetazos de placer mi clítoris, bebió

mis jugos; su corta barba raspaba con placer mi c

osita.

Intuitivamente movía mis caderas al ritmo de mi excitación, agarraba fuerte la t

ela de mi falda para drenar, gruñía, gemía y gritaba como loca con cada lamida y mordisco, me llevé las manos a mis pechos y los apreté

con fuerza y me sumergí en el clímax, convulsioné mi orgasmo no sé por cuanto tiempo.

Mientras cesaban los espasmos, él me acomodó mejor en la mesa y me daba besos por el vientre y abdome

n

, y me dio un ataque de histeria y comencé a reír con fuertes carcajadas.

Un orgasmo inédito para mí.

Él también

rió

, me dejó descansar y se sirvió más vino el cual tomo de su copa, en cuanto a mi, una vez incorporada en la mesa, le quite la botella y olvidando toda clase de etiqueta, tome varios sorbos desde el pico de la botella, como locos reímos. Y sentí la imperiosa necesidad de compensarle lo que me hizo sentir.

No tengo mucha experiencia en esto, pero ha visto muchas pelis porno para masturbarme y al menos la teoría tengo. Así que confiando en mi, me bajé de la mesa, me paré ante él y besándole los labios lo lleve contra la mesa, desabroche su pantalón. baje la cremallera, "Cambio de lugar" dijo dejando su copa a un lado y abriendo las piernas para dejar caer mejor el pantalón. baje el bóxer que cubría su pene y ¡Eureka! su exquisita joya en mis manos... gruesa, no se si grande o pequeña, pero era un pene carnoso, venos y erguido.

Sin quitarle la mirada de los ojos me agache y en cuanto tuve su verga enfrente, comencé a masajearlo con mis manos, llené mi boca de abundante saliva caliente y acerqué la punta de su verga a mi lengua, la lamí como niña que lame una paleta, de a poco fui chupando y metiendo más y más en mi boca, siempre cuidado de no rozar mis dientes de a la verga, sin darme cuenta, como si fuera una puta, la llevaba hasta mi garganta y la sacaba chupando cada vez que hacia esto podía ver que mi amante perdía la cabeza, así estu

ve

mucho rato hasta comencé a cansarme y mis jugos hasta chorreaban por mi entrepierna. cuando él se dio cuenta que involuntariamente me masturbaba, detuvo mi mama

da; me ayudó a ponerme de pie, me alzo la falda y doblándome sobre la mesa, de modo que mis pechos quedaron aplastados contra la madera. "¿

Te cuidas?" me preguntó y

dije que si, con un movimiento de cabeza

, sentí su capullo en la entrada de mi vagina, me volvió a tomar firme por las caderas y me penetro en una sola embestida. Por ser muy estrecha me dolió horrores, pero la zorra que hay en mi floreció cuando me nalgueo y comenzó a

bombear... sus entradas y salidas de mi eran salvajes así que mis gritos no demoraron... lo sentía chocar con mi coño una y otra vez, me corrí no se cuantas veces y cuando al fin derramó su leche dentro de mi, el grito de placer de ambos hizo eco en la gran mansión.