El secretario (6) - Final

El pacto es firmado, y un torrente emocional da un vuelco a lo que él creía y sentía de la relaación...

Después de hacerme tragar toda su leche, decidió darnos un pequeño recreo, fue a la cocina y volvió con un par de cervezas, tampoco esa vez me preguntó qué quería tomar, pero agradecí su elección pues la fría y espumante bebida amarilla sirvió perfecto para refrescar y limpiar mi boca y hacer pasar ese impregnado sabor a semen, yo estaba acostado en un reducido espacio de la gran cama, él no me decía nada ni me miraba, sólo caminaba por su cuarto como en un momento cualquiera, acomodando esto, revisando su BB, incluso hojeó varios folios de un documento, luego entró al baño, lo oí mear, luego usar el lavamanos, fue de nuevo a la cocina y volvió con un sandwich, uno solo, para él, en ese momento recordé que los nervios no me dejaron comer en todo el día y estaba muerto de hambre, pues lo único que ocupaba mi estómago en ese momento era una cerveza y unos cuantos mililitros de semen, yo no sabía muy bien qué hacer, me contrariaba esa nueva actitud, por un lado parecía que todo había terminado, es decir estaba comiendo y revisando documentos, pero minutos antes me había advertido que aún faltaba el "tercer lugar", ese que acogería su leche como firma del pacto que cobraría vigencia de ese momento en adelante.

Terminó su sandwich sin ofrecerme ni un pedazo, volvió al baño, se lavó las manos, salió secándoselas con una toalla, que luego arrojó sobre un mueble que estaba allí y volvió hacia la cama, "Bueno, ya es hora", así como si nada después de ese desconcertante receso volvía y así como si nada me decía que ya era hora, que era tiempo de desvirgarme el culo, como muchas otras veces antes me sentí confundido por él, me pregunté qué lo llevaba a hacer ese tipo de cosas, pero ya estaba cansado, hambriento, algo adolorido, sobre todo en mis bolas y mi verga que aunque había cedido en su rigidez me seguía doliendo por no haber podido acabar todavía, aún cuando él ya lo había hecho dos veces, decidí que si se le había dado la gana de cojerme pues que lo hiciera de una vez, "Cómo quieres que me ponga?", pregunté algo encabronado, dejándole claro que en ese momento me sentía como la peor de las putas, ignorado, utilizado, vejado, "No sé, hay una forma más dolorosa y una menos dolorosa, cual prefieres?", me dijo con todo su acostumbrado cinismo, me extrañó que me dejara escoger aunque seguramente sería una más de sus bromas pesadas y solo quería que dijera algo para luego de nuevo obviar mi opinión y terminar haciendo lo que a él se le antojase, sin embargo decidí gastar mi último cartucho de esperanza y decirle "La menos dolorosa por favor", sonrió, "Por esta vez te voy a complacer", había estado sobándose la verga y esta increíblemente ya estaba dura de nuevo, por lo menos tenía aguante este hombre, eso sí, se sentó en una especie de diván que tiene en su cuarto, no había reparado en él, pero es muy lindo, lo tiene cerca de la ventana, es negro, de cuero, de un diseño vanguardista, se recostó en él, asumiendo su cuerpo la forma cóncava del mueble, quedando en una posición indicada para que su ardiente y tieso miembro quedara apuntando hacia arriba y listo para arrancarme de raíz cualquier vestigio de inocencia anal, incluso tomó un bote de lubricante en el que tampoco había reparado y concienzudamente comenzó a cubrirse toda la verga, fue sexy el gesto, lo acepto, además de amable, pues en verdad no tenía esperanza de que usara algo más que su saliva, y eso si acaso.

"Pues bien, aquí tienes tu trono, puedes darle un último adiós a ese culito vírgen que te acompañó por tantos años", no esperaba algo más romántico de su parte en ese momento, pero por lo menos me pareció creativo el comentario, me dirigí hacia él, sin pedirle permiso le quité el potecito de lubricante y con mi mano derecha me unté un poco en el culo, esperaba por lo menos una recriminación de su parte, pero no dijo nada, sólo sonrió lascivamente, por un momento pensé en ponerme de espaldas a él, para no darle el gusto de ver mi cara de sufrimiento cuando me sentase en su verga, y al notarlo intervino inmediatamente "Ni sueñes, te sientas de frente a mí, el espectáculo de tus ojitos no me lo pierdo por nada", desistí de mi micro-intento de venganza en ese último momento, estaba muy nervioso pero a la vez decidido con acabar con todo aquello de una vez, perder mi virginidad anal, darle lo que tanto deseaba y poder quizás irme a mi casa, a pensar si aún ya habiendo rubricado ese pacto valdría la pena mantenerlo, si el resto de mi vida sería como ese día, placentero en algunos aspecto debo reconocer, pero completamente sometido a los deseos de otro hombre, sin que mi palabra fuera tomada en cuenta, sin que mi propio sexo también recibiese algo de atención y cariño, pensando en eso comencé a sentarme, él tenía su verga bien sujeta de la base y yo orientaba su glande hasta mi esfínter, poniéndolo en puerta al embate definitivo.

Comencé a bajar, la presión de su glande en mi esfínter era inmensa, aún no era dolor, pero la incomodidad era insoportable "Vamos, baja más, un poco más", repetía, lo decía fácil porque no era su culo, pero yo en serio lo estaba intentando, cuando entró la cabeza grité agudamente, ahora sí sentía dolor, tuve en amago de levantarme pero él me tenía sujeto por la cintura y no lo permitió, unas lágrima comenzaron a asomarse a mis ojos, era como si en ese momento no tuviera más cuerpo que el culo, no sentía nada en ninguna otra parte, ni siquiera podía pensar nada coherente, solo sentir ese dolor intenso que parecía partirme en dos, las pocas veces que entreabría los ojos veía la cara de placer total de mi jefe, era lascivia viva, lo estaba logrando, se estaba sacando las ganas de desvirgarle el culo a su adolescente secretario, "Vamos, abajo, ya te va la mitad, esto te pasa por calentón, si querías verga pues ya la estás teniendo", ni siquiera me molestaban ya sus insensibles comentarios, sólo me sostenía en sus rodillas que como pilares aguantaban parte de mi peso, la otra parte la sostenían mis pies apoyados en el piso, pero que con tanto dolor ya comenzaban a flaquearme las rodillas, fue en uno de esos quiebres de la fuerza de mis rodillas que terminé de caer y enterrarme por completo en él, de empalarme hasta la misma raíz, grité fuerte sin importar que nadie me escuchara, quizás así alguien vendría y podría liberarme de ese monstruo que me estaba horadando las entrañas sin dejarme escapar, mis ojos aguados comenzaron a derramar lágrimas, ahora él no decía nada, simplemente me miraba, quizás también un poco sorprendido de que ya estuviera toda adentro.

Nos quedamos absolutamente quietos largo rato, pocas veces podía yo entreabrir los ojos pues la sensación intensa de mi culo profanado parecía quitarle la energía a todo el resto de mi cuerpo, ya el dolor no era tan intenso como al principio, pero la molestia era total, mi cuerpo denunciaba a gritos que un ente externo lo invadía, entraba en lugares que no estaban hechos para ser abiertos, llegaba a puntos que no fueron diseñados para ser tocados, poco a poco comencé a moverme, quizás buscando alguna forma de comenzar a sentir placer, él lo sintió y también comenzó a moverse, lentamente, algo muy dentro de mi empezaba a disfrutar esa sensación de llenura nunca antes sentida, de completud, ahora apoyando mis manos en su pecho comencé a subir y bajar, milímetros al principio, centímetros después, progresivamente estaba comenzando a cabalgarlo, él comenzó a emocionarse más al notarme participativo, retomó la política de las nalgadas, primero leves, luego más fuertes y su mente sucia y calenturienta no tardó en volver a enviar mensajes para que su lengua me los transmitiera.

"Así, así, rico, muévete, te lo estás tragando todo, que pedazo de culo que tienes, muévelo", antes mis gemidos inentendibles continuaba "Te mata verdad?, te mata tener un güevo bien adentro del culo?, ya yo lo sabía que este putito andaba loco por mi güevo, pues yo también me estoy volviendo loco por tu culo, perra", incluso había comenzado a insultarme, la estrechez y calidez de mi culo lo estaba sacando de sus cabales, poco a poco se iba haciendo más violento que en nuestros encuentros anteriores, ahora con sus manos apretaba mi pecho, rasguñaba, palmeaba, dejándome sus manos marcadas, apretaba mi cara, mis cachetes, como si fueran de arcilla, me metía dedos en la boca para hacerme chuparlos, yo todo lo hacía por inercia, mi culo seguía concentrando todas la capacidad sensorial de mi cuerpo, en determinado momento se levantó para no estar ya recostado sino sentado, conmigo encima por supuesto, me tomó de mi nuca y me obligó a recibir el beso más ardiente y lascivo que me había dado hasta el momento, algunas babas incluso se escapaban a nuestras bocas y escurrían hacia la unión de nuestros pechos, me lamió, succionó y mordió la boca y sus alrededores, yo hice lo propio, quería devorarlo, yo me había buscado aquello y debía aprovecharlo, por más que me incomodara y me asustara nada de lo que estaba pasando allí era en contra de mi voluntad, me merecía el dolor y el placer que él me estaba dando, yo también me lo había trabajado.

De repente muy rápidamente se levantó, subiéndome con él, levantando mi peso como si no le costara nada, me aferré con mis piernas a su cintura y con mis brazos a su cuello por miedo a caerme, así mismo dio los tres pasos que nos separaban de la cama y me aventó ahí, la sensación fue violenta pues no sólo me sacó su güevo por primera vez, lo que me dolió, sino también la súbita sensación de caída, en un santiamén me tomó por los tobillos, me dió la vuelta dejándome boca abajo, separó mis piernas lo más que pudo, se metió entre ellas y volvió a penetrarme de una vez, entero, grité de nuevo, una oleada de dolor de cegó momentáneamente, "Me volviste loco carajito, loco por tí, por tu culo, te voy a preñar de leche, te la voy a dejar tan adentro que nunca te la vas a poder sacar", me susurraba al oído con una voz transformada por el deseo, yo aún no podía articular palabras coherentes, solo gemir y sollozar, se estaba acercando el punto culminante, entonces me tomó de la forma más fuerte y apretada que pudo imaginar, quería que no existiera espacio posible entre nuestros cuerpos, me pasó uno de sus brazos por debajo de la garganta, como una especie de llave, con el otro me atenazaba por debajo de mi vientre y comenzó a bombear tan fuerte que la cama crujía como si se fuera a romper, mis sollozos se fueron transformando en gritos, de dolor, de angustia, de placer, "Así, grita, me gusta que grites, hasta donde me sientes?, hasta donde te llego?, vamos, grita", yo seguía quejándome, ante mi solo podía ver la imagen zigzagueante del espaldar de la cama, me sentía poseído, como si ya mi cuerpo no me perteneciera, entonces tapó mi boca, bloqueando la única vía de descarga que tenía pues además estaba inmovilizado por su peso y la llave que me hizo, "Eres mío bonito, completamente mío, te voy a marcar para siempre, mi firma va a quedar dentro de ti, no te la vas a poder sacar".

Aceleraba las embestidas, lo que me hacía temblar todo el cuerpo, ya mis brazos y piernas se estaban entumeciendo por la presión y la inmovilización, una sensación embriagante y angustiante se iba apoderando de mi, no podía hacer nada más que resistir pasivamente todo ese huracán de fuerza y hombría que me tambaleaba entero, lloraba, sí, me dolía el culo y todo el cuerpo, sentía que jamás me repondría de aquello, me imaginaba en el hospital pidiéndole a alguien que me reconstruyera el culo pues no había forma que volviera jamás a ser el mismo, me dolía todo, la presión de su mano en mi boca que casi me asfixiaba, pero mas allá de eso sentía que la vuelta atrás no era solo física, era emocional, sexual, ya no me sentía dueño de mí mismo, de mis acciones, era un juguete en manos de un hombre maduro, un hombre de verdad, eso me aterraba, pero me daba cierta seguridad que no tenía antes, ya no se trataba de indecisiones, todas las decisiones estaban tomadas, yo le pertenecía, era suyo, y punto, lo que vendría después no tendría nada que ver conmigo, o sí, pero no como producto de mi voluntad sino de sus designios, se erigió como el completo soberano de mi cuerpo y mi alma.

En un momento soltó las amarras humanas que me encadenaban, de un ágil salto pero sin salirse de adentro se puso de rodillas en la cama, tiró de mí por mi cadera hasta hacerme apoyarme de nuevo en mis entumecidas rodillas y por instinto me apoyé también en mis manos, cada embestida me hacía brincar por completo en la cama, no sé si me levantaría unos milímetros en el aire pero no me sorprendería, con su brazo entero me tomó por el vientre y haló, dejándome de rodillas en la cama con él de rodillas atrás mío, la sensación de su verga empalándome se agudizó por el estrechamiento de mis paredes rectales en esa posición, pero a la vez el ángulo me permitió sentirlo en toda su extensión, realmente ponderar la zona del interior de mi cuerpo por donde estaba llegando, también pude de nuevo ver a mi castigada verga, dura como el hierro, ya amoratada por la abstinencia, por el roce violento con la cama, no intenté tocármela, pero sorprendió que él sí lo hizo, la sujetó con fuerza, como valorando su rigidez y comenzó a masturbarme rudamente, dolorosa pero a la vez placenteramente, con mis manos hacia atras trataba de agarrar lo que estaba a mi alcance, sus nalgas, sus hombros, su cabello, parecíamos un par de pulpos enredados entre nuestras extremidades, me besaba y mordía el cuello, parecía un gran carnívoro devorando obscenamente a su presa, toda la tensión comenzó a acumularse en mí, me sentía como una olla de presión a punto de explotar, esa sensación me desesperaba, ahora no solo sentía mi culo, sentía también el ritmo violento de su mano en mi verga, como si me la quisiera arrancar, y adentro me sentía completa e indeclinablemente suyo, ese era la firma del pacto, que lograra identificar por mí mismo era realidad en mí, en mi cuerpo, en un momento brutal por fin pude eyacular, fue tan doloroso como placentero, nunca en mi vida había descargado tanta leche, creía que nunca se acabaría, y cada contracción muscular que expulsaba leche apretaba más a mi invesor trasero lo que en casi simultáneamente le provocó una explosión similar pero contenida por mi humanidad, "Está adentro, está adentro, te la dejé adentro", murmuraba esclavo del placer que lo consumía, ante ese torbellino de sensaciones mi cuerpo y mi mente se quebraron, no podía procesar más nada, no podía responder de otra forma, la eyaculación no fue suficiente para hacer catarsis de todo lo que me embargaba, así sin más, jadeante, sudado y con él detrás de mí, aún dentro, en iguales condiciones, comencé a llorar, primero unas cuantas lágrimas, pero luego parecía que una represa implosionaba detrás de mis ojos, no habían palabras, no podía hablar nada, sólo llorar, con dolor, con satisfacción, con todo lo que tenía y podía hacerlo en ese instante.

Finalmente, se salió de atrás de mi, causándome una última oleada de dolor y esa terrible sensación de vacío, de vaciamiento, cuando toda su descarga seminal empezó a escurrirse fuera de mi cuerpo, quizás llevando también algo de mi sangre, pues era indudable que tenía que haberme lesionado allá adentro, esa acción solo colaboró para que el llanto incontrolable e incesante que ya estaba apoderado de mí fuera evolucionando a una situación de desorganización física y mental más compleja, comencé a hiperventilar, a sentir taquicardia, a sentir que las manos me temblaban, que algo dentro de mi cabeza presionaba mi cerebro, estaba privado en mi llanto, ni siquiera podía gemir, estaba completamente silente, estaba teniendo una especie de ataque de pánico, él lo notó y se mostró muy preocupado, rápidamente se colocó frente a mí, de rodillas, me abrazó fuertemente, para contenerme, yo también me abracé a él, mi cabeza estaba recostada en su hombro, seguí llorando y apretándolo con mis manos, como si quisiera desgarrar la carne de su espalda.

  • "Ya, ya, está bien, ya pasó, ya terminó, el pacto está firmado, lo hiciste muy bien, eres un campeón, vamos quédate tranquilo, ya pasó"-repetía a mi oído mientras me sobaba la cabeza y los cabellos tratando de calmarme, yo no entendía nada de lo que decía, sentía algo que me desgarraba, como si me estuvieran sacando el corazón del pecho, una desesperación desconocida se apropió de mi, me separé de él lo suficiente para poder verlo a los ojos, tratando de respirar lo más normalmente posible para poder articular alguna palabra, pero sin parar de llorar como nunca antes lo había hecho, lo tomé de su mano derecha con mis dos manos, se la puse sobre mi corazón, para que sintiera cómo casi lo tenía a reventar, por él, sólo por él

  • "Por favor, te lo pido desde lo más profundo de mi alma, por favor nunca me hagas sentir que todo esto no valió la pena, sencillamente no podría soportarlo, te he dado demasiado, te he entregado todo por favor, no me dejes nunca, lo acepto todo, lo que quieras, ser el segundo, el amante, conformarme con lo que quieras regalarme de tu tiempo, de tu cuerpo, pero no me dejes sin tí, por favor"- Pude decir muy entrecortadamente aún dentro de la crisis de llanto que atravesaba, entonces me tomó de ambos lados de mi mandíbula con sus dos manos, me miró fijamente a los ojos y me dijo

  • "Te juro por lo más sagrado que nunca lo haré"

Volví a recostarme en su pecho, lo abracé fuertemente, me aferré a él y seguí llorando un rato más, poco a poco nos fuimos acomodando en la cama, acostados, aún no lo soltaba, sentía que no podría hacerlo, que me quedaría adherido a él, a su pecho, el cansancio colosal que me sedaba física y psíquicamente me fue ganando la partida y lentamente me quedé profundamente dormido.

La molestia en mis músculos comenzó a hacerme mover de un lado a otro y así poco a poco me fui despertando, no había abierto mis párpados, que parecían estar pegados con goma, pero sabía que ya era de día, aún con mi cuerpo magullado y quebrantado, incluso quizás un poco afiebrado, aquella cama me ofrecía una confortabilidad absoluta, mullida, suave, cálida, al estirarme la primera vez todos los huesos de mi cuerpo crujieron, fue mínimamente doloroso pero muy placentero, estaba allí desperezándome cuando noté una ausencia, abrí los ojos quedando un poco ciego por la luz repentina, cuando las formas comenzaron a definirse de nuevo y mi mente comenzó a ubicarse en el espacio otra vez voltee al otro lado de la cama y estaba vacío, él no estaba conmigo, me dormí tan profundamente que aún estando abrazado a él como lo estaba no lo noté zafarse, levantarse a irse, una fría sensación de angustia se apoderó de mí de repente, y si me había abandonado?, si todos mis miedos eran reales y luego de haberse dado el banquete con mi cuerpo simplemente se había ido ya satisfecho? y si me mintió cuando me juró que nunca me abandonaría?, no tendría sentido abandonarme en su propio apartamento, pero mi lógica no funcionaba en ese momento, estaba tomado por una especie de ataque de pánico similar al de la noche anterior, hiperventilaba, tenía taquicardia, sentía un nudo en la garganta, me levanté de inmediato y comencé a recorrer la pequeña casa a ver si lo encontraba, pero no fue así, ya no tenía fuerzas para sentarme a pensar, a reflexionar, tenía que saber dónde estaba, le rogaría de la forma que fuera necesaria para que volviera, estaba a punto de llamarlo por teléfono cuando vi una hoja de papel debajo de una rosa, estaba sobre el mesón de la cocina, la rosa obviamente había sido puesta ahí pues pertenecía a un ramo que estaba más o menos un metro más allá, me llamó la atención, aparté la rosa, tomé el papel, estaba manuscrito, por él, ahí si anticipé mi dolor y mi desgracia, seguro era la carta en la que me revelaba todos sus arteras y perversas intenciones, quizás se disculparía por su crueldad quizás no, me indicaría que me fuera de su casa, que jamás volviera a contactarlo y que ni se me ocurriera molestarlo en el trabajo o en la casa de su esposa y de su familia.

Con los ojos aguados y el corazón en la boca comencé a leer:


Buenos días Andrés, me hubiera gustado quedarme contigo todo el día allí en la cama pero tenía la reunión para la segunda ronda con los brasileños. Por tí no te preocupes, te dí el día libre, te lo tienes bien merecido.

Con respecto a todo lo de ayer, te digo que fue algo maravilloso para mí, aunque en este momento debo reconocer que te mentí un poco antes, pues en realidad nunca había estado con un hombre, ni gay, ni transexual, ni trasvesti ni nada, y menos había tenido el honor y el placer de tomar la virginidad de alguien tan joven y hermoso como tú, así que ésta en cierta forma, también fue mi primera vez.

Creo haber entendido tu llanto del final, aunque sé que te causé dolor físico, no fue solo eso, fue la descarga de todo eso que has venido pensando y sintiendo, porque aunque no me lo hayas dicho también me he dado cuenta, sé que piensas que por la forma en que me he comportado contigo desde aquel día de la proposición, es posible que te estés entregando a un hombre prepotente y lascivo que sólo quiere utilizarte y aprovecharse de tí, pero ahora que ya nuestro "pacto" está consumado puedo aclararte que no fue, no es, ni nunca será así.

Esta forma en que me comporté contigo, no solo en lo sexual sino también en lo sentimental, también fue nueva para mí, nunca lo había hecho antes con nadie, y tiene que ver con que necesitaba probarte, necesitaba saber qué estabas dispuesto a soportar, no porque me guste verte sufrir, sino porque quería asegurarme que lo que sentías era real, que no era solo un capricho de un adolescente que le da morbo tirarse a su jefe, pues para mí esto es mucho más que eso, y en cierta forma tenía miedo de lanzarme a algo no correspondido y luego verme solo y perdido.

Y si me importa tanto todo esto, es por un segundo secreto que te digo ahora, así como nunca antes me había acostado con un hombre, tampoco nunca antes me había enamorado, ni de mi esposa, ni de ninguna de las mujeres con las que estuve, ni de nadie, eso lo descubrí aquella noche en el restaurant en el Ávila, y me aterraba pensar que descubrir eso a mi edad, cuando ya no quedan demasiadas oportunidades de tomar un nuevo camino, y sobre todo por alguien como tú, joven, hermoso, con una vida por delante, podría derrumbarme en caso de que no me correspondieras, de que decidieras luego de cumplir tu fantasía irte con otro más joven, más fuerte, de tu edad, y no tener que aguantarte a un viejo casado, con hijos, que no puede darte ni ofrecerte nada más que ser tu amante.

No sé si hasta ahora habías comprendido o pensado algo de ésto, pero si no, espero que puedas disculparme por esas cosas que dije e hice que te hicieron sentir mal o incluso te lastimaron en algún momento, sólo piénsalo desde donde yo lo viví y trata de comprenderme, en todo caso ya nos quedará tiempo juntos para hablar de ésto y de todo lo que sea necesario para conocernos y entendernos mejor.

Anoche llorando me dijiste que por favor nunca te hiciera sentir que todo esto no valió la pena, te juré que jamás lo haría, y ahora te ruego lo mismo a tí, lo que me has hecho sentir me ha devuelto una vida que quizás nunca conocí, y que haya pasado ahora, a mi edad, me da motivos para pensar que me queda mucho camino por delante para poder seguirte acompañando.

Pase lo que pase en adelante yo me lo juego todo por tí, porque no tengo más chances, más excusas, en cambio tú tienes la vida entera por delante, y espero que aunque sea un tramo largo, decidas y aceptes vivirla conmigo.

Te ama inmenso Román.-

P. D.: Te dejé el desayuno preparado dentro del microondas ; )


Con una lágrima rodando por mi mejilla y la más inmensa sensación de dicha y alivio que alguien podría haber sentido jamás, volví al cuarto, a la enorme cama, me arrullé de nuevo entre las sábanas, apoyé mi cabeza en la mullida almohada y de nuevo me quedé profundamente dormido, no tenía nada de qué preocuparme, mi jefe me dió ese día libre y además estaba en el más cálido y confortable de todos los lugares, en mi propia casa.

  • FIN -