El secreto de los tres hermanos

Los rumores no siempre son ciertos, pero en este caso sí

Antes de empezar este relato quiero dejar claro que esto pasó antes de mi relación con Daniel, aunque él tuvo mucho que ver

Lisbeth, mi hermana, siempre fue la más pequeña de la familia, a pesar de que Lucas y ella son gemelos. Era una tarde de primavera, antes de los finales. A ella no se le daban bien las matemáticas, y dar clases tampoco era mi fuerte. En cuanto a Carlos pedirle ayuda era simplemente imposible, no le gustaba nada estudiar y siempre suspendía. Por el contrario a Lucas le gustaban más las letras, así que tampoco merecía la pena. En vista de la situación a mi hermana no le quedó de otra que pedirle a su mejor amigo que le diese clases. Yo no lo conocía aunque Lisbeth hablase mucho de él, y en cuanto lo vi aparecer casi se me para el corazón. Nunca había visto a un chico tan guapo, con aquellos ojos almendrados y el cabello negro algo revuelto, de estatura media y buen cuerpo. Tuve que subir a mi habitación para evitar mirarle. Entonces yo tenía novia pero solo podía pensar en David.

Pasó el tiempo y tanto Carlos como Lucas se empezaron a dar cuenta de que algo pasaba y más importante, sabían que no podían ayudarme por más que quisieran. Cuando llegó el verano David invitó a Lisbeth a ir a Valencia con él y su familia, y ella aceptó. Ese día nos peleamos, y fue el peor momento que vivimos. Se me escapó que estaba enamorado de su mejor amigo, y mis otros dos hermanos lo habían oído. Todo se quedó en un silencio muy incómodo y me fui al jardín. No soportaba tener a nadie cerca, quería escapar. Supongo que forma parte de mi naturaleza de ariano, estar calmado la mayor parte del día, explotar en un momento, sentirme herido y luego volver a estar tranquilo.

Sentí unos brazos rodeándome, algo que yo conocía muy bien. Lucas me conocía mejor de lo que ninguno de los dos pensaba, y sabía que, abrazándome, era capaz de volver a mi estado común y corriente en muy poco tiempo.

-No sabía que te gustasen los hombres.

-Hasta que Lisbeth lo trajo a casa yo tampoco.

-Entonces era eso lo que te pasaba, por eso te habías vuelto tan poco amigable -suspiró-. Pensaba que te habíamos hecho algo que te había dolido o molestado. Quería ayudarte pero no sabía cómo.

-El problema es que no puedes.

-El viene a ver a Liss muchas veces, ¿por qué no se lo dices?

-Para empezar porque me falta valor. Además él es el mejor amigo de Liss, simplemente no puedo hacerle eso.

-¿Puedo hacerte una pregunta? -asentí-. Ya sé que te haces pajas, ¿alguna vez fue pensando en él?

-¿Te parece esa una pregunta para hacerle a un hermano?

-¿Eso es un sí?

Tenía razón, no podía ocultarlo. Hasta que lo conocí cualquier cosa me excitaba, pero después era incapaz si no pensaba en él. Pero nos separaban varias cosas: la amistad con Lisbeth, su edad, la mía y, sobretodo, mi novia. Aún no había roto con ella pero tampoco era capaz de acostarme con alguien si solo pensaba en David. Carla, mi novia, sabía que algo me pasaba, y esa tarde, después de que Liss se fuera, vino a verme.

-¿Estás con otra?

-No.

-Elián, por encima de todo somos amigos. Dime qué te pasa.

-¿Me prometes que no se lo dirás a nadie?

No era que me molestase que el resto del mundo supiese la verdad sobre mí, era que no quería que afectase a Daniel de ningún modo. Sabía que le haría daño a Carla, pero no me quedó otro remedio.

-Me enamoré de...

-¿De quién? -me miró a los ojos-. Tú siempre miras mucho a mi hermana.

-No es de tu hermana, es del mejor amigo de Lisbeth.

-Por eso nunca me has dado un beso. Eres gay.

-Siento habértelo ocultado.

-¿Él lo sabe?

-No y temo que le afecte, así que por favor, no digas nada.

Se fue sin decir ni media palabra, y en cuanto cerró la puerta no supe bien cómo reaccionar, y Lucas tuvo que llevarme a mi habitación. Acababa de hacer daño a alguien a quien quería mucho y yo estaba sufriendo mucho más de lo que creía posible.

-¿Quieres que te consuele?

-¿Y cómo piensas hacerlo?

No me respondió, simplemente me besó, y aunque al principio me pilló de sorpresa después me dejé llevar y al final acabé por tomar el control, besarle con rabia. No lo consideré mi primer beso, solo una jodida salida para evitar volverme loco.

-No es lo mismo.

-Entonces no vuelvas a besarme, solo aprovéchate de mí hasta que seas capaz de hablar con Daniel.

Esas palabras me ganaron, y ardía tanto en deseo que no me controlé. Quería que fuese Daniel, pero tampoco podía quedarme así para siempre, el deseo me estaba consumiendo y no sabía si sería capaz de hablar con él. Se desnudó para mí, y siendo delgado como era, con el cabello rubio y fino como Liss, los ojos verdes y la piel clara, me atrajo mucho, aunque solo fue físicamente. Yo tampoco pude aguantar más, fue demasiado para mi verle excitado, y prácticamente me arranqué la ropa. Me sobraba todo, y quería desahogarme de algún modo, aunque fuese con mi hermano pequeño. Me dio igual que Carlos pudiese vernos, y mis padres estaban fuera de la ciudad.

Carlos se lanzó a por mí polla sin preguntar, y me hizo gemir como nunca antes pensé que alguien lo conseguiría. Estaba muy duro y él se aprovechaba de ello, lamiéndome la punta, repasando el tronco y jugando con mis pelotas. Acabé por correrme antes de lo que pensaba, ni siquiera pude avisarle, sentía demasiado placer como para intentarlo. En ese momento Lucas tenía mi polla entera dentro de su boca, rozando la campanilla, y encima le agarraba de la cabeza para que no se separase de mí. Me corrí dentro de su boca, y pensé que le molestaría, pero cuando solté su pelo y se separó de mi él me miró a los ojos con la boca abierta llena de mi lefa y luego se la tragó. Eso me puso cachondo de nuevo, ¿y a quién no? No aguanté más, lo agarré del cuello y lo acorralé en la cama. Estaba demasiado excitado como para controlarme.

Se la clavé de golpe y Lucas gimió, no sé si de dolor o de placer, estaba demasiado ido como para darme cuenta. Creo que me pidió que fuese más despacio, pero no le hice caso, le daba duro y sin pararme a pensar si le dolía o no, solo buscaba desahogarme. Entonces alguien me tiró del pelo y me giré de mala hostia. Era Carlos y no parecía de buen humor.

-Te dije que no era buena idea.

-Tú tampoco aguantabas verlo así.

Me había pasado, le había hecho daño y no me había dado ni cuenta. Él era quien más me quería y respetaba, y lo mismo sentía yo. No era capaz de mirarle a la cara, me odiaba demasiado a mí mismo como para intentarlo. Lucas se levantó y me abrazó, no entendía por qué.

-No te preocupes hermanito, yo cuidaré de ti.

-Lo siento.

-No te disculpes -dijo Carlos-, no diré nada si me dejáis unirme.

-Tú por detrás no vuelves a darme, siempre haces que me arda el culo.

-Si eres una zorra pasiva -suspiró-. Que lo haga Eli, pero yo pienso darte a ti -me dijo al oído.

-Está bien.

No me importaba, solo quería desahogarme de algún modo, aunque eso me mataba por dentro. Lucas se puso a cuatro patas, dejándome ver su culo, y yo lo lamí despacio, abriéndolo y humedeciéndolo sin prisa. Lucas gemía casi tanto como yo cuando me la había comido. Me pasé así un buen rato, hasta que me pidió a gritos que le follase duro. No quería volver a hacerle daño, así que fui un poco más despacio, y me paré cuando se la metí entera. Tenía pensado quedarme así hasta que me lo pidiese, pero él empezó a moverse. Lo pillé a la primera, pero en cuanto iba a darle Carlos me metió dos dedos y yo gemí más de dolor que de placer.

-Tranquilo Eli, esto te va a gustar. A Lucas le vuelve loco.

En ese ámbito no me fiaba demasiado de Carlos, pero no dije nada, seguí follándome a Lucas mientras el otro movía sus dedos dentro de mi culo. Todavía me sentía mal por haberle hecho daño, pero Lucas gemía y se movía buscando más placer.

-Estás apretado, pero creo que ya puedo hacerlo.

-Carlos, recuerda que es virgen.

Eso también lo entendí, nunca antes me habían dado por detrás y tenía algo de miedo, pero Carlos no sabe controlarse y me la metió de golpe. Tuve que morder a Lucas para no gritar, y el pequeño gimió. Le gustaba que le mordiesen.

-Te dije que fueses despacio.

-Si lo está deseando.

Eso era cierto, no había nada que quisiese más en ese momento que follar con esos dos, dejar que el placer me alejase un poco de mi vida. Carlos era un poco más compasivo que yo en ese aspecto, y esperó a que me acostumbrase a sentir su rabo dentro de mí antes de moverse. Entonces sentía tanto dolor como placer. Me dolía que Carlos me diese tan fuerte y me volvía loco follarme a Lucas. Él era quien lo recibía todo, y parecía volverse loco de placer, gemía como loco, tanto que podía oírse en toda la casa.

Al poco tiempo también yo empecé a gemir solo de placer, me volvía loco tener a Carlos dándome por detrás y follarme a Lucas al mismo tiempo. Apenas recordaba mis problemas, parecían demasiado pequeños como para darles importancia. Tenía la polla a punto de explotar y eso me quitaba toda posibilidad de pensamiento. Lucas sintió lo que me pasaba y miró a Carlos.

-Nuestro hermanito va a correrse pronto.

-Que poco aguanta.

-No te burles, a ti te pasó lo mismo la primera vez.

Tenía razón, estaba a punto de correrme. Intenté apartarme para no correrme dentro del culo de mi hermano pequeño, pero Carlos no me dejó, me dio más duro, y no aguanté más. El culo de Lucas se apretó un poco cuando se corrió y sentir la leche de Carlos dentro de mi culo hizo que perdiese el control y me vine dentro de mi hermanito. Acabé casi sin fuerzas y jadeando.

-¿Te sientes mejor?

-No eres él.

Seguía deseando a Daniel por encima de cualquier cosa, pero tenía que reconocer que aquella tarde me había sentado de lujo. Acabamos los tres durmiendo en la misma, cama, y al despertarme deseé que hubiese sido un sueño, pero mis hermanos seguían a mi lado. Lucas me miró sonriendo como un niño. Tiene una sonrisa arrebatadora.

-¿Cómo te sientes?

-Vacío, no debí hacerlo.

-Pero lo necesitabas. El deseo no es algo fácil de controlar, ni te imaginas lo que nos cuesta a mí y a Carlos no devorarnos cuando hay gente delante. Sabía que no aguantarías mucho. ¿Por qué le dijiste a Lis que estás colado por Daniel?

-Estoy celoso. Daniel está enamorado de Lis y no quiero que estén juntos. Ya cuando venía por los exámenes era un infierno así que ahora me siento mucho peor al pensar que están solos, que podrían acabar siendo novios.

-No te tortures con eso, sabiendo lo que sabe Lis nunca sería capaz de algo así. Tú solo espera a que vuelva, se me ha ocurrido una idea.

Asentí, y esperé. Faltaban dos semanas para que volviese y estaba deseando meterla en casa y que me contase todo, aunque me mintiese del modo más cruel para no hacer más daño del que ya estaba pasando. Se me hicieron eternas, apenas soportaba tener cerca a mis hermanos y me negaba a salir de mi cuarto. Cuando volvió casi me la llevo a mi habitación arrastras, pero tenía que hablar con ella, pasase lo que pasase ya no podía esperar.

-¿Qué ha pasado?

-¿Puedes ser más claro?

-Entre tú y Daniel, ¿qué pasa entre vosotros?

-Solo somos amigos.

-No me lo trago.

Estaba tan comido por los celos que nada de lo que dijese sería capaz de convencerme. Una parte de mi creía que estaban juntos y la otra se negaba en redondo a asumir eso, a aguantar que se besasen y tener que verlos felices.

-Me da igual que no te lo creas. Solo somos amigos, yo jamás te haría algo así.

-No me mientas.

-Eres imposible.

Lis se fue a su habitación de mal humor y yo me quedé en la mía, ahogado por los celos. Lucas entró y me miró intentando tener paciencia, pero reconozco que a mí se me da mejor agotarla que otra cosa.

-No están juntos.

-¿Y tú como lo sabes?

-Ya te lo he dicho, Lis jamás te haría daño de este modo.

Pasó el tiempo, y cuando ya no pude más hablé con Lis sin ocultarle lo que pensaba y sentía, con el corazón en la mano, como se suele decir. Le confesé que estaba muy celoso, que quería a Daniel solo para mí y que quería que lo trajese y nos dejase a solas.

-No.

-Por favor, ya no lo soporto más.

-A él también le gustas pero es idiota.

-Tráelo aquí.

No paré de pedírselo durante semanas, intentando que entendiese que necesitaba verle y decirle lo que sentía, aunque tenía la sensación de que, pasase lo que pasase, sería incapaz de contarle nada, que me callaría, como siempre, y acabaría por perderle. Un día cedió, pero me puso dos condiciones. La primera fue que se lo dijese o no dejaría que volviese a verle, y la segunda que no me lo follase. No sabía cuál de las dos condiciones sería más difícil de cumplir, ni si podría hacerlo, pero estaba tan desesperado que acepté.

Cuando salió por la puerta la mañana en la que, sí o sí, Daniel vendría, Carlos y Lucas me convencieron para que me saltase sus condiciones, al menos la segunda.

-Si lo hago no me lo perdonará nunca.

Carlos me agarró la polla, tocándola directamente. Eso me vuelve loco y me deja sin capacidad de decisión, pero tenía que ser fuerte. Pensaba que podría soportarlo, hasta que Carlos habló.

-Lucas, hazlo tú, se te da mucho mejor que a mí.

Adiós a mis esperanzas de no dejar que me convenciesen. Lucas es muy bueno, y en cuanto me tocó el capullo supe que no podría aguantarme. Me la comió entera, metiéndola en su boca con un hambre fuera de lo común. Me apretaba el tronco con la boca, a veces me lamía las pelotas, y aprovechaba para jugar también con mi culo... pero que hiciese eso no me dejaba correrme. Maldito crio endiablado.

-Está bien, lo haré.

Cuando dije eso Lucas se la metió entera en la boca y dejó mi culo en paz. Me corrí tirando hasta cuatro trallazos, gimiendo con cada uno de ellos, y cuando Lucas se separó ya se la había tragado.

-Muy bien hermanito, esto es lo que vamos a hacer.

Lo planeamos todo, yo me follaría a Daniel primero, luego iría Carlos y después actuaría Daniel. Sin embargo, como supongo que sabes, las cosas no salieron como nosotros pensábamos. En fin, el resto, como se suele decir, es de sobra conocido.