El secuestro de Gabriela

Gabriela es secuestrada, se siente aterrorizada...Hasta que descubre que su secuestrador es su hermano Samuel, momento en el cual su pánico aumenta.

La fría y oscura noche ocultaba a Gabriela entre las sombras de la ciudad, la Luna brillaba en sus ojos azul turquesa, y el viento rozaba su cara angelical, su camiseta blanca, sus pantalones cortos color verde, y sus piernas y brazos desnudos.

Pasó por el callejón que llevaba camino a su casa, cuando de repente, el tacto de una mano masculina agarró su cintura, y un pañuelo ocupó sus labios y su nariz ;cloroformo. Se desmayó en manos de un desconocido, con una lágrima resbalando por sus ojos.

Gabriela, tras pasar una horrible noche entre sudor y cloroformo, despertó atada, vendada, y amordazada ; era la sensación más terrorífica que había pasado jamás.

Intentó gritar, pero un leve sonido era lo único que llegó a salir de su boca.

Alguien le pasó dos dedos por el cuello, provocándole un escalofrio.

-Gabriela, Gabriela, Gabriela...-dijo una voz desconocida

Ella intentó gritar.

El desconocido, con un tono de voz cambiado, pronunció :

-Intenta gritar. Pero eres una marioneta en mis manos, no te marcharás si yo no lo quiero.

Los llantos aumentaban, y Gabriela estaba desesperada ; casi en un un ataque de ansiedad. Su cabeza iba a explotar de nervios.

-Tranquilizate, pequeña...yo no te haré nada. Samuel se ocupará de tí.

<>,pensó ella <>

Gabriela notaba una leve presión en la vejiga, y empezó a moverse como si la vida se le fuese en ello ; no era momento de pensar, el pánico superaba susracionamientos.

-¿Qué ocurre?-preguntó la voz, preocupada

Le quitó la mordaza un momento.

-Debo ir al baño, ¡Por favor!-suplicaba ella

-Si tantas ganas tienes, te lo haces encima. Las órdenes que me dio Samu fueron claras, tú no te mueves de aquí. Pero sería mejor que aguantases, no puedes estar

hecha una guarra cuando llegue...claro que eso es inevitable. Porqué lo eres.

-¡Por favor!-seguía rogando Gabriela

La mordaza volvió a su boquita ; sus labios y su lengua fueron sellados de nuevo.

La saliva que resbalaba por la mordaza, mojando sus pantalones verdes. Eso aumentaba sus ganas de orinar.

El desconocido visualizaba la ciudad a través de la ventana, y empezó a hablar por teléfono :

-Sí,sí,está aquí. ¿Qué? Claro que no-observó a Gabriela durante unos instantes-.Escúchame, necesita ir al baño. ¿Qué hago? Sí, sí...entendido. Hasta ahora.

Le quitó los pantalones y las braguitas a Gabriela, quitando una atadura y luego la otra ; a pesar de eso, Gabriela estaba inmóvil por la falta de alimentación.

Se sentía violada, usada, degradada como mujer. Se sentía inferior a su secuestrador.

Él puso su mano en el culo de Gabriela, y lo levantó un poco. Puso algo debajo de su culo y su coño ; era una especie de cubo.

-Empieza a mear-fueron las únicas palabras del secuestrador.

Gabriela, como pudo, temblorosa, empezó a orinar. Cuando hubo terminado el secuestrador le secó la vagina con un papel,y el tacto de éste excitó a Gabriela.

Ruidos de llaves, ruido de cortina, palabras vacías, y unos cuantos pasos. Samuel había llegado. Por el ruido, Gabriela pudo intuir que se había sentado delante de ella.

Sus sospechas se hicieron ciertas cuando le quitó la venda de los ojos (aunque estaba sentado con la silla al revés), los cuáles aún tenían lágrimas. Acto seguido le quitó la mordaza.

-Hola, Gabriela-pronunció con un tono alegre

-¿Qué es todo esto? ¿Qué está pasando Samu?-preguntó, llorosa

-Siempre fuiste muy tonta, es tu único fallo.

-Samuel, ¿Qué ocurre?

-La niñita necesita que le digan las normas...Vamos a ver, maldita ignorante...Tu hermano te secuestra, y tú preguntas. ¿No te parece algo idiota?

-Por favor explícamelo ya.

-A mi no me des ordenes.

-Por favor-suplicó

-Eso está mejor...Verás, como bien sabes, siempre fuiste la hermanita favorita de papi y mami. Es muy duro para un hermano ser ignorado, abandonado...la indiferenciaes muy angustiante. Siempre que pudiste aprovechaste que eras un ángel, me ordenabas cosas y si no las cumplía le decías a nuestros padres que te había pegado.Tantas mentiras fueron creidas...Siempre decías que te pegaba, y cuando tuve 18 años y decías que te había violado, me enviaron al hospital psiquiátrico. Hoy, trasdemostrar que era inocente, salí de ahí. Aquí la única enferma mental eres tú, y yo seré tu medicina.

Samuel bajó los ojos, y vio el coño de su hermana, el cuál se quedó visualizando durante un buen rato. Luego, subió la mirada hasta sus ojos.

-Estás mojada...

Ella intentó decir algo, pero Samu interrumpió.

-Eres una guarra...y eso me encanta.

Él la besó, al principio intentó resistirse, pero vio que era inútil. Mientras la lengua de Samu recorría su boca, Gabriela rompió a llorar.

Él se limitó a escupir en su cara.

-Deja de llorar, niña idiota. Me amargaste la infancia, y ahora lo vas a pagar...No, no se trata de una venganza, es un ajuste de cuentas. Soy la mano ejecutora del

Karma. Y, a partir de hoy, tu titiritero. Voy a ser tu Amo. ¿Conoces la sumisión?

-Se lo que es...-respondió Gabriela, con la mirada ausente.

Samuel empezó a masturbarla, mientras dirigía su mirada a los ojos de Gabriela.

Ella apartó la mirada.

-¡No!-gritó, enfurecido-.Deseo que me mires cuando te corras.

Ella, llorando, se limitó a sentir los dedos de su hermano masturbando su coño en círculos, y a mantener el contacto visual.

El orgasmo fue placentero, pero no deseado. Rompío a llorar como una loca.

Samuel besó los labios de su hermana.

-Tranquila, pequeña. Esto no ha hecho más que empezar.

Samu se quedó mirando a quien le ayudó a secuestrarla. A quién ofreció bastante dinero por su ayuda, aunque no hacía falta, ya que era su mejor amigo.

-Vístela-ordenó Samuel-.Tápale la boca, y vendale los ojos. Mañana dale de comer, pero mastúrbate y correte en su comida. Acto seguido, dásela. No le hagas creer queestá en un hotel.

Samuel cogió las llaves, miró a Gabriela y vio que estaba mirándole. Se acercó, se puso en cuclillas, y mirándola a los ojos le dijo :

-Gabriela, querida hermanita, angelito de la Tierra, mujer perfecta, bienvenida al infierno.

Gabriela se quedó pensando, hasta que el secuestrador puso un pañuelo en su boca ; nuevamente cloroformo.

-Dulces sueños, Gabriela.

Continuará...