El secreto mejor guardado, mi vida sexual. (15)

Después de unos día excitantes de vacaciones en el sur, volvimos cada uno a su casa, durante el viaje tuvimos momentos de relax y de confidencias y cuando llegamos a casa nos despedimos definitivamente, bueno… hubo quien siguió.

Durante el viaje de vuelta en la auto-caravana ya no hubieron reticencias, fuimos todos juntos hasta Sevilla y como en la ida, en un área de servicio en la autopista de circunvalación paramos para despedirnos, yo había acompañado a Jordi en su coche porque era con el que menos había tenido tiempo de estar.  Durante el viaje me confesó que se había percatado del distanciamiento que tuve con Iñaki o mejor dicho él conmigo, no lo comprendía porque desde que nos conocimos siempre demostró que estaba loquito por mí, me preguntó el motivo y tuve que contarle lo que pasó en la trasera de la caravana, Jordi se rió imaginando a Iñaki con el ceño fruncido agarrando el volante con tanta fuerza que hubiera podido deformarlo oyendo cómo follábamos Susana y yo con Pedro.

No pude aguantar la risa y quise hacerlo callar porque me sentía ridícula, intenté taparle la boca para que dejara de reír pero como estaba conduciendo a cierta distancia de la caravana de los demás intentó detenerme y lo consiguió cuando me cogió una teta con la mano por adentro del escote de la camiseta.

Quedé sorprendida porque no esperaba su reacción, estábamos de broma y ahora me miraba con unos ojos de “cuanto antes”, se justificó diciéndome que estaba loco por mí y mis tetas, me había follado en el apartamento varias veces en las reuniones que tuvimos de sexo pero tenía fijación por mis dos gemelas.

  • ¿Luz, te puedo pedir un favor?
  • Tú dirás, aunque espero que no sea difícil de conceder porque adelante están los demás.
  • No es difícil, bueno… quisiera que me hicieras una cubana, sueño con ella desde que me hiciste la primera, ver mi polla salir de entre tus tetas me pone como un burro.
  • Jajaja, ya sabía yo que tenía algo que ver con mis tetas, te confieso que me halagas aunque no sé que ves en ellas, tu mujer y Susana las tienen más altas y más duras que yo y con unos pezones negros que me vuelven loca hasta a mí.
  • Es cierto, Merche las tiene preciosas y las de Susana no me canso de chuparlas pero las tuyas… son mi obsesión, sólo mirarlas me la pone dura y cuando las cojo me da la corriente por los brazos como si tocara un cable pelado.
  • Pues no tienen nada de extraordinario, ya ves, son grandes, me pesan demasiado y son una incomodidad, siempre tengo que llevar sostén que se me clava en los hombros, no es ningún chollo te lo aseguro.
  • No seas modesta, sólo sé que cuando las abarco con las manos abiertas noto como vibran, sé que te gusta que las chupe como a mí y tus pezones no mienten, se endurecen nada más mirarte.
  • ¡Joder Jordi!, no creí que fuera tan evidente, tendré que controlarme mejor, lo cierto es que me gusta que me las chupen o me laman, cuando te metes en la boca mis pezones me haces levitar, lo que te he dicho antes lo dije para desanimarte pero lo cierto es que me gustan, son tan sensibles como el coño… que ya es decir.
  • ¿Entonces no te animas a hacerme una paja con ellas?  Si quieres nos salimos en un área de descanso y me la haces, a estas horas no habrá nadie y como la caravana corre menos, los alcanzamos enseguida.
  • Uf, Jordi eres muy persuasivo, no sé, me gustaría pero… venga, vamos pero rapidito ¿eh?  No quiero mosquear otra vez a Iñaki.

Jordi tuvo suerte (los dos tuvimos suerte) porque a un kilómetro había una salida que escondía con una fila de álamos un desvío con una arboleda y unas mesas en esos momentos vacías.

Al llegar, debajo de un sauce llorón metió el coche cubierto con sus ramas caídas, parecía que una mano compasiva nos lo había puesto a propósito, frenó con prisa y pasó al asiento de atrás, yo salté entre los asientos sin salir y ya me esperaba con la polla dura en la mano, me saqué la camiseta y solté el sujetador, ya tenía una teta en cada mano para atraparle la polla cuando me rogó.

  • Espera, déjame que te las chupe un poco antes, así las mojaré de saliva.

Sonreí maliciosa, estaba claro que se quería dar un banquete de teta como despedida, me tumbé en el asiento y él se lanzó a por ellas, las cogió a la vez y las juntó para tener los dos pezones juntos, iba de uno al otro dejando un reguero de babas en el canalillo, lo cierto es que yo también me estaba mojando y no de saliva precisamente por lo que me entretuve con su polla en la mano, quería mantenerla dura para cuando se cansara de chupar atraparla entre el par.

Tenía razón Jordi, estaba obsesionado con mis tetas, la polla estaba tan fiera como si fuera a follar a una chica de calendario, quizá por eso no quise que se perdiera entre mis tetas y me subí la minifalda, él seguía absorto con la cabeza hundida entre ellas cuando ladeé las bragas y me puse el capullo entre los labios.

Estaba como loco llenándome de saliva desde el cuello hasta el estómago, en un movimiento reflejo cuando notó la humedad de mi coño en su capullo dio un golpe de cintura y me la metió de tres golpes, no dio muestras de querer seguir follándome y me tuve que concentrar para correrme antes de que me la sacara para por fin ponérmela entre las dos sentándose en mi estómago.

La apreté con fuerza, estaba incrustada en la carne, la notaba como pasaba entre las dos y cuando salía casi me llegaba al cuello, de paso la besaba o la lamía si llegaba, no paraba, yo sólo la sujetaba y él me follaba las tetas como si fueran dos grandes labios de coño.

El final fue rápido, me miró con ojos vidriosos y puso las manos en el techo del coche, adelantó las caderas hacia mí y descargó toda la leche retenida entre mis tetas, me puso perdida, rogué que tuviera toallitas húmedas en la guantera del coche porque aquella cantidad de leche era demasiada para repartirla entre las tetas como a mí me gustaba hacer después de una corrida.

Cayó sobre mí agotado, le escurrí la polla con la lengua y le di una palmada en el culo para volverlo a la realidad, saltó como un joven y se vistió dentro del coche, pasó adelante y arrancó sin esperarme, me tuve que limpiar con las toallitas en el asiento de atrás, olía a semen a distancia y no quería que se notara cuando me viera Iñaki, usé todas las toallas, me limpié de flujo el coño porque mi corrida pese a ser acelerada fue abundante como siempre, cuando pasé por encima del asiento hacia adelante, dio un beso en la palma de su mano y me la puso sobre el pezón todavía duro.

Aceleró sin respetar los límites de velocidad hasta vislumbrar la caravana a lo lejos, fue acercándose y le hizo señales con las luces para que siguieran tranquilos.

Cuando nos reunimos en una explanada al lado de la autopista para despedirnos en la próxima bifurcación dio la excusa que paró porque una rueda hacía un ruido raro, Iñaki se interesó y estuvo comprobando si estaba caliente o desinflada pero Susana me miró picarona y me hizo ver que llevaba la camiseta al revés.

Después de unos besos (en la boca, por supuesto) y abrazos nos despedimos, Merche me dio un beso con lengua que aceleró el riego sanguíneo y Jordi aprovechó para darme el último apretón a las tetas.

Cuando reanudamos el viaje los hombres subieron adelante, nosotras detrás comentamos las anécdotas de las vacaciones, hubo de todo incluso alguna discusión sin importancia motivada por la convivencia de 24 horas las seis personas con diferentes costumbres y gustos, aunque todo se pudo solventar con otra fiesta de camas redondas.

Susana recordó que un día conocimos a una pareja joven, fue un día en una playa nudista, se sorprendieron que todos (que ya no somos críos precisamente) nos comportáramos tan alegremente, contactaron con el grupo con una excusa pueril pero los acogimos con gusto porque eran muy jóvenes y nos recordaban a nosotros hace ya años y todo hay que decirlo porque el chico estaba muy bien y la chica mejor todavía.

Tuvimos una toma de contacto en el agua, estábamos jugando entre las tres cuando se acercó la chica, se le había escapado el flotador que llevaba y se lo devolvimos, su mirada nos recorrió a todas, en un momento nos hizo una radiografía mejor que su marido, miró mis tetas como si fueran dos pasteles de merengue y las de las dos como si fueran de moka, las de ella no eran peores, además de que las tenía de punta mirando al cielo, por debajo le hacía una curva que estaba cubierta casi por una areola morena tan ancha como una galleta maría.

Curiosamente no iba depilada pero sí perfectamente recortada en un triángulo regular aunque no podía disimular la sombra del reguero de vello que le llegaba al ombligo, Susana hizo lo posible para enseñarle los labios menores que sobresalían de los mayores pero le llamó más la atención mi coño porque no se me nota nada como a las muñecas Barbie, el suyo pese a la alfombra rizada mostraba el clítoris castaño.

Pronto olvidó el flotador y se unió a nuestros juegos “inocentes”, nos tocó a todas por todos sitios y nosotras a ella lo mismo, para no dejarla con dudas Merche y yo nos abrazamos y nos orinamos entre las piernas, ella se sorprendió porque no había visto esto nunca pero le gustó y dijo que lo probaría.  Susana estuvo rápida y antes de que se diera cuenta tenía el muslo de la chica entre los suyos frotándose el coño, ella aguantó poco y se corrió pero Susana esperó a que se concentrase y una vez se recuperó del orgasmo probó a orinarse sobre Susana, ésta no tuvo problema en devolvérselo cuando se corrió acariciada por la joven.

Los chicos hablaban en la arena, debía de hablar de nosotras porque a los cuatro se les veían las pollas tiesas, nos reímos cuando salimos del agua, ellos no hicieron por disimular y las mujeres les correspondimos subiéndonos sobre ellos para follarlos (cada una a su pareja).

Susana bajó la voz para preguntarme qué había pasado con Iñaki, se había dado cuenta desde el principio que a mi marido no le hizo gracia que pasara atrás para unirme a ella y a Pedro pero disimuló esperando novedades, estuvo todo el tiempo pendiente y procuró que coincidiéramos para que hiciéramos las paces, aunque mi marido la prefería a ella y sobre todo a Merche a la que follaba a la menor ocasión.

Le conté nuestra conversación y los motivos que tuvo, también le dije que me fastidiaba que las prefiriera a ellas, Susana se rio de mi burlándose porque decía que estaba celosa, al fin le tuve que confesar que algo sí que estuve, nos reímos las dos porque después de las veces que lo habíamos compartido pasara aquello.

En voz baja también me contó que estuvo un rato tumbada en el asiento, Merche estaba un poco mareada y se durmió un rato pero los hombres adelante estuvieron hablando de la posibilidad de que Merche se hubiera quedado preñada de alguno de ellos, a los dos les preocupaba, no sabían cómo digerir aquella situación, nunca nos había ocurrido aquella contingencia, nosotras decidimos de jóvenes que no íbamos a ser madres pero Merche… ya tenía dos hijos mayores y ahora un bebé…

Pareció que los hombre habían asimilado la situación y pronto cambiaron de conversación, prefirieron hablar de las fiestas que hicimos, Iñaki sobre todo nombraba a Merche y a Susana, a mi parecía que me ignoraba hasta que tuvo que ser Pedro quien le recordara que yo era su mujer y que follaba como los ángeles, entonces mi marido tuvo que reconocerlo y le dijo que hubo una tirantez pero lo tranquilizó diciendo que ya estaba resuelta, luego se rieron y chocaron las manos.

Me relajó que mi amiga me contara todo lo que había pasado en la caravana y como compensación le conté la paja y la mamada de tetas que me hizo Jordi.

  • ¿Sólo pasó eso, te chupó las tetas y le hiciste una cubana… y tú?
  • Bueno… me metí su polla sin que se enterara y me corrí rápido, luego él se corrió en las tetas, que es lo que quería con ansia.
  • Eso ya está mejor, estaba segura de que habíais hecho algo y luego cuando te vi la camiseta girada y el olor que tenías a perfume lo tuve claro, jajaja.
  • Claro, olía a leche como una vaca lechera, jajaja.

Castilla es ancha y larga y la caravana cómoda, como a la ida hicieron turnos para conducir pero esta vez ya hubo consenso, ahora éramos dos parejas y no precisamente por lo civil, cuando Pedro “descansaba” Susana lo calmaba o yo misma pero con el beneplácito de Iñaki y cuando le tocaba a él era yo o Susana la que le relajaba los músculos, sobre todo los pelvianos, follamos varias veces sin prisas, incluso cuando paramos para comer aparcaron en un remanso del Tajo, había sombras y mucha agua en una playa de arena.

Susana salió corriendo de la caravana desnuda y se lanzó al río, Pedro la siguió con la polla dando bandazos, Iñaki y yo nos tronchábamos de risa viéndolos perseguirse pero no llegamos a salir, me pasó las manos por el cuello y las dejó deslizar por delante hasta cogerme las dos tetas a la vez, lo miré y me di la vuelta, debajo del pantalón se le notaba el bulto que parecía un bocadillo y como tal me lo llevé a la boca, se hubiera corrido en ella si no lo hubiera empujado a la litera, subió a la cama grande sobre la cabina y echamos la ropa abajo, desnudos debajo de los olmos follamos a lo salvaje, no hubo prólogos ni sentimentalismos, lo hicimos por todos los sitios posibles, ni yo pedí nada ni él echó nada de menos, nos corrimos varias veces, sobre todo yo que mojé la sábana pero no importaba, ya la lavaría en casa.

Cuando ya estábamos agotados descansando con la cabeza en la parte de los pies aparecieron Susana y Pedro, no nos vieron ni nosotros les dijimos que estábamos allí, quitaron la mesa del centro, sacaron las dos camas y las juntaron, no cerraron ni la puerta pero hicieron lo mismo que nosotros, follaron desatados, no había visto a Susana tan “fiera” desde una noche en mi casa con mi marido, Pedro con su polla larga la cosió literalmente, parecía el sátiro de la fábula, después de correrse dos veces su polla seguía tan dura que le oscilaba de abajo arriba.

Susana al principio quería dominar la acción y subió sobre Pedro pero cuando se corrió dos veces mientras que el chico ninguna se rindió, desde entonces fue él quien hizo con ella lo que quiso, la folló sin parar hasta deformarle el coño pero después cuando sacó la polla del culo de mi amiga quedó el agujero redondo tan abierto que costo varios minutos para recobrar su hermetismo, le regó las tetas con abundante leche y ella no pudo evitar bañarlo al correrse por enésima vez.

Nosotros callados observábamos desde arriba tumbados boca abajo, a Iñaki parece que le gustó la escena, adivinó que yo estaba más caliente que cuando vemos porno debajo de una manta en casa, subió sobre mi espalda y con los pies separó mis piernas, su gruesa polla me taladró el culo, tuve que morder la sábana para no delatarme.

Iñaki no tenía prisa, había cogido las tetas que me sobresalían por los costados y bombeaba la polla entre las nalgas hundiéndola hasta los huevos, cuando me entraron los temblores la cama crujió y la pareja de abajo miró al techo, a mi no se me veía paro mi melena colgaba por la orilla.

Estallaron en unas carcajadas y nos obligaron a asomarnos, yo tenía el pelo sobre la cara, después de varios orgasmos no estaba para fotos de estudio, Iñaki apareció por encima de mi hombro, no llegó a sacar la polla, al revés al asomarse me la acabó de hundir y me hizo gemir, empujó tanto que me asomé demasiado hasta que las tetas quedaron colgando de la cama.

Inmediatamente Susana y Pedro se levantaron y uno y la otra alcanzaron mis pezones y los chuparon como si me ordeñaran, Iñaki siguió metiéndome la polla a buen ritmo y volví a correrme.

Nos invitaron abajar con ellos, mi marido todavía no se había corrido y Susana reclamó su leche, se tumbó en la cama y levantó las piernas sobre su cabeza, le dejó elegir el culo o el coño, mi marido prefirió seguir por el culo y se lo llenó, acostumbrada a la polla delgada y larga de Pedro notó la diferencia, mi marido “calzaba” una talla o dos más gorda y mi amiga abrió la boca buscando aire.

A mi Pedro me llenó el coño, noté cómo empujaba el útero hasta el fondo de mi ser, a media polla ya lo notaba pero no paró de empujar hasta verla toda adentro, tengo que reconocer que aquella sensación me ponía a cien y abrí las piernas todo lo que pude para que metiera todo lo que tuviera y… era mucho.

Los dos amigos se cogieron las manos cuando se corrieron a la vez, el culo de Susana estaba abultado por la leche que retenía porque la polla de mi marido le hacía tapón pero Pedro me hizo rebosar semen blanco junto mi líquido espumoso.  Quedamos como estábamos y mi marido, cuando se le salió la polla blanda del culo de Susana, se levantó, pensamos que se iba a vestir y continuar el viaje pero cerró la puerta y volvió al lado de mi amiga, ésta ya había bajado las piernas y lo esperaba boca arriba, él se tendió a su lado para descansar pero ella se incorporó y le buscó la polla blanda entre las piernas y se la metió en la boca.

Mi marido se acomodó para recibir la mamada de mi amiga, con una pierna colgando al suelo le dejó el campo libre para que hiciera lo que quisiera.  Yo me puse de lado, quería que Pedro me hiciera la cucharita y al verme el culo se pegó a mi cogiéndome las tetas por debajo de mis brazos, al momento noté su “culebra” como reptaba entre mis nalgas hasta llegar a mi coño, suavemente como siempre lo hacía entró y no paró hasta meterla toda (como también acostumbraba).

No nos movimos, sólo lo notaba adentro moviéndose lo justo para no perder la erección, masajeaba mis tetas para que siguiera lubricando mi coño, notaba su respiración en la nuca y me erizaba el vello, tuve un orgasmo suave, apenas lo noté y él menos aún pero fue muy dulce, tampoco hizo muchos espasmos cuando derramó su leche dentro de mí, sentí el calor de su semen que me llenaba la vagina hasta afuera y dejé que saliera despacio mojándome los muslos.

No me enteré como acabaron los otros porque me dormí, parece que Pedro también lo hizo aunque tardó en sacarme la polla, sólo le salió la mitad y aunque fláccida quedó un trozo adentro de mí.

Ya estaba anocheciendo cuando me despertó Iñaki, me señaló el reloj y me dijo que siguiera como estaba, Pedro seguía hundido en mi pero él pasó al volante y salimos a la carretera, me dejé llevar por Morfeo y seguí notando con los movimientos de la carretera la polla de Pedro que no se resignaba en salir de mí del todo.

Susana quedó despatarrada sobre el sofá-cama, en las tetas tenía los rastros secos de una corrida de Iñaki y se balanceaban brillando en las curvas.  Cuando mi marido abrió la ventanilla el aire fresco que entró nos despertó, el olor a sexo que llenaba la furgoneta se podía cortar.

  • No os preocupéis, antes de devolvérsela a mi amigo la llevaré a limpiar y perfumar, le diré que funciona de maravilla, aunque me callaré de lo bien que se folla en ella, jajaja.

Los cuatro nos reímos con ganas y ya de noche  avanzada llegamos a Valladolid, cenamos en un bar de las afueras, ninguno tenía ganas de grandes cenas aunque estábamos desfallecidos.

Descubrimos que tenían calamares a la romana recién hecho y comimos unos bocadillos como colegiales, regados con cerveza y café fuerte para seguir.

Susana y yo acordamos sentarnos adelante para darles conversación y que no se durmieran porque estaban agotados, les gastábamos bromas y les manteníamos despiertos provocándolos enseñándoles las tetas o levantándonos las faldas sin bragas, entre risas y sobeos llegamos a casa.

Esta noche nos quedamos todos en casa, Susana quiso acompañar a Pedro, disfrutaba con su polla larga y quería apurar hasta el último momento, a mi no me hubiera disgustado haberlo acunado, ni a Iñaki dormir con Susana pero tendríamos más oportunidades por proximidad.

Caí agotada nada más acostarme, no me dio tiempo más que darle un piquito a mi marido y quedé sin conciencia hasta bien tarde por la mañana, desperté porque sentí una línea de frío por la columna, era Iñaki que pasaba su lengua por mi espalda.

  • Buenos días princesa, da gusto verte dormir, estoy admirándote desde hace rato y no me atrevía a despertarte pero ya es tarde.
  • Mmm, buenos días amor ¿Qué hora es?  Ya debe ser tarde por la luz que hay.
  • Sí, son más de las nueve.
  • ¿Has dormido bien?  Yo sí.
  • Ya lo sé, te quedaste “frita” nada más caer en la cama, yo en cambio tardé bastante en dormirme.
  • ¿Porqué, debías estar agotado tanto o más que yo?, condujiste casi todo el día.
  • Bueno, eso quisiera yo pero en la habitación de al lado estuvieron de fiesta hasta muy tarde.
  • ¿No me digas?, pues estarán rendidos…
  • No lo parece porque bien temprano ya se les oía retozar…
  • ¡Qué barbaridad!  Pues ya no son adolescentes…
  • Anda ve y pregúntale a Pedro si se quedará a comer o se marchará antes, es para reservar mesa.

Me levanté decidida en organizar el día, no me di cuenta de que no llevaba ninguna ropa hasta que pasé al lado de Iñaki y me dio una palmada en el culo, me reí agradeciéndole la caricia y acostumbrada a estar solos en casa entré sin llamar a la habitación de invitados.

La escena me sorprendió, Pedro estaba en medio de la cama con las manos en la nuca sobre la almohada, a sus pies estaba Susana arrodillada entre sus piernas y cuando se volvió para mirarme nos sorprendimos las dos, ella porque yo iba desnuda y yo porque cuando se volvió soltó la polla que tenía en la boca que quedó oscilando verticalmente.

  • Eeejem, perdón por no llamar…  Iñaki quiere saber si te quedas a comer o prefieres volver a casa para devolver la caravana.
  • Pues… no lo había pensado todavía…

Susana se levantó y pasó a mi lado diciendo.

  • Luz mientras lo decidís voy a hacer compañía a tu marido, no tengas prisa en volver, ¿eh?

La pícara sonrisa y su guiño me dieron a entender qué quería que me quedara un rato con Pedro, me senté a su lado en la cama y volví a hacerle la pregunta del encargo de Iñaki.

  • ¿Entonces… que has pensado, te quedas a comer? o… lo digo por reservar mesa en un restaurante, hoy no tengo ganas de guisar.
  • Aún es pronto para tomar decisiones complicadas, creo que de momento lo mejor es que nos preocupemos con el desayuno, ¿te animas?

Con la mirada me señaló la polla que seguía vertical ondeando como la bandera de señales de un barco.  Comprendí enseguida que quería que siguiera donde se había quedado mi amiga y me arrodillé entre sus muslos, me apoyé con las manos sobre su vientre y con la cabeza entre mis brazos me apoderé de la polla larga y fina.

El suspiro que dio me confirmó que le gustaba lo que le estaba haciendo pero me cogió la cabeza suavemente y tiró de mi, tuve que soltarle la polla tan larga que le llegaba al ombligo, creí que quería que lo cabalgara pero cuando mi cabeza estaba a la altura de su pecho me dio la vuelta y tiró de mi muslo para que lo acercara a su cabeza.  Entendí pronto lo que prefería, siempre me gusta complacer a mi acompañante y lo obedecí, pasé una pierna sobre su cabeza y me instalé sobre su vientre, mi cabeza coincidía con su entrepierna y mi pubis cubría por completo su cara.

Comprendí que no tenía prisa y que quería hacerlo bien cuando acomodó la almohada debajo de su cuello para elevar la cabeza lo suficiente para llegar a la altura de mi coño, a la primera pincelada de lengua me cogí a sus piernas, besé su glande y presioné para que entrara en mi boca sin abrirla, el capullo tuvo que hacer fuerza para separar mis labios pero para él fue como si desvirgara mi boca.

En la habitación de al lado Iñaki y Susana se reían haciendo “escuchitas ”, no me imaginaba qué travesura se les habría ocurrido pero yo tenía un verdadero reto, hacerle una mamada que recordara mucho tiempo porque él tenía el mismo propósito.

Pedro pasó los brazos por detrás de mis piernas, así llegaba a lamer todo el perineo hasta la rabadilla, desde el clítoris sus lamidas llegaban hasta el culo de una sola pasada, me volvía loca y le correspondí lamiéndole desde el capullo hasta los huevos por los dos lados.

Estuvimos mucho rato sin prisa pero sin pausa, absorbía su testículo metiéndolo en mi boca llenándome de escroto la mejilla sin poder casi respirar, notaba como se escurría entre mis labios igual que él tenía que morderme el clítoris para que no se le escapara.

El tratamiento de Pedro fue radical, quería despedirse de mi adecuadamente y lo consiguió, hice todo lo posible por retardar mi orgasmo pero me pudo, me corrí en su cara y no me contuve cuando lo mojé como una botella de champan agitada, no tuve fuerza para seguir comiéndole la polla que me llegaba a las amígdalas y hundí la cara en su ingle, fue una suerte porque cuando el tronco de la polla pasaba rozando mi mejilla, noté como se contraía y expulsaba chorros de leche que me caía por la nuca y la espalda, las tetas las tenía aplastadas en su vientre y me moví para que quedaran a sus costado y poder descansar sobre él, me dejé caer sobre su cara y siguió lamiéndome un momento hasta meter la punta de su lengua en mi coño.

El temblor que me sacudió coincidió con el final de mi corrida y me estremecí de pies a cabeza.  Pedro se relajó pero alargó las manos  hasta coger mis pezones y sujetarlos a su lado.

Tardamos un rato en recuperar el sentido y nos levantamos, al pasar por mi habitación vimos a Susana de rodillas sobre la cama, Iñaki de pie detrás de ella se agachaba metiéndole desde arriba la polla en el culo, la metía como una barrena, ella no podía escapar y mi marido subía y bajaba haciendo desaparecer su “berenjena” en el culo de mi amiga.

  • Chicos, nos vamos a la ducha, no tengáis prisa, igual tardamos un poco.
  • Tranquila, estoy muy ocupado con Susana, ¿verdad cielo?

Mi amiga lo confirmó con la cabeza hundida en el colchón porque no podía articular palabra,  Pedro se pegó a mi espalda y nos metimos en la ducha.  Cuando Iñaki compró su piso, hace bastantes años, hizo reformas y colocó una ducha bastante grande, yo lo agradecí muchas veces pero ahora seguida por Pedro y su polla me vino bien para poner las manos en la pared de azulejos y sacar las piernas para atrás.

Pedro cogió la esponja natural y me repartió generosamente de gel, la espalda y el culo los cubrió de espuma, luego me rodeó con sus brazos y alcanzó por delante mis tetas que enjabonó una tras otra detenidamente, para entonces ya notaba que cuando se acercaba su polla me quemaba la regata del culo.

Ya estaba blanca como un muñeco de nieve cuando con el teléfono de la ducha fue enjuagándome toda, cuando pasó entre mis piernas el agua caliente me activó el clítoris haciéndome echar el culo hacia atrás, me encontré con la polla dura, pasó varias veces el chorro del agua entre mis labios y cuando la retiraba pasaba la polla entre ellos.

Estaba entregada cuando en una de estas pasadas la polla se coló en mi coño, lo hizo de la manera más normal posible, entró suave pero sin parar hasta hacer tope en mi culo, me sentí llena y me recliné hacia atrás, me recibió cogiendo las tetas desde atrás separándolas cada una a un lado, me aplastó contra los azulejos mojados y movió su pelvis con una rapidez inopinada, creí que iba a correrse adentro pero me di la vuelta y me arrodillé, le quité la esponja y lo remojé de la cintura hacia abajo, la polla, los huevos y el culo brillaba cuando acabé de pasar la esponja comprobé con la boca que todo había quedado impoluto.

Esta vez fui yo la que apoyó su espalda contra la pared, no podía recular y me tragué su polla hasta donde pude, creo que pasó de mi garganta aunque no me dieron arcadas porque no era gruesa pero cuando empezó a palpitar me retiré y apunté a mis pechos.

Esta vez la ducha fue de leche y no cayó nada al suelo, me llenó las tetas de semen blanco y espumoso y me puse de pie, el se agachó a mis tetas y con la lengua repartió por todas partes su leche, nos abrazamos y nos besamos con lengua,  pude saborear leche desde su lengua y me gustó.

Cuando volvíamos a la habitación nos cruzamos con Iñaki y Susana, a ella le brillaban las tetas y al pasar junto a nosotros reconocí el aroma del semen de mi marido, de reojo me di cuenta de que cuando entraron en la ducha ella estiraba de su polla guiándolo como un perro guía.

En el restaurante nos sentamos como habíamos empezado el día, Susana con mi marido y yo con Pedro, la comida de despedida fue muy animada, nos contó sus planes.

  • Lo he pasado de maravilla, con vosotros por supuesto pero con vuestros amigos igual, Merche es un encanto y Jordi todo un tipo especial, es una pena pero todo se acaba, mañana llevaré la caravana para limpiarla y como me quedan dos días de vacaciones todavía pondré en orden mi casa.
  • ¿Todavía te quedan dos días de vacaciones?
  • Sí Susana, sólo dos días.
  • ¡A mí también, ya ves!
  • ¿Y por qué no te vienes conmigo? Pasaremos dos días en mi casa tranquilos  y luego te traeré.

Susana me miró pidiendo mi opinión y con la mirada le contesté…

  • ¿Y por qué no?

Continuará.

Si les gustó valoren y comenten.

Gracias.