El segurata

Os voy a contar una experiencia que viví este veranito, espero que os guste. Yo trabajaba en una tienda de ropa y de camino al trabajo siempre me encontraba la caseta donde hace guardia Pablo...

Os voy a contar una experiencia que viví este veranito, espero que os guste.

Yo trabajaba en una tienda de ropa y de camino al trabajo siempre me encontraba la caseta donde hace guardia Pablo.

Arturo es uno de esos hombres cuya virilidad no pasa desapercibida: hará metro noventa de estatura, espalda ancha, brazos prominente, su pelo cortito bien arreglado y su uniforme inspiran más que autoridad. Por eso cada vez que pasaba por delante y lo saludaba mi imaginación volaba hacia escenas en las que veía a ese macho gigante desnudo produciéndome las más excitantes sensaciones.

Pero vaya, la cosa no pasaba de ahí. Nos saludábamos, y ya. Pero sucedió este verano cuando era mi hora de almorzar y salí a la calle, Pablo me paró y por primera vez nuestra conversación fue más que un saludo.

-Hola qué tal, te puedo pedir un favor?

-Claro, sin problema - conteste con emoción por hablar con él (qué tonta)

-Me puedes traer una bolsa de hielo a la vuelta? No puedo dejar mi puesto y la necesito

-No hay problema- acepté sin dudar para complacerle

A la vuelta le llevé el hielo y hablamos más:

-Te lo agradezco mucho, ¿cuánto te costó?

-No te preocupes, es un regalo para quien nos da seguridad

Sonrió y me miró con esos penetrantes ojos para estremecerme por dentro

  • Bueno pues muchas gracias guapa, te debo una. ¿Cómo te llamas?

-Samanta, aunque mis amigos me llaman Sam

  • Yo me llamo Pablo

-Me gusta Pablo, es de tipo duro - le dije. Debía estar nerviosa porque normalmente digo cosas más inteligentes

-A mí también me gusta Samanta-, dijo mientras le pasaba la bolsa y sentía el roce de sus ásperos y grandes dedos que me estremecieron.

Un poco trastocada volví a mi trabajo y esa tarde no fue en la que mejor atendí a mis clientes, pues mis pensamientos estaban distraídos con Pablo. Por fin llegó la hora de salida y salí caminando feliz porque sabía que iba a pasar de nuevo frente a él, y para sorpresa mía él me habló desde su caseta.

  • ¿Ya te vas, guapa?

-Sí, es la hora

-Mira - y me mostró un vaso con un mojito- para eso quería el hielo, los jefes se acaban de salir de vacaciones y yo también me merezco por lo menos algún gustazo.

-Ah, entiendo

-¿Quieres uno?- me extendió el vaso

-¿Por qué no?- dije con decisión

-¿ Pues qué te parece si entramos? No hay nadie y no quiero que me vean bebiendo aquí, los vecinos son muy cotillas, vamos a estar más cómodos adentro

Yo accedí diciéndole que solo iba a ser un rato por hacerle compañía y me abrió la puerta del pasillo de servicio por el que entramos a la gran cocina de la suntuosa casa donde me guió hasta un pomposo y gran salón donde nos sentamos en unos sofás.

-Es bonita la casa- admiré

  • Lo es ,pero hace mucho calor- y al decir esto se quitó la camisa para que yo admirara ya no la casa, sino la belleza de su virilidad, su pecho amplio y marcado, su abdomen duro y esos pelos que bajaban desde su ombligo hasta el excitante misterio masculino. Me estaba poniendo un poco tonta ya...

Se llevó una mano a la nuca y se dio un especie de masaje, parecía cansado.

-Este trabajo es agotador, aunque parezca que uno está sentado ahí vigilando todo el día se trabaja más horas de lo normal. ¿Sabes hacer masajes?- y la sola idea de tocarlo me entusiasmó

  • Algo sé- y me acerqué sin dudar hacia él, me coloqué a sus espaldas y puse mis pequeñas manos sobre sus grandes y duros hombros y comencé a presionar con ganas de acariciar todo su cuerpo.

-Ahhh, qué gusto!- gemía y se soltaba relajándose. Yo sentía el calor de su piel, quería pasar mis labios por esos hombros poderosos y me esmeraba para complacerlo con tal de oír sus guturales gemidos y ver su cara de placer cuando miraba hacia mí.

-Hoy ya me hiciste muchos favores, me parece que te mereces lo mismo- me dijo dándose la vuelta para mirarme a los ojos

-Ven, ahora te toca a ti. Me tomó de una mano y me llevó hacia él que ya se había y mi rostro quedó a la altura de su hermoso pecho, quedando mi menudo cuerpo más pequeño aún en contraste con el macho corpulento. Me senté esperando que él hiciera lo mismo que yo, pero me pidió que me acostara.

-Mejor si te estiras te quiero hacer un masaje especial - la frase me perturbó interiormente, creándome un remolino de sensaciones.

Entonces se sentó a mi lado y sus grandes dedos comenzaron a masajear mi nuca seducida por sus manos para luego subir y bajar lentamente por mi espalda hasta la cadencia de mi cintura. Me dejé llevar en ese maravilloso momento, imaginando que quería algo conmigo y por reflejo a medida que iba bajando arqueaba mi cuerpo levantándole levemente mis nalgas que en ese momento volaban de calentura por Pablo como queriendo confesarle lo que sentía por él.

-Tienes la piel muy suave- me dijo casi susurrando al volver a mi nuca- todo lo tienes muy suave- sus manos bajaron hasta mi cintura y subió un poco para seguir acariciándome.

-Me gusta mucho- y con una caricia lenta bajó una mano hasta mis nalgas que levanté al sentirlo

  • ¿Y a ti te gusta?- me susurró

  • Me encanta- respondí apenas de lo caliente que estaba.

-Qué suerte- dijo y con sus dos grandes manos me bajó los tejanos para dejar mis nalguitas al descubierto, ya que no llevaba ropa íntima, quedando ofrecidas a mi macho que lascivo comenzó a admirarlas mientras yo no creía lo que me estaba pasando.

-Aaaah bebé!, siempre me imaginé tener este culo a mi disposición

-¿A ver mi amor?- me separó las dos nalgas dejando mi culito que latía a su vista- ¡ahh mi amor qué bonito! ¡Cómo te voy a comer ese culito cerradito mi corazón!- y gemí con el culito latiendo de solo escuchar esas palabras.

¡Qué belleza mi corazón!- y sentí su tibio aliento y su húmeda lengua sobre mi surco haciéndome desesperar- ay qué rico Arturo!- y me incorporé para ponerme como perra en el sofá para él, entonces el tomó una flor amarilla que había en un jarrón y me la pasó suavemente por las nalgas, luego acariciándome con ella el rostro me la puso en la boca para que la sostenga, me tomó de la cintura y me ubicó con firmeza para que mis nalgas queden bien levantadas. Entonces comenzó darme mordiscos deliciosos haciéndome sentir invadida por su boca- me vuelven loco tus nalguitas mi amor!-me susurraba mientras lo sentía atrás- desde la primera vez que pasaste ya te quería comer el culito de nena que tienes - y me separaba las nalgas firmemente para lamerme mi culito que latía a mil por él- mi corazón qué rico, que calentito está- fue hasta mi nuca, me sacó la flor de la boca y me besó devorándome los labios mientras sentía su mano con la flor que iba atrás para plantármela en mi culito ensalivado y arrancarme un gemido – ay amorrr! Qué me hacess!?- y siguió besándome con calentura- ahora eres mi florecita preciosa ¿sí?

-Sí – asentí con sumisión

-Ven así mi amor – se paró y comencé a caminar hacia mi hombre como perra con una flor amarilla clavada entre mis nalgas.

El se sentó en un sofá individual que estaba frente a un gran espejo y se sacó el pantalón que tiró a un lado quedando en un boxer azul. Abrió sus grandes piernas como un gran macho para que fuera a él y me emocioné al notar su bulto enorme a punto de salir del boxer.

Fui hacia él como una gata en celo y lo vi mirar al espejo que reflejaba mi culito en flor- mi florecita preciosa…qué hermosura…cómo te voy a amar corazón…-y llegué por fin para lamerle con desesperación sobre el boxer- ahhhh mi amor, qué dulce eres!..ahora te voy a dar tu premio- y se bajó el boxer para que su falo enorme saltara sobre mi rostro sorprendiéndome y haciéndome temblar de emoción y temor por lo descomunal de su tamaño, de unos 25 centímetros de largo con un gran y rosado glande ya lubricado y un tronco firme y venudo que se ensanchaba en su base que llegaría a tener más de 8 cm.

-¿te gusta mi amor?

-Me encanta- dije entusiasmada y comencé a lamerle como perrita sus grandes y colgantes bolas sumergiéndome en su aroma a macho, para luego tomar con mis manitos temblorosas ese gran tronco y llevarme a mi boquita ese pene gigante y hermoso.

-Mi amor qué dulzura lo que me haces me encanta- y me la sacaba para comerme los labios con besos apasionados y me metía su falo de nuevo en mi boquita que ya chorreada de saliva y lubricante natural.

-Mi vida ven- se levantó y me puso a gatas en el sofá- ¿está florecita va a ser para mí?-me dijo y me di la vuelta para verme en el espejo vulnerable ,con el culo ofrecido a un macho cuyo falo enorme pendulaba amenazando someterme

-Sí- acepté gimiendo entregándome él aunque me duela

Me sacó la flor del culito, me metió un salivazo y se me frunció el culo de la emoción

-Primero te voy a preparar el culito mi corazón

-Sí por favor amor- le rogué y sentí un dedo suyo presionando con movimientos circulares sobre mi entradita y luego-¡Ayyy amorrr!- gemí porque me metió su dedo grueso- ¡que cerradito y calentito lo tienes mi corazón..- y me besó acallando mis gemidos mientras dilataba mi ano violándome primero con uno y luego con dos dedos.

Luego volvió atrás para separar mis nalguitas y ver cómo me dejó- Así me gusta belleza…-dijo al observar y me lamió el culito para seguir lubricándome.

Todo mi cuerpo latía por él, lo deseaba de sobremanera y sentía la ricura de su lengua, entonces volvió hasta mí para morderme la nuca y los labios y sentí que me volvía a presionar mi entradita pero no eran sus dedos.

-Qué es!??- dejé de besarlo para preguntar con un susto tremendo...

-Tranquila mi florecita preciosa…

-¡Nooo qué es Pablo??!- y me tomó el rostro apretándolo para besarme y que no me pudiera dar la vuelta.

-Tranquila mi corazón – su fuerza me venció y siguió besándome mientras aumentaba la presión en mi culito y – Ahhhhhhyyyy noo por favorrrr!!!- y me metió su pollazo en el culo haciéndome llorar de dolor.

-Ya está mi amor…- me consolaba con una suerte de crueldad atrapándome con un brazo suyo que me rodeaba y me aprisionaba mientras me iba abriendo más al fondo. En ese momento quise salir corriendo, pero él me sostenía y comenzó a moverla dentro de mí invadiéndome. Miré al espejo y me vi con un macho encaramado violentándome con ese pollón en mi culito y de golpe- uuufffffffffff, todavía me acuerdo y me estremezco- me la sacó dejándome una hermosa sensación de vacío que me volvió a calentar mientras el macho me susurraba al oído- ya está mi corazón.. ahora ya tienes el culito preparado para tu macho- y me di la vuelta temblando para buscar su hermoso falo y mamarlo con desesperación.

-Sí belleza… chúpala bien antes de tenerla en el culito- y yo lloraba mientras se la mamaba, ya no sé si de la emoción o del miedo hasta que él me la sacó de la boca y con firmeza me ubicó con las nalguitas levantadas hacia él.

-Mi amorrr- me abrió las nalgas frente al espejo- mira como ya te preparé el culito…ahora te lo voy a terminar.- y temblé porque sabía que llegó el momento de recibirlo.

-Por favor despacito Pablo, con amor- le imploré ofreciéndole el culito al macho corpulento

-Tranquila bebé- comenzó a ubicarse para montarme tomándome de la cintura y besándome el rostro- si te relajas todo va a salir bien- y mientras yo temblaba como una nena se encaramó a mí para luego golpear con su enorme glande mi entradita tentándome- ¿quieres mi amor? ¿quieress ser mi nena?- y yo sentía lo delicioso del tamaño y el peso de ese enorme pene en mi húmedo y caliente agujerito

-Sí, quiero ser tu nena, quiero ser tu nena…-me entregué gimiendo sin control ya

-Así me gusta mi amor- - y dejó caer su peso sobre mí abriéndome con su glande hasta el alma- aayyyyyyyyyyy!!!!- sentí que me iba a desmayar, temblé y traté de moverme pero el macho me sostenía entre sus fuertes muslos.

  • Tranquila mi amor, quédate quietecita- y la longitud de su gruesa vara fue entrando entre mis nalgas con un dolor interminable envainándose en mí hasta su gruesa base- uuaaaaaaaaaaaaaah!!!!-Lloré aguantando esa enorme polla de caballo dentro de mí y mi macho comenzó a besarme tratando de sosegar mi llanto – tranquila mi amor, mira qué hermoso- con sus manos me giró la cara  para que me viera en el espejo con ese macho corpulento encaramado a mí con mis nalguitas sirviendo de asiento a sus enormes huevos.

-Ahora mira mi corazón- y me la fue sacando para que vea salir de mí esa vara enorme y gruesa que me partía en dos y que al salir me dejó un agujero enorme y una sensación intensamente dolorosa que cedía a medida que veía en el espejo a mi anito volver a cerrarse mientras lloraba.

-Ahh mi amor qué pasada como te dejé el culito-me dijo admirado y me volvió a apoyar su gran pollote- te voy a hacer el culo toda la noche- y de un golpe- uaaayyy nooo!!!- me volvió a romper el culito de un golpe de pene violento, hundiéndome entre las nalguitas esa cosa gigante hasta sus grandes huevos y comenzó a culearme pausado- así mi florecita, aguanta la embestida de tu macho- y comenzó a acelerar golpeando sus huevos contra mis nalgas, jugando con mi cuerpito que cedía ante su fuerza viril- ¿te gusta que te rompa el culo tu macho, amor?- me clavó su gran pene hasta el fondo para preguntármelo- ¿te gusta que te rompa el culo?- me embistió de nuevo desgarrándome de dolor- sí me gusta-sollocé aguantándolo y aceleró como un loco mientras yo me veía en el espejo, entregada ya del todo.

Y me veía en el espejo con Pablo encima, ese hombre que apenas conocía y que me estaba metiendo ese pedazo de pollón por el culo, ese hombre a quien me entregaba con el culito ceñido a su gruesa vara que me pulía con cada embestida, ese hombre que yo besaba adorándolo y que seguiría haciéndome su nena no solo esa noche sino que muchas más.

Un relato de Samanta Puerto para Apasiónate