El señor Anquela parte 2
Continúa la noche en la villa del artista
Me dí una ducha tranquila disfrutando del agua, la notaba en mi abierto culo mientras me limpiaba los restos de la corrida del señor Anquela y en la boca aún conservaba el sabor de la de Héctor, salí de la bañera y escogí un pijama corto color marfil y fino con remate en blanco, me metí en la enorme y mullida cama, dejé las cortinas corridas, era una noche clara y la luna entraba por la ventana, miré un poco el móvil y me dormí.
Era aún de noche, no sé bien la hora cuando noté un peso a mi lado en la cama, unas manos entraron bajo la camisa de mi pijama y agarraron mis pechos, una boca que enseguida reconocí por su barba recorrió mi cuello con sus labios
-Mmmm… señor Anquela….- susurré aún adormilado mientras colocaba mi culo contra su cuerpo
-Hola ricura, perdona que te despierte, pero mañana tengo un día liado y no podía dormir
-Y puedo hacer algo por usted al respecto?
-Seguro que sí
Decía ésto mientras con sus manos me desabrochaba la camisa y buscaba por dentro de mis pantalones cortos, los cuales enrolló hasta dejar mis nalgas a la vista, me giré y quedé frente a él, estaba desnudo, su torso estaba lleno de vello blanco rizado, sus pezones rosados y gordos apuntaban hacia mí, nos besamos mientras sus manos jugaban con mis nalgas, su lengua y la mía se encontraban fuera de nuestras bocas, y yo recorría su cuerpo enredando con su pelo, bajando hasta su pene que estaba tremendamente duro, mucho más que antes, me sorprendí y lo notó
-Ha cambiado eh?. Me he tomado una pastilla mágica, quiero amarte hasta el amanecer
Era obvio que había química en esa reacción descomunal, sopesé el enorme miembro con mis manos mientras mi boca buscaba uno de sus pezones
-aaaah, eres increíble- me dijo y agarró mi cabeza, la hizo ir descendiendo por su panza, yo siempre lamiendo y besando, hasta llegar a su centro de virilidad, no hizo falta que insistiera, dejé que me llevara con sus manos hasta que mi boca engulló todo lo que pudo su polla férrea, dura, firme, entró resbalando sin pausa y cuando ya no podía tragar más la fue sacando despacio, sin apurarse, sabía que tenía tiempo, sabía que esa pastilla le daba prórrogas para hacer lo que quisiera conmigo hasta el alba, y yo estaba a su disposición, mi boca, mi culo, todo mi cuerpo.
Yo de la que la sacaba la recorría con mi lengua y de la que entraba ahuecaba mi boca para hacerle sitio, mis manos se agarraban a su vientre y a ratos jugaban con sus huevos y su períneo, los pelos de sus huevos se enredaban en mis dedos y de cuando en cuando les daba pequeños tirones, mientras, sus manos habían hecho a un lado mis pantalones y ya urgaban en mi ano, dando vueltas, amenazando con entrar, presionando levemente hasta que, al mismo tiempo que aceleraba los movimientos de mi cabeza sobre su polla, empezaron a entrar en mí, dos de golpe, y al muy poco tiempo el tercero, yo me deleitaba con esa boa que me alimentaba y que a cada lamida parecía engordar e hincharse mi misma polla había empezado a babear empapando de pringoso precum mi pijama, sus dedos me follaban ya sin rodeos, ya en un grupo de a cuatro que hacía que mi culo se abriera en una dilatación placentera a través de un dolor sordo y constante que, sin embargo, me llevaba al éxtasis, notaba mi polla cada vez más dura en mis pantalones y su polla cada vez más hinchada y venosa en mi boca, sus gemidos ya eran bufidos y llenaban toda la estancia junto con el ruido de mi mamada que llenaba de saliva su priapo y lo hacía brillar bajo la luz nocturna que entraba por la ventana.
-Primero te voy a llenar la garganta con mi lecheeee...ohhh… y luego quiero preñarte…
-Siiii…. Podrá?. Por favor…. Quiero que me llene
-Clarooooo….oooh.. sigue pequeña…. Tu boca es un coñito templado ooooh.
Lamí su tronco deleitándome, cada vez que él bufaba yo me sentía satisfecho, pagado y redoblaba mis esfuerzos en darle placer, sus dedos tenían mi culo abierto y lleno, de vez en cuando los abría arrancándome un chillido que quedaba ahogado por la follada que me daba su polla en mi boca.
Me separó de él y me tumbó bocarriba en la cama, mi ano se sintió vacío y se abría y se cerraba llamando de vuelta a sus invasores, la luna nos iluminaba, yo volteado hacia él, con mi torso desnudo y mis pantalones hechos una arruga que no me tapaba ni por delante, donde mi polla tiesa y empapada apuntaba hacia mi vientre, ni por detrás, y él, desnudo completamente, imponente, con su pelo largo y canoso y su barba frondosa, ese torso coronado por la barriga prominente y lleno de caracoles blancos de vello que se extendían como una frondosidad sobre la polla más brillante y babeante que había visto nunca, justo debajo de ella dos huevos oscuros y llenos bamboleaban sobre mis ojos, la cama se hundió a cada lado de mis hombros cuando apoyó ahí sus rodillas, me agarró del cogote y abrí la boca para recibir de nuevo a su pene en ella, me agarré a sus muslos sabedor de que la descarga estaba próxima, y le dejé hacer, ahuequé mi boca lo más que pude y pegué mi lengua a su hierro mientras él se dedicaba a entrar y salir de mi cabeza, me follaba sin piedad, las lágrimas descendían por mis mejillas, mi polla goteaba sobre mi abdomen sin remedio, la suya hacía saber a mi lengua de cada una de sus venas a medida que se hinchaba con cada entrada resbalando sobre ella, hasta que aguantando mi cabeza contra su pelvis empezó a largar chorros de esperma en mi boca, traté de tragar lo que pude pero enseguida salió por entre mis labios y su miembro mientras él se deshacía en gruesos sonidos guturales. Cuando me sacó se miembro de mi boca lo hizo despacio para que yo con mi lengua le sacara aún más brillo.
Se tumbó a mi lado y acarició mi torso.
-Soy afortunado de haberte encontrado- me dijo mientras iba quitándome la camisa del pijama.
-No, lo soy yo - le dije acariciando sus pezones duros.
La luz del cielo nocturno hacía brillar su vello y sus manos de artista acabaron por quitarme la parte de arriba mientras nuestras bocas comenzaban a devorarse a besos, primero quietos y poco a poco más apasionados, labio contra labio, bocas abiertas mordiéndose, lenguas encontrándose, mi mano agarró su polla mientras las suyas bajaban el burullo de tela que eran mis pantalones cortos, en cuanto me los sacó sus manos me voltearon haciéndome darle la espalda, me hizo ponerme de rodillas y apoyar mis manos en uno de los postes del dosel, mi polla estaba dura y mi culo boqueaba de deseo, entonces tomó el cinturón de una cortísima bata que tenía en la silla al lado de la cama y ató mis manos a la madera.
-Siempre a mí disposición- me dijo y metió su lengua en mi oído mientras sus dedos volvían a ocupar mi ano
-Siiii,...
-Quieres que vuelva a poseerte?
-Sí, por favor… oooh… síii
-Quieres que vuelva a preñarte?. Pídemelo.
Su mano libre me pajeaba despacio
-Fólleme, hágame suya… oooh … lléneme otra vez
-De qué quieres que te llene?
Sus dedos llegaban hasta los nudillos
-De su pollaaaaa, de su lecheee, por favor… deme...eee
Entonces sus dedos volvieron a abandonarne y su boca se amorró a mis nalgas, su lengua se hizo dueña de mi anillo, entraba y salía de él como una babosa musculosa, notaba su fuerza, aquel hombre era un semental experimentado, me estaba llevando al paraíso, mi polla cabeceaba mientras su lengua dibuja el contorno de mi ano, notaba su barba en mis nalgas y sus manos recorrían mi torso y apretaban mis pezones, se separó y rozó su polla por mis nalgas, noté lo durísima que estaba, era imposible, acababa de vaciarla en mi garganta
-Fólleme ya, por favor.
Colocó su cabeza en mi ano y sus manos en mis caderas y de un solo empujón noté como, a pesar de lo dilatadísimo que ya tenía mi ano, aquel dragón enfurecido me partía en dos y sus huevos topaban contra mis nalgas con un sonoro impacto, grité, no me importaba que pudieran oírnos Héctor o ese guarda que aún no conocía, la habitación olía a sexo, a sudor, a semen, olía a un semental cabalgando a su yegua, empezó a follarme agarrado a mí, con empujones profundos, con fuerza, llenándome, haciéndome notar cada crecida de su perno, una mano me enrolló la cintura y la otra fue a mi garganta tirando de mí cabeza hacia atrás, me demostraba quien mandaba, mi polla me dolía de lo dura que estaba, su follada era insaciable, llevaba un ritmo alto y el recorrido de su polla llenaba mis entrañas, todo me olía a él y la cabeza me daba vueltas, y sin avisar, mientras la mano de la garganta empezaba a apretarme, la de la cintura agarró mi polla y sincronizando su penetración le dió un jalón descapullándola de un tirón, en ese momento exploté, mi corrida salió a borbotones de mi polla en estallido, aullé, su mano en el cuello me apretaba casi ahogándome, notaba como no podía respirar, su polla me seguía invadiendo con más velocidad, ya desbocado, mi polla goteaba muerta y mi vista se nublaba cuando noté como su arma se hinchaba dentro de mí y me regaba con su semilla ardiendo y los dos gritamos a la vez, cayó contra mí pero su miembro tardó en desconectarse y mientras lo hacía jadeaba sobre mi, su melena sudada se pegaba a mí espalda y a mi cara que era recorrida por su boca, yo aún seguía mareado y me resbalaba atado por el poste, cuando salió de mí me desató y caí sobre su pecho temblando miebtras él me abrazaba, el día aún no apuntaba a salir pero ya no podíamos darnos más el uno al otro aún a pesar de la Viagra con que se había cargado el señor Anquela y nos quedamos dormidos mientras su corrida bajaba de manera espesa y lenta de mi culo brutalmente abierto.