El secreto de la psiquiatra (Y 2)

Madre e hija follan por primera vez.

Recomiendo leer el capítulo anterior para entender este capítulo.


Llegó el día en el que me iba a follar por primera vez a Valeria, yo tenía muchas ganas y Valeria estaba atacada de los nervios, de

hecho,

Maribel tuvo que darle una medicina, un ansiolítico creo, para que se tranquilizara un poco por lo que iba a pasar esa tarde conmigo.

Quedé con Valeria en que la recogería a la salida de su instituto e iríamos a comer algo antes de llevarla a mi casa y follar allí.

Me vestí muy provocativa porque quería dejar una mala impresión en el instituto de Valeria, que pensaran de ella que tenía amigas que eran malas influencias.

Me puse una mini de cuero con la que mostraba casi todo mi culo, un top y una chaqueta, también de cuero, medias de red y unas botas con 25 cm de tacón y mucha plataforma y me maquillé un montón, como una puerta.

Con esto puesto me subí a un descapotable que tengo (Un MB SLK), para seguir con el plan y me fui a recoger a Valeria.

Llegué con tiempo y me bajé del coche, cuando vi a Valeria, la saludé con un beso en la boca, asegurándome antes de que sus

compañer@s

me veían bien, y montamos de nuevo en el coche para ir a comer por ahí.

Valeria prefería que fuéramos directamente a mi casa y pidiéramos algo de comida para reparto a domicilio, así que lo hicimos así.

Nada más llegar a mi casa, le ordené a Valeria que se desnudara por completo y que se quedara así hasta nueva orden; fui pidiendo la comida, también comida alemana como hice con Maribel en esa primera cita del plan de noche de chicas, y fui a la cocina a por dos cervezas.

Valeria puso mala cara porque no era demasiado cervecera, pero al final se la fue bebiendo, le estaba dando el último trago mientras charlábamos de Matemáticas (Por calentar un poco el ambiente), cuando sonó el timbre, era el repartidor de la comida.

Le ordené a Valeria que fuera a abrir la puerta tal y como estaba, Valeria se resistió un poco porque estaba muerta de vergüenza, pero al final logré que fuera y yo seguí sus pasos porque tenía una propuesta para el repartidor.

Al abrir la puerta, mientras Valeria recogía la comida, le ofrecí la posibilidad al repartidor de recibir una mamada de Valeria de forma totalmente gratuita.

El repartidor no lo dudó ni un segundo y pensó que iba a ser algo rápido así que pasó al vestíbulo, al hall, y yo le ordené a Valeria que le bajara los pantalones al repartidor, le bajara después el calzoncillo, sacara su polla y se la chupara.

Valeria estaba hecha un flan, pero empezó a seguir mis órdenes, se puso de rodillas y le fue quitando al repartidor la parte de abajo, sacó una polla de tamaño mediano pero erecta y, con cuidado, con timidez, se la fue metiendo en la boca y la fue chupando.

Se notaba que era algo a lo que Valeria no estaba acostumbrada, le faltaba técnica, pero el repartidor no tardó en correrse en la cara de Valeria y se largó sin más, solo me agradeció a mí la propuesta que le había hecho y yo le pedí el número por si acaso surgía alguna oportunidad de usarlo como cebo de algo sexual.

Regresamos al salón, donde Valeria había dejado las bolsas con la comida y comimos las dos tranquilamente.

Después del postre y de un café, fue Valeria quien me pidió empezar ya a follar porque estaba nerviosa (Ya algo menos tras la mamada al repartidor) y quería dejar de ser virgen lo antes posible.

Sonó de nuevo el timbre de la puerta, le ordené a Valeria que fuera a abrir y ella se encontró con la sorpresa de que era Maribel, su madre la que había llamado.

Valeria pensaba que su madre estaba en el hospital atendiendo pacientes, de ahí la sorpresa, pero Maribel le dijo que había venido a ver en vivo y en directo la primera vez de su hija.

Entre Maribel y yo, tomamos a Valeria de la mano y la llevamos hasta mi habitación, Maribel y yo nos desnudamos la una a la otra y yo me puse un

strap-on

con una polla de tamaño mediano porque pensaba que Valeria la iba a poder aguantar sin problemas pese a ser su primera vez.

Valeria aún no tenía el coño lo suficientemente húmedo, así que Maribel se ofreció a hacer los honores y a chuparle el coño un rato para que se le humedeciera y yo me la pudiera follar.

Valeria se tumbó sobre la cama y cerró los ojos, para mi sorpresa no protestó y se dejó hacer, jamás pensó que iba a ver a su madre lamerle el coño, y menos aún que iba a disfrutar mientras lo hacía.

Apenas hicieron falta unos pocos lametones para que Valeria se pusiera a tono, con los pezones también duros como piedras, y yo le fui metiendo y sacando a Valeria la polla de plástico, en su coño, con pequeñas embestidas, suaves al principio, y con más fuerza al final, hasta que Valeria se corrió y sangró un poquito porque era la primera vez que follaba.

Para evitar que Valeria pidiera parar, rápidamente Maribel se colocó un

strap-on

y yo cambié de tamaño de polla por una más grande, y entre las dos comenzamos a follarla de nuevo, yo por el culo y Maribel por el coño.

Valeria tardó menos en alcanzar otro orgasmo, cuando lo hizo, puso cara de felicidad, y nos besó a las dos en la boca a modo de agradecimiento por lo que habíamos hecho.


Esa fue la primera de muchas tardes de sexo entre las tres, en alguna ocasión llamábamos también al repartidor de la comida, que les hacía el favor a Valeria y a Maribel de darles alguna alegría de vez en cuando.

Maribel decidió separarse de su marido y dejó a los hijos pequeños en casa de la abuela en Valladolid y se vino a vivir junto con Valeria a mi casa, para que pudiéramos disfrutar juntas de una vida como pareja de 3.