El secreto de mi cuñada (Capítulo 10)

Me encantan los karaokes de Tokio, pero más aún cuando son en compañía de mi cuñada. Y creo que lo mejor está por venir.

CAPÍTULO 10

Esa noche la terminamos cantando los cuatro en el karaoke, en una buena velada, en la que ambas chicas parecen estar hablando amigablemente mientras Kimura y yo vamos comentando los últimos detalles del contrato y al final nos despedimos de él, casi a las dos de la mañana y también de Karin, que, como habíamos acordado, pasará la noche con él.

Cuanto llegamos al hotel, Marel y yo, nos encontramos a Hitomi en recepción, pero la japonesa nos saluda cordialmente con su reverencia oriental, cargada de respeto, pero mirándome fijamente a los ojos y dejando al final su preciosa sonrisa, algo que vuelve a incomodar a Marel, pero yo me limito a guiñarle un ojo a esa preciosa nipona.

-          Que descansen. - nos dice Hitomi entregándonos las llaves de nuestras respectivas habitaciones.

En el ascensor, aún tengo tiempo de pegarle un morreo a mi cuñada, mientras meto la mano bajo su minifalda, encontrándome su coño húmedo al no llevar, lógicamente sus braguitas.

-          Bueno, mañana tendrás que atender a tu marido en vuestro aniversario.

-          Sí, además está loco por follarme, pero tranquilo, que le daré largas...

-          Me imagino, pero eso déjalo de mi cuenta. De momento dile que os reserváis para la noche y que te lo vas a comer entero...

-          Pero supongo que tienes un plan para que eso no ocurra. ¿Verdad? - me interrumpe ella con cierta preocupación.

-          Claro, cielo. Mañana voy a estrenar tu culito, que no se te olvide.

En ese momento, saco el plug anal de mi bolsillo y se lo inserto repentinamente por su esfínter, haciendo que ella de un respigo y salte casi con su cuerpo haciendo ese pequeño taconeo al caer que me vuelve absolutamente loco. Tras sonreírla, nos despedimos con un largo beso.

A la mañana siguiente, antes de irme a las oficinas para reunirme de nuevo con Kimura para ultimar los últimos flecos del nuevo contrato de expansión de mi empresa en Japón, llamo a la puerta de mis cuñados. Rápidamente me abre mi preciosa cuñada, que parece recién duchada, con su cara brillante, cubierta por un cortito albornoz blanco, que deja a la vista sus impresionantes piernas y una toalla enroscada alrededor del pelo que le dan un toque muy femenino y sensual.

-        Buenos días, Marel. - la saludo, oyendo al fondo canturrear a su marido que debe estar duchándose en ese momento en el baño.

-        Buenos días Aritz. - responde ella sonriente.

-        Oye, voy a la oficina a terminar el papeleo con Kimura. Por cierto, estás muy sexy con ese albornoz. - añado con mi vista clavada en su canalillo.

-        Gracias cuñado, me ves guapa con cualquier cosa - responde ella sonriente - y oye, por cierto, si necesitas que esté allí, dame un toque que me presento, ¿vale?

-        No te preocupes preciosa, ayer le dejaste bien servido al pobrecito, además he hablado con Karin ahora, que hará perfectamente su papel, aunque Mayder es toda una profesional y le dejo bien sequito jejeje.

-        Espera, ¿Karin está en tu habitación? - me pregunta con sus ojos muy abiertos.

-        ¿A qué viene esa pregunta, cuñada?, noto otra vez ciertos celos por tu parte. - le digo con mi socarrona sonrisa.

-        No, no, no para nada.

-        ¿Estás segura?

-        Absolutamente, porque ayer cuando estuvimos en el baño del karaoke y me follaste en volandas no parecías estar pensando en ella ¿no? - me dice al tiempo que me agarra el paquete por encima del pantalón.

-        Tou ché. - respondo -

-        Además, ella no la chupa como yo, ¿verdad?

-        Bueno, la chica no lo hace mal... - añado yo poniendo más tensión.

En ese instante, Marel me coge de la chaqueta y me mete dentro de su habitación y cierra la puerta, cuando todavía se oye canturrear a su marido en la ducha. Justo en la pared contigua al baño, mi cuñada se quita el albornoz dejándolo caer al suelo de forma sensual, hasta quedarse desnuda ante mis ojos.

-        ¡Marel! - digo yo admirando ese precioso cuerpo y el riesgo de ser descubiertos por su esposo.

-        Ahora me vas a decir quién la chupa mejor. - añade ella segura y queriendo competir con la sueca.

Se arrodilla delante de mí, me quita el cinturón y baja mis pantalones y mi bóxer hasta los tobillos. Mi polla salta juguetona delante de sus ojos y tras dar una lamida completa a mis huevos, luego la agarra por la base, la escupe dos veces y extiende su propia saliva por todo el tronco, haciendo que brille. Me mira sonriente, se muerde un labio y coloca mi polla entre sus turgentes pechos, acomodándola entre ellos, hasta que solo aparece mi punta por arriba. Comienza a hacerme una cubana grandiosa, pudiendo sentir esa carne blanda de sus perfectas tetas meciendo mi polla, mientras yo aprovecho para pellizcar sus pezones.

-        ¡Joder, Marel! - exclamo jadeante poniendo mis manos tras de mí contra la pared que me separa de su esposo y observando esa perfecta boca que me está haciendo una mamada increíble.

Por un momento me quedo quieto al sentir a mi cuñado que ha dejado de cantar, quizás porque haya escuchado algún ruido, pero cuando sigue con su canto, ella se mete la polla de nuevo en la boca y empieza a mamarla primero hasta la mitad. Es una maravilla sentir esos labios gordezuelos abarcando mi polla y ver cómo va desapareciendo, hasta que se la saca por completo y me dice:

-        A ver si esa putita rubia es capaz de hacer esto.

De repente se traga completamente mi polla, dejándome sin respiración, cuando su nariz choca contra mi pubis, notando en mis pelitos el aire que expulsa. Y así permanece unos segundos, en los que noto los músculos de su garganta apretando mi polla y sus fosas nasales abriéndose y cerrándose. No sé cómo hace eso, pero nunca he sentido nada igual, hasta que la saca de nuevo, arrastrando en su boca unos cuantos hilos de babas mezclados con mis fluidos y sin dejar de mirarme repite la operación tragando por completo mi venosa verga, alojada dentro de su garganta y esos movimientos me vuelven loco, agarrando su nuca para apretarla más contra mí, pero ella aguanta, manteniendo la respiración, notando el brillo de sus ojos y una vena hinchada en su cuello, hasta que exploto dentro de ella, soltando unos cuantos potentes chorros en una corrida brutal que ella traga sin rechistar.

Tras otro buen rato, la saca, coge aire, embadurnada de babas y semen, para limpiarme completamente hasta dejar limpia mi polla. Se incorpora y me besa, mientras yo acaricio su culo desnudo. Nuestras lenguas se enlazan y mis manos amasan sus posaderas.

-        A ver, cuñadito, ¿será capaz esa puta rubita de hacerte algo así? - me dice desafiante restregando sus tetas contra mi pecho.

-        Sin duda que no, cariño. Nadie hasta ahora ha conseguido algo así. - la digo y ella sonríe victoriosa.

En ese momento se detiene el sonido de la ducha, lo que indica que Igor ha terminado, por lo que precipitadamente me pongo los pantalones y me despido con otro beso de mi cuñada. Noto en mi boca el sabor de mi propio semen, pero me encanta cuando está mezclado con esa lengua de ella.

-        Cariño, pasa un estupendo día de aniversario y nada de follar con el cornudo ¿vale preciosa? - le comento en un susurro junto a su oreja y le doy un azote saliendo de la habitación, dejándola allí desnuda.

En el hall me está esperando Karin con un vestido blanco corto sin mangas agarrado al cuello mostrando sus preciosas piernas enfundadas en unas botas altas negras de tacón fino de unos 15 centímetros, ¡Joder, esta impresionante!

-        Hola jefe – me dice mirándome lascivamente con su sonrisa perfecta.

Nos damos un primero un piquito y luego una lucha de labios en toda regla, mientras aprovecho para agarrarla de ese redondo culo, que sin duda me follaría ahora mismo, si no fuera porque mi perversa cuñada acaba de vaciarme los huevos.

Cogemos un taxi para dirigimos a las oficinas de Kimura. Una vez allí, una espectacular y elegante japonesa que me recuerda mucho a Hitomi, aunque creo que aquí todas se parecen a ojo de un occidental, nos conduce al despacho de su jefe que al vernos entrar parece algo contrariado.

-        Aritz, ¿no ha venido la señorita Mayder? - me pregunta Kimura.

-        No, Mayder es un webcamer internacional y comprenda que está muy solicitada. A primera hora se ha tenido que ir, pero bueno, si necesita cualquier cosa, aquí está Karin que creo que ayer no le desagradó. - le digo.

Al verla vuelve a sonreír y me dice:

-        Al contrario, Karin es maravillosa y me lo pasé genial con ella. -

Nada más decirlo se acerca hacia la rubia dándole una sonora palmada en el culo.

-        Terminamos de firmar el contrato. - le digo.

-        Por supuesto.

Los tres nos dirigimos al salón de actos y Karin siempre a su lado. Una vez dentro, con los otros ejecutivos y sus respectivos abogados, vamos culminando el asunto del contrato, con el que hemos conseguido una buena colaboración con Kimura y su equipo. Así transcurre el día firmando papeleo, mientras hablo con mi socio Ander por Skype para ver si está todo correcto, a la vez que Kimura se divierte con Karin, ya que esta, le está haciendo una mamada bajo la mesa, arrodillada entre sus piernas, mientras el resto sigue firmando papeles como si tal cosa. Desde luego esa sueca es toda una profesional.

Una vez firmados todos los papeles y resuelto el tema económico y alguna cláusula que tarda en resolverse en la negociación, el señor Kimura y yo nos estrechamos la mano, y me ofrece ir a un sitio al norte de Tokio para cenar con él y disfrutar de sus maravillas ancestrales Geishas, pero por supuesto deniego tal ofrecimiento indicándole que quiero pasar una velada tranquila en compañía de Karin, aunque mi intención es otra, claro, que es la de estrenar por fin el culo de mi cuñada. Al ver mi reacción Kimura se da cuenta y me sonríe muy pícaro. En ese momento Karin se disculpa yendo al baño mientras el japonés le planta un sonoro azote en el culo.

-        Gracias por concederme tan buena compañía de Karin. - añade Kimura girándose hacia mí.

-        Es para mí un placer que haya estado bien atendido en todo momento y sé que Karin es fantástica. - le digo saludándole al estilo nipón, al tiempo que él me entrega los documentos firmados.

-        Por supuesto. Es preciosa y muy buena con esa boquita.

Cuando reviso los papeles, veo que ha quedado el más importante de todos por firmar, que puede representar, precisamente, el lanzamiento definitivo en Asia en la cláusula que nos permite la exclusividad.

-        Disculpe señor Kimura, debe haber un error, pero falta aquí una firma, al pie del contrato. - le digo señalando ese espacio en blanco.

-        Lo sé - responde él sonriente.

-        Pero... no entiendo. - le digo encogiéndome de hombros.

-        No se ofenda señor Aritz. No quisiera ser descortés, ha sido usted muy amable y Karin también, pero he dejado esa firma pendiente, para cuando tenga la oportunidad de volver a estar con Mayder.

-        ¿Mayder?

-        Sí... firmaré cuando me traiga de nuevo a Mayder y por favor vestida de colegiala, ya sabe, al estilo japonés.

Ese giro me deja del todo descolocado e intento convencerle.

-        Pero señor Kimura, es imposible, Mayder tiene otros compromisos importantes. Si quiere puedo buscar a otra modelo que se le parezca o la misma Karin no tendría ningún problema para vestirse de colegiala.

-        Lo supongo, pero yo quiero a Mayder o no firmo.

-        En menos de 24 horas cogemos el avión. - le aclaro

-        Usted, señor Aritz, tiene recursos para todo, aún está a tiempo. Seguro que lo va conseguir... Sino no firmo. - insiste contundente.

Salgo bastante contrariado de las oficinas de Kimura, pero intentaré solucionarlo como él mismo dice. Nos despedimos del resto de ejecutivos y agarrado de la cintura a esa rubia, salimos a la calle. Ya en el taxi me beso apasionadamente con Karin a la vez que acaricio sus piernas por encima de sus medias negras al tiempo que vuelvo a hablar con mi socio por teléfono.

-        Hola colega. - me saluda Ander.

-        Hola, ya estoy en el taxi con Karin.

-        Vaya, no descansas, cabrón. ¿Todo bien?

-        Bueno, Karin ha hecho un excelente trabajo. - digo metiendo la mano entre los muslos de la sueca.

-        Lo sé, es buenísima.

-        El problema es que Kimura no ha firmado todo. Queda pendiente el tema de la exclusividad.

-        ¿Y eso? - pregunta alterado Ander.

-        Joder, colega, se ha encaprichado con Marel y quiere que venga mañana vestida de colegiala.

-        ¡Qué cabrón el viejo!

-        Ya ves.

-        No me extraña, cualquiera se encapricha de tu cuñada. Haz todo lo posible, tío.

-        Sabes que sí, pero…

Miro a los ojos a la rubia, que me da un piquito, al tiempo que mete la mano en mi bragueta y saca mi polla que empieza pajear lentamente, haciendo que el taxista vuelva a flipar, como la otra vez.

-        Bueno, de momento, échale un buen polvazo de mi parte a esa rubia... aún recuerdo ese jugoso chochito que tiene. – oigo decir a mi socio.

-        Sí, ahora mismo me está pajeando.

-        ¿En el taxi? ¡Pero qué hijo puta eres!

-        Es que tengo que entrenar para esta noche, que tengo una buena sesión con mi cuñada.

-        ¿Y eso? ¿No era su noche de aniversario?

-        Sí, pero lo tengo todo pensado y voy a estrenarle el culito.

-        Joder, macho, qué envidia me das. - me comenta mi socio.

-        Tú deja de mi mano lo del contrato con los japos. Mañana te mando copia de todo y el último documento que firmará y te llegará una copia a través de sus abogados.

-        Eres un puto crack. - me dice riendo - sabía que no fallarías.

-        Bueno, he tenido la inestimable ayuda de Karin – comento mirando a la rubia a sus ojazos – y por supuesto de Mayder.

-        ¿Mayder? - pregunta el otro.

-        No, Marel, quería decir. - corrijo, pero le dejo bastante mosqueado cuando cuelgo el teléfono.

La sueca, me mira con sus ojazos azules y agachándose se mete mi polla en la boca.

-        Es enorme Aritz. - me dice sacando la boca, porque no ha podido tragarla al completo.

-        Bueno, no ha crecido desde la última vez, creo, jajaja...

-        Ya, pero no me creo que tu cuñada te la haya comido entera, ¿cómo lo hace?

-        Espera, ¿cómo sabes tú eso? - la pregunto.

-        Me lo ha dicho en el karaoke, que ella consigue tragarla entera, algo que yo no conseguiré nunca. ¿Es eso cierto?

Afirmo con la cabeza mientras suelto una carcajada, pues esa reacción me encanta, porque ver la competitividad de esas dos preciosidades, me pone más cachondo y empujando su cabeza la indico que siga chupándomela hasta donde pueda y por más que empujo su cabeza, ella acaba sacándole entre toses y con una gran cortina de babas.

-        Tranquila, ella la chupa mejor, pero tú no la haces del todo mal. - digo, aunque por su cara no parece hacerle tanta gracia como a mí.

Aun así, la preciosa Karin sigue chupándomela, ante la atónita mirada del taxista que parece más pendiente del retrovisor que del tráfico, hasta que llegamos al hotel y Karin se limpia todas las babas que han embadurnado sus labios y su barbilla, mientras yo pago al taxista y le dejo una buena propina.

En la recepción del hotel, todo el mundo parece mirarme con envidia, al ir acompañado de esa modelo de impresionantes curvas y yo le doy un azote, para provocar más todavía al personal.

En recepción, nos atiende una amable chica, que me recuerda a Hitomi, aunque no tiene su sonrisa y amablemente nos entrega la llave, mientras yo ultimo los detalles con Karin.

-        Bueno, ya sabes, que ahora te tengo que pedir el otro favor.

-        ¿Hacer lo posible por follarte el culo de tu cuñada? - me dice con otro tono celoso.

-        Pues sí, no me importa la tarifa que me pongas, Karin, has hecho un impresionante trabajo con Kimura, pero necesito de nuevo tu mejor papel de actriz, si consigues que logre eso, podrás pedirme el talón con la cantidad que quieras. - la digo pellizcándola el culo con disimulo.

-        Aritz, lo haré gratis, si me lo follas a mí primero.

Miro a esos ojazos azules y esa boca carnosa y no puedo evitar que mi polla de un respingo pensando en lo bueno que debe ser follarse el culito de esa rubia, aunque me deje seco y me acaben escayolando la polla de tanto usarla en este viaje.

-        Eso está hecho, preciosa – la digo, dándole un azotazo y recogiendo la llave de mi habitación, para encaminarnos hacia los ascensores.

Precisamente, dentro de ese cubículo, no podemos esperar más y nos besamos con todas las ganas, a la vez que con mi mano derecha se cuela debajo de ese mini vestido blanco, tocando su vulva por encima del tanga, que rápidamente aparto para insertarle dos dedos en su húmedo y esponjoso coño.

-        ¡Ay, Aritz! - me dice cerrando los ojos.

Al abrirse el ascensor en nuestra planta, una pareja de clientes nos pilla en plena efervescencia sacando mi mano de debajo de su vestido. Entonces agarro del culo a la imponente sueca y riéndonos como si fuéramos dos adolescentes nos dirigimos a mi habitación. En el trayecto solo se oyen nuestras risas y el sonido de sus altísimos tacones.

Nada más abrir mi habitación y colarnos dentro, recibo una llamada de Mar.

-        Hola, ¿cómo estás, amor? - me pregunta.

-        Muy bien ¿y tú, cari?

-        Bien, estoy en el trabajo, pero echándote de menos.

-        Mañana salimos para allá.

-        Ya. Verás cuando te coja... menos mal que esta noche viene tu socio otra vez. Ya sabes lo que le gusta mi culito.

-        No descansas, ¿eh, cielo? - la digo y noto como mi polla palpita imaginando ese culito tragando una buena polla.

-        Tú tampoco, ya me ha dicho Ander que también vas a estrenar un culito esta noche.

-        Joder, cómo corren las noticias. Sí cari, aquí está anocheciendo, así que será en breve.

-        Genial... oye, te dejo que me llama mi jefe. - me dice ella.

-        Bueno, dale lo suyo también para que te suba el sueldo.

-        Ese viejo, con verme las tetas ya tiene suficiente.

-        Jajajaja....

-        Pues nada, cariño, diviértete y recuerda que tampoco le falte de nada a mi hermanita. - añade mandándome sus besos sonoros de siempre y colgando después.

Esa frase de mi mujer me deja de nuevo pensando en cuanto sabrá ella, si imaginará realmente que ese culo que voy a estrenar es el de su hermana o lo ignora completamente.

Una vez que he colgado esa llamada y que me ha puesto todavía más cachondo, agarro de la mano a Karin, hasta llevarla a un pequeño sofá que hay al lado de la televisión junto al mueble-bar y allí sentados nos besamos lujuriosamente con toda la pasión mientras agarro por encima del vestido las protuberantes y enormes tetas que tiene esa rubia. Entonces ella, tras morderme el labio, se sube a horcajadas sentándose sobre mi regazo y con sus delicadas manos baja mi bragueta sacando mi tiesa verga embadurnada totalmente de mi líquido preseminal.

Yo acaricio su culo y dibujo sus curvas hasta que suelto el enganche que le sujeta el vestido en el cuello, lo que hace que este se deslice, mostrándome sus enormes y preciosas tetas. Sé que son operadas, pero no dejan de ser unas buenas domingas y muy bien puestas.

Coloco mis manos sobre esos redondos pechos de la sueca, pellizcando sus pezones, logrando que ella suelte un leve jadeo y sin más dilación me meto su teta derecha en la boca, que chupo y saboreo, hasta pellizcarle sus pezones entre mis dientes, para ponérselos duros y tiesos. Ella, a la vez acaricia mi polla suavemente entre nuestros cuerpos. Así estoy disfrutando de sus deliciosos pezones cuando me agarra del pelo moviendo mi cabeza hacía la suya.

-        Te gustan mis tetas, ¿eh? - me dice sonriendo

De pronto sus dientes atrapan mi labio inferior a tal punto que me hace daño, pero entiendo que está muy cachonda y rápidamente nuestras lenguas se entrelazan dándonos un gran morreo ardiente y caliente sin dejar de pellizcar sus duros pezones.

Karin se incorpora, clava sus tacones en el suelo de un salto y se pone de pie, bajando su vestido completamente, quedando tan solo con su tanga, sus medias y sus taconazos. Se pone en cuclillas ante mí para golpearse mi polla venosa contra su cara varias veces y le da un par de lamidas a mi glande.

-        Vaya polla te gastas, cabrón. - me dice, volviendo a golpearse la cara con ella.

La sueca abre su boca, abarca el grosor de mi tronco y veo como poco a poco desaparece llegando a pasar de la mitad. La saca y me sonríe victoriosa y vuelve al ataque, tragando de nuevo hasta el mismo punto. Agarro la cabeza de esta preciosa rubia hasta llegar a tocar su nariz con mi abdomen y la mantengo ahí durante unos segundos, pero en cuanto suelto un poco la presión en su nuca se separa violentamente de mí, lo que hace que tenga un par de arcadas y sale de su boca un montón de babas. Aflojo mi mano y de nuevo, cuando menos se lo espera, empujo de su nuca, hasta que vuelve a tragarse toda mi largura. Veo como la cara de Karin está roja, casi sin poder respirar, hasta que vuelvo a aflojar y mi verga sale brillante de su boca, viendo sus ojos llorosos, su rímel corrido por sus ojos y nuevas babas que recorren sus pechos.

-        ¿Ves como sí podías? - la digo mientras ella intenta recuperar el aliento y sonriente, pues ha logrado el objetivo de su oponente.

Entonces, viendo su sonrisa pícara y su cara de vicio, muy encendido, la agarro de los pelos y la levanto hasta llevarla junto al mini-bar, oyéndose el retumbar de sus botas de tacón en el suelo, la coloco a espaldas hacia mí, separando sus piernas y apartando su tanga a un lado, de una embestida frenética le meto toda mi polla de un golpe en su coño, hasta lo más hondo.

-        ¡Ah, cabrón! - grita ella.

Noto como ha entrado sin dificultad y sus paredes vaginales se adaptan de forma increíble a mi falo, hasta llegar a su útero. Comienzo a follarla con todas mis ganas y mis embestidas son tan fuertes que oigo, como únicos sonidos, el chocar de mi pelvis contra su culo, los gemidos de ella y los tacones retumbar en el suelo de sus altas botas. Mientras la follo brutalmente su coño de lo excitado que estoy observo su agujerito posterior en cada golpe de mi pelvis, como si me invitara al festín y sin pensármelo dos veces, agarro mi polla, sacándola de su coño, cambiando de agujero y de un golpe se la meto por el ano a Karin notando como su esfínter se expande al pasar mi polla, mientras la penetro fuertemente. Desde luego su culo está muy bien entrenado, porque no se la oye gritar, tan solo un largo gemido de placer al sentirse completamente empalada.

Oigo como sus gemidos se van haciendo más fuertes y me indican lo zorra que es y lo que le gusta que me folle su culito... y yo también disfruto de ese esfínter apretado y ¡cómo no!, una vez más de sus tacones al chocar contra el suelo al levantarla a cada embestida. Me agarro a su cintura y comienzo a follarla con todas mis ganas, chocando contra sus glúteos que parecen dos balones botando. Al ver eso, no resisto más y agarrándola del pelo, tirando hacia mí, me corro dentro de ese culito apretado, inundándole las entrañas con mi leche caliente.

Tras unos segundos, dejando que algún otro espasmo suelte algún chorro más, la saco y disfruto viendo como ese reguero blanco se escurre por sus piernas hasta llegar a gotear sus botas negras. Ella se gira, se coloca en cuclillas nuevamente y me limpia los restos de mi leche con su boca y a continuación se incorpora pasando su lengua por sus labios, degustando cada gota.

-        Joder, Karin eres una diosa en el arte de sexo. - la digo.

-        ¿Te ha gustado?

-        Me ha encantado. Tu culo es el mejor lugar para entrenar.

-        Espero que no seas tan bruto con tu cuñada, pobrecita, que es virgen... - me dice riendo.

-        Ya sabes que me encanta así. - la digo pellizcando un pezón - y especialmente tu culo, es increíble.

-          Jajaja, gracias eres todo un amor. - Dice ella a la vez que nos fundimos en otro beso.

Coloco mi polla dentro del pantalón mientras ella se limpia con un kleenex los restos de mi semen en sus botas altas de tacón fino y muy sensualmente se recoloca el tanga y después el enganche del vestido alrededor de su precioso cuello. Yo, mientras tanto,  rehago el nudo de mi corbata y ella, en el espejo se vuelve a poner algo de maquillaje, se pinta los labios de rojo intenso, se perfila los ojos y se retoca su cabello rubio con los dedos, dejando algún mechón juguetón, fuera de su moño.

-        Estás preciosa, Karin. - la digo.

-        Gracias.

Y así como si no hubiera pasado nada, salimos de la habitación dirigiéndonos al restaurante del Hotel. Por la hora, ya imagino que Marel e Igor están teniendo su cena romántica de aniversario, hasta que, tras buscarlos por todo el comedor, les localizo al fondo, sentados en una mesa especial a la luz de las velas.

Igor se ha vestido elegante, con un traje, pero la que está realmente impresionante es mi cuñada, parece una diosa con ese vestido de noche, color borgoña, largo hasta los pies, de lentejuelas con escote en uve y abierto en un lado para mostrar completamente su precioso muslo derecho y en sus pies unas sandalias de color plata sujetas por tres tiras negras, dos le agarran el empeine y una el tobillo, siendo el tacón negro de al menos, unos 12 cm de altura y extremadamente finos. Mi polla parece volver a despertar y rápidamente agarro a Karin de la cintura y la llevo tan deprisa, que apenas puede caminar con sus tacones finos con esas botas hasta debajo de la rodilla, pero estoy tan ansioso, que la llevo en volandas y casi no toca el suelo, hasta que nos plantamos frente a su mesa.

Marel levanta su vista, mostrándome sus enormes ojos que se dirigen a continuación al cuerpo de Karin, observando su vestido blanco, mientras que la otra hace lo propio con mi cuñada. La rivalidad está servida. Otro que no aparta la vista de la rubia es mi cuñado, que lógicamente se ve impresionado por ese bombón sueco.

-        ¿Qué tal tortolitos?, ¿Habéis disfrutado de Tokio, con sus monumentos y parques? - les pregunto.

-        No te creas cuñado. - responde Igor sin poder evitar dirigir su mirada al escote de Karin.

-        ¿Pues qué ha pasado? -le pregunto.

-        Pues que mi mujercita estaba más pendiente del móvil que de nuestro día.

Vuelvo a mirar a Marel y me explica:

-        Pues sí, pensaba que me ibas a llamar por si tenía que ayudarte con algún papel. - dice mi cuñada que tampoco le quita ojo a la otra.

-        No ha hecho falta, mujer, entre Karin y yo lo hemos solucionado. Solo queda un pequeño detalle, nada más - digo con una sonrisa y aferrándome a la estrecha cintura de mi acompañante, provocando ese aire de celos en Marel y sin terminar de confesarle que realmente queda algo por firmar, precisamente que el bueno de Kimura se ha encaprichado de ella.

-        ¿Ves, mujer? y tu toda preocupada. - comenta Igor.

-        Ya veo - dice ella recorriendo con la vista las largas piernas de Karin.

En ese momento Marel deja caer los palillos orientales al suelo, junto a mis pies y rápidamente me agacho para recogerlos, pero de paso aprovecho para acariciar su muslo. Ella, al notar mis dedos da un pequeño respingo. Nuestras miradas se cruzan y veo en sus ojos el deseo. Entonces me despido de la pareja:

-        Buenos chicos, disfrutad la cena de aniversario, nosotros vamos a cenar también. - Y agarrado de la cintura de Karin nos dirigimos a nuestra mesa que está a cierta distancia de la suya, pero desde la que nos vemos en todo momento.

A lo largo de la cena veo a mi cuñada con la cara muy tensa y echándome miradas furtivas a la vez pudiendo notar su nerviosismo, taconeando en el suelo o descruzando su pierna una y otra vez, cuando ve como me río con mi acompañante, bromeo con ella o la meto mano con cierto descaro, por todas partes. Cuando vuelvo a cruzar mi mirada con la suya me doy cuenta de que está tremendamente celosa y eso me pone a cien.

El camarero nos trae los postres a Karin y a mí, mientras nos arrimamos más, para intercambiarnos los postres típicos de Japón, jugando con nuestras lenguas y mirando de reojo a mi cuñada para seguir notando sus celos. Entonces, en un momento dado, observo que parece estar discutiendo con su marido, o eso me parece a mí, desde la distancia y acto seguido veo como se levanta y se acerca hacia nuestra mesa. Su estilizado cuerpo, marcado por ese escote y ese vestido ceñido, es todo un placer para la vista, así como sus finos tacones retumbando por todo el salón, es un dulce cantar para mis oídos. En su mano lleva una copa de champagne y su marido aparece tras ella, aunque parece haber bebido más de lo normal. De siempre le sentó mal el alcohol.

-        Disculpadme chicos, no quiero interrumpir. - nos dice mi cuñada.

-        Tú nunca interrumpes, preciosa.

-        Veréis, he hablado con mi marido y me apetece bailar, aunque a él no le hace gracia. Bueno, el caso es que le he preguntado al camarero y me ha dicho que hay disco en el hotel que está en la planta de abajo, y me preguntaba si os apetece venir con nosotros.

Está claro que Marel no quiere que se le escape nuestra oportunidad de estar a solas, por eso que ha sugerido lo del baile, aunque estaba todo pensado y creo que va a ser más fácil de lo esperado, librarme del capullo de mi cuñado, viendo lo bebido que está ya.

-        A mí me apetece ¿y a ti cielo? - dice Karin como una buena acompañante siguiendo el guion que tenía pactado con ella.

-        Vale, pero creo que a tu chico no le hace mucha gracia ¿no? - se lo digo a Marel con una sonrisa perversa

Después miro a mi cuñado, que me sonríe afirmando que lo del baile no es lo suyo, sobre todo porque quiere subir a la habitación a culminar su aniversario con su esposa.

-        Para estar muy ocupado, eres muy observador. - me responde Marel.

Veo que mi cuñada tiene los dientes apretados cuando mi mano acaricia la cadera de Karin y la deslizo hasta tocar el lateral de su teta derecha.

-        Ya le he dicho a Marel, que no me apetece mucho, que bailar se me da fatal. - añade Igor con la lengua algo trabada por culpa del alcohol.

-        Eso es porque nunca has bailado conmigo - añade Karin sonriéndole.

Tal y como esperaba, eso anima a mi cuñado y le convencemos para ir los cuatro a la disco. Nos levantamos y nos encaminamos para bajar al semisótano, ellas dos delante y nosotros detrás, mientras yo me quedo observando esos dos culitos moverse y los tacones de ambas sonando en el encerado suelo de ese hotel. ¡Joder, qué cachondo me pongo!

Una vez allí, vemos que no hay mucha gente y nos sentamos en una mesa cerca de la pista de baile, para pedir unas copas a la chica que atienda las mesas, que vuelve a recordarme a HItomi, aunque esta lleva el pelo teñido de color morado. Karin y Marel van juntas al baño, momento que nos quedamos solos mi cuñado y yo.

Una vez que la camarera nos sirve los cubatas veo que mi cuñado tiene cara de pocos amigos y le pregunto.

-        ¿Qué te pasa macho?, ¿qué cara es esa? ¡Que es tu aniversario!

-        Ya, pero es que tenía planes con Marel, ya sabes para celebrar nuestro día, pero esto de estar en la disco no era uno de ellos.

-        Bueno, hombre, no te preocupes ya sabes cómo son las mujeres que cambian de parecer a la mínima y además sabes que a tu chica le encanta bailar. Dale ese capricho, hombre.

-        Ya. Por cierto, te veo muy bien acompañado. - me dice refiriéndose a Karin.

-        Sí, no me quejo. ¿Está buena no?

-        Sí, joder.

-        Guárdame el secreto, ¿vale? - le digo como si quisiera tenerle de confidente.

-        Tranquilo que mi boca está sellada y no le cuento nada a Mar.

Me río para adentro, lo primero porque Mar no es celosa, incluso sabe que me he follado a Karin un montón de veces, pero sobre todo me descojono por dentro porque el que no se va a enterar de nada es él.

-        Pues gracias, macho, porque esta rubia folla como los ángeles. Oye y ¿tú?  ¿cuáles son esos planes que tienes con tu esposa? - le pregunto haciéndome más cercano a él, para que vaya cogiendo confianza.

-        Pues tenía pensado llevarla al barrio de Shibuya, ya sabes esa calle tan comercial, donde se concentra un motón de gente y hay montones de pasos peatones en forma diagonal y con todas esas luces de neón como la plaza de “Times Square”.

-        Sí, lo conozco bien...

-        Pues esa parte me salió mal y fuimos por otra zona, mientras paseamos había organizado con el gerente del hotel que pusiera pétalos de rosa por toda habitación ya que son sus favoritas y ya sabes tener una noche sexo y pasión que por unas cosas o por otras llevamos cierto tiempo sin, bueno... tú ya me entiendes.

-        Claro que te entiendo... no te preocupes, macho porque no deis ese paseo, pero lo de la habitación fijo que lo haréis, si quieres se lo recuerdo al gerente, le conozco.

-        ¿Harías eso por mí? - pregunta sorprendido.

-        Claro, hombre... lo que tienes que hacer es no disgustar a tu chica. Si ella quiere bailar, dale por el gusto y así la tendrás más entregada en esa cama llena de pétalos.

Ver la sonrisa de imbécil de mi cuñado no tiene nombre, porque el que se va a follar a su esposa soy yo.

-        Tienes razón. - responde.

-        Entonces disfruta de la noche. - le digo.

-        Gracias. - responde y chocamos nuestras copas.

En ese momento llegan las chicas, curiosamente entre risas, pues parece que no se llevan tan mal y se sientan con nosotros. Marel me mira extrañada al ver como he brindado con su marido y tengo tanto “colegueo”.

-        ¿Otra ronda de cubatas? - digo animando la fiesta, pero con la intención de que mi cuñado sea el que más beba.

-        Venga, la última que nosotros nos tenemos que ir. – dice él mirando al escote de su esposa.

-        ¿Tan pronto? - comenta Karin – pero si ahora empieza la mejor música. Ven, vamos a bailar Igor. - añade tirando de la mano de mi cuñado llevándoselo a la pista para bailar una bachata.

Hago una seña a la camarera para que nos sirva otra ronda y cargue un poco más la copa de mi cuñado.

-        ¿Desde cuándo sois amigos Igor y tú? - me dice de repente Marel, cuando los otros están en la pista bailando muy arrimados.

No respondo y solo me rio, mientras acaricio su rodilla que queda al descubierto en la abertura de su vestido.

-        ¿No confías en mí? - la pregunto, mientras con la otra mano acaricio también su culo con disimulo.

-        Sabes que sí. - responde.

-        Pues, tú tranquila. Solo le estoy animando para poder disfrutarte cariño.

-        Pues viéndote cenar con Karin, parecía que andabas muy liado y disfrutabas mucho con ella.

-        Mmm... ¿todavía celosa, cuñadita?

-        Pues sí.  - dice mientras da un sorbito a la copa que acaban de servir.

-        Me encanta verte celosa, cariño.

-        ¡Qué idiota eres!

-        Es curioso, ¿no estás celosa ahora, viendo a tu marido tan arrimado a Karin?

-        Pues no, porque sé que no va a follársela, me lo acaba de prometer ella en el baño.

-        Vaya, así que os veía tan amigas.

-        Bueno, manteniendo las distancias, porque sé que ella ha tenido una buena sesión contigo, incluso se ha tragado tu polla entera.

-        ¡Guau!, ya veo por donde vienen los celos con eso que parecía estar deseando compartir contigo, jajaja...

-        Bueno, sé que en eso la gano.

-        Ya lo creo... y espero que follando tu culo también. Prepárate esta noche cuñada.  - añado dándole un azote a su pandero que la pilla por sorpresa, levantando sus pies y dejándolos caer haciendo ese inconfundible sonido de sus tacones.

En ese momento, veo que mi cuñada mira hacia la pista para decirme.

-        Mira la puta esa, como restriega el culo en la polla de mi marido. - comenta observando a Karin tan entregada en el baile.

-        Déjales que se diviertan y que tu marido se ponga como un toro. ¿No te excita la idea?

-        La verdad es que sí. - añade ella mordiéndose el labio ligeramente - Ven, vamos a enseñarles cómo se baila. - añade tirando de mi mano y adentrándonos en la pista junto a ellos.

Nos ponemos a bailar esa bachata, desde el principio bien pegaditos, notando sus tetas en mi pecho y mi mano al límite de rozar su culo, incluso alguna vez, se lo toco cuando su marido está de espaldas a nosotros. Cuando él nos ve, pone cara seria, pues también es muy celoso, pero eso anima todavía más a mi cuñada, que se gira poniéndose de espaldas a mí, para que acaricie su lisa barriguita, mientras su culo se mueve en círculos sobre mi paquete que va creciendo. Yo me animo mordiendo ligeramente su clavícula, algo que parece molestar a mi cuñado, que abandona la pista y para no echar por tierra todo el plan, volvemos los cuatro a la mesa.

Por suerte, Karin, muy bien entrenada, le está dando una buena conversación a Igor, incluso le toca la cara y la pierna, muy cerca de su bulto, algo que le pone nervioso y excitado. Marel me mira y me sonríe, pues sabe que lo tengo todo controlado. Así transcurre la velada, bebiendo y charlando animadamente, hasta que las chicas salen a bailar juntas a la pista, haciendo movimientos lascivos entre ellas, poniéndonos todavía más nerviosos, excitados y empalmados, porque esos dos bellezones son algo increíble y se la levantan a un muerto. Igor observa su reloj, nervioso.

-        ¿Qué pasa? ¿tienes prisa? - le pregunto.

-        No, pero me imagino que ya habrán terminado los preparativos de la habitación que he pedido, ya sabes...

-        Ah, sí, tranquilo, acabo de hablar con ellos y me lo han confirmado. Están preparando la habitación con una botellita de champagne, globos y la cama llena de pétalos de rosa, como habías pedido.

-        ¿En serio?, gracias cuñado.

-        ¡Qué menos!

-        Pues creo que deberíamos subir ya... - dice haciendo el ademán de levantarse.

-        Espera, hombre, que no han terminado, que eso lleva su tiempo. Tómate un Sake conmigo. - le tranquilizo -

-        Uf, no, Aritz, que ya he bebido mucho y quiero estar en condiciones para disfrutar con Marel el resto de la noche.

-        Venga hombre tomate la última conmigo, mientras te preparan la habitación. Así celebramos el contrato con los japoneses y tu aniversario - le insisto.

-        Vale, venga.

Voy a la barra y observo como mi cuñada y Karin siguen bailando y riendo en la pista de baile.  Cuando el camarero me atiende, le pregunto:

-        ¿Tiene alguna botella de sake con mayor graduación de la comercial?

-        Sí, caballero, pero es muy fuerte, porque es destilación natural y el contenido en alcohol es muy alto.

-        Póngamela. - le digo, viendo su cara extrañada, pero al final me la sirve junto con 4 vasos de cerámica en forma de chupitos.

Llego a la mesa y veo que Igor y Karin están entablando una conversación muy animada, porque están riéndose a carcajada limpia, sin duda que el alcohol ya está haciendo su efecto. En eso aprovecho para agacharme y decirle a Marel al oído.

-        Enseguida voy a perforar tu culito. ¿Estás preparada?

Ella se ríe nerviosa, esperando ese momento con tantas ganas como yo. Desde luego, si ese culito se parece al de su hermana, será algo apoteósico, estoy seguro. A continuación, digo en voz alta:

-        Aquí traigo un Sake muy especial, para celebrar el contrato y el aniversario de mis cuñados.

Todos aplauden, pero yo hago un gesto tanto a Marel como a Karin, para que solo se mojen los labios, porque ese Sake, es bastante fuerte y creo que dejará grogui a mi cuñado. Cuando empiezo a servir los chupitos, Karin pone la mano sobre su vasito.

-        A mí no me sirvas. - dice.

-        ¿Y eso? - pregunto.

-        Me han llamado de la agencia para hacer una sesión en bikini de fotos y video en Australia, y a primera hora cojo el avión.

-        ¡Vaya!, ¡Qué pena con lo bien que estábamos pasando! - decimos mi cuñada y yo casi al unísono, aunque intuyo que Marel lo dice con cierto tono de alegría.

En eso dejo la botella y veo como mi cuñado se bebe el primer chupito de un trago. Me levanto para despedirme de Karin y lo hago justo detrás de mi cuñada con un morreo espectacular, y oigo decir a Igor notablemente bebido:

-        Joder, pedazo de beso, se están metiendo la lengua hasta la garganta. - comenta.

-        Ya será para menos. - contesta mi cuñadita y observo de reojo como da un sorbo a su bebida sin querer mirar para atrás.

Después del beso con Karin me ofrezco caballerosamente para acompañarla hasta la entrada del hotel en donde le está esperando el Uber que le ha mandado la agencia, y que ella me rehúye diciendo que sigamos disfrutando de la fiesta.

-          ¡Aritz, disfruta de ese culito virgen! - me dice Karin al oído al despedirnos.

-          Gracias, preciosa.

-          Yo nunca olvidaré cuando me lo desvirgaste a mí. Creo que ella tampoco lo va a olvidar, cabronazo - añade apretando mi polla sobre el pantalón con disimulo.

En ese instante se despide todos con su gran sonrisa, nos lanza un beso y yo me quedo hipnotizado con su atrapante meneo de caderas, incluso Igor se queda embobado mirando a la rubia y mi cuñada le da un codazo, bastante molesta.

Continuará...

Raúl & Sylke