El señor Anquela 1

Primera parte

Aunque en un principio mi sueño era ser artista mi escaso talento, el moverme en el mundo de las bellas artes  y mi cuerpo andrógino me llevó a acabar trabajando de modelo de posados, vamos, el tipo al que ponen, normalmente medio en bolas o en bolas completamente, en medio de una clase de pintura o escultura para que los artistas se inspiren. Un trabajo que me dio la ocasión de vivir alguna que otra aventurilla.

El caso es que me tocó trabajar unas semanas en una beca que ofrecía un artista reconocido ya prácticamente retirado para los artistas emergentes de la escuela y el último día el mecenas de la beca se pasó a ver el progreso de los participantes y ahí estaba yo, en medio de la sala, desnudo, sentado ligeramente de lado sobre una sábana en una peana. Él dio un paseo alrededor observando las obras y departiendo con los artistas, el director,... Era un hombre muy mayor, rondaba los 70 años, pelo largo canoso aunque la parte de arriba ya asomaba la cabeza, no muy alto, vestía de camisa desabrochada, americana ligera y pantalón de traje, nuestras miradas se cruzaron brevemente y yo enseguida quité la mía con vergüenza.

El día pasó sin mayor novedad, acabé mi jornada y me estaba vistiendo cuando llegó mi jefe, el director de la escuela a hablar conmigo.

-Hola, perdona que te moleste, el señor Anquela quiere hablar contigo

-Conmigo?- pregunté sorprendido- Para qué?

-Ni idea - me contestó encogiendo los hombros- Te espera en el bar

Acabé de vestirme y me dirigí al patio donde estaba localizado el bar, el señor Anquela estaba en una mesa apartada tomando un café, me acerqué con cautela y realmente descolocado ya que no sabía que había llevado a aquel reputado artista y mecenas a preguntar por mí.

Nos saludamos brevemente, a mí me temblaba todo, había algo en él que me atraía y me mantenía en una posición de sumisión y entrega.

-Siéntate muchacho -me dijo señalando una silla al lado suyo en la mesa

Me senté, el camarero vino y pedí un café como el señor Anquela.

-Te veo sorprendido, no esperabas que te mandara venir?

-Pues no, mis días de artista han quedado atrás y no creo que usted supiera de ellos siquiera.

Me miró divertido.

-No, la verdad es que no es tu arte lo que me ha llevado a requerirte, es más bien tu cuerpo, de hecho es tu cuerpo únicamente el motivo

Mis ojos se abrieron como platos

-Entiendo la sorpresa, espero que no te lo tomes a mal, pero hacía tiempo que no me sentía inspirado y verte hoy posando allí en la sala, rodeado de gente que escrutaba cada palmo de tu cuerpo y trataba de trasladarlo al lienzo me dio la excitación necesaria para acometer un nuevo proyecto, y al ser tú la inspiración pues quería proponerte ser mi "musa" hasta que lo acabe...o lo abandone, lo que antes ocurra

-Yo?. De verdad?. No sé qué decir

-Tal vez lo más incómodo sea venir a vivir a mí villa mientras dure el proyecto, nunca se sabe cuándo tengo tiempo libre y menso aún cuando me siento con ganas de crear y debería de tenerte a mi disposición cuando yo quisiera.

Su tono de voz era denso como el aire de agosto, pesado, cargado de calor y tentación.

-Y.. cuándo sería?

-Ya si quieres. Fuera del tiempo que te requiera para avanzar en la obra eres libre de hacer lo que quieras, lo único es que mientras yo no esté de viaje tú tampoco puedes abandonar la villa, aunque estoy seguro de que eso no será problema, fijo que estás entretenido de sobra casi todo el tiempo- hizo una pausa- lógicamente además de tener aseguradas comidas y alojamiento te pagaría un salario a acordar.

Acepté y quedamos en que, ya que él tenía un viaje programado en un par de días, yo fuera a por mis cosas más adelante ya que, me aseguró, en la villa había ropa que seguramente me serviría. Me despedí de la gente de la escuela explicándoles por encima lo que ocurría y me encontré con el señor Anquela en la entrada y montamos en su coche, su chófer nos abrió la puerta trasera y nos sentamos uno al lado del otro. El viaje fue muy normal, hablamos un poco de todo y llegamos a su villa, una gran casa de 3 plantas tipo indiano, jardines a diferentes alturas, piscinas y como luego descubriría un lago.

Nos recibió su mayordomo, mientras bajaba del coche el señor Anquela me explicó que en la casa vivían permanentemente él, su mayordomo y un guarda, y luego solían pasar mucho tiempo por aquí su asistente personal, un jardinero y un encargado de las piscinas, y muy de vez en cuando su representante, de todas formas me tranquilizó diciendo que seguro que los acabaría por conocer a todos.

Su mayordomo era un hombre de unos 50 años, delgado, pelo engominado hacia atrás, vestido con el típico uniforme de chaleco a rayas y camisa blanca y corbata, pantalón negro y zapatos relucientes, caminaba detrás de nosotros y notaba su mirada clavada en mí. El señor Anquela me acompañó hasta la que iba a ser mi habitación, era enorme con una cama con dosel en el centro, dos armarios, un vestidor y un baño

-Ponte cómodo, en el armario encontrarás algo de ropa, espero que te valga, cuando te asees y te vistas baja a cenar, si necesitas llamar a Héctor- así se llamaba el mayordomo- pulsa el botón del interfono de encima de la cama, hay otro en el baño. Te veo ahora.

Héctor y el señor Anquela salieron de la habitación, yo abrí el armario y vi que básicamente lo que había en él eran camisolas cortas y tangas, no le di importancia pensando que igual en algún cajón o el otro armario encontraría más ropa y fui a darme un baño.

Salí del baño y no encontraba las toallas así que pulsé el botón como me había dicho el señor Anquela y Héctor contestó enseguida

-Dígame que se le ofrece?

-Héctor perdona pero… no encuentro las toallas.

-Ahora mismo voy. No se preocupe

Su voz era engolada y solemne. Apenas habían pasado dos minutos y picaron en la puerta del baño, dije que pasara y mi sorpresa fue ver al señor Anquela con una toalla blanca en la mano.

-Héctor me dijo que no había toallas, un despiste, lo siento, no contaba con tener invitados.

-No se preocupe - dije desde la bañera

-Sal, vamos, la cena está lista - el señor Anquela extendió con sus manos la toalla invitándome a acercarme para que él me envolviera en ella.

Así fue, salí tembloroso de la bañera y colorado de vergüenza, completamente desnudo avance hacia ese macho maduro que me envolvió en esa toalla mullida y gruesa con sus brazos, me secó la cabeza despacio, muy pegado a mí y frotó mi cuerpo, yo me dejaba hacer mientras él respiraba en mi cuello, me secó las piernas pegando su cara a mí abdomen, me hizo abrir los brazos y sus labios casi rozaban los míos, ahí estaba entregado a ese juego morboso, el veterano semental vestido manejando la creciente excitación del adolescente desnudo y empalmado.

Me tomó de la mano y me llevó a la habitación, abrió el armario y colocó encima de la cama un tanga rosa con lazos en cada cadera y una camisola blanca trasparente.

Yo le miré, él se acercó a mí

-No te gusta?. Seguro que estás inspirador vestido así, toda una musa

Mientras me hablaba tomó el tanga y se agachó, yo como un autómata levanté mis pies y le dejé vestirme, mi polla empalmada asomaba mientras él se detenía a colocarme bien el hilo, después tomó la camiseta y de nuevo le facilité la labor alzando mis brazos para que me la pusiera, apenas me llegaba a la mitad de mis nalgas

-Ya me viene la inspiración, ves? - y agarró mi culo.- Vamos a cenar

Bajamos con él agarrándome de la cintura y yo aún medio empalmado, situación evidente para cualquiera debido a lo corto y trasparente de la camisola.

Entramos en el salón y la mesa estaba puesta, nos sentamos uno enfrente del otro y Héctor nos sirvió los platos como si yo estuviera perfectamente vestido y nada de esa situación le resultara chocante. Cuando acabamos el señor Anquela le dijo a Héctor que nos sirviera el postre en el estudio del sótano que quería pintar.

Nos levantamos y de nuevo me tomó de la cintura guiándome hasta un ascensor que nos dejó una planta más abajo, entramos en una sala donde había una cámara de fotos y otra de vídeo, un caballete con un lienzo y un montón de cojines en el centro.

-Bueno, te dije que tenías que estar disponible para mí cuando yo quisiera. Lo estás ahora?

Le miré fijamente

-Sí

-Lo sé. Pasa al centro, quiero tomarte unas fotos para las medidas

Activó la cámara de vídeo y tomando la cámara de fotos me fue diciendo cómo ponerme, como mirar, sentado, tumbado…la situación me iba excitando. En ese momento entró Héctor con los postres que no consistían en otra cosa que en tres dildos a cada cual más grande y traía un bote de lubricante

-Ponte en cuatro.

Así lo hice y en seguida noté como Héctor apartaba mi tanga a un lado y soltaba un chorro de lubricante en mi ano para automáticamente introducir su dedo hasta el nudillo. Yo gemí y el señor Anquela se trasladó con la cámara justo enfrente de mi cara

-Ese es el deseo que quiero

Con su mano agarró uno de mis pezones

-Quiero verte lleno de deseo

-Mmmmm

Héctor ya llevaba dos dedos dentro de mí y sabía cómo moverlos.

-Sí, sabía que no me equivocaba

Se fue a por un cuaderno y tumbándose delante de mí empezó a dibujar algo que no alcanzaba a ver, se levantó y me sacó la camiseta, Héctor pasó a un tercer dedo después de darme más lubricante y yo empecé a culear de gusto mientras mi polla se hinchaba en el tanga y buscaba por donde salir, cosa que le facilitó el señor Anquela con sus manos para seguir garabateando.

De pronto noté un vacío en mi culo, fue por breve tiempo porque enseguida me di cuenta de la maniobra, Héctor había cambiado sus dedos por el primero de los dildos, lo metió de golpe hasta el fondo y yo grité

-Siiii, grita, sí, por favor.

El señor Anquela estaba agitadísimo, su mano pasaba del lienzo a mi polla, a su polla, a mi boca que la abría y me daba a chupar sus dedos y mientras tanto el primer dildo era sustituido de un golpe por el segundo que era ya de un tamaño serio y yo culeaba ya desesperado, mi polla goteaba, Héctor me follaba con la goma sin miramientos y el señor Anquela soltó el lápiz y pasó detrás de mí, fue entonces cuando Héctor se puso delante de mi cara y parsimoniosa y ceremonialmente se sacó los pantalones y los dobló con cuidado, no llevaba ropa interior y tenía una polla gorda y corta que ya estaba a media asta, me lancé a por ella sin esperar órdenes.

-Me encantas, me encanta tu lujuria - escuché a mi señor desde atrás mientras me entraba el tercer dildo, pero éste tenía novedad además de un tamaño muy exigente para mi ano, después de follarme un rato con él se activó la vibración y el señor Anquela lo dejó bien dentro de mi ano, batiendo mi próstata y empecé a largar semen sobre los cojines mientras la polla del mayordomo hacía que me babara de lo hinchada que la tenía.

El señor Anquela volvió a sus garabatos

Yo gemía y bufaba y lamía esa polla gorda y venosa, y Héctor agarraba mi cabeza perdiendo toda su etiqueta

-Chupa puta!! - me gritaba

La sacaba de mi boca y me golpeaba la cara con ella

-La quieres??

-Siiii. Dámela- yo la buscaba desesperado, nadie había apagado el dildo de mi culo y ya no sabía cuánto me había corrido

-Folla esa boca Héctor, llénala de tu semilla!!!

-Sí, hazlo Héctor - supliqué

Y el mayordomo obediente me metió su polla hasta la garganta y en tres voladas se vino en mi boca soltando chorros de leche espesa y caliente que acabaron por desbordarme.

En cuanto acabó de vaciarse y yo de dejarle la polla limpia me desconectó del vibrador y caí rendido entre los cojines.

El señor Anquela se acercó a mí por detrás, me quitó el tanga pringoso de lubricante y semen

-No puedes dormir con ésto así, la cama está limpia

Noté como me ponía de lado y levantó una de mis piernas, noté su desnudez pegarse a mi espalda, su barriga velluda, yo era un trapo entre sus brazos, puso su polla dura en mi entrada y la fue deslizando, era como un huerto a fuego, más larga que la de Héctor, pero los dildos me habían dejado bien abierto y estaba lleno de lubricante

-Aaaah - gemí suavemente

Sus labios se posaron en mi espalda, noté su poblada barba y su mano apretó mi polla flácida y mis huevos en su puño

-Va a ser muy productivo tenerte aquiiii

Acabó por meterme toda su polla, me sentía invadido hasta lo más profundo de mis entrañas, poco a poco mi polla reaccionó en la mano experta del veterano artista mientras la suya se hacía dueña de mi año y mi deseo con un mete saca calculado y perfeccionado con el paso de los años

-No creerías que te ibas a ir a dormir sin que hiciera mío ese culo

-Nooo,dese gustoooo- gemí

-Sí, Dios como me gusta mi musa

-Soy su musa de verdaaad?

-Claro, siempre disponible

-Siiii, siempre, cuando quiera

-Para lo que quiera

-Siiii

Su follada había ido acelerando hasta prácticamente desbocarse, sus huevos rebotaban en mi culo

-Siiii, deme, síii, jodeeerr, síii

-Mmmmmf, te voy a preñar, te quiero preñar!!!!

Me agarró de la cadera y me empujó violentamente contra él cinco o seis veces

-Siiii!!!! - grité enloquecido

De repente gruñó en mi oído y noté como se descargaba en mi culo inundándome

-Aaaah, Siiii - susurró

Su semen caía de mi culo mientras me abrazaba, lentamente me pajeó hasta que mi polla escupió el poco semen que le quedaba.

Cuando su pene salió flácido de mi culo se levantó

-Vete a ducharte y descansa. Mañana será un día largo. Deja aquí la ropa ya la recogerá Héctor

Se agachó y me besó suavemente en la boca, su lengua entró despacio en mi y la mía le correspondió, fue un beso corto y tierno.

Se vistió y yo fui con él mientras me agarraba a su cintura, en el ascensor repetimos el beso pero esta vez sus manos jugaron un poco con mis nalgas, sus dedos entraron brevemente en mi ano y yo busqué bajo la camisa sus pezones, pero en la puerta de mi habitación un

-Hasta mañana

Un pico y nada más