El secreto de mis hijos

Gloria en su cumpleaños 45, no solo anuncia su compromiso con Álvaro, también se entera que sus hijos son hermanos y amantes a la vez. Lo peor, están ambos enamorados de su madre

EL SECRETO DE MIS HIJOS

I PARTE

Hola a todos los lectores de esta gran página, la historia que les quiero contar (claro de a pocos, para así obtener el suspenso del público) es en base a mi experiencia de vida, que aún vivo hasta hoy y de las cuales son las protagonistas mis hijos y yo. Bueno comencemos entonces con esta historia.

Me llamo Gloria y en la actualidad tengo 47 años. Físicamente me considero una mujer muy atractiva y sexy debido a que desde niña he practicado y sentido pasión por el gimnasio (una práctica muy común que me enseñó mi padre Orlando y de la cual hasta ahora siga su ejemplo)

Me describo. Soy de tez clara, alta ya que mido 1.76, cuerpo escultural mi cara muy parecida a Liz Taylor de joven, pechos grandes, pezones grandes, nalgas muy pronunciadas, piernas súper torneadas y un trasero bien colocadito en su sitio. Debido a esta costumbre de ejercitar mi cuerpo, desde adolescente y hasta la fecha, he sido la atracción de muchos chicos y hombres que siempre cuando me ven, me lanzan un piropo e incluso hasta he visto erecciones notables con solo caminar un poco sexy. Si bien esta situación morbosa me gustaba, no por ello andaba de regalona con cualquiera. El gusto por el gimnasio también me ha permitido tener un gran círculo social, el cual me ha traído beneficios en lo personal, laboral y porque no decir, sentimental.

A los 21 años luego de terminar mi carrera universitaria de Administración empresarial, conocí a quien sería mi esposo, Gerardo. A él lo conocí en la misma facultad donde estudiaba y curiosamente asistía al mismo gimnasio que yo. El también es alto (1.75), pelo castaño, moreno rizado y un poco largo, pero no mucho, ojos castaños claro y en especial, un torso bien trabajado sin ningún tipo de grasa. Aunque no era muy dotado en cuanto a lo sexual, no puedo negarles que con lo poquito que tenía, me satisfacía sexualmente.

De mi matrimonio tuve dos hijos. Jean Paul el mayor y Daniela tres años menor que él. Desde pequeños mis hijos no solo me demostraban que se querían mucho en ese cariño filial propia de una familia, sino que también era muy amigos. Mi hijo si heredó la costumbre de ir al gimnasio, ya que su padre desde niño le enseñó a ejercitarse y así también tener interés por el fisicoculturismo. Conforme fue creciendo Jean Paul también se volvió todo un SEX SIMBOL , gracias a los entrenamientos que realizaba y si a esto le sumo el gusto por el futbol y la natación, solo me queda decirles que a la edad de 20 años, ya tenía una espalda ancha y bien definida, al igual que el pecho y unos buenos brazos, debido a la natación y piernas muy fuertes por el fútbol, un abdomen en donde se le marcaban sus cuadritos, para su edad ya medía como 1.78, piel bronceada por el sol que agarraba en la piscina y de cabello y ojos negros.

En cuanto a mi hija si bien no heredó el interés por asistir al gimnasio, sin embargo, con sus entrados 18 años, se había convertido en toda una belleza. Morena de ojos azules y tez clara, la cara era muy linda (todos decían que era una copia idéntica a mí). Medía 1.71, muy delgada, unos pechos parecidos a los míos y sus piernitas bien preciosas. Mi marido decía que era mi vivo retrato cuando era estudiante universitaria, aunque más guapa y esbelta. En resumen me había superado.

Ahora que han conocido a mi familia, empiezo mi historia. Como dije me casé a los 21 años con Gerardo y vivimos felices en matrimonio, claro con altos y bajos durante 21 años. Luego me enteré que él había tenido una aventura con una de sus primas muy lejanas y producto de ello, la embarazó. Cuando conocí más de esta situación le pedí el divorcio inmediatamente, pese a sus súplicas y una oportunidad para rescatar nuestro matrimonio. A pesar que en el fondo de mi alma lo quería mucho, no podía perdonarle semejante traición y tras conversarlo con mis hijos (ellos tenían las edades que les presenté anteriormente) ellos decidieron apoyar mi decisión. Así puse fin a mi matrimonio y decidí quedarme a vivir sola con mis hijos. Cabe aclarar que, hasta la fecha, ellos siguen manteniendo comunicación con su padre.

Después de la separación, me dediqué tanto a ellos, mi trabajo y el gimnasio. Y como era lógico, todos se enteraron de mi divorcio e inmediatamente muchos hombres comenzaron a pretenderme, y las invitaciones no se hacían esperar, sea estas para salir a tomar un café, un almuerzo, un baile, etc. Yo por supuesto que aceptaba de una manera cordial, más no daba crédito a las pretensiones. Sin embargo, después de casi año y medio de separada, comencé a sentirme sola como mujer y también sentir ímpetu por las noches. En ese tiempo aprovechaba para masturbarme con mis dedos alrededor de mis labios vaginales e incluso me compré un consolador (todo a escondidas de mis hijos) y así satisfacía un poco mi hambre sexual. Sin embargo, no es lo mismo el placer que te da un pene de goma, que uno de verdad.

Entre todos los que me insinuaban estaba un compañero de la empresa donde trabajaba llamado Álvaro. Como yo tenía por ese entonces 43 y medio, él tenía 47 años y físicamente tampoco no era mal parecido: Alto, de 1.81, tez claro, ojos negros bien intensos, cabello corto con algo de canas, un físico bien trabajado ya que también le gustaba ir al gimnasio y en especial, una mirada súper varonil, y ni de qué decir de su vitalidad (que más adelante describiré) Cuando me separé, Álvaro se convirtió en un gran apoyo emocional para mí y también me apoyó con mi trabajo en la compañía. A pesar que yo no quería salir con nadie, poco a poco le fui tomando cariño y aceptaba sus invitaciones, aunque no me atrevía a dar el primer paso, debido a los celos de mis hijos, ya que ellos siempre se encargaban de darme esa compañía necesaria, pero no competía con la compañía sexual.

Dos meses después, de cumplir los 44 años, se celebró la fiesta de aniversario de la empresa y como era clásico, se organizaba el baile de confraternidad. Antes de mi divorcio, yo siempre iba con mi ex, pero ahora no sabía con quién ir. En un principio le pedí a mi hijo mayor que me acompañase, pero me comentó que por esa fecha tenía una salida con sus amigos de la universidad y mi hija iba junto con su grupo de música a animar esa fiesta (ella era el DJ) Al verme que no tenía compañía, dije que no iría al baile, pero Álvaro me pidió si podía ir con él, ya que también se encontraba solo. Ante su invitación acepté y así el día del baile (que fue un sábado por la noche) Álvaro llegó a recogerme en su auto, hasta mi casa y nos fuimos juntos. Ese día me puse un vestido enterizo color rojo hasta los hombros, unos zapatos tacos negros, mi cabello totalmente suelto, me puse mi pulsera de oro y algunas joyas para la ocasión y ni que decir de mi perfume, que podía ser aspirado a cuadras de distancia. Él también estaba vestido con un terno color azul noche muy intenso y ni que decir de su mirada, sin ningún tipo de bigote. Al verme así me dijo:

_ ¡¡Gloria estás guapísima!!

_ Gracias y tú también estas muy simpático.

_ Bueno, nos vamos

_ Vamos

Subimos y nos fuimos a la fiesta. Durante el camino me di cuenta que no dejaba de mirarme y en especial las piernas. Yo me di cuenta y como un poco satisfacer su morbo, subí un poco el vestido, para que así se notasen mejor. Cuando llegamos, todos nos quedaron mirando, e incluso mis amigas del trabajo, me insinuaron que él y yo éramos la pareja perfecta de la noche.

Comenzamos a brindar y a bailar. Las horas transcurrían y yo estaba súper contenta, entre trago iba, venía, así como el baile, en una de las canciones, él me toco por la espalda y comenzó a bajarlo lentamente, hasta casi llegar a la zona de mi nalga. Yo no me inmuté, al contrario, sus caricias comenzaron a ponerme más nerviosa y en eso, como la luz del local era casi oscura, me dio un beso en la boca a la cual le correspondí. Después de ese beso apasionado, volvimos a nuestra mesa y seguíamos brindando y besándonos. Ya era como las 2 de la madrugada y le pedí que me llevase a mi casa. Él aceptó, pero en el camino, estaba nerviosa. Detuvo el auto, me tomó del mentón y me dio otro beso, a la cual le correspondí con más pasión. Fue cuando me dijo:

_ Vamos a mi departamento. Allí estaremos más cómodos.

_ Vamos, le contesté

Una vez que llegamos a su departamento, comenzamos a besarnos con más euforia (creo que la abstinencia me estaba pasando factura) Sus manos recorrían mi espalda suavemente, mientras besaba con más locura mis hombros, mi cuello y un poco la espalda. Lentamente me despojó mi vestido para dejar al descubierto mi cuerpo perfecto, en especial mi culo, el cual estaba muy duro producto de los años de gimnasio, luego despojó el hilo de la tanga que era mi única prenda interior. Con una sola mano soltó mi pelo.

No podía la forma en que me desnudaba, y yo solo cerraba mis ojos, mientras sus manos acariciaban mi espalda, y más aún mis pechos que comenzó a masajearlos y lamerlos como un poseído.

Estaba hipnotizada, no sabía qué hacer, entonces el, me giró, y creo que en ese instante morí, ya que sin que yo intervenga, se quitó toda la ropa y pude contemplar su cuerpo entero. Qué macho, me decía ya que estaba ante un par de pechos bien fibrosos, unos bíceps que parecían explotar, todo lampiño y, sobre todo, un bóxer bien apretado, que parecía encerrar a una bestia que quería escapar de su prisión.

Alargó mi mano y me colocó sobre su miembro, a la cual ya lo sentía muy duro (y sin siquiera acariciarlo), yo no pude resistirme cuando me dio un tórrido beso que me hiciera olvidar del tiempo y el espacio. Así iniciamos un desenfrenado ósculo en el que él frotaba su cuerpo contra el mío, haciendo que su erección incrementara aún más de lo permitido. Podía notar claramente mis pezones contra su cuerpo mientras luchaba por agarrar mi culo y pegar así su pene a su cuerpo.

Tras un rato así Álvaro se separó, y llevo mi boca a su pene totalmente libre y casi erecto. Empecé a trabajarlo con la lengua, repasando la cabeza, chupando fuertemente y provocándome unas arcadas de placer indescriptible. Acariciaba sus testículos mientras torturaba su glande con mi lengua y agarraba sus nalgas cuando lo introducía violentamente en mi boca hasta que tropezaban con mi cachete. Rápidamente, el estado de excitación le provocaría un duro orgasmo, pero a él no parecía importarle, jadeando consiguió decir que estaba a punto de terminar y fue el momento en que comenzó a descargar su leche en mi boca.

Yo no paraba de chupar y me tragué casi todo entero su leche. Se recreó unos momentos y luego, alzándome en sus brazos, me colocó sobre su cama y me dijo:

_ es mi turno.

Yo no pude más y me dejé besar con fuerza, queriendo introducir su lengua hasta lo más hondo. Yo respondía a sus besos y de repente de un rápido salto se colgó de mi cuello, poniendo sus piernas sobre su cintura. Estiré los brazos para apoyarlos en su espalda de manera que mis pechos aparecían muy notorios ante él y la punta de su pene rozaba mi abertura más ardiente, despacio me balanceó levemente para que su ingle, rozara la interioridad de mi vagina, arrancándome suaves gemidos de placer, ahora era yo la que cerraba los ojos, experimentando el calor de su cuerpo y la caliente pronta penetración que me esperaba.  Ya no podía esperar más y de un fuerte movimiento todo mi pene entró en mi vagina, lo que provocó un gemido muy fuerte de mi parte.

Lentamente fue iniciando un movimiento bien rápido tras lo que yo ayudé para que acabara de meterlo hasta el fondo. Me eché un poco para atrás, para darle más espacio y poder dejarle mordisquear mis pechos mientras yo me apoyaba sobre la cama y yo me movía y retorcía suavemente. A cada embestida me atraía en un abrazo y comenzó a darme más duro, hasta que después de unos minutos, Álvaro se echó en la cama y me pidió que me siente encima de él.  Me senté en su encima y comencé a moverse sobre él. Era una postura en la que con nuestras diferencias de altura podíamos besarnos con pasión, así comenzó a acelerar su ritmo produciéndome cada vez más jadeos y gritos, empezó a descenderme un poco más y le ofrecí ofrecer una gran visión de mis senos botando a escasos centímetros de su boca que esta vez no pude desaprovechar. Mordía con ansia mis tetas mientras mis gritos aumentaban y sus embestidas contra mí se hacían más fuertes, apenas notaba el dolor que me producía esto cuando un gran grito precedió a su placer y comenzó a comerme otra vez mis labios que ya parecían ensangrentados.

Estuvimos así un rato apenas moviéndonos para conservar la intensidad mientras nos fundíamos en un hermoso beso, mucho menos ardiente pero mucho más agradable. Me levantó y me colocó en cuatro patas sobre la cama lo cual me permitía mostrarle mi hermoso cuerpo. Lentamente pasó su lengua por mis labios vaginales, saboreándolo mientras seguía agarrando mis nalgas.

Comencé a humedecer mi ano mientras yo gozaba. Rápidamente con sus dedos comenzó a dilatar mi ano para su completa disposición, enterrando mi cara en el colchón y preparada para lo que viniera. Rápidamente introdujo un par de veces su pene en mi vagina, para lubricarlo con mis jugos y tras sacarlo y meterlo por completo un par de veces, lo introduje hasta la mitad en mi culo, provocándome unos gritos únicos que parecía una actriz porno.

La mezcla del pequeño dolor y del inmenso placer, me volvieron a elevar a un frenético movimiento, empujándome yo su aparato todo dentro de mí.  Rápidamente comenzamos a movernos de manera frenética mientras cada vez ambos gritábamos más fuerte de nuevo, hasta que sentí que volvió a correrse después de un tiempo. Se deshizo de su verga de mi trasero y se dio la vuelta, besándome de nuevo. Sentía como se vaciaba en mi interior. Continuó moviéndose despacio, mientras los últimos retazos de placer invadían mi cuerpo.

Después de ellos nos abrazamos y nos quedamos dormidos. A la mañana era como las 7 am cuando desperté y comencé a llorar. Álvaro se despertó y me abrazó, diciéndome que no había nada de que arrepentirnos. Tras sus palabras se me declaró y acepté ser su novia. Legue a mi casa cerca de las ocho y nadie sintió mi llegada. Así me metí a mi cuarto, cuando siento que mis hijos llegan una hora después que yo.

Desde ese día mi vida cambió completamente. En mi casa era una madre abnegada, en mi trabajo una profesional eficiente y por las noches una amante insaciable. Así mantuve este ritmo de vida por casi un año, hasta que Álvaro me pidió que formalizáramos nuestro compromiso oficialmente ya que su idea era convivir conmigo en su departamento. Yo en un principio no quería aceptar debido a que a mis hijos no sabía cómo iba a tomar esta noticia. Él se comprometió hablar con ellos, pero le dije que yo misa me encargaría de la situación.

De hecho, desde que comencé a ser la pareja de Álvaro en mi casa muchas cosas habían cambiado. Ya que después de mi trabajo solía llegar a más tardar a las 8, ya que salíamos a las 7, pero desde mi relación con él, llegaba entre 10.30 a 11 o hasta caso extremo media noche. Una vez mis hijos me esperaron en la sala y con total frialdad me reclamaron:

Jean Pol : Mamá ¿Dónde estabas?

Yo : A disculpen, estaba atendiendo algunas cosas de la oficina y también conversando con unas colegas.

Daniela : ¿Todos los días mamá, es la misma situación?

Yo : ¿Qué es todo este interrogatorio? Yo nunca les he preguntado a donde salen y la hora que llegan.

J.P : Mamá no es lo mismo – Tú eres nuestra madre y …

Yo : ¿Y qué, acaso soy de su propiedad, para que controlen mi vida?

Daniela : No, pero pensamos que ...

Yo ¿Qué hablen de una vez?

Jean Pol . Mamá nos da miedo la idea de que vuelvas a estar con otro hombre que no sea papá (lo dice con un semblante de pena)

Yo : ¿Y qué problema habría con eso? Su padre no se fue con otra mujer y yo no puedo hacer lo mismo.

Daniela : (Llorando) No mamá. Si es así espero que seas feliz. (se va y su hermano la acompaña)

Estaba a punto de confesar la verdad, pero al ver a mi hija llorando, y mi hijo triste, hizo que me arrepintiera y les dijera.

_ Escuchen mis cielos. Yo no estoy con nadie, solo que de vez en cuando me invitan por allí a tomar un café, a cenar, pero de allí no pasa nada más. Ustedes saben que yo los quiero mucho y que cualquier cosa que decida, nunca lo haría sin pensar o consultárselo. Créanme por favor.

Mis hijos escucharon esto y se acercaron y me abrazaron, pero observe algo muy extraño. Jean Pool me abrazó de una manera muy melosa que sus manos cogieron mi espalda de una manera muy extraña y las acariciaba y Daniela me tocaba los pecho y colocaba su boca en mi espalda y comenzaba a besarla. En resumen, me estaban haciendo un abrazo de oso muy extraño, hasta que los separé y les dije:

_ Por favor ¡Compórtense!

_ Los sentimos mamá

_ Buenas noches.

Después de esa escena extraña algo en mí decía que ellos estaban con una conducta extraña, pero no le di importancia. Así pasaron los meses y llegó mi cumpleaños n° 45. Ese día mis hijos me despertaron muy temprano y me colmaron de regalos, me llevaron a desayunar y encima me enteré que mis hermanas me organizaron una fiesta por la noche en una casa campo que quedaba a hora y media de nuestra casa. Por la tarde me dieron el día libre de la empresa y pensando en todo lo ofrecido por Álvaro y su deseo de convivir conmigo, le dije que fuera a la fiesta y que allí oficialmente anunciaría nuestro compromiso.

Llegué cerca de las 9 a la fiesta y tras recibir el saludo de los invitados, Álvaro llegó cerca de las 10 y tras recibirlo, pedí la palabra y lo anuncié a toda la familia como mi nueva pareja. Todos al escuchar aplaudieron y dijeron:

_ ¡BESO! ¡BESO!

Entonces los dos nos besamos en medio de vivas y aplausos. La fiesta continuó y cerca de la media noche llegaron mis dos hijos acompañados de mariachis, para cantarme las mañanitas. En medio del cante, Álvaro me tomó de la mano y me sacó a bailar en medio de todos, yo que estaba ya un poco tomada acepté y nuevamente gritaron

_ ¡BESO! ¡BESO!

Y nos volvimos a besar, cuando de pronto, Jean Pol se acercó a él y le dio un puñete y mi hija se acercó a separarme de ellos. Por supuesto que Álvaro reaccionó y ambos comenzaron a pelear. La fiesta se interrumpió un momento y tuvieron que intervenir mis familiares a separarlos. Una vez calmada la situación, ellos me interrogaron:

_ ¿Qué significa esto mamá? ¿Por qué te está besando este tipo?

_ Chicos, escuchen él es …

_ ¡Habla de una maldita vez!

_ Álvaro es mi pareja, de hecho, hoy lo presenté a todos antes que ustedes llegaran.

_ ¡QUÉ! O sea, nosotros organizándote todo y tu traes a tu querido aquí.

_ Chicos hoy no por favor, es mi cumpleaños y …

_ ¡VETE AL DIABLO MAMÁ!

Ellos salieron de la mano en medio de todos y entre lágrimas, hasta incluso golpearon unas sillas e incluso empujaron a algunos mariachis. Yo volví a la mesa con Álvaro para ver como estaba, pero en el fondo estaba preocupada por ellos. Por un momento pensé en dejarlos solos, pero pasó cerca de una hora y decidí ir a buscarlos. Álvaro me tomó del brazo y me dijo que no vaya, y que debían aceptar mi decisión, pero lo empujé y salí a tomar el auto y comencé a buscarlos por la pista. Pasé cerca de dos horas y nada que los encontraba, hasta que mi último lugar de buscar era la casa.

Y de hecho cuando llegué los encontré que estaban en su cuarto de él, los dos con la luz prendida y llorando. Yo quise entrar, pero con una habilidad felina me sacaron de allí. En la puerta les supliqué que me escuchen, pero ellos no querían hacerlo. Volví a mi cuarto y vi que el celular no dejaba de sonar (era Álvaro el que llamaba) pero apagué el móvil y esperé a que las cosas se calmaran.

Por la mañana a eso de las 9 sentí que ellos bajaban y salí a verlos, pero estaban con sus maletas y su ropa lista. Cuándo los vi, les dije a donde iban.

_ No nos ves. Nos vamos de aquí.

_ Chicos, escúchenme yo sé que debí decirles esto hace tiempo, pero no tenía el valor para…

_ ¡CÁLLATE, CÁLLATE!  No tuviste el valor de decirnos la verdad aquí, pero si para presentarlo ante la familia.

_ Sé que hice mal, pero comprendan. Yo también tengo derecho a ser feliz.

_ ¡Y NOSOTROS NO TE HACEMOS FELIZ! Nosotros no somos tus hijos …

_ Chicos no es lo mismo el amor que ustedes me dan a que el amor que me da una pareja.

_ ¡Y CÓMO SABES TÚ QUE EL AMOR QUE SENTIMOS POR TI, NO SOLO ES DE HIJO!

_ ¿Qué quieren decir con esto?

_ Ya no vamos a decir nada. Nos vamos. Que seas feliz con él.

Escuchar estas palabras y ver la furia como la decepción en ellos, solo hizo que tomará una decisión:

_ Escúchenme bien. Ustedes no se van a ir de aquí. La que se va soy yo y ahora mismo. No soportaría vivir en una cosa donde crecieron ustedes y yo ser la culpable de su marcha. Yo asumo mis errores y ya no merezco ser su madre.

_ Mamá no tienes que irte. Ya nosotros te dejamos ser libre.

_ ¡NO! Ustedes no merecer ser los mártires. Aquí hay una culpable y esa soy yo

_ Nosotros también tenemos una culpa. Y eso es porque…

_ No lo digas por favor Daniela.

_ ¿Qué cosa debes decirme Daniela?

_ ¡¡NOSOTROS ESTAMOS ENAMORADOS DE TI MAMA!! ¡¡ Y NO SOLO ESO, MI HERMANO Y YO TAMBIEN NOS AMAMOS Y SOMOS PAREJA!!

Escuchar estas palabras me dejaron completamente helada. La verdad aquella sentencia me había hecho perder la noción de la realidad. Lo que sé, es que esa confesión, iba a traer una decisión final.