El secreto de mi hijo ( la venganza de mi sobrino)

Después de haber descubierto nuestro secreto mi sobrino nos obligó a hacer el amor frente a él

Mi sobrino estaba en completo control. Nos había tomado video y fotografías. Si el así lo deseara podría ir con la policía y entregarle todo el material que había recopilado y nuestras vidas terminarían en ese instante. Podría ir a la cárcel, tal vez ambos lo haríamos y nunca más podría estar cerca de mi hijo. Lo que había estando despertando en mi hacia mi sobrino por todo ese tiempo estaba desapareciendo por sus acciones. Después de habernos descubierto estaba a punto de decirnos lo que realmente deseaba.

Como sabes José, me he estado chingando a mi tía mientras tu no estabas, ahora que veo esto entiendo todo, es una pinche ninfómana tan puta que hasta se chinga a su propio hijo -dijo-. No tiene ningún límite y se ve que es adicta a la verga, mi punto es que tu mamá es una puta y merece ser tratada como tal –añadió-. ¡Es mejor que te calles pendejo, antes de que te mate a putazos! –Gritó enfurecido mi hijo mientras se bajaba de la cama para pelear con mi sobrino-. Cálmate, si yo quisiera joderte ya lo hubiera hecho, mi madre tiene un amigo en la policía que va a la casa, puedo dárselo por un correo y se van a la cárcel –dijo-. ¿Qué es lo que quieres? –pregunto mi hijo confundido y aun lleno de furia por dentro-. Lo que quiero primero que nada es verlos coger, nunca creí posible que una madre pudiera coger con su hijo, la verdad eso me excita, así que quiero verlos coger –dijo-. No puedo hacer eso contigo aquí -dije mientras me tapaba pudorosamente con las sabanas-. Claro que puedes perrita, yo te entregué mi corazón y me traicionaste con tu propio hijo, eres una enferma sexual, ni los pinches animales hacen eso –dijo bufando de coraje y con algunas lágrimas asomándose en sus ojos-. Comiencen ya o tendré que mandarle este mensaje al amigo de mi mamá –añadió-. Sabía que no había opción alguna, mi hijo estaba mirándome sin tener noción alguna de que era lo que debíamos hacer, se acercó a mi lado de la cama donde yo aún estaba cubierta por las sabanas y me beso dulcemente. Te amo mamá, mientras más rápido hagamos esto, más rápido terminara esta pesadilla para ti –dijo-. Mi sobrino se sentó en un sillón pequeño que había en la recamara y se acomodó para disfrutar de la función con los pantalones abajo.

Mi hijo comenzó a besarme lenta y apasionadamente, probando la dulce saliva de cada uno de los rincones de mis labios, que después de tanto tiempo añoraban sentir su amorosa forma de besar, su tierna manera de amar. Con locura me besaba desbordando su pasión a través de su lengua otorgándole placer a mi garganta con el cosquilleo de su húmedo andar. Mi sobrino observaba atentamente el panorama mientras se masturbaba muy despacio casi sin parpadear para no perderse ni un minuto de la pasión entre nosotros. Comenzó a tocar mi seno apretándolo fuerte, sintiéndolo intensamente. Mis pezones reaccionaron al instante poniéndose muy duros para él. La sabana era lo único que se interponía en el camino entre su mano y mi pecho. El muy dulcemente la retiro dejando al descubierto mis grandes pechos que mi sobrino al verlo comenzó a masturbarse más rápido como un mandril en celo. Mi hijo no lo tomaba en cuenta ni un poco y siguió acariciándome con mucho amor. Su mano la poso sobre mi seno y comenzó a darle un masaje muy relajante. Moldeaba ambos senos con el más dulce amor. Se colocó detrás de mí y comenzó a besar la parte lateral de mi cuello mientras tomaba ambos senos entre sus manos y los movía juntándolos y separándolos repetidamente. Hundía sus dedos entre ellos y los pellizcaba delicadamente. Lo suficiente para hacerme gemir de placer. Yo me acerque a sus labios y lo bese mientras él seguía amando mis pechos con sus manos tan expertas. De un momento a otro y después de besarnos por mucho tiempo se detuvo y colocó mi cabeza delicadamente sobre la almohada de la cama. Se puso encima de mí y comenzó a besar cada parte de mi cuerpo. No quedó ni siquiera un lugar limpio. Hasta el último rincón recibió un poco de su saliva que tanto me hacía desearlo. Comenzó por mi cuello y lentamente fue bajando a mi pecho. Sin tocar mis pezones beso toda mi aureola haciéndome que le rogara porque les diera algo de atención a esos dos pequeños botoncitos de placer que torturaba ignorándolos. Ese era su plan desde un principio hacerlos implorar por atención. Y así lo hicieron estaban tan duros que hasta me dolían. Mi hijo después de mucho besar y lamer mis senos sin tocar mis pezones lo hizo.

El me brindo una tierna caricia con ambas manos en el rostro y dijo suavemente –te amo mamá-. Justo en ese mismo instante eme penetró profundamente. Pude sentir cada centímetro de su miembro abrirse camino y llenar cada vacío dentro de mi físico y emocional. Podía sentir como su polla se estremecía por la humedad de mi vagina. Era una sensación hermosa el poder experimentar como su miembro reaccionaba a mí. Muévete por favor, te lo ruego, muévete rápido hijito –dije-. El me beso y comenzó a penetrarme fuerte y muy intensamente. Estaba succionándome los senos y comenzó a darme una cogida frenética y brutalmente rápida. Los golpes de su pelvis con la mía eran muy sonoros y mis gemidos también. Mi hijo respiraba agitadamente y sus embestidas eran muy fuertes y rápidas. No te vayas a venir tan rápido amor, quiero sentirte más tiempo –dije-. El parecía no escucharme y me abrazaba con pasión mientras seguía con ese frenético movimiento de meter y saca de su pelvis. Mi vagina ya estaba muy húmeda y podía escucharse ya ese extraño sonido cuando la humedad de cada órgano sexual se junta con su contra parte. Hacían un sonido extraño mientras chocaban fuertemente. Podía sentir que mi hijo estaba cada vez más cerca y yo igual. Mi sobrino se masturbaba como loco mientras nosotros hacíamos el amor con desenfreno. ¡Hazme tuya mi amor, hazme tu mujer! –grite-. Mi hijo me mordió el pecho chupándolo desesperadamente y dejo salir su dulce y cálido orgasmo dentro de mí. Mi vagina al sentirlo reacciono y quiso que se encontraran ambos. Expulso una eyaculación junto con la de mi hijo tan intensas que pude sentir como ambas se mezclaban dentro de mi chocando con fuerza y colisionando hasta hacerse una sola. Mi hijo me abrazo ahogando su cabeza entre mis senos y yo lo abrase besando y acariciando su hermosa cabeza. El momento era arruinado solo por la presencia de mi sobrino, que ya había terminado de eyacular también.

Vaya, vaya, que bien lo hicieron tía, todos unos pinches animales en la cama, se ve que han estado haciéndolo por mucho tiempo ya –dijo-. Ahora viene la parte buena, la que va a ser mi venganza por cómo me engañaste –añadió-. ¿No fue suficiente ya con lo que nos hiciste hacer frente a ti? –pregunté-. La verdad es que ese fue solo el comienzo de todo, yo quiero algo mucho mejor que esto. ¿Qué es lo que deseas para dejarnos en paz? –pregunte-. Solo quiero tomarte y hacerte mía como la perra barata que eres mientras tu hijo nos ve –dijo mientras sonreía-. Continuara