El secreto de mi cuñada (Capítulo 6)
Estoy a la expectativa de ese viaje con mi cuñada y su marido a Japón, creo que va a ser divertido, excitante y muy morboso...
CAPÍTULO 6
A la mañana siguiente me despierto y veo que Mar no está en la cama, me levanto y chequeo el móvil, como suelo hacer cada día y, además, sobre todo por el viaje, después una duchita relajante, recordando el polvazo acuático con mi mujer y lo que me espera en ese viaje a Japón con mi cuñada. Luego preparo la maleta y mientras estoy metiendo, cuatro bóxer, los vaqueros, unas camisas y mis dos trajes a medida para ocasiones especiales, recibo un mensaje de mi socio, Ander:
“Aritz he mandado por la empresa de paquetería todos los juguetes, vestidos y demás artículos que necesitas para el viaje y han salido hace dos horas, así que me imagino que mañana a primera hora de allí llegarán a destino”
Lo primero, le contesto con un emoticono de “guay” por su buena gestión y la verdad es que tengo mucha suerte con Ander, siempre tan resolutivo y eficiente, pero además de socio es un gran amigo, que me ha dado juego y pie, para esta movida en Japón, siendo él parte importante en este tema, ofreciendo su propia plaza en un favor que no podré olvidar.
Al final, antes de bajar a la cocina a desayunar, decido llamarle.
- ¿Qué pasa bribón? - me contesta.
- Hola Ander, que bien lo de los juguetitos, porque no hubiéramos podido facturar todo.
- Bueno, ya sabes que es un placer.
- Pues gracias también por dejarme tu plaza en este viaje para mis planes.
- ¿Cómo no te voy a echar un cable en eso, cabrón?
- ¡Cómo me conoces! Y oye... ¡Te debo una!
- Claro que sí, por cierto, ¿qué planes tienes?
- Pues ahora mismo desayunar, si me dejas.
- Pero qué mamonazo eres, ya sabes que me refiero a tu cuñadita, la tetona.
- Jajaja... claro, ya me imagino que preguntas por ella, pues te voy a ser honesto Ander, gracias a tu colaboración, esto se plantea muy especial. Estos cuatro días que voy a pasar con ella va a gozar como una perra empezando desde que suba en el avión.
- Uf, conociéndote sé que vas a disfrutar un montón con esa hembra. La verdad es que te envidio, macho. Esa preciosidad te va a dejar seco. Ya sabes, cuando vuelvas quiero que me lo cuentes absolutamente todo.
- Por supuesto.
- Bueno y disfruta del viaje.
- Ok. - respondo justo cuando pienso que vamos a colgar y me dice.
- Oye socio, he visto que le has dicho a Michael y a Frank que pasen por tu casa un día de estos para que se lo pasen bien con Mar en tu ausencia...
- Bueno, sí, pero he cambiado los planes y cómo sé que vas a ir tú, quiero que lo disfrutes en mi nombre tú solo, colega.
- Gracias socio. Te prometo que a tu esposa no le faltará de nada en tu ausencia.
- Lo sé y que menos que devolverte ese favor, además ella lo hace encantada, ya lo sabes.
- Y yo también encantado con su culito tan apretadito.
- ¿A qué sí? Es que ese culito es hipnótico y una vez que entras no quieres salir.
- Joder, ya lo creo colega, qué suerte tienes con Mar... como tu cuñada tenga un culito como ese, tampoco vas a querer escapar...
- Jajaja... Ya lo creo. Las hermanitas tienen dos buenos culos, aun no sé cómo es follarse el de mi cuñada, pero como sea la mitad de bueno que el de Mar...
Inevitablemente vuelvo a pensar en mi esposa y en que no puedo seguir con el engaño, al menos quiero salir de dudas y le pregunto a mi socio:
- Oye Ander. ¿Tú estás seguro de que Mar está al tanto de todo con Marel?
- ¿Lo de que te la vas a follar? Tenlo por seguro... bueno, no me lo ha dicho así, pero cada vez que se lo insinúo yo, no deja de decirme cosas como “no fuera malo” o “no caerá esa suerte”... De hecho, cree que no serías capaz de hacerlo.
- ¡Joder, pues no veas las ganas que tengo!
- Ya me imagino... follarse a tu cuñada es como un sueño.
- Y tanto. Entonces, Mar... saberlo, no lo sabe.
- Joder, macho, no hace falta telegrafiarlo... tú fóllate a tu cuñada, vives esa experiencia única con ella, delante del cornudo de su marido y a la vuelta, le cuentas todo con detalle a Mar...
- No sé...
- Parece que la tienes miedo. ¿Alguna vez te ha puesto pegas tu chica por follarte a quien quisieras o incluso porque ella lo haga conmigo?
- No, nunca, al contrario, ya lo sabes, Ander.
- ¿Entonces? No le des más vueltas, fóllate a esa diosa y luego se lo sueltas a Mar.
- Bueno, tío, vamos hablando.
- Perfecto y buen viaje.
- Agur.
Cuelgo y me dirijo a la cocina, veo a Mar sentada en la encimera vestida con una de mis camisetas tomando su café y una tostada. Está preciosa y al verla así, me parece tan sexy que logra que mi polla se despierte.
- Buenos días, cari. - me dice sonriente.
- Hola corazón.
Nos damos un piquito mañanero, pero aprovecho para meter mi dedo corazón directamente en su coñito ya que tiene las piernas ligeramente abiertas, y como suponía no lleva braguitas. Luego, llevo mi dedo a la boca y cuando lo chupo le suelto:
- Mmm, me encantan estos flujos de los 80, mmm... creo que la época de los 90 salieron más jugosos. - lo digo como si hablara de buenas cosechas, pero lo hago con doble intención refiriéndome a las edades de las dos hermanitas para ver por dónde sale.
- ¡Qué guarro eres! - me contesta ella mientras me da una palmada en el hombro, aunque sé que le ha gustado ese comentario.
Mientras yo me sirvo mi zumito de melocotón de la nevera y me tomo prácticamente de un trago, al volverme, ella me agarra entre sus piernas, quedando nuestros sexos unidos. El hecho de saber que no lleva braguitas hace crecer mi polla bajo mi bóxer. En ese momento juguetea con sus dedos en mi bulto cada vez más duro por encima del slip, diciéndome.
- Mmmm, cómo se pone esto por las mañanas. - dice sin dejar de acariciar suavemente todo el contorno de mi polla con sus dedos.
- Sabes que es por tu culpa.
- Ah, ¿sí?, ¿solo por eso? - me dice mordiéndose el labio como si quisiera decirme que además hay otra cosa que me tiene tan cachondo.
- ¿Por qué otra cosa va a ser, mujer?
- Ya claro... por cierto, cari, me ha llamado mi hermana diciéndome que ellos van en taxi directamente al aeropuerto.
No soy capaz de preguntarle, pero a tenor de sus palabras, todo indica que, tal y como insinuaba Ander, Mar sabe mucho más de mis planes con su hermana, sin haberlo comentado directamente... pero sigo sin ser capaz de confesarlo abiertamente.
- Te noto nervioso. - me dice al verme tan dubitativo.
- No, lo normal, ya sabes, el viaje...
- Claro, mi hermana está igual.
- ¿Te lo ha dicho ella?
- Sí, por eso haz que se relaje y que disfrute de ese viaje y que acabe bien follada y si es posible que no sea con su marido.
- ¡Eso está hecho! - la digo.
- ¿Nos vamos directamente al aeropuerto entonces?
- Vale cielo. Entonces como no nos tenemos que desviar pasamos por la tienda para coger un par de juguetes que necesito para el viaje, ¿No te importa? - le digo y a la vez le pellizco sus pezoncitos debajo de la camiseta.
- Mmm, Claro que no. Creo que voy a ducharme porque si sigues jugando con mis tetas vas a perder el avión. - añade y de un salto abandona la encimera entre risas saliendo de la cocina dejándome con el calentón.
Me tomo un desayuno rápido y tras recoger los platos, me subo a terminar de preparar la maleta, mientras oigo canturrear a Mar bajo la ducha. Me voy vistiendo y de pronto suenan dos pitidos en el móvil y al encenderlo es un wasap de mi cuñada, que nuevamente, con solo ver que es de ella, mi polla se tensa, pero más aún cuando me muestra la foto que acompaña al mensaje.
- “Espero que te guste mi sostén nuevo” - pone en el texto bajo una foto de Mar, de cintura para arriba, con uno de los sujetadores que tenemos en producción, que solemos utilizar para los catálogos y que es casi transparente, muy sugerente, con bonitos dibujos entre los que destacan sus dos rosados pezones.
Me relamo al ver dicha foto a la vez que me toco la polla que parece la torre Eiffel bajo mi bóxer, sin dejar de pensar en este viaje que va a ser memorable junto a mi cuñada, sin importarme que nos acompañe el gilipollas de su marido, creo que incluso eso va a ser estimulante. Salgo de mis pensamientos cuando oigo como el grifo de la ducha se ha apagado y veo salir a Mar con una pequeña toalla cubriendo su cuerpo, y al verme se fija en el bulto y sonríe:
- Cari, eres incorregible. ¿Todavía estas así? Vamos, que vas a perder el avión y tenemos que pasar por la tienda. - añade, dándome una palmada en el culo.
- Entonces, ¿No tenemos tiempo de uno rapidito? - le digo metiendo mi mano bajo su toalla y acariciando su culo desnudo.
Ella me pega un manotazo.
- Oye, ¿no has tenido suficiente con lo de anoche? La verdad, me encanta cuando estás así, pero tenemos que irnos, cari. - añade volviendo a acariciar mi polla sobre mi calzoncillo.
La verdad es que Mar tiene razón, vamos un poco justos de tiempo si queremos pasar por la tienda y recoger un par de juguetitos para el viaje que, aunque sé que llegará un paquete repleto para nuestra reunión con los japoneses, quiero esos aparatitos para algo que se me ha ocurrido en el avión.
Rápidamente me visto y como sé que va a ser un viaje largo me pongo unos pantalones cómodos una camisa de manga larga y unas deportivas. Después me fijo en Mar que está radiante ya que lleva un jersey de punto, pero muy fino que se ajusta a su cuerpo, con un escote en el medio que se aprecia sus tetitas sin suje, unos vaqueros ajustados con los que marca su culo divino, acabando en unos botines de tacón fino de color burdeos, como su jersey. Cuando pasa al lado mío aprovecho para darla un cachete en ese formidable culo, ella solo sonríe, y bajamos al garaje para coger el coche.
Meto mi equipaje en el maletero y entrego las llaves a Mar, para que conduzca ella y así mientras yo termino de mandar unos cuantos emails a través de mi portátil. Contesto algunos mensajes importantes, incluyendo uno de Ander, cuando recuerdo su conversación y le comento a Mar:
- Ah, cielo, se me olvidaba, he cancelado lo de los chicos que iban a visitarte en estos días, porque creo que tendrás bastante con Ander, ¿te parece bien?
- Claro, mi amor, ya he quedado con él. Además, creo que con Ander voy a tener más que suficiente, ya sabes que le va la marcha... en eso se parece bastante a ti.
- ¿Ah sí?, ¿Entonces es tan bueno como yo o incluso más?
- ¡No mi amor, sabes que no! - dice efusivamente - ¡Te aseguro que nadie es mejor que tú!
- Bien, si no, llamo a esos dos, por si necesitas más. Quiero que mi mujercita esté bien atendida.
- Gracias, amor. - me contesta volviendo a apretar mi bulto bajo el pantalón - Por cierto, ¿y qué putitas te vas a follar tú en Tokio?, cuéntame.
- Bueno, lo que surja, ya sabes... también me va la marcha.
- Eso lo sé bien, por eso tienes que buscarte un buen chochito o un buen culito para darle caña.
- Eso, dalo por hecho.
- Y sino, ya sabes, está mi hermanita, a la que seguramente le encantaría recibir una polla como la tuya en su precioso culito.
Durante unos segundos nos miramos a los ojos... y yo intento ver en los suyos si ese comentario es una especie de broma o una clara invitación a lo que realmente va a suceder. No sé cómo entrarle y decirle que realmente ese es mi propósito y tragando saliva empiezo a decir:
- Mar...
- Yo también a ti. - me corta ella sin dejarme terminar
Hay un momento en el que estoy confuso, sin saber si ella realmente quiere ignorar mi confesión o simplemente es ajena a todo, pero ella es la que habla:
- Pero por mí no te preocupes, cielo, también te echaré de menos, aunque yo tenga una buena polla estos días, no será como la tuya, claro, pero me dará mucho juego. Seguro que la tuya se albergará en un buen lugar.
- Eso espero – digo con cierto disimulo – y yo sé que vas a dejar seco a Ander.
- Y tanto, además, ya sabes, tengo que pagarle el favor por habernos dejado que te lleves al capullo de mi cuñado al viaje.
- Claro. Por cierto, ¿qué fue lo que te pidió a cambio de ceder su plaza? - le pregunto mientras le toco el coño por encima del vaquero.
- Bueno, ya sabes que a tu socio lo que más le gusta de mí es mi culito como a ti. - dice a la vez que lanza un beso al aire.
- Lo sé y sabes que es de los pocos con los que no me importa compartirlo.
Le doy un beso en su cuello a la vez que bajo la cremallera de su vaquero e introduzco mi mano para tocar su rajita por encima de la braguita.
- ¡Para... cari!, ¡que al final vamos a tener un accidente! - me dice ella nerviosa.
- Pues cuando me lo haces tú a mí...
- No es lo mismo porque tú eres un gran conductor. - me responde riendo.
- Ya, cielo aparca aquí mismo. - le digo justo cuando llegamos al sex shop.
- Ok, pero date prisa que estoy en doble fila.
- Enseguida vengo, tranquila. - añado y le lanzo un beso.
Salgo del coche, y entro directamente en la tienda dirigiéndome al mostrador, dándome cuenta de que la dependienta es nueva, porque no la conozco y por cierto es una rubita con trenzas espectacular, seguramente la ha seleccionado Ander. Entonces le pregunto:
- ¿El nuevo plug anal que ha salido, dónde está?
- En el pasillo central, caballero. - me responde sonriente.
- Gracias, bonita.
Evidentemente ella tampoco ha debido saber quién soy y llego a la estantería, cojo el nuevo plug anal dorado que acabamos de sacar al mercando y aprovecho para llevarme también un nuevo “lush Flamingo”. Me dirijo a la puerta y justo cuando voy a salir, la dependienta me dice casi gritando.
- ¡Hey, perdona, pero tienes que pagar los juguetes!
- Creo que yo no los pago. - le digo riendo.
- Pues voy a llamar a la policía, ya que te hemos grabado por cámara - añade señalando la bola que hay sobre la caja.
- ¿En serio? - le repito sin dejar de reír, viendo la reacción de la chica y como su rostro va poniéndose rojo.
- No te pases, listillo, no me hace ninguna gracia, te lo digo en serio, o pagas eso o voy a llamar a la policía. - añade a la vez que coge el teléfono.
- ¿Pero qué haces Tamara? ¡Eres una idiota! - se oye a mi espalda la voz a gritos de la otra dependienta que enseguida me ha reconocido y está abroncando a su compañera.
- Perdone señor Aritz, es que es nueva. - se disculpa.
- Ya, ya veo... pero tranquila, que ha defendido bien el tema... por cierto, podéis llamarme Aritz a secas y de tú, ¿vale? - les comento saliendo del sex shop.
Allí dejo a la pobre Tamara disculpándose, pero me reitero en que ha hecho muy buen trabajo, porque al fin y al cabo no me conocía... Así que me despido de ambas con una sonrisa y un guiño para volver al coche a toda prisa si no quiero perder el vuelo.
- ¿Has visto lo rápido que he sido? - le comento a Mar nada más entrar en el coche.
Ella me sonríe y tras darme un piquito arranca y llegamos enseguida. Ya en el aparcamiento de la terminal, le enseño a Mar lo que he cogido en el Sex Shop. Cuando le muestro el nuevo plug anal, parece bastante intrigada.
- ¡Qué chulo! ¿Así que este es el famoso plug que tiene tanto éxito? - me dice acariciándolo entre sus dedos.
- Este es, sí.
- Claro, con el culito de esa modelo del video, se venderá como rosquillas.
Yo le sonrío pensando en que no debe ni de imaginarse de quien era ese culo del que habla.
- ¡Guau cari, estoy deseando estrenarlo! - añade sin dejar de tocarlo.
- Tranqui, que ya te reservaré uno.
- Pero yo prefiero usarlo cuando traigas a casa a la modelo que vi en el video. Tiene un culo perfecto - me dice sonriente.
- ¡Cómo el tuyo! - la digo.
- Gracias amor, por verme con tan buenos ojos, pero esa chica lo tiene aún mejor. ¿Estará también en Japón?
- Por supuesto.
Vuelvo a pensar en cuanto sabe Mar de ese culo y hago un nuevo intento.
- La verdad es que tenéis unos culitos muy parecidos esa chica y tú.
- Qué bien, pues dale unos buenos pollazos de mi parte.
Nos damos un beso apasionado a la vez que mira el otro paquete que tengo en mi mano y me dice:
- Y ¿el otro juguetito que es? - pregunta intrigada cogiendo la caja del lush.
- Pues es un vibrador vaginal con control remoto. - le respondo.
- Vaya, pues parece que lo vas a pasar bien en Japón.
- No lo dudes - le digo sonriendo pensando que también Marel lo va a disfrutar en este viaje.
- Pues disfrútalo, bueno y que lo disfrute ella. - añade con esa mirada que parece leer mis pensamientos.
- Lo haremos, cielo, te lo aseguro.
Salimos del coche y nos dirigimos a hacía la Terminal. Una vez dentro miro las pantallas y veo que nuestro avión sale dentro en una hora, por lo que decidimos tomar un “piscolabis” mientras esperamos a nuestros cuñados. Al acercarnos a la cafetería, me fijo en una morena que nos da la espalda, sentada en uno de los taburetes de la barra y el caso es que no puedo evitar tener un radar para las tías buenas, pero mi sorpresa es cuando me fijo con quien está sentada y me doy cuenta de que esa morena es nada menos que mi cuñada Marel, justo al lado de Igor. Uf, esa mujercita está espectacular nuevamente, arrebatadoramente sexy vistiendo una camisa blanca muy ceñida y no parece llevar sujetador, porque se intuyen puntiagudos sus pezones entreveladamente con su cazadora de cuero ligeramente abierta. Creo que, si no fuera por el botón que tiene agarrado en el centro de esa camisa, sus dos monumentales tetas se saldrían por el escote. Luego lleva una mini falda negra, que le queda a mitad de los muslos, aunque sentada, algo más subida, dejando a la vista sus preciosas piernas, embutidas en unas medias negras y unas botas del mismo color, justo por debajo de la rodilla con tacón fino de unos 12 cm.
En ese momento Igor nos ve acercarnos y le hace una señal a su mujer que se gire y al hacerlo vuelve a mostrar sus labios rojos y su encantadora e hipnotizante sonrisa.
Dejo la maleta en el suelo y sin cortarme un pelo, aunque esté mi cuñado presente, agarro a esa preciosidad por el talle y bajo mi mano hasta dejarla muy cerca de su culo para plantarla dos besos, bastante cerca de sus labios y de paso piropearla.
- ¡Guau Marel, estas espectacular!
- Gracias, cuñado. - responde ella mirándome con esos ojos llenos de lujuria.
- Sí que estás bellísima, hermanita. - añade Mar y le da, como yo, otros dos besos.
Tanto mi esposa como yo, parecemos ignorar a Igor, pero sabe perfectamente que sigue habiendo bastante tensión entre nosotros y él, por lo que prefiere no hablar. Al fin y al cabo, debería estarme más que agradecido por haberle regalado semejante viaje de aniversario, aunque lo que no sabe, es que lo disfrutaré yo más que él.
- Yo creo que va demasiado ceñida. - añade él refiriéndose al atuendo de su mujer.
- ¿Qué dices? - añade Mar – No tienes ni idea. Está preciosa.
- Gracias. Tú también estas muy guapa, hermana. - dice Marel.
- Que va, si me he puesto lo primero que he sacado del armario. - comenta esta, subiéndose a otro taburete junto a ella. Ambas están arrebatadoramente sexys.
Entonces intervengo yo.
- Bueno yo creo que las dos estáis impresionantes, a cada cual más buenorra, ¿A que sí? - añado agarrándome a la cintura de ambas dirigiéndome a Igor que las mira de arriba abajo.
- Eh... si claro. - dice él secamente.
- ¿Qué te pasa macho? ¿Solo se te ocurre eso, teniendo delante a estos dos bellezones? - le suelto descarado metiéndome pegado entre las dos hermanas y pasando mi mano por sus respectivas caderas, viendo su reacción tan fría, pero es que en el fondo Mar tiene razón cuando dice que este tío parece que siempre tiene un palo metido en el culo.
- No, es que me pongo nervioso cuando voy en avión. - suelta el tonto de mi cuñado.
- Sí, se pone muy nervioso. - añade Marel riendo.
- Joder, es que no me acostumbro. - comenta el otro enfurruñado.
De siempre he sabido que mi cuñado ha sido muy miedoso a la hora de coger un avión, por lo que tal y como tenía pensado, le comento.
- No te preocupes, Igor, pídete un café y tómate dos de estas – le digo plantando en su mano dos pastillas.
- ¿Qué es esto?
- Algo que te va a dejar frito y así no te enteras de nada.
- ¿Seguro?
Igor se queda mirando a su mujer con su mano abierta con las dos pastillas y ella tras mirarme un segundo y suspirar, vuelve a dirigirse a su marido.
- Hazle caso a Aritz, que está más acostumbrado que tú a volar... tómatelas anda. - le ordena Marel.
Pedimos los cafés, para todos y al final nos sentamos en una mesa para cuatro que acaba de quedarse libre. Observo como mi cuñado se toma las dos pastillas, que sin duda le harán efecto en menos de una hora. Y en ese instante llaman a Mar al móvil.
- ¡Joder que pesados son los del trabajo! - dice y se levanta para atender la llamada lejos del bullicio de la cafetería.
Mientras la veo alejarse le voy comentando a Marel los planes de trabajo en Tokio y ella atiende muy profesionalmente a mis explicaciones, pero al mismo tiempo, mirándome fijamente, de esa forma en que me parece que lleva implícita toda la pasión. Viendo que su marido parece muy concentrado con su móvil, me quito el zapato derecho y dirijo mi pie, hacía las piernas de mi cuñada, que está justo enfrente de mí, llegando a palpar en primer lugar sus botas y asciendo con mi pie hasta llegar a sus rodillas, momento que ella aprovecha para abrirlas ligeramente, facilitándome el acceso. Enseguida mi pie se cuela entre sus muslos y noto la tersura de sus medias hasta alcanzar su entrepierna. Allí me detengo un momento, asegurándome de que su marido sigue sin estar atento y comienzo el jugueteo de mis dedos en su coño por encima de la tela de sus braguitas. Veo que a ella le está gustando a tenor de cómo cierra los ojos y cómo se muerde su labio inferior, pero el sonido por los altavoces con el aviso de nuestro vuelo, hace que detenga mi incursión entre las piernas de mi cuñada, calzándome de nuevo y nos dirigimos al embarque en la puerta 44, tal y como están avisando.
Justo en el control de seguridad, nos despedimos de mi mujer, primero lo hace mi cuñado con un frío “hasta luego” con la mano y después, tras el levantamiento de cejas de mi mujer ante ese desplante de su cuñado, las dos hermanas se dan un intenso abrazo y para finalizar Mar se vuelve hacia mí, agarrándome del cuello con las dos manos y fundiéndonos con un beso espectacular a la vez que le agarro del culo. Al vernos tan apasionados Marel dice:
- Venga Mar, guapa, suelta a tu chico que si no vamos a perder el avión.
- ¡Serás perra! - responde Mar riendo, pero sin soltar mi cuello.
Cuando Marel e Igor desaparecen por puerta de control, mi mujer me mira fijamente, para decirme.
- Te quiero mucho... ¿lo sabes?
- Claro que sí, lo mismo que yo a ti. - respondo dándole otro piquito.
- Además, quiero darte las gracias por todo lo que estás haciendo por mi hermana.
- Lo hago con mucho gusto. - respondo con todo el sentido de la frase.
- Lo sé, pero además de darle trabajo, lo has hecho en un puesto de responsabilidad, luego te la llevas a este viaje tan importante, aun teniendo que cargar con el imbécil ese... la estás haciendo tan feliz a ella como a mí.
- Pues felices los tres. - añado refiriéndome a mí.
- Sí, por cierto, tienes que procurar que no sea tan feliz el gilipollas de nuestro cuñado, ya sabes, llévatela con esos japoneses y que venga bien follada, se lo merece, lo mismo que los enormes cuernazos que se merece su marido.
- Te lo prometo, cari, en Japón no le faltará de nada, hay muchos orientales a los que les vuelven locos las europeas, aunque casi todos con la picha pequeña. - le digo señalando con mi dedo índice y pulgar un tamaño diminuto.
- ¡Jajaja, qué bobo eres! Es verdad... De todos modos, ya se te ocurrirá algo, con algún modelo, y si no siempre estás tú... - me suelta con su gran sonrisa.
Al oír esas palabras pongo gesto de asombro, al tiempo que noto un espasmo de mi polla y cuando voy a decir algo, ella me empuja, sin dejarme rebatir.
- Venga que pierdes el avión. Date prisa. Y no te olvides de contármelo todo, ¿eh? - añade con su gran sonrisa.
Cojo la maleta y después de pasar la puerta de control la oigo gritar.
- ¡Cari buen viaje! - A la vez que me lanza un beso que yo le devuelvo.
Cuando la perdemos de vista, nos encaminamos los tres hacia el túnel del “finger” que nos mete en el avión junto al resto de pasajeros, pero sostengo la muñeca de mi cuñada, para que reduzca la marcha y quedar los dos rezagados. Entonces digo en alto, para disimular:
- Marel, creo que se abierto mi maleta, ¿puedes ayudarme? - añado agachándome y abriéndola ligeramente con toda la intención fingiendo no poder cerrarla yo solo.
- Si dime, ¿qué hago? - pregunta ella volviéndose sin entender, haciendo sonar en ese lugar el retumbar de sus tacones por el suelo.
- ¿Qué ocurre? - Dice mi cuñado desde la distancia, entre el resto del pasaje.
- Nada, tranquilo Igor, un problemilla con la maleta. Tú tira para adelante a buscar nuestros asientos y ahora nos vemos. - añado gritando.
Al comprobar que mi cuñado no se entera de mi jugada y al verle avanzar con el resto de la gente, agarro de nuevo a Marel por la muñeca hasta ponerla contra la pared, mirándola fijamente a los ojos, excitado con ese sonido de sus tacones retumbando en esos pasitos cortos y la dejo allí apoyada. ¡Estoy excitadísimo!
- ¿Qué pasa Aritz? - me pregunta sorprendida.
- Shhhhhh... - le digo mientras con mi dedo índice le tapo ligeramente la boca.
Miro a mi alrededor por si hay alguna cámara cerca que nos esté vigilando y después hacia delante, pero todo el mundo está de espaldas y no se entera. Saco el lush “Flamingo” de mi bolsillo, lo chupo un par de veces, para después hurgar bajo la falda de mi cuñada, separar un poco sus piernas a la vez que retiro ligeramente a un costado su tanga y le meto el juguetito de sopetón en su coño.
- ¡Ufff! - dice ella en una especie de quejido al notarlo de repente.
Veo en los ojos de Marel una expresión de dolor que se va convirtiendo a continuación en intenso placer, al sentir ese objeto adaptándose a las paredes de su chochito. Miro al fondo y me aseguro de que nadie ha podido escucharla ni ver ningún movimiento extraño. Luego, tras acariciar disimuladamente su pecho, la digo al oído:
- Cielo, ¿te gusta?
- ¡Uf, Aritz, sí! - responde ella en un largo suspiro.
- Ese lush que te he colocado en tu coño está conectado a mi móvil, y lo haré vibrar cuando menos te lo esperes. Vas a chorrear de placer todo el viaje.
- Mmm... ya lo noto, cabrón, aunque no me hayas dado ninguna descarga todavía, aunque, si te soy sincera, me gustaría tener tu trozo de carne entre mis piernas. - añade sonriente agarrando el bulto que ha crecido bajo mi pantalón.
- Lo tendrás pronto, cuñadita. Te lo prometo. - la digo, al tiempo que agarro con fuerza del culo.
- Mmm... eso espero. - vuelve a suspirar, regalándome un tierno piquito.
- Pues que empiece el espectáculo. – añado y dándole la mano nos adentramos por el interior del finger.
Nos acercamos a la puerta, en donde una azafata japonesa nos da la bienvenida con su habitual reverencia oriental.
- ¡Konnichiwa! - digo, aunque es lo único que se decir en japonés.
- Hola. - Me responde la oriental sonriendo.
Dentro del pasillo, veo que mi cuñado está discutiendo con la otra azafata, que parece española por sus rasgos, con un pelo rubio y unos grandes ojos verdes. Parece que está furioso con ella sobre el pequeño espacio que hay para meter su equipaje de mano.
- Cariño, por favor, no montes el numerito – le recrimina Marel a su esposo.
- Discúlpele, es la medicación. - digo sonriente a la azafata, que me devuelve la sonrisa al verme encogerme de hombros.
- No se preocupe. - responde ella amablemente intentando borrar de su mente ese momento incómodo con Igor.
- Por cierto, ¿nos conocemos? Creo que hemos coincidido en algún vuelo. - la digo mirando a sus grandes ojos verdes, aunque en realidad es la primera vez que la veo.
- Disculpe caballero... que no lo recuerde.
- Yo, sí, no puedo olvidar, esos ojos y lo bien que luce usted ese uniforme. - añado piropeándola
- Uy, Gracias caballero - responde halagada.
- A ti, Emma – digo leyendo su nombre en el pequeño letrerito que lleva sobre su pecho y ella vuelve a sonreír agradecido para seguir atendiendo a otros pasajeros.
Tenemos asignados tres asientos contiguos y mi cuñado sin pensar en nadie, como es habitual, elige la ventanilla, Marel se pone en medio y yo a su lado, junto al pasillo. En cuanto ella se sienta y se quita la cazadora de cuero, su blusa muestra esos turgentes pechos que parecen querer salirse. Es increíble que su marido no le de caña a ese pibón que es mi cuñada. Ella me mira y ve mis ojos clavados en su escote y en la transparencia tenue que deja entrever esa camisa y que me confirma que no lleva nada debajo.
- ¿No llevas el sujetador que me enviaste en la foto? - le pregunto al oído mientras el marido se pelea con el cinturón de seguridad.
- No, me lo he quitado para que tengas buena vista... ya veo que te gusta. - añade ella en un movimiento hacia los lados, que provoca un movimiento asombrosamente bello de sus tetas y sonríe al ver mi cara obnubilada.
Tras las instrucciones de salvamento por parte de la azafata Emma, a la que yo sonrío varias veces en sus explicaciones, despegamos sin ningún incidente. Elegimos una película para cada uno de nuestros monitores para entretenernos durante el largo vuelo y al cabo de unos minutos el comandante nos da la bienvenida y nos dice que ya podemos usar los dispositivos electrónicos, por lo que activo el móvil empezando a darle las primeras pequeñas descargas de baja intensidad al lush que lleva insertado Marel en su coño.
- ¡Ah! - suelta ella en un suspiro al notarlo, mientras yo sonrío mirando a otro lado.
Noto como sus piernas se juntan en ese momento, seguramente presa de un placer intenso en su coño.
- ¿Qué te pasa? - pregunta Igor, al verla tan aturdida.
- Nada cariño, un susto con la película que estoy viendo. - añade Marel, muy resuelta, disimulando.
Yo también disimulo, dando alguna nueva descarga entre las piernas de mi cuñada, al tiempo que me pongo a wasapear con mi socio o con mi esposa. Al cabo de media hora, veo que Igor está dando cabezadas y es señal de que las pastillas que le he dado están haciendo su efecto y que le dejarán grogui en cualquier momento.
De pronto, la señora que está sentada delante, baja ligeramente su asiento, chocando contra mis manos y el móvil se escapa de entre mis dedos, pero al intentar recogerlo, lo hago pulsando sin querer una de las descargas al máximo de potencia, por lo que Marel se tensa y echa su cabeza hacia atrás al sentir ese gusto en su chochito.
- ¡Ah, uf, joder! - dice ella en un largo suspiro sacando su pecho.
Ese movimiento y su gemido, hace despertar por un momento a su marido.
- ¿Estás bien? - vuelve a preguntarla.
- Sí, sí, otro susto de la peli... - añade ella, mientras se intenta recomponer de esa descarga.
Igor vuelve a cerrar los ojos y en eso, ella se gira hacia mí para decirme en un susurro:
- Eres un cabrón, como me tienes de mojada, estoy chorreando. - dice agarrándose a mi brazo.
- Eso me encanta, preciosa. - le susurro yo.
Asomo mi cabeza y viendo que su marido está medio dormido, le meto el dedo índice en la boca a mi preciosa cuñada, como si fuera mi polla y ella, siguiéndome el juego, le da dos lamidas a la punta y luego se mete completamente el dedo entre sus labios simulando una mamada y tras eso ambos nos sonreímos.
Ella se coloca de nuevo los auriculares para seguir viendo la peli y entonces vuelvo a darle una nueva descarga, no tan fuerte como la anterior, pero lo suficiente para hacerla tensarse, juntar de nuevo sus piernas y dar pequeños golpes en el suelo con sus tacones, en esa nueva vibración que invade su sexo.
- ¡Cabrón! – me dice en voz baja, mirándome fijamente.
Me río por dentro a la vez que pulso de nuevo el botón de la aplicación, sin tiempo a que se relaje, dándole otra nueva descarga intensa, consiguiendo que ella vuelva a lanzar un largo gemido que en esta ocasión hace que llame la atención de la azafata oriental que se nos acerca.
- ¿Está bien, señorita? - le pregunta a Marel.
- Si, lo que pasa que es soy miedosa viendo películas de terror. - comenta mi cuñada disimulando.
- Si quiere puede elegir entre otras secciones que dispone nuestro catálogo.
- No se preocupe, muchas gracias es que mi marido le gustan este tipo de películas. - añade señalando a Igor que está prácticamente dormido ante la cara de incomprensión de la azafata.
- Bien si necesita cualquier cosa solo con pulsar el botón, vendré. - le comenta la auxiliar.
- Muchas gracias.
Imaginarme la cara de la azafata viendo la expresión de Marel cuando le he dado esa descarga ha tenido que ser todo un poema y todavía más el mosqueo que se ha llevado con la explicación porque no ha parecido muy convencida en cuanto se ha ido.
Igor sigue dando cabezadas y yo acaricio la rodilla de Marel y bajo por su muslo, cada vez más cerca de su entrepierna. Ella mira a su marido y ve que no se entera, por lo que me sonríe, ante mi atrevimiento.
- ¿Cómo estás, preciosa? - le pregunto.
- Cachonda perdida. Estoy chorreando. - responde con la voz temblorosa.
- Chorreando como una perra ¿no? Eso es que necesitas algo duro entre tus piernas eh. - la digo al tiempo que meto mi mano ligeramente entre sus muslos.
Marel no dice nada, sino que se limita a sonreírme y me acaricia mi muslo al mismo tiempo.
- ¿Quieres que te folle? - la pregunto en un nuevo susurro.
- Sabes que sí, Aritz. Nada me gustaría más en este momento.
- Pues estate atenta al móvil, porque voy a follarte en breve. - la indico acariciando esta vez el contorno de sus labios.
- ¿Cómo?, ¿Aquí? - pregunta ella abriendo los ojos como platos.
Entonces me levanto y camino a la parte posterior del avión en donde se encuentran las azafatas preparando las bebidas para el pasaje.
- ¿Desea algo caballero? - me pregunta la preciosa azafata rubia de ojos verdes.
- Pues sí, Emma.… tenemos un problema con mi compañera de asiento. - le indico con la mano la dirección a donde está sentada Marel.
- ¿Se encuentra bien su amiga? - interviene la azafata oriental.
- Bueno, sí y no... Creo que voy a necesitar su ayuda.
Las dos chicas se miran entre ellas con los ojos muy abiertos sin comprenderme.
- Le voy a ser honesto, señorita... Katsumi - digo leyendo su nombre en el cartelito que luce la japonesa sobre su pecho - esos gestos que ha notado en su cara, y esos pequeños grititos que ha dado mi compañera, no es porque fuera por la película que estaba viendo.
- ¿Entonces? - pregunta ella frunciendo el ceño.
- Pues es porque mi compañera tiene un vibrador incrustado en su vagina, ya que lo está probando por orden mía.
- ¿Un vibrador?, ¿Cómo?, ¿Por orden suya? - pregunta Emma esta vez intrigada.
- Sí, verán, soy el director de una compañía internacional de juguetes eróticos y voy a Tokio para promocionar mis productos en una importante compañía y de paso, probarlo en las alturas y en todo tipo de escenarios comprobando su eficacia, si responden bien y todo eso...
Las dos chicas se vuelven a mirar entre ellas totalmente sorprendidas y es Katsumi la que habla:
- Por lo que he visto, ha funcionado muy bien.
- ¿Por lo que has visto? - le pregunta su compañera.
- Si, esa mujer estaba gozando...como...
- ¡Como una perra! - sentencio yo terminando la frase.
- ¿En serio? - pregunta Emma con sus ojos verdes muy abiertos.
- Si, su compañera tiene razón, por eso quisiera pedirles un pequeño favor. - añado yo.
- ¿No será lo que pienso? - responde la rubia, aunque no sé si lo dice ruborizándose o porque se pone realmente cachonda con la idea de que cualquiera de ellas pruebe el lush.
- No, no, no es eso. Tenemos que extraer el aparato y hacer comprobaciones, verificar los datos y así, les mando los resultados vía email y mis socios.
Juraría por sus caras, que parecen desilusionadas, pues creo que les apetecía probar el juguete en este viaje tan largo y aburrido.
- ¿Y qué necesita exactamente? - pregunta la japonesa.
- Si pudiera dejarnos el baño de ustedes para que nadie nos moleste, sería de gran ayuda.
- ¿Nuestro baño? ¿Y cuánto tiempo sería? - pregunta.
- Pues, ¿30 minutos?
- No. Eso es mucho. Para extraer información no creo que necesite tanto.
- Son muchos datos, ¿Qué tal veinte?
- Vale, pero sean discretos, no podemos ceder ese baño al pasaje, es solamente para la tripulación. 20 minutos nada más ¿De acuerdo?
- Gracias, muy amable.
En eso, Emma, la otra azafata, dice sonriente.
- Bueno, al menos nos podría regalar alguno de esos vibradores o cualquier juguetito.
- ¡Pero, Emma! - le recrimina la otra.
- Por supuesto señoritas, será un placer, no hay ningún problema. Con estos dos códigos pueden elegir los productos que deseen en nuestra web. - las comento entregándoles a cada una, la tarjeta de regalo con un código.
- ¿Cualquier cosa? ¿Un satisfayer por ejemplo? - pregunta Emma algo colorada.
- Por supuesto, lo que ustedes quieran. - añado.
- 20 minutos. - me recalca de nuevo la azafata nipona indicando con un gesto su reloj.
Una vez dentro del baño, le envío a Marel un wasap escribiéndole lo siguiente:
- “Preciosa estoy en el baño de las azafatas, aquí atrás. Te espero. No tardes”
Coloco después mi móvil apoyado en la parte alta de ese pequeño WC, para que pueda grabar toda la escena que se produzca dentro, pues me produce un morbo tremendo y apenas un minuto después oigo como llaman a la puerta y veo al abrir a mi preciosa cuñada y sus tetas bamboleantes bajo la blusa.
Continuará...
Raúl & Sylke