El secreto de mi cuñada

Durante una estancia en casa de mi cuñada, descubro el secreto mas morboso y mejor guardado de la familia.

Valeria es mi cuñada, la hermana de mi mujer. Tiene 40 años y siempre ha despertado en cierta atracción en mí. Es curioso porque físicamente no es que sea especialmente atractiva, es morena, delgada, con muy poco pecho aunque tiene un bonito culo. Ojos saltones, labios finos y pálida. Creo que lo que me atrae de ella es su forma de ser. Una mujer empresaria, de cierto éxito, con un carácter un poco complicado, impulsiva, nerviosa y fácilmente alterable pero con muy buen fondo. Siempre he tenido buena relación con ella, ya que siempre se ha portado muy bien conmigo. Muchas veces he recurrido a ella en mis juegos íntimos, es de esas mujeres que por alguna extraña razón hacen que me corra muy rápido.

Valeria vive con su marido y su hijo Pedro en una bonita casa con piscina. Pedro roza la mayoría de edad y es un chico extremadamente tímido. De esos chicos que solo hablan si les preguntas algo muy concreto. Algo amanerado, siempre con el pelo largo bien arreglado y como todos los adolescentes, mas pendientes de la consola que de otra cosa. Todo el mundo de la familia coincidía que era un niño muy mimado y protegido. De ahí que no se le conociesen novias ni tampoco era mucho de salir de casa y relacionarse.

La historia comenzó un día que Valeria me ofreció quedarme en su casa unos días debido a un viaje de negocios que tuve que hacer. Acepté con gusto, no era la primera vez, siempre me habían tratado muy bien. El marido de Valeria se pasa el día fuera, y ella tiene un horario muy flexible debido a que es jefa de varios negocios. Vamos, que se pasa en casa la mayor parte del tiempo.

Ya instalado, Valeria me enseña la casa, recientemente comprada.

  • Y esta es la piscina -dice Valeria-

  • Guau, la verdad es que menuda casa que te has marcado

  • Ya era hora la verdad, estaba harta de ir de un lado para otro con mudanzas, alquileres…

  • ¿Qué tal Pedro? ¿Qué tal de notas? - digo al chaval que se acerca a saludar-

  • Bien -dice parco como siempre-

  • No entiendo como saca estas notas el chaval, no lo veo nunca estudiar jaja - dice Valeria riendo -

A la mañana siguiente me despierto con el portazo del marido de Valeria al irse. Como suele pasar al dormir en cama ajena la primera vez, me costó pegar ojo. Elijo la muda y me dirijo a la ducha. Valeria me mostró el día anterior donde estaba el baño pero con tanta puerta me siento perdido. Escucho ruido en el piso de arriba y sospecho que ya están despiertos. Subo las escaleras y siento un murmullo en la habitación de Pedro y decido acercarme para preguntarle por el baño. Antes de entrar o decir nada, observo por la rendija de la puerta y lo que veo me deja de piedra. Valeria está sentada en la cama de Pedro, de espaldas a la puerta y con una mano perdida bajo las sabanas. Pedro permanece inmóvil viendo hacia el techo. Tengo que pestañear varias veces para intentar no pensar en lo que creo que es, pero está bastante claro. La mano de Valeria se mueve arriba y abajo abultando las sabanas a la altura del paquete. Vamos, que está haciéndole una señora paja a su hijo. Me retiro cuidadosamente para no hacer ruido, y vuelvo a mi cuarto para reflexionar sobre lo que había visto. Mi corazón me latía a mil, jamás me imaginé contemplar una escena incestuosa como esa. Me quedé un buen rato en el cuarto hasta que sentí a Valeria salir para llevar a Pedro al colegio.

Ya en la ducha, no consigo sacarme la imagen de Valeria y su hijo de la cabeza. Tanto pensar en ello que comienzo a excitarme y termino salpicando las paredes de la ducha con copiosos chorros de semen.

El resto del día fue muy extraño, no dejaba de pensar en lo sucedido. Fue especialmente incómodo el estar en la mesa con Valeria y Pedro, viéndolos hacer vida normal de madre e hijo sabiendo que ocultan un morboso secreto.

A la mañana siguiente, me despierto con una erección de caballo. Comencé a tocarme y me imaginé que era la mano de Valeria. El recuerdo de la escena con Pedro se intercalaba en mi imaginación y no tarde en estar a punto de correrme. Una media hora después de que su marido se fuese, siento a Valeria caminar en el piso de arriba. Me pregunto si se dirige a despertar a Pedro y me excito otra vez con la idea de que vaya a masturbarlo otra vez. Decido ir a investigar llevando la ropa sucia para tener coartada en caso de que me pillen en el piso superior. Con sumo cuidado voy subiendo las escaleras, y al llegar arriba la habitación de Valeria tiene la puerta abierta de par en par y ella no se encuentra dentro. Me acerco muy nervioso, casi aguantando la respiración a la puerta entreabierta de la habitación de Pedro. Por la rendija solo veo el cabecero de su cama, y aunque Pedro no esta en cama, a través del espejo del cabecero lo veo a él y a su madre sentados en el frontal de la cama. Pedro esta ligeramente recostado hacia atrás y Valeria esta sentada a su lado, con su verga en la mano y meneándola con ritmo. Me sorprendo de ver lo dotado del chaval, pese a su edad porta un buen instrumento. Al contrario que el día anterior, decido quedarme a mirar la escena. Mi polla está dura como un resorte y me la aprieto por encima del pijama. Pedro murmulla algo que no logro entender, a lo que su madre le contesta “No, Pedro”. El chaval comienza a gemir suave y su madre acelera el movimiento de su mano hasta que comienza a correrse. A través del espejo se nota cómo el pecho de Pedro comienza a brillar y como su madre observa todo con detalle. Al terminar, Valeria utiliza toallitas húmedas para limpiarse la mano y luego hace lo mismo con la polla y el pecho de su hijo. Pedro se dedica a observar a su madre sin decir nada. Aprovecho la ocasión parar irme a la ducha, y por supuesto para darme una buena paja recordando lo visto.

Me pasé el resto de la mañana fuera. El trabajo se terminó antes de lo esperado y a la hora de la siesta ya estaba por casa de mi cuñada. Como tengo llaves entro en casa directamente. Saludo pero nadie responde. Todo está en silencio y me sorprendo, pues el coche de Valeria está fuera. Subo al piso de arriba y no veo a nadie, todas las puertas abiertas y habitaciones vacías. Escucho entonces un chapoteo que viene de la piscina. Me acerco la ventana del final del pasillo que da hacia la piscina y veo que está abierta. Me asomo y veo a Pedro bañándose y a Valeria en una tumbona tomando el sol con solo la parte de abajo del bikini. En su familia siempre habían bromeado de que Valeria tenia poco pecho, pero la verdad no pensaba que tan poco. En la postura en la que estaba, boca arriba, parece casi el pecho de un chico salvo por los grandes y oscuros pezones. En cualquier caso, son las tetas de mi cuñada y disfruto viéndolas desde mi situación de voyeur privilegiada. Tanto lo disfruto, que decido sacármela y hacerme una paja allí mismo. Valeria se incorpora y se dirige a su hijo:

  • ¿Que.. tu que? - le grita -

Me fijo en Pedro y  el chaval se la está meneando bajo el agua viendo para su madre en topless. Aunque su casa esta en medio de un descampado, Valeria mira hacia los lados como comprobando que no hay vecinos mirando y vuelve su mirada hacia su hijo. Pedro se acerca lo más que puede al borde de la piscina. Valeria parece disfrutar siendo observada por su hijo pero lo que no sabe es que no hay uno, si no dos hombres masturbándose para ella.

  • Mamá, ¿Vienes y me la terminas tu? -dice Pedro ante mi sorpresa-

  • Pedro, no podemos hacer esto a todas horas – dice Valeria -

  • Por favor…. será solo un minuto...ya sabes que no tardo nada -dice el chaval sin dejar de meneársela bajo el agua- …me apetece mucho..

  • Está bien, pero no te acostumbres a hacerlo fuera de horario, ¿ok? - dice Valeria levantándose -

  • Claro mamá -dice Pedro satisfecho -

De camino a la bajada de la piscina, mi cuñada me deleita con la vista de su bikini tanga, que transcurre entre tus prietas y redondas nalgas. Valeria se mete en el agua y se acerca a su hijo, dándole un beso en la frente y colocándose detrás de él, abrazándolo.

  • Caray como está esto ya – le escucho decir a Valeria, supuestamente tras agarrarle la polla bajo el agua -

  • Sí… llevo un rato – dice Pedro -

  • Como me gusta hacerte esto, niño... – dice Valeria dándole un beso en la mejilla-

  • A mi también me gusta como me lo haces mamá… -dice Pedro visiblemente excitado – ya casi estoy…

  • Así, déjate llevar cariño.. -dice mi cuñada acelerando el movimiento de su mano hasta el punto de crear turbulencias en el agua -

Sobre el agua, una bonita estampa maternal de una madre mimando a su hijo. Bajo el agua, el morbo de lo prohibido. Contemplar la escena me excita una barbaridad y pierdo el control, haciendo que empiece a correrme allí mismo, sobre la pared y sobre un jarrón que hay bajo la ventana. Me asusto de lo aparatoso de todo con la mala suerte de que golpeo el jarrón y este se cae con un gran estruendo, rompiéndose. Me quedo de piedra y solo escucho el ruido de el agua chapotear y la voz de mi cuñada.

  • ¿Qué fue eso!? Espera aquí Pedro, creo que alguien ha entrado en casa! - escucho decir a mi Valeria-

Me asusto y solo se me ocurre subir los pantalones y caminar hacia la entrada para disimular como que acababa de llegar y que también había escuchado el jarrón.

  • Joder! qué susto!, pensé que habían entrado los ladrones! -dice Valeria agitada al verme -  No te esperaba tan pronto…

  • Ah hola Vale, acabo de llegar, al final he terminado antes el trabajo. Llamé pero nadie contestaba. Parece que algo se ha caído arriba, iba a verlo ahora – contesto tan nervioso que casi no puedo articular -

Con los nervios, Valeria sigue en topless y sus pezones eran todavía más bonitos de cerca. Ella tarda un poco de darse cuenta y tras cazar mi mirada se los tapa con un brazo.

  • Cuñado esos ojos jaja. Es que estaba en la piscina con Pedro – dice poniéndose colorada – Bueno, voy a ver qué ha pasado arriba.

  • Bueno, yo me voy a dar una ducha que vengo muy sudado - respondo avergonzado-

Me voy rápidamente al baño con la típica sensación de niño pequeño de que has hecho algo y tu madre te va a pillar seguro. Deje todo hecho un lío arriba, espero que mi corrida no se distinga de la pared, si no voy a tener que dar explicaciones a mi cuñada.

Al salir de la ducha me asomo a la escalera y veo que el jarrón no esta y todo esta fregado. Eso me pone más nervioso si cabe. Me dirijo hasta el salón, allí esta Valeria, Pedro y su marido que acaba de llegar. Indudablemente la mirada que me dedica Valeria no es de muchos amigos. Me espero lo peor pero también sé que no sacaría un tema así delante de su familia. De pronto, me suena él móvil con un amenazador mensaje de ella “Luego hablamos”. Lo pase fatal el resto de la tarde, con el estómago cerrado de los nervios. Prácticamente no cene nada y cuando Pedro y su padre se fueron para cama, nos quedamos Valeria y yo solos en el piso de abajo. Valeria enciende un cigarro y se pone a fumar delante mía.

  • Y bien, tu dirás – digo para romper el hielo -

  • Bueno, dirás tú, ¿no? -dice con voz tranquila pero intimidante -

  • No sé a que te refieres – digo gastando mi cartucho de hacerme el tonto -

  • A ver, somos adultos aquí, ¿no? - dice ella - ¿Hace falta que te sonsaque todo como a un niño?

  • ¿Te refieres a lo del jarrón? – pregunto -

  • El jarrón me da un poco igual, de hecho ni me gustaba, me refiero a lo que estabas haciendo allí -

  • A ver, llegué a casa y cómo no vi a nadie, escuché ruido en la piscina y me asomé a la ventana, vi que estabas en topless, me puse nervioso y tropecé. Luego no te dije nada porque no quería que pensases que te había estado espiando.

  • No esta mal la excusa, pero cuando el jarrón se cayó al suelo, yo estaba en la piscina por lo que no podías saber si estaba en topless o no. Salvo que… me llevases espiando un tiempo. Y visto lo que encontré sobre el jarrón y en el suelo…

  • ¿A qué te refieres? - digo ya resignado -

  • A ver, llevo muchos años casada, sé reconocer semen cuando lo veo. Y allí había mucho, y por todos lados.

  • Eh… - me quedo sin saber qué decir -

  • Mira me da igual que te hayas pajeado viéndome, o que hayas roto el jarrón, pero sí me interesa saber si has visto algo más. - dice susurrando pero fuerte -

  • No se a que te refieres. A ver, sí,  te he visto en topless, me excité y se me ocurrió la estúpida idea de masturbarme allí mismo.

  • Eso lo tengo claro, pero quiero saber si sabes porque entré a la piscina con Pedro o si has escuchado algo. -dice Valeria con cierto nerviosismo -

  • No sé, supongo que no hay nada de malo que una madre se dé un baño con su hijo en la piscina, ¿no? - digo quitándole importancia al asunto, pero a sabiendas de por dónde van los tiros -

  • Mira, creo que sabes algo más, lo que no sé es porque no me lo dices. Prefiero que seas sincero. - me dice agarrándome la mano -

  • Está bien Valeria. Te seré sincero. Sé lo que tenéis Pedro y tu.

  • Mierda, mierda! Lo sabía… joder! Me cago en la hostia! -dice llevándose las manos a la cabeza -

  • Tranquila Valeria, esto no va a salir de aquí – le digo para intentar tranquilizarla-

  • ¿Cómo que me tranquilice!? Esto me puede arruinar la vida y la de mi hijo!. Sabes, mas te vale que no cuentes nada, no creo que a mi hermana le haga gracia saber que te pajeas espiándome… -me dice amenazándome- … no debí invitarte a venir aquí joder…

  • Baja el tono o nos escucharán arriba. Valeria, de verdad, no tienes que preocuparte, vuestro secreto esta a salvo conmigo. Te lo prometo

  • Joder, me siento fatal, seguro que piensas que soy una degenerada y mala madre… - dice con ojos llorosos -

  • De eso nada. A ver, que conste que me ha sorprendido mucho pero yo no soy quién para juzgaros, siempre y cuando ambos lo hagáis por voluntad propia no tengo nada que decir - le digo mientras le ofrezco un abrazo que acepta -

  • Esto no es fácil para mí, ¿sabes?. Me entran remordimientos de conciencia muchas veces, pero por otro lado sé que a él le gusta y debo de reconocer que a mí también. Y claro, tampoco puedo contarle esto a nadie ni desahogarme…

  • Te entiendo, no debe ser fácil, pero como te he dicho, no te juzgo así que no te preocupes. No creo que seas la primera madre que pasa por algo así.

  • Se me hace raro estar hablando de esto, especialmente contigo. Aunque supongo que mejor que lo sepas tu que alguien de mi familia…

  • Sí, supongo que mejor. Por eso no tienes que preocuparte, seré una tumba. - digo acariciando una de sus manos -

  • Gracias. La verdad es que llevo tiempo intentando dejarlo, pero cada vez se hace más complicado.

  • ¿Y eso? ¿complicado por qué?

  • Pues porque Pedro se hace mayor, y claro, cada vez parece mas un hombre...ya me entiendes. -dice algo más tranquila -

  • ¿Te refieres a sus cualidades? - digo sonriendo para reducir la tensión de la charla-

  • Jajaja sí, me refiero a sus cualidades  -responde risueña -

  • La verdad que para la edad que tiene está bien dotado el chaval

  • Si sigue así va a dejar a su padre en ridículo jaja - bromea - .. pero espera, tú como sabes lo dotado que está? En la piscina no salió del agua…

  • Bueno, creo que debo sincerarme del todo. Pero por favor, no te alteres. Os ví esta mañana en la habitación.

  • Bueno bueno.. ¿Nos has estado espiando? Lo que me faltaba! - le cambia la tez -  ¿Esto es lo que sueles hacer cuando te invitan a dormir en algún hogar?

  • A ver, ayer  ya os vi accidentalmente, porque no encontraba el baño, fui a preguntarle a Pedro y sin querer os encontré haciéndoselo.  Me quede muy cortado y me fui al momento, por eso no dije nada.

  • Joder… puta puerta! No sé que le pasa que siempre se abre después de cerrar… supongo que tuviste que flipar, ¿no?

  • Mucho, no me lo esperaba, me costo asimilarlo… creo que nunca he visto sexo explicito así delante mía, y menos de este tipo…

  • Normal, supongo que yo también fliparía… Bueno, pero lo de hoy ya no fue accidental, ¿no?

  • ¿Lo de la piscina? Si, llegué a casa y me asomé a la ventana para saludar pero te ví así tan ligerita… y bueno, ya sabes el resto.

  • No, me refiero a lo de hoy por la mañana. Me has dicho que también nos has visto.

  • Sí… bueno te voy a ser sincero, esta mañana fuí a veros por voluntad propia - digo algo cortado -

  • Vaya vaya, ¿te esperabas encontramos así? - pregunta sorprendida-

  • Bueno, mas bien deseaba encontraros así…

  • Vaya… te excitaste al vernos ayer, ¿es eso? - dice Valeria bajando mas el tono -

  • Sí, eso es.

  • Pero entiendo que esta mañana no te fuiste al vernos, ¿no? - dice sintiéndose cada vez más cómoda con la conversación -

  • Bueno, no, la verdad. Me quedé un rato.

  • ¿Cuánto rato?

  • Hasta que terminasteis…

  • ¿Y tú terminaste también?  -dice con cara de pícara-

  • ¿A qué te refieres…?  - digo excitado por la pregunta -

  • Bueno, teniendo en cuenta los hechos de esta tarde, entiendo que no te limitaste solo a ver, ¿me equivoco?

  • No te equivocas, pero tampoco llegué a terminar .. al menos no allí.

  • Oye cuñado, se me hace muy raro hablar de esto contigo. Por otro lado, me siento bien de compartir esto con alguien, no sabes lo duro que es llevar esto sola. Confío en ti para que esto no salga de entre tú y yo. Tampoco quiero que Pedro se entere de que lo sabes, ¿entiendes?

  • Sí, lo entiendo y no tienes por qué preocuparte. Por cierto, si puedo preguntar… ¿cómo empezó todo? Entiendo que es algo que no suele surgir así como así…

  • Bueno, es una larga historia. Todo empezó hace un año y medio más o menos. Pedro jugaba en el equipo de baloncesto hasta que se lesionó ambas muñecas en un partido. Estuvo unas 3 semanas con ellas vendadas.

  • Oh vaya, pobre. Entonces digamos que tenias qué ayudarlo en su día a día…

  • Sí, eso es. Me encargaba de ducharlo, bañarlo, llevarlo al baño etc.

  • ¿Y un día te pido que lo aliviases? -digo con curiosidad -

  • No no, no fue así. Sí tenia que ayudarlo a hacer pis. Yo no tenía problema obviamente, se lo había hecho infinidad de veces cuando era pequeño.

  • ¿Entonces?

  • Pues resulta que una mañana, le iba a ayudar a hacer pis como de costumbre, y cuando le baje el pijama encontré aquello totalmente firme. - dice dando una pausa para una profunda calada al cigarro - Fue la primera vez que vi a mi hijo así y quedé sorprendida por su tamaño. Él estaba super dormido y lo atribuí a eso. Y claro, con aquello mirando hacia arriba tuve que aplicar fuerza mano para dirigirla hacia la taza.

  • Supongo que fue raro para ti, ¿no? - pregunto mientras me invita a un cigarro -

  • Mucho, la sensación de tocársela así de dura ya fue algo my extraño. Solo las había sentido así de duras a la hora de tener sexo - dice moviéndose en la silla, visiblemente excitada al recordarlo -

  • ¿Qué pasó después?

  • Pues que se la mantuve haciendo presión hacia abajo para apuntar a la taza durante un buen rato. No sé cuánto tiempo estuve así pero me pareció eterno. Hasta que se fue poniendo blanda no fue capaz de hacer pis.

  • ¿Te excitó aquello? - pregunto excitándomelo cada vez mas -

  • Bueno, en aquel momento no estaba excitada, en realidad estaba muy incómoda. Sin embargo, ahora sí me excita el recordarlo.

  • Pues no te cortes, continua… me parece muy.. interesante - digo muy interesado en que siga -

  • La misma escena se repitió varias veces, hasta el punto de que era así todos los días. Siempre estaba firme por las mañanas y nos llevaba bastante tiempo el que pudiese hacer pis. Pero un día, sucedió algo que fue un poco el punto de inflexion de todo.

  • ¿Te pidió algo más? - pregunto -

  • No, Pedro nunca pediría algo así. Fue algo más fortuito, un día me costaba bajarla más que de costumbre, estaba durísima, una verdadera piedra. Después de un rato, y sin más, note como su verga latía y vi cómo comenzaba a brotar semen desde la punta, en gran cantidad, espesa, deslizándose suave sobre el tronco y sobre mis dedos. Nunca había visto algo así.  Me quede de piedra, ver a mi hijo eyaculando de esa manera mientras se la sostenía en mi mano. Ver, sentir eso, fue sin duda fue lo que hizo despertar mi deseo de mujer hacia Pedro.

  • Wow, suena toda una experiencia…

  • Lo fue. Recuerdo que estuve todo el día con esa imagen grabada y aun la tengo hoy en día, así como sus palabras tras eso “lo siento, mamá. No me puede aguantar”. A partir de aquel día, todo cambió. La tarea rutinaria de ayudarlo a hacer pis se volvió en algo muy excitante. Despertarse cada mañana sabiendo que pronto tendría su verga dura y vigorosa en mi mano… comencé a obsesionarme un poco con ello… y a masturbarme pensando en ello.

  • ¿Y a partir de ahí se corría normalmente?

  • No, no sólo aquella vez. Debo reconocer que a partir de aquello, usaba un poco los movimientos de bajársela para estimularlo e intentar desencadenar su orgasmo pero no hubo suerte.

  • ¿Siempre estaba dura por las mañanas?

  • Casi siempre, y cuando no, lo atribuía a que se había aliviado él mismo, porque muchas veces estaba algo pringosa.

  • Y bueno, supongo que en un momento dado, disteis otro pasito…

  • Sí, fue también un poco fortuito, o eso creo yo. Un día se levanto extremadamente tarde, y me extrañó porque Pedro es buen madrugador. Resulta que tardaba mucho en hacer pis por lo dura que la tenía, y entre que ese día yo estaba especialmente excitada y a que llegábamos tarde al colegio, pues decidí ayudarlo con mi mano para que se corriese y se bajase antes. Me coloqué detrás de él como hacía siempre, apoyando mi mejilla sobre la suya, le di un beso y comencé a pajearlo rápido. Por supuesto a él lo pilló de sorpresa y al poco de comenzar ya le temblaban las piernas, jadeaba, y empezó a correrse sobre la taza. Menudo espectáculo, estuvo casi más tiempo eyaculando que yo masturbándole.

  • ¿Y cómo fue ese momento para ti?

  • Fue la primera. Fue especial, pero sobretodo raro. Mientras lo hacía,  no me dio mucho tiempo para remordimientos, porque fue muy rápido. Después a lo largo del día sí que me sentí bastante peor, me costaba verle a la cara sabiendo lo que le había hecho.

  • ¿Te dijo algo él después?

  • Solo me dio las gracias. Luego a la tarde me dijo que le había gustado lo de la mañana y fue extraño porque mi hijo no es muy expresivo en sus sentimientos.

  • Entiendo que luego fue algo más habitual, ¿no?

  • Bueno, no, la verdad me entraron muchos remordimientos por aquello e intentaba limitarme a ayudarlo a hacer pis y ya.

  • Entonces, ¿quien dio el siguiente paso?

  • Pues resulta que cuando ya estaba yo mas tranquila con el tema, y al poco de retirarle las vendas, un día en la merienda me soltó  “¿me haces lo que me hiciste aquel día, mamá?”. Y claro, me quedé a cuadros. Primero porque era la primera vez que realmente me pedía eso por placer y segundo por la naturalidad con que me lo dijo. Como si dijese “mamá, ¿me puedes peinar?”

  • ¿Y tú qué le dijiste?

  • Pues le dije que eso que hiciera no estaba bien, que las madres no le hacen eso a sus hijos.

  • ¿Y se quedo ahi la cosa?

  • Obviamente no. Esa petición hizo despertar todos mis deseos nuevamente, estuve todo el día y noche excitada y a la mañana no mejoraba. Me levanté y me presenté en la habitación de Pedro, antes de que despertara. Me senté a su lado, y colé mi mano bajo sus sabanas. Metí la mano bajo sus gallumbos, agarre su verga aun flácida  y comencé a pajearlo. Sabía que estaba muy mal lo que estaba haciendo, pero estaba demasiado excitada. Fue la primera vez que sentí su polla crecer en mi mano gracias a lo que yo le hacía. Es una sensación muy difícil de explicar. Pedro se fue despertando y me dejo hacer. Estuve un buen rato pajeándole. Recuerdo ver su cara mientras lo hacia. Estaba feliz, nervioso, excitado. Nunca disfrute tanto haciendo una paja como aquella vez a mi hijo. Aquella vigorosidad, aquella dureza, su cara de placer, el saber qué estaba haciendo algo tabu, prohibido. El chaval tuvo una corrida de escándalo, los ojos le salían de las órbitas. Recuerdo como si fuera ayer el calor de su leche cayendo sobre mis manos. Con sorpresa para mí, no tuve sentimiento de culpa tras hacer eso. Al contrario, ver la cara de felicidad de mi hijo al terminar me hizo sentir muy bien.

  • ¿Te dijo algo él?

  • No, pero tuvimos una charla en la que acordamos que esto se quedaría entre los dos. Y así ha estado la cosa hasta ahora.

  • Gracias por tu sinceridad y por abrirte de esta manera. Eres muy valiente al contarlo.

  • Bueno, creo que he hablado de más, pero de alguna manera también me apetecía contarlo. No es que este orgullosa pero es así como ha sido.

  • ¿Y qué?, ¿deseando que llegue mañana? - le digo viendo la hora -

  • ¿Que pasa mañana? - dice ella sorprendida -

  • Tendrás que darle los buenos días a Pedro, ¿no? -digo sonriendo -

  • Claro, así se va tranquilo para clase jaja - dice riéndose - así saca tan buenas notas…

  • Yo también iría feliz al colegio todos los días con esos despertares. Supongo que serás toda una experta con los trabajos manuales… - digo picándola -

  • ¿Va con segundas eso? Jaja

  • No se, si quieres mañana después de atender a Pedro te puedes pasar por mi habita y me cuentas como ha ido… -le digo cogiendo su mano y colocándola sobre mi paquete abultado -

  • Me lo pensaré cuñado...