El secreto mejor guardado, mi vida sexual. (6)

No lo supe pero había encontrado al hombre de mi vida, con un mismo trabajo aunque en distintos centros estuvimos viéndonos cuando podíamos pero nuestros encuentros eran de lo más fogosos.

ENCONTRÉ AL HOMBRE SOÑADO Y ME ENAMORÉ LOCAMENTE.

Después de que me presentaran a Iñaki no me separé de él, ya tarde me acompañó a casa y al despedirnos en el portal lo abracé y lo besé como si no hubiera un mañana, luego me sorprendí por mi atrevimiento pero en ese momento me guió un impulso irrefrenable y cuando lo invité a subir a casa y accedió un montón de ideas acudieron a mi mente, durante el trayecto en el ascensor me besó, su beso fue la confirmación de que también le gusté, no era el clásico beso del chico que ya se frota las manos porque sabe que va a follar, fue un beso dulce que me descolocó y no fue lo único en que me pillara con el paso cambiado.

Estaba “mal” acostumbrada a que los chicos con los que estuve esporádicamente se deslumbraban por mi físico, sobre todo por mis tetas, normalmente solía pasar lo mismo independientemente de la persona, cuando subíamos a casa siempre me empotraban contra la puerta nada más cerrar mi pisito, la mayoría no esperaba ni llegar a la cama, me cogían las manos y las sujetaban sobre mi cabeza apretándome contra la pared, los besos eran tan sólo un trámite o un preludio ceremonial porque enseguida me quitaban la ropa, sobre todo el sujetador y las bragas, incluso hubieron dos que me desgarraron las braguitas de encaje que más me gustaban, alguno (según la fuerza) me levantaba en vilo y me sujetaba por el culo para que me dejara caer en su polla, en esto también tuve mis desengaños, algunos se corrían tan pronto que aunque volvían a intentarlo ya se había enfriado el “hornillo”.

Por eso aquel hombre me cambió los esquemas, estaba dispuesta a que me rompiera la ropa, que me follara pegada a la pared o cómo quisiera pero en cambio me abrazó por detrás y me besó el cuello y los lóbulos de las orejas, noté que se me encogían hasta los dedos de los pies y el vello se me erizaba hacia arriba, en el coño sentí cómo se desenredaban los rizos y cuando la oleada de emoción me llegó a las tetas las areolas se arrugaron haciendo que los pezones salieran duros  como dátiles.

Me llevó por el pasillo hasta el salón cruzando los brazos sobre mi pecho, sentí sus labios por mis hombros y mi sien, cuando me sentó en el sofá simplemente me dejó suavemente sin prisas, sus manos pasaban sobre mi sin ningún destino fijo, acariciaba mis brazos, manos y pelo, me sentía levitar, mi boca buscaba la suya pero él parecía no tener ansia por follar, quería hacerme sentir como una princesa, me subía un calor que abrasaba por dentro, deseaba que me cogiera en sus brazos y me estrujara entre ellos y que me hiciera suya pero no eran sus planes.

Mi cuello y mis orejas eran rozados por sus labios cada vez que acariciaba la melena castaña y cuando su boca besó la garganta y bajó entre mis pechos creí morir, abrí la camisa para que llegara rápido pero él no tenía prisa, con el sujetador al descubierto sus dedos pasaron por debajo de los tirantes, aunque mis tetas eran grandes, con veinte y pocos años podía permitirme ir sin sujetador, de hecho algunas veces las llevaba libres aunque eran un problema al moverse sueltas debajo de una prenda ligera además de marcar los pezones tan sensibles.

Al caer los tirantes besó desde la axila hacia el centro, no tocaba con las manos pero su boca iba apartando las copas del sujetador que ya sin tensión cedían ante el empuje de sus labios.  Con los ojos cerrados sentía el contacto de sus labios siguiendo sus progresos, estaba tan excitada que tenía que cruzar las piernas para que el flujo no me bajara por los muslos.

Cuando lamió las areolas me incorporé sacando el pecho, cosa que aprovechó para morder el pezón suavemente tirando de él.  No pude soportarlo y un estremecimiento estalló entre mis piernas que se extendió como una piedra en un estanque hasta las tetas y la nuca, me corrí con sólo sus caricias en mis tetas, me trataba como una muñeca de porcelana y era algo a lo que no estaba acostumbrada, por lo menos con un hombre, mi amiga Susana lo hacía igual pero de una forma más afectiva.

Ya no pude esperar más, necesitaba su polla y la tenía al alcance de mi mano, por eso la apoyé en su bragueta, noté su masculinidad pero seguí buscando el comienzo y tuve que manosear hasta debajo del cinturón, con las dos manos intenté desabrocha la hebilla, (no sé porque tenemos tan poca habilidad con las hebillas) , me tuvo que ayudar él y cuando quedó abierto el pantalón dejó que buscara debajo de su bóxer.

Estaba impaciente por descubrir aquel tesoro y no esperé a sacarlo, lo rodeé con la mano cerrada y como no llegaba a cerrar los dedos sobre aquel pene tiré con cuidado.  Estaba tan duro que no se doblegaba para salir pero ayudándome con la otra mano pude sacarlo al fin, aquello sí que era una polla, el chico miraba complacido, sabía que me gustaba y se echó hacia atrás.

Con las dos manos hacia abajo retiré el prepucio y el capullo apareció húmedo de liquido pre seminal, estaba preparado para follar pero él quería agasajarme más y aunque terminó de quitarse la ropa se arrodilló entre mis piernas, tiró de mis bragas suavemente cuando levanté el culo mirándole y me besó el pubis, mis muslos se abrían pero el vello no dejaba ver los labios mojados.

Una serie de besos subieron por mis piernas hasta llegar a la ingle, cogió mis tobillos y los colocó sobre su espalda y su cabeza se acercó a mi coño cerrado, con la lengua lo abrió de una pasada, el clítoris no tenía secretos para él, lo despojó del capuchón y lo sujetó con los dientes, la lengua se encargó de pulsarlo hasta provocarme otro orgasmo tremendo, era el segundo en poco tiempo y tuve que sujetarme las piernas locas para no hacerle daño en la espalda, las sujeté por debajo de las rodillas y tiré de ellas sobre mi pecho, no quedó ningún recoveco por lamer y chupar, sabía cómo poner la lengua en cada rincón de mi coño y me hacía saltar de placer, crucé las piernas por detrás de su cuello atrapando su lengua que se metía en mi vagina que manaba abundante flujo, lamía recogiendo todo lo que salía y cuando lo solté me miró, en sus ojos vi la mirada de un hombre sediento de mi, subió lamiendo el pubis, el estómago y mis tetas por enésima vez y cuando me besó en la boca me dio a probar mis jugos, los saboreé junto a su lengua y noté al mismo tiempo que su polla se apoyaba entre mis labios, mi coño se derretía al notar cómo me quemaba y suspiré.

Lo abracé con brazos y piernas y lo clavé en mi coño, su polla era más gruesa de lo que había calculado y quedé un momento sin respiración mientras el anillo del capullo pulsaba uno por uno los pliegues internos de mi vagina, cuando se pegó a mí me sentí llena, notaba cómo presionaba el útero y casi me desmayo.

  • Me gusta tu polla Iñaki, me llena totalmente, fóllame, lo estoy deseando desde que te besé en la calle, fóllame y dame tu leche.
  • Me encantas Luz, tienes un cuerpo de infarto pero sobre todo me gustas tú, aunque pienso que sería una pena correrme dentro de ti, creo que tus tetas se merecen mi primera corrida, te voy a regar las tetas de leche.
  • Sí, me gusta, muévete ya y no pares hasta correrte en mis tetas.

Iñaki estaba tan deseoso como yo o más, sacó lentamente aquella verga y la clavó de un golpe, gemí de gusto, forzaba mi coño con sus embestidas al mismo tiempo que amasaba mis tetas que no le cabían en las manos.

Fue mi tercer orgasmo en un momento, nunca creí que  fuera multi orgásmica pero ya iban tres y la noche era joven, abrazada a su cuerpo soportó mis temblores y espasmos y me apreté más a él cuando lo noté palpitar en mi interior.

Apuró casi hasta el final y cuando me tumbé en el asiento del sofá, se puso a mi lado, agitó la polla con el glande morado sobre mis tetas, estaban redondas, duras y con los pezones salidos cuando las ráfagas de leche cayeron a discreción sobre mi pecho, veía cómo sus huevos se exprimían con cada lechada que salía despedida a distancia.

Repartí las gotas calientes por todo el pecho, una por una unté de leche las tetas sin olvidar el canalillo, estaban brillantes cuando se arrodilló a mi lado y me besó en la boca, luego me cogió en sus brazos y me llevó a la cama.

Antes de que subiera a mi cama le cogí la polla y la llevé a la boca, tuve que hacer un esfuerzo para meterla pero lo logré, mi lengua recorrió el glande lamiéndole los restos de semen y lo dejé brillante como una gema.

Quise compensarle los tres orgasmos que me había regalado y subí sobre él, mi coño lo recibió tan húmedo que apenas noté su grosor, me senté casi de golpe y dejé que mis tetas cayeran sobre su boca, al empezar a cabalgarlo suavemente oscilaban sobre su pecho rozando el vello rizado del pecho, era muy velludo y me gustó notar que su pubis y el mío se enredaba en un lío de pelo.

  • Luz, quiero correrme en ti, ¿puedo hacerlo?
  • Lo estoy deseando, es más lo necesito, quiero que me llenes con tu leche caliente.

Pasé de un “paso de paseo” a un “trote” y luego a “galope” , cuando me lancé a galope “tendido” levantó el culo para sentirme más y me llenó de leche, se corrió cogiendo mis tetas con las dos manos, las apretaba tirando de mis pezones a la vez que gruñía de placer como un oso.

Cuando nos levantamos para ducharnos, después de enjabonarnos mutuamente, me arrodillé frente a él y le comí la polla otra vez, no acabé de sacarle más leche porque me dio la vuelta y apoyada en los grifos de la ducha me clavó la polla desde atrás, por mis muslos se deslizó una mezcla de semen y flujo que la ducha se encargó de limpiar.

Por la mañana desayunamos desnudos, todavía follamos una vez más además de caricias más o menos calientes, antes de medio día se marchó con la promesa de volver a vernos, me gustaba y quedé ilusionada porque fuera lo antes posible, sabía que tenía un cargo importante en el hospital  y dependía de él.

Iñaki cumplió su palabra con creces, sorteábamos las dificultades en coincidir de la mejor forma, cuando no tenía servicio o guardia en el hospital quedábamos y nos perdíamos por los valles de Galicia, en algún hotelito o fonda rural pasábamos el fin de semana casi sin salir de la habitación, follábamos casi sin parar, nos acariciábamos y besábamos con cualquier excusa y sólo bajábamos para pasear un poco (si no llovía) y comer en algún sitio típico.

Estudiaba con el máximo interés y cuando aprobé el examen de “residente” me tuve que desplazar a otra ciudad, pude encontrar una habitación en un piso compartido cerca del Hospital, me lo recomendaron a través de una compañera, lo compartiría con una médica joven como yo, aunque ella era de Urología y yo de Trauma.

La chica era un cielo de mujer, extremadamente formal, había terminado la carrera con muy buenas notas porque siempre había estado estudiando y no había salido con nadie.  Se llamaba Asun y era una chica muy guapa aunque las gafas de pasta no la favorecían nada, normalmente no hablábamos apenas y prácticamente sólo nos encontrábamos en las estancias comunes pero una noche coincidimos viendo un reportaje de medicina que hacían por televisión, cada una en un lado del sofá comentamos algunas cosas, noté que quería hablar o por lo menos decirme algo y poco a poco se fue abriendo hasta que sacamos cada una lo que teníamos en el frigorífico y lo compartimos en una cena improvisada.

Asun se animó bastante, creí que le hacía falta un empujón para coger confianza, hablamos de todo, de estudios, de proyectos y por supuesto de hombres.  En ese tema yo estaba más preparada que ella y la animé a salir en alguna fiesta y quedar con algún chico, en la Facultad había cantidad de ellos y ahora en el Hospital tampoco escaseaban.

Mi compañera de piso era menuda y delgada pero muy bien proporcionada, una vez “convencida” de que debía salir, me preguntó sobre la indumentaria que debía ponerse, acostumbrada a camuflarse debajo de la bata blanca no se preocupaba por vestir más o menos atractiva.

No le creí porque era tan joven como yo y en nuestra promoción habían verdaderos monumentos de mujer que bien podían haber triunfado en cine o televisión igual que chicos pero ella quiso que la orientara de primera mano, fuimos a mi habitación y le abrí el armario, perfectamente clasificados le enseñé desde mi lencería a mis blusas, camisas o faldas, le entusiasmó todo pero lo que más le impactó fueron las prendas delicadas, plegados copa con copa le enseñé los sujetadores, tengo que confesar que son mi debilidad porque me gusta lucir mis tetas y lo consigo.

Asun no tenía mi talla y quiso demostrármelo, al quitarse la camiseta que llevaba me enseñó su ropa interior, me pareció horrible aunque no dije nada, para que apreciara la diferencia le pregunté si quería probarse los míos.

En un principio se mostró remisa, según me confesó luego, porque nunca la habían visto sin nada desde que necesitó sujetador, no había tenido novio ni ocasión para mostrarse y con una educación familiar bastante adusta no lo echó nunca de menos, para darle más confianza y demostrar naturalidad la imité y me quité la camisa que llevaba y quedé con el sujetador que difícilmente cumplía con su función.

En los ojos de Asun noté el efecto de verme con la lencería, era lo suficientemente sexi para provocar la imaginación y a la vez ocultaba a la vista lo que mostraba por el volumen, mis pezones se marcaban en el tul de una forma tan perfecta como una calcomanía, no quise hacerla sufrir más y sin más solté el cierre y sujeté las copas al caer los tirantes lacios, Asun estiraba el cuello esperando a que soltara las copas para ver lo poco que escondían por eso, cuando bajé sólo una, noté que tragaba saliva, al soltar la otra, quedó enganchada por un momento en el pezón que sobresalía orgulloso.

Al ofrecérselo no tuvo excusa para no aceptarlo, por primera vez iba a enseñar los pechos a una persona ajena a su familia y eso era muy importante para ella, en un gesto de timidez se giró de espalda para que no la viera, aunque por las axilas le pude ver el nacimiento del pecho, con nervios se puso la prenda y sin volverse me dijo…

  • ¡Es precioso, lástima que tenga las tetas pequeñas, me sobra por todos lados!
  • No creas Asun, te lo puedo ajustar y ya verás el efecto.

Asun no llegó a volverse hacia mí pero quedó quieta esperando que le ajustara en lo posible los tirantes y el cierre trasero, me acerqué a ella y pasé las manos por la cinta del contorno de tórax, quería comprobar cuanto le sobraba y al rodearle el estómago noté un leve temblor en su piel.

Encima de mis manos las copas holgadas se notaban tibias por el calor de las tetas de Asun, las subí para notar dónde nacían los pechos y cuando llegué la chica se envaró un poco.

Estaba haciendo un reconocimiento táctil de la situación y volví las manos a sus lados, por debajo de las axilas noté el comienzo de las tetas y con los dedos seguí sobre ellos, el sujetador se había quedado holgado y mis dedos pasaron por debajo, posiblemente no notara el tacto de mis dedos cuando fueron rodeando los pechos por delante por debajo del sujetador, notaba la suavidad de su piel, la tibieza y la dureza, eran bastante menores que lo míos pero tenían una curva por debajo que me gustaba, al llegar a abarcarlos desde abajo subí hacia arriba, Asun estaba inmóvil expectante, no se movía quizá por no parecer tímida pero cuando llegué a pasar los dedos sobre los pezones suspiró, me detuve esperando algún comentario o reacción pero no lo hubo, al contrario los tirantes de mi sujetador cayeron sin fuerza arrastrando al resto.

Quedé con las tetas en mis manos pero la chica no dijo nada, estaba como hipnotizada al sentir unas manos extrañas en sus pezones, los sentí crecer entre mis dedos y cuando llegaron a asomar entre ellos los pellizqué, un gemido largo se le escapó de los labios, estaba como en un sueño que no duró mucho porque cuando acerqué mis labios a su nuca un temblor recorrió todo su cuerpo, la tuve que sujetar por las tetas porque le flaqueaban las piernas, apoyó su espalda contra mi descansando en mis tetas, le gustó notar la suavidad de mis pechos y estuvo quieta unos momentos.

  • Asun tienes unos pechos muy bonitos.
  • Y tú también y muy suaves, me gusta sentirlos en mi espalda.
  • A mí también me gusta notar el calor de tú piel en mis tetas.
  • Noto hasta tus pezones, están duros.
  • Como los tuyos.
  • Nunca me habían dicho eso, nunca.
  • ¿Te gusta que te lo diga yo?
  • No lo había pensado pero sí, me gustaron tus caricias.
  • Me gustaría besarlos.
  • Me da vergüenza Luz, me da miedo que me guste.
  • Eso no es malo, a mi me gustan los pezones y las pollas también.
  • ¿De verdad?  Yo no he visto una de verdad.
  • ¿Tú Uróloga y no has visto una polla de verdad?  No me lo creo.
  • Bueno, sí he visto y he tocado penes incluso he hecho un tacto rectal pero ya ves que erótico, jajaja.
  • Tienes razón, el día que veas una polla dura de verdad sabrás lo que es el cielo, jajaja.

Una vez pasado el momento íntimo cambiamos de conversación, se volvió ya sin pudor y le vi las tetas de frente, los pezones apuntaban hacia arriba en un perfecto equilibrio.

  • ¿Puedo tocar las tuyas Luz?
  • Claro Asun, tócalas lo que quieras…

Se conformó con rodearlas con las manos y como colofón me pellizcó los pezones tirando de ellos pero una vez que había satisfecho su curiosidad cambiamos de tema y después de comprobar que era imposible ponerse mis sujetadores insistió que me probara el suyo, nos reímos mucho cuando intenté sin éxito ponerme aquellos, me salía carne por todos lados pareciendo un bikini con muy poca tela.

Un día estaba de guardia en la Planta de trauma, pronto me hice amiga de las enfermeras incluso de las auxiliares que me contaban anécdotas con los pacientes, yo procuraba ayudarles por no estar encerrada en el Control y de paso aprendía mucho más que en los libros.

Una mañana llegó un ingreso de un hombre de mediana edad, era aficionado al ciclismo y según nos contaron desde Urgencias había sufrido un accidente y se había roto las clavículas, las auxiliares lo acomodaron y las enfermeras empezaron a controlar temperatura, tensión, etc.

Como estaba de guardia empecé a pasar los datos en el historial del joven, estaba acompañado por una joven de unos veintitrés años, seguramente su esposa que estaba muy apurada por el accidente, no sabía qué hacerle para que no sufriera porque tenía enyesado los dos brazos.

Cuando ya se habían servido las cenas y recogido las bandejas la sala se tranquilizó, las visitas se fueron y el pasillo quedó en silencio, al momento sonó el zumbador de la habitación del joven ciclista y por el altavoz oímos a la mujer asustada que pedía que fuéramos corriendo, acudió la enfermera y volvió enseguida pidiéndome que la acompañara, según llegábamos me dijo…

  • Prepárate a ver algo tremendo, nunca había visto nada igual en mis años en el hospital.
  • ¿Qué es lo que le pasa?
  • Ya lo verás, no te lo vas a creer.

Al entrar en la habitación, la mujer estaba agobiada y nerviosa, la enfermera le dijo que nos dejara explorarle y la joven se fue a un rincón. La enfermera corrió la cortina de intimidad y me avisó, lentamente levantó la sábana del joven, debajo del camisón reglamentario de la Seguridad Social se apreciaba un bulto que parecía una carpa de circo, el chico miraba hacia otro lado asustado y la enfermera siguió levantando el camisón.

Cuando lo retiró del todo apareció una polla vertical hinchada y roja, debía estar operado de fimosis porque no tenía prepucio para esconderse, el joven estaba avergonzado y ni siquiera nos miraba, nosotras estábamos admiradas a la vez que preocupadas por aquella polla.

  • ¿Desde cuándo tiene el pene así?
  • Desde ésta mañana.
  • ¿Desde ésta mañana, por qué no nos ha avisado enseguida?
  • Me daba vergüenza, nunca había estado en un hospital.
  • Tenemos que dar una solución urgente, no puede tener una erección como ésta tanto tiempo, ¿le ocurre con frecuencia?
  • A veces, cuando estoy mucho tiempo sin aliviarme.
  • … Pero está su mujer con usted…  ¿O no es su mujer?
  • No, es mi cuñada, mi mujer está con él niño en casa, es un bebé todavía.

Me giré hacia la enfermera y cruzamos las miradas sin saber qué hacer, de momento se me ocurrió una idea, le dije a la enfermera que llamara a la doctora Asunción de Urología, era mi compañera de piso y seguro que me podría a ayudar.

No sé con la urgencia que la llamó pero a los cinco minutos estaba allí, la enfermera al verme ya acompañada por otra doctora dijo que seguiría atendiendo a otros pacientes, porque acababa de sonar el timbre de llamada desde otra habitación.

Asun tenía cara de preocupación pues no sabía en realidad porque la llamaba, la enfermera sólo le dijo que la necesitaba urgente, la cuñada del paciente estaba sentada encogida en el otro rincón de la habitación cuando levanté la sábana del paciente.

Abrió los ojos asombrada, aquello no aparecía en los libros de texto, no era el dibujo de un pene flácido esquemático, aquello era una verdadera verga con todas las venas hinchadas azules pese a lo oscuro de la piel, era casi completamente negra excepto de la mitad hacia arriba que era rosada excluyendo el glande que casi era morado ya.

La Uróloga se vio con la responsabilidad de darme una solución aunque estaba tan perdida como yo y con el dedo índice tocó levemente la punta del capullo, al sentir el tacto del dedo la polla dio un estremecimiento y se movió asustando a Asun, cuando volvió a su posición quiso terminar de explorar el miembro pero dudaba de hacerlo, yo le ayudé, tenía la experiencia de Iñaki, aunque la suya no era tan larga pero igual de gruesa no imponía tanto como aquella de tres colores.

Sujeté el mástil con dos manos y Asun pudo tocarla con tranquilidad, apretó el meato abriéndolo viendo que salía unas gotas brillantes, le dije que por eso no se preocupara, la cuñada estaba asustada al verle la polla al chico, él procuraba ocultársela y ahora la veía así por primera vez.

  • ¿Perdone usted es su… cuñada, no?
  • Sí, me llamo Raquel, soy la hermana pequeña de Cleo, su mujer…
  • Bien, no se asuste, no es muy frecuente pero a veces pasa, intentaremos darle un tratamiento para calmarlo, ¿ha cenado ya?
  • No, no me atrevía a dejarlo solo.
  • No se preocupe, ahora le acompañaremos nosotras, si quiere cene tranquilamente antes de que cierren la cafetería, cuando vuelva espero que ya esté mejor.
  • Uf, gracias, estaba muy apurada, no sabía qué hacer.

La chica salió aliviada de la responsabilidad y nosotras quedamos con aquel “panorama”, lo cierto es que yo tampoco había visto nunca una polla de aquel tamaño y menos con una erección tan brutal, parecía que iba a estallar de un momento a otro.

  • No sé qué podemos hacer, cuando estudiaba creo que a esto se llamaba priapismo o algo parecido pero creo que era crónico aunque el paciente no hace tanto que lo sufre.
  • Pienso que debíamos intentar saber más sobre esto antes de hacer nada, tú no tienes mucha experiencia y yo nada de nada y si esperamos a mañana cuando vengan los médicos veteranos igual se monta la de Dios y si llamamos a los de Urgencias se pueden reír de nosotras, vamos a averiguar más cosas.
  • Creo que está bien pensado.
  • Perdone… quisiéramos que nos cuente cómo le ha pasado esto, porque aquí en el hospital…
  • Ha sido esta mañana, le pedí a mi cuñada que me trajera la botella para orinar y como tengo los brazos escayolados no puedo ponerla yo, como vieron es muy apocada y comprendo que lo pasara mal, me puso la botella entre las piernas pero le dije que el siguiente paso era meter la polla en el cuello de la botella pero a ella le costaba hacerlo, no la culpo porque lo intentó varias veces, me cogía la polla con dos dedos y la encaraba a la botella pero como la tenía blanda se salía.
  • Ya voy comprendiendo.
  • Le explique que la cogiera con toda la mano hasta que después de mucho insistir lo hizo y la pudo encarar pero se caía por el peso, ya ven…
  • Ya, ya me lo imagino, caramba.
  • El caso es que le dije que sujetara la polla mientras meaba porque estaba a reventar, Raquel lo hizo pero la sujetaba con miedo y se derramaba, le dije que la empujara hacia adentro con fuerza apretando con la mano, lo hizo no sin recelo y la metió tanto que sólo me dejó los huevos afuera, por fin pude orinar pero con su mano rozándome los huevos y apretándome la polla empezó a ponerse dura y…
  • Vaya problema, me lo estoy imaginado.
  • Sí, le tocó sacarla estirando pero lo peor vino después, le dije que la sacudiera para escurrirla pero en vez de sacudirla hacia los lados lo hizo de arriba abajo, eso fue lo que colmó el vaso, la polla se puso así como está ahora y Raquel la soltó asustada, creía que era por culpa suya, la verdad algo sí que tenía, porque cuando me la estaba meneando se le veían las tetas por el escote y a mí es algo que me vuelven loco, mi mujer apenas tiene dos pecas que solamente le han servido para amamantar al bebé aunque por lo menos tenía bastante leche.
  • ¿Y dijo antes que le había pasado otras veces?
  • Sí, en casa pero allí mi mujer ya sabe lo que tiene que hacer…
  • ¿Y cómo se lo alivia?
  • Pues… imagine, cuando estoy así me acaricia con la mano.
  • ¿Y nada más?
  • No, es muy pudorosa y no le gusta besarla ni lamerla y hacer el amor… lo justo, el misionero y poco más.
  • Bueno Asun… creo que no es muy grave pero no podemos dejarlo así toda la noche.
  • Ya lo sé Luz pero no tengo ni idea de qué hacer, tú tienes más experiencia, ya te conté.
  • Vamos a organizarnos… voy a hacerle una “exploración” y luego te oriento a ti.
  • Vale, me fijo cómo lo haces.

Nos pusimos una a cada lado de la cama con la sábana retirada y el camisón en el pecho del muchacho, la polla como el Obelisco de Buenos Aires apuntaba al cielo, empecé por la base y calculando la dureza noté que estaba completamente macizo, las venas se le notaban moradas pero el color oscuro de su piel impresionaba en mi mano blanca, fui subiendo ante la atenta mirada de Asun hasta que cambió de color, en efecto ahora rosa pálido se le notaba la cicatriz de la fimosis pero el glande estaba sin frenillo todo morado de tensión, apreté un poco y le volvieron a salir dos gotas de liquido pre seminal, con el dedo roce y lo mojé metiéndolo en los labios, Asun se sorprendió pero cuando sonreí satisfecha quiso probarlo también.

  • ¿Le duele por lo que le hago?
  • Nooo, nada de eso, es un alivio.
  • Mejor, buena señal.

Le dije a Asun que cogiera del tronco por la base y que hiciera lo mismo que yo, le puse crema hidratante que siempre llevo para las manos a lo largo del tronco y desde arriba fui bajando hasta llegar a la mano de Asun, elle la quitó para que siguiera hasta abajo y la puso donde yo había empezado, luego la sustituí cuando llegó abajo y entre las dos fuimos paseando las manos a lo largo de la polla, el chico con las piernas separadas mostraba los huevos pegados al tronco completamente arrugados y duros.

  • ¿Mejor?
  • Síííí, mucho mejor.
  • Continuemos Asun.

Entre las dos no era pesado, aquella polla era una delicia, agradecía nuestras pasadas de mano palpitando y balbuceando con su boquita, Asun miraba atenta a mis instrucciones y la vi motivada.

  • Mira Asun esto se puede hacer eterno, creo que debemos aligerar porque Raquel no tardará mucho, tú sígueme.

Con las manos de arriba abajo acerqué la boca al capullo y lo lamí, estaba un poco salado pero caliente y duro, el chico levantó el culo dando un grito de dolor porque se olvidó de los brazos pero seguí, lamí alrededor del glande dejando ver a Asun cómo debía hacerlo y me aparté, ella al principio le parecía demasiado pero con la mirada le dije los problemas que podíamos tener por la mañana y cerrando los ojos se metió el capullo casi entero, el herido movía la pelvis para que le chupara más y más pero de momento recordé de un detalle, estaba loco por ver unas tetas y en eso si que le podía ayudar, me abrí la bata y le enseñé el sujetador negro que llevaba, sus ojos se abrieron como platos y en un impulso quiso tocarlas con las manos pero las tenía inmovilizadas y le dolieron, tuve que acercarme a él, y ponerle las tetas cerca.

Sacaba la lengua intentando alcanzarlas y me acerqué hasta que rozó el sujetador, Asun seguía chupándole la polla, ya no era de forma “terapéutica” le gustaba aquella polla, la primera polla que chupaba.

El pobre no llegaba a más que tocar el raso con la punta de la lengua pero fue suficiente para que el pezón se diera por aludido y se marcó descaradamente, con el cuello estirado al máximo intentaba alcanzarme aunque yo no podía acercarme más por los brazos vendados, comprendí que era cosa mía el llegar a él y sin pensarlo dos veces bajé los tirantes del sujetador y saque las tetas sobre la boca del joven, le cayeron de golpe pero las chupó con avidez, no sabía qué pezón elegir y los chupaba sin orden ni concierto, procuré alternarlas para que pudiera llegar a ambas, los pezones me dolían porque el chico mordía para evitar que se le escaparen entre los labios.

Asun movía la cabeza con vigor, ya no se contentaba con lamerle el glande, ahora se tragaba toda la polla hasta donde podía, la saliva se salía entre los labios mojándole los huevos.

Notaba que los lametones le producían una mayor erección pero Asun lo daba por bueno con la boca casi desencajada, temía que ya no pudiera más y sobre todo que el chico eyaculara de improviso y le llenara la garganta de leche, no sabía cómo Asun reaccionaría con la boca llena de semen caliente.

La providencia vino cuando se abrió la puerta, la cara de Raquel no se podía describir, la chica no acababa de asimilar lo que pasaba allí y antes de que lo llegara a comprender la cogí de la mano y se lo expliqué.

  • Has llegado justo a tiempo Raquel, te íbamos a llamar, necesitamos que nos ayudes, hemos encontrado el “tratamiento ideal” para tu cuñado, tiene un problema que tú misma lo puedes curar, no hace falta que se lo cuentes a tu hermana siquiera, es sencillo, acércate y te lo explico.
  • ¡Dios mío, qué cosa!
  • No te asustes, no te niego que es enorme pero funciona como todas, toca aquí y lo verás.
  • ¿Yo, no es mejor que lo haga mi hermana?
  • No, nada de eso, tu hermana tiene otras preocupaciones con tu sobrinito, el problema está aquí y tu también, lo primero que tienes que comprender es que es necesario que lo alivies y lo mejor es de forma natural, podíamos darle tratamiento de fármacos pero como lo natural…
  • Es que yo no sé, es la primera vez que veo una polla así de grande.
  • Por eso lo primero que debes hacer es familiarizarte con ella, tócala y verás que suave es, aunque parezca dura.
  • Es cierto, parece tierna y suave.
  • Eso es, lo mejor es que le des un beso, mira como lo hago yo.

Le di un beso en lo más alto del capullo y abrí la boca y me lo tragué entero para que no tuviera más dudas al respecto, le dejé sitio y lo hizo igual que yo, el chico alucinaba con la mamada de su cuñada.

  • ¿Y con esto se cura?
  • Claro, bueno… hay que insistir un rato pero si quieres que sea más efectivo debes de motivarlo.
  • ¿Yo, si no sé hacer nada?
  • Si mujer, motivarlo es muy fácil, mira fíjate.

Separé la bata y le enseñé las tetas que salían por afuera de las copas todavía y se las di a besar al joven, él se aplicó como un gatito esperando su ración de leche y cuando me había chupado los dos pezones se los quité y le dije a su cuñadita.

  • ¿Te has fijado? Es fácil, sólo tienes que dejar que te bese las tetas, tampoco es tanto, las debes de tener muy lindas.
  • ¡Qué va, comparadas con las tuyas…!
  • No es problema de tamaño, espera y le preguntamos… ¿te gustaría besar las tetas de Raquel?
  • Síííí.  Me gustaría mucho, déjamelas Raquel.
  • Ya has oído, todo sea por el pobre muchacho, imagínate si nos pasara a nosotras… ¡déjale las tetas, Raquel!

La chica sin mucho convencimiento se quitó la camiseta, el chico tenía razón tenía unas tetas pequeñas pero muy duras, el sujetador se las recogía en el canalillo que él descubrió y que le provocó la tremenda erección.  Raquel se acercó tímidamente a la cabecera de la cama y esquivando los brazos escayolados se acercó a él, tampoco alcanzaba y con la lengua en punta estiraba el cuello intentando llegar por lo menos al sujetador de la chica pero yo le solté el cierre y la prenda se cayó, la dos tetas quedaron libres y se posaron en las mejillas del herido, no perdió el tiempo, aspiró el pezón más cercano y lo engulló, Raquel por un momento intentó separarse pero al notar que le tenía atrapada la areola con los dientes tuvo que quedarse sobre él, cuando abrió la boca para respirar ya no se separó, al revés le ofreció la otra que rápidamente casi desapareció entre los labios hambrientos.

  • Muy bien Raquel, ahora déjalo que respire y chúpale la polla otra vez, si también la meneas ganarás tiempo.

Apenas se lo había dicho la chica metió el capullo hasta la garganta y tosió, el chico no pudo aguantar y nada más notar el calor de la lengua y del paladar se corrió estrepitosamente, Raquel no lo esperaba y abrió la boca pero no sacó el capullo, entre sus labios y el tronco manaba una cascada blanca que caía en el vello del muchacho, la leche en el tronco casi negro hacía un contraste que parecía un helado de chocolate con nata.

  • ¡Aaag, no me lo esperaba, que cantidad de leche!
  • ¿Te ha gustado?
  • Sí, no está mal, creí que tendría otro sabor pero no está mal.
  • Muy bien lo has hecho de maravilla, ahora ya sabes, tu cuñado tiene para bastante tiempo con la escayola, o sea que ya sabes el tratamiento.
  • ¿Y cuando se lo tengo que hacer?
  • Eso te lo dirá él, aunque no debes llegar a que se ponga así de malo, yo te recomendaría que se lo hicieras por lo menos una vez al día, lo ideal es por la noche cuando se hayan apagado las luces y así él dormirá de un tirón toda la noche.
  • ¿Y lo de las tetas también?
  • Eso ya… es cosa tuya pero si fuera yo… aprovecharía que estáis en una habitación para una persona sola, la noche es muy larga y esa polla no está para despreciarla, tu hermana no creo que se entere porque él no se lo dirá seguramente, además excepto los brazos está muy ágil y podrás acompañarle en la cama, es una idea… si yo estuviera en tu lugar… lo cabalgaría.
  • Gracias doctoras, creo que seguiré sus consejos, estoy impaciente por “curarlo”.
  • Imagínate él, seguro que pronto lo tendrás en el mismo estado, jajaja.

Al salir de la habitación le di un beso a Asun, (su mejilla olía a polla) estaba agradecida por su colaboración y ella conmigo por la oportunidad de haber probado aquella verga, cuando volvió a su sala le di una palmada en el culo y ella me lanzó un beso al aire.  Era una chica preciosa.

Continuará.

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Gracias.