El secretario (5)
Comienzan los preparativos para el momento inminente..
Ya habiéndome recuperado un poco del estado de agotamiento de mi cuello, mi boca y sobre todo mis sentidos por la brutal descarga que decidió derramar sobre mis párpados y mi frente, él volvió a colocarse detrás de mí, rodeándome con sus brazos y sus dos manos sujetadas a la altura de mi vientre, con una cierta ternura que desdecía de su comportamiento de hace unos pocos minutos, apoyó su mentón en mi hombro derecho y aún observándonos mutuamente a través de nuestro reflejo en el espejo comenzó a decirme mientras repartía pequeños besitos por esa parte de mi cuello y mi oreja.
- "Gracias por la mamada, estuvo deliciosa"
- "Para tí, querrás decir, a mí sólo me usaste para darte placer"
- "Por favor no te hagas la víctima, que mira como todavía tienes de duro el paquete, te encantó lo que te hice"
- "No es verdad, la forma en que me acabaste en la cara fue un abuso"
- "Je je, a lo mejor, pero tenía tantas ganas de hacértelo que me no me importó abusar un poco"
- "Eres un desconsiderado"
- "Ya bonito, no te pongas así de molesto que esos pucheros que haces me ponen más caliente... además todo lo que pasa aquí dentro es porque tú te lo buscaste, seduciéndome con esos ojitos que me ponen loco, acaso me puedes culpar de eso?"
En cierta forma tenía razón, no podía pasarme la vida usando mis ojos para endurecer paquetes masculinos y esperar salir indemne en todas las ocasiones, se le podría pedir a un hombre como él o a cualquier otro que se contuviese teniendo allí servido a la mesa a ese carajito calentón que tenía meses deseando?, podría él humanamente contenerse si se lo propusiera?, yo creo que no, ese súbito acceso de una especie de disculpa o justificación comenzó a ceder proporcionalmente al nuevo flujo de sangre que volvía a llenar su verga, y que yo sentía de nuevo presionando sobre mis nalgas, estas vez con más aplomo y decisión, ya dándome pistas de que nuevo lugar de mi anatomía además de mis ojos y mi boca le estaban comenzando a llamar la atención, sin decir más y permaneciendo como estábamos solo comenzó a desabrocharme el pantalón, uno de uno de los cuatro botones, los deslizó hacia abajo, dejándome en mis interiores blancos modelo bikini, lo ví ver un segundo hacia abajo, por primera vez observandome en ropa interior delante de él, yo también bajé la vista un segundo y me topé con la tienda de campaña que formaba mi erección bajo el interior, hice un nuevo amago de llevar una mano salvadora a esa castigada parte de mi anatomía cuando él lo notó, sujetó mi mano donde estaba, apoyada en el frío mármol negro del mueble de lavamos y me susurró "Quédate así", si creí que luego de satisfacerse me dejaría espacio para yo obtener un poco de placer al parecer me equivocaba.
Me sacó la franela por completo, lo agradecí pues aún estábamos completamente vestidos y el calor que emanaban nuestros cuerpos excitados y sudorosos ya se estaba haciendo sofocante, viéndome a los ojos a través del espejo deslizó su mano derecha bajo la parte trasera de mi interior, rudamente, hasta el fondo, abarcando con esa sola, pero grande, venuda y fuerte mano toda la zona baja de la unión de mis nalgas, se movió un poco por allí, explorando, sonreía, le gustaba lo que tocaba, yo empecé a mostrarme algo incómodo, jamás un hombre me había tocado así, él me separó un poco más las piernas usando leves golpes con sus pies a la parte interna de los míos, para poder alcanzar mayores profundidades, mi cara comenzó a ruborizarse, cierto pudor comenzó a aflorar en mí, me sentía invadido, o me estaba calentando demasiado?, de repente sacó su mano y se la llevó de plano a la cara, aspiró profundamente, primero la palma y luego sus dedos, tenía los ojos cerrados, estaba extasiado con la fragancia proveniente de mis partes íntimas, luego llevó esa mano hacia mi cara para compartir conmigo mi propio olor, ya mucho menos intenso dado que su olfateada se había apropiado de la mayor parte, no olía mal, pero tampoco me gustaba, solo olía a mi culo algo sudado, deslizó su dedo medio dentro de mi boca, haciéndome chuparlo, estaba algo salado, lo movió un poco jugueteando con mi lengua y llevó de nuevo su mano a ese lugar que le gustaba tanto, pero esta vez con otra intención, tocarme no solo por fuera sino también por dentro.
Con su dedo ensalivado por mí comenzó a tantear a lo largo de la hendidura entre mis nalgas hasta hallar su objetivo, mi ano, hasta entonces vírgen de cualquier parte de otro cuerpo humano, pero no vírgen de mis dedos, que ya varios años atrás habían comenzando a complementar con la estimulación de esa zona mis frecuentes pajas, tampoco era vírgen de un pequeño dildo que compré apenas cumplí la mayoría de edad en un sex-shop, junto a una película gay, era un aparato pequeño, de no más de 8 centímetros por quizás 2 de diámetro, no tenía la forma natural de un pene, era recto y cilíndrico, como un bolígrafo muy grueso, pero vaya que había podido darme placer con él pues además vibraba un poco a diferentes intensidades, pero esto era algo nuevo, un dedo, un dedo masculino pretendía invadir mi intimidad, mis músculos esfinterianos se lanzaron en un último intento de protegerme del ingreso de ese intruso, apretando lo más posible el agujero, las dos nalgas entre sí y tensando incluso mis piernas, todo un artilugio defensivo que no logró más que intensificar el dolor de la punta de ese dedo pulsando por entrar "No me vas a impedir entrar, no puedes hacer nada, acéptalo", repetía al pie de mi oreja, pero mi cuerpo era mucho más arisco que yo y aún sometiéndose al dolor de esa presión constante seguía tratando de lograr lo imposible, finalmente su dedo pudo más e ingresó, no fue lentamente, apenas entró la punta lo empujó hasta la misma raíz que lo unía a la palma de la mano, un quejido lastimero surgió de mí, no fue un dolor demasiado intenso, pero sí una sensación incómoda de presión, calor y algo de ardor, él me sonrió a través de espejo sintiéndose victorioso y entonces susurraba "No sabes como esperé este momento, no sabes como me tenías todos estos meses, loco, enfermo, desesperado, pero ya de aquí no te escapas, te lo aseguro", su cara mostraba un rubor ya semejante en tonalidad al mío, pero no por el pudor, sino por la excitación que aquello le provocaba, estaba por explotar, su cuerpo irradiaba más calor, su dedo se me hacía hirviente ya alojado dentro de mí, así comenzó a moverlo dentro, en forma circular y luego a sacarlo y meterlo primero lentamente, luego con más rapidez, y después como si ya me estuviera cojiendo con ese diminuto antecesor de su pene.
En un momento sacó su dedo de mí, generándome un alivio poco fácil de describir en palabras, sacó su mano y la olió, quería oler cada parte de mi anatomía, notó algunos rastros de suciedad en su dedo, lo que explicaba la intensidad del olor que incluso yo percibí esta vez, me sentí muy avergonzado, estaba preparado para recoger mis cosas e irme, a qué clase de persona le gustaría llenarse uno de sus dedos del excremento de alguien más?, si yo fuera él ya me estaría sacando a patadas de ese baño, "Creo que tenemos que limpiarnos mejor allá abajo..." me dijo más resolutivamente que mostrando asco o molestia, "Perdón, yo, yo, pues no lo hice, es que no sé hacerlo" dije sinceramente, ya sintiendo que las orejas me iban a explotar de calor y de vergüenza, "Entonces tendré que hacerlo yo por tí, me dijo sonriendo", se separó de mi por primera vez, sólo para retirarme toda la ropa y lanzarla a una esquina del baño, me dejó desnudo ante, él, que salvo su pene expuesto permanecía completamente vestido, pues ya hasta los pantalones se los había subido, eso me hizo sentir algo avergonzado y vulnerable, pero por lo menos tenía el alivio que mi verga ya podía adoptar la posición que en ese momento le era natural, libre de toda coerción, así introduciendo de nuevo su dedo sucio en mí me hizo caminar unos pasos dirigiéndome a la bañera, quedándose él afuera, me sentí como uno de esos cachorritos asustados que tuve que bañar cuando trabajaba con el veterinario, sacó la regadera de su ducha de teléfono, le adaptó un artilugio de látex especial de un largo de no más de 5 centímetros a la metálica boquilla, el cual ya había visto alguna vez en un sex-shop y entonces procedió a darme las instrucciones de rigor para mi aseo pre-coital "Sujétate con ambas manos de la percha para la toalla, separa las piernas y levanta ese culito, ya verás que limpiecito que te voy a dejar para que no vuelvas a ensuciarme".
Sólo podía ver el blanco piso porcelanado de la bañera, de alguna forma ya ahí no participábamos los dos, solo él me estaba bañando, habrían pasado ya muchísimos años desde que nadie me bañaba, y menos un adulto y mayor que yo, eso me generó una sensación de infantilización algo contradictoria, pues además iba a limpiarme de una forma que nunca antes había experimentado, así que no sabía qué esperar, como anticiparme a esa sensación, seguido introdujo la boquilla de látex en mi recto, era tan corta que a pesar de estar dentro de mí no la sentí penetrándome demasiado mas allá del esfínter, abrió la llave del agua caliente, el primer chorro me hizo dar un brinco que por poco me hace salir la boquilla, él firmemente me sujetó de la parte baja de la espalda y me dijo que me mantuviera quieto, las piernas comenzaron a temblarme a la vez que me iba llenando de esa agua caliente que se me hacía hirviente, a medida que aumentaba la cantidad de líquido automáticamente trataba de apretar el esfínter, pero la boquilla estaba trabada en medio, mis piernas empezaron a tensarse, mis manos a apretar con más fuerza el frío tubo metálico de la percha, mi boca a dejar escapar mis gemidos y leves sollozos de incomodidad, de malestar, empecé a sentir muchas ganas de cagar, pensé que cuando me sacara la boquilla me iba a cagar ahí mismo, eso me mataría de vergüenza y me daba un asco tremendo también, él seguía con su trabajo, ni siquiera veía su cara, no tenía moral para hacerlo, ya mis entrañas no soportaban más líquido, incluso sentí abultarse un poco mi bajo vientre, sudaba frío, por un momento pensé que me desmayaría, y fue entonces cuando retiró la manguerilla y sucedió, sin poder contener mi propio esfínter para regular la salida del agua, toda esta salió de mi expulsada de una vez, serían al menos dos o tres litros pues no paraba de salir a presión, las piernas me fallaron un poco, tuve que hacer un esfuerzo para que me sostuvieran, el alivio era casi celestial, y para mi suerte esta agua salió claro algo sucia, no tan cristalina como entró pero no contenía restos muy sólidos, y su olor no era tan terrible como anticipé, realmente me estaba limpiando por completo.
Repitió esta operación un par de veces más, que en comparación con la primera me resultaron incluso placenteras, sentir la calidez del agua en mis entrañas y sobre todo esa novedosa sensación de pulcritud interna, ya al tercer intento el agua salió cristalina, y él dió por finalizada esta sesión higiénica cerrando la llave del agua y dándome una pequeña palmada en la nalga como diciendo "Ya estás listo", lo que reforzó mi sensación de perrito bañado en el veterinario, alcanzó una toalla blanca, bastante mullida y suave y comenzó a secarme, intenté hacerlo yo mismo, ya mucho había hecho por mí, pero no me dejó, ya cuando estaba casi seco intenté salir de la bañera pero con una mano en mi pecho me detuvo "Aún no, falta algo más", no podía entender qué sería, ya estaba completamente limpio, o eso creía, se dirigió al mueblecito que enmarcaba el espejo de su baño y extrajo una afeitadora y crema de afeitar, entonces comprendí, iba a afeitarme las nalgas y la raja del culo, la verdad es que es algo que me habría gustado hacerme hace tiempo dado que suelo rasurarme las axilas y el vello púbico, además que por naturaleza no soy muy peludo en pecho, brazos y piernas, pero nunca lo había hecho por falta de motivación y por temor a cortarme dada la incómoda posición, sin embargo él de nuevo sin pedir permiso se decidió a modificar una característica corporal mía para adecuarla a sus gustos, "Ponte de espaldas, manos a la pared y piernas separadas, levanta ese culo", dijo en un tono casi policial, abrió de nuevo la ducha de teléfono para mojar lo que ya en ese entonces estaba seco, me extendió la crema por la zona de las nalgas y la unión entre éstas y comenzó a deslizar la afeitadora, poco a poco fue pasando de las partes más externas a las más internas, para lo que frecuentemente tuve que cambiar de posición, subiendo la pierna, agachándome un poco más, estando de espaldas solo veía mis antiguos vellos correr agua abajo junto a la crema de afeitar antes de perderse en el pequeño remolino que se formaba en el desagüe.
Luego de unos minutos terminó "Hoy hice estas dos cosas por tí, pero de ahora en adelante tendrás que aprender a hacértelas tú mismo regularmente, te quiero siempre limpio y afeitado, entendido?", asentí con la cabeza sintiéndome en deuda por los servicios higiénicos que me había procurado, me pasé las manos por las nalgas y la sensación era deliciosa, se sentía tan terso y suave como un bebé, estaba embelesado con esta nueva forma de sentir mis nalgas cuando dijo, "Solo falta algo más... no quiero que te irrites", y fue acercándose a mí con un potecito de alcohol, me asusté de nuevo, no quería que hiciera eso, me iba a arder mucho, sin decirme nada me compelió a darme la vuelta, mis ojos lo desafiaron "Te lo tengo que decir?", le pedí que no lo hiciera, yo no me irritaría, en verdad, destapó el frasco y se colocó un pequeño charco en la mano, extendió el líquido entre las dos como si fuera aftershave y me dijo "Es por tu bien", lo hice y apretando los dientes soporté el ardor tan intenso y quemante como efímero del alcohol en toda mi zona más íntima y sensible, mis ojos se aguaron incluso, en momentos como esos lo odiaba, porqué no podía nunca dejarme poner yo el límite?, respetar mi decisión sobre algo aunque sea una vez? acaso todo tenía que ser siempre como él quisiera?, era sadismo de su parte o era un elemento de esa "educación" que asumió como su función proveerme?.
Salimos del baño donde me había higienizado y micro-torturado, aún me ardían un poco las nalgas y sobre todo la cara interna entre ellas donde la piel es más sensible, pero sin duda era magnífica la sensación de no tener ningún pelito en toda la zona, "Ya que tuve que tomarme el tiempo de limpiarte a profundidad, para retribuirme haz que se me pare de nuevo", me decía mientras se sentaba de nuevo en su enorme cama, esta vez recostado del espaldar con las almohadas como cojines para estar más cómodo, yo sólo me quedé parado viéndolo, no tenía idea de qué hacer, por primera vez en la noche me daba libertad para improvisar algo y la mente se me quedó en blanco, "Entonces?, toda la noche?", "Qué te gustaría que hiciera?", intenté obtener una pista, "Acaso tengo que hacerlo todo yo?, buff, déjame ver, muéstrame los frutos de mi trabajo en el baño, ponte aquí en cuatro patas frente a mi y enséñame ese culito que te dejé más lindo que antes", eso ya era algo, esta vez seguir sus órdenes más bien me resultaba cómodo, quizás me estaba acostumbrando a esa posición de ser dirigido sin darme cuenta, hice lo que me pidió, no sin avergonzarme un poco me expuse cual espectáculo a su vista.
"Haz algo pues, no te quedes ahí estático", no quería que comenzara a molestarse, así que improvisé, me apoyé con la cabeza en la cama y usé mis manos para separar mis nalgas, que ya habían quedado más en pompa debido a mi nueva posición, "Bien, bien, hice un excelente trabajo, te quedó hermoso", me estaba excitando mostrarme así para él, poco a poco comencé a moverme, lentamente, haciendo pequeños círculos, ofreciéndome como una fruta fresca a un comprador, al parecer estaba teniendo éxito pues con lo poco que podía enfocar con mi vista hacia él, noté que comenzó a masturbarse, el espectáculo le estaba gustando "Así me gusta bonito, enséñame lo que me voy a cojer, provócame, vamos", acompañé mis movimientos con unos leves gemidos, no estaba solo actuando para él, en verdad estaba excitándome, sin esperar una orden más me llevé los dedos índice y anular de mi mano derecha a la boca, los ensalivé y comencé a ponérmelos yo mismo dentro del culo, eso incrementó mis jadeos, no me dolía, pues aún estaba algo dilatado, me estaba procurando total placer por mí mismo, ante su vista, él me alentaba a seguir, me decía que me preparara para su verga, en determinado momento su excitación lo llevó a acompañar mis movimientos con leves nalgadas, que poco a poco iban incrementando su frecuencia e intensidad, lo que me hacía cojerme más duro con mis propios dedos, y a él calentarse aún más y castigarme de esa forma que lejos de molestarme me estaba poniendo a mil.
"Lo lograste, me lo paraste de nuevo, lo tengo como una roca, vamos párate de ahí y deja de cojerte, que para eso estoy yo aquí", refunfuñé un poco al tener que dejar la única actividad íntegramente placentera y medianamente espontánea que me había permitido hasta entonces, me puse de pie sobre la cama, me volteé y lo vi, su verga mojada y parada lucía más grande que nunca, me intimidó con ella blandiéndola, amenazante, creí que ya llegaría el momento, me puse algo nervioso pero estaba excitado y en el fondo deseaba que lo hiciera de una vez, a ver si por fin me dejaba acabar pues yo estaba igual de duro, pero no, quería continuar llevándome hasta el límite, hacérmelo cuando se le diera la gana, no cuando yo lo estimaba conveniente, "Ponte frente a mi cara, pero de espaldas, ni creas que te lo voy a chupar", me desilusionó un poco pues por un segundo creí que me la chuparía aunque eso sería poco congruente con la forma en que había venido llevando las cosas, me coloqué como me dijo, él se dejó caer algo más sobre la cama, dejando un poco elevada solamente su cuello y su cabeza, entonces entendí lo que quería, "Siéntate en mi cara, quiero que me pongas todo tu culo en la cara", la idea me excitó, pues implicaría que me besaría o quizás chuparía el culo, y eso era algo que nunca había sentido pero que me excitaba pensar, fui acuclillándome poco a poco, abriéndome las nalgas con las manos hasta que sentí el roce caliente y húmedo de su aliento en mi culo sensibilizado por las estimulación reciente.
Después sentí la firmeza de su nariz y la suavidad de sus labios, con sus manos me sostenía por mis muslos para darme más apoyo y yo por mi lado me sujetaba con los brazos de el espaldar de la cama, así recibí el primer beso negro de mi vida, no sólo besó, también chupó, succionó, mordió todo el conjunto de mi culo y mis nalgas, lo hacía como un desesperado, decía cosas inentendibles debido a nuestra posición pero que seguro serían morbosos comentarios sobre mi culo, yo estaba llegando al cielo, una cascada de placer me recorría todo el cuerpo desde mi culo, me estaba penetrando con su lengua y comencé a moverme como si cabalgara un diminuto pene rosado y húmedo, eso lo excitó más, lo notaba por el ritmo que le imprimía a su masturbación, su verga babeaba mucho y las venas estaban muy marcadas, para que tuviera toda la sangre de su cuerpo allí, yo gemía, por primera vez lo impelía a seguir "Vamos, más, así, así me gusta, que rico, sigue", él me respondía con esos sonidos guturales que no entendía pero que me dejaban sentir toda su calentura, movía toda su cara dentro de mi raja, de arriba a abajo, a momentos me hacía cosquillas, era maravilloso, de repente paró, se masturbó freneticamente y varios chorros salieron potentemente disparados de su verga, cubriendo esta vez su pecho, su vientre y un poco de su cuello, cuando terminó de exprimirse la verga con sus propias manos me hizo desmontarme de su cara, estaba tan jadeante como él, con unas ganas animales de acabar yo también como él lo había hecho, pero aún no me estaba autorizado, fue entonces que acabó su condescencia y decidió someterme a otra tarea.
"Límpiame la leche", giré la vista tratando de encontrar algo que utilizar, "No tienes nada que buscar, hazlo tú mismo", entonces comencé a tratar de recogerla con mis dedos, aún estaba caliente, pero igual necesitaría algo para limpiarme luego, "Sabes delicioso pero no eres muy rápido verdad?, usa la lengua", eso era algo que no quería hacer, me excitaba ver su leche, olerla, sentirla pero no había pensado en tragármela, la verdad me daba un poco de asco, "No podemos hacer otra cosa?, en verdad no quiero hacer eso", traté de probar si algún residuo de esa cierta condescencia que tuvo conmigo hace segundos quedaba restando por ahí, "La primera vez que me corrí en tí, acepté que te lavaras en el lavamanos, pero no me gusta estar botando mi leche por el desagüe cuando pudiera estar alojada en mejores lugares", "Yo entiendo, pero en verdad, es que no me gusta la idea", mantuve mi posición, "Tú me provocas todo esto y después le tienes asco a las consecuencias?, esta leche es tuya, te pertenece, porque tú haces que se me genere en los güevos y también luego me haces sacármela, así que ven acá y comienza a lamer que no tengo todo el día, ya verás que después tú mismo vas a pedir que te la dé a tomar".
De nuevo estaba siendo el de antes, directivo, aunque no cabe duda que su forma tan didáctica de explicar las cosas terminaba por hacérmelas completamente lógicas y razonables, con un gesto de inconformidad bajé mi cabeza "Mirándome, por favor", agregó, y viéndolo a los ojos dí el primer lengüetazo, mentiría si dijera que me gustó, en verdad me pareció repulsiva, su sabor salado, su consistencia gelatinosa, el olor a cloro, que tenía saturado mi olfato, mientras pude recogí con la lengua y la almacenaba debajo de mi lengua, pero se acercaba el momento de tragar, él me miraba complacido, con las manos cruzadas detrás de la cabeza, sabiéndose ganador en cada una de esas pequeñas diatribas que se nos planteaban, con los ojos aguados por contener las ganas de vomitar, sólo levanté la cabeza, cerré los ojos y tragué, de una sola vez, había pasado, pero sólo era un trago, todavía faltaban varios más, mi boca estaba pegajosa e impregnada de su sabor, traté de producir más saliva para ir diluyendo un poco esa esencia masculina, pero no era suficiente, cuando minutos más tarde terminé mi labor, con las últimas dos gotas que quedaban cerca de su mentón, me tomó la cara por la barbilla y comenzó a besarme, profundamente, degustándose a sí mismo a través de mí, de esa forma apasionada que estaba sirviendo de inyección amnésica para esas pequeñas iras que me generaba con su proceder.
- "Así me gusta, obediente, al parecer no te gustó mucho, pero ya verás que es cuestión de costumbre... ya te dejé mi leche en dos de mis lugares favoritos de tí, tus ojos y tu boquita, incluso ya la debes estar comenzando a digerir allí dentro, pero falta un tercer y último lugar más, el más importante, el que va a sellar definitivamente este pacto que nos une"