El secreto de Livia (corregido)

Obsesionado con mi vecina, tuve la oportunidad de verla en un desliz. ¿Hasta donde llegaría por mantener el secreto?

El fr

í

o de la noche se me clavaba en los huesos, desde la esquina observaba a Livia, una vecina que me obsesionaba. Siempre me había gustado, lo inocente que parecía cuando la miraba a la cara, su pelo rizado, castaño y largo caía rozando unos esbeltos hombros que mostraba casi con descaro, como si el único rival que tuviesen en el mundo con aquellas camisetas fuesen sus propios pechos, dos hermosas montañas las cuales

más de uno soñaba con devorar. Siempre intentaba acentuar su belleza con unos escotes de escándalo y unos pantalones ajustados que resaltaba un culo prieto y bien ejercitado. Lo que me había llegado a calentar, nadie lo sabrá, pero es que una diosa así, no está hecha para andar por el mundo.

Por si tener un cuerpo escultural fuera poco, también era simpatiquísima, haciendo

imposible que le cayese mal a nadie, ingeniosa, ocurrente y divertida

,

no fue difícil hacerse su amigo y envidiar, desde las sombras, al estúpido de su novio, un tío cachas de casi dos metros, cuyo único mérito era que, cuando cerraba la boca, no parecía tan idiota como cuando la abría. ¿Qué verán las chicas como ella en esos estúpidos musculitos?

No podía hacer nada, siempre tenía esa pinta de enamorada, como si el amor le diese alas para no necesitar caminar por la tierra. Al menor asomo de que alguien intentaba ligarla, sacaba a colación el tema de su novio como si fuese un escudo protector. La verdad es que

,

cualquiera que hubiese visto los brazos del maromo, sabría que en lugar de contar con un escudo, tenía un arma en toda regla.

Así era la musa que, noche tras noche, me obsesionaba en miles de pajas nocturnas, aunque ahora, viendo como se alejaba Juan

-

un chico del gimnasio al que su novio iba

-

después de haberle comido toda la boca, ya no me parecía tan santa. Por algún motivo, que no llegue a comprender bien, me enfadé como si alguien me hubiese engañado. Me acerque sigiloso y cuando hablé, lo hice en un tono fr

í

o.

-Hola Livia

Habiéndose creído sola, se giró sobresaltada y tardo unos segundos en darse cuenta de que debía responder al saludo.

-Hola Julius ¿Qué tal? ¿Qué haces por aquí?

-Me aburría y me dio por irme a pasear, ¿Quién era el chico ese?

-Un amigo de Pedro, habíamos quedado para que me pasase una cosa -El rubor que le subió hasta sus mejillas

,

resaltaba su belleza

-

.

-El qué, ¿Su lengua por tu boca? –Dije en un tono fuerte. No quería admitirlo, pero me sentía decepcionado.

-No es lo que crees, no ha pasado nada - La chica miró a su alrededor para ver si alguien me había oído –intentó besarme y yo lo rechace.

-No es lo que pareció desde aquí, tampoco te noto enfadada y él no creo que se haya ido tan mal, ¿verdad?.

Totalmente roja de vergüenza, derrotada, se lanzó sobre mi pecho. Pude sentir, por primera vez, la turgencia de sus senos a través de su blusa.

-No digas nada por favor, haré lo que me pidas, no quiero que Pedro se entere.

Casi sentí lástima por ella, pero me concentré más en el monstruo que se

despertaba entre mis piernas, aumentando de tamaño a medida que sus suplicas me excitaban.

-Yo creo que tu novio tiene todo el derecho a enterarse de lo que intenta su amigo, no me parece justo que juegues así con él. Si le has rechazado, ¿Por qué no se lo cuentas?

Bajando la vista al suelo se alejó un poco de mí. El escote de su blusa roja combinaba con el sonrosado de sus mejillas.

-Juan es un buen amigo suyo, está enamorado de mí desde hace mucho. Hoy me dijo que sólo quería un beso, tras todo este tiempo viendo como me entregaba a otro –

Vaya, así que el otro musculeitor era un poeta, pensé

– Pero si Pedro se entera

,

le matará. Es muy buen chico, no se merece nada malo.

Sí, le recordaba de mi época de estudiante, cuando a solas me golpeaba en los recreos, con su corazón de poeta y sus puños de piedra. Le recordaba muy bien riéndose de mi

,

cuando pedía compasión. Ahora era un adulto hecho y derecho, pero algunas cicatrices intangibles

no sanan nunca. Dejé que Livia hablase mientras caminábamos, siendo vecinos, ambos llevábamos

la misma ruta. Además unas ideas perversas o maravillosas -aún no tenía decidido cómo eran

-

estaban empezando a nacer en mi conciencia. Me despedí aludiendo que necesitaba tiempo para pensar, que me llamase al día siguiente. Fue cosa del destino, el que me la encontrase junto a su novio

,

en el ascensor

,

cuando subía de comprar el pan

-Hombre

,

la parejita feliz ¿Cómo estáis?

-Muy bien, ¿Y tú, c

ó

mo andas? –La voz de ella era maravillosamente sensual

,

él

,

sin embargo

,

ni se digno en mirarme.

-No me quejo, por cierto

,

si quieres te presto lo que me pediste ayer y de paso te comento lo que decidí sobre lo que hablamos, me parece que no te gustará lo que vas a oír.

Ella puso cara de escándalo y volvió a ruborizarse, estoy convencido que si el estúpido de Pedro mirase hacía la tierra

,

en lugar de a su ego

,

se hubiese dado cuenta de que algo pasaba.

-Ok- esperó a que el ascensor llegase a mi piso y salió de primera

,

regalándome una vista increíble de su culo –

C

ariño, espérame aquí un segundo.

Con rapidez, fui hasta la puerta del piso, con los nervios

,

no era capaz de acertar a meter la llave en la cerradura, pero al tercer intento conseguí abrir. Nada más cerrar la puerta ella se tiro de rodillas al suelo con las manos delante de la cara.

-Por favor no lo hagas, por favor, no digas nada.

Estaba preciosa, y la vista de sus pechos desde esa altura, me la puso más dura aún

,

si cabe.

-Yo creo que debe saberlo –Su mirada se volvió vidriosa a punto de echarse a llorar – ¿Acaso Juan merece el sacrificio del mal trago que puedes pasar por él si esto se descubre?

Se quedo callada un instante, supongo que aquella era la pregunta del millón. Analizó mis palabras y con un hilo de voz respondió.

-Creo que sí, se lo merece todo.

-¿Sólo lo crees? ¿Sólo crees que ese buen chico se merece un pequeño sacrificio o que se lo merece todo?

-Estoy segura de que se merece cualquier sacrificio que haga por él, se merece cualquier cosa.

-Demuéstralo –Me saqué la polla y se la puse frente a su cara –a ver si est

á

s a la altura de tus palabras, veamos si eres capaz de pagar por mi silencio.

Se quedo mirando mi duro miembro que vibraba

,

frente a ella

,

como si tuviese vida propia, ni siquiera hizo el amago de acercarse, yo no me moví.

-Pero es que… -la débil excusa que salió de sus labios quedó cortada por mi respuesta

-¿Ves? No merece la pena

Agarre mi polla y me la iba a introducir dentro del pantalón

,

cuando sentí que su mano sujetaba la mía, ni me miró cuando se metió la polla hasta el fondo de su garganta. Estuve a punto de gemir de placer al sentir su lengua jugueteando con mi glande mientras, la mano derecha, subía y bajaba por el tronco a la vez que me masturbaba contra su boca. Por suerte, recordé que su novio estaba tras la puerta y me contuve.

Su boca era tan caliente como la vista de sus tetas con ese pedazo de escote que tenía, quería deslizar mis manos por sus pechos y perderme acariciándolos, pero antes, sentía curiosidad por saber lo que hacía su novio. A través de la mirilla de la puerta, comprobé como esperaba pacientemente a que me cansase de tener a

su querida novia comiéndome la polla. Aquello me dio mucho morbo

,

así que la cogí por el pelo y la obligue a aumentar la velocidad

,

mientras seguía mirando al patán que la esperaba. No sé de cuánto tiempo disponía antes de que se impacientase y la llamase, quería aprovechar al máximo la experiencia. Me saqué los pantalones. La obligue a levantarse y apoyarse contra la puerta.

-Mira, ¿Ves a tu novio putita?

-No me llames así.

Ignorándola volví a preguntar en un tono fuerte y duro.

-¿Le ves?

Ella bajo la cabeza para mirar por la mirilla con lo que dejó el culo en pompa.

-Si le veo.

Empecé a acariciarla sus pechos por encima de la ropa, se puso muy tensa e iba a separarse cuando la susurre al oído con dulzura.

-

¿

Te gustan más sus besos o los de Juan? , sinceramente.

-No lo sé.

-Piénsalo, con calma, no saldrás de esta casa sin responder.

Mientras hablaba, deslicé mi mano izquierda por el interior de su blusa y acaricié sus pechos por debajo del sujetador

,

mientras que con la derecha abusaba del espectacular culo que tenía. Noté que ya no estaba tan tensa, aunque tampoco relajada del todo.

-Creo que Juan.

-¿Crees?

Introduje mi mano por la parte delantera de su pantalón, sin soltar sus jugosos pechos. Cuando sentí el elástico de sus braguitas

,

esperaba que hiciese algún movimiento para detener lo que iba a continuación. No lo hubo.

-No, no lo creo. Juan besa mucho mejor.

Entonces, -moví la mano acariciando su conejito

,

que encontré húmedo para mi sorpresa

¿Juan besa mejor que el pardillo que está esperando, ahí fuera, a que termine de jugar contigo?

-Siiiiiiiiii -alargó la afirmación

,

mientras mi dedo invadía su intimidad deslizándome en el interior de su coño.

-Que interesante putita, -saqué la mano de sus pechos y con habilidad le desabroché el botón de su pantalón –Entonces Juan se merece cualquier sacrificio ¿Y el imbécil de afuera?

-¿Qué?

Con fuerza tire de su pantalón hacía abajo sin dejar de masturbarla, sus braguitas blancas resultaban muy sexis con el contraste de su piel morena, la agarré de la cabeza hacia abajo y empuje mi cuerpo para que notase mi polla en su culito. Comencé a moverme como si me la follase, mientras dos dedos se perdían en el interior de su coño. Livia tuvo que agarrarse, al marco de la puerta, para no perder el equilibrio mientras la empujaba.

-¿Le ves?

No hacía falta ser un genio para darse cuenta de que me refería a su novio

-Sí, le veo

-El idiota al que ves, ¿Se merece a una puta caliente como tú?

No respondió, no me importaba, seguí con los dedos en su coño mientras colocaba mi erección contra sus braguitas. Sin que lo percibiese, fui humedeciendo mi polla con sus propios jugos al compás de la semifollada que le estaba haciendo, aparte un poco su ropa interior y jugueteando, introduje la punta de mi aparato entre sus piernas. No me podía creer que aquella chica

,

con la que tanto tiempo había soñado

,

estuviese en esa erótica posición. Y yo, que la había considerado casi una santa, no quisiera, antes, aprovecharme de ella. La cogí con fuerza por las caderas y la metí de un golpe dentro de ella.

-¿Te has follado a Juan?

-No -mientras hablaba me movía más rápido y a ella le costaba acabar la frase mientras lanzaba suspiros sin parar –Ayer fue el primer beso que me dio.

Sonreí mientras la embestía con fuerza. Imaginaba como Pedro miraba su reloj impaciente, ansioso por tener a esa hermosa zorra otra vez en casa, el pobre desgraciado, no sólo su mejor amigo le había comido la boca sino que para taparlo me estaba follando a su novia ante sus narices.

-¿Pedro se merece a esta perra caliente? –La agarré de los pechos notando como me acercaba al orgasmo.

-El muy capullo

,

no se merece una puta tan caliente como yo.

Mientras lo decía aceleré y ella golpeó la puerta sin querer con su cuerpo. Si pudiese ver a través de la madera, hubiese comprobado la mueca que ponía el musculitos mientras se acercaba a mi casa, pero estaba tan caliente que no era consciente, sólo sentía el dulce coño apretadito de su querida novia.

Ella, por el contrario, sí que veía como se acercaba, podía haber dicho algo, aunque tan cerca del orgasmo en lugar de hablar, sólo sentía la necesidad urgente de correrse mientras le miraba a la cara. Y así fue, cuando alcanzó el orgasmo le miraba directamente a los ojos. Su conejito apretó tan duro

,

exprimiendo mi miembro

,

que no pude evitar inundarle las entrañas con semen caliente.

Iba a decir algo pero Livia giro la cabeza y me beso con lengua cuando su pareja llamo al timbre, no se separó mientras pasaban los segundos y yo seguía dentro de ella. Cuando volvió a llamar Pedro, saco mi polla de su conejito, se agachó para subirse los pantalones y cuando estuvo a la altura de mi falo se lo metió en la boca y limpio los restos de sus jugos y mi leche.

-Tenemos un acuerdo. No le digas nada -Se giró y agarró un jarrón que tenía encima del mueble de la entrada, con un ligero empujón me saco del pasillo y abrió la puerta, cerrándola a su paso –Hola cariño, perdona el retraso, nos estábamos enrollando ahí dentro y entre una cosa y otra me invitó a comer algo y no pude decirle que no. ¿Ves que cosa tan bonita me ha dado a cambio?

Mostró con ilusión el jarrón de los chinos que me había cogido. Me excitó imaginarme que la muy perra se había vendido por un jarrón de un euro. A través de la mirilla

,

pude ver excitado, como se acerco a su novio para besarle en los labios mientras miraba fijamente hacía mí, traspasando la madera. Supongo que sabía que estaba observando y recordaba como segundos antes, esa boquita me había limpiado toda la corrida que teníamos.

-Si cariño, tenemos un trato –susurre a la puerta mientras me empezaba a masturbar con el recuerdo – un trato que espero que dure mucho tiempo.

Ha pasado tiempo desde mi último relato, por diversos motivos tuve que dejar este mundo de fantasías para cumplir mi propio sueño

.

Pero aquí estoy otra vez, dispuesto a entregaros un pedazo de mi mundo para aquellas personas que sueñan con lo prohibido.

Creo que este relato será una saga, que iré escribiendo poco a poco si os gusta, ya me diréis en los comentarios. Una vez más agradecer a los que puntúan y añaden esas palabras a modo de comentarios que ayudan a que cada día nos superemos escribiendo e invitar a las personas que lo deseen a escribirme a mi correo o al Messenger si lo desean. Con la fidelidad que dan los años sigue usando el mismo

Eclipsado2@hotmail.com

hasta la próxima vez que escriba me despido.

P.D Yo y mis posdatas ... lamento haber borrado esto 2 veces ... pero no me gustan los errores así que de paso aprovecho (ya que borre tu opinión) y mando un enorme beso a Lorena. :-)