El secreto de Erik, un joven en el XVI

CAPÍTULO 1: Un Joven a caballo; un apuesto joven del siglo XVI, se encuentra con un mozo a caballo, dando rienda suelta a sus fantasías y la posibilidad de que pase algo más en aquellos años de represión.

PRÓLOGO

Erik es un apuesto joven mozo de 18 años que reside en un pequeño pueblo del  Reino de León allá por el siglo XVI, llamado “La Aldea del puente”, con apenas 90 habitantes y con muchos secretos tras sus escondrijos y pequeños bosques de los alrededores. El pueblo tenía numerosos escondrijos y calles estrechas, así como un pequeño puente sobre un ancho rio que separaba el pueblo del frondoso bosque con un sendero que dirigía a unas aldeas de mayor envergadura.

Éste vivía con sus padres, Juan y Petra y su hermana pequeña Leonor, de apenas 4 años. Erik trabajaba con su padre cuidando al ganado y en las estaciones más frías caminaba largos trechos para llevar al ganado a pastar a lugares con abundante pasto. El joven había tenido un lío con una joven del pueblo pero que esta ya se había casado con un señor mucho mayor que ella y se había largado a uno de sus castillos al sur del reino. Aunque nunca se sintió realmente atraído por ninguna joven. Todo comienza cuando se encuentra con alguien que hace que sienta algo que nunca había sentido como hombre.

1. Un Joven a caballo.

Erik se dirige a una de las fuentes cerca del pequeño puente que separa al pueblo del gran bosque, cuando de pronto divisa a lo lejos un caballo blanco cabalgando sin cesar sin nadie que lo cabalgue, con las riendas y la silla, como si se le hubiese escapado a algún hombre. Este se alarma y suelta los baldes en busca del dueño del caballo. Tras cruzar el puente de piedra, se adentra en el sendero. Hacía mucho calor pues era pleno verano, pero la humedad del bosque hacía que la temperatura fuera agradable. Tras algunos minutos de búsqueda, encuentra a un tipo con espada botado a orillas de un rio, con un fuerte golpe en la cabeza. Corre a toda prisa y gira rápidamente su cuerpo.

Al observar aquel rostro con algo de sangre y una pequeña contusión nada grave, Erik queda perplejo ante hermoso rostro que yacía en el suelo, era un joven apuesto, muy bello, con mandíbula marcada, y algo de barba, tenía el cabello con una pequeña melena que apenas pasaba los 15 cm de largo y una tez clara y muy suave a su tacto.

El chico despierta de repente y Erik se sobresalta por no saber su procedencia.

-¿Qué ha pasado? – Dice el apuesto joven tocándose con dolor la cabeza -

- Su caballo ha entrado en mi pueblo al galope, y pensé que se la había escapado a alguien y marché en su ayuda. Y aquí está vivito y coleando. Vamos, le llevo a casa y le curaré las heridas.

- Muy amable por su parte, ¿cómo es su nombre?

- Me llamo Erik, ¿y vos?

- Mi nombre es Víctor, Víctor Manuel. – sonríe mostrando su amplia y perfecta sonrisa.

- Encantado de conocerle, mi casa está a uno pocos minutos…

Víctor asienta con la cabeza y caminan hasta llegar a la modesta casa de Erik entre aquellas estrechas calles.

La madre está en el lavadero con su hermana pequeña, y ven llegar  a los muchachos, preguntando con intriga que había ocurrido.

Tras las explicaciones a su madre, ella va en busca de agua destilada y algunas gasas para curar la herida de él joven.

- Muchas gracias por todo, tengo que encontrar a mi caballo, sino mi padre me corta la cabeza.

- No te preocupes Joven, el tío de Erik lo consiguió atar a su cuadra que tiene con los caballos del vecindario. Desde que te recuperes lo podrás recoger. - Dice Petra con voz angelical.

- Son ustedes muy amables.

- ¿A dónde te dirigías Víctor? –Pregunta Erik con entusiasmo.

- A buscar unas medicinas a una aldea cerca de aquí, pero mi caballo se topó con una serpiente y se asustó, tirándome del caballo y cuando abrí los ojos te vi a ti. - Le dice mirando a Erik con una sonrisa y su cara se sonroja sin poder evitarlo.

- ¡Vaya!, bueno, ahora estás resguardando, ya está oscureciendo, será mejor que te quedes y mañana sales con tu caballo. –Le dice Erik con idea, pues había quedado prendado ante sus encantos.

- No quiero causarles mucha molestia.

-No es molestia, podrás quedarte en el cuarto de Erik, tenemos otra cama.- Dice la madre de Erik mientras se levanta de la silla de madera que hay bajo la ventana de la sala de estar.

A Erik se le ilumina la mirada, pues estaba claro que se había enganchado a Víctor de alguna manera.

La madre prepara algo caliente a los jóvenes mientras el padre sigue con el ganado, y posteriormente Erik guía a Víctor hasta su cuarto, que ahora compartirían.

Víctor se tumba en la cama, y Erik se sienta bajo los pies de la cama. Sin nada que decir, aunque tras unos minutos eternos…

- Muchas gracias por todo, no sabría cómo agradecértelo.

- No hay de qué. ¿Por cierto tienes pareja?

- No, aún no he encontrado a la persona adecuada. ¿Y tú?

- Lo mismo te digo. – se sonroja Erik.

- Bueno Víctor, mañana será un largo día, y seguiremos hablando, buenas noches.

- Buenas noches Erik, así será.

Víctor se tapa y se queda boca arriba cerrando los ojos, solo entra un pequeño destello de luz del pasillo por una de las lámparas de aceite.  Mientras Erik, no podía dormir, y se queda embelesado mirando el bello rostro de aquel joven que por suerte se había encontrado en medio de aquellos arbustos a la orilla del rio. Cuando Víctor está profundamente dormido, Erik se levanta sigilosamente y se queda de pie frente a aquella piel, aquel perfecto rostro angelical y tan varonil, acerca lentamente su mano y roza muy delicadamente sus dedos entre su mentón y su mejilla.  Al ver la tímida mueca de Víctor, acerca sus labios, y rozan delicadamente su boca, sintiendo que Víctor se impulsa y acepta su beso.

Erik al ver que mueve su brazo, corre a su cama y se hace el dormido… le había puesto muy cachondo, y apenas le había rozado, no podía  imaginar lo que podría pasar si Víctor le correspondiera. Cierra sus ojos y queda plácidamente dormido.