El secreto de mi cuñada (Capítulo 15)

Ni a Marel ni a mi parece importarnos estar en medio de la calle de camino al estadio y rodeados de gente para dejarnos llevar por la pasión.

CAPÍTULO 15

No me puedo creer que mi cuñada me esté pajeando en medio de ese atasco de camino a San Mamés, ya que cualquiera podría vernos, pero creo, aun así, a ninguno de los dos nos detiene nada en ese preciso instante.

-        ¡Qué maravilla! - dice acariciándola pajeándome suavemente, combinando su mirada entre esa tensión de mi polla y mis ojos.

-        ¿Es cómo la de Ander? - le pregunto sonriente.

-        ¿Bromeas, Aritz? Tu pollón sí que es único... y precioso. - añade relamiéndose con la vista fija en mi capullo mientras ella me pajea lentamente.

-        Me encanta tu mano meciéndome, pero sigue contándome, preciosa. - la animo.

-        Pues tras mirar con dudas a Ander, yo tampoco estaba convencida de que te hubiese avisado, el caso es que estaba muy cachonda con la sesión y agarré esa polla tiesa para empezar a menearla y sentir su dureza.

-        ¿Cómo estás haciendo ahora con la mía?

-        ¡Exacto! Ander suspiró y las primeras gotitas salieron de su punta, que me llevé a la boca para degustarlas, algo que encantó a tu socio, por lo que me agarró la cabeza y me empujó para que me la comiera.

-        Tenías al pobre Ander al límite.

-        Sí, además le dije que no podía ser, pero él me insistía en que le diera al menos una chupadita, pero yo en el fondo, quería hacerle rabiar un poco, me ponía muy caliente verle tan salido.

-        Le torturaste de lo lindo. - añado mientras disfruto de esos finos dedos que siguen meciendo mi polla suavemente.

-        La verdad es que sí, pero entonces él debía tener un as bajo la manga, porque de pronto me dijo que tenía algo para mí, que me iba a gustar y que podría utilizar en la sesión especial de la fiesta veneciana. Para mi sorpresa salió del coche con la polla tiesa asomando por su bragueta.

-        Jajaja, sí que estaba desbocado...

-        Abrió el maletero y volvió con una caja, diciéndome “Esto es para ti, Marel”.

-        Ander, siempre tan detallista. ¿Y qué era?

-        Pues cuando abrí la caja me encontré con unos zapatos rojos de plataforma con un tacón de unos quince centímetros. Me quedé de piedra, pero eran preciosos, brillaban muchísimo y tenían una fila de perlitas que les hacía brillar aún más.

-        Bueno, creo que Ander tiene buen gusto, aunque ahora que lo dices, en esta ocasión, él mismo me pidió opinión sobre esos zapatos, que ya me imagino cuales son, los sacó de nuestra tienda y le comenté que te quedarían muy bien.

-        Pues volví a creérmelo, ya sabes que soy un poco inocente a veces, pero le abracé dándole las gracias por ese regalo y yo le comenté que me encantaban, entonces me animó a probármelos, me saqué los míos y él me ayudó a calzarme esos altísimos tacones, aprovechando para acariciar mi pantorrilla por encima de mis pantys y subiendo más de la cuenta, colándola entre mis muslos.

-        ¡Joder, qué bueno! - digo yo imaginando la escena y mi polla da un respingo, algo que sorprende a Marel y sonríe al ver que a mí no solo no me importa, sino que disfruto de ese relato.

-        Bueno, cuando quise darme cuenta, me había sacado el vestido y estaba con mi sostén, mi tanga y los pantys, además de los tacones, claro. Acabamos en el asiento de atrás y en poco tiempo, él se había quitado los pantalones y solo se dejó la camisa, su polla salió a relucir hermosa y yo estaba tan cachonda que cuando quise darme cuenta, estaba arrodilladla sobre el asiento y comiéndole esa verga juguetona, mientras él miraba por la ventanilla por si alguien nos podría ver... Yo oía voces y gente pasar, pero eso le daba todavía más morbo a ese momento.

-        ¡Joder...! y ¿Te gustó chupar esa polla?

-        Pues no digo que no, además, ya no estaba actuando como hacía en el set... en ese momento me estaba comiendo esa polla porque me apetecía mucho hacerlo, estaba realmente cachonda. Desde luego no tiene nada que hacer con la tuya, pero también es grande, por eso que no me costó nada tragármela entera, como cuando te la chupo a ti.

-        ¿A ver cómo era eso? - la digo.

En ese instante, Marel se arrodilla sobre el asiento de copiloto, vuelve a mirar a su alrededor, pero la gente sigue festejando ese importante partido que va a disputar mi Athletic y no ve nada más, solo se oyen petardos, bocinas y alirones... por lo que la boquita de mi cuñada atrapa mi polla y lentamente esos labios van bajando y bajando hasta que tocan los pelitos de mi pubis. Entonces agarro su cabeza y hago un movimiento de mi pelvis, para notarla todavía más adentro y ella sale a respirar, sacando una gran telaraña de babas tras ella.

-        Uf, joder, qué gorda... no me he comido nada igual. - dice ella respirando agitadamente con ese hilo brillante colgando de su barbilla.

-        No me extraña que Ander estuviese loco, si se la chupaste así.

-        Pues sí, no se lo creía, cuando volví a tragármela. - comenta

En ese momento Marel vuelve a hacer lo mismo con la mía, para comérsela por entero y yo repito la operación, sujetándola durante varios segundos de la nuca para sentir como se adapta en su estrecha garganta. Y cuando suelto esa trampa, vuelve a sacar mi polla más tiesa que nunca, brillante por sus babas, que vuelven a colgar, formando unas cortinas interminables que yo recojo con mis dedos y las voy metiendo en su boca y ella traga sin dejar de pajearme.

-        ¡Joder, nena, eres única tragando!, ¡Nadie se ha comido mi polla como tú!

Marel se limita a sonreírme y encoge sus hombros como una niña traviesa.

-        Bueno, ¿y qué más pasó? - le pregunto acariciando su teta por encima de la camiseta rojiblanca de mi equipo.

-        Pues quería follarme, pero estaba tan loco, que no quería esperar a que me bajara los pantys, quería follarme con los tacones puestos y cuando quise darme cuenta me rasgó esos pantys, tirando fuertemente hasta dejar un agujero en la parte de mi entrepierna. Retiró mi tanga a un costado y poniéndose sobre mí, me la clavó hasta el fondo, de forma enérgica, entrándome hasta adentro y arrancándome más de un gemido. Me empezó a follar con fuerza, mientras acariciaba mis muslos, todas mis piernas e incluso mis tacones que bailaban a cada acometida que daba su pelvis contra la mía, clavándomela con todas las ganas, como si me quisiera atravesar...

-        ¡Joder! - digo yo, sintiendo como su mano derecha sigue acariciando mi polla y su izquierda arañando mis huevos.

-        De pronto, Ander me dijo que quería probar mi culito.

-        ¿Tu culito?

En ese momento ella deja de chupármela por un rato para mirarme fijamente a los ojos esperando mi reacción. Y luego continúa contando:

-        Sí, estaba desesperado... me repetía que alguien le había dicho que era especial, como el de mi hermana o incluso mejor y claro él que conoce el culo de Mar estaba loco por cumplir esa fantasía conmigo.

-        Joder, cariño, no me extraña y creo saber quién es ese que le dio esa información... - digo irónicamente.

-        Pues me debiste poner por las nubes, porque estaba loco por sacarla de mi coño y cambiar al otro agujero, pero yo le dije que no, una y otra vez, hasta que me subí encima y seguí cabalgándole agarrada a su cuello y sintiendo como se expandía mi coño sintiendo su polla dentro de mí.

-        Follando así, eres única, mi niña... - la digo acariciando la suave piel de su rostro.

-        Le gustó mucho y entonces me dijo que al menos me dejase follarme por detrás, que así al menos podía ver ese agujerito tan prohibido, que tal y como le indiqué, solo una persona puede atravesar.

-        Creo que también sé quién es – digo sonriente y ella me planta un beso apasionado.

-        Entonces me puse a cuatro patas, advirtiéndole que no podía, bajo ningún concepto, meterme la polla en el culo y cumplió su palabra como un caballero y me folló a lo perrito, metiendo un dedo en mi ano y jugando con él... mientras su polla seguía penetrando mi coño. Me encantaba sentir ambas cosas, por un lado, ese miembro duro clavándose en mi matriz y ese dedo pulgar jugando en mi ano.

-        ¡Uf, nena!

-        No niego que, por no ser nuestra promesa, le hubiera dejado penetrarme por ahí, porque sus dedos hacían maravillas en mi agujerito posterior. Entonces me corrí, sintiendo ese dedo entrar y salir acompasado por su polla taladrando mi coño y oyéndose los chasquidos de su pelvis contra mi trasero. Aritz, tu socio hizo que me corriera, mientras sus dedos pellizcaban mis pezones.

-        A Ander le vuelven loco los culos y tener ese vetado debía ser muy fuerte. Por un lado me arrepiento de habértelo condicionado, porque Ander es más que un amigo y no me habría importado...

-        ¿En serio no te habría importado?

-        Claro que no…

-        Pues, espera, espera... porque mientras yo estaba todavía en medio de un intenso orgasmo, me dijo al oído que, si no podía meter la polla, podría al menos meter otra cosa. Yo no sabía a qué se refería, pero de pronto me sacó un zapato y me metió de golpe el tacón hasta el fondo de mi ano, haciendo que soltase un ¡Jodeeeeerrrrrr!

-        ¡Guau, nena que bestia! - digo sintiendo espasmos en mi polla imaginando esa escena.

Marel acelera el ritmo de su paja sobre mi verga y se la traga un par de veces, para sacar su cabecita, mirarme con sus ojos brillantes y seguir contándome.

-        En ese momento perdí la noción del tiempo y Ander se corrió dentro de mi coño, sin dejar de follarme el culo con ese tacón, saliendo de mi garganta gritos, bufidos y creo que aullidos.

Marel vuelve a tragarse por entero mi polla que se tensa dentro de su garganta, sin poder aguantar más tiempo, tanto por la maravilla de su mamada como por ese relato y me corro soltando chorros de leche que ella traga sin rechistar y cuando deja mi polla libre se limpia el reverso de su mano, como si se hubiese comido el manjar más exquisito.

-        ¡Humm, qué delicia, me encanta tu leche, cuñado! - dice cuando parece que por fin podemos movernos entre el tráfico.

Al rato, consigo aparcar a pocas manzanas del estadio y salimos del coche, empezando a ser rodeados por muchos aficionados, a los que no se les pasa por alto el cuerpo de Marel. No es para menos. Me siento orgulloso agarrado a su estrecha cintura.

-        Todos me miran. - comenta ella.

-        Normal, estás buenísima.

-        ¿Con estas pintas? Si me está todo súper pequeño y parece que voy a reventar la camiseta.

-        ¿No me digas que te da vergüenza que te miren las tetas, vestida?

-        Un poco sí...

-        Joder, pues mañana te van a ver como Dios te trajo al mundo un montón de gente y no te va a importar. ¿No?

-        Pero es distinto, Aritz, no sé, vamos a estar todos desnudos, pero con máscaras.

-        Venga cielo si te gusta exhibirte y a mi ir a tu lado, es todo un orgullo que te deseen todos.

-        Joder, eres de lo que no hay. - responde.

-        Me encanta que seas el centro de atención.

-        Y encima con estos tacones, podrías haberme traído alguna playera o zapato más plano.

-        Eso sí que no, Marel, sabes que soy un fanático de los tacones. - la suelto y ella me sonríe.

-        Es verdad, todos los tíos sois un poco fetichistas con eso, pero lo tuyo es increíble.

-        Como me conoces... creo que es más que una obsesión.

Y mientras, aficionados rojiblancos pasan a nuestro lado, veo que muchos siguen admirando esas piernas, más largas de lo normal con sus tacones... pero sobre todo con esa camiseta que le queda tan ceñida, marcando sus voluminosos pechos y ella camina con ese meneo de caderas que es el colmo de la lujuria andante.

-        Tienes que reconocerlo... ¡Cómo te gusta exhibirte cuñada! - la digo aferrándome a su cadera y acompañando a ese bombón de camino al estadio mientras ella ríe porque sabe que tengo razón.

Alguna vez, mi mano baja un poco más para acariciar levemente sus posaderas, que sin duda será la envidia de más de uno.  Ya en el estadio nos colocamos en nuestros correspondientes asientos en tribuna. Al sentarse, Marel ofrece una buena porción de sus muslos, cuando cruza las piernas, para deleite de los aficionados de alrededor y también para mí, naturalmente. Entre jugada y jugada, todos se quedan embobados con ella, sobre todo cuando saltamos en un avance importante de nuestro equipo y sus tetas botan como dos flanes bajo su camiseta.

-        ¿Has visto cómo te miran todos? - la digo al oído, acariciando su rodilla.

-        Sí, me estoy poniendo cachondísima.

-        Y yo, cielo. ¿Ves cómo te acaba gustando el fútbol?

-        ¡Qué malo eres!... ¿Me has traído para lucirme o qué?

-        No lo niego, pero sobre todo para estar a tu lado, es como un sueño tenerte cerca, no te digo nada estar dentro de ti. - añado tocando su rodilla y alargando la caricia hasta el comienzo de su falda.

-        ¡Uf, Aritz, si no fueras el marido de mi hermana, me divorciaba mañana mismo para casarme contigo!  - añade entusiasmada por mis palabras.

A pesar de todo, ella acaba reconociendo que lo del futbol no está tan mal como ella pensaba, pues está disfrutando mucho, primero por ser el centro de atención, pero, además, está disfrutando del partido y eso que en principio no parecía ilusionada, pero tiene que admitir que nada más entrar en San Mamés, con esos cánticos, los aplausos y los gritos cada vez que nuestro Athletic trenza montones de jugadas en ese partido clave, todo tiene un color diferente, aunque no te guste el futbol.

En alguna ocasión grito protestando o insultando al árbitro por algún fuera de juego injusto o porque no nos ha pitado un penalti a favor y Marel se queda algo sorprendida, al principio, viendo que todo el mundo lo hace, pero cuando coge marcha, es ella misma la que se anima a gritar algún improperio, que sirve sobre todo para soltar adrenalina a tope.

En una jugada ensayada nuestro equipo marca el primer gol, que es celebrado por todos con una gran algarabía, incluso Marel, ya no se siente cohibida en mostrar sus piernas, o sus tetas bailando seguramente a más de uno de las filas inferiores, sus braguitas. A ella no parece importarle y su vena exhibicionista la invita a mostrarse cada vez más desinhibida.

-        Cuñado, estoy cachonda con todo esto. - me dice agarrada a mi brazo y acariciándome el muslo muy cerca de mi entrepierna.

-        Ya te dije que te iba a gustar. - añado.

-        Pero lo que necesito ahora es tu polla dentro de mí.

-        Cielo, ¿no vas a poder esperar a que acabe el partido?

-        No, estoy empapada. Por favor, Aritz... necesito follar ya.

Sus palabras consiguen que se me ponga dura y aprovechando que el partido está a favor, no me puedo resistir a follarme a esa preciosidad de nuevo.  No me suelo perder un partido de mi Athletic por nada del mundo, sobre todo cuando es tan importante como este, pero mi cuñada es mucho más importante y el hecho de poder follármela ahora mismo, resulta demasiado tentador, como para no aprovechar la oportunidad, ya que eso es todavía más cachondo y morboso, con el marcador a favor y con todo el público entretenido.

-        Cariño, vamos al baño y ¿celebramos el gol a nuestra manera?

Marel sonríe, mojándose con la lengua sus preciosos labios carnosos.

-        ¡Si, joder, no puedo más! - Suelta ella en un suspiro junto a mi oreja, mientras me chupa y muerde mi lóbulo.

Nos ponemos de pie y abriéndonos paso entre el público del estadio salimos a los pasillos interiores que lógicamente están desiertos y bajo el sonido maravilloso de sus tacones en el pavimento, nos dirigimos al baño de caballeros más cercano y sin tan siquiera meternos en uno de los cubículos, con el riesgo de ser pillados, Marel está tan caliente que se pone de cuclillas sobre tus tacones, me baja la bragueta del pantalón y sacando mi polla empieza a lamerla de arriba abajo, admirando su dureza y desarmándome con su mirada. Esos labios rojos dan un chupón a mi glande que brilla hinchado al tiempo que sus dedos tan finos y delicados que tiene acarician mis huevos. Acto seguido veo como empieza a darme besitos por todo mi tronco sin dejar de mirarme.

-        Esta cosa me vuelve loca. - dice agarrando firmemente mi polla que está a tope con sus venas marcadas.

-        Ya veo que no podías más, ¿eh, preciosa?

-        Tu tampoco. - añade ella agarrando mi polla con sus dos manos y apretándolas, lo que hace que se tense aún más.

De pronto abre sus carnosos labios para tragarse por completo mi verga hasta hacerla desaparecer, pudiendo notar su aliento saliendo de su nariz justo sobre los pelos de mi pubis. Marel es la única haciendo una buena garganta profunda, consiguiéndolo con pasmosa facilidad, pegando su nariz contra mi abdomen y haciéndolo repetidas veces, logrando que todo mi cuerpo tiemble. Mientras, aprovecho para subirle la camiseta y después sacarle las tetas fuera del sostén para sobarlas a placer, sin que ella deje de mamármela incesantemente. Acaricio y pellizco sus erguidos y puntiagudos pezones, consiguiendo que ella se encienda todavía más.

-        Si sigues así, cariño... me voy a correr enseguida y quiero follarte. – comento, dando un nuevo pellizco a esos duros pezones.

En ese momento mi cuñada se pone de pie, me da un piquito y se gira, dándome su espalda. Me mira con su sonrisa resplandeciente y pícara a través del espejo y apoyando sus manos en el lavabo me ofrece su culo en pompa. Mis manos se cuelan bajo su faldita vaquera y acaricio la suave piel de su precioso trasero, para después bajar su tanga hasta dejarlo a la altura de sus rodillas. De nuevo su sonrisa en el espejo indica lo caliente que está y lo mucho que le pone este juego peligroso.

Arremango su falda hasta enrollarla en su cintura y su culo se ve precioso, con esos dos agujeritos ofreciéndose tentadores... No me lo pienso dos veces, agarro mi polla por la base y la oriento a su coño, que brilla y de una fuerte embestida se la clavo con todas las ganas, haciendo que su cuerpo se vaya hacia delante, sosteniéndose a duras penas contra el lavabo.

-        ¡Uf, sí, Aritz! - gime ella cuando la saco y se la vuelvo a meter violentamente hasta lo más profundo de su útero haciendo que todo su cuerpo se tambalee.

Sus gemidos son cada vez más fuertes, mientras noto como las paredes de su coño me atrapan con fuerza, queriendo que no salga de su interior. Mis embestidas son enérgicas y se escucha la fuerza de mis embistes chocando mi pelvis contra esas redondas posaderas que tiemblan en cada impacto. Mientras sigo follándola, meto la mano entres sus muslos y acaricio su clítoris logrando que reciba oleadas de placer que acaban en un orgasmo intenso, mientras veo su cara de placer reflejada en el espejo de ese baño.

En un momento saco mi polla totalmente empapada con sus jugos y ella me mira, por el hecho de haberla sacado tan pronto, pero lo que hago es cambiar de agujerito, para clavarla sin remisión en su culito.

-        ¡Ah, Joder Aritz que bestia! - grita ella al verse invadida sorpresivamente.

-        ¿No te gusta cariño?

-        ¡Ufff, cabrón, duele!, ¡Sabes que aún no lo tengo dilatado! - protesta.

Saco mi polla de ese estrecho agujero y ella parece respirar, porque esa embestida la había cogido por sorpresa, pero no me puedo resistir y vuelvo a repetir la operación para clavársela de nuevo con todas mis ganas, empotrándola contra el lavabo.

-        ¡Ah, uhh, Aritz, joder! - grita ella, mezcla de dolor y placer.

-        Perdóname, cuñada, pero es que veo es culo y me pones tan burraco. No me puedo resistir. La próxima vez, intentaré ser más dulce, te lo prometo - le digo jadeando y metiéndosela sin parar con toda mi energía.

-        ¡Sí, sí, sí! - es su respuesta entre gemidos.

Mientras mi mano izquierda se sujeta a su cadera, con la derecha acariciando su clítoris por delante y me encanta escuchar el sonido de sus gemidos, acompasados el de por mis huevos chocando contra su coño, mientras su esfínter se va adaptando a mi invasión, logando que ella suspire con todas sus ganas. A eso, le sumamos que, con cada embestida, sus tacones suenan cada vez que la dejo caer contra el suelo debido a mis empellones, eso es la culminación a un polvo salvaje, loco y prohibido.

-        ¡Uf, Aritz, Aritz, me corro! - gime ella cuando mi dedo juguetea con su garbancito cada vez más inflamado.

En ese momento, viendo que está a punto de correrse, cambio mi mano de la cadera para sujetarla del pelo tirando de él, hacía mí, notando como mi polla parece incrustarse más todavía en ese estrecho culo y noto como su cuerpo tiembla y la sigo penetrando fuertemente en esa estrechez notando como su inflamado garbancito no deja de soltar una cascada de flujo impregnando mis dedos.

-        ¡Sí, sí, qué gusto, me matas cabronazo! - dice entregada a ese segundo orgasmo con todo su cuerpo dando espasmos.

Dejo que se relaje un poco y aprovecho para meter mis manos bajo su camiseta y acariciar esos dos tersos y suaves pechos que tiene.  Entonces saco de pronto mi polla de su culo y la digo.

-        ¡Gírate, quiero correrme en tus tetas!

Entonces ella se saca la camiseta del todo, se quita el sujetador y se queda solo con su faldita, aunque aún tiene su tanga enrollado en sus tobillos.

-        ¡Vamos, dame tu leche, cuñado, dámela! - me invita al tiempo que tiene agarrada mi polla pajeándola rápidamente.

No puedo aguantar más tiempo y noto como mi tranca se hincha por un momento, para empezar a escupir uno tras otro, como un volcán, abundantes chorros que me ha provocado ese polvo salvaje. El primer impacto cae en su cara, cruzando desde la barbilla hasta su ceja y luego ella misma lo orienta sobre sus tetas, en las que descargo el resto de mi semen mientras emito varios ahogados bufidos y hasta gritos, que se apagan con los del público del graderío, que lógicamente es ajeno a lo que ocurre en ese baño.

La dejo totalmente pringada, tanto en su cara como en sus tetas y ella no deja de sonreírme y parece victoriosa por haberme hecho correrme así.

-          ¡Joder, Marel, eres increíble!

-          ¡Y tú más! - dice acariciando mis huevos, en señal de agradecimiento por haberla duchado de esa manera.

-          Te he puesto perdida.

-          ¡Me encanta! - añade ella alcanzando un río de semen de su labio y degustándolo.

Repentinamente un tipo entra en los baños y se encuentra la escena. Para él debe ser alucinante y realmente lo es. Mi polla todavía dura con un hilo de semen colgando, con los finos dedos de mi cuñada jugando con mis huevos y la cara de ella y buena parte de su torso, impregnada de toda mi leche.

-        ¡Perdón, perdón! - se excusa el hombre, pero mantiene la puerta abierta unos segundos, admirando las preciosas tetas de Marel, que brillan y resplandecen como nunca, con goterones de semen que se escurren por sus curvas.

En cuanto el intruso cierra la puerta, los dos nos reímos a carcajadas, por esa locura y ella recoge cada uno de los ríos que recorren su rostro y degustarlos. Luego hace lo mismo con los que han caído sobre su pecho para metérselos en la boca, sin desperdiciar prácticamente ni una gota.

-        Marel, eres pura dinamita, nena. - comento, ayudándola a recoger entre mis dedos los restos de semen que le he soltado y llevándolos a su boca mientras ella succiona con ahínco.

Una vez limpia, se termina de asear con una toallita húmeda y luego se pega a mí, aun con su pecho desnudo, para besarme y juntar nuestras lenguas, porque sabe, no solo que no me importa notar mi sabor en su boca, sino que me vuelve loco.

-        Aritz, me encanta como me has llenado... Voy a empezar a tener celos de mi hermana... me pones muy cachonda, cabrón. - me dice sin soltar mi polla que lógicamente va perdiendo su vigor.

La sonrío y nos colocamos la ropa antes de que nos saquen de allí esposados y justo cuando nos adentramos al pasillo, vemos que el partido ha terminado. Le pregunto a un tipo que está cantando la victoria y me dice que hemos ganado 3-0, justo lo que quería oír, creo que es lo que hemos celebrado en el baño. Una follada en su boca, otra en su coño y el remate dentro de su culito...

-        Ahora te invito a un buen chuletón o un buen pescado y lo terminamos de celebrar. - la digo.

-          Aritz, mejor vamos a tu casa que estoy muy cansada de todo el día.

-          Lo que diga mi dama - añado dándole un pequeño beso.

-          Gracias... ya sé que te hacía mucha ilusión celebrar la victoria de tu Athletic por 3 a cero.

-          Prefiero celebrar haberte follado tus tres agujeritos, preciosa mía. - la digo apretando su culo.

Una vez dentro del coche nos dirigimos hacía la autovía, pero al haber todavía mucha gente por la ciudad celebrando el pase del Athletic a la final, vamos como las hormiguitas despacio en eso observo a mi cuñada que tiene la cabeza puesta contra la ventanilla, y la pregunto:

-        ¿Estás bien?

-        Si, ¿por?

-        No sé, te noto como distante y pensativa. - Le digo.

-        No es nada, es que es Igor.

-        ¿Te sientes mal por ponerle los cuernos?

-        ¿Contigo?, ¿Qué dices? Se merece eso y mucho más, por cabrón.

-        ¿Qué ha hecho esta vez ese capullo?

-        No, nada, porque también te vas a cabrear...

-        Vamos, mujer, cuéntamelo y así te desahogas.

-        Pues hemos discutido esta mañana otra vez, debido al famoso viaje que hicimos en Tokio recalcándome que el día del aniversario no estuve muy atenta con él y si más pendiente de ti.

-        Bueno en el fondo tiene razón ¿No? - Mientras se lo digo aprovecho para acariciarle su pierna.

-        Aritz, ¿No me digas que le vas a dar la razón a él? - lo dice un poco enfadada.

-        Cariño, ya sabes que él me ha caído siempre mal y más después de cómo me arruinara el negocio que tuvimos a medias, por no hablar de cómo te ha tratado a ti. Lo que no me entra por la cabeza Marel ¿es que haces todavía con Igor? Entiendo que te ponga mucho lo de plantarle unos cuernos, pero es alguien que no te aporta absolutamente nada. Para empezar, lo básico, algo de amor, cariño, respeto, pero además él es todo lo contrario, machista, irrespetuoso y para colmo, poco agraciado. Mucho le debes de querer.

-        Bueno, es una historia muy larga... y tienes razón en todo lo que dices. Igor no es el mismo, pero todo tiene una explicación.

-        Soy todo oídos.

Marel coge aire, me mira silenciosa unos instantes y acaba confesándomelo todo.  Sé que necesita contarlo.

-        Bueno, verás, cuando Igor terminó en vuestro negocio tan mal, ya sabes, casi estuvimos a punto de separarnos, pero no sé por qué, no di ese paso entonces, porque Igor había cambiado y para colmo yo veía que mi hermana y tú erais tan felices, que yo quería imitaros, creyéndome que mi vida era igual.

-        Pero te mentías a ti misma.

-        Y tanto, pero lo peor no fue eso, sino que después de ese negocio en el que te engañó, se gastó toda la pasta e hizo trapicheos extraños, acabó metido en mundos oscuros.

La miro extrañado y ella continúa con su relato.

-        Fue adentrándose en el juego, el alcohol... y empeñándolo todo, primero perdió gran cantidad de dinero, luego nuestro coche y lo peor, apostó nuestra casa.

-        Joder... ¿Qué dices?

-        Al principio fui tonta, porque aun así quise ayudarle, Igor se vino abajo, le dio por beber, acabó hecho una mierda, engordando, descuidándose... y ya sabes como soy, no podía verle así a pesar de todo, incluso buscando un sicólogo para él, pero el dinero no me llegaba por ningún lado.

-        ¿Y por qué no recurriste a nosotros?

-        Lo pensé, pero no quería meteros en más líos, después de vuestro problema en el negocio que teníais. Yo estaba avergonzada. En un momento dado se lo llegué a contar a Mar. Y ella fue la que quiso ayudarme.

-        ¿Y por qué no lo hizo?

-        Porque me negué rotundamente. Incluso le rogué que no te lo contara a ti. No quise que tú tuvieras que hacernos encima ese favor. Sé que lo pasaste muy mal por culpa de mi marido...

-        Pero, cielo, si tú eres mi niña...

-        Ya lo sé, Aritz, pero no quería meterte en más líos por su culpa...

-        ¿Te sentías en la obligación como esposa a ayudarle tú sola?

-        Sí, no... no sé...

-        Ahora me explico todavía menos que tu esfuerzo no solo no sea recompensado por tu marido, sino que todavía te humille y te desprecie continuamente.

-        Eso mismo me decía Mar, que rompiese con él definitivamente y que ella misma me prestaba el dinero, para el divorcio y para pagar todas las deudas.

-        Claro, Marel, eso hubiese sido lo lógico.

-        Lo sé, llegué incluso a discutir con mi hermana sobre ello, pero me negué una y otra vez, era algo que pensaba que teníamos que resolver Igor y yo para apartaros a vosotros de un tema que bastantes problemas os habían traído.

-        Ahora entiendo tus broncas con Mar, pero joder, Marel, yo te hubiese ayudado a ti, sin problemas y seguramente ahora no tendrías que estar con él, ni haber pasado este calvario.

-        Lo sé. Fui una idiota, pero en el fondo era mi marido y pensaba que era mi obligación... Yo lo pasé muy mal y me refugié por las noches chateando con gente que me aportaba algo de cariño.

-        Ese cariño que no tenías en casa...

-        Claro, aquello me hacía evadirme de la realidad, para luego pasar a sexo virtual, ya sabes y muchos me pedían que les mandara fotos y videos cada vez más fuertes.

-        Los primeros comienzos de Mayder.

-        Sí, más o menos, hasta que, chateando una noche, conocí al que es hoy mi cliente VIP desconocido, que me dijo que podría ganar mucha pasta con mi cuerpo, porque siempre me decía frases de admiración y que le gustaría verme follar con otros.

-        ¿Nunca te pidió sexo con él?

-        No y eso que me mandaba cantidades increíbles de dinero por solo mostrarle mi cuerpo desnudo o contarle lo que hacía con otros usuarios. Fue precisamente una sugerencia suya para ponerme el nombre de Mayder y asi empecé, al principio cobrando por mostrarme desnuda pero las deudas de mi marido seguían llegando y tuve que subir de nivel y meterme en el porno webcamer y ahí es cuando todo empezó a funcionar.

Me siento realmente angustiado por ese relato de mi cuñada sabiendo lo mucho que había sufrido con su marido, todo por culpa de él, por mucho que ella quiera ponerse como parte del problema.

-        ¿Se te hizo duro todo aquello?

-        Sí y no, era algo contradictorio, Aritz, por un lado era una tortura y por otro me gustaba cada vez más. Lo mejor de todo es que cubría mis deudas y al mismo tiempo me vengaba en cierto modo de Igor y además disfrutaba como loca con ese sexo virtual, prácticamente cada noche.

-        ¿Igor no se enteraba de nada? - le pregunto.

-        No. Nunca sospechó. Le dije que vosotros me ayudabais y eso a él le dolía en el alma, porque además de todo eso se sentía herido en su orgullo. Incluso discutimos con broncas tremendas, en las que quiso echarme de casa, fíjate, de una casa que él había empeñado y que estaba pagando yo sola, porque él nos había arruinado del todo. Para colmo, saber que vosotros me ayudabais, le llevó a meterse de nuevo en el juego y en la bebida, incluso las putas, aunque eso al principio no lo sabía, pero sí que hizo crecer la deuda de nuevo y no dejaban de llegar facturas.

Es increíble lo que me cuenta Marel, estoy flipando a pesar de intentar entenderlo todo, acariciando sus manos entre las mías, pero me cuesta asimilar que sufriera tanto y durante tanto tiempo sin necesidad.

-        Joder, vaya cabrón. Es para matarle. ¿Y cuando ya te estabilizaste? Podrías haberte independizado y mandarle a la mierda.

-        Pues no lo sé, Aritz, se convirtió en una especie de rutina. Él llegaba borracho a casa, se reía de mí, incluso cuando le decía que me iba a ir... pero él me respondía que era una mierda y no tenía donde caerme muerta.

-        ¡Joder!

-        Cuanto más me lo decía, más clientes me buscaba yo, era una manera de resarcirme, si él se había ido de putas, de bares o de timbas, yo más ingresaba como Mayder. Él me prohibía incluso ponerme una minifalda o un escote, ya sabes cómo es, pero en el fondo no sabía que me estaba follando físicamente a un montón de tíos y virtualmente a miles.

Marel me lo cuenta con lágrimas en los ojos y yo intento consolarla acariciando su pelo y sus manos.

-        Cada humillación de Igor era compensada con mi secreto y me gustaba demasiado eso de que fuera un cornudo sin saberlo, que conseguí salir del hoyo gracias a mi coño y a mi boca y él sin enterarse de nada.

-        Desde luego era tu forma de vengarte...

-        Algo así. Había veces que me sentía pletórica, después de follarme a un tipo, volver a casa y besarle con mi boca todavía con restos de semen. Esa fue una de las razones para no dejarle. Yo sabía que él se había ido de putas y él creía que yo era una esposa modosita y fiel. Me vengaba en silencio.

-        ¿Y el idiota no se dio cuenta nunca?

-        No, porque él andaba muy metido en su mundo, hasta que un buen día me decidí a dejarle, estaba harta, llegué a hacer las maletas para irme de casa y él dijo que su aita estaba enfermo, que no le dejase en ese momento, que se rehabilitaría, que buscaría ayuda...

-        ¿Y le creíste?

-        No sé, fui una idiota una vez más, pensé que todo volvería a ser como antes, le pagué un dineral en un sicólogo de los más prestigiosos que le hizo un tratamiento, los tratamientos para su padre, pero Igor seguía a su rollo y recaía una y otra vez, incluso más agresivo y desagradable... Me rendí de nuevo y seguí en esa rutina de soportar sus humillaciones y devolverle la moneda poniéndole los cuernos.

-        Me cuesta creer que ni se enterara de nada nunca.

-        No, ya ves, ni recuerda que me follaste el culo con él dormido al lado. Siempre ha creído que soy su una inocente o tonta, por eso desde que tú y yo tenemos estas relaciones me pone muchísimo más serle infiel, jugar a ese juego morboso de engañarla, de no permitirle que me folle, mientras tú lo haces de esa forma tan salvaje, tan enérgica, tan maravillosa... Cuanto más duro me follas, más me gusta a mí, con el añadido de engañarle más a él.

-        Yo reconozco que también me gusta vengarme de él y sabiendo todo esto aún más.

-        Además, ahora anda mosqueado, debe creer que tengo un lío en la oficina, porque no deja de preguntarme, que a qué hora vengo, que a donde voy... y eso me produce todavía más ganas de engañarle y devolverle todo el daño.

-        Joder, y cuando te vea en la fiesta va a ser la puntilla.

-        Uf, sí, desde que me lo propusiste estoy cachondísima, estoy loca porque llegue ese momento y de que me vea en primera fila. ¿Harás que lo vea desde bien cerca y que no me reconozca?

-        Tenlo por seguro, preciosa... y alguna sorpresa más.

Ya en casa, Marel se pega una ducha en la habitación invitados, mientras recibo un mensaje de Mar, que llegará a casa, más o menos en una hora. Lógicamente no se extraña en absoluto cuando le digo que su hermana va a pasar aquí la noche, entiende que trabajamos juntos y es algo que antes hacía muy a menudo, pero lo que no sabe es que ahora, además, me la follo y de qué manera. Quizás sea un buen momento para confesárselo de una vez. Tengo que armarme de valor y hacerlo.

-        ¿En qué piensas? - me pregunta Marel, totalmente desnuda, secando su cuerpo con una toalla mientras yo la observo sentado a los pies de la cama.

-        No, en nada... - respondo esquivando tener que contarle mi preocupación, pues ella tampoco adivina, cuanto puede saber su hermana de nuestras locuras.

-        ¿No le importará a mi hermana que me quede a dormir aquí?

-        Claro que no, mujer, ya sabes que ella está encantada. Ya se lo he dicho, pero, además, eso no hace falta ni que lo preguntes, así que, para nada, como en los viejos tiempos... descansa que mañana será un día duro.

Cuando me levanto para irme, Marel, tira de mi mano, para darme un beso lleno de pasión.

-        ¿Por qué no te quedas a dormir conmigo? - me pregunta con su voz melosa.

-        No, Marel, tu hermana vendrá en una hora.

-        Uf, Aritz, me encantaría que follaras el culo otra vez.

Al oirla decir eso, noto como mi polla se tensa y la verdad es que a mí también me habría gustado dormir juntos toda la noche.

-        Pero si ella lo sabe todo, ¿qué problema hay?, ¿No es un poco absurdo? - insiste Marel.

-        Cuñadita, cariño, ya sabes que ella prefiere hacerse la desentendida en ese tema.

-        Pues no lo entiendo. Yo estaría loca por contarle como te la chupo, tragándome esa enorme polla tan divina que tienes, cómo me follas en volandas, contra la pared, como me partes el culo... cómo me trago tu rica leche...

-        Ni se te ocurra Marel – la corto secamente.

Ella se me queda mirando extrañada. Sé que está loca por confesarle a su hermana, todas esas locuras que hacemos juntos, de hecho, entre las hermanas no hay secretos, porque ellas no se ocultan nada, pero incluso yo le cuento todo a Mar, pero esto... tengo que asimilarlo y buscar ese momento para confesárselo.

-        Dejemos que ella disfrute con ese juego de no saberlo, aunque lo sepa. - la digo a Marel para que se tranquilice y me despido de ella con otro tierno beso en sus labios.

Para mí también ha sido un día duro y me meto en la cama, repasando en mi portátil los últimos correos de la empresa, y veo en los contactos a uno de mis mejores clientes que en su día fue inspector de policía, ya jubilado. Le mando una invitación para la fiesta y a cambio le pido un favor y es que investigue un poco el pasado de Igor, pues me gustaría saber en qué andaba metido con todo lujo de detalles.

Luego repaso los últimos correos de Eli, en los que me envía detalles de la fiesta y veo que lo tiene todo controlado y no se le escapa nada, es una buenísima profesional y cuando me dispongo a apagar la luz para dormirme, entra Mar en la habitación.

-        ¡Hola cari! - me saludo ella con la efusividad de siempre, gateando por la cama hasta darme un piquito.

-        Hola cielo. - respondo acariciando su trasero.

-        Acabo de pasar por la habitación de invitados y mi hermana estaba dormida como un angelito.

-        Sí, estaba agotada, la pobre.

-        Por cierto, en estos días la noto diferente, mucho más feliz, desde que trabaja contigo y fuisteis a ese viaje la has transformado del todo. Gracias, amor.

Mar no se puede hacer idea de lo que se ha transformado su hermana, sobre todo conmigo que no he parado de follármela...

-        Es un placer trabajar con tu hermana. - afirmo.

-        Y ella está contentísima contigo. Y eso que no conoce lo mejor de ti. - añade apretando mi polla por encima de la sábana.

-        Ya, jeje... Y tú ¿Cómo fue el día? - le pregunto apurado, cambiando de tema radicalmente.

-        Agotador. Mi jefe me ha metido muchísima caña, por haber anulado el viaje.

-        ¿Mucha caña?

-        No, no es lo que tú piensas, pero hemos tenido que reorganizar todo, reunión tras reunión, papeleo, informes, ufff, ¡estoy muerta!

-        Pues nada, métete en la cama y descansa.

-        ¿No te importa que hoy no follemos? - me pregunta, pasando su lengua por mis labios.

-        No, no te preocupes, mañana nos ponemos al día.

No tardamos en quedarnos dormidos los dos, desnudos y abrazados tras un día más que intenso en todos los sentidos y aunque me haya perdido los goles de mi Athletic, ha merecido la pena y mucho.

A la mañana siguiente, cuando despierto, veo que Mar ya se ha levantado, así que me pongo un pantalón corto de deporte para ver si se encuentra en la cocina, pero a medida que bajo las escaleras oigo risas y chapoteos en la piscina. Me acerco al jardín y en ese momento aparece mi preciosa esposa, en pelotas, empapada pues acaba de salir de la piscina tras haberse dado un baño.

-        Hola cari, está el agua buenísima... si te animas- me dice dándome un piquito al tiempo que su cuerpo desnudo se pega al mío.

-        No, de momento voy a desayunar algo. - digo.

-        Ah, pues ahí tienes zumo, café y tostadas. - me dice señalando la mesa del jardín.

-        Genial, gracias.

En ese instante miro a la piscina y veo nadando a mi cuñada y cuando sale del agua, con su sensualidad de siempre, lo hace, además, dejándome sorprendido, totalmente desnuda, exhibiendo ese cuerpo perfecto y esas tetas que se mueven de forma tan increíble. Lo hace sonriendo, empapada tras ese baño matutino subiendo lentamente la escalerilla. Parece una diosa esculpida en mármol.

-        Te has quedado con la boca abierta, cari. - me dice mi esposa al verme extasiado con su hermana mientras ella se seca el pelo.

-        Sí, pero esto yo... ella está...

-        Desnudita, sí. ¡Está lindísima! Espero que no te importe, pero le he dicho que como esta noche es la fiesta, pues para que se vaya acostumbrando. Claro que hoy irá de incógnito, pero así con la confianza que tiene con nosotros va perdiendo la vergüenza. ¿No crees?

Sin tiempo a contestar, en ese momento se acerca Marel hasta nosotros, escurriendo parte de su pelo con la femineidad que le caracteriza, sin dejar de mirarme a los ojos en todo momento mientras mi vista está clavada en sus empitonados pezones y en ese coño rasurado tan bonito.

-        Buenos días cuñado. ¿Entonces no te importa que esté desnuda? - me dice con su sonrisa perversa.

-        No, claro. - respondo algo apurado.

-        Gracias - añade sacando ligeramente su lengua entre los labios con cierto disimulo.

Luego sigue caminando hasta las hamacas que están algo más alejadas, mostrando su precioso culo y sus sensuales andares, para recoger una de las toallas y empezar a secarse en la distancia.

-        Es preciosa, ¿verdad? - me pregunta Mar, ante mi alucinación.

-        Sí, claro...

-        Ya no es aquella chiquilla de entonces que cuidábamos como a una hija.

-        No, desde luego.

-        Ahora es una mujer increíble, lo tiene todo en su sitio, la muy cabrona. Es guapísima y con ese culo perfecto, esas tetazas tan firmes, su cinturita de avispa, ese vientre plano, esa piel tan fina... De fijo que hoy en la fiesta va a levantar pasiones.

La visión de mi cuñada desnuda, secándose con la toalla y esa descripción pormenorizada de mi esposa, hace que mi polla se ponga totalmente rígida.

-        ¿Por qué no te quitas eso? - me dice Mar señalando mi pantalón de deporte.

-        ¿Esto?

-        Sí, claro, así estamos todos desnudos. Ya le dije a Marel que tú y yo lo hacemos a menudo en el jardín.

-        Ya, pero es que...

-        Sí ya sé que te ha puesto tiesa, cariño. Es normal, con esa visión de mi hermana, hasta yo me pongo cachonda.

-        No sé sí... - respondo cortado y es curioso, cuando he tenido la suerte de probar ese cuerpo de mil maneras diferentes, pero el hecho de tener a Mar al lado y ocultarle ese gran secreto de mi cuñada...

-        Vamos, cielo, así ella se siente menos cortada y además si te ve empalmado, aparte de sentirse halagada, se irá acostumbrando para el evento de esta noche. Se volverá loca viendo pollas tiesas... yo es que lo pienso ahora y me pongo a mil.

No lo dudo más y me quito el pequeño pantalón y mi polla salta como un resorte, totalmente rígida.

-        ¡Guau, cariño, como andas! - comenta mi mujer – Pues porque está mi hermana ahí mismo, si no te bajaba esa cosa dura ahora mismo.

La mirada de mi cuñada está clavada en mi polla, esa misma que ha tenido en el fondo de su garganta, recorriendo las paredes cálidas de su coño o estrenando su estrecho culito.

-        ¿Has visto lo que has provocado, hermanita? - comenta en un grito Mar a su hermana.

-        ¿Quién yo? - dice tapándose la boca, haciendo como si se asustara de ver mi erección por primera vez.

-        La pobre está asustada de ver ese tamaño - me comenta Mar en voz baja.

-        No sé yo...

Me siento fatal por seguir ocultando a mi esposa que su hermanita no solo me ha visto mi polla tiesa, sino que ha explorado todos sus agujeritos.

-        Marel ¿A qué nunca has visto una como esta? - dice mi esposa aferrándola con las dos manos sin lograr abarcarla del todo.

-        ¡No, es enorme! – responde la otra con una mirada cruzada con la mía llena de complicidad en ese juego de no saber nada.

-        Deberías buscarte una así y no la de tu marido. La pena es que esta ya está pillada, pero te aseguro que hace maravillas. - incide Mar consiguiendo que mi polla se tense aún más entre sus dedos, debido a sus toqueteos y su inocente conversación.

Lógicamente, ella no puede ni imaginar que su hermana la conoce perfectamente.

-        Debe ser maravilloso follarse un cuerpo como ese, ¿no, cari? - me pregunta mi esposa con su boca junto a mi oído, al tiempo que masturba mi polla lentamente.

-        Sí... claro... - respondo muy tenso, gracias a esos dedos aferrados a mi tronco y sus palabras que no dejan de incitarme.

-        Mira que has follado con modelos y tías buenas, pero mi hermana es un pibón fuera de lo normal, ¿no te parece?

No soy capaz de contestar, tan solo suspirar gracias a los movimientos oscilantes de su mano.

-        Pero bueno, qué pena que sea mi hermanita, sino seguro que ya te la habías follado, eso está claro. Pero bueno, ella es como una hija para ti, además, ese terreno está vedado.

-        ¿Vedado? - pregunto.

-        Claro hombre, una cosa es que te lo imagines y otra que te follaras a mi hermana... supongo que una cosa así ni la has pensado nunca.

Trago saliva y en ese momento regresa con nosotros Marel y yo aún estoy aturdido y totalmente empalmado por verla, pero más aún por las palabras de mi esposa, que lógicamente no sabe nada de nuestra aventura en Japón, ni de todos los polvos que hemos echado, que me ha chupado la polla infinidad de veces o que he perforado su culo virgen.

-        ¿Has visto como se la has puesto a este? - insiste Mar a su hermana sin dejar de masturbarme.

-        Sí, ya veo.

-        No me extraña cielo, eres preciosa y me imagino que esta noche vas a levantar más de una, pero eso sí, te aseguro que ninguna como esta. - añade apretándola un poco más.

Luego la suelta y se queda ahí balanceante deseosa de entrar en algún agujero, porque Mar es toda una artista poniéndome a tope, pero con esa inocente conversación con su hermana y el morbo de que no sepa nada, todavía me ha excitado más.

-        Venga, vamos a desayunar, que estoy muerta de hambre – anuncia Mar, mientras los tres desnudos nos sentamos alrededor de la mesa.

-        Yo también estoy hambrienta. - comenta Marel, sentándose a mi lado, relamiéndose, pero con su vista clavada en mi tiesa verga.

-        Lo dicho, hermanita, tienes que buscarte una buena polla. Si encuentras una así, te aseguro que te llena por completo y quieres más y más... - añade Mar, mientras nos sirve los cafés.

-        Me lo imagino – responde mi cuñada y nuestras miradas cómplices vuelven a cruzarse.

No hay duda de que Mar no sospecha ni por lo más remoto lo que sucede entre su hermana y yo, pero eso me hace sentirme fatal, aunque al mismo tiempo, tenerla ahí desnudas a las dos, no consigue que mi polla baje un poco su tensión.

Creo que para bajar este calentón, debo agarrar el toro por los cuernos, como se suele decir y este es el momento perfecto para confesarle todo a mi esposa, no puedo esperar por más tiempo esa angustia que llevo dentro de ocultarle el gran secreto, porque nunca lo he hecho y debo ser honesto conmigo mismo, pero sobre todo leal con ella, aunque eso suponga un disgusto o una bronca monumental, porque me imagino que no le va a hacer ninguna gracia saber que me he follado a su hermana pequeña. Toda una locura llevada al límite... voy pensando en cómo desgranarlo, mientras le doy el primer bocado a la tostada y bebo un sorbo de café y veo el cuerpo de perfil de mi cuñada, sentado a mi lado, con esa curvatura de sus enormes pechos perfectos. ¡Joder, es tan bonita!

-        Bueno, yo quiero decir algo... - afirmo, sin que mi erección deje de bajar, pero decidido a poner las cartas sobre la mesa y ateniéndome a las consecuencias.

-        Dinos, cielo. - me comenta Mar, dispuesta a escuchar con su gran sonrisa, que, sin duda, cambiará de repente cuando sepa toda la verdad.

Justo cuando voy a hacer mi dura confesión, suena mi móvil sobre la mesa y veo en la pantalla que se trata de Ander.

-        Hola socio, ¿cómo va todo? - le pregunto cogiendo la llamada.

-        Aritz, vente para acá echando hostias. - me dice alarmado Ander.

-        ¿Qué pasa? - le pregunto preocupado.

-        Joder, tu cuñado se ha presentado aquí en las oficinas, de muy malas maneras, buscando a su mujer, que parece ser que no ha ido a dormir a casa...

-        ¿Igor, mi cuñado? - pregunto.

En ese momento las dos hermanas me miran igualmente sorprendidas en cuanto pronuncio su nombre, así que pongo el “manos libres” mientras mi socio continúa relatándome.

-        Joder, colega, ese Igor está hecho un energúmeno, ha roto un jarrón de la entrada, ha tirado papeles al suelo diciendo que su mujer es una puta, qué donde coño está, que desde que trabaja en este antro, ha cambiado, que la estamos transformando... que eres un cabrón, que te quiere matar... puf, no sé si llamar a la policía porque como siga así, lo va a destrozar todo.

-        Tranquilo, Ander. Entretenle diez minutos que voy para allá. - le digo cortando la llamada y levantándome.

-        ¡Será hijoputa! - comenta mi mujer tras escuchar ese relato.

Marel, con los ojos desorbitados por esa noticia, se levanta conmigo, asustada, pues conoce esos prontos desbocados de su marido.

-        Voy contigo, Aritz – dice ella.

-        No creo que sea una buena idea. - añado.

-        Todo esto es culpa mía y debo afrontar yo este problema, ¿no crees?

-        ¿Culpa tuya, Marel? - interviene su hermana - aquí si hay un culpable es tu marido, que no respeta tu libertad, ni tu nueva vida, tu nuevo trabajo, que te labres un futuro y que seas feliz... ¿No te das cuenta?

Mi cuñada mira a su hermana, después a mí que le confirmo lo mismo.

-        ¿Qué pasa? - pregunta Mar viendo que ambos callamos

-        Igor tiene muchos problemas y se descontrola. - justifica Marel a su esposo.

-        ¿Se descontrola?

-        Problemas con el juego, ya te contaré... - comento yo.

Mar respira profundamente, visiblemente disgustada y añade.

-        Mira cielo, eso no lo justifica, de ningún modo, yo entiendo que es tu marido, que en su día le querías, pero que te haga pasar por estas cosas... de verdad, es como si le diera por beber y justificaras que te pega por culpa de la bebida...

-        Ya, pero no es lo mismo. - expone Marel.

-        ¿En serio, hermanita? Esto es un maltrato sicológico de libro, este tipo no puede tratarte así, ni dejarte en evidencia de esa manera. ¿Cuándo le vas a dar una lección o le vas a mandar a la mierda?

MI cuñada me mira, pero yo no hago más que confirmar lo que dice Mar.

-        Es totalmente cierto, Marel, recuerda que no tienes ninguna culpa y estoy de acuerdo con Mar, esto es un maltrato sicológico, unas veces agresivo, queriendo que asumas sus culpas y otras queriendo captar tu atención como sea y por encima de quién sea... eso no puede ser.

Marel se echa las manos a la cara para empezar a sollozar, avergonzada por ese comportamiento de su marido y la situación tan difícil que se le plantea.

-        Desde luego, Marel, no sé qué haces todavía con ese idiota. - añade Mar - deberías darle un escarmiento.

-        No lo sé, la verdad. - sigue llorando desconsolada mi cuñada, mientras Mar acaricia su cabello con dulzura.

-        Bueno, voy a hablar seriamente con él y que deje de comportarse como un animal. Tú confía en mí. - digo para tranquilizarla.

-        Gracias, Aritz. - me dice mostrando su linda sonrisa entre lágrimas – Eres un cielo de hombre...

-        Y tanto, cariño, es lo que te hace falta a ti, un hombre como Aritz - añade mi esposa.

-        Tienes razón, pero...

-        ¿Qué ocurre hermanita? - pregunta Mar, viendo la cara de Marel, sabiendo que ella quiere confesar algo y no se atreve

-        Vamos, Marel, preciosa... cuéntanoslo. - la animo yo.

-        Pues eso, que tenéis razón, que Igor se merece que le mande a la mierda, pero hay algo que nunca os he contado y ahora me da vergüenza hasta decíroslo.

-        ¿Y qué es? - pregunta Mar intrigada.

-        Bueno, en parte sabéis que Igor y yo andábamos detrás de un bebé...

-        Sí, claro ¿y lo dejasteis de buscar? - interviene Mar.

-        No exactamente, hicimos lo posible de forma natural, incluso con varios tratamientos hormonales, pero nada, no conseguía quedarme embarazada...

-        Vaya... pero y ahora sé que tú estás tomando la píldora.

-        Si, bueno, ahora sí, sobre todo para regular mi ciclo, ya sabes que soy muy irregular, pero bueno el caso es que ya dejamos de probar, incluso lo intentamos en una clínica de inseminación artificial, que es de un viejo amigo de Igor, pero parece que yo tengo un problema y no genero suficientes estrógenos y soy incompatible con la maternidad...

-        Lo siento mucho cariño... - dice su hermana acariciando nuevamente su larga melena, pero podrías habernos comentado eso.

-        Lo sé, pero en bastantes problemas os había metido mi marido.

-        No seas boba, además, que lo debiste pasar fatal, cariño...

-        Pues sí, incluso eso nos trajo más problemas a Igor y a mí. Pasamos una crisis tremenda y no dejaba de echarme en cara que no era capaz de parir a su hijo...

-        Ya me imagino lo duro que debió ser y aun así no le mandaste a la mierda... -añade Mar cada vez más furiosa.

-        Lo sé, debí hacerlo, pero sabes la ilusión que tengo de ser mamá y ahora se nos ha planteado otra oportunidad, precisamente a través de la clínica del amigo de Igor, nos arregló los papeles, para adelantarnos en la lista de espera para la adopción.

-        Te mereces que se cumplan todos tus sueños.

-        Poco a poco se van cumpliendo – añade mi cuñada mirándome de reojo.

-        Bueno, ahora no te preocupes por nada, que con Igor hablo yo. - Afirmo.

Dejo a las hermanas abrazadas y subo a mi habitación, me pongo unos vaqueros, una camiseta y unas deportivas, dispuesto a plantarle cara a mi cuñado, cuando aparece Mar en la habitación.

-        Vete allí y pártele la cara a ese cabrón. - afirma mi esposa -

-        Bueno, estoy pensando en una idea para que se calme y de paso, darle donde más le duele.

-        ¿Y qué vas a hacer? - pregunta mientras me ato los cordones de mis playeras.

-        Déjalo de mi cuenta. Lo sabrás en su momento. Si mi plan sale bien, voy a necesitar tu ayuda - le digo acariciando su rostro con una mano y uno de sus pezones con la otra.

-        Dalo por hecho, si es para darle duro, lo que sea. - afirma ella.

En el momento en el que bajo a coger la moto para salir disparado hacia las oficinas, aparece Marel desnuda y agarrada a mi brazo, me dice.

-          Gracias por todo, Aritz.

-          Gracias a ti, preciosa, te mereces una vida mejor. - añado acariciando sus labios con mi pulgar.

Continuará...

Raúl & Sylke