El secreto mejor guardado, mi vida sexual. (16)
Ya en la tranquilidad hogareña y la soledad en pareja descansamos recobrando la normalidad pero no por mucho tiempo, la cama nos llamaba y después de unos preámbulos ardientes nos relajamos con una noche de sexo tranquilo.
Susana no llegó ni a deshacer la maleta, sabía positivamente que no le iba a hacer falta mucha ropa, la casa-molino de Pedro estaba bien acondicionada y en la época estival y con el micro clima que disfrutaba el valle sobraba la tela y más esperando que el atuendo habitual iba a ser simplemente la piel morena bronceada por el sol gaditano.
Nos despedimos contentos por los días en convivencia que habíamos disfrutado y Susana nos recomendó especialmente a Iñaki que hiciéramos borrón y cuenta nueva en nuestros “disgustillos” pasados.
Desde el balcón de casa vimos como arrancaba la caravana, Susana agitaba la mano por la ventanilla y Pedro hacía sonar la bocina alegremente.
Al entrar me senté pesadamente en el sofá, no me había dado cuenta de que estaba agotada de tanto ajetreo en los pocos días que habíamos disfrutado, no tuvimos ni un momento de relax (esos momentos que uno espera dolce far niente), secretamente añoraba esas tardes otoñales cuando se agradece el tibio calor de una chimenea de leña con su olor a humo y el crepitar de la madera iluminando trémulamente la estancia, aquel estar tumbada sobre la mullida alfombra sin mirar a nada en concreto, teniendo el pensamiento divagando por infinidad de sitios diferentes.
Agradecí infinito que mi marido se sentara al otro lado del sofá, parece que a él también le hacía falta reordenar sus pensamientos y con la excusa de leer las últimas noticias sobre el baloncesto que era su hobby se camufló detrás de las grandes páginas del periódico.
Por un rato quedé ensimismada con los ojos cerrados recordando a Merche y Jordi, hacían buena pareja aunque a veces Jordi se ponía pesado con su mujer pero ella que era la dulzura personificada terminaba consintiéndole todos los caprichos.
Tuve que reconocer que la obsesión que Jordi tenía por mis tetas la satisfacía canalizando su deseo a través de su mujer, comenzaba acariciándola como una cosa natural y acababa pareciendo un verdadero pulpo hasta que Merche se daba cuenta de que en realidad me estaba provocando a mí y le decía.
Anda pesado, deja mis las tetas tranquilas, si tanto te gustan ve y tócaselas ahora a Luz un rato. ¡Qué arisca que eres Merche!, menos mal que Luz no me rechaza como tú. Ven a mi vera, querido, aquí tienes tetas para dar y vender, ya sé que te gustan mucho.
De un salto ya estaba a mi lado y no se contenía un segundo, yo ya estaba prevenida porque siempre actuaba con la misma táctica, reconozco que me gustan mis tetas y que alguien las valore tanto me adula el ego, además el mozo sabía acariciarlas, podía hacer correrme casi solamente con el roce de sus expertos dedos en mis pezones y no solo en ellos, rozándome por los costados o por el canalillo conseguía mojarme más de la cuenta.
Mi marido me miraba de reojo moviendo la cabeza resignado, no comprendía la fijación de Jordi, las de Merche estaban tan buenas o más que las mías, de hecho a Iñaki le encantaba chupárselas porque tenía los pezones tan sensibles que le llenaban el paladar y las de Susana no se quedaban atrás, además de la dureza al tacto que demostraba, sólo la areola morena que las adornaban ya incitaban a mamarlas hasta hacerle moratones.
Las reuniones casi siempre empezaban así, sin mucha “organización” pero terminaban más o menos igual, Pedro se unía al grupo y ya fuera a Susana o a Merche, si Iñaki no la había monopolizado, todos terminábamos acariciándonos, las pollas de los chicos no tardaban nada en levantarse y provocarnos a las damas y a nosotras también la humedad que sentíamos en los coños nos predisponían a disfrutar de aquellas vergas tan apetitosas.
Ahora en el sofá sonreía para mis “adentros” recordando todo aquello pero recordé que en el móvil tenía unas cuantas fotos que sacamos y que no quería mantener en la “Galería” por si alguien las ojeaba. Me levanté perezosamente y le dije a mi marido.
Me voy al ordenador un rato, ¿me acompañas? Mmm. Vale, si te animas allí estoy. Esa contestación tan escueta podía ser que sí o que no pero me daba igual y fui a la habitación que destinamos para despacho, teníamos dos mesas juntas cara a cara con dos ordenadores, cada uno tenía uno para sus cosas y no necesitábamos del otro, mi silla giratoria estaba arrimada debajo de la mesa, la saqué y me senté en ella, estaba fría y me acordé de que sobre una silla siempre tenía una toalla preparada, esta toalla tenía infinidad de funciones pero las principales eran porque normalmente en casa no llevaba ropa interior (sujetador a veces) y al sentarme no quería dejar marcas en la tapicería de la silla.
Por experiencia sabía que al final en algún momento entraría en alguna página porno, no lo hacía por nada en concreto pero me gustaba mirar y remirar por si encontraba algo “nuevo”, lo cierto es que casi nunca lo conseguía y me ponía muy nerviosa cuando de una página saltaba a otra y a otra y el antivirus me ponía mensajes en toda la pantalla de que saliera pitando de allí.
Conecté el teléfono y abrí la carpeta de imágenes, estaba la memoria casi llena y decidí vaciarla, algunas estaban desenfocadas o repetidas, me gustaba disparar varias por si acaso fallaba alguna, en algunas ocasiones veía algo que me gustaba y no me daba tiempo a enfocar y lanzaba a diestro y siniestro, coloqué en carpetas separadas las de las vacaciones propiamente dichas, paisajes, rincones preciosos, calles y casas encaladas, todo muy bonito, en otra las cenas los grupos haciendo el “mono” la mayoría de veces de alguno de nosotros y por último las que había hecho sin decírselo a nadie.
Desde que salimos juntos Iñaki y yo me propuso en ocasiones hacernos fotos más o menos íntimas, en aquella época era impensable o por lo menos “peligroso”, si tenías que llevar a revelar el carrete te podías encontrar en el mejor de los caso la mirada “con la ceja levantada” del empleado de la tienda intentando averiguar si la de la foto eras tú y te marchabas con su mirada clavada en las tetas o el culo y con la sospecha de si no se habría hecho copias para hacerse alguna paja a tu salud, por eso mi entonces novio optó por comprar una Polaroid, ahí ya encontramos un alivio.
Recuerdo que la primera fue de mi coño abierto, me puso cara a la ventana dándome el sol y desde muy cerca disparó al clítoris directamente, nos reímos mucho porque lo que salió realmente fue el dedo que con el nerviosismo tapaba el objetivo, ya con más “experiencia” y mucha práctica logramos conseguir alguna buena, las otras desenfocadas, oscuras, movidas y todas claro, después de unos minutos de espera con el coño abierto por si había que repetir. ¡Qué tiempos aquellos!
Luego se nos pasó la fiebre de fotos y ahora que tenemos todas las facilidades no las hacemos, cuando empezamos a conocer a gente interesante que por supuesto la primera fue Susana decidimos no hacernos fotos “especiales” a mí me apetecía llevar una de la polla de Iñaki y poder mirarla cuando me apeteciera y que él llevara otra de mis tetas, le propuse que fuera desde cerca para que no se viera mi cara, no por él sino por si la veían al pasar alguna otra para que no me reconocieran y sobre todo para que no vieran las “tetazas” que tengo, jajaja.
De todas formas mi curiosidad a veces me hacía disparar para tener un “recuerdo” y amenizar las noches en la alfombra y recordar las tetas y los coños o las pollas de nuestros amigos aunque en momentos de arrepentimiento las borraba.
En aquella ocasión sólo les hice a la pareja nueva que conocimos en la playa, eran jóvenes y daba gusto ver cómo se movían, la chica además de la dureza de carnes tenía una piel brillante, morena y tersa que daba ganas de comerla entera y el chico con algo de gimnasio que confesó hacer, se mantenía con un vientre plano y sobre todo una polla depilada que era la admiración de todos y cuando digo todos es “todos”.
Una vez desestimadas las que salieron mal y clasificadas y admiradas las de la pareja abrí la página de porno que ya tenía en los marcadores preferidos, busqué como siempre algo que no hubiera visto todavía, aunque era difícil pues ya había mirado mucho por allí pero entré en un canal sobre playas nudistas, era el fin y al cabo donde los habíamos conocido y me llamó la atención, vi varias que estaban rodadas en una playa famosa de Gran Canaria.
Aparecían mujeres que tomaban el sol debajo de una sombrilla mientras se acariciaban el coño con las piernas bien abiertas, a su lado se congregaban varios hombres de distintos tipos, jóvenes atléticos a mayores con tripita “cervecera”, todos ellos con la polla en la mano y ella admitía que fueran acercándose poco a poco, en ocasiones les hacía ella las pajas mientras ellos se la devolvían a ella y si la polla valía la pena la mamaba o incluso se la metían, me vino bien la previsión de ponerme la toalla debajo del culo porque empecé a destilar flujo del coño y más cuando de la nada noté las manos de Iñaki que pasaban sobre mis hombros hacia adelante y me cogían las tetas.
Me eché hacia atrás y en mi nuca noté la dureza del capullo de mi hombre, goteaba liquido pre-seminal porque ya estaba hacía rato callado viendo mi reacción.
Di la vuelta en redondo a la silla giratoria y me encaré de frente a su polla, ya no quise ver cómo acababa la dama, imagino que cubierta de leche de todos los que se le acercaban pero aquella polla que ya tenía en mi boca era real, estaba dura y caliente y si no lo evitaba me iba a atragantar de su leche.
Le cogí de las nalgas y lo atraje hacia mí, tragué todo el tronco con dificultad porque su diámetro no era corriente y lamí y chupé hasta notar que palpitaba peligrosamente, él sacó su polla porque no quería acabar tan “fácilmente”, tiró de mis piernas y quedé con la cabeza a medio respaldo y el culo en el canto del asiento, me dio media vuelta y cuando volví a estar frente a él separó las piernas y cogiéndose a los reposabrazos del sillón me metió la polla de una sola vez.
No me dolió porque estaba empapada pero casi me ahoga al llenarme la vagina hasta el fondo de un golpe, lo rodeé con las piernas mientras él me contaba lo que estaban haciendo en la playa, detalle por detalle lo describía corregido y aumentado.
Mis manos quedaban libres y a una le encontré ocupación en mi clítoris, lo sacudí con fuerza de arriba abajo y con la otra amasé los huevos de mi marido.
Nos corrimos juntos, él dejó de mirar al monitor, me besó en la boca y me llenó el coño de leche, yo aceleré el dedo y me corrí mojándole la polla, los huevos, la toalla, el sillón y hasta el suelo.
Te quiero Luz, no sé qué haría sin ti. Y yo amor, eres mi hombre y siempre lo serás, me gusta cómo me tratas, me cuidas y me follas, eres un cielo. ¿Qué te parece si nos duchamos y luego nos vamos a la cama?, imagino que no estarás muy cómoda ahora mismo. Con tu polla adentro de mí siempre estoy cómoda pero en la ducha te daré una mamada que tardarás en olvidar. Y en la cama te partiré el culo como a ti te gusta. ¿Sólo el culo?, jajaja.
Las duchas no sé porque siempre eran el prólogo o el epílogo de una noche de amor, si era al principio después de enjabonarme me apoyaba en los grifos y me clavaba la polla entre las piernas paseándola entre los labios hasta hacerme correr, a veces me quedaba esperando que la metiera pero él prefería dejarme con “las ganas”, en cambio otras ayudado por el gel entraba por la puerta de atrás y de que me daba cuenta tenía el culo lleno de carne.
Si era al revés, que yo lo enjabonaba a él la mamada la tenía asegurada y si le metía el pulgar por el culo su corrida me iba a las tetas con toda seguridad, en la cama después de desfogarnos en la ducha Iñaki ya me esperaba con la polla en vertical, en mi mano llevaba el bote de crema hidratante que le despejaba cualquier duda, sabía que le encantaba meter su gruesa polla por mi culo y aunque era muy considerado me preparaba para aliviar la sensación de que me iba a abrir como una granada.
El caso es que una vez metido el champiñón del capullo el tronco aunque del mismo diámetro ya entraba resbalando hasta llegar al final y yo gozaba de una sensación de plenitud difícil de igualar, bueno sí, cuando me hundía lentamente la tranca por la vagina pulsando los pliegues haciéndome poner los ojos en blanco.
Yo también sabía sus gustos y los explotaba o mejor dicho los exprimía, cuando subí a la cama estaba tumbado en el centro con los brazos detrás de la cabeza y con la polla oscilando como un metrónomo invitándome a sentarme sobre ella pero lo sorprendí arrodillándome entre sus piernas y cogiéndole de los tobillos levanté las piernas sobre su cabeza.
Lo había descolocado, tenía un plan que se le vino abajo pero cuando le pasé la lengua entre las nalgas abiertas y depiladas noté la sacudida que le dio el cuerpo hasta que mi lengua forzó el agujero rugoso, quedó paralizado esperando acontecimientos pero cuando notó que plegaba la lengua y la introducía mucho más que creí ser capaz, la polla que tenía pegada a mi frente se endureció mucho más desde su comienzo interno hasta el capullo redondo.
No hizo nada por cambiar de postura y cambié la lengua por el dedo más largo, el suspiro que se le escapó me indicó que no me había equivocado a la vez que absorbía un testículo dentro del escroto más rizado y constreñido, me entretuve jugando con los dos pasando por la boca sin abrirla casi, Iñaki se movía gimiendo con los dientes apretados, la verga le palpitaba cambiando de color a rojo intenso y sin sacar el dedo de donde estaba abracé con los labios el tronco que se mantenía rodeado de venas hinchadas, cuando llegué al frenillo alzó las caderas ofreciéndome la polla entera para que hiciera con ella lo que deseara, lo hice pero conllevó que al dedo corazón lo acompañara con el índice, un gemido más largo me aclaró que seguía gustándole y los repartí por su recto rozándole la próstata.
La ducha que me propinó no la esperaba y por el pelo me regó de leche hasta gotearme por los hombros hasta las tetas que tuve que repartir, apenas dejó de manar la metí en la boca sin dejar que perdiera rigidez, lo conseguí porque conocía su polla como nadie y cuando la tuvo al máximo dejé que descansara y le complací, me senté sobre él y le dejé las tetas sobre la cara, las chupó ávidamente y a la vez fui resbalando sobre su cuerpo depilado hasta clavarme la verga presionándola con los músculos vaginales sus mansos agarraron mis nalgas y las apretó contra sus caderas para hundirse en mí.
No pude aguantar más y tuve mi primer orgasmo en la cama, los temblores que me sacudieron casi me hacen caer de lado pero Iñaki me sujetaba por las tetas que se aplastaban contra su pecho clavándose los pezones en su piel.
El plato fuerte lo guardó para el final, yo era consciente de ello y sólo rogaba que no me guardara “rencor”, Iñaki no era rencoroso pero no me perdonó, apenas lubricó la puerta trasera entró como un vendaval, lo noté caliente en la entrada pero según iba adueñándose del interior me quemaba hasta que me atrajo contra él tirando de las tetas desde mi espalda.
Muévete, ahora te toca a ti. Sabía lo que quería y apoyada con las manos en la sábana de espaldas a él apoyada sólo de pies y manos salté sobre su polla, entraba y salía sin esfuerzo y me convencí que se merecía lo mejor y poco a poco fui dejándome caer más hasta sentarme con las nalgas abiertas, afuera sólo quedaban los huevos como pelotas de golf.
No pude aguantar su ritmo pues él también se movía en mi busca y me cosía el culo con la verga, me corrí como una perra en celo, no quise quitarle el momento de su corrida y seguí hasta notar el calor de su leche inundándome.
Caí de espalda sobre él y me sujetó hasta que mi corazón y el suyo palpitaron al compás.
Besándome detrás de la orejas me relajó y caí a su lado entre sus brazos, la mañana nos sorprendió en la misma postura, ninguno de los dos tuvo la fuerza de voluntad de levantarse para hacer el desayuno y nos volvimos a dormir hasta mediodía, por fin estábamos solos, atrás quedaban las vacaciones aunque sabíamos que pronto estaríamos organizando otro encuentro con nuestros amigos y si era posible con la nueva pareja de jóvenes, tenía la curiosidad de quien enseñaría a quien.
Ya nos habíamos resignado a levantarnos, los estómagos rugían reclamando su “carburante” y de pronto sonó el teléfono móvil, miré quién podía ser a medio día de un domingo y leí “Susana” Iñaki por encima de mi hombro sonrió socarronamente, nada más pulsar el botón verde se oyó la voz escandalosa de mi amiga.
¡Hola preciosa! Soy yo Susana, ¡adivina donde estoy! Pero Susana ¡que tonta eres, he visto tu nombre en la agenda de mi teléfono y nada más oírte ya era imposible no reconocerte y lógicamente sé que estas en el molino de Pedro! Jajaja ¡es que no te imaginas donde estoy…! Pareces una chiquilla, jajaja, ¿Adónde vas a estar? Exacto pero no donde exactamente. Vamos a ver si lo adivino… a la hora que es estarás tomando el sol al lado de la piscina o metida en la piscina. Jajaja frio frio, espera cuelgo y ahora te vuelvo a llamar. Iñaki asomaba su barbilla sobre mi hombro desnudo, estaba boca abajo apoyada por los codos en la cama esperando noticias de mi amiga y mi chico no dejaba de acariciarme la espalda desde la nuca al culo, al momento un sonido raro sonó al teléfono, no sabía qué botón tocar pero Iñaki dejó lo que estaba haciendo y pulsó conectando el Skipe.
De momento apareció en la pantalla la cara sonriente de oreja a oreja de mi amiga dándome un beso al aire.
¿Qué te parece? Te has equivocado, estoy en el jardín sobre el césped sobre una toalla, ¿no te sugiere nada esto? Jajaja, sólo quieres darme envidia, pues lo estás consiguiendo pero procura que no te de mucho el sol, aunque es de montaña quema lo mismo que el de playa, jajaja. No te preocupes, tomo mis precauciones… y… ¿a qué no sabes qué hago? Ya lo has dicho, tomar el sol… Bueno… sí pero no estoy sola… Claro, ahora me dirás que estás “bien acompañada” Tú lo has dicho… mira…
Susana abrió el plano de la cámara y de ver su cara en primerísimo plano fuimos viendo sus hombros y no dejó de separarse hasta que pudimos ver las tetas que le colgaban hasta la toalla, Iñaki se interesó más y se puso sobre mi espalda asomando la cabeza justo para no perderse la escena.
Me gustó ver los duros pechos de mi amiga que tantas veces había lamido cayendo sobre la toalla pero lo que más me llamó la atención era la oscilación que tenían de atrás adelante, Iñaki estaba tan interesado como yo pues no le encontraba explicación pero Susana debió ver en su pantalla nuestra extrañeza porque quiso mostrarse más claramente y siguió abriendo el plano.
Vimos en efecto la toalla grande que estaba tendida sobre el cuidado césped de la piscina de la casa de nuestro amigo y sobre ella a nuestra amiga con los codos hincados en ella, seguía riendo divertida viéndola cara de desconcierto que teníamos, nosotros estábamos centrados en las tetas colgantes pero en un movimiento que dio hacia los lados pudimos ver entre ellas el estómago y el vientre de la mujer, detrás de ella se le veían en sombra sus muslos arrodillados, nos reímos pues nos estaba haciendo “sufrir” innecesariamente, para que la viéramos desnuda y la envidiáramos no hacía falta tanto, quizá por eso quiso despejar el misterio y separó las rodillas.
Detrás de sus muslos morenos vimos lo que de momento no identificamos, pero eran los muslos de Pedro, éste no iba depilado y el vello lo desenmascaró y más cuando Susana subió la cámara y pudimos verle la cabeza por encima y por consiguiente la espalda hasta terminar en las redondas caderas.
Iñaki me llamó la atención de que al lado de las caderas de la chica se veían claramente las manos de Pedro sujetándola y él para aportar su aclaración se retiró hacia atrás y asomó la polla larga y dura entre los cachetes del culo de Susana.
Estallamos en una carcajada, por fin habíamos comprendido, Susana nos llamaba para que la viéramos recibiendo la polla de Pedro en un paraje de cuento, ellos también se rieron con ganas al ver que por fin habíamos comprendido la situación y para más aclaración volvió a meterle la polla y empezó a moverse haciendo acercarse y alejarse de la cámara a Susana con sus empujones.
Iñaki no quiso que su amigo le ganara la mano y me dijo al oído.
Luz, pon la cámara igual que ellos que le vamos a demostrar que nosotros no le tenemos envidia. Ya te entiendo ¿así está bien? Sí, controla la pantallita en que nos vemos nosotros. En efecto aparecíamos nosotros, yo también con los codos sobre la sábana con las tetas arrastrando sobre el colchón, con el culo elevado y mi marido detrás de mi meneándose la polla hasta ponérsela gorda y dura.
Susana al vérsela sacó la lengua provocándolo insinuando que le lamía el capullo a la vez que resistía los envites de su pareja desde detrás. No tardé en seguirle en sus movimientos cuando mi chico metió la polla de una vez en mi coño lubricado con la visión de la otra pareja y para darle más énfasis me incorporé para que mis tetas se movieran libremente, la cara que hizo Pedro el verme parecía un poema, Iñaki se aprovechó para cogérmelas desde atrás y sujetarlas con las palmas y con los dedos pellizcarme los pezones.
A Susana la visión de mis tetas y la cara que hacía al recibir la polla en el fondo de mi coño también le “afectó” y se corrió sin dejar de mirar su móvil, Iñaki al verla temblar acosada por la polla de su amigo se corrió dentro de mí, me llenó con un golpe a fondo y se quedó quieto vaciando los huevos en mi.
Pedro siguió clavándose en Susana hasta que no pudo más y sacó la polla, yo enfoqué la cámara a mis tetas y lanzó una serie de chorros de leche que mancharon el teléfono de Susana que lo sujetaba hipnotizada.
Con el efecto de ver venir las ráfagas de semen hacia mí me corrí también y puse el teléfono entre mis tetas con un macro a mis pezones salidos.
Tuve que ponerme otra vez de rodillas porque Iñaki pensó que debía seguir haciendo una demostración con la tecnología moderna y sin esperar que enfocara mi espalda se cogió a mis caderas y metió la polla en mi culo previamente lubricado con un salivazo.
A la pareja de enfrente no les di dudas, notaron que me estaba empalando porque cerré los ojos y la boca resistiendo la envestida y no quisieron ser menos, Susana sabía lo que representaba la polla de mi marido metida de un certero golpe y se preparó a que la larga y delgada de Pedro la llenara, no debió calcular bien porque Pedro también dilató su culo de una sola vez y sin avisar y mi amiga abrió la boca buscando aire.
La cascada de orgasmos fue consecutiva y ya Iñaki le demostró cómo me llenaba las tetas de leche, Pedro lo imitó cuando Susana se puso enfrente de él y le roció de blanco los pezones y su provocador canalillo, las dos a la vez nos repartimos la espesa crema dejando las bolas brillantes y sedosas.
Cuando Susana me lanzó un beso al aire se lo devolví, Pedro saludó con la mano llena de polla y mi marido le correspondió igualmente, luego colgó el teléfono y yo hice lo mismo.
Iñaki me dijo cuando estaba limpiando el teléfono de leche.
Creo que deberíamos ducharnos antes de comer, estoy hambriento, el ejercicio me ha abierto el apetito. Como quieras pero ya sabes lo peligrosas que son nuestras duchas. Asumiré el riesgo. Lo avisé y por eso no le vino de nuevas cuando me arrodillé frente a él y le mamé la polla, cuando salimos de la ducha, llevaba otra dosis de leche extra en el culo y mi coño manaba flujo aún después de enjuagarme bien con el chorro de la ducha.
Continuará.
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gracias.