El secreto de mi cuñada (Capítulo 7)

No me creo que me vaya a follar a mi cuñada en ese pequeño cubículo del avión que nos lleva a Japón. Ni por supuesto, lo que nos queda allí...

CAPÍTULO 7

Marel me mira con los ojos como platos sorprendida.

-        Pasa, preciosa. - digo tirando de la mano de mi cuñada y cierro la puerta de ese pequeño cubículo dentro del avión.

-        Pero Aritz, ¿Esto? - pregunta ella entrando a trompicones dando pequeños pasos con sus taconazos.

-        Tranquila, he pactado con las azafatas para que nadie nos moleste durante 20 minutos. - la digo encerrándonos juntos en ese baño y aferrándome a su estrecha cintura.

Una vez dentro, la pongo para que apoye su culito en el lavabo y nos fundimos en un largo y anhelado beso, mezclando nuestras lenguas con toda la pasión y la lujuria acumulada.

-        ¡Dios Marel, qué ganas te tengo! - añado dibujando sus caderas.

-        Pues con tus vibraciones, yo estoy que no puedo más. - me dice agarrándose a mi cuello.

-        Y con tu marido ahí, medio dormido... ¿Te pone más?

-        Muchísimo, cabrón. - añade y me muerde el labio inferior, totalmente desatada.

Mi polla está a punto de reventar dentro de mi pantalón y totalmente excitado, acto seguido, me agarro a su blusa y se la abro de golpe, haciendo saltar por los aires la mitad de los botones.

-        ¡Cuñado!, ¿qué haces? ¡me dejas desnuda! - dice ella ante mi ímpetu, aunque con una gran sonrisa precisamente al verme tan desesperado.

Es flipante ver esas dos preciosas ubres con su blusa abierta y como un poseso, me lanzo a amasarlas desesperadamente, acariciando esas grandes masas de carne con todas mis ganas.

-        Marel, Marel... - repito mientras la como la boca y nuestras lenguas se vuelven a unir unen en una lucha encarnizada sin que yo deje de amasar sus tetas y ella me abrace por la nuca.

Mi cuñada me mira a los ojos, puedo notar lo cachonda que está, al separar nuestros labios y se relame mientras yo sigo acariciando sus enormes tetas, para agarrar después entre mis dedos esos pezones tan duros. A continuación, dibujo con mi lengua su cuello, para morder ligeramente su clavícula y acabar lamiendo sus pechos, sus grandes aureolas y sus erguidos pezones. Primero me devoro la teta derecha y luego la izquierda, haciéndolo alternadamente de una a otra. La miro una vez más a los ojos y después meto entre mis dientes esos pezoncitos tiesos y duros que tiene debido en gran parte a todas las descargas que le he provocado en su chochito durante el vuelo.

-        Me vuelven loco estas tetas. - la digo, sin dejar de morder, lamer y chupar cada rincón.

-        ¡Uhh, sí, Aritz, son tuyas, son tuyas! - me repite jadeante.

Ella acaricia mi cabello, mientras yo no puedo dejar de jugar con esas tetas en mi boca y aprovecho con mi mano para remangarle la mini falda, hasta dejársela en su cintura, como si fuera un cinturón ancho y me detengo para ver su pequeñísimo tanga negro que apenas cubre su rajita. Acaricio ese coño por encima de esa minúscula braguita y agarrándola por la cintura la subo hasta dejarla sentada encima de ese minúsculo lavabo.

-         ¡uf, qué fuerte estás, cuñado! - me dice acariciando mis brazos después de haberla subido con esa facilidad sobre el lavabo.

Me agacho como puedo, colocándome de cuclillas, con cierta dificultad, ya que estamos en un reducido cubículo y de forma enérgica le saco el tanga completamente por sus piernas, con tanto ímpetu que se tiene que agarrar a mi cabeza para no caer de bruces.

-        ¡Uhh, qué me tiras! - me dice sin soltarme.

-        Perdona cuñada, pero es que no controlo y me muero por ese coño.

-        Que va, Aritz si me encanta que me lo hagas así, nunca había vivido nada parecido.

-        ¿Te gusta que te de caña?

-        Me vuelve loca. ¡Dame caña, cabrón! - afirma acariciando mi cabeza.

Entonces me doy cuenta que de su preciosa rajita asoma el rabito del “flamingo rosa”. Lo agarro con mis dedos y muy despacio sale totalmente mojado del interior de su coño, a tal punto que cuando lo extraigo entero salen dos hilos de su flujo que recojo con mis dedos para llevarlos directamente a mi boca y saborearlos.

-        ¡Joder que cachonda estas! - la digo relamiéndome.

-        ¡Así me pones tú, cuñado! - responde con respiración agitada.

Sonrío pícaramente, y separo sus piernas colocándolas en cada uno de mis hombros, para empezar a comerle ese delicioso chochito, que está riquísimo, entreteniéndome en cada rincón a la vez que jugando con mi lengua, mientras meto un dedo en esa estrechez, luego dos, para seguir lamiendo con la punta de mi lengua su abultado y gordito clítoris que absorbo y chupo entre mis dientes. La oigo jadear, pero yo sigo frenéticamente lamiendo esa rajita, pero para hacerlo mejor, separo con mis manos sus labios superiores e introduzco mi lengua por ese tierno agujero que se abre como una flor, haciéndole un mete-saca brutal, oyéndola gemir de placer hasta tal punto que se tiene que tapar la boca con su mano para que no la oigan los pasajeros.

-        ¡Uh, si, si, si, joder, cuñado, nunca me han hecho eso! - repite susurrando mientras mi cabeza empuja su pelvis metiendo mi lengua en su caliente coño.

Sus gemidos me encienden tanto que cuando me levanto, pongo mi frente en contacto con la suya para observar, mirándola a los ojos, cómo disfruta mientras yo sigo con mis tres dedos que comienzan una follada brutal en su estrecho orificio. Sus gemidos no cesan y son cada vez más fuertes, así que soy yo el que tapo su boca y sigo metiendo frenéticamente mis tres dedos en su coño. Quito por un momento mi mano porque me encanta ver esa boquita suspirando. Pongo mis labios muy cerca de la suyos para escuchar desde cerca esa entrecortada respiración, sus resoplidos de placer, cerrando sus párpados y abriendo de vez en cuando sus bonitos ojos que me miran seductores... no me puedo creer tener a mi cuñada, prácticamente desnuda y follándola con mis dedos en ese pequeño baño. Observo por un momento como desaparecen una y otra vez mis dedos dentro de su coño y luego levanto la vista para ver cómo se muerde el labio inferior, totalmente entregada a mis habilidades. Muerdo ligeramente esos carnosos labios con mis dientes y nos fundimos a continuación en un beso apasionado, sin dejar de follarla con mis dedos, provocándole un nuevo orgasmo, expulsando junto a mi oído esos innumerables gemidos de entrega absoluta. A tal punto que tengo que volver a taparle la boca para que no grite totalmente excitada en orgasmo intenso que le acabo de regalar. Cuando me dice.

-        ¡Dios Aritz, qué gusto, joder!, ¡tú sí que sabes hacer gozar a una mujer, joder estoy exhausta!

-        ¿Mejor que con el cornudo de tu marido? - la pregunto pellizcando sus pezones sonriéndola.

-        Mucho mejor, nunca me han hecho nada así, te lo juro.

-        Uy, pues eso no es nada preciosa, todavía queda lo mejor.

Ella me mira con esos ojazos que me vuelven loco. La vuelvo a agarrar de nuevo por su cinturita y la bajo del lavabo, girándola completamente con cierta brusquedad, poniéndola de espaldas a mí. Su precioso y redondo culo queda delante de mí y lo acaricio primero y le doy una palmada en una de sus nalgas que resuena en ese reducido espacio.

-        ¡Augh! - dice ella en un largo suspiro.

Marel apoya sus manos en el lavabo sacando aún más su culo hacia atrás, ofreciéndome la visión de sus dos agujeritos atrapantes. Me pego a ese cuerpo, uniendo totalmente el mío contra el de ella, aplastándola contra el lavabo, observando en el espejo nuestras caras lujuriosas reflejadas en el espejo.

-        Marel, hoy vas a tener tu trozo de carne, como te he prometido. - la digo, acariciando sus pechos que cuelgan moviéndose como flanes.

-        Aritz, ¿me vas a follar? - me pregunta con sus labios temblorosos.

Por un segundo pienso en Mar, imaginando que es esto lo que ella quiere para su hermana y entendiendo que Ander me ha dicho la verdad, Mar lo debe saber todo, aunque no por mi boca precisamente y lo peor es que no he sido capaz de confesarle las ganas que tengo de follarme a su hermanita y ahora la tengo ahí, doblada contra el lavabo, dispuesta a recibir mi verga en su interior.

-        ¿La quieres dentro de ti? - la pregunto en un susurro en su oído.

-        ¡Si dámela, por Dios, Aritz! - añade ella en un largo suspiro

Inmediatamente, bajo mi bragueta, saco mi polla, que está más grande que nunca, parece a punto de explotar, con sus venas bien marcadas y completamente mojada debido al líquido pre seminal que ha provocado toda esa excitación continua. Vuelvo a mirar a los ojos a mi cuñada a través del espejo y ubico a continuación mi glande a la entrada de su jugoso coño. Ella da un pequeño respingo al sentir es carne caliente frotándose una y otra vez con su rajita, embadurnándonos a tope y mezclando nuestros fluidos.

-        ¡Dios, Aritz, fóllame ya! - susurra ella desesperada.

Ese es nuestro momento y tras agarrarme a sus redondas y perfectas tetas, inserto mi tiesa verga de golpe sintiendo como se abren esas cálidas paredes vaginales hasta llegar a lo más hondo de su útero.

-        ¡Oh! - gemimos al mismo tiempo.

La embestida es brutal y se ha sentido esa estrechez de lleno de ese chochito jugoso abrazando mi polla en su punto máximo. La saco lentamente, sintiendo ese rozamiento continuo de las paredes de su coño, hasta dejar solo la punta metida. Cambio mis manos de sitio, abandonando sus tetas para agarrarme a su estrecha cintura y entonces se la vuelvo a clavar violentamente, empotrándola contra el lavabo.

-        ¡Oh, qué grande, joder! - dice ella casi gritando.

Entonces empiezo a sacarla de nuevo, pero para empezar a embestirla fuerza, hasta que mi pelvis y mis huevos chocan contra su culo incesantemente, haciendo el ruido de nuestras carnes golpeándose, en una música celestial que es estar follándome por fin a mi cuñada.

-        ¡Uh, sí, uh, sí, joder! - sigue suspirando ella.

Vuelvo a observar a esa belleza reflejada en el espejo sin dejar de follarla, viendo sus ojos cerrados, su boca abierta y sus tetas balanceándose con cada embestida. Son tan fuertes mis acometidas, que la levanto cada vez que choco contra ella, elevándola ligeramente, haciendo sonar el choque de nuestros cuerpos, mezclado con el de sus tacones contra el suelo. Mientras la penetro con todo el ímpetu, sin importarme que nos puedan oír al otro lado de la puerta.

Ella ha dejado de tapar su boca pues se tiene que sujetar al lavabo ante mis enérgicas embestidas, llegando a lo más profundo de su matriz.

-        ¡Sí, sí, sí, Dios, como follas cuñado! - gime ella con sus manos apoyadas en el espejo.

Sigo penetrándola muy duro, casi con desesperación, taladrando su coño con tanto ímpetu que parece que quisiera atravesarla o meterme dentro de ella completamente y sigo extasiado, escuchando el sonido de nuestro folleteo y el de sus tacones contra el suelo.

Me agarro a su melena y tiro de ella, haciendo que nuestras caras queden juntas en el espejo y la sigo follando con fuertes embestidas, mordiendo su cuello y ella parece que entra en trance, poniendo los ojos en blanco, en señal inequívoca de un potente orgasmo que se avecina y que noto reflejado, tanto en su rostro como en las paredes de su coño, ya que sus músculos parecen querer atraparme sin que deje de metérsela una y otra vez.

-        ¡Sí, sí, qué gusto! - dice ella, inmersa en un largo orgasmo.

-        ¡uh, joder, cómo aprietas mi polla ahí dentro, cuñadita, qué gusto! - digo yo gimiendo.

Ese coño estrecho de mi cuñada me recuerda mucho al de Mar, porque además ella también hace esos movimientos internos, atrapando mi polla, como si quisiera ordeñarla, al mismo tiempo que se corre, logrando que yo me vuelva absolutamente loco.

Escuchar esos gemidos, ver esa belleza que me mira con lujuria en el espejo y esos espasmos, acompañados de la fuerza de sus músculos vaginales envolviendo mi polla fuertemente, logran que yo no pueda aguantar más.

-        ¡Me corro, me corro, me corro! - digo sin dejar de follarla.

-        ¡Sí, hazlo dentro, sí! - me contesta entregada.

Mi polla estalla dentro de ese estrecho coño, inundando de mi leche caliente hasta el fondo de su útero, en un orgasmo increíble de ambos.

Por un momento se oyen nuestras respiraciones agitadas, con nuestros cuerpos unidos, cuando se oye el sonido de unos nudillos en la puerta.

-        ¿Todo bien ahí dentro? - reconozco la voz de Katsumi, la azafata.

-        Sí, sí... todo controlado – contesto, aun con mi polla palpitando y soltando lefazos dentro del coño de mi cuñada.

Vuelvo a mirar a Marel a través del espejo, completamente pegada al lavabo, mi polla dentro de ella y yo recostado sobre la espalda, hasta solo dejo la punta metida y veo salir de su coño un largo río blanco de mi leche escurriéndose entre sus muslos hasta llegar a manchar sus tacones y gotear en el suelo, al tiempo que sus paredes vaginales siguen palpitando y abrazando dulcemente mi glande.

-          Joder, Marel, no he podido evitarlo y me he corrido dentro. - la digo acariciando ese redondo y perfecto culo viendo cómo se escurren esos largos ríos de semen por sus muslos.

-          Ha sido increíble, Aritz.

-          Pero tú podrías...

-          ¿Quedarme embarazada? - me corta ella la frase – tranquilo, creo que no puedo ser mamá, ya me hice demasiadas pruebas, además, aunque así fuera, me gusta correr ese riesgo contigo.

-          ¡Joder, Marel! - le digo ante esa frase tan fuerte.

-          Para mí sería un sueño llevar un hijo tuyo dentro de mí.

-          Pero cielo, eso no puede ser...

-          Lo sé, perdóname Aritz, no sé ni lo que digo, pero bueno, tranquilo que no hay riesgo, no puedo quedarme embarazada.

Por un momento me asusto con esa idea, pero luego ella me ha tranquilizado por el hecho de que ella se haya hecho mil pruebas y no pueda conseguir su sueño de ser madre. La verdad, me resulta increíble, pero creo que nunca había soltado tanto esperma y todo gracias a esa preciosidad. Ella se gira y me planta un beso largo, mezclando nuestros labios y nuestras lenguas.

-        Gracias, Aritz. - me dice cuando nuestras bocas se separan.

-        Entonces ¿Te ha gustado?

-        Ha sido increíble, cuñado... normal que mi hermana esté encantada contigo, eres todo un semental.

-        Gracias a ti, Marel, eres tú la que me inspiras. - la contesto y vuelvo a darle un buen morreo.

Nos colocamos la ropa, viendo que hemos consumido los veinte minutos pactados. La ayudo a ponerse el tanga, mientras yo me subo los pantalones y ella se coloca la minifalda y cuando va a recolocarse bien la camisa blanca ajustada, exclama:

-        ¡Joder Aritz!

-        ¿Qué ocurre, preciosa? – pregunto.

-        Eres un bestia, me has roto la camisa, casi no tengo botones ¿y ahora qué hago?

-        Joder, es verdad, pero tranquila mujer, voy a tu asiento y cojo tu cazadora porque la tienes allá, ¿no?

-        Sí, pero... ¿qué le vas a decir a Igor cuando recojas la cazadora?

-        No te preocupes, ya se me ocurrirá algo.

Salgo del baño, y me encuentro con las dos azafatas que debían estar escuchándolo todo detrás de la puerta del baño y las sonrío al pasar, dándoles las gracias y camino en dirección a nuestros asientos, cuando oigo que Emma, la auxiliar de vuelo rubia, le dice a la otra.

-        Joder, Katsumi, cómo me gustaría que me follaran así...

Hago cómo que no la he escuchado, pero no puedo evitar sonreír, porque desde luego el polvo ha sido antológico.

Un minuto después estoy de vuelta y le entrego a Marel la cazadora que ella se vuelve a poner para intentar ocultar el desastre de su camisa, pues casi sin botones esa prenda se queda completamente abierta. Antes de que se cubra, la agarro esas dos tetas en mis manos y le hago dos buenas lamidas a esos pezones, ante la atónita mirada de las dos azafatas que alucinan asomadas a la puerta abierta del pequeño baño.

-        Marel, porque tienes al cornudo de tu marido sentado a pocos metros de aquí pero el resto del viaje me entretendría chupando y besando tus preciosas tetas, cariño. - la digo en alto, con la intención de que las otras chicas me oigan.

Mi cuñada se abotona la cazadora lo suficiente para no enseñar sus preciosos pechos y salimos de ese baño, volviendo a los asientos, mientras ella me comenta por el camino.

-        Eres tremendo, Aritz.

-        Lo sé, digo palpando sus caderas mientras ella camina delante de mí.

-        ¿Y cómo has hecho para no mosquear a mi marido? - me pregunta intrigada.

-        Le he dicho que acabo de follarte en el baño.

Ella se para en seco y se vuelve mirándome fijamente.

-        No mujer, estoy de coña... - respondo riendo.

-        Qué bobo eres...

-        Jajaja, pero este bobo te acaba de follar como nadie. ¿A que sí? - le digo mientras le agarro de la cintura. Y le doy un cachete en el culo ante la sorpresa de uno de los pasajeros que mira esas interminables piernas de mi cuñada.

-        No, ahora en serio, dime que te ha dicho Igor, por favor. - insiste ella.

-        Nada. -  respondo y mientras se lo estoy diciendo aprovecho para meter de nuevo mis manos dentro de su camisa y así masajear y acariciar de nuevo sus turgentes tetas con cierto disimulo, aunque ese pasajero sigue flipando también.

-        ¿Cómo que nada? - dice extrañada.

-        Pues porque roncaba. Ya te dije que esas pastillas hacen milagros.

-        ¡Qué cabrón eres!, ¡Y cómo me gustas! - dice y me da un beso intenso en mitad del pasillo.

Algunos pasajeros cuchichean ante ese beso entregado de ambos, mientras mi cuñado debe seguir roncando en los primeros asientos, cuando de repente digo.

-        ¡Joder!

-        ¿Qué pasa Aritz? - me pregunta ella.

-        Ven, se me ha olvidado una cosa en el baño.

Tiro de su mano y regresamos hacia atrás, ella sigue detrás de mí, caminando a pasitos cortos marcando el inconfundible sonido de sus tacones en el suelo.

-        ¿Todo bien? - me pregunta la azafata oriental cuando llegamos nuevamente al baño.

-        Sí, solo un segundo. Lo prometo. - digo y ella me sonríe.

Me meto de nuevo con mi cuñada en ese cubículo y recojo el móvil que está estratégicamente colocado en la parte alta, junto a la lámpara.

-        Aritz ¿Lo has grabado todo?

-        Claro, esto puede darte más seguidores, ¿no crees?

-        Pero...

-        Tranquila, que lo he puesto de tal manera que no se verán nuestras caras. Mayder no corre peligro de ser descubierta.  - le digo sonriente.

-         Aritz... me tienes loca.

-        Pues abre la boca. - la digo sorprendiéndola de nuevo.

Ella obedece y recojo el lovense Flamingo del lavabo, para llevarlo a su boca que ella chupa obedientemente, para a continuación meterlo entre sus piernas, retirar el tanga a un lado y clavárselo en el coño de sopetón.

-        ¡Oh sí! - me dice, dando un respingo que hace que suenen sus tacones en el suelo al sentirlo pues todavía tiene sensible esa zona después de mi follada.

Miro su cara de placer y la pregunto.

-        ¿Te gusta? - la pregunto.

-        Sí, mucho.

-        Pues tengo otra sorpresa para ti.

Ella me mira sorprendida y sacando de mi bolsillo el famoso plug anal que ella misma ha patrocinado, logro que sonría y lo chupe con ahínco. Acto seguido, vuelvo a adentrarme entre sus piernas y en esta ocasión, mientras le pellizco un pezón y cuando lo suelto, su esfínter se relaja y se lo meto en su orificio posterior.

-        ¡Uf, Aritz...! - dice ella al sentirlo dentro de su ano repentinamente.

-        ¿Te ha dolido?

-        Un poco...

-        ¿Podrás llevarlo el resto del vuelo?

-        Sí, claro, ahora me da gustito.

-        Pues, preciosa, quiero pedirte dos cosas más. - la digo de pronto.

-        Lo que tú quieras, Aritz. - responde ella con los ojos vidriosos.

-        Lo primero es que no folles con tu marido en ningún momento durante todo este viaje.

-        ¡Prometido, cabrón! - me dice mordiendo ligeramente mi labio inferior, muy contenta con esa loca propuesta mía.

-        Lo segundo es que quiero ser el primero en estrenar ese precioso culo que tienes.

Ella me mira sonriente.

-        ¿En serio lo harás? - dice ilusionada.

-        Claro que sí. Quiero que sea mío.

-        Te prometo que solo tú follarás mi culito, Aritz. - añade volviéndome a besar.

-        Será un placer.

-        Tengo un poco de miedo.

-        ¿Por?

-        Tu polla es enorme, ¿no me dolerá?

-        Un poco, pero cuando la tengas dentro, no querrás que la saque, ya lo verás. - añado dándole un suave beso en la frente.

Al fin salimos del baño y dirigiéndome a las azafatas les comento

-        Muchas gracias por todo, han sido muy amables. - las digo.

-        Ha sido un placer. - comenta Emma, aunque parece decirlo literalmente.

Regresamos a nuestros asientos viendo que Igor sigue como un tronco mientras Marel me mira riendo tras nuestra loca travesura. Así transcurre el resto del viaje torturando y mojando el conejito de mi cuñada, con alguna que otra descarga y revisando entre risas el video que hemos grabado juntos follando en el baño, escuchando con los auriculares, mientras ella se tapa la boca alucinada con nuestro polvazo y sus propios gemidos. Luego se lo paso por bluetooth, porque quiere visionarlo más veces y subirlo a su web secreta.

En un momento dado recibo una llamada de mi socio.

-        Si. Dime Ander. - le saludo.

-        ¿Qué tal el viaje, socio?

-        Bien, sin ninguna novedad, ya sabes, viendo de vez en cuando una peli... mirando él móvil – le contesto y observo a Marel que me sonríe porque la peli que acabamos de ver, es una porno de las buenas y resulta que ella y yo somos los protagonistas.

-        Recuerda, tienes que aprovechar bien ese viaje. - añade con toda la intención de su frase.

-        Lo haré, tranquilo.

-        Por cierto, que he quedado con tu mujer dentro de un rato e iremos a mi casa. Tengo ganas de darle unas cuantas sesiones intensas a ese culito.

-        ¡Cuídamela, cabrón!

-        Tranquilo. Pero te llamo también por otra cosa.

-        ¿Qué pasa? - pregunto al notar la voz seria de mi socio.

-        Joder, han adelantado la reunión los japoneses, y no va a poder llegar la mercancía a tiempo para que vean todos nuestros productos.

-        ¡No jodas! - digo gritando y dejo a Marel preocupada y algunos pasajeros que se incomodan por mi grito.

Pido perdón levantando mi mano a los que me miran y sigo hablando con Ander.

-        ¿Y ahora qué hacemos?

-        Bueno, eres un hombre de recursos, seguro que se te ocurre algo, Aritz. – me dice el otro.

-        Joder, macho, qué bien lo ves tú desde ahí, entonces ¿cómo se te ocurre que voy hacer la presentación sin los juguetes ni vestidos ni nada?, ¡Esto es la hostia! - añado cabreado.

-        Venga Aritz, que tú eres un artista... y se te ocurrirá algo. - dice restando importancia.

-        ¡Serás cabrón! - le digo

-        Bueno, ya sabes, tú eres el que tiene el talento y yo pongo la pasta. Confío en ti. Por cierto, os irá a buscar un chofer al aeropuerto para ir directamente a la oficina de los japoneses.

-        ¡Puf!

-        Oye y no te olvides de contarme todo lo que hagas con tu cuñadita... - añade para despedirse y cuelga la llamada, dejándome con ese marrón.

Yo cierro los ojos, ante esa nueva adversidad y Marel me agarra de la mano, ya que su marido no se entera de nada y sigue totalmente dormido.

-        ¿Qué ocurre Aritz? - me pregunta preocupada.

-        Marel, tenemos un problema y de los gordos.

-        ¿Cuál?, no me asustes.

Le explico toda la movida que tenemos encima, a tan solo dos horas y media de llegar a Tokio, sin poder presentar ninguno de nuestros productos a tiempo a los japoneses. Ella se pone muy nerviosa, también, porque sabe, igual que yo, lo importante y delicada que es esta reunión, conocedora de que todo se puede convertir en un fracaso.

-        ¿Entonces nos vienen a buscar directamente al aeropuerto y no vamos a poder ir ni a la agencia a recoger material? - me pregunta.

-        Claro, ahí está la movida. ¡Estamos pillados, joder!

-        ¿Y vamos a las oficinas de ellos directamente?

-        Sí.

-        Vaya, ¿Y con este que hacemos? - dice señalando a su marido que sigue dormido.

-        ¿Igor?, pues vendrá con nosotros o le ponemos un taxi y que se vaya al hotel... no sé, me da igual, estoy bloqueado. Ahora lo que me preocupa es que vamos a la reunión con las manos vacías, sin poder llevar la mercancía, ni la lencería, ni los vestidos... ¡Joder esto es la hostia!

-        No te enfades Aritz. Estás muy tenso... así no puedes pensar. - me dice acariciando mi pierna.

-        Joder, en menudo lío estamos metidos, Marel.

-        Espera un momento. - me dice y se levanta caminando por el pasillo en dirección a la zona trasera del avión.

-        ¿Dónde vas?

-        Ahora vengo. - responde.

Al cabo de unos diez minutos Marel regresa y desde el pasillo me muestra su dulce sonrisa.

-        Ven conmigo. - me dice estirando su mano para que la acompañe.

Sigo tras ella, atravesando todo el pasillo de ese avión, hasta llegar a la zona trasera, pasando junto a las azafatas que sonríen al vernos pasar y Marel me empuja dentro del pequeño baño nuevamente cerrando la puerta tras ella.

-        Pero, ¿Marel?

-        Schhhssss... estás muy tenso... así no puedes pensar. - me dice.

Mi cuñada se agacha, hasta quedar en cuclillas, con sus piernas abiertas y comienza soltar mi cinturón, consiguiendo que mis pantalones caigan al suelo. Ella se quita la cazadora y sus tetas salen inmediatamente fuera de su camisa, rotundas, mágicas, hipnotizantes...

-        Marel... - comienzo a decirle algo, pero ella no me deja acabar.

-        Shssss. He estado pensando y creo que tengo la solución. - me dice sonriente.

-        ¿En serio?, ¿Y qué se te ha ocurrido?

-        Antes hay que bajar esta tensión. - dice dibujando mi polla por encima de mi bóxer que ya se ha tensado en cuando han aparecido sus perfectas tetas fuera de su camisa.

Mi preciosa cuñada, permanece en cuclillas sujeta por los tacones de sus botas y veo que está muy segura y tranquila, algo que también me relaja en cierto modo a mí.

Desde esa posición veo su hermosa cara que me sonríe y muy picara empieza a darme pequeños mordisquitos a mi verga que palpita dentro de mi prenda interior. Ella se pone de puntillas, pero agachada, para dibujar con su lengua la forma de ese paquete cada vez más duro y luego deja caer su peso haciendo sonar sus tacones contra el suelo. Así se tira un buen rato, lamiendo ese trozo de tela que separa mi polla de su boca, notando en cada pasada su respiración.

-        ¡Dios, Marel! - la digo temblando ante ese juego perverso de mi cuñada.

Entonces, desesperado, quiero que ella devore y deguste mi polla directamente y al intentar bajar mi bóxer, ella me da dos manotazos, una en cada mano, y con la cabeza niega repetidamente, hasta decir con su boquita.

-         ¡No!

A continuación, vuelve a darme pequeños mordisquitos por todo mi tronco.

-        Joder Marel, no me tortures más y cómemela de una vez que si sigues así me corro en el dentro del bóxer. - le digo desesperado.

Veo como se ríe victoriosa, por llevarme a esa locura del clímax, y muy sensualmente abre su boca y con sus dientes agarra fuertemente uno de los bordes de mi slip para comenzarlo a bajar, pero tengo la polla tan dura que queda enganchada y parece que se va a rasgar la prenda. Ella vuelve a sonreír y termina de bajarlos con ayuda de sus manos hasta hacerlos caer de golpe entre mis tobillos. Mi polla salta como un resorte ante sus ojos a punto de golpear en su nariz. Ella abre su boca asombrada, viendo esa tensión desde tan cerca. No lo dice, pero parece que está pensando: “¡qué grande es!”.

Marel ladea su cabeza y sin tocarme la polla dirige su boca a mis huevos depilados, dándoles pequeños besitos, después pasa su lengua por ellos como si estuviera chupando un helado, para después meterlos alternadamente en su boca como si estuviera degustando un gran manjar. Luego saca su lengua y dibuja la trayectoria desde mis huevos hasta mi glande, estirando la punta de sus pies y bajando después por el mismo recorrido deja caer sus tacones, haciendo ese inconfundible “toc” contra el suelo.  Sus tetas siguen moviéndose retadoras y no puedo evitar estirar mi mano y pellizcar uno de sus pezones.

-        ¡Uf, uf, joder! - exclamo excitadísimo.

De nuevo Marel se entretiene con mis huevos, chupando, lamiendo y besando sin parar o metiéndoselos en su boca impregnándolos con su saliva dejando un hilo colgado de sus labios. Ella me sonríe, pero estoy desesperado, necesito que me la coma de una vez, entonces dirijo mi mano a su cabeza y trato de agarrarle de sus pelos, pero ella me lo impide y se aparta rápidamente colocando su cuerpo y su culo justo a la altura de sus tacones con gran habilidad esquivando mi mano.

-        ¡Me matas, cabrona! - la digo

-        ¿No lo hago bien?

-        De maravilla... Eres genial, estás logrado que se me borren todas mis preocupaciones.

-        Lo sé, además he conseguido convencer a las azafatas y no tenemos ninguna prisa.

-        ¡Eres una gatita mala, Marel!

-        Grrr… Ffff… — hace ella con su boca como si estuviera rugiendo.

Y vuelve a torturarme solo dándome pequeñas lamidas en la punta de mi rabo sin llegar a comérmelo. Al ver mi cara de súplica ella se apiada de mí y veo como por fin sus labios rodean mi glande, notando el calor de su boca y como empieza a juguetear con su lengua, saboreando mi tronco, centímetro a centímetro hasta tragarla entera llegando su nariz a chocar contra mi abdomen. Es increíble, cómo puede tragársela completamente.

Ella la saca una vez más y se la traga al completo. Ver a Marel como se come mi polla entera, es algo irresistible, tanto verlo como sentirlo y se me escapa un gran gemido de placer, mientras ella sigue saboreando y engullendo sin parar.

-        ¡Eres toda una zorra chupando! - la digo y ella me sonríe.

Con mi miembro en su boca y sus manos libres, abre de par en par su camisa y se agarra esos enormes pechos por la base, para subirlas y bajarlas sin dejar de hacerme esa deliciosa felación. Al sacarla de su boca, mi polla está totalmente mojada y sale un hilo de babas denso que une mi glande con sus labios, que rápidamente aparta ella con su propia lengua aspirándolo.

Entonces observo como mi cuñada se alza un poco más dejando sus tacones sin tocar el suelo ya que está sujetada por las puntas de sus botas, apenas apoyada sobre esa plataforma y agarrando sus dos turgentes pechos los refriega el uno contra el otro mojándolos con su saliva y los coloca de tal forma que se acercan a mi polla lentamente.

La miro, me sonríe y esas preciosas tetas atrapan mi miembro entre ellas y las empieza a mover arriba y abajo, asomando la puntita de mi polla de vez en cuando, que ella aprovecha para besar y lamer cada vez que aparece.

Ver esa escena y sentir sus pechos abrazando mi polla, es la máxima desesperación del placer, más aún cuando su lengua me da una lamida o sus labios un chupón en la punta, hasta que estallo y de pronto uno, dos, tres… hasta seis chorros de leche salen disparados para dejarla totalmente embadurnada su cara llegando alguno de ellos hasta su pelo.

-        ¡Tenías que haberme avisado! - me recrimina, mientras con su lengua recoge los restos de su cara parte de mi semen, a la vez que exprime con sus tetas sacándome las últimas gotas.

-        Lo… lo siento… —Le digo a la vez que observo como me besa la puntita.

-        Tranquilo, es que me hubiese gustado tragarme todo.

De pronto se levanta y me da un tremendo morreo metiéndome su lengua hasta que se encuentra con la mía.

-        ¿No te importa besarme después de habértela chupado? - me pregunta.

-        Claro que no, preciosa, eres una diosa chupando y tu boca es una delicia.

-        Pues a mi marido le da asco besarme después de mamársela.

-        No sabe lo que se pierde el gilipollas.  - añado y no parece importarle que se lo diga tan claro.

Aprovecho para agarrarla fuertemente de su culo, notando mi flácido pene contra su tripita, por encima de la minifalda y la beso apasionadamente, uniendo su saliva con la mía, así como los restos de semen, que no me importa mezclar en nuestras bocas.

Meto mi mano bajo su falda y me topo con el vibrador que tiene insertado en su coño y a la vez que seguimos besándonos, aparto el tanga a un lado y agarro el rabito que sale de su coño, extrayéndolo violentamente, haciendo un “chop” y oyendo como dice con su boca pegada a la mía.

-        ¡Joder!

Aprovecho ese instante que tenemos las bocas separadas para meterme el vibrador en la boca y degustar sus juguitos vaginales, que son deliciosos. Ella me sonríe viendo como lamo el vibrador como si fuera un chupa chups.

-        Veo que te encanta chupar también mis jugos.

-        Ya lo creo.

-        Pues aquí estoy llena- dice dirigiendo mi otra mano a su empapado coño.

-        ¿En serio?

Inmediatamente me agacho poniéndome de cuclillas y abro sus labios vaginales con mis dos manos para darle un pequeño pero fuerte mordisquito a su garbancito que automáticamente explota saliendo una cascada enorme de flujo que intento chupar y saborear con mi boca sin casi darme tiempo a tragar, pues es un río que sale disparado por la comisura de mis labios, que no quiero desperdiciar presionando mi boca contra ese coño, con tanto ímpetu, que Marel tiene que dar un par de pequeños pasos hacia atrás retumbando sus tacones en ese cubículo, a la vez que gime de placer y pone sus manos en mi cabeza para siga atrapado en su chocho.

-        ¡Dios como me tienes cabrón! - dice ella en un largo gemido y veo en el temblor de sus labios un nuevo orgasmo que acompaño amasando sus tetas entre mis dedos, sin dejar de chupar su rico chochito.

Le tiemblan tanto sus piernas que tiene que poner una mano en el pequeño lavabo para sujetarse.

-        ¡Joder, que corrida me has pegado Aritz! - dice de nuevo agradecida.

Yo sonrío y tras darle unas chupadas de nuevo el vibrador, se lo meto de golpe en su coño, pero al tenerlo tan encharcado, entra sin dificultad. Me pongo de pie y ambos nos volvemos a recolocar la ropa.

-        Quería recompensarte por la impresionante mamada y cubana que me has hecho, cielo. - la digo dándole un piquito en sus labios.

-        Joder Aritz, ha sido uno de los mejores orgasmos que he tenido, eres increíble chupando - dice ella.

A continuación, se retoca un poco la boca y el maquillaje frente al espejo aprovechando para quitarse con agua los restos de mi semen en su cara y pelo.

-        Ahora, ¿me vas a contar tu plan? - la pregunto intrigado acariciando su hermoso culo.

-        Claro, ya estamos más relajados. - me habla ella a través del espejo.

-        Ya lo creo. Dime preciosa.

-        Resulta que he subido el video del baño a mi web, cuando estabas hablando con Ander.

-        ¿El de nosotros dos follando?

-        Sí, es tremendo.

-        ¿Y has ganado visitas?... jeje...

-        Ya lo creo, hay miles de “likes” y un mensaje de mi otro cliente VIP.

-        Mmm, vaya, me voy a acabar poniendo celoso con ese tipo.

-        Verás, me ha pedido que, si es posible hacer un video exclusivo para él, para ese cliente, preferiblemente un bukake o una orgía en este viaje a Tokio.

-        ¿Un bukake? ¿Una orgía?

-        Está dispuesto a pagar lo que sea.

-        Pero un bukake no sé yo cómo...

-        Claro Aritz, cuando me lo propuso, se me ocurrió que tal vez, tengamos un plan B

-        No te entiendo, Marel.

-        Pues como casi no tenemos juguetitos, salvo los que llevo yo metidos y un conjunto de lencería en la maleta, que salvé antes de venir, pues podría usar mi perfil de Mayder.

-        ¿Mayder?

-        Claro, tú me presentas a los japoneses y...

-        ¿Les haces una demostración en vivo? - la digo alucinado empezando a entender.

-        ¡Exacto! En lugar de presentarme como Marel, me presentas con mi otra identidad, Aritz. Los japoneses alucinarán con Mayder y querrán follársela y correrse en su cuerpo - dice mordiéndose de nuevo su labio inferior y acariciándome mi polla que se está poniendo morcillona bajo mi pantalón.

-        ¡Joder, eres perversa, cielo!

-        ¿No te gusta la idea?

-        ¿Gustarme?, ¡Es genial!

-        Claro, ya que la reunión pinta mal, pues me follo a los que asistamos a la reunión y así matamos dos pájaros de un tiro. Por un lado, hago ese video exclusivo para mi cliente Vip y por otro, conseguimos el contrato con los orientales.

-        Creo que puede funcionar, Marel. Pero deberíamos poner dos condiciones. - digo.

-        Claro. ¿Cuales?

-        Yo grabaré el video por si se realiza esa orgia o bukake o lo que sea. La segunda es que nadie te puede follar el culo. Recuerda que me gustaría estrenarlo yo.

-        Claro que sí, te lo prometí. Además, nadie más lo usará, tú sí que tienes la exclusiva de cliente Vip de Mayder, pero en vivo, jajaja.

-        Jajaja... Esto es una bomba, Marel.

-        Me encanta que te guste.

Mi cuñada sale del baño dejándome flipado con su inteligente idea, marcando el sonido de sus tacones al caminar y ese sensual meneo de sus caderas. Al pasar junto a las azafatas me comenta Emma sonriente:

-        ¿Están disfrutando del vuelo?

-        Mucho. - la contesto y la devuelvo la sonrisa.

Después sigo tras mi cuñada hipnotizado con esas curvas. Al llegar a nuestro asiento veo que mi cuñado se está desperezando.

-        Cariño vaya dormilona que te has pegado. - dice Marel a su esposo, plantándole un beso y por un momento pienso si esa boca todavía sabe a mi semen y la verdad es que eso me encanta.

-        ¿Dónde estabais? - nos pregunta Igor al vernos llegar juntos.

-        Entablando relaciones comerciales con la tripulación. - dije yo rápidamente.

Marel me mira de reojo y puedo atisbar su sonrisa por mi ocurrencia.

-        Por cierto, amor, hay cambio de planes. - le comenta ella a su esposo.

-        ¿Y eso? - pregunta el otro.

-        Pues que nos ha adelantado la reunión y nada más llegar vamos directamente a sus oficinas.

-        ¿Y qué hago yo entonces? - dice él, molesto.

-        Igor no te enfades, cariño, pues vienes y nos esperas o buscamos un taxi y que te lleve al hotel.

-        ¡Pues empezamos de puta madre el viaje! - responde malhumorado.

-        Cariño ya sabes que yo venía en primer lugar para esta reunión, lo que pasa que coincidía con nuestro aniversario y gentilmente Mar convenció al socio de Aritz para que pudieras venir tú, y así poder celebrar juntos nuestro aniversario. No creo que sea justo...

-        Vale, vale, vale, ya me lo has repetido cientos de veces. - añade él cortándola.

-        Mejor que se venga a la reunión y nos espere fuera. - digo yo, aunque lo que pienso es que mientras él esperará fuera de la reunión a su mujer se la van a follar varios.

Marel parece seguirme el rollo y asiente, pero en ese momento le doy una descarga muy fuerte a su vibrador y mi cuñada da pequeño gritito, aferrándose a su asiento al tiempo que se oyen sus tacones contra el suelo, presa de un intenso placer.

-        ¿Qué te pasa tía? Llevas todo el viaje muy rara. - le dice su marido.

-        Nada es que me ha dado un calambre en la pierna.

-        Claro con esos tacones... - dice él sin enterarse y yo intento no descojonarme.

-        ¿Acaso no estoy guapa con ellos? - pregunta ella.

-        ¡Estás preciosa, cuñada! - digo yo sin tiempo para que conteste y para joderle más.

Igor me mira con su cara de desprecio y eso que no sabe que me he follado a su mujercita y de qué manera.

-        Por cierto, ¿Por qué tienes todo el pelo mojado? - pregunta Igor a su mujer tocándole esos mechones que quedaron impregnados con mi lefa y ella responde rápido.

-        Ah, sí, es que una de las azafatas cuando ha pasado con las bebidas se ha tropezado, y me la tirado por el pelo y camisa, pero como tú estabas dormido ni te has enterado.

-        ¿Tanto se le ha caído? - pregunta él.

-        Uf, me ha llenado toda, me ha mojado la cara, el pelo y la camisa, por eso llevo la cazadora.

Tengo que mirar al pasillo para no reírme a carcajadas con el descaro de mi cuñada. En eso que ella se vuelve y mostrándome ese precioso canalillo me pregunta:

-        Y ahora que lo pienso, Aritz. - me pregunta

-        Dime – respondo sin poder quitar la vista de su escote.

-        ¿Me dará tiempo en cambiarme de ropa, aunque sea en el baño del aeropuerto?

-        Sí, claro, si lo haces rápido, no creo que haya ningún problema. - respondo.

-        Genial.

El resto del viaje transcurre sin ninguna incidencia y aterrizamos sin ningún contratiempo, y una vez bajamos del avión, Marel se mete en el baño para cambiarse, su marido espera las maletas y yo aprovecho para llamar a mi socio.

-        Hola Ander. - le digo.

-        Si. - responde él con la voz entrecortada y algo agitado.

-        Te llamo para decirte que hemos llegado y tenemos un plan.

-        ¿Un? ¿Un plan? - pregunta él de nuevo tartamudeando.

-        Sí, ¿qué te pasa macho?

Tarda un rato en contestar y durante unos segundos oigo el ruido de unos tacones y el gemir de una mujer al fondo.

-        ¿Estás o no estás? - le pregunto.

Y entonces entiendo todo y es que no me cuesta reconocer los inconfundibles gemidos de Mar.

-        ¿Serás cabrón? ¿Hablas conmigo mientras te follas a mi mujer? - le digo.

-        Joder, perdona macho, es que este culo es tremendo. No veas como tiene atrapada mi polla.

-        Tranquilo, mándala un beso de mi parte.

Oigo como Ander le da el recado a Mar y se escucha su voz a lo lejos.

-        ¡Otro para ti, cari! - responde entrecortada y luego el sonido ¡PLASH! De un azotazo que ha debido propinarle mi socio en el culo.

-        ¡Será puta! - digo riendo.

-        Luego me cuentas, que ahora ando liado. - responde el cabrón de Ander que sigue bufando.

Cuelgo la llamada, sonriendo al imaginar a esos dos dale que te pego y recogemos las maletas justo en el momento en que regresa Marel, ataviada con un vestido de cuero rojo con una cremallera central por delante y los zapatos de plataforma de larguísimo tacón y del mismo color. Se ha perfilado sus ojazos, con eye liner y sombras doradas y en sus labios un rojo pasión a juego con los tacones y el vestido.  Desde luego cuesta reconocerla, pues parece otra, pero está francamente deslumbrante.

-        Pero ¿Qué pintas llevas cariño? - le pregunta Igor a su esposa al verla tan sexy.

-        ¿Por? - pregunta ella.

-        Joder, pareces una fulana.

-        Al menos pareceré una fulana de lujo – añade Marel riendo.

-        Di que no cuñada, estás impresionante y vas a dejar alucinada a esta gente, seguro. - añado y, acabando con la conversación.

Mi cuñado reniega con la cabeza y salimos de la terminal con las maletas, momento que aprovecha Marel para ponerse unas gafas de sol y entonces un japonés con traje gris, nos saluda con el cartel de su empresa en la mano: “Yorokobi”. Nos hace el saludo oriental, pero no puede evitar encandilarse con el cuerpo de Marel embutido en ese vestido rojo, así como en sus interminables piernas.

Al salir a la calle nos metemos en una limusina que nos lleva directamente a las oficinas de la empresa, que resulta ser un edificio de más de 20 plantas. En la última, en cuanto se abre el ascensor, nos espera el director, el señor Kimura junto a cuatro de sus directivos, que estrechan mi mano, pero todos ellos dirigen la mirada inevitablemente a mi cuñada que permanece inmóvil a mi lado, con sus dos pies muy juntos, sin decir nada, asombrando a los nipones y no es para menos, porque está realmente alucinante. Los cinco japoneses parecen impresionados, tal y como ella suponía, porque les encantan las occidentales, sobre todo tan exuberantes y sexys como Marel.

Mi cuñado Igor permanece detrás, algo mosqueado con que los japoneses se coman a su mujer con la mirada, pero pienso que se van a comer algo más. Le miro, le sonrío levemente y prefiero no presentarle, casi le trato como un auxiliar, ordenándole.

-        Tú, espéranos aquí, en recepción.

Igor me mira a regañadientes y yo agarro de la cintura a Marel para meternos en una gran sala, con una mesa redonda y confortables sillas. Por suerte, Kimura habla bastante bien el inglés y nos entendemos a la perfección, ya que tanto yo como Marel, lo hablamos fluidamente, aunque mi cuñada sigue sin abrir la boca, como teníamos planeado.

-        Siéntense por favor. - nos indica el director esperando a que Marel y yo ocupemos dos sillones y después se sientan todos los demás, muy educadamente, al estilo nipón.

Por un momento pasa por mi cabeza si será efectivo el plan de mi cuñada viendo a estos orientales tan atentos.

-        ¡No han traído los productos? - nos pregunta Kimura al ver que no llevamos ninguna bolsa o maleta ni nada que enseñarles.

-        Sí, claro. El producto está aquí. - digo señalando a Marel.

-        ¿Perdón? - pregunta el japonés sin entender.

-        Ella tiene los productos. - digo – se llama Mayder, es una afamada “influencer sexual” de mi país, pero de reconocimiento internacional.

Todos se miran y se quedan estupefactos ante esa sorpresa, aunque dos de esos directivos cuchichean algo, porque seguramente deben haber visto alguna sesión caliente de Mayder en su web.

-        Si, verán, se nos ha ocurrido que, en lugar de traerles los juguetitos, la mejor manera de ofertarles el producto, es de primera mano, conociendo el efecto que hace.

-        No entiendo nada. - comenta Kimura.

-        ¿Recuerdan la promoción del nuevo plug?

-        ¡Claro! - responde y esboza una sonrisa.

-        Pues ella es la que lo llevaba.

Todos parecen sorprenderse, pues comentan en japonés entre ellos, bastante nerviosos y entonces Marel, que entiende su idioma, me traduce al oído.

-        Dicen que se impresionaron mucho con la modelo que enseñaba el plug, que no se acaban de creer que sea yo. ¡Esto marcha!

Marel me entrega su móvil y me dice susurrando:

-        ¡A por ellos!... grábalo todo, cielo.

La sonrío, después miro a nuestros clientes, que están esperando la sorpresa y digo en voz alta agarrando a mi cuñada de su mano y ella se pone en pie.

-        ¡Pues aquí la tienen!

Continuará...

Raúl & Sylke