El secreto de Luz
Una noche con amantes se convierte en una revelación que no esperaba
El secreto de Luz
La primer noche que estuve con Gustavo me dejó más intrigas que certezas. Si bien él era mucho mayor que yo, había disfrutado demasiado ese encuentro, y estaba no solo dispuesta a repetirlo, sino a entablar una posible relación, y que salga como salga. No me refiero a una relación oficial, pero sí había evaluado ser su amante.
También me reproché no haberle pedido que me lleve a un telo, sabía que él no podía porque era tarde y debía ir a su casa, pero eso habría servido para que se diera cuenta de lo caliente que había quedado. Ya iba a tener la oportunidad, pensé.
Cuando entro al departamento me la encuentro a Luz en la cocina preparándose un té. Me miró y preguntó “Como te fue?”. Yo le dije “Bien, todo más que bien. No fuimos a ningún lugar en especial, solamente a uno al amparo de miradas indiscretas donde nos hicimos de todo arriba del auto”. “Y vos?”, le pregunté. “Bien, todo bien. Creo que tomé de más y Sergio me avanzó en el estacionamiento. Él estaba alegre también“, me dijo. Y siguió “varias veces me tiró indirectas en el trabajo, muchas, pero esta vez, no me preguntes por qué, cedí. También te digo algo, no respeté lo de no traer hombres a casa.”
“Vinieron aca?”, pregunté.
“Si Lau, acá. Me pasó esto, fuimos al auto y me empezó a decir cosas bastante subidas, la cuestión fue que estaba regalada, me dijo que era muy linda y que mis tetas le gustaban. Yo le dije que nunca las había visto, pero dijo que se las imaginaba, entonces me abrí la camisa y se las mostré. Me las empezó a tocar u pasar su lengua y yo le empecé a sobar la verga por sobre el pantalón, le abrí la bragueta y metí la mano para palpar su miembro. La verdad que el viejo tiene una herramienta importante, se la empecé a mamar y me dijo de ir a un telo, pero pensé que iba a ser un trastorno buscar un lugar y le dije de venir acá.
“Y te lo garchaste aca?”, pregunté.
“Si, acá, me pegó una linda atendida”, me dijo riéndose. “Tiene aguante y coge muy lindo. Será grande pero no es nada eso, la pasé más que bien. Y vos, Lau?”.
“Me gustó mucho, voy a tener que replantearme cosas, sobre todo con respecto a los tipos grandes. Como que me hizo sentir especial, como me tocaba y besaba. Y cuando me cogió, lo mismo.”
“Si, son mejores para mentir”, dijo Luz riéndose, “te cogen igual, pero más lindo!!”
Esa semana transcurrió normal, Gustavo me envió mensajes todas las mañanas y sus noches. Pero el jueves, Luz me dijo que el viejo la llamó para verla en el departamento, yo le dije que me iba a dar una vuelta hasta que me avise que podía volver.
Ese día me quedé haciendo tiempo en el estudio y luego fui a caminar cerca del edificio. Estaba mirando vidrieras cuando me llega un mensaje de Gustavo, “donde estás?”. “Por mi casa”, respondo. “Yo estoy acá en tu casa y vos no estas”, leo. Un sudor frío recorrió mi espalda, no lo esperaba. “Ahí voy” le escribo.
Cuando abro la puerta estaban los tres sentados en una especie de pequeño living que tenía el ambiente principal. Un sofá, que era mi cama, y dos sillones.
Los saludé con un beso y les dije que me iba a cambiar de ropa. Cuando me estaba desnudando para lavarme un poco el cuerpo, Luz abre la puerta, “te juro que no sabía nada de Gustavo”, dice en un susurro. “No te hagas problemas, está todo bien” dije, y le guiñé un ojo. Estaba desnuda y se vuelve a abrir la puerta, era Gustavo, atiné a taparme el cuerpo con la ropa que tenía en la mano pero empecé a dejar las tetas a la vista, mis pezones hormigueaban y estaban enormes. Se acercó y me besó, pero le pedí que me dé unos minutos, fui al baño y me lavé lo más rapido que pude, cuando volví a entrar al dormitorio, él estaba sin la camisa y zapatos. Yo tenía puesto un toallón. Me recosté a su lado apoyando mi cabeza en su hombro. Nos empezamos a besar y quedé rápidamente sin el toallón, le ayudé a sacarse el pantalón y quedó desnudo, era la primera vez que lo veía así, y me gustó mucho su imagen. Abrí la cama y nos metimos dentro. Lo empecé a tocar, el pecho primero para seguir bajando hasta llegar a su verga, que ya estaba parada, le acaricié los huevos suavemente, volví a la verga y lo empecé a pajear muy despacio mientras le decía que lo había extrañado.
Nos besamos y se empezaron a sentir jadeos que provenían de donde estaba Luz, nos miramos y sonreímos. Yo seguía pajeándolo y con mi pulgar repartía por la cabeza de su pija el líquido tranparente que salía de ahí.
Estábamos muy melosos cuando se oyeron fuertes gritos de Sergio, y sonidos como guturales. Pensé que Luz estaba descompuesta. Salí y me asomé. Debí haber vuelto enseguida al cuarto, pero no pude. Ella estaba arrodillada, agarrada con sus manos a las piernas de él, con la verga en su boca. Él estaba parado pero apoyado en una silla. Luz tenía la boca llena de baba y le caía por el mentón, de ahí a sus tetas y se depositaba finalmente en sus piernas y suelo. Tenía razón, la verga de Sergio era bastante grande y ella llegaba a meterse la mitad en su boca, había echo tope. Pero abrió la boca aún más, como si fuera a gritar y empezó a empujar la cabeza contra la pelvis del viejo, moviéndola para los costados, como quien quiere meter algo en un agujero y que está muy justo, le caían más hilos de baba, y salían lágrimas de los ojos que le corrieron todo el rimmel. Y de repente vi como el tronco empezó a deslizarse, entrando íntegro en su boca, hasta el final, Sergio jadeaba mal. Ella seguía con la boca abierta y con toda la chota adentro. Sentí que Gustavo estaba a mi lado viendo el espectáculo. Me acerqué lentamente y arrodillé al lado de Luz y le empecé a acariciar la cabeza, mientras ella la iba llevando para atrás y vi como fue saliendo todo ese tronco que había traspasado su garganta. Ni me miró, y creo que el viejo tampoco. Ella tomó unas bocanadas de aire, expulsó toda la baba que se había juntado en su boca y le dio varias chupadas más a la cabeza para volver a abrir la misma y empujar hasta donde parecía que era el tope. Agitó la cabeza y abrió más la boca, daba la impresión que su mandíbula se iba a dislocar, gritó como pudo dándose fuerzas y arremetió, vi perfectamente como se mandó tada esa chota nuevamente hasta el fondo. Gritaba pero sus gritos eran apagados.
Sergio no aguantó, empezó a jadear y temblar, puso sus manos en la cabeza de Luz y le acabó ahí, directo en la garganta. Me pareció que ella tuvo un pequeño espasmo. Cuando él dejó de moverse fue sacando la chota muy despacio, vi hilos de baba y semen que conectaban la cabeza de esa pija con sus labios y lengua.Lo único que yo hacía era acariciarla, pero creo que fue la excusa para ser una espectadora privilegiada. Él le volvió a meter la pija y ella la chupó y comió las pocas gotas de leche que seguían saliendo. Sergio se sentó mirando un rato a la nada y luego cerró los ojos. Ella seguía arrodillada, bajó un poco el mentón hacia su pecho y cerró la boca de a poco, como haciendo un examen de su garganta.
Juro que no podía creer de lo que había sido testigo. Había visto en sitios porno, videos de chicas haciendo garganta profunda, pero esta fue lo mejor que vi.
Estaba muy caliente, me di cuenta después que mientras estaba mirando la boca de Luz con la verga de Sergio adentro, me metí varios dedos en mi concha mojándome toda. Lo miré a Gustavo y me acerqué, puse mi boca en su oido y le dije “cogeme”, el se movió como para ir a la cama, lo volví a traer y le dije “pero reventame la concha, dame con todo”.
Se acostó y me puso arriba de él, apoyó la punta de su verga en mi cueva, yo estaba que volaba. Dejó que vaya entrando milímetro a milímetro, entró casi nada, y de golpe me bajó hasta que mi concha llegó a la base de su tronco. Me empezó a dar bomba violentamente, giramos y quedó arriba mío y seguía dándome con todo. Me mordía la boca y los pezones. Me decía que era la mujer más puta que había conocido. Eso me hacía excitar más. No sé cuánto estuvimos así, pero me la sacó y me puso en posición de perrito y la volvió a meter, previo apoyo en mi culo de su pija. Me lo puerteó un rato y pensé que me iba a coger por el culo, cosa que no había hecho nunca, ya les contaré próximamente.
Pero me siguió garchando en esa posición. Al rato me pide que me dé vuelta, se acerca a mi cara y descarga toda su leche. Tenía semen por todos lados, uno de mis ojos estaba blanco, todo cubierto, la frente, nariz, boca, todo. “Papito, tenías esto guardado para mi?”, le digo.
“Es tremenda la cantidad de leche que me sacas.”, me dice. Se apretó la pija para sacar las últimas gotas de semen que se limpió en mi teta, y siguió diciendo “¿como estará Sergio?, por que no vas a ver?”. “Si, ahi voy”, le dije. Me levanté para ir al baño a limpiarme un poco y me dice “no te laves, quiero que vayas asi”.
Me quedo mirándolo y me di cuenta que me lo decía en serio. Giré y salí así como estaba, totalmente desnuda y mi cara llena de leche, ellos estaban en la cocina. Cuando Sergio me vio entrar se quedó mirando sorprendido, “como estas?, mejor?”, le pregunté. El semen se estaba resbalando y caía de mi mentón a mis pechos. Me pasé dos dedos juntando bastante de lo que tenía en la cara y dejándolo en mi lengua, mostrándole todo y luego saboreando y tragando. Así seguí con toda mi cara y mis tetas, juntando la leche y comiéndola mientras conversaba hasta terminar. Vi como Sergio me miraba con ganas y volvía a tener una erección. Puse cara de niña y dije sonriente “si me permiten, me voy a duchar”, me di vuelta y salí caminando, moviendo mi culo.
Gustavo se me quedó mirando cuando pasé a su lado. Entré al baño y me duché. Me puse un short y una musculosa sin corpiño, Luz se había duchado también y tenía puesta una bombacha y una remera blanca que traslucía sus pezones. Parecíamos dos trolas con sus clientes. La pasamos muy bien. Les preguntamos si se iban a quedar a comer y nos dijeron que debían ir a sus casas. Pedimos una pizza y los acompañamos hasta el ascensor.
Cuando entramos abordé a Luz, “Boluda, como haces eso?”, le pregunté.
“Hacer qué?, tragarla?, es acostumbrarse, empezas de a poco, primero te metes los dedos para reprimir las arcadas, te va a llevar tiempo eso, es lo más difícil, mirá, abrí la boca” dijo y apoyó sus dedos índice y medio en mi lengua y haciendo muy poca presión los fue metiendo de a poco, “relajate que vas bien”. Sentí que masajeaba toda mi lengua hasta que pasó a una zona en la que me empecé a tensionar y cuando llegó cerca de mi campanilla comencé a hacer como arcadas. “Bueno, eso es lo que tenes que manejar”, y para demostrármelo se metió los mismos dedos hasta el fondo de su garganta, luego tres y después cuatro, lo hacía como algo natural. Me volvió a meter dos dedos y volví a tener la misma sensación. Así lo hizo hasta que casi vomito. Me dijo que eso estaba bien y que podía ir preparándome yo misma, metiéndome los dedos, cada vez más y cuantos más dedos mejor. También me dijo que cada vez que chupe una pija tenga como meta tratar de meterla toda, ver si puede pasar. Y también me dijo de ir probando con consoladores y que, llegado el caso, utilice alguna anestesia en spray.
Cuando llegó la pizza seguimos hablando del tema y me contó que sus padres la tenían cortita de dinero y para conseguirlo hacía cualquier cosa. Entre otras, chuparla como ninguna.
Con esos secretos confesados me fui esa noche a descansar.