El secreto de Nadia y Paloma
Porque hay veces que sí se está en el lugar y el momento correctos, os cuento cómo descubrí un secreto muy bien guardado.
Se que no queréis que me ande por las ramas explicando cosas que no tienen sentido ni interés para vosotros. Así que sólo os pondré un poco en situación de forma muy sintética para empezar este relato. En un viaje de verano con varios amigos, Nadia (una de ellas) me quitó el tabaco para ayudarme a dejar de fumar. Por la noche, cuando me entró el mono de fumar, les dije a todos que me encontraba un poco mal y que me iba a la cama. Al llegar a mi habitación, me colé en la de Nadia a través de los balcones y me puse a buscar el paquete de tabaco que acababa de comprar esa mañana. Durante mi búsqueda en la oscuridad oí a Nadia hablando con Paloma al otro lado de la puerta. De forma instintiva, me escondí en el armario que estaba revisando, justo cuando la puerta se abrió. A través de las rendijas del amplio armario vi como entraba Nadia seguida de Paloma. Frente a mi, Nadia de repente se paró en seco y se giró. Paloma tropezó con ella un poco y levantó la vista mirando con extrañeza a Nadia. Ambas en silencio se miraron por un segundo. Paloma apartó la mirada vergonzosamente. Nadia le rodeó la cintura con la mano derecha, mientras que con la izquierda le levantaba el mentón para que la mirara. Paloma, al igual que yo, estaba paralizada observando como Nadia acercaba lentamente su boca hacia la de ella hasta que finalmente posó los labios sobre los suyos.
Paloma en un principio parecía un muñeco de trapo que Nadia abrazaba. Pero conforme subía la intensidad del beso, comenzó a despertar. Nadia cogía con cariño la cabeza de Paloma que parecía apunto de desmayarse. La otra por su lado, cogió suavemente de la cintura de su amiga. Pero poco a poco fue subiendo la mano hasta que llegó al pecho de Nadia. Ese atrevimiento de Paloma la puso a cien e hizo que las manos de Nadia cobraran más movimiento. Llegó un momento en el que ambas recorrían el cuerpo de la otra con vehemencia y provocando que sus gemidos aumentarán y llegarán a mis oídos. Nadia acariciaba el cuerpo de Paloma por encima del fino vestido que llevaba. Paloma se dejaba hacer y abrazó a Nadia por el cuello en un intento de fusionarse más si cabe en el beso que se estaban dando.
Nadia, con Paloma colgada a su cuello, comenzó a bajar despacio sus manos por la espalda de su amiga, llegó al culo pero continuó su recorrido hasta que se terminó el vestido de Paloma, tocando por fin la suave piel de esta. Con inesperada violencia, Nadia la agarró del culo levantándola en el aire. Paloma reaccionó rodeando con sus piernas la cintura de Nadia. Fueron a parar contra la pared de la derecha, al lado de la puerta. Podía observar como Paloma, con su espalda contra la pared, se mordía los labios para reprimir sus gemidos. Mientras Nadia saboreaba el cuello y escote de su amante, y sus manos recorrían toda su piel por debajo del vestido. El sujetador de Paloma empezó a ser un incordio para Nadia, quien se lo desabrochó y Paloma con extraordinaria habilidad se lo quitó aun con el vestido puesto. Se fusionaron en un beso, Nadia volvió a coger con fuerza del culo a Paloma y atacó su cuello y hombros.
Paloma fuera de sí, ayudándose de la pared, obligó a Nadia a ir hacía atrás. Esta se dio contra los pies de la cama y se sentó en ella con Paloma en su regazo. Paloma levantó los brazos de Nadia y le quitó la camiseta. El tiempo se paró mientras Paloma observaba el busto de Nadia, ahora sólo tapado por el sujetador. Paloma accionó el enganche de este (que se encontraba delante) quedando abierto y lentamente acarició el pecho de Nadia ascendiendo por los hombros... arrastrando consigo el sujetador que acabo cayendo en la cama detrás de Nadia. Antes de que Paloma se lanzará por sus pechos, Nadia cogió el bajo del vestido y lo subió de forma que Paloma se quedó sólo con un culotte del mismo color que el vestido que ahora descansaba arrugado en el suelo. Mientras se comían la boca con pasión, Nadia recorría la espalda ya desnuda de Paloma y su culo. Paloma por su parte no paraba de manosear los pechos de su compañera. Esta se recostó paulatinamente con Paloma encima. Quien degustaba de los carnosos pechos de Nadia. Los acariciaba, besaba y lamía. Mientras tanto Nadia arqueaba de vez en cuando su espalda, gemía de placer y acariciaba el cabello de Paloma. Pausadamente los gemidos de Nadia fueron acelerando conforme los besos de Paloma se acercaban a su vientre. Paloma le indicó con un pequeño gesto que ascendiera por la cama para estar completamente tumbada. Nadia ascendió entras las piernas abiertas de Paloma hasta colocarse en el centro de la cama. Mientras tanto Paloma alargó el brazo para alcanzar unos largos y bonitos pañuelos que estaban en una maleta abierta junto a la cama. Nadia acariciaba toda la piel de Paloma tanto con las manos como con su boca. Aunque se vio interrumpida cuando Paloma cogió su mano derecha y la ató a la cabecera de la cama. Hizo caso omiso y siguió comiéndole las tetas a su amiga que ahora estaban a la altura de su cara. Al terminar con la mano derecha, Paloma ató delicadamente la otra mano. Al terminar se sentó sobre el vientre desnudo de Nadia y le sonrió. Nadia comprobó la sujeciones tirando un poco de ellas. No podía quitárselas.
-No seas mala y desátame. Quiero tocarte...- le suplicó Nadia. Pero sin contestar una sola palabra, con media sonrisa en la cara, Paloma se colocó entre las pierna de Nadia y empezó a besarle de nuevo el vientre mientras sus manos empezaron a jugar con el cierre del pantalón.
-Vamos...- continuó con la suplica,- quiero acariciar tu pelo. Apartarlo para ver tu hermoso cuello.-La respiración se le entrecortaba un poco.- Y rozarlo suavemente con las yemas de mis dedos...- Nadia suspiró cuando Paloma consiguió quitarle el primero de los botones. La voz de Nadia era casi un susurro porque notaba como poco a poco y despacito Paloma desabrochaba el resto de los botones.
-Acariciar tus hombros. Bajar por tus brazos.- Un botón menos. -Agarrarte de la cintura...- la respiración de Nadia cada vez se entrecortaba más. Mientras Paloma seguía lentamente, haciendo sufrir a Nadia. -Pegarte a mi completamente.- Susurraba con entrecortada respiración. -Para besar esa boca que durante la cena me estaba volviendo loca...- Ya no quedaba ningún botón cerrado en el pantalón de Nadia. Bajó la mirada para encontrarse con la de Paloma. Empezó a bajarle los pantalones. Nadia ayudaba levantando el culo, lo que ayudó a que pudiera ver las braguitas blancas de Nadia. Ya con los pantalones por los tobillos, Paloma le quitó los zapatos y lanzó el pantalón lejos. Este golpeó la puerta del armario donde yo estaba, asustándome y cayendo delante de mi. Cuando volví a verlas, Nadia ya no tenía tampoco sus bragas y Paloma besaba lentamente su pierna. Iba por la altura de la rodilla y bajaba con extremada parsimonia hacia el coño de Nadia siempre mirándola a los ojos. Eso la hacía exasperar y quejarse.
-Deberías comportarte bien, porque puedo ser mucho más cruel contigo.- Le dijo a Nadia con un tono juguetón. Nadia paró de moverse. Sólo miraba como Paloma reanudaba la tortura y se mordía el labio inferior. Además de besitos minúsculos, veía como también daba pequeños lametazos ya a la altura del muslo. Con cada uno de ellos Nadia cerraba los ojos y se mordía con más fuerza el labio. Poco a poco la cabeza de Paloma se perdió entre las piernas de Nadia. Ahora sólo podía ver la reacción de Nadia y suponer que era lo que le estaba haciendo por allí abajo. Nadia tenía los ojos completamente cerrados hacia el techo. Su cara estaba en tensión, a sabiendas de lo que se le venía. Entreabrió la boca y su cuerpo se tensó. Yo ya me imaginaba como los labios de Paloma entraban en contacto con los de Nadia. Ella se había quedado quieta, tensa. Poco a poco pequeños espasmos recorrían su cuerpo desnudo. Estos hacían que los pechos de Nadia botaran deliciosamente. Sus brazos estirados se enredaron con los pañuelos para agarrarlos con más fuerza y no perder el control tan fácilmente. Se notaba como disfrutaba de cada lametazo de Paloma, con cada beso, cada caricia.
No pude evitar bajar mi mano a mis pantalones. Desabrocharlos. Y meter la mano en ellos para tocarme. Mis ojos estaban hipnotizados con cada movimiento, por leve que fuera de mis dos amigas. Me imaginaba a Paloma saboreando con delicadeza a Nadia. Podía imaginarme en su lugar. Pasando mi lengua por sus labios. Ver su clítoris hinchado de deseo. Pero no. Paloma aun no lo había tocado. Se veía en Nadia. Lo dejaba para el final. No se cuantos minutos pasaron hasta que, por fin, el cuerpo de Nadia se contorsionó completamente. De los labios Nadia salió un gemido alto y claro que hizo que mi cuerpo se estremeciera y casi me corriera. A ese gemido le siguieron otros más ahogados. No quería que se les escuchara. Contenía la voz. Pero su cuerpo pedía más y más. Se contorsionaba. Se tensaba. Se estremecía con la experta boca de Paloma. Como me hubiera gustado ser Paloma y ver que le estaba haciendo. El clímax no tardó en llegar y gradualmente, Nadia fue calmándose hasta que finalmente cayó rendida en la cama. Paloma se entretuvo un poco más entre las piernas. Pero finalmente salió de ese paraíso y se apoyó en el vientre aun agitado de su amante. Observaba como se tranquilizaba con cada besito que le proporcionaba. Se miraron y se sonrieron. Paloma se levantó para alcanzar la boca de Nadia y proporcionarle el beso más dulce que he visto jamás. ¿Sería por esa miel que aun impregnaban los labios de Paloma? Nadia abrió la boca para decir algo cuando sonó la puerta.
Roberto y Marta llamaban a la puerta preguntando por ellas. Más rápido de lo que mis ojos podían captar. Paloma desató a Nadia. Se levantaron de la cama. Recogieron la ropa tirada por el suelo mientras se la ponían. Se besaron por última vez. Y salieron de la habitación como si nada hubiera pasado. Pero aun recuerdo, casi a cámara lenta, como Nadia se acercaba al armario en busca de sus pantalones. Sólo llevaba la ropa interior. En ese momento mi corazón dejó de latir. Mi cuerpo estaba paralizado. Estaba tan cerca y tan lejos al mismo tiempo. Metió las piernas en el pantalón mientras miraba hacia atrás. Se incorporó subiéndoselos por sus largas piernas. Sus braguitas quedaban casi a la altura de mis ojos. Desde esa distancia pude ver los pequeños puntitos rosados que las decoraban. Con un pequeño saltito se los terminó de poner. Se empezó a abrochar los botones. En el segundo botón se giró para alcanzar la camiseta que Paloma le había lanzado. Mientras se la ponía se alejó dejando su rastro detrás. Como el simple recuerdo de un sueño.
La habitación estaba a oscuras. Mi corazón había vuelto a latir. Pero mi cuerpo seguía quieto dentro del armario. Cuando tuve el valor suficiente abrí la puerta del armario muy lentamente. Salí de él y a travesé la habitación para volver a mi cuarto por donde había entrado. Por el balcón. Al pasar por al lado de la cama (mientras abrochaba en pantalón), pisé uno de los pañuelos que habían atado a Nadia. Paloma debería haberlos quitado del cabecero de la cama para no dejar ninguna huella. Lo cogí y me lo llevé a la cara. Olía al perfume de Nadia, a Nadia, y a sexo. Tuve la tentación de llevármelo como recuerdo. Pero al igual que ellas, yo no quería que se sospechara nada. Así que lo volví a oler y lo dejé donde estaba.
Hoy en día nadie sabe nada de ellas ni de mi. Yo me siento cómplice de su secreto guardándolo como un tesoro. Sólo espero la oportunidad de que se vuelvan a separar del grupo para poder seguirlas y disfrutar de su placer una noche más. Aunque son muy buenas guardando su secreto; se que algún día las volveré a ver, oler y espiar.