El secuestro de mi mujer
Carlos se casa con Mónica, una bella mujer de rígida moral católica.
Hola, me llamo Carlos y el día que decidí casarme con Mónica debía estar pensando con la polla, porque cualquiera con un poco de cabeza no lo habría hecho. El problema es que Mónica estaba muy buena, demasiado buena para pensarlo con frialdad. La mujer tenía un cuerpo envidiable y era muy guapa, sin embargo tenía un pequeño problema.
Me costó unas semanas descubrirlo, y a pesar de eso fui lo bastante estúpido para engañarme a mí mismo, estaba tan buena......
El mismo día que conocí a Mónica fui a por ella directamente, era una diosa, una de las mujeres más bellas que había conocido y para mi sorpresa yo también le debí gustar pues parecía estar muy a gusto en mi compañía. Quedamos un par de veces y por fin la pedí para salir. Ella me dijo que sí sin dudar. Era el hombre más feliz de la tierra.
La primera señal de que algo iba mal se produjo una semana después. Ya llevábamos siete días juntos, así que al despedirnos en su portal intenté besarla en la boca, ella me rechazó. Al ver mi reacción de disgusto me explicó que su familia era muy tradicional y que ella misma era una persona muy religiosa y que la habían educado en una estricta moral católica. Me dijo que era virgen y que quería reservarse hasta el matrimonio pues estaba claro que la chica quería casarse conmigo.
La verdad es que no me hizo mucha gracia eso de "ver pero no tocar" hasta el día de la boda, pero como ya he dicho me engañé a mí mismo y me convencí de que seguramente una vez casados ella sería una fiera en la cama.
Sólo tardamos seis meses en casarnos en los cuáles cumplí mi palabra. No le toqué ni un pelo y la noche de bodas ella estuvo por fin dispuesta a follar conmigo.
Fue la noche más decepcionante de toda mi vida. Cuando llegamos a la habitación del hotel, Mónica me pidió unos minutos para prepararse. Yo estaba muy impaciente y cuando por fin me dijo que entrara me la encontré ya metida en la cama y con el camisón puesto.
No me creeréis, pero en pleno siglo XXI no pude ver a mi mujer desnuda ni siquiera en mi propia noche de bodas.
Ella insistió en apagar la luz y se tumbó en la cama boca arriba. Sólo me dejó hacerlo a lo misionero y me tuve que conformar con un par de picos con la boca cerrada. Asimismo, todos mis intentos de quitarle la ropa o meterle mano fueron infructuosos, así que en un momento dado dejé de insistir. Por supuesto ella ni me tocó y mientras la follaba permanecía quieta y callada como si todo aquello no fuera con ella.
Es más, mientras follábamos me pareció oirle musitar una oración.
El caso es que en cuanto me corrí dentro de su vagina ella me dio las buenas noches y se dio la vuelta.
Francamente, hubiera disfrutado más haciéndome una manola.
El viaje de novios fue todo así, de manera que a la cuarta noche ni siquiera hicimos el amor, yo no insistí ni ella tampoco.
Ya de vuelta a casa, uno de los días me la encontré llorando en el cuarto de baño. Estaba arrodillada rezando y pedía perdón por el horrible pecado que había cometido al follar con su marido sin quedarse preñada.
Aquello era demasiado. Monica era estupenda pero francamente sin sexo no creo que nuestro matrimonio tuviera futuro.
Los meses pasaron y la cosa fue a peor. Ya nunca nos acostábamos y un día decidí hablar seriamente con ella y decirle que nos habíamos equivocado y que lo mejor sería separarnos. De este modo le esperé en casa a que volviera del trabajo.
El caso es que pasaron las horas y Monica no terminaba de llegar. Yo estaba muy nervioso pues no sabía cómo se lo tomaría. Seguramente se echaría a llorar, pues para ella el matrimonio era sagrado, pero yo estaba decidido.
Las horas pasaban y Monica no llegaba. Eso era muy raro, mi mujer nunca se retrasaba: las nueve, las diez, las once. Eran las doce y aún no había llegado.
De repente y cuando ya estaba empezando a considerar llamar a la policía oí un violento golpe y ruido de cristales. Corriendo fui a la habitación de donde procedía el ruido, encendí la luz y vi una piedra en el suelo entre los cristales rotos.
Rápidamente me asomé a la ventana pero no vi a nadie, entonces empecé a recoger los cristales cuando reparé en que la piedra estaba envuelta en algo.
Efectivamente era un papel pegado con cinta aislante. Lo despegué y vi que estaba escrito. Lo leí y me quedé helado.
"Tenemos a tu mujer. Si quieres volver a verla no llames a la policía. Escribe al email que hay en la hoja poniendo la palabra "Mónica" y espera la respuesta".
La habían secuestrado. No podía ser, seguro que era una broma pesada. Pero parecía cierto, como digo Mónica nunca se retrasaba y quien había tirado la piedra conocía su nombre.
Lógicamente dejé los cristales y fui rápidamente al ordenador.
Me metí en el correo e hice lo que me pedían. "Mónica", puse.
Estaba realmente nervioso, ¿cómo podía ser?, la habían secuestrado. No, todo eso debía ser una broma de mal gusto, era imposible, me decía a mí mismo.
Estaba en éstas cuando de repente mi correo me avisó de que tenía la respuesta al mensaje que acababa de enviar.
Cuál fue mi sorpresa al ver que el mensaje estaba vacío pero tenía adjunto un archivo de video.
Rápidamente lo descargué y empecé a verlo.
En la imagen apareció Mónica vestida con la misma ropa con la que había salido esa mañana de casa: una camiseta, un pullover y unos pantalones vaqueros. No sabría decir dónde se encontraba, tenía buen aspecto pero se le notaba un poco nerviosa y asustada.
"Hola cariño", dijo ella, "estoy bien, no me han hecho nada, además me han dicho que si depositas ahora mismo 10.000 euros en la cuenta corriente que aparece en la pantalla me soltarán".
El video acabó repentinamente.
Estaba claro que aquello era un secuestro express, seguramente si pagaba rápido, a Mónica no le pasaría nada, sin embargo, en aquel momento yo no tenía 10.000 euros disponibles para un pago electrónico. Así lo dije en un correo de vuelta.
Mandé el correo y me quedé esperando, sin embargo nadie contestó.
Así pasó una angustiosa hora. Volví a ver el vídeo de Mónica y pensé seriamente en llamar a la policía. Diablos, no tenia ese dinero en ese momento, si esperaban al día siguiente iría al banco y negociaría la anulación de unos fondos por más de 40.000 euros. Tendría de sobra, pero en ese momento.....
De repente apareció un nuevo correo en el ordenador, lo abrí y me di cuenta de que otra vez era un video. Este pesaba mucho más que el anterior así que tardó mucho en descargarse. Muy nervioso conté los minutos hasta que se descargó completamente y por fin empecé a verlo.
Otra vez apareció Mónica. Ahora estaba llorando y decía repetidamente que no a alguien que estaba fuera de plano.
Repentinamente apareció una pistola apuntando a su cabeza y tras dudar un momento, Mónica empezó a desabotonarse la camisa. Mi pobre Mónica no dejó de llorar en ningún momento, pues alguien, pistola en mano, le estaba obligando a desnudarse delante de la cámara. Sumisamente se quitó la camisa y después los pantalones quedándose en ropa interior. Entonces un encapuchado entró en plano e insistió en que tenía que quitársela toda. El hombre hablaba a través de algo y su voz era irreconocible.
Aquel tipo no mostraba ni un centímetro de su piel pues llevaba capucha, mono negro y guantes, sin embargo, estaba claro que era un hombre de raza negra pues de repente se sacó su enorme polla al aire.
"Por favor, cariño, págales", me dijo Mónica con lágrimas en los ojos, "si no lo haces en media hora van a violarme".
El video se cortó justo cuando el encapuchado volvió a amenazarla con la pistola y Mónica llevó sus manos hacia atrás para soltarse el sostén
De pronto me di cuenta de que estaba sudando, el corazón me retumbaba y entonces miré hacia abajo. Era increíble,..... estaba empalmado.
La siguiente media hora fue angustiosa. No sabía qué hacer. Llamar a la policía sería muy arriesgado. Esos tipos parecían dispuestos a todo. Yo no podía hacer nada. La iban a violar,.... era inevitable, y yo, yo lo vería todo en video.. No, eso no, era monstruoso, pensé, no lo vería ni loco, me moriría. Pero entonces reflexioné.......quizá me mandaran otro mensaje en el video, habría que verlo de todas maneras aunque fuera doloroso.
Los minutos pasaban angustiosamente lentos y por fin llegó otro correo. Era otro video, y éste pesaba mucho más. Con mano temblorosa le di para descargarlo y conté los segundos. La espera me pareció un siglo. Por fin se descargó y lo vi,... lo vi.
El video empezó justo en el segundo en el que habían cortado el anterior, signo de que ni siquiera habían esperado para empezar a abusar de mi mujer.
Aún con lágrimas en los ojos Mónica se sacó el sujetador. Por una fracción de segundo pude ver sus tetas al aire pero ella insistió en taparse. Uno de aquellos tipos le dijo que se quitara las bragas y ella se negó varias veces muy nerviosa así que literalmente se las arrancaron.
Imagino lo que sintió la pobre en ese momento. Mónica se quedó completamente desnuda y tapándose como podía sus vergüenzas. Totalmente aterrorizada decía que no a uno de sus secuestradores.
Repentinamente le tiraron algo metálico a los pies y le ordenaron que lo recogiera. Eran unas esposas. Los secuestradores le ordenaron que cruzara los brazos a la espalda y se las pusiera ella misma. Mónica dijo que no insistentemente.
Entonces alguien le lanzó un latigazo a las nalgas y ella gritó, y como siguió sin obedecer le dieron otro y otro más.
"Vamos, cariño, haz lo que te dicen, no te resistas," dije yo como si me pudiera oir.
De hecho, pareció que así fue, pues Mónica cogió finalmente las esposas y no sin dificultad se las puso en las muñecas con los brazos cruzados a la espalda.
Ya sin protección de ningún tipo, Mónica me mostró su cuerpo desnudo por primera vez. Sus tetas me parecieron preciosas. Normalmente le costaba disimular su tamaño con la ropa, pero así desnuda estaban en plenitud, redondas y desafiantes, temblando a cada movimiento, además estaba tan excitada que en ese momento tenía los pezones tiesos y engrosados. Yo también me estaba excitando y mi polla pugnaba por salir de los pantalones.
Lo hice sin pensar, me bajé la cremallera y empecé a masturbarme
De repente Mónica puso gesto de terror y casi al momento entendí por qué, dos de los hombres se habían desnudado completamente excepto la capucha y entraron en plano,. Efectivamente eran dos hombretones negros altos y musculosos que mostraban a cámara sus traseros mientras se masturbaban delante de ella.
Uno de ellos se puso detrás de Mónica y le obligó a meterse un ballgag entre los dientes, hecho lo cual empezó a atarle los brazos con una soga nudo tras nudo. Mónica ni siquiera se resistió pues el que tenía delante esgrimía un enorme cuchillo con el que le estaba amenazando. El secuestrador deslizó la punta del cuchillo lentamente por sus pechos, su vientre y finalmente se lo colocó con la punta dentro de su coño mientras jugueteaba con uno de sus pezones pellizcándolo.
Pobrecita, mi pobre Mónica parecía casi una niña entre aquellos dos brutos. La mujer no se atrevía a moverse ni un milímetro con la punta del cuchillo metida en sus intimidades. Sin embargo, en aquel momento no pensé en ella sino en mis cuernos. Francamente me jodió que fueran unos delincuentes los que disfrutaran por primera vez de su precioso cuerpo, pues por lo que a mi respecta, mi mujer era prácticamente virgen.
No obstante antes de follársela por todos sus agujeros y de todas las maneras posibles, los muy cerdos quisieron enseñármela bien. Una vez completamente atada uno de ellos la hizo volverse hacia la cámara y empezó a jugar con sus tetas para vergüenza y humillación de ella. Dios mío, no le cabían en las manos, el tipo las bamboleaba, las estrujaba y no dejaba de acariciarle los pezones con los dedos, de manera que se le erizaron más aún. Mónica apartó el rostro y no quiso mirar a la cámara,.... ya imagino por qué. Hecho esto se la puso al hombro mostrándome un primer plano de su trasero y con los dedos me abrió las nalgas para dejar bien a la vista sus dos agujeros.
El rosado coño de Mónica brillaba de humedad y en su interior se adivinaba una gota pastosa y blanquecina resultado del masaje que le había hecho ese tío en los pechos. Los secuestradores enredaron a placer en los pliegues de su vagina con sus asquerosos dedos mientras de fondo se oían los gemidos de Mónica. Y yo.. yo seguía masturbándome.
Tras un rato de abusar de ella, uno de aquellos pervertidos untó su dedo en el coño de mi mujer y mostrando cómo brillaba a la cámara lo dirigió directamente al agujero de su ano. Primero lo masajeó dando vueltas alrededor de él y en un momento dado se lo empezó a introducir bien adentro.
Ante aquello Mónica gritó desesperadamente y pataleó. Imagino que por su cabeza pasó la idea de que le iban a violar su culo virgen y según su estricta moral eso era un gran pecado. Sin embargo, no pudo hacer nada por evitarlo y el hombre se lo metió entero hasta la tercera falange. Entonces empezó a follarle el culo con el dedo hasta que ella dejó de patalear.
Digan que a esas alturas yo ya estaba sugestionado y confundido, pero me pareció que los gemidos de Mónica cambiaron de tono muy pronto y oí cómo uno de aquellos bestias le dijo a los otros : "se nota que a la puta blanca le gusta que se la metan por el culo". El caso es que siguieron sodomizándola con los dedos y yo ya no pude más y eyaculé. Recuerdo que tras hacerlo me arrepentí profundamente, sobre todo cuando le dieron la vuelta y volví a ver lágrimas en sus ojos.
No obstante las lágrimas no pararon a esos desalmados. Un tercer negro también desnudo entró en liza y mientras los otros dos la sostenían en alto manteniendo sus piernas abiertas y separadas, el tipo se agachó y levantando la parte de abajo de su capucha empezó a comerle el coño.
Mónica se resistió todo lo que pudo pataleando, gritando y diciendo que no, pero llegó un momento en que dejó de resistirse y entonces su rostro cambió completamente. El ceño de mi mujer fue cediendo, cerró los ojos y entreabriendo la boca, sus gritos se convirtieron en jadeos y suspiros.
A pesar de haber descargado hacía solo un rato, el ver lo que le estaban haciendo me la puso otra vez dura y volví a masturbarme mientras oía cómo Mónica cada vez gritaba más fuerte y arqueaba su cuerpo entre estremecimientos de placer.
Entonces el tipo que le estaba chupando el coño paró por un momento.
"Se ha corrido en mi boca la muy cerda", dijo, y los otros dos se echaron a reir.
Aquello era denigrante, Mónica miraba visiblemente humillada a la cámara como si supiera que yo iba a ver aquello.
Entonces el tío que le había hecho el cunilingus ya no paró, sino que se incorporó y la empezó a penetrar. ¡Que horror!, ese hombre tenía un miembro largo como el de un caballo, pero cuando se disponía a penetrarla la película se cortó.
Yo me quedé cortado como un idiota con la polla en la mano y sin saber qué hacer. Entonces le di al video para ver otra vez cómo violaban a mi mujer.
Durante un buen rato seguí masturbándome viendo otra vez cómo abusaban de ella.
"Se ha corrido, la muy puta se ha corrido con esos cerdos y.... conmigo.... nada", pensé. Sé que fui un egoísta al pensar eso, pero no me lo podía quitar de la cabeza. En ese momento llegué a odiar a Mónica y se me olvidó completamente el suplicio por el que estaba pasando. Me volví loco de celos.
Estaba impaciente porque me llegara otro de esos videos, así que se me ocurrió una idea perversa. Contesté en un correo que no podría pagarles todo lo que me pedían,.... que no tenía tanto, que me dieran un día más y todas esas cosas que se dicen para ganar tiempo. Como imaginé, eso les cabreó mucho pues lo siguiente no fue un video sino un mensaje en el que me insultaban y me decían que en ese momento se estaban follando a mi Mónica por la boca y por el culo y que en una hora me mandarían el video para demostrármelo.
Efectivamente, al de una hora más o menos me empezaron a llegar correos con videos adjuntos. Eran tres como los anteriores e imaginé perfectamente cuál sería su contenido así que sin esperar a que se descargaran todos empecé a ver el primero.
Éste era continuación del anterior y empezaba en el momento en que empezaban a penetrar a mi mujer por delante. Como digo, aquel negro tenía un pene monstruoso. Mónica gritó y se estremeció cuando la penetró con él y se la metió hasta las pelotas. Tras un rato de mete y saca la llevaron hasta un colchón mugriento y tras enfocar bien la cámara esos tres individuos se la follaron por turno. Debía haber un cuarto secuestrador que accionaba la cámara haciendo zooms y moviendo el plano.
Mientras uno se la follaba los otros dos se ocupaban de chuparle todo el cuerpo y morderle aquí y allá. En un momento dado los dos tipos se pusieron a chuparle y mordisquearle las dos tetas a la vez y entonces ella dejó de luchar otra vez y se abandonó del todo.
Al ver aquella escena me volví a correr en cuestión de segundos, en ese momento hubiera pagado el doble de lo que me pedían aquellos individuos, pero no por liberar a Mónica sino por follarla junto a ellos y provocarle un orgasmo..... No podría jurarlo, pero creo que Mónica se corrió unas cuantas veces mientras la violaban.
Y así estuvieron más de media hora que yo vi entera sin perderme un detalle.
La película se cortó e inmediatamente me puse a ver la siguiente.
Esta vez prepararon a Mónica antes de empezar a grabar. La ataron de rodillas con los brazos en alto completamente estirados sobre su cabeza y sujetos a una argolla en la pared. Además, uno de aquellos tipos estaba terminando de atar con sogas las rodillas y los tobillos entre sí.
Monica estaba realmente asustada, aún amordazada y maniatada completamente desnuda y pringada de esperma y orina. De pronto vio a todos aquellos hombres desnudos rodeándola y creo que entendió la que se le venía encima pues antes incluso de que le quitaran la mordaza ella negó desesperada.
Efectivamente una vez con la boca libre, uno de aquellos negrazos le acercó la polla a la cara e incluso le tocó con ella. Mónica cerró los ojos rechazando como pudo el contacto con ese miembro y gritando desesperada. Mientras la veía forcejear torciendo su cara hacia los lados y manteniendo los labios prietos, recordé que en cierta ocasión me confesó que la felación siempre le había parecido una práctica asquerosa y repugnante. Por supuesto nunca la había practicado y me dejó muy claro que ella no lo haría ni loca conmigo pues iba en contra de la religión y los mandamientos. ¡Cómo son las cosas! Ahora se lo tendría que hacer a tres o cuatro desconocidos contra su voluntad.
El secuestrador lo intentó de todas las maneras pero Mónica se negó con todas sus fuerzas.
Eso cabreó mucho a sus violadores, pero no por eso se rindieron. Y ya que ella no quería chupar por las buenas le obligaron por las malas.
De repente, uno de aquellos bestias encendió un cigarro y tras conseguir que la punta se pusiera incandescente se puso a quemarle con él en las tetas y los costados de su torso. Mónica gritó y lloró que dejaran de hacerle eso, pero ellos no hicieron ni caso y siguieron con el cigarro. No sé cómo explicarlo, pero aquello me excitó mucho. Me dio mucho placer ver lo que le estaban haciendo y sintiendo un repentino mareo empecé a correrme otra vez.
Mónica soportó ese tormento todo lo que pudo pero al final acabó por rendirse y se la tuvo que chupar a aquel hijoputa. Al principio se notaba que le daba asco y dentera, pues Mónica no terminaba de aceptar aquello. Nada más metérsela en la boca la expulsaba tosiendo, escupiendo y pidiendo por favor que no la obligaran a hacerlo, pero los tíos no paraban y otra vez volvieron a "persuadirla" con el cigarro encendido.
Entre lloros Mónica no tuvo más remedio que hacer la mamada en condiciones, la mujer tuvo que vencer su repugnancia o más bien sus prejuicios y empezó a hacer la felación sin sacársela de la boca.
En aquel momento sentí un placer muy morboso viendo cómo le doblegaban. Sin embargo, lo que siguió no me gustó tanto, pues llegó un momento en que Mónica le empezó a coger afición. Imagino que muchas mujeres se sentirían en la gloria con semejante miembro entre los labios y mi mujer no fue una excepción. Minutos después, aquello dejó de ser una violación. Mónica se la mamó animosamente a aquel negrazo con los ojos cerrados, relajada y sin crispación alguna. Atrás y adelante, atrás y adelante, movía la cabeza sin parar y ese largo pene aparecía y desaparecía. Y Mónica siguió mamando y mamando sin parar hasta que el tipo se estremeció y empezó a correrse dentro de su boca.
La muy puta se lo tragó todo sin decir ni pío y cuando el segundo secuestrador le puso el pene a su alcance ella misma se lo atrapó con la boca felando como una ninfómana.
Aquello era el colmo, me gustaba verlo pero también me daba rabia que la mosquita muerta hubiera resultado ser tan zorra. Ya me podía haber hecho a mí todas esas cosas. Pero qué pedazo de guarra, si se la metía hasta la campanilla. Los negros estaban encantados,.... no me extraña. El segundo tipo le dejó la cara llena de semen y cuando terminó de eyacular ella se la volvió a meter para limpiarle hasta la última gota.
Cuando terminó de chupársela al tercero la volvieron a amordazar con los restos de sus propias bragas y cinta aislante, aunque antes las empaparon bien en su vagina que para ese momento ya destilaba visiblemente.
Yo ya estaba otra vez empalmado y puse el tercer video.
Efectivamente como me prometieron, en el tercero encularon a mi mujer. Mónica fue desvirgada salvajemente por el ano. Mientras lo hacían no pude verle la cara pues enfocaron su trasero con un ángulo de 45 grados para que pudiera ver bien cómo le rompían el culo. De todos modos, pude oírla perfectamente y a juzgar por sus gritos otra vez ahogados por la mordaza, aquello no le debió reasultar tan agradable como la felación. En el fondo me alegré un poco.
Cuando acabó aquel video decidí escribir otro correo más largo que los anteriores. En él expliqué a los secuestradores que no podía pagarles pues no tenía el dinero en cuentas líquidas, pero que si esperaban hasta las 10 horas de la mañana siguiente, anularía los fondos y tendría suficiente para pagarles. Les aseguré que sería inútil que castigaran más a mi mujer pues eso no serviría para que pagase antes.
Parece ser que eso les convenció pues me mandaron otro video en el que tras subir el rescate a 15.000 euros dijeron que estarían dispuestos a esperar hasta las 10 de la mañana. Eso sí, si no les pagaba me advirtieron que empezarían a torturar a Mónica, y mientras me decían esto la cámara enfocó una mesa con unos alicates, un consolador, una vela, una caja de alfileres, unos clavos y un soplete.
El corazón me empezó a retumbar dentro, la iban,....la iban a torturar. No podía ser cierto, no se atreverían a tanto. De todos modos, y a pesar del estado en que me encontraba pensé fríamente que entonces yo no podía hacer nada pero que a la mañana siguiente podría solucionarlo todo. Ya eran las cinco de la mañana y decidí dormir un poco, pero no pude pues no podía quitarme de la cabeza lo que pretendían hacer con mi mujer,........ de hecho sentía una gran curiosidad por ver lo que ocurriría si no pagaba.
Sin haber pegado ojo me puse en movimiento a las 7,30 y ya estaba en el banco a las 8,30. no me fue difícil tratar con el del banco y en diez minutos ya tenía el dinero disponible en mi cuenta. Rápidamente volví a casa, ya podía pagarles a esos cerdos y liberar a Mónica de aquel infierno.
Sin embargo, en ese momento me acordé de todo, de lo frustrado que me sentí en la noche de bodas, de sus remilgos y escrúpulos cada vez que intentaba hacer el amor, y luego vi la cara de puta que ponía mientras les chupaba la polla a aquellos negros.
"Que se joda", pensé. "Quiero ver lo que le hacen a esa zorra".
Efectivamente, llegaron las diez y no realicé la operación. A los pocos minutos me llegó un correo. En él me dijeron que yo mismo me lo había buscado y que iban a empezar a torturarla inmediatamente. Una hora después me mandarían el video. Recuerdo que pasé esa hora muy excitado imaginando que en algún sórdido lugar de la ciudad estaban torturando a Mónica. No sé si era curiosidad o puro sadismo por mi parte, pero me justifiqué a mí mismo diciendo que en el fondo se lo merecía.
En el tiempo convenido llegó otro mensaje con el video. Me advirtieron que lo viera bien y que si a la una no había pagado a Mónica le harían cosas aún peores.
Muy excitado me puse a ver el video
Al principio apareció Mónica sobre una tabla inclinada con los brazos y piernas atados entre sí detrás de ella. Lógicamente ofrecía generosamente la parte delantera de su cuerpo y se veía obligada a mantener las piernas bien abiertas. A su lado habían colocado la mesa con los instrumentos de tortura y los dos negros aún desnudos pero con la capucha puesta la flanqueaban.
Le dejaron tiempo para que me suplicara otra vez que pagara. Mónica estaba temblando y su cuerpo brillaba de sudor, pues sabía lo que le esperaba. Al ver aquello se me puso tiesa como una piedra. Entonces uno de aquellos la obligó a abrir la boca y le encajó el ballgag entre los dientes atándoselo a la nuca mientras ella intentaba decir que no con la cabeza.
Empezaron con los alicates. Los mostraron a cámara y tras abrirlos y cerrarlos un par de veces le empezaron a coger pellizcos en la piel. En ese momento, viendo sufrir a Mónica descubrí que yo también era un sádico. Me pareció maravilloso ver lo que le hicieron y cómo ella gritaba y agitaba su precioso cuerpo desnudo intentando liberarse de sus ataduras. Ni siquiera fue tan terrible, sólo unos dolorosos pellizcos, pero a ella sí debió parecérselo indefensa como estaba.
Tras un buen rato cogiéndole pellizcos y dejándole algunas marcas rojizas cogieron un clavo y manteniéndolo cogido por la punta entre los dientes del alicate colocaron la cabeza en la llama del soplete. Pude ver el terror en lo ojos de Mónica que miraba cómo calentaban el clavo y adivinando lo que pensaban hacer con él. El metal sólo necesitó unos segundos para calentarse y entonces se lo aplicaron en la piel del costado. Mónica gritó y todo su cuerpo tembló de dolor. El que la estaba torturando mostró el clavo a la cámara y lo volvió a poner en el soplete, al de unos segundos se lo volvieron a aplicar en la piel.
El placer que sentía al ver aquello era cada vez mayor. Al fin y al cabo, no le hacían nada irreparable, pero yo imaginaba el terror que estaba sintiendo ella en ese momento. Lo del clavo y el soplete duró bastante rato. Imagino que a Mónica ese tormento se le hizo interminable. Sobre su piel aparecieron pequeños puntitos rojos y la pobre no dejaba de gritar.
La tortura se alargó durante una hora entera, en un momento dado los secuestradores le pusieron un capuchón de látex de esos de sado y así cegada la siguieron quemando con la cabeza del clavo y masturbando brutalmente con un grueso consolador. El video terminó pero yo estaba seguro que continuaron atormentándola o follándola pues ellos también estaban muy excitados.
Llegados a ese punto pensé que la cosa había llegado demasiado lejos y decidí por fon pagar.
Esta vez tardaron mucho en responderme, casi diez horas. Supongo que se tomaron su tiempo para asegurarse del pago, hacer desaparecer todo rastro del dinero y desaparecer ellos mismos. A eso de las ocho de la tarde estaba ya muy nervioso cuando me llegó otro correo en el que me indicaban con un croquis el lugar donde habían mantenido secuestrada a Mónica.
Yo de todas formas no me confié y llevé conmigo una pistola. El lugar era una casa medio abandonada a las afueras de la ciudad. Cuando llegué en mi coche cogi la pistola de la guantera y entré con sigilo. La casa estaba toda destartalada con ventanas y puertas rotas y todo tirado por aquí y por allá. Por un momento pensé que me habían tomado el pelo, pero tras mucho buscar encontré una puerta que parecía dar al sótano.
Con mucho cuidado la abrí, había luz dentro, así que antes de entrar quise asegurarme de que no estaban los secuestradores. No se oía nada, pero de pronto percibí como un gemido apagado. Más confiado entre dentro y entonces la vi. Mónica estaba allí, tal y cómo la habían dejado aquellos brutos.
La pobre estaba en la misma postura en que la habían atado los secuestradores para torturarla, aún desnuda y con el capuchón sobre su cabeza. Efectivamente, después de pagar habían seguido divirtiéndose con ella echándole cera caliente en el torso y clavándole pequeñas agujas en los pezones.
Mi primera reacción fue de alegría por encontrarla viva y me acerqué para liberarla. Sin embargo, no lo hice. Por su parte, ella debió notar mi presencia, pero no tenía por qué saber que era yo, imaginé que pensaría que era uno de sus secuestradores. Entonces se me ocurrió que..... Ella ni siquiera se enteraría. Sin decir nada, empecé a acariciar su piel desnuda. Ella se estremeció al contacto y gimió.
Recuerdo que su cuerpo cálido tembló entre mis manos y eso me produjo un profundo placer. Entonces lentamente me puse a acariciar y lamer su piel quitando con los dedos trozos sólidos de cera. Por su parte, tras el sobresalto inicial ella no pareció pasarlo tan mal. Seguí acariciándola y tocando su suave piel. Su cuerpo que ella me había negado tantas veces era ahora mío, y ella era preciosa, preciosa y ya no era esa mojigata frígida que me había rechazado tantas veces sino una zorra masoquista. Al ver las alfileres en sus pezones se las saqué una a una arrancándole pequeñas quejas y entonces me metí sus pezones en la boca succionándolos bien mientras me ponía a masturbarla. Mónica empezó a gemir de placer y a estremecerse y entonces su coño empezó a mojarse. Yo seguí y seguí masturbándola sin dejar de mordisquear sus pezones y por fin lo conseguí. Mónica se corrió entre mis manos........
...........................................Seis meses después...........
- Monica, ¿eres tú?
Carlos oyó un ruido en la puerta de entrada desde el sofa en el que leía el periódico y al no recibir respuesta se sonrió y casi mecánicamente se sacó la polla del pantalón.
Aún pasaron unos minutos en los que oyó ruido de perchas, cremalleras telas que caían al suelo y `por fin un sonido metálico y el inconfundible ruido de un cerrojo al cerrarse. Carlos cerró los ojos mientras su miembro se ponía duro sólo. De repente y tras un rato sintió una agradable y cálida caricia en su pene. Carlos levantó el periódico y vio la bonita cara de Mónica con la polla metida en la boca.
Hola perrita.
Hola mi señor
Mónica estaba completamente desnuda con las manos esposadas a la espalda y un collar de perro en el cuello. Sólo se había dejado encima sus medias y sus zapatos de tacón.
- Llegas tarde.
Mónica se limitó a gemir diciendo que sí sin sacársela de la boca.
- Tendré que castigarte.
Mónica oyó con placer esas palabras y volvió a afirmar dándole la razón con el miembro dentro. Tras seguir chupando un buen rato, Carlos la cogió del collar de perro y se la llevó al sótano donde tenían todo lo necesario para el castigo. Mientras la llevaba al sótano, Mónica pensó en cómo había cambiado su relación con Carlos.
Desde que lo recordaba, Mónica siempre había soñado con ser una sumisa. A pesar de que deseaba a Carlos con todas sus fuerzas no se lo puso nada fácil e hizo el papel de mojigata deseando secretamente que él se hartara de la situación y la forzara. De este modo, él se haría la ilusión de que había doblegado la voluntad de una mujer de moral intachable y ella sería su esclava para siempre. Pero Carlos se resistía. Por eso al final tuvo que recurrir a lo del secuestro.
No le costó mucho convencer a aquellos cuatro inmigrantes. Eran los empleados de limpieza de la empresa y no le harían ascos al dinero....... ni a ella.
El caso es que con el montaje del secuestro consiguió que Carlos reaccionara exactamente como ella deseaba.
Ahora, caminando a trompicones desnuda y maniatada, Mónica rezó mentalmente una oración dando gracias a Dios mientras Carlos abría la puerta que daba al sótano.