El secreto mas íntimo de mi mujer

Dedicado a UR

Un saludo.

Un lector ha contactado conmigo contándome unos hechos en la que la protagonista es su esposa, no me ha dado nombres ni descripciones, así que lo dejo a vuestra imaginación.

Trabajo como comercial, representante y distribuidor de una conocida multinacional. Había estado tres días fuera de la ciudad aunque inicialmente los previstos eran cuatro, afortunadamente las visitas se desarrollaron mejor de lo previsto y pude anticipar mi vuelta.

Estacioné el coche en nuestro garage y a sabiendas que mi esposa estaría en casa sigilosamente entré para darle una sorpresa.

Al fondo del pasillo se encuentra nuestro dormitorio, unos inconfundibles jadeos y gemidos me alertaron. Sentí náuseas, las piernas me temblaron, apreté con fuerza mis puños hasta clavarme las uñas. Mi vida se derrumbaba en un instante.

Sigilosamente me acerqué a nuestro dormitorio, la puerta estaba entreabierta, temeroso me asomé.

El tanga negro y el sujetador a juego tirados en el suelo, mientras mi esposa yacía completamente desnuda sobre la cama que tantas noches hemos compartido, los ojos entrecerrados, su media melena morena totalmente revuelta y despeinada caía sobre los hombros.

En su mano derecha un enorme consolador de color negro acariciaba y sobaba sus oscuros y empitonados pezones.

Mis ojos se abrieron como platos.

Mi mujer guió el tremendo falo hacia la boca jugando con sus labios, con una cara de vicio que nunca había visto la madre de nuestro hijo lo ensalibó muy lentamente. Su lengua lamía con lujuria la parte superior del juguete hasta que pausadamente se lo fue introdujendo en su pequeña boquita.

Mi recatada esposa tan reacia al sexo oral como una verdadera profesional se tragaba aquel enorme falo.

Mi mujer se folló la boca con mucha fuerza emitiendo ruiditos apagados. La mano izquierda acarició con fuerza sus pechos, las yemas de los dedos juguetearon con la aureola de su pecho hasta que tiraron con fuerza del duro pezón.

Tras un rato de estimulantes caricias los dedos fueron sustituidos por dos pinzas de la ropa que aprisionaron con mucha zureza los gordos pezones.

De la boca de mi esposa escapó un profundo y prolongado suspiro de placer.

-Ahhhhhh, jadeó mi dulce mujercita.

No salía de mi asombro. Desconocía esta faceta tan íntima y secreta de mi mujer, élla tan recatada, tan modosita, con sus gafitas y cara de no haber nunca roto un plato.

Un zumbido resonó en la habitación, el lubricado consolador comenzó a moverse en forma circular muy lentamente mientras descendía por los pechos y la tripita de mi mujer.

Mi esposa abrió las piernas llevando su juguete hasta los labios vaginales, hizo presión y la gruesa punta del consolador muy lentamente comenzó a abrirse paso por los labios profanando muy lentamente la vagina.

El jadeo de mi esposa al penetrar su lubricado coño  resonó en todo el dormitorio. Sentí mi verga muy dura mientras el precum manchaba mi boxer.

Hice ademán de abrir la puerta, deseaba follar duro y con todas mis fuerzas a mi dulce y tímida mujer pero en el último momento algo me impulsó a no hacerlo.

El enorme juguete llegó a lo más profundo del útero de mi esposa justo en el momento en que accionando la ruleta lo puso al máximo de potencia.

Ví como la madre de nuestro hijo trataba de amortiguar sus quejidos de placer mordiendo la almohada. Mi dulce mujercita totalmente abierta de piernas presionaba el consolador con mucha fuerza.

Mientras me acariciaba por encima del pantalón, mi tiesa verga daba golpecitos hacia arriba contemplando una escena más propia de una estrella del vídeo porno que de una madre de familia.

Bruscamente mi esposa se giró, me retiré de la puerta deseando que no se hubiese percatado de mi presencia.

Al asomarme de nuevo la escená me impactó, mi mujer de espaldas con los codos apoyados sobre nuestra cama matrimonial se daba muy duro con el consolador.

Saqué el móvil y grabé a mi querida esposa. En esa indecorosa postura pude recrearme viendo el culo, y en especial, su ano, su sonrosado agujerito que nunca me ha querido entregar.

Tan pronto sacaba el enorme miembro hasta más de la mitad, como de un fortísimo golpe se penetraba hasta lo más profundo de su útero, provocándole incontrolables espasmos de placer.

Con cada estocada, con cada penetracion las tetazas de mi esposa se bamboleaban sin control.

-Más,...., más fuerte,...., duro dame muy duro.

-Puta, zorra, ramera, te voy a reventar el coño.

Ante mi más absoluta estupefacción, mi mujer, la madre de nuestro hijo se insultaba para excitarse.

Al escuchar sus obscenas y sucias palabras no pude contenerme más, mis cojones dejaron escapar el semen acumulado durante casi una semana de abstinencia saliendo a chorros manchando mi ropa interior y la fina tela del pantalón.

El consolador empalaba su coño mientras mi mujercita con su mano derecha se daba fuertes azotes en las nalgas.

-Toma puta, zorra, te lo mereces por ser una perra calienta pollas se decía mi mujer de forma entrecortada.

Tras una última y fortísima nalgada el cuerpo de la madre de nuestro hijo se convulsionó de forma desesperada, su espalda se arqueó colgando su morena melena, su coño apretaba el consolador ordeñándolo y mordiendo mientras clavaba las uñas en la almohada para amortiguar sus gemidos, se desplomó exhausta sobre el lecho conyugal.

Con muchísimo cuidado me retiré saliendo de nuestra casa, era tarde y mi mujer tendría que darse prisa para llegar a tiempo a la salida del colegio.

Confundido tomé café en un bar, las dudas se agolpaban en mi cabeza: ¿porqué mi esposa tiene la necesidad de masturbarse a escondidas?,¿porqué no me contado que tiene un consolador?¿porque no me ha confesado que en la cama le excita que le traten como a una puta?, ¿no soy lo suficiente hombre para satisfacerla plenamente ?, ¿tendrá algún amante que le deja satisfecha, que le trate de forma dura cuando la folla?.

Me encerré en el baño y como un cerdo me masturbé viendo como mi amada esposa se daba placer, más de seis lefazos mancharon el inodoro