El secreto de la psiquiatra
Maribel es una psiquiatra con un secreto muy especial.
Os voy a presentar en esta oportunidad la historia de como Maribel una psiquiatra de 40 años, casada y con
hij@s
, logra cumplir un sueño que tenía en lo más profundo de su ser y se folla a Valeria, su propia hija, con la ayuda de Macarena, un Ama que cambiará para siempre la vida tanto de Maribel como la de toda su familia.
En este primer capítulo ya empiezan a pasar cosas, pero próximamente se viene más, estad atentos.
Habla Macarena
Soy Macarena una ingeniera de caminos y abogada de 32 años nacida en Málaga, aunque vivo en Madrid desde los 18 cuando empecé a estudiar la carrera, con un lado sádico muy importante ya que me apasiona el mundo del BDSM, en especial el dolor y soy Ama, me encanta ver sufrir a las personas que se dejan putear y dominar por mí, tanto hombres como, especialmente, mujeres, con muy pocos límites.
Físicamente me cuido un montón, no soy muy alta, pero lo compenso llevando siempre botas con altos tacones, soy morena, media melena, las tetas y el culo los tengo operados y me gusta verme bien elegante, así como practicar bastante deporte, porque tengo hasta un par de gimnasios propios, a modo de inversión, para tener ingresos pasivos aparte de lo que ya gano en mi empresa de construcción.
Fue en uno de mis gimnasios donde conocí a Maribel y a su hija Valeria (18 años apenas), cuando ambas vinieron para inscribirse ya que Valeria tenía algo de sobrepeso y Maribel no quería que se convirtiera en algo peor.
Yo estaba haciendo deporte un día por la mañana, era temprano y no había demasiada gente, cuando aparecieron ambas en la sala donde están las máquinas.
Siempre que coincido con clientes nuevos me gusta presentarme y ofrecerme a ayudarles en lo que pueda, aunque también utilizo la presentación para ver si puede darse la posibilidad de que sean
sumis@s
y quieran ser
dominad@s
por mí.
Maribel no estaba nada mal físicamente, pese a haber tenido ya 3 hijos, se cuidaba bastante, aunque las tetas las tenía algo caídas, pero desde que la vi me di cuenta de que me la quería follar y tendría que intentarlo, sin importarme que estuviera casada y con familia.
Valeria, a sus 18 años, parecía no tener ningún interés en hacer deporte y que estaba allí en el gimnasio porque su madre le había obligado, ella hubiera preferido estar tumbada en el sofá viendo la TV y comiendo comida chatarra.
Le sobraban unos 15 kg, al menos, a ojo, tenía buenas tetas, eso sí, naturales y grandes, más grandes que las de Maribel, así que, a pesar de todo, no le iba a hacer ascos a follármela si al final se daba la oportunidad.
Les estuve enseñando las diferentes máquinas y fui ayudando a ambas con diferentes ejercicios, intentando que hubiera roces frecuentes entre nosotras, con la excusa de sujetar su cuerpo para evitar accidentes.
Al acabar la primera sesión de deporte en el gimnasio, me ofrecí a invitarlas a ambas a tomar algo saludable y así conocernos un poco mejor y que yo pudiera ver si había posibilidades de follarme a alguna de las dos, o a las dos.
Valeria en un principio no parecía tampoco demasiado por la labor, pero Maribel dijo que sí, así que tras la ducha (Nos duchamos por separado), fuimos a desayunar algo sano a un bar al lado del gimnasio.
Pude notar desde el principio de nuestra conversación que Maribel, pese a estar casada, no acababa de ser del todo feliz, pues entre el trabajo en el hospital como psiquiatra, que era bastante agotador, y los 3 hijos (Aparte de Valeria tenía dos más, en edad escolar), no tenía apenas tiempo para sí misma y para disfrutar un poco de la vida.
Además,
su marido se pasaba la vida viajando por trabajo así que estaba poco tiempo en casa y menos aún en la cama porque debido al
jetlag
de los frecuentes viajes, ya apenas coincidían incluso en las horas de dormir, por lo que follar, era casi una palabra en desuso para Maribel.
Le di un abrazo a Maribel y le propuse que, al día siguiente, iríamos las dos de fiesta, plan de chicas, para pasarlo bien y disfrutar un poco; Maribel se mostró un poco dubitativa al principio, pero al final, aceptó, porque dijo que buscaría canguro para los hijos y Valeria ya tenía un plan para salir con una de sus amigas.
Cuando acabamos de desayunar, Maribel y Valeria se fueron a sus respectivas obligaciones (Valeria estaba estudiando una carrera de Informática), y yo me fui a trabajar, aunque también estuve pensando un plan para el día siguiente y poder conquistar a Maribel, ver donde estaban las debilidades (En plan análisis DAFO).
A la mañana siguiente, llamé a Maribel, que estaba en plena guardia de Psiquiatría en su hospital, y quedé con ella en que nos veríamos sobre las 20:00 a la puerta del gimnasio y allí empezaría nuestra noche de chicas.
El día siguió con normalidad, a las 19:00 llegué a mi casa, me di una ducha y me arreglé, me puse en modo dominatrix, con un mini vestido negro escotado de cuero negro y un corsé, junto con unas botas mosqueteras con mucho tacón, y un abrigo de visón, y me fui en mi Mercedes GLE hasta el gimnasio.
Maribel alucinó al verme así vestida, ella iba mucho más sencilla, una falda y una camiseta, con una chaqueta de cuero, guapa pero informal.
Fuimos hasta mi coche y llevé a Maribel hasta un bar de ambiente lésbico que conozco porque ayudo a su dueña con los temas legales y fiscales; al principio Maribel se mostró un poco reacia a entrar, pero logré convencerla diciendo
que,
para tomar una cerveza, cualquier sitio es bueno.
Entramos en el garito, Diana, la dueña, me saludó muy cariñosa, como siempre y nos preguntó lo que queríamos tomar, pedí dos cervezas y nos las sirvió junto con algo de picar.
Maribel se sentía un poco incómoda al principio, pero en cuanto que vio que una gran mayoría de las chicas ahí presentes eran incluso más femeninas que ella misma, empezó a soltarse un poco.
Al poco tiempo, Maribel me preguntó si era lesbiana, yo le respondí que sí, porque así me considero, (Ya que los hombres solo los uso como ATM o para que me ayuden con las tareas domésticas de mi casa), y ella se sorprendió un poco pero no me dijo nada.
Nos acabamos las cervezas y nos despedimos de Diana, la siguiente parada iba a ser en un restaurante de comida alemana, una de mis favoritas.
En el restaurante alemán yo me encargué de pedir, compartimos una tabla de comida alemana surtida, con patatas y salchichas diversas, y un rico pastel de chocolate de postre; bebimos más cerveza para acompañar.
Maribel se estuvo desahogando conmigo, yo notaba que quería probar cosas nuevas en su vida, se estaba cuestionando su vida monótona y llena de trabajo, aparte de tampoco tener muy claro si su matrimonio merecía la pena.
Cuando acabamos de cenar, yo pagué la cuenta y fuimos caminando a otro bar, de otra amiga a la que también le llevo las cosas con la idea de tomar una copa.
Este bar ya no era de ambiente, era simplemente un bar de copas, algo oscuro, con gente diversa, desde trabajadores haciendo
afterwork
hasta algún motero todo tatuado y con pinta de matarte con su mirada pero que gusta a muchas mujeres. (Y que luego resulta que es gay).
Pedí dos vasos de chupito y una botella de tequila, a pesar de que Maribel no puso demasiada buena cara ante la idea de agarrarse una borrachera de tequila, pero no le dejé que se quejara, y comenzamos a beber tequila.
Con 2 o 3 tequilas, Maribel ya empezaba a soltarse, la tenía justo donde yo quería, así que fue relativamente sencillo que ella misma acabara dándome un beso en la boca, yo lo estaba esperando y le seguí el rollo; nos estuvimos besando un rato largo, dejamos la botella de tequila y le propuse a Maribel que fuéramos a mi casa a seguir la fiesta.
Maribel se bebió otro chupito de tequila y aceptó mi propuesta, tomamos un taxi (Mi coche estaba a buen recaudo en un garaje seguro, ya regresaría al día siguiente a por él), y llegamos hasta mi casa.
Al llegar a mi casa, subimos en el ascensor hasta mi piso, un amplio dúplex con terraza grande, en una buena zona de Madrid ciudad, y ya en el ascensor, nos seguimos besando de manera apasionada.
Abrí con la llave, me quité el abrigo de visón y directamente tomé de la mano a Maribel y la ayudé a subir por las escaleras hasta mi habitación.
Una vez en mi habitación, desnudé a Maribel y le até las manos al cabecero de la cama con unas esposas de cuero para que no pudiera escaparse y bajé un momento al mueble del salón donde guardo las bebidas
alcohólicas
para agarrar una botella de tequila y los vasos de chupito, por si a Maribel le apetecía seguir bebiendo.
Cuando regresé a mi habitación, Maribel tenía su peludo coño chorreando, a mí me gustan los coños sin un solo pelo, así que agarré una maquinilla que tengo para estos casos y en unos pocos segundos, Maribel ya no tenía nada de pelo en su húmedo coño.
Apenas le había metido un dedo en su coño cuando Maribel emitió el primer gemido de placer, me estaba pidiendo que siguiera y quería que me la follase ahí mismo, porque para eso habíamos venido a mi casa.
Me desnudé rápidamente y comencé, por fin, a follarme a Maribel.
Usando mi lengua y mis manos, recorrí todo el cuerpo de Maribel, empezando por sus tetas, con unos pezones ya duros y bastante amplios, casi del tamaño de una galleta de desayuno, siguiendo por su coño ya sin pelos y muy húmedo, y acabando por su cuello, momento en el que logré que Maribel disfrutara de un orgasmo, no me hizo falta usar juguetes.
Cuando acabamos de follar, Maribel sonrió de oreja a oreja y comenzó a besarme y a acariciarme, sin duda había disfrutado, creo
que,
por primera vez en mucho tiempo, de un orgasmo, y había sido conmigo.
Maribel y yo nos quedamos charlando y bebiendo tequila, hasta que ya decidimos irnos a dormir
porque,
aunque no había que ir a trabajar al día siguiente, ya había algo de cansancio.
Por la mañana, Maribel se levantó con una resaca importante porque no estaba acostumbrada a beber tanto alcohol, pero al verme a su lado, desnudas las dos, sonrió y me dio un beso en la boca.
Llamaron a la puerta, era uno de mis sumisos, que nos traía café caliente a las dos para comenzar el día con energía; el sumiso se fue a seguir con sus labores y yo le pregunté a Maribel si tenía algún plan para el día.
Maribel me confesó que, si por ella fuera, nos hubiéramos pasado el día en la cama follando, tal vez saliendo solo de ella para comer algo de vez en cuando y reponer fuerzas, pero tenía que pasarse por su casa para cuidar de sus hijos, ya que el marido estaba en uno de sus viajes de trabajo.
Así que nos dimos una ducha las dos juntas, en la que hubo muchas caricias y algún beso más, y tras desayunar brevemente, me despedí de Maribel, con la idea de que ahora me tenía que ganar a Valeria, a la hija.
Pasé la mañana en el gimnasio, bajando la cena abundante de la noche anterior y pensando en cómo iba a conseguir que Valeria también cayese en mis redes.
Pensé en llamarla por teléfono para ver si quería alguna clase gratis de deporte conmigo, pero me pareció que me iba a decir que no, así
que,
a lo largo del fin de semana, fui pensando en otras vías.
Maribel me llamó al día siguiente por la mañana y me ofreció la posibilidad de ir las 3 (Valeria, Maribel y yo), a dar un paseo, yo acepté porque vi la ocasión de oro para dejar a Maribel ya atada y deseando follar, y a Valeria con ganas también de que me la follase.
Cuando nos vimos, Maribel estaba muy contenta, me dio un beso en la boca y me dio a entender que ya le había contado a Valeria lo que había pasado la noche anterior entre nosotras dos.
Valeria en cambio estaba muy cabreada, no entendía
que,
a su madre, toda una psiquiatra, le hubiera podido vencer la tentación, y hubiera caído en ella, al follar conmigo.
Le propuse a Valeria un reto, como sabía que a ella le gustaban las Matemáticas un montón (Y a mí también, pero creo que ella no lo sospechaba), si lograba solucionar un problema algo complejo en menos de una semana, yo me comprometía a dejar a Maribel en paz y a no follármela nunca más, pero, si no lo lograba, ella misma (Valeria), tendría que dejarse follar por mí.
Valeria no lo dudó apenas, y aceptó el reto, pensando en que sería sencillo y podría solucionarlo en pocos minutos.
Le planteé el problema de Matemáticas a Valeria, y ella se quedó pensativa, siguió así durante todo el paseo y no fue capaz de darme ninguna respuesta; durante ese paseo, Maribel y yo nos besamos y actuamos como una pareja normal.
Cuando acabamos de pasear, fuimos a comer algo a un restaurante que nos encontramos y que tenía buenos arroces en el menú, Maribel me confesó que estaba pensando seriamente si dejar a su marido después de lo que había pasado entre nosotras, aunque tenía algunas dudas porque no sabía si sus hijos pequeños se lo iban a tomar bien.
Yo le dejé bien claro a Maribel que en mi casa iba a haber siempre un sitio para ella si dejaba su casa y a sus hijos, y ella se lo tomó bien, me sonrió aliviada.
El domingo acabó así con Maribel, al acabar de comer cada una se fue a su casa y ya no volvimos a hablar hasta el martes, cuando Maribel me llamó para quedar y vernos otra vez.
El martes por la noche salimos a un bar que eligió Maribel y mientras nos tomábamos unas cervezas, Maribel se abrió y me contó una de sus fantasías:
Maribel: -” Macarena, en estos días desde que pasó lo que pasó entre nosotras, he estado dándole muchas vueltas a la cabeza y hay algo que te tengo que contar; yo me hice psiquiatra porque desde pequeña tengo la fantasía de follar con una de mis hijas, es algo que me prometí a mí misma que haría cuando se me presentara la ocasión, es algo que aún no he
cumplido,
pero creo que ahora puede estar la ocasión muy cerca, ¿Qué opinas tú?”.
Yo: -” Estoy de acuerdo contigo, y puedo ayudarte, ten por seguro que me follaré a Valeria, será coser y cantar que tú puedas cumplir tu sueño, confía en mí, Maribel”.
Pasó la semana de plazo con Valeria y no fue capaz de darme una respuesta a mi problema matemático, ella me preguntó por la respuesta, y yo le tuve que decir, mientras me reía, que yo no la sabía, a pesar de que llevaba años tras ella.
A pesar de todo, Valeria aceptó que había perdido y no opuso resistencia en que probara a follar conmigo.
Le pregunté a Valeria si había tenido alguna experiencia con alguien, de tipo sexual, y ella se vino un poco abajo y me confesó
que,
con su físico, no atraía a nadie de su colegio, la consideraban la rarita que solo estudiaba, y no se comía un rosco ni con hombres ni con mujeres.
Para cumplir con la apuesta perdida, le propuse a Valeria que quedáramos las dos solas, una tarde cuando su madre estuviera trabajando en el hospital, y le enseñaría a disfrutar de una relación sexual en condiciones...