El secreto mejor guardado, mi vida sexual. (3)

Hasta ahora los descubrimientos que habíamos hecho se reducían a nuestro pequeño círculo, con el tiempo me di cuenta de que toda mi vida sexual estaría agrupada en círculos más o menos cerrados.

UN PASO IMPORTANTE: DE NIÑA A MUJER.

Susana y yo además de la complicidad que teníamos éramos desde la infancia muy responsables y estudiosas, esto hacía que nuestros padres confiaran en nosotras plenamente y al vivir en un ambiente universitario las cosas se trataban con una naturalidad que otras niñas no gozaban, eso se notó cuando llegó la época “ delicada ” de la llegada de la menstruación, se oían “ escuchitas ” entre las más desarrolladas que ya habían tenido la visita de “ su tío(era una forma ridícula de nombrar a la regla) y nosotras hacíamos verdaderas cábalas al respecto hasta que, por acuerdo unánime, decidimos tomar “ el toro por los cuernos ” e ir a la fuente más fiable que conocíamos.

Una tarde que nuestras madres estaban tomando café en mi casa decidimos abordar el tema con las dos a la vez, no fue por ponerlas en un aprieto sino todo lo contrario, fue para saber de primera mano las diferentes o semejantes opiniones y consejos sobre el tema, así dejaríamos a nuestras compañeras con sus divagaciones y bulos.

Estaban las dos con sus tazas de café en la mano contándose sus cosas cuando nos plantamos delante de ellas y sin más les arrojamos la inquietud.

  • Madres, queremos que nos expliquen todo sobre la menstruación, a muchas chicas en clase les ha llegado y cada una cuenta una cosa.

A nuestras madres se les atragantó el café y por la mirada que se dirigieron es como si lo estuvieran esperando las dos, nos sentaron frente a ellas, mi madre fue al despacho de mi padre, trajo un libro y lo dejó sobre la mesita baja, era un tratado sobre sexualidad entre otras cosas pero cuando fui a abrirlo puso la mano encima impidiéndolo.

  • Esperad, ahora las dos os vamos a explicar todo lo que os va a pasar, no debéis preocuparos porque es una cosa totalmente natural e importante en vuestras vidas, cuando os ocurra simplemente tendréis que seguir algunas normas.

La madre de Susana nos explicó con todo detalle los cambios físicos que íbamos a experimentar y la mía puntualizaba cualquier aclaración sobre nuestras dudas, ya lo teníamos todo claro cuando mi madre me dio el libro y me dijo que si queríamos entender científicamente todo el proceso de la sexualidad en los hombres y las mujeres podíamos leerlo en el libro pero que cualquier duda que surgiera nos la explicaría ella con gusto.  La madre de Susana nos advirtió de los peligros de embarazo y de enfermedades a que estaríamos expuestas si teníamos sexo, nos miramos y sonreímos, de momento no teníamos “ peligro ” aunque sí mucha curiosidad.

La “ clase ” teórica de nuestras madres nos dejó satisfechas, ahora ya no atendíamos a nuestras amigas con sus “ fantasías ”, ya sabíamos todo lo que realmente debíamos saber pero… nos faltaba una cosa muy importante y de eso se encargó Aurora.

Cuando el tiempo era bueno (no muy frecuente) mucha gente aprovechaba para pasar el día afuera, en distintos pueblos se organizaban fiestas populares con degustaciones de mariscos, las había especializadas, de pulpo o almejas o mejillones, nécoras etc. o de todo a la vez, Galicia para eso y otras cosas es única y en uno de esos fines de semana libres de padres Cesar volvió a traer a Aurora a casa.  La chica era muy simpática y tras el primer tanteo de la otra vez venía en son de paz y nosotras por supuesto no teníamos el menor resquemor hacia ella, al contrario nos caía muy bien y cuando llegó la invitamos a merendar, ya no hubo excusas de “ clases atrasadas y repasos de música ” estaba claro que venían a pasar la tarde-noche follando.

A Aurora también le caíamos bien y quizá por eso no cerró del todo la puerta de la habitación de Cesar cuando se encerraron en ella.

Esta vez nos dimos cuenta por las risas que se oían nada más entrar, parecía que estaban jugando, ya no tenían las ansias urgentes de follar y estaban más relajados, nosotras nos dispusimos a averiguar el motivo del cambio y nos acercamos a la puerta entreabierta, en el pasillo reinaba la oscuridad  lo que nos dio confianza y nos aventuramos a llevar una silla de la cocina para no estar tan incómodas como la vez anterior.

Éramos espectadoras de primera fila, me senté en la silla y Susana lo hizo sobre mis piernas.  Adentro de la habitación con la luz encendida se podía ver todo perfectamente y después de unos juegos preliminares inocentes con cosquillas y mordiscos más o menos “ picantes ” vimos como Cesar intentaba quitarle la ropa a Aurora, lo hacía tan torpemente que ella se levantó y acabó de desnudarse ofreciéndole un espectáculo de lo más sensual.

Cesar reaccionó como todas esperábamos, no tardó en echar mano a la bragueta para acomodar al “ monstruo dormido ” y ya impaciente terminó por quitarse los pantalones y el bóxer, la polla que salió fue ascendiendo sola dando cabezadas según Aurora se iba despojando de prendas, incluso vimos con curiosidad como el glande totalmente cubierto por el prepucio se iba abriendo paso y asomaba como una bellota gigante.

La amiga de Cesar sabía cómo excitarlo y cuando subió a su lado lo besó recostándolo sobre la almohada, simplemente le rozó el pecho con sus tetas puntiagudas para que él ya la atrajera con la intención de meterle la polla pero ella tenía otros planes y de su bolso extrajo un sobre brillante, con los dientes lo rasgó y sacó una cosa que nosotras no habíamos visto nunca, se lo enseñó y éste hizo cara de fastidio, ella no se amilanó y se lo metió en la boca.

No creíamos lo que veíamos, aquello no parecía comestible ni una golosina pero después se acercó a la polla de Cesar, ya la tenía vertical cuando la fue tragando despacio, él suspiraba sujetándole la cabeza pero cuando llegó hasta el tronco volvió a sacarla y… ¡Oh milagro! La polla salía además de mojada de saliva enfundada con un plástico transparente, se le veían perfectamente las venas como antes pero ahora un anillo al final le ceñía haciéndole un surco.

Se notaba que no estaba muy contento con el cambio pero Aurora estaba decidida a compensarle, pasó una pierna por encima y se sentó sobre él, vimos cómo se movía de adelante atrás sobre la polla forrada, él intentaba meterla aunque ella lo sabía esquivar y seguía “ paseándose ” sobre la verga hinchada.

Cuando ya Cesar había mordisqueado las tetas a su paso la chica levantó un poco el culo, los huevos estaban apretados contra la polla pero las nalgas blancas de la chica lo mantenía sujeto, al levantarse vimos cómo del coño de Aurora salía un cordoncito blanco, nos extrañó sobremanera.   Susana sobre mis piernas se movía y se volvía para enseñarme la novedad, notaba sus nalgas sobre mis muslos que despedían un calor que me gustaba sentir.

Aurora estuvo paseando su coño sobre la polla tumbada de Cesar, parecía no tener intención de ir más allá ignorando los ruegos del chico pero al fin se detuvo, Cesar hablando bajo le rogaba de todas las manseras que accediera a clavarse su polla, parecía que ya dudaba porque se incorporó y con la mano tiró del cordón, nuestros ojos estaban pegados a la puerta que se abría con los empujones de nuestras cabezas.   Yo sujetaba a Susana para que no cayera hacia adelante y la tenía abrazada por detrás, mis manos no podían evitar agarrarle las tetas, las tenía tan perfectas que me llenaban los dedos y los pezones tan duros me marcaban las palmas.

En la habitación hubo un momento de “ suspense ”, al tiempo que Aurora tiraba despacio del cordón que salía de su vagina Cesar miraba entre sus piernas esperando ver qué salía, todos mirábamos lo mismo y cuando empezó a salir un tubo textil bastante ancho contuvimos la respiración, hasta Cesar soltó las tetas de Aurora impaciente, la chica iba con cuidado sin saber cómo saldría el tampón, el ambiente se podía cortar, cuatro personas pendientes de un tampón usado, cuando ya iba por la mitad apareció un tono rosado, oímos que Cesar aspiraba aire esperando lo peor pero su chica siguió tirando lentamente hasta que sólo quedó un mínimo trozo adentro, el color era apenas rosado y cuando al fin cayó suelto y vimos que sólo estaba un poco manchado todos dimos un suspiro.

Aurora se volvió hasta donde sabía que estábamos y miró de reojo, su chico al contrario se dejó caer sobre la almohada suspirando tranquilo con la polla enfundada en el condón, la joven balanceó delante de los ojos de Cesar el tampón apenas marcado como señal de éxito y de paso lo levantó en alto para que lo viéramos nosotras también.

Después, cogió la polla de Cesar, la puso vertical y la encaró en su vagina dejándose caer lentamente, ya respiró tranquilo, la iba a follar como nunca, lo había tenido en vilo varios días esperando aquel momento y por fin la metía en su coño.

Introdujo toda la polla hasta los huevos, ella también lo deseaba con locura pero quería hacérselo desear, lentamente se movió hacia los lados en círculos antes de levantarse para luego bajar cada vez más rápido, al final cabalgaba a Cesar que tenía los dedos de los pies separados  como un tenedor.

Mis manos cerradas sobre las tetas de Susana las amasaban suavemente, eran un poco menores que las mías, ella se recostaba contra mi pecho y empotraba mis pezones en su espalda, cuando le besé la nuca, noté el efecto de mi beso en sus pezones y los pellizqué estirándolos hacia adelante.  Susana gimió y Aurora se giró un poco al oírla, sabía el efecto que nos daba el espectáculo que ofrecía y aceleró saltando hasta casi salir el capullo para que viéramos lo que era follar.

Cesar no aguantó mucho más, soltó las tetas de su chica y la cogió de la cintura apretándola contra él levantando el culo para clavarse más en ella.  Se corrieron los dos a la vez, ella gemía moviendo los brazos y la cabeza alocadamente y él abierto de brazos y piernas levantaba la pelvis para vaciarse del todo.

Cuando la chica se levantó vimos cómo de su coño salía la polla dura todavía enfundada con el condón casi lleno de semen, estiró de él y lo enseño a todos pero su cara no era de triunfo y la de Cesar menos aún, por lo que derramó la leche que recogía sobre la polla todavía vertical de Cesar, estaba brillante y pegajosa pero a Aurora le pareció lo suficiente resbaladiza y se volvió a sentar aunque esta vez la encaró con su culo.

Cesar no se lo creía, se lo había propuesto multitud de veces y siempre se había negado con infinitas excusas y ahora sin pedirlo ella misma se la iba a meter en el culo.  Nosotras no dábamos crédito a lo que veíamos, en nuestros juegos habíamos probado a besarnos, luego a lamernos e incluso intentar meternos un poco el dedo y nunca creímos que pudiéramos llegar a más pero ahora viendo como el capullo sin condón y mojado como un pastel de crema se iba metiendo en el culo de la chica era demasiado para nosotras.

Mi mano bajó entre las piernas de Susana por debajo de su pijama, la mata de vello rizado y moreno de mi amiga enredó mis dedos pero yo sabía lo que escondía debajo y no paré hasta llegar allí, entre sus labios entreabiertos estaba lo que buscaba, el bulto duro y suave me esperaba y al abrir mis piernas las suyas hicieron lo mismo, pudiendo  abarcar todo el clítoris, lo descubrí quitándole el capuchón y lo masajeé con dos dedos, Susana gemía y se apretaba contra mí aplastando mis tetas, las tenía duras igual que ella y sin embargo se mantenían erectas y con los pezones salidos.

El gemido de victoria de Aurora al llegar a sentarse sobre Cesar con la polla clavada coincidió con el orgasmo que sacudió a Susana, en mi cuerpo notaba las vibraciones de mi amiga sin dejar de acariciarle el coño.

Aurora quería premiar el “ ayuno ” de días de Cesar haciéndole eyacular en su recto, a ella también le gustaba y estuvo moviéndose contoneándose con cuidado, por momentos notaba cómo la polla iba aumentando de volumen y sobre todo de grosor, notaba como le llenaba el intestino y le quemaba.

Susana se repuso entre mis brazos  y dio la vuelta, ya no quería seguir mirando, ahora me prefería a mí y se volvió a sentar pero de frente, me abrazó y me besó la boca, sentí su lengua buscar la mía y la encontró a medio camino, sus tetas se incrustaron contra las mías, nuestros pezones competían en presionar más sobre los otros y su mano buscó debajo del elástico de mi pijama, con las piernas separadas mi coño estaba abierto a todo y a su mano sobre todo.

Esperaba que me acariciara el clítoris inflamado como yo le había hecho a ella pero pasó de largo y metió un dedo en mi vagina, sólo hasta donde pudo y me acarició como había visto a Aurora, mi calentura iba en aumento, mi mano pasó por detrás de ella, con las nalgas separadas sobre mis piernas, seguí la raja que las separaba y toqué su agujero moreno, estaba  apenas arrugado pero rodeado de piel también oscura como los labios del coño, pulsé alrededor a la vez que sus dedos abandonaron mi vagina encharcada  y se centraron en el clítoris que reclamaba sus caricias, me corrí y del espasmo inicial metí una falange en el culo de Susana, le sorprendí y se levantó un poco pero fue entonces cuando me resultó más fácil presionar otro poco y le cupo otra falange, esto fue demasiado para Susana que antes de que yo dejara de sacudirme se corrió, mojándome la palma de la mano con sus jugos.

En la habitación, Cesar ya se había corrido en el culo de su chica y ella estaba tumbada a su lado, tenía en su mano la polla flácida del chico, la movía de un lado para el otro como una marioneta vacía mientras que él pasaba los dedos entre las tetas de ella recogiendo las gotas de sudor.

Nos levantamos de la silla con la máxima precaución para no hacer ruido aunque vimos en una última ojeada que Aurora nos despedía moviendo un poco los dedos.

Desnudas en nuestra habitación estuvimos abrazadas comentando lo que habíamos visto, había sido una “ lección práctica ” de lo que nos había explicado nuestras madres, con el añadido de la follada anal,  fue una de las lecciones que aprendimos mejor.

Nuestras vidas fueron siguiendo el curso de los estudios, tanto Susana como yo teníamos mucha memoria y sobre todo ganas de estudiar, a mi me dio por la investigación, la rama de la Medicina era ideal para cualquier campo, en cambio a Susana le gustaba más la decoración por lo que empezó a cursar Historia del Arte, fueron unos años intensos en los que seguíamos viéndonos aunque con menos frecuencia de la que quisimos pero seguíamos juntándonos en una de nuestras casas.

En la Facultad era una chica más pero que destacaba por mi dedicación en los estudios y sin querer presumir, por la belleza, mi melena castaña y mis ojos llamaban la atención y con el valor añadido de mis tetas  era una de la preferida de los chicos.

No tenía interés por ninguno en particular pero era muy popular por mi carácter amable con todos, casi sin darme cuenta empecé a sentirme atraída por un chico de la Facultad, era bastante guapo y sobre todo estudioso como yo y después de unos paseos por la parte vieja de Santiago empezamos a salir juntos, al poco de salir estuvimos  paseando debajo de los soportales al lado de la Catedral y de pronto me cogió de los hombros girándome y me besó, a mi me pareció que sonaba un trueno y me sorprendí que un beso me hiciera tal efecto pero en realidad era verdad, al trueno siguió un chaparrón fulminante que nos cogió desprevenidos, el chico intentó cubrirme con su suéter pero era demasiada lluvia para eso y nos empapamos, me sugirió que podíamos ir a su casa que estaba cerca, en realidad era una habitación en un piso compartido en una casona antigua con los techos altos y el suelo de madera.

De nuestro cuerpo salía el vaho por el calor que desprendíamos al subir las escaleras corriendo, la ropa me chorreaba y mientras que el chico buscaba en su armario me volví de espaldas a él y me deshice de toda mi ropa, dejé colgando sobre el respaldo de una silla mis prendas goteando al suelo y con los brazos cruzados sobre mi pecho esperé a que encontrara algo que ponerme.

  • Lo siento Luz pero lo único que encuentro es ésta camisa mía, no abriga mucho pero no se me ocurre otra cosa, mis toallas son pequeñas y te cubrirán menos.
  • No Moncho déjalo, con la camisa me apaño.

Estaba tiritando de frío, a la vez que caía la tromba de agua se levantó un viento frío del mar que calaba en los huesos, él me puso por detrás la camisa sobre mis hombros desnudos, al notar mis temblores pasó sus brazos para abrigarme cruzando la camisa por delante de mí, noté sus manos fuertes y grandes cómo intentaban abrochar los botones  pero no había calculado la “ diferencia ” que había entre mi cuerpo y el suyo y no acertaba a meterlos en los ojales, mis grandes tetas se lo impedían.

Yo esperaba inquieta que lo consiguiera, no quería quitarle la voluntad de abrigarme pero con el cosquilleo de sus dedos sobre mis pezones salidos retiré mis manos de ellas, lo dejé sólo con la tarea y cada vez atinaba menos, noté como se acercaba a mí para abarcarme mejor y en mi culo apenas cubierto por la ligera tela de su camisa noté el calor y la dureza de su pene, el frío se tornó en calor, mis tetas encogidas empezaron a expandirse y a endurecerse y mis pezones ya no salían duros por el frio, ahora se desperezaban acompañados por sus areolas que abultaban cada vez más.

El chico se desesperaba por disimular su torpeza pero a mí me encantaba, al principio me divertía ver cómo se afanaba por quitarme el frío pero no sabía que lo que realmente me daba calor eran sus manos sobre mis tetas y su polla entre las nalgas.

Tuve menos paciencia que él, le cogí las manos y las guié, las puse sobre mis tetas, las dejé apoyadas en lo más alto y con mis dedos abroché un botón para demostrarle lo fácil que era, él pegado a mi espalda miraba sobre mi hombro la camisa que con un sólo botón mostraba el canalillo entre las dos tetas húmedas.

No le quité las manos de donde las tenía, al revés, volví a desabrochar el botón que acababa de cerrar y dejé la camisa abierta, busqué sus manos que estaban quietas sobre mis pechos y las llevé debajo de la camisa, el calor de mis tetas quemaba cuando las palmas de sus manos se pegaron a ellas, a la vez moví mi culo sobre su polla, por fin comprendió que no quería que mi ropa se secara demasiado rápido.

Me dio la vuelta y quedé frente a él, subí los brazos rodeándole el cuello por  lo que la camisa colgada en mis hombros cayó al suelo y desnuda como iba me pegué a su cuerpo.  La polla que antes me había encendido en el culo ahora la tenía pegada al vello rizado de mi coño.   Me besó los párpados y las sienes, el nacimiento del pelo y poco a poco las orejas,  el cuello y la garganta, yo movía la cabeza para que siguiera con sus besos, mis pechos estaban pegados al suyo, el tacto del vello abundante de su pecho y sus tetillas me provocaban un placer que me ponía la piel de gallina.

Cuando sus besos llenaron mi garganta y mi pecho, bajaron hacia mis tetas que ya estaban tan duras que me dolían, me gustó la delicadeza con que me absorbió los pezones, sus lamidas eran suaves pero intensas, su lengua lentamente me arrastraba los pezones obligándolos a doblegarse sobre las areolas.

No podía aguantar más, él no lo sabía pero una de mis zonas erógenas más sensibles son los pezones y de la manera tan delicada en que lo hacía me hechizaba, estaba entregada y decidida, aquel chico merecía hacerme mujer.

Mis piernas se separaban sin darme cuenta ante el contacto del capullo de aquel hombre, notaba como me ardía la piel debajo de los rizos del pubis, la presión iba en aumento y mis labios se abrían forzados por el imparable capullo, no llegué a ver su polla pero por el tamaño que sentía entre mis muslos debía ser bastante grande o por lo menos bastante gruesa.

Cuando Moncho me besó en la boca incliné la cabeza para llegar más a él, sus labios presionaban los míos al principio pero después se fueron abriendo y dejaron salir su lengua que buscaba la mía, entre mis labios salió la mía a su encuentro y entre las dos saltó un chispazo que recorrió todo mi cuerpo.

El tronco de su miembro seguía empujando y se abría paso entre los labios de mi coño, rozaba mi clítoris haciéndome notar cada protuberancia en su polla, el anillo del glande, el prepucio arremangado y las venas hinchadas que seguían diferentes trayectorias, mi botón sentía todas las sensaciones de aquella verga que seguía reptando lentamente como una serpiente buscando su presa.

Puso sus manos sobre mis nalgas y juntó su cuerpo al mío, su polla siguió pasando hasta que salió entre mis labios menores y un poco más, la notaba entre mis nalgas pero tan dura que me daba miedo.

  • Luz eres preciosa, quiero hacerte el amor, quiero hacerte mía, quiero follar contigo.
  • Y yo también quiero pero… por favor trátame bien, no seas brusco conmigo, vas a ser el primero.
  • ¿Quieres decir que no ha habido nadie antes que yo?
  • No, ningún hombre me ha poseído, soy virgen todavía aunque no lo creas, lo siento.
  • ¡No digas eso!, ¿porqué lo vas a sentir?, para mí es una gran responsabilidad porque quiero que lo recuerdes siempre como un momento feliz pero a la vez es un honor que me hayas elegido para hacerte mujer.
  • Creo que eres una persona muy considerada y cariñosa, hasta ahora no había encontrado a un hombre como tú.

Me abracé a él, confiaba en sus caricias como había hecho hasta ahora y nos volvimos a besar, su polla salió de mis piernas pero ya no pudo entrar entre ellas como antes, ahora se le había levantado casi hasta tocarle el vientre, tenía el glande con un color rojo intenso, era la primera vez que la veía y me gustó, aunque me asustaba un poco, me acordé del coño de mi amiga Susana, del himen que tenía e imaginé que el mío sería tan estrecho como el de ella … ¿por ahí tenía que pasar aquella enormidad de carne dura?. También me acordé de la polla de Cesar … ¡cómo entraba en Aurora! pero al recordar la cara de satisfacción de la chica al sentarse sobre él y clavársela, me tranquilicé.

El paseo fue corto, a nuestro lado estaba la cama de Moncho, era de cuerpo y medio, estrecha para los dos pero sobraba la mitad,  me dejó suavemente sobre la sábana y me besó otra vez, sus besos siguieron hacia abajo, mis pechos fueron los que más lo agradecieron porque se pusieron otra vez tan duros que aún con el volumen que tengo no se desplazaban por los costados, erguidos y coronados por los pezones pequeños pero duros.

Al llegar al ombligo su lengua remolineó dándome un escalofrío que me erizó el vello, hasta los rizos se alargaron como atraídos por un imán, no quiso comerme el coño aunque yo lo deseaba pero siguió besándome los muslos, mis piernas se fueron abriendo según avanzaba su cara y al llegar a las rodillas ya las tenía completamente abiertas, subió por el mismo camino y me dio un beso largo y cálido en la ingle, yo levantaba el culo para que me besara el coño o lo que quisiera pero Moncho estaba decidido a hacerme sentir un goce extremo, ya había besado y lamido la ingle y los labios meticulosamente apartando los pelillos cuidadosamente cuando tocó con la punta de la lengua mis labios menores, los abrió como un libro y aspiró en mi vagina, entre sus labios se adhirió parte de mi cueva y sacando la lengua tocó mi flor, parecía que estaba calibrando el terreno.

Acto seguido poniendo su lengua ancha y abarcando mi sexo de lado a lado la subió arrastrando todo lo que encontraba, mi clítoris que ya estaba muy excitado con las lamidas de la vagina lo recibió asomando de su pequeño prepucio pero Moncho lo quería descubierto y brillante y con la punta de la lengua pasó por debajo del capuchón y lo retiró hacia atrás como si quisiera que le diera el sol.

Sentí un relámpago en todo mi cuerpo pero todavía no había sentido lo más fuerte, al atrapar el botón endurecido como una almendra pelada me sacudió un latigazo que creí morir, recordé a Susana cuando me acariciaba con su lengua de seda en el mismo sitio pero ahora era diferente, notaba el poderío y el vigor de aquella lengua, además la barba rozaba los labios enredándose en mis pelos pero no me molestaba, era larga y ancha y llegaba sobradamente a todos mis rincones.

Me percaté que, a mi lado, las piernas de Moncho ocultaban lo que colgaba entre ellas, a la vez que me hacía saltar de placer vi cómo cabeceaba su polla al impulso incontrolable de sus palpitaciones, alargué la mano y cogí los huevos rugosos, ásperos y pegados al tronco me invitaron a seguir por él, apenas podía cerrar los dedos alrededor de aquella polla, sentía la presión de la sangre  que la llenaba a reventar y al llegar al capullo apreté el anillo que formaba el glande, era de una textura diferente y semejaba a un fresón terminando en punta.

Mojé un dedo con saliva y rodeé aquella fruta madura, al notarme dio un salto que tocó el vientre, tenía una mata de vello espesa pero que le subía en una estrecha franja hasta el ombligo, sin soltarla seguí el camino de vello y casi llegué a él con la cabeza de la polla, en ese momento sentí temor, aquella polla me iba a atravesar el coño pero no me dio tiempo a pensar porque Moncho se dio la vuelta y me dijo al oído como si nos pudiera oír alguien.

  • ¿Estás preparada?  Vas a ser mujer pero te prometo que seré lo más delicado que pueda.
  • Sí Moncho, confío en ti, pero métemela ya, no puedo resistir este tormento.

Se puso sobre mí, yo no sabía cómo ponerme para que entrara sin obstáculos por eso levanté las piernas separadas y las sujeté por debajo de mis rodillas, Moncho subió sobre mi besándome otra vez las tetas, me volvía loca cuando hacía esto y mi coño deseaba ardientemente que lo llenara…

… Y lo llenó… al presionar en la puerta creí que sería imposible pero escupió en la punta y junto a la humedad que yo tenía desde hacía un rato se deslizó hasta que hizo tope, me miró y por toda respuesta solté mis piernas y lo abracé besándolo.

Se dejó caer y sentí como que algo ofrecía resistencia dentro de mí pero al momento todo se liberó con un pequeño escozor que apenas sentí.

Moncho se paró nada más romper mi sello y me miró.

  • ¡Sigue Moncho, no pares ahora, métela toda, la quiero toda y hasta adentro!
  • ¿Segura…, no te haré daño?
  • ¡No te preocupes y fóllame, hazme tuya!

Entró de dos empujones más y hasta adentro, sentí su empuje en mi interior, mi útero se doblegó a su ímpetu y toda aquella polla entró sin dificultad hasta el fondo de mi ser, me sentí llena, tan llena que no podía juntar las piernas, me asusté al notar aquella tranca entre mis labios pero cuando salió me quedó un vacio que no quise perder.

  • ¡Vuelve a entrar Moncho, clávamela toda, me matas pero me gusta!

Me cogió las tetas con las dos manos pellizcándome los pezones con el pulgar y el índice, a la vez que hundía repetidamente su verga en mi coño, no pude aguantar mucho, por todo mi cuerpo vibraban sensaciones que irradiaban de mi coño, aquello era mucho para mí y se lo dije.

  • ¡Moncho, no pares Moncho que me voy a correr, sigue, sigueeeee, me corrooo!

Levanté el culo del colchón para que se clavara más hondo si era posible y me corrí, entre un aluvión de sensaciones sentí como si me meara en él, la polla chapoteaba en mi coño al entrar y salir cuando yo gritaba desaforadamente y él con la cara congestionada seguía follándome con la frente llena de sudor.

  • ¡Luz me voy a correr y no llevo protección!, ¿Dónde quieres que lo haga?
  • ¡Donde quieras Moncho, donde quieras!
  • ¿Me dejas que me corra en tus tetas, me vuelven loco?
  • ¡Mis tetas son tuyas, Moncho haz lo que quieras conmigoooo!

Apuró hasta el último segundo pero nada más sacarla subió sobre mi y con la polla en el puño retiró hasta el final el prepucio y dejando a la vista el capullo morado  vi salir hacia mi varios chorros de leche, alguno llegó al cuello pero la mayoría regaron mis tetas, era un semen muy condensado, espeso, blanco y abundante, los goterones se escurrían por los costados de las tetas y con los dedos los recogí y los esparcí por mis pezones y mis areolas.

Brillaban tanto que con la mano abierta repartí el resto de semen por todas mis tetas, Moncho seguía agitando su polla escurriendo hasta la última gota, el tronco lo tenía apenas manchado de rosa, mi virgo ya era historia…

Moncho cayó a mi lado, le hice hueco en la cama estrecha, estaba agotado y yo satisfecha, le di las gracias por la follada tan “ cariñosa ” con que me había desvirgado, me confesó que era la primera vez que estrenaba a una chica y siempre le había dado mucho respeto hacerlo pero que conmigo había disfrutado al verme tan feliz.

Quise premiarlo, me incorporé y cogí la polla caída, estaba mojada todavía de leche pero la lamí hasta ponerla dura y brillante otra vez, recordé a Aurora y quise imitarla, cuando ya estaba tan dura que se tenía vertical subí sobre ella y según había visto hacer me dejé caer, Moncho no se creía el poder cogerme las tetas mientras lo follaba yo a él y se aplicó en ellas, todavía estaban húmedas de semen y resbalaban pero yo cabalgaba sobre él haciendo círculos con el culo, notaba en mi interior cómo rozaba todos los pliegues de mi vagina y me daba un gusto terrible, mirándole a los ojos me corrí y lo besé, también besé sus manos que me habían dado tanto placer, saboreé su leche que tenía pegada de mis tetas y cuando noté que adentro de mí que su capullo palpitaba con insistencia me levanté lo suficiente para sacarla y que sus chorros de leche regaran mi clítoris, no empapó sólo el botón sino todo mi felpudo rizado.

Caí sobre él con la polla entre los dos, mis tetas presionaban su pecho saliendo por los costados y nos quedamos dormidos un momento.

Ya había dejado de llover cuando salimos a la calle, mi ropa estaba casi seca pero se podía llevar, fuimos a tomar unas tapas y unos vinos, el pulpo “ a feira ” estaba delicioso y el Ribeiro lo acompañaba de maravilla, ya tarde me acompañó a casa, por las calles empedradas y mojadas al lado de la Catedral, sonaba una Tuna Estudiantil  dando una ronda debajo de los soportales.

No fue la última vez que visité la casa de Moncho, follamos mucho y bien, me gustaba la forma de tratarme de aquel chico y gozaba con sus caricias, le gustaba tanto mis tetas que mis pezones se salían cuando estaba cerca de él.

Fue una pena cuando me dijo que se marchaba de Santiago para seguir los estudios en Salamanca, el día que nos despedimos estuvimos follando toda la tarde, fue un maratón de sexo, ya iba provisto de condones y los usó todos, me llenó el cuerpo de leche, su sábana estaba tan manchada como un mapa, pero valió la pena.

Lo sentí mucho pero me centré en mis estudios y el tiempo curó mis “heridas” , siempre ha sido un recuerdo feliz para mi, a partir de entonces tuve alguna cita con compañeros pero nada importante, cuando se lo conté a Susana me felicitó, también ya era “mujer” aunque lo suyo no había sido tan “especial” , también lo había gozado, ahora las dos seguiríamos estudiando y reuniéndonos de vez en cuando, éramos unas mujeres hermosas, sobre todo ella, con su pelo negro largo hasta la cintura y aquellos ojazos, su culo alto y redondo me volvía loca y cuando se corría en mi boca llenándome la cara de sus jugos caía rendida de placer.

Susana decía lo mismo de mí, le gustaba mi cara y sobre todo mis tetas, eran su debilidad y la mía, conocía mi sensibilidad y sabía cómo tratarlas, me provocaba orgasmos solamente chupándolas y lamiéndolas, mi coño también le regaba su linda y morena cara al correrme.

Los estudios los llevábamos muy bien, yo terminé la carrera de Medicina, ahora mi objetivo era hacer las prácticas en algún Hospital y una vez terminadas inclinarme por alguna especialidad.

Me gustaba aprender mucho, seguía atenta a los médicos mayores que iban acompañados por una nube de novatas como yo, sobre todo había uno que sobresalía de los demás, era muy alto y me encantaba su voz grave pero suave y la delicadeza que tenía en el trato con nosotras las noveles…

Continuará.

Si les ha gustado valoren y comenten.

Gracias.